¡Hola, apreciados amigos lectores!

Acá les traigo la primera parte del nuevo proyecto del que les había comentado.

Es nuevamente una historia alterna al anime y al manga de Ranma ½, pero siempre se va a tratar de nuestra pareja favorita: Ranma y Akane.

La historia se ambientará en los años 30. Será una historia un poco más seria a las que he tenido la oportunidad de escribir: habrá alegría, tristeza, drama, un poco de tragedia, ficción, pero, sobre todo, romance.

Va a ser un poco más larga, pero, será un grato placer si se animan a acompañarme a leerla. Espero que sea de su agrado.

Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

En un pueblo muy tradicional y conservador llamado Nerima, ubicado en Japón, en el año de 1934, vivía una jovencita llamada Akane Tendo, en una de las haciendas más grandes de ese lugar, con sus padres, el señor Soun Tendo y la señora Aiko Hibiki, su hermano menor, Ryoga Tendo y sus abuelos, el señor Happosai Tendo y la señora Cologne Suzuki.

Akane era considerada como una de las mujeres más hermosas de ese pueblo. Tenía su cabello largo, de una tonalidad azul, piel blanca y ojos color café. Era una chica alegre, optimista, obediente, inocente y muy inteligente. Le gustaba estudiar y le faltaban pocos meses para graduarse de la preparatoria.

Todos los días, se levantaba muy temprano para ir a caminar por toda la hacienda de su padre. Le gustaba ver los amaneceres, respirar el aire puro y escuchar el canto de los pájaros.

Akane era feliz con su familia, a pesar de que su padre era bastante estricto con ella y con su hermano, pues, casi todos los días, el señor Soun les recordaba y les advertía a sus hijos que debían conducirse conforme al camino que él, su esposa y sus abuelos les habían inculcado desde pequeños, porque de lo contrario, él sería capaz de matar a quien se atreviera "a manchar su honor".

Akane y su hermano lo escuchaban, sin contradecirle, pues, jamás intentarían, siquiera, hacer algo que arruinara el buen nombre de su padre. Además, estaban agradecidos con él, pues, había una sola tradición de ese pueblo que él no había seguido y era la de comprometerlos en matrimonio. Eso era más que suficiente, porque a excepción de todas las demás personas de ese pueblo, ellos podrían algún día, decidir con quien se casarían.

La mamá de Akane y Ryoga, por el contrario, era una mujer muy cariñosa, dulce y comprensiva con sus hijos, pero, bastante sumisa a su esposo (pues, de esa manera habían sido educadas las mujeres de ese pueblo).

Un día, Akane, al regresar de la escuela, escuchó una plática entre sus padres:

-¿Sabes? –dijo la señora Aiko a su esposo- Ryoga me ha comentado que está muy interesado en estudiar una carrera en la universidad.

-Todavía falta para eso, Aiko –dijo el señor Tendo, bastante cortante- apenas va en la secundaria, pero, me parece muy bien que quiera seguir estudiando.

-Entonces, ¿estás de acuerdo? –dijo sorprendida-.

-Por supuesto que sí… es mi hijo, ¿cómo podría negarle algo así?

Akane se entusiasmó al escuchar a su padre y pensó:

¡Qué bueno que papá piense así y nos permita seguir estudiando, porque yo también quiero ir a la universidad!... ¡le voy a echar muchas más ganas a mis estudios para que se sienta orgulloso de mí!

Y con esa ilusión, procuró seguir sacando las mejores notas y también, seguir obedeciendo en todo a sus padres.

Pasaron los meses y llegó el día de la graduación de Akane. Pero, como siempre, ella se levantó muy temprano y fue a realizar su caminata matutina, más emocionada que nunca.

Su familia sabía muy bien de la costumbre que ella tenía, pero, al ver su mamá que no regresaba de su paseo, fue a despertar a su hijo para que fuera a buscarla:

-Pero, mamá –dijo Ryoga, cubriéndose con las sábanas- es muy temprano aún… estoy seguro que ya vendrá de regreso.

-Nunca se tarda tanto, ya son más de las siete y ella debe estar en la escuela a las ocho.

-¿Es en serio?... ella sabe cuidarse sola.

