Inolvidable .
Capítulo 1.
Empezaron a desplazarse lentamente por el cielo las nubes en el aparecido crepuscular, adoptando un tono grisáceo , que iba reflejándose aun más con la luna mientras se volvían más algodonosas. Intento encontrar figuras de objetos o incluso de algún animal. Tenía la cabeza y todo el cuerpo sobre el césped verdoso, a pesar de que era invierno.
Terry cerro sus ojos y su mente fue arrastrada por los recuerdos de un atardecer como aquel día. Diez años antes. Fue justo después de su aislamiento en el cuarto de meditación. La noche inaugural del festival de Mayo, la gente inundaba las calles de la ciudad, divirtiéndose con los juegos de azar y haciendo linea en los atestados puestos ambulantes donde vendían palomitas y los nuevos perritos calientes. La noche habia sido calurosas recordaba aquel detalle vívidamente. Llegó al festival buscandola, sintiéndose inseguro por primera vez, cuando sintió las miradas que estaban puestas en él. No podía culpar la sorpresa en los rostros que tenía todo el alumnado del San Pablo. Después de todo nunca antes se había aparecido en ningun festival del colegio. Tenía una razón, por supuesto, el motivo por el cual se encontraba allí. Algo debía estar mal con él, había pensado mirando por encima de las cabezas, hasta que la encontró. Su risa será mi perdición, había dicho excusándo a sus sentimientos. Ella reía y vio que conversaba animadamente con sus amigos de infancia. Recordó que pensó que era guapa, pero eso lo supo cuando la vio en el barco. También sabía que ella ya lo había reconocido, pero ninguno había intentado acercarse. Bueno, eso iba a cambiar esa noche, estaba decidido. Cuando finalmente se acercó, ella lo miró con sus ojos insondables y desde ese momento sintió que ella podía ver lo mismo que él. Su instinto y su corazón no le mintieron. Ella era su otra mitad.
—Hola —le dijo ella simplemente como si fueran viejos conocidos íntimos. Un comienzo de lo más normal, algo que Terry habría relegado al olvido de haberse tratado de cualquier otra chica. Pero mientras contemplaba aquellos impresionantes ojos de color esmeralda tuvo la certeza de que era perfecta, la mujer que nunca más volvería a encontrar aunque se pasara el resto de su vida buscando.
Estar enamorado de una chica como Candy White fue, sin lugar a dudas, la experiencia más extraña que jamás Terry hubiera imaginado. No solo por la manera y la sensación que sintió por primera vez que la vio en un barco, sino también por cómo sus sentimientos por ella fueron creciendo; fue algo insólito. No era como estar con cualquier chica a la que ya habría besado. Terry todavía no había besado a Candy, ni siquiera la había abrazado, ni la había llevado a algún sitio, o al cine. Terry no había hecho ninguna de las cosas que normalmente hacía con otras chicas, pero estaba enamorado. No preguntes cómo sucedió, porque no podría explicarlo. Un momento antes, Terry se hallaba allí de pie, delante de ella, tranquilo y dispuesto a llevársela hacia un rincón del colegio; sin embargo, su siguiente reacción fue totalmente distinta: en vez de dirigirse hacia otro sitio dio un paso hacia ella, tomando su pequeña mano en la suya y mirando a Candy a los ojos, acortando un poco más la distancia entre ellos. Ella no retrocedió, pero sus ojos se abrieron un poco más de lo normal y, por un instante no supo si seguir adelante. Se quedo quieto, pero después una sonrisa se formó en sus labios, poco a poco fue ladeando la cabeza hacia un lado y fue consciente de que se acercaba cada vez más. No fue un beso muy largo, y desde luego no fue uno de esos de película, pero fue maravilloso a su manera. El momento que jamás olvidaría de aquel instante. Aunque se hubiera llevado tremenda bofetada , incluso ese momento lo guardaba en sus recuerdos.
—Eres el primer chico al que beso —Candy le confesó mucho tiempo después. Habían pasado siete meses desde el bailé, las mismas que se habían hecho novios. Faltaban pocos días para el año nuevo, y Candy y Terry estában paseando por la colina tomados de la mano. Terry deseaba volver a besarla, pero el lugar y la vigilancia lo hizo imposible.
