Duelo por los vivos

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Esta historia participa en el Drabblectober de "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 3.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".

Prompt: Niebla.


Mayo, 2000. Ministerio de Magia.

Percy Weasley se encontraba en el atrio del Ministerio de Magia en un acto de conmemoración con el que no estaba de acuerdo.

De pie junto a la fuente de la Hermandad Mágica —una piscina de oro macizo, con estatuas de un mago, una bruja, un centauro, un duende y un elfo doméstico— pensaba que aquel lugar era el menos indicado para recordar a los caídos en la guerra. El techo azul pavo real y el suelo de madera pulida nada tenían que ver con la injusticia y el horror de tantas muertes. Todo era demasiado pomposo, demasiado superficial.

«Tendría que ser en Hogwarts», pensó mientras escuchaba el discurso del Ministro. No existía lugar más propicio para el homenaje que el colegio donde se había librado la batalla final. Su hermano Fred había muerto allí. Decenas de personas habían muerto allí. ¿Cuántos de esos diplomáticos de túnicas y sombreros elegantes habían sentido las consecuencias de la guerra? Percy Weasley podía apostar, sin temor a perder, que ninguno.

Pero el Ministro de Magia insistía que la herida aún estaba abierta como para hacerlo en Hogwarts. Solamente habían transcurrido dos años desde la batalla, algunos mortífagos seguían en busca y captura, y los ciudadanos de bien no tenían plena confianza en las nuevas autoridades. ¿Cómo hacerlo cuando el Ministerio de Magia había sido corrompido desde las entrañas?

Kingsley Shacklebolt había asumido como ministro interino; posteriormente, al celebrarse las elecciones, quedó asentado en el poder. Él buscaba reestablecer la paz y el orden, por eso Percy Weasley volvió a su antiguo puesto de trabajo como Asistente Junior. Confiaba en Kingsley, en su visión política, aunque no compartiera su decisión en cuanto al acto de conmemoración.

Cuando el discurso del Ministro agradeció a los presentes por encontrarse allí, Percy Weasley supo que la pantomima había finalizado. Los embajadores se dispersaron como caudales de agua, la conexión de las chimeneas se restableció y los trasladores fueron puestos a disposición. Del lado derecho se formaron filas de salida; del izquierdo, surgieron figuras envueltas en llamas verde esmeralda.

Percy Weasley estaba acostumbrado al ajetreo del Ministerio de Magia: magos, brujas, elfos, duendes, vampiros y licántropos desfilaban por el atrio en dirección a los ascensores, llevando quejas y reclamos a sus correspondientes departamentos. Que se estuvieran cumpliendo dos años del final de la guerra no iba a detener la burocracia mágica.

Pero no estaba preparado para encontrarse con él en ese mar de gente.

Oliver Wood.

El nombre le nació en la garganta, le vibró en la lengua, íntimo y anhelado al mismo tiempo. Estuvo a punto de pronunciarlo, de ir hasta él, pero un «detente» restalló en su cabeza como un látigo. Tenía que alejarse antes que sus caminos se volvieran a cruzar.

No.

Definitivamente eso no podía suceder.

Porque encontrárselo significaba ser engullido por la niebla del pasado, significaba rememorar los errores, lo que habían hecho y, sobre todo, lo que había sucedido con Penélope Clearwater.