-Ve a buscarla, por favor, hijo.

Ryoga no estaba muy convencido, pero, al ver a su mamá muy preocupada, salió a buscarla. Como el lugar era grande, se fue en su caballo. La buscó en todas partes, hasta que al fin la encontró, cerca de un estanque, muy tranquila, leyendo:

-¡Akane! –le dijo, llamando su atención y bajando del caballo-.

-Ryoga, ¿qué tal? –dijo, sonriendo- ¿qué haces por aquí?... yo te imaginaba aun durmiendo, aprovechando las vacaciones jajajaja.

-Muy graciosa –dijo, sarcásticamente- sabes muy bien que ahora que estoy de vacaciones, papá me pondrá a trabajar muy duro en su hacienda.

Akane rio un poco al escucharlo y él le dijo:

-Oye, mamá me mandó a buscarte.

-¿Te mandó a buscarme? pero ella sabe que tú aun te pierdes en la hacienda jajajaja.

A Ryoga no le hizo gracia esa broma y le dijo:

-¡Eso me pasaba cuando era un niño!... además, no es momento para que hagas esa clase de bromas… mamá está muy preocupada.

-¿Está preocupada? pero, siempre salgo a caminar a esta hora.

-Sí, pero, antes de las siete ya estás de regreso.

-Pero, todavía no son las siete –dijo, sonriendo-.

-Ya son más de las siete, Akane y recuerda que hoy es tu graduación.

-¿Qué? –dijo preocupada- no es cierto.

-Claro que sí, vámonos ya o llegarás tarde.

-Se me fue el tiempo leyendo.

-Sí, ya me di cuenta jajajaja… ven, te llevo en mi caballo.

-Muy bien, como usted mande jajajaja.

Akane se levantó de donde estaba sentada y Ryoga le dijo:

-Ay, Akane, pareces una niña pequeña, mira nada más cómo estás: mamá te va a regañar.

-¿Por qué?

-¿Cómo que por qué? andas descalza y ensuciaste la yukata que te acaban de comprar.

-Lo siento, no me di cuenta jajajaja.

-¡No cambias, de verdad!... pide a todos los cielos que papá no te vea así, porque él sí es capaz de mandar a fusilarte jajajajaja.

-¡Oye! ¡no bromees así!... además, papá sabe que siempre salgo a caminar.

-Sí, pero no con la yukata nueva jajajaja.

Rieron un poco más. Después, se subieron al caballo y regresaron a la casa. Su mamá estaba esperándolos en la puerta y cuando los vio llegar, le dijo a Akane:

-Pero, ¿en qué estabas pensando, jovencita? mira nada más cómo te ensuciaste.

-Lo siento, mamá –dijo Akane- no fue mi intención.

-Ya eres toda una señorita, no puedes seguir comportándote de esa manera.

Akane inclinó la cabeza, algo avergonzada y su mamá, continuó:

-Ve ahora mismo a alistarte o no llegarás a tiempo a la escuela.

-Sí, está bien… como tú digas, mamá –y como estaba descalza, sólo entró a la casa y subió a su habitación-.

Ryoga se quitó los zapatos para entrar y le dijo a su mamá:

-Ya sabes cómo es Akane, le encanta caminar por la hacienda, no seas tan dura con ella.

-Hijo, lo hago para evitarle problemas con tu padre.

-Sí, tienes razón, pero, es que, es raro escucharte hablarle así jajajaja.

Ambos rieron y después, Ryoga le dijo:

-Y a todas éstas, ¿dónde está papá?

-Está en su oficina esperando a alguien muy importante.

-¿De verdad?... ¿otra vez?... esas visitas que papá ha estado recibiendo desde hace algunos meses se me están haciendo muy extrañas... ¿de quién se trata esta vez?

-Ay, hijo, no puedo decir nada aún. Ya después él les contará a ti y a tu hermana.

-¿Tiene que ver con nosotros?

-Con tu hermana.

-¿Con Akane? pero…

-Ya no me preguntes más… espera a que tu padre se los diga.

Ryoga se le quedó viendo y ella le dijo:

-Tú también ve a alistarte para desayunar, ya es tarde.

-Sí, mamá.