—Ya me lo había imaginado —dijo.
—¿Por qué? —preguntó ella inocentemente. Candy no parecía que fuera a tomárselo muy mal, si le decía que lo supo en el mismo instante que sus labios se rozaron. — ¿Lo hice mal ?
—Besas muy bien —afirmó al tiempo que le apretaba con cariño la mano. Ella asintió y se giró hacia el paisaje, con mirada perdida. Candy se quedaba así muy a menudo. Terry la dejo en esa actitud ensimismada un rato, hasta que se sintió incómodo por el silencio.
—¿Estás bien? —le preguntó .Ella en lugar de contestar cambió de tema.
—¿Alguna vez has estado enamorado? Terry se pasó la mano por el pelo y la miró confundido .
—¿Te refieres a antes de estar contigo? Lo dijo en el tono más de incredulidad, de la forma que le decía que porque quería saberlo. Él era bastante ingenioso con las chicas, pero con Candy se volvían vulnerable
—Hablo en serio, Terry —lo reprendió, mirándolo de reojo. Con Candy, Terry siempre sentia ir de lo más alto a lo más bajo, en menos de lo que uno podía parpadear. Aún no estaba muy seguro de si le gustaba esa parte de su relación, y constantemente eso lo mantenía inseguro. Lo invadía una sensación extraña cuando pensaba en sus preguntas. —¿Y cómo sabías que estabas enamorado de verdad? —insistió ella tomando su silencio como una respuesta afirmativa. Observó cómo la ligera brisa agitaba su pelo, y supo que no era el momento de hacerlo pasar por aquello. Pero respondió sin darse cuenta de que estaba enamorado.
—Bueno —dijo un tono más serio—, sabes que es amor cuando solo quieres estar con esa persona, y cuando sabes que la otra persona siente lo mismo por ti.
.
Terry abrió los ojos cuando lágrimas se acumularon detrás de sus párpados.
¿Dónde estás? Pensó mientras se levantaba para volver a casa. Una casa fría que lo mantenía con cadenas invisibles, pero que le causaban heridas incurables. .
¿Por qué nos hemos visto obligados a separarnos?
Él sabía las respuesta a esas preguntas, pero no eran las respuestas que su alma necesitaba por mucho que se esforzará por comprender. La razón era obvia, pero qué su corazón se obliga a rechazarla y eso iba desgarrandolo junto con la ansiedad durante todas las horas de su ahora no deseada vida. Sin Candy se sentía perdido. Como si no tuviera alma, como si fuera un barco a la deriva y no tuviera un hogar, como un ave volando a cual quier parte, pero sin un hogar definitivo.
Soy todo eso, y no soy nadie a la vez.
Así era el amor, así era su vida sin Candy. Anhelaba que ella volviera y volvería a enseñarle avivir de nuevo. Recordó que fue asi fue entonces desde la primera vez que la vio , cuando estában en la cubierta del barco, la paz que sintió cuando la había visto, Su figura pequeña y el cabello ondando por la brisa. ¿Lo recuerdas? Mientras nos mirábamos nos convertimos en parte del océano, porque ambos sabíamos que era el océano el que nos había unido.
En esos recuerdos Terry entendía el significado de la verdadera felicidad. Al llegar la noche antes de volver a la vida que se supone debía amar, iba a la playa y mientras sentía el cosquilleo de la arena en los pies miraba sobre las oscuras aguas y la veia. Las horas nocturnas no eran suficientes mientras contemplaba su belleza reflejada por la luz de la luna, entonces tenía la sensación de que sus corazones era conscientes de que siempre serian uno. Se pregunto si siempre sería así cuando dos personas están enamoradas. En aquel entonces aun no lo sabía, pero ahora su vida desde que ella ya no estaba a su lado servía como prueba, entonces tenía la respuestas. Estaba vacío. Pensando en ella a cada momento a la luz del día y evocando su recuerdo cuando más la necesita llegaba en las noches. Es lo único que podía hacer, pero no es suficiente. Nunca será suficiente, sin embargo, ¿qué podía hacer? Si Candy estuviera aquí, se lo diría, pero fue burlado por el destino incluso en eso. Candy siempre sabía qué palabras eran las más apropiadas para aliviar el dolor que sentía. Siempre sabía cómo hacerlo sentir bien. ¿Es posible que Candy sepa cómo se sentía Terry ahora mismo? Antes de ella, él andaba por la vida sin un sentido, sin un fin. Pero de algún modo iba a su encuentro, con cada paso que dio, desde el primero siempre fue en dirección a ella. Estában destinados a estar juntos. Habia visto ese futuro y casi lo tocaron sus dedos... Pero el destino volvia a intervenir. Ahora sabe que el destino puede herir a una persona, en la misma medida en que puede bendecirla. Entonces se sorprendía así mismo preguntándose por qué, de todas las personas en el mundo que hubieran podido ser objeto del amor más puro y verdadero, los había elegido para enamorarse a Candy y a él para luego separarlos tan injustamente.
—¿Has pensado en el futuro? —Una vez Candy le preguntó a Terry que parecía sorprendido, por qué si, había imaginado el futuro y lo más impresionante era qué imaginó su vida junto a Candy.
—Claro…, sí, supongo que sí —contestó con cautela.
—¿Qué quieres hacer con tu vida? Él se encogió de hombros.
— Me gustaría ser actor, bueno, al menos eso espero. Primero tengo que conseguir que acepten mi solicitud.
—Lo conseguirás —le aseguró Candy. Él la miró sin ocultar su sonrisa.
—Ahora háblame de ti.
—¿Qué quieres saber?
—Hace mucho que dejaste el orfanato,—preguntó él con interés.
—Seis años. Tenía once años la primera vez que fui adoptada. Era incluso más grande que muchos de los niños que viven en el hogar de pony.
—Eso ¿Te gusta o te entristece?
—Ambas cosas.
—¿Ambas? Repitió confuso. ¿No todos son adoptados?
— Algunos de los niños que viven en el hogar de pony llegan y son adoptados al instante, pero los mas grandes se quedan, Es muy rara la vez si algun matrimonio adobta a un niña después de las seis años. Otros son rechazados por qué han pasado por situaciones horribles. Sus historias te parten el corazón. Pero cuando consigues ganarte su confianza descubres que son maravilloso, se emocionan con cualquier cosa, hasta cando te ven llegar con libros de la biblioteca o con algún juego nuevo, sus sonrisas consiguen que toda la tristeza se desvanezca. Es el sentimiento más maravilloso del mundo. Terry pensó que ella era única.
Cuatro meses después su relación se hizo más intensa, más cercana, y más importante para ambos. Empezaron a imaginar su vida juntos, mientras cada vez estabestában más enamorados, pero el destino tenía otros planes. El primer obstáculo vino un mes después cuando por culpa de Elisa, una compañera del colegio que estaba enamorada de Terry, hizo que Candy y Terry tuvieran problemas al punto de que Candy fuera expulsada del colegio, para evitarlo Terry tuvo que dejar el colegio. así proteger a Candy. Candy al saber lo que su novio hizo se dio cuenta que no podía, no quería estar sin Terry. No era justo, no podía acabar así.
Por supuesto no era así como terminaría su historia. Volvieron a encontrarse y se dieron cuenta que sus sentimientos no cambiaron y no cambiarían. Terry empezaba a tener éxito en el teatro Broadway en Nueva York. El joven sabía que su situación economica ascendería a un mejor nivel. Era muy importante que tuviera un estatus prometedor. Candy pronto cumpliría la mayoría de edad y Terry quería pedir en matrimonio, a Candy, pero le sería más fácil si presentaba un nivel de vida alta.
Emocionadisima había llegado a Nueva York. Las últimas semanas le parecieron años. Desde que Terry había enviado un boleto sin regreso, Candy no paraba de soñar en su nueva vida que les esperaba juntos. Habían acordado verse en el teatro Broadway después de la función. Terry iría por ella a su palco, aunque él habría querido ir a rrecogerla en la estación de trenes no pudo, los últimos ensayos para el estreno de esa noche no le permitía salir del teatro. Pero Candy no se sintió decepcionada, era mejor para ella, así podría arreglar su aspecto, Era un desastre, después de haber permanecido por más de ocho horas en el vagón de un tren sin poder estar sentada. Por eso en cuanto llegó al hotel donde tenía una habitación reservada lo primero que hizo fue ir al cuarto de baño.