Mientras tanto, Akane se había bañado rápidamente y se había puesto su uniforme, pero, antes de bajar a desayunar, dijo:

-¡Se me estaba olvidando! –y abrió su armario para sacar una bufanda que quería mucho, porque era la primera que había tejido y la llamaba: "la bufanda de la suerte"-.

Se la puso rápidamente y después dijo, sonriendo:

-Ahora sí, ya estoy lista.

Bajó de su habitación, llegó al comedor, se sentó en el tatami sobre sus rodillas frente a la mesa y los sirvientes le llevaron rápidamente el desayuno: arroz, verduras encurtidas, una pequeña porción de pescado al grill, sopa de miso y una taza de té verde.

Akane tenía mucha hambre y tomó los palillos para empezar a comer. Pero, cuando su mamá la vio, le dijo:

-Hija, ¿te volviste a poner esa bufanda?

-Sí.

-Ya está muy vieja, ya no deberías usarla.

-Mamá, es mi bufanda de la suerte, no puedo irme sin ella.

-Ay, Akane, ¿cuándo vas a dejar esa costumbre?

-Le tengo mucho cariño.

-Bueno, está bien… ya después hablaremos seriamente de eso –dijo, sonriendo-.

Akane también sonrió y desayunó rápidamente. Después, subió a cepillarse los dientes y cuando ya estaba lista, se despidió de su mamá:

-Nosotros llegaremos más tarde a acompañarte en tu graduación, hijita –le dijo la señora Aiko-.

-Sí, mamá, los estaré esperando –dijo, sonriendo-.

-Empieza a las nueve, ¿verdad?

-Sí, así es… ojalá pueda llegar también papá.

La señora Aiko se le quedó viendo y después le dijo:

-No lo sé, querida, pero, ya sabes que siempre contarás conmigo, con tu hermano y tus abuelos.

Akane sonrió levemente. Salió de su casa, se colocó sus zapatos y se subió al carruaje que la estaba esperando para llevarla a la escuela.

Pasaron algunos minutos y llegó la persona que estaba esperando el papá de Akane: era un muchacho alto, de veintiún años de edad, de cabello corto, color negro y ojos azules. Él también pertenecía a las mejores familias del pueblo de Nerima.

Los sirvientes avisaron rápidamente a la señora Aiko y ella pidió que lo hicieran pasar a la sala. Después, fue a ver a su esposo y le dijo:

-Querido, ya está aquí.

-¿De verdad? muy bien, hazlo pasar a mi oficina.

-Creí que lo atenderías en la sala.

-No, es mejor que hable con él en privado.

-Muy bien, como digas –hizo una pequeña pausa y después, le dijo:- entonces, es un hecho, ¿verdad?

-Sí, así es.

-¿Crees que él sea el indicado?

-Por supuesto que sí.

-Bueno, sí es así, ya no hay nada más que hablar, iré a decirle que pase a tu oficina.

La señora Aiko fue a la sala y le dijo al muchacho que pasara a la oficina de su esposo. El muchacho le agradeció, haciendo una reverencia.

Al llegar con el señor Tendo, ambos se saludaron y luego, el papá de Akane dijo:

-Kuno Tatewaki, toma asiento, por favor.

-Gracias, señor Tendo –y se sentó-.

Después, el papá de Akane volvió a decirle:

-Entonces, estamos en lo dicho, ¿verdad?

-Sí, señor, así es.

-Bueno, de ser así, esta noche se concretará completamente lo que hemos venido hablando desde hace unas semanas.

-Me parece muy bien, cuanto antes mejor.

Por otro lado, Akane ya había llegado a la escuela, pues, los maestros les habían dicho a las estudiantes (ya que era una escuela sólo para señoritas) que debían estar una hora antes del acto de graduación y mientras todo iniciaba, Akane se había puesto a platicar con sus mejores amigas, Yuka y Sayuri:

-Bueno, ahora que ya terminamos la preparatoria –dijo Yuka- debemos cumplir con nuestro deber y casarnos con nuestros prometidos.

-Pero, chicas –dijo Akane- ustedes, ¿no van a seguir estudiando?

-¿Te refieres a ir a la universidad? –dijo Sayuri-.

-Sí.

-No a todas las mujeres de este pueblo se nos concede esa oportunidad, Akane –dijo Yuka-.

-Es cierto –dijo Sayuri- es costumbre que las mujeres nos casemos al cumplir dieciocho años.

-Bueno, a mí mis padres no me van a obligar a cumplir con esa costumbre –dijo Akane-.

-Es verdad –dijo Yuka- tu caso ha sido muy distinto, porque a todas nos eligen un prometido a los quince.

-Sí, pero, mis padres han sido muy benevolentes con mi hermano y conmigo en cuanto a esa tradición, porque nos han dicho que podremos elegir con quién nos casaremos cuando sea el tiempo indicado –dijo Akane, muy confiada- además, hace meses escuché a mi padre decir que apoyaría a mi hermano a seguir estudiando en la universidad.

-Bueno, porque a los hombres sí se les concede esa oportunidad, Akane –dijo Sayuri-.

-Pero, él dijo que ¿cómo podría negarle a su hijo el seguir estudiando? –dijo Akane- pienso que también se refiere a mí, ¿no creen?... yo también soy su hija.

Ambas voltearon a verse y después, Sayuri le dijo:

-Ojalá así sea, Akane.

-Serías una de las pocas mujeres de este pueblo que le permitieran seguir en la universidad –dijo Yuka-.

-Estoy segura que así será –dijo, muy contenta-.

-Y… ¿qué te gustaría seguir estudiando? –dijo Sayuri-.

-Pues yo, desde niña, siempre quise ser enfermera.

-¿Enfermera? –dijeron ambas, muy sorprendidas-.

-Sí, a mí siempre me ha gustado ayudar a las personas y cuando mi hermano se lastimaba, yo lo curaba.

-Ay, Akane, pero, creo que en la única universidad que hay en este pueblo no ofrecen esa carrera –dijo Yuka-.

-Es cierto –dijo Sayuri- las pocas enfermeras que hay en este pueblo han venido de fuera.

-Bueno –dijo Akane- entonces, tendré que ir a estudiar a Tokio.

-¿Y crees que tu padre te lo permitirá? –dijo Yuka- tú nos has dicho que es muy estricto contigo.

-Sí, pero, al menos voy a intentar decirle.

-Ojalá que sí puedas cumplir tu sueño, Akane –dijo Sayuri-.

Por otro lado, la señora Aiko, Ryoga y sus abuelos, se encontraban desayunando para estar a tiempo en la graduación de Akane. Al terminar, Ryoga le dijo a su mamá:

-¿Papá ya desayunó?

-Sí, desde muy temprano.

-Y… ¿ya llegó la persona que estaba esperando?

-Sí, ya tienen unos minutos de estar hablando.

-Todo es tan extraño, pero, bueno, vamos a tener que esperar a que nos cuente por qué tanto misterio jajajaja.

La señora Aiko sonrió y luego, volteó a ver con preocupación a sus suegros, pues ellos ya sabían muy bien para qué se había reunido el señor Soun con el millonario Kuno Tatewaki.

Cuando ya todos estaban listos, un carruaje los llevó a la escuela de Akane.

La ceremonia de graduación iba empezando y todas las estudiantes ya estaban listas para recibir su respectivo diploma por haber aprobado la preparatoria. Cuando fue el turno de Akane, los maestros la felicitaron por haber sido la estudiante con mejores calificaciones y la animaron a seguir estudiando, pues, notaban que tenía mucho potencial.

Akane estaba muy feliz y cuando terminó la ceremonia, fue rápidamente con su familia y los abrazó fuertemente. Ellos también la felicitaron, pero, Akane pudo darse cuenta que su papá no los había acompañado y no dejó de sentirse un poco triste por eso.

Se despidió de sus amigas y luego, junto a su familia, se subió al carruaje para regresar a la hacienda.

Al llegar y bajarse del carruaje, Akane pudo darse cuenta que un muchacho se estaba despidiendo de su padre e iba saliendo de su casa. Lo observó bien y se dio cuenta que se trataba de Kuno Tatewaki. Ella nunca lo había tratado, únicamente lo conocía de vista y había escuchado sobre él.