Una brisa fría propia del mes de diciembre le rosaba la cara, mientras miraba el lento horizonte por encima del agua. Hacia un rato que había llegado y todavía quedaban unas cuantas personas caminando por la orilla, aunque poco a poco se hacían menos al advertir el cielo nublando. Ahora se encontraba sola en la playa, observando todo lo que había a su alrededor. El océano ya no reflejaba el color del azulcielo, y las olas ahora morían en la orilla con una fuerza pero llenas de tristeza. Levanto la cabeza y vio como se hacían más gruesas las nubes y cada vez estaban más bajas. La niebla empezaba a espesarse, de manera que ahora resultaba imposible distinguir el horizonte. Una vez en otro lugar, en otro momento, había podido sentir la majestuosidad de la belleza que la rodeaba, pero mientras estaba allí, se dio cuenta de que no había podido olvidarlo. No era como un sueño que después de un tiempo solo quedaban partes Habían conducido hasta allí aun que no recordaba nada del trayecto. Cuándo inició su travesía le parecio que estaba lista, que podría con eso en el momento en que decidió viajar hasta aquel lugar, había planeado quedarse a pasar la noche. Había planificado lo que haría en cuanto estuviera allí, pero al observar el mar se dio cuenta de que en realidad no quería quedarse, aún no estaba preparada . Volvería a casa, aunque se le hiciera tarde. Cuando sintió que no podía más empezó a caminar poco a poco. No le había dicho a nadie donde iría ese día. Excusándo que iba a hacer las compras navideñas . Era una excusa perfecta y, aunque estaba segura de que, de haber dicho la verdad no hubieran entendido el motivo de aquel viaje. Un viaje qué había empezado ella sola, y deseaba concluir todo aquello para seguir adelante... pero todavía no estaba preparada para dejarlo ir. Cerro sus ojos y lo primero que recordó fue su mirada azul, un color oscuro e intenso pero transparente para sus ojos. Si, ella conocía bien lo que Terry escondía para otros.
Recordando su intensa mirada Candy abrió nuevamente los ojos. Abrió su bolso y saco un paquete de cartas. Era tan pesado como el remordimiento que cargaba su alma. Aquellas cartas contenían su pecado. Aquellas cartas habían sido enviadas después de su rompimiento en horas de hacer lo correcto.
Candy empezó a desdoblar el papel de la primera carta que él habían enviado a pesar de que sabía que no debia hacerlo, paso la llema de los dedos por la escritura, él había utilizado una pluma de tinta fina, pero el escrito presentaba varios errores, como si le hubiera salpicado gotas de agua. El papel en el lado superior derecho, empezaba a perder color. "El paso del tiempo", penso. Sabía que había de llegar un día en el que el papel perdería as color original, pero aquellas palabras escritas jamás serían borradas, albergaba la esperanza de que tras ese viaje pudiera dejarlo ir. Era lo correcto y lo mejor para todos.
No pudo evitar que su visión se volviera borrosa cuándo comenzó a leer .
Mayo 8
Midtown Manhattan.
Nueva York.
Feliz cumpleaños. pecosa.
Perdona, pero tenía que decirlo, aunque sea en un papel, ya se que he jugado sucio para que esta carta llegara a tus manos y me disculpo por ello. Aunque la verdad hay muchas cosas por las cuales me gustaría disculparme. Pero por favor , no ignores mi suplica silenciosa. Mi corazón tiene una herida y solo tus manos podrían curarlo... Hay tantas cosas que necesito decirte, hay tanto que mi alma desea liberar, y tu eres la única que puede ayudarme, Por favor una vez más, déjame verte una vez más. Solo te pido que me escuches , necesito decirte que pasó realmente, ambos lo merecemos. No puedes borrar los años juntos , ni las promesas, pero sobre todo el amor que sentimos, con un simplemente
"Se feliz"
Si aceptas envia una carta a mi apartamento en Broadway. Estaré esperando cada día que me queda por vivir.