Kuno también la vio y se acercó a saludarla a ella y a su familia haciendo una reverencia. Luego, se acercó a ellos el señor Tendo y dijo:

-Kuno vendrá con su hermana a cenar con nosotros esta noche.

Akane y Ryoga voltearon a verse, no entendiendo nada y Kuno dijo, dirigiéndose al padre de Akane:

-Muchas gracias, señor Tendo. Estaré aquí con mi hermana Kodachi a la hora acordada. (Solamente ellos llegarían ya que eran huérfanos desde hacía ya tres años y él se había encargado de todos los negocios de la hacienda de su padre).

Kuno volvió a hacer una reverencia para despedirse de todos, pero, luego, se dirigió a Akane:

-Mucho gusto, señorita.

-Igualmente, señor Tatewaki –dijo ella, un poco confundida-.

Kuno sonrió y después, se retiró.

Cuando ya se había ido, el señor Tendo le dijo a Akane:

-Esta noche tendremos una gran celebración, Akane, así que ponte la mejor ropa que tengas, es importante que te veas muy bien.

Ella sonrió ampliamente porque pensó que su papá lo haría para felicitarla por su graduación:

-Muy bien, papá, como digas –y se apresuró a entrar a la casa-.

La señora Aiko sólo se le quedó viendo a su esposo y pensó:

Lo hizo… finalmente, lo hizo… sólo espero que mi pobre niña sea feliz con esta decisión.

Los abuelos estaban muy serios y Ryoga se atrevió a preguntarle a su padre:

-Papá, disculpa, ¿qué es lo que está pasando?

-Ya lo sabrás esta noche, hijo –y se fue de ahí, sin decir nada más-.

Ryoga se quedó viendo y después, le dijo a su mamá:

-¿Por qué tanto misterio? ¿por qué papá no nos dice de una vez que es lo que pasa?

-Hijo, espera a la noche… te aseguro que ya no tendrás más dudas después.

Ryoga decidió ya no preguntar más y también entró a la casa.

Al ver que su hijo se había ido, la señora Aiko le dijo a su suegra:

-Bueno, hay que decirle a los sirvientes que preparen todo para esta noche.

-Me parece bien, Aiko, te voy a ayudar con eso… todo tiene que estar perfecto porque lo de esta noche será bastante trascendental para Akane.

El señor Happosai asintió y dijo:

-Estoy seguro que mi hijo tomó la mejor decisión, hay que seguir con las tradiciones.

Por otro lado, Kuno llegó a su hacienda. Estaba de muy buen humor y no era para menos, pues había logrado lo que muchos otros jóvenes deseaban en ese pueblo.

Llegó a la sala de su casa, se sirvió una copa de vino y después, se sentó en uno de los sillones. Su hermana llegó con él y le dijo:

-Por lo visto, te fue muy bien.

-Así, es Kodachi… todo salió perfecto –hizo una pausa- felicítame, porque esta noche se terminará de concretar lo que he esperado desde hace mucho tiempo –dijo sonriendo y bebiendo de su copa-.

Kodachi se le quedó viendo y después, le dijo:

-No deberías estar bebiendo.

-Tú sabes que no lo hago siempre, Kodachi… además, esta ocasión lo amerita jajajaja… ¿quieres acompañarme?

-¡Estás loco!... ¡por supuesto que no! –dijo, algo molesta-.

-Jajaja no te enojes… mejor empieza a alistarte, porque me acompañarás esta noche a la hacienda de la familia Tendo.

-Ay, hermano, entonces, definitivamente es un hecho, ¿no es así?

-Claro que sí: ¡yo soy el triunfador! jajajaja.

Kodachi negó con la cabeza y después, le dijo:

-¿Cuánto dinero les ofreciste a los demás? porque varios estaban interesados en…

-Lo suficiente para que ya no siguieran insistiendo.

-Pero, ¿de verdad vale la pena para que hayas gastado tanto dinero?

-Sí, hermana, por supuesto que sí… estoy convencido que tomé la mejor decisión.

-Ojalá así sea, Kuno, porque…

-¡Mejor ya no digas nada! –dijo, algo molesto- ¡no quiero perder mi buen humor por tu culpa! –hizo una pausa- esta noche es muy especial y no quiero que nada la arruine.

Mientras tanto, en la hacienda de la familia Tendo, Akane estaba muy emocionada por la celebración y empezó a buscar su mejor yukata para usarla esa noche (ya que solamente esa clase de ropa usaban las mujeres de su pueblo).

Su mamá llegó con ella, después de darles todas las instrucciones a los sirvientes sobre la celebración de esa noche. Deslizó la puerta de su habitación y le dijo:

-¿Ya decidiste cuál te pondrás, hija?

-Aún no, mamá… tú, ¿cuál me aconsejas?

-Bueno, yo te diría que usaras la que te acabamos de comprar, pero como la ensuciaste.

-Lo siento, mamá, de verdad, no fue mi intención –dijo, sonriendo-.

Su mamá sólo negó con la cabeza y después, le dijo:

-Bueno, ya podrás usarla en otra ocasión... ahora busquemos la más apropiada para esta noche.

-Sí, mamá –hizo una pausa- ¡todavía no puedo creer que mi papá vaya a hacerme una celebración por mi graduación!... ¡estoy tan feliz!

Su mamá sólo sonrió y no quiso contradecirle.

Pasaron las horas y llegó el momento acordado para la cena. La señora Aiko y su suegra habían ayudado a Akane a arreglarse.

Al final, eligieron para ella una yukata de color rojo con flores blancas. Le hicieron un peinado tradicional, colocándole flores en su cabello y la maquillaron apropiadamente.

Akane se veía muy hermosa y radiante. Tanto su mamá como su abuela la observaron detenidamente y después, la señora Aiko le dijo:

-Te ves muy bien, hijita, estoy muy orgullosa de ti.

Akane sonrió y su abuela le dijo:

-Realmente, estás lista para esta noche.

-Muchas gracias por ayudarme a arreglarme, aunque, pienso que papá está exagerando un poco: sólo es mi graduación, nada más.

La señora Aiko y su suegra voltearon a verse y después, la señora Cologne dijo:

-No es sólo eso, pequeña.

Akane se le quedó viendo muy sorprendida y dijo:

-¿Cómo? ¿hay algo más que vamos a celebrar?

-Sí, así es, hija –dijo su mamá- ya te enterarás.

-¿Por qué no me lo dices de una vez?

-No, es mejor que tu padre te lo diga… ahora, bajemos ya, los invitados no tardan en llegar.

-Eso es muy extraño, mamá –dijo Akane- ¿por qué mi papá invitó a esas personas desconocidas a la celebración de mi graduación?

-Hija, ya lo sabrás, ahora, por favor, no hagas más preguntas.

Akane asintió, no muy convencida y empezaron a salir de la habitación. Pero, de pronto, Akane recordó algo y regresó rápidamente a buscar en su armario:

-Hija, ¿qué es lo que buscas? –preguntó, la señora Aiko-.

-Esto –dijo Akane, colocándose nuevamente la bufanda que tanto quería-.

-¡Ah, no! ¡esta vez no, jovencita! –dijo su mamá, un tanto molesta-.

-¿Por qué no, mamá?

-Ya te dije que esa bufanda está muy vieja y arruinarás tu atuendo esta noche si te la pones…

-Pero, es que…

-Lamento decirte esto, pero esa bufanda es de muy mal gusto, así que no dejaré que la uses, por lo menos, no esta noche –dijo nuevamente su mamá-.

Akane se le quedó viendo y su abuela le dijo:

-Hazle caso a tu madre, pequeña.

-Está bien –dijo resignada y volvió a guardarla-.

Salieron de la habitación. Bajaron las gradas y ya estaban esperándolas el señor Soun, Ryoga y su abuelo. Ellos también buscaron el mejor kimono que tenían para estar mucho más presentables esa noche.

Al ver a Akane, Ryoga le dijo, sonriendo:

-¿De verdad eres tú, hermanita?

-Claro que sí, soy yo jajajaja.

-Es que, pareces una princesa… te ves mucho más hermosa que otros días.

Ella también sonrió y le dijo:

-Gracias, tú también te ves muy apuesto.

-¿De verdad? muchas gracias jajajaja –hizo una pausa- ¿puedo darte un abrazo?