Al principio Candy se había enfadado por su atrevimiento, pero su enfado solo duró un momento, ella estaba tan herida como él. Terry tenía razón , necesitaba entender que había pasado realmente. Aunque era conscientes que no debía, que no estaba bien, que personas sufrirían, pero lo que había pasado entre ambos había sido tan repentino y aún creía que era una pesadilla. Tomó una decisión y mandó su respuesta. Una semana después recibió la segunda carta secretamente.
Candy volvió a ver a Terry tres semanas después de haber aceptado. Lo que siguió de allí no pudieron evitarlo.
—Supongo que quería que supieras que nunca dejaré de amarte. Pero si me conoces a fondo sabes lo que realmente quiero y si todavía quieres pasar tiempo conmigo…
Candy no dijo nada, pero sabía muy bien qué intentaba decirle. Él miró a otro lado.
—Lo siento. No era mi intención hacerte sentir incómoda.
—No lo has hecho —empezó a hablar Candy—. Me alegro de que lo hayas dicho… Su voz se fue apagando. De nuevo silencio.
—Pero no sientes lo mismo que yo. Candy alzó la vista para encontrar su mirada.
—Terry…, yo… —Nuevamente su voz fue apagándose.
—No, no tienes que decir nada… Pero Candy no le dejó acabar la frase.
—Sí tengo que decirte algo. Quieres una respuesta y te la voy a dar. —Hizo una pausa, calibrando cuál era la mejor manera de abordar el tema. Luego respiró hondo y prosiguió—: Después de la separación lo pasé muy mal. Y cuando creía que lo estaba superando. Ahora se que no es así.. Y eso me asusta. Porque, si te digo que si …, en cierto modo me estoy abriendo a la posibilidad de que vuelva a hacerme daño. Susana está enamorada de ti, tiene que estarlo, sino por que hacer lo que hizo. Estoy segura de que ella no te es indiferente.
— Candy... Desde que nos conocimos supe que eras tu…, y cuando te pedí que fueras a Nueva York quería que te quedarás. pero ocurrió el accidente, y luego te fuiste para siempre … Se interrumpió al darse cuenta de que no podía describir con palabras sus sentimientos. Terry tenía sentimientos pero también estaba enojado, furioso. Candy no le estaba dando batalla a su amor. Entendía que no era una batalla con igualdad, considerando la situación de Susana, él conocía perfectamente la bondad de Candy, pero, ¿y él? ¿Donde quedaba lo que el deseaba? ¿Como iba a llevar a una mujer al altar si amaba a otra?. ¿Qué era peor? Por otro lado estaba en deuda con Susana, la joven le gustaba, era guapa.. Candy tenía razón, pero era una atracción superficial, solo un físico bonito. El amor que sentía por Candy era profundo y para toda la vida. Tenía que intentarlo. En lugar de seguir hablando, alzó una mano y rozó el rostro de Candy con un dedo, siguiendo sus contornos con suma suavidad, de manera que casi parecía una pluma acariciando su piel. Al sentir aquel roce, ella cerró los ojos y, a pesar de la incertidumbre que sentía, a pesar de que sabía que después solo había dolor, aún así permitió que aquel cosquilleo viajara por todo su cuerpo. Con aquel gesto, le pareció que todo a su alrededor empezaba a difuminarse; de repente todo estaba bien. La cena que habían compartido, el paseo en la ciudad, la forma en la que él la miraba… No podía imaginar nada mejor que lo que estaba viviendo en esos precisos instantes. La luz de la luna proyectaba un paisaje casi irreal. Ambos se abandonaron a todo lo que habían estado construyendo desde el momento en que se encontraron. Candy se acurrucó sobre él y sintió la calidez de su cuerpo; Terry abrió sus brazos para rodearlo lentamente. La atrajo hacia sí y la besó en los labios con suavidad. Se apartó un poco para mirarla y volvió a besarla. Ella le devolvió el beso, mientras sentía cómo la mano de Terry le recorría la espalda hasta llegar a sus cabellos, en los que hundió sus dedos.
Dic 19.