Akane asintió sonriendo, pero, la abuela dijo:

-No, no, no, Ryoga, ahora no o estropearás su tocado.

Ellos sólo voltearon a verse y se avergonzaron un poco. Después, el señor Soun dijo:

-Mi mamá tiene razón, Ryoga… Akane tiene que estar perfecta y presentable para esta noche y más aún, frente a nuestros invitados.

-Pero, ¿por qué, papá? –dijo Akane, un poco molesta- pensé que sólo sería una celebración familiar, ¿por qué los invitaste?

-Akane –dijo su mamá, llamándole la atención- no le hables así a tu padre… él sabe muy bien por qué lo hizo y ya no lo sigas cuestionando.

Akane inclinó su cabeza y asintió.

Pasaron algunos minutos y llegaron los invitados: Kuno Tatewaki y su hermana Kodachi. Él venía vestido con su mejor kimono y ella con una yukata que se veía que era muy cara.

Saludaron haciendo una reverencia. Después, Kuno tomó la mano de Akane para darle un beso. Se le quedó viendo detenidamente y le dijo:

-Luce mucho más hermosa esta noche, señorita.

Akane retiró rápidamente su mano. Estaba muy sorprendida y sólo le dijo:

-Gracias, es usted muy amable.

Kuno sonrió ampliamente al escucharla y pensó:

Creo que no me equivoqué con la decisión que tomé, es realmente bella.

Después, todos pasaron al comedor y se sentaron en el tatami alrededor de la mesa. Los sirvientes llevaron rápidamente la cena, que consistía en varios platillos: Sushi, Tempura, Ramen, Takoyaki, Yakitori y Onigiri.

Todos empezaron a cenar tranquilamente y el padre de Akane platicó un poco con Kuno sobre asuntos relacionados a su hacienda.

Akane sólo los observaba y no comprendía aún por qué su papá los había invitado: no veía la razón.

Al terminar todos de cenar, Kuno pidió la palabra y dijo:

-Para nosotros es un verdadero honor que nos haya invitado a su casa, señor Tendo, para así poder concretar, ahora frente a su familia, lo que hemos venido hablando desde algún tiempo.

Akane sólo se quedó viendo y después pensó que quizás su padre estaba haciendo algún tipo de negocio relacionado a su hacienda con Kuno.

-El honor es nuestro, Kuno –dijo el señor Tendo- gracias a ustedes por aceptar la invitación y sé que mi hija no podrá quedar en mejores manos. Eres un buen muchacho.

Tanto Akane como Ryoga se quedaron completamente estáticos: ¿a qué se estaba refiriendo su padre?

Kuno sonrió ampliamente al escuchar al señor Tendo y dijo:

-Muy bien, señor Tendo, ya que usted está completamente de acuerdo con la proposición que le hice, no me queda más que pedirle formalmente, frente a su familia y mi hermana, la mano de su hija en matrimonio.

-Y yo te la concedo, hijo –dijo el señor Tendo, tranquilamente, tomando él la decisión, sin siquiera haber consultado a su familia… mucho menos a Akane (ya que habían hablado con él muchos otros jóvenes, pero, para él, Kuno era el más indicado por ser de una de las mejores familias de ese lugar. Además, Kuno se había encargado de darles a todos esos jóvenes una buena cantidad de dinero para que ya no le siguieran insistiendo al señor Tendo la mano de Akane)-.

Kuno estaba más que feliz. Se puso de pie, sacó una pequeña caja de su bolsillo y se acercó a Akane.

La señora Aiko y los abuelos de Akane ya sabían muy bien sobre ese asunto y no hicieron ningún comentario. Ryoga estaba más que sorprendido y Akane, aún no asimilaba la noticia.

El señor Tendo, al ver que Akane no se levantaba de su lugar, le dijo:

-Ponte de pie, hija y acércate a tu prometido.

Akane volteó a ver a su papá con los ojos brillosos, muy, pero muy asustada. No creía aun lo que estaba pasando: ¿y lo que él le había dicho a ella y a su hermano respecto a esa tradición?

¡No puede ser! ¡no! –pensó- ¡esto debe ser una pesadilla! ¡yo no quiero casarme!... ¡no quiero!

CONTINUARÁ…