Midtown. Manhattan,
Nueva York.
Mi amor.
Te hecho de menos todo el tiempo, pero hoy especialmente tu ausencia es más dolorosa sobre todo por que mi corazón me ha cantado la melodía que habíamos compuesto par la vida que habíamos planeado vivir juntos. Casi puedo sentirte a mi lado mientras escribo esta carta, casi puedo oler el aroma de las flores en la primavera que siempre me recuerda a ti. Pero ahora esto no es suficientes, nada de esto me satisface. Tus cartas se han ido distanciando , y a veces siento como si tu amor estuviera desvaneciendo lentamente. Pero por favor sigue, no te rindas. Todas las noches te llamo, te imploro cuando mi dolor parece tornarse insoportable. Hasta que mi mente logra entonces consigo llegar a ti y puedo envolverme en tus brazos. Anhelo este momento más que cualquier otra cosa. Solo vivo para eso y, cuando me abrazas, me abandono a ese instante, y es en momentos como este cuando soy consciente de cuál es mi propósito en la vida. Estoy aquí para amarte, para rodearte con mis brazos, para protegerte. Estoy aquí para aprender de ti y recibir tu amor. Estoy aquí porque es el único lugar en el que puedo estar. Pero entonces siento como el miedo me invade y empieza a levantarse una nube negra que se alza desde el horizonte, el miedo crece en mi interior a medida que la oscuridad se acerca. Lentamente llega hasta nosotros, y envuelve el mundo a nuestro alrededor. Siento un nudo en la garganta y las lágrimas anegan mis ojos porque sé forma el momento de separarnos. Tu mirada en ese momento me atormenta. Siento tu tristeza y mi soledad, y el dolor acallado durante este tiempo vuelve a anidar en mi corazón y se hace más intenso cuando me abandonas. Intento alcanzarte acompañarte, pero como única respuesta niegas con un movimiento de cabeza, porque ambos sabemos que es imposible. Me quedo observándote con el corazón roto mientras te marchas y me veo a mí mismo esforzándome pora no correr tras se ti. Cuando logro ir a tu encuentro pasa demasiado rápido, tu imagen desaparece y entonces me encuentro en la escalera del hospital. Dejo caer la cabeza, mi corazón se vuelve a romper y gotas grandes y pesadas comienzan a caer de mis ojos.
No me arrepiento de lo que hacemos Lo que nunca me perdonare es ponerte a ti, la dueña de mi ser, la que merece llamarse mi mujer en lugar de ser llamada mi amate.
Se que no podemos seguir así, se que tienes razón amor mio, pero no quiero dejarte ir. Tu tienes mi alma, mis pensamientos, mi corazón, pero soy un pecador, uno despreciable. Un bastardo que se niega a perderte. Que no quiere dejarte volar.
Cuando acabó de leer, volvió a introducirlas en el sobre con el mismo cuidado con el que las había extraído. Una vez que hubo devuelto el último sobre volvió a observar el mar. Desde donde estaba sentada imagino ver el lugar donde había empezado todo.
Despues de que acepto estar con Terry , Candy llegó al departamento que él había puesto para encontrarse alli, Terry no tardaría en llegar. Mientras trabajaba en su aspecto pensó en sus amigos y en lo que opinarían acerca de su comportamiento. Seguramente no lo aprobarían, en especial Archi, él jamás había aceptado lo que sucedió el verano que pasaron en escocia, y tampoco lo aceptaría ahora, por más razones que ella pudiera alegar.
Sabía que lo más sensato sería hacer de nuevo la maleta y marcharse enseguida, pero antes de que cambiara de idea se detuvo. Ya lo había hecho otra vez, mucho tiempo atrás, y estaba segura de que si esta vez se marchaba, jamás aunaría fuerzas para volver a intentarlo. Tomó el bolso, dudó unos instantes, y se dirigió a la puerta. Pero su corazón la había empujado hasta allí, así que volvió a depositar el bolso sobre la mesa, pensando de nuevo que, si renunciaba a sus planes, siempre se preguntaría qué podría haber sucedido. Y no creía que fuera capaz de vivir con el peso de esa incertidumbre.
Continuará...
