N/T Nada me pertenece. Hoy os presento la traducción-adaptación de 'The Definition of Family', el segundo relato de la serie 'Redefining Life' del maravilloso escritor en lengua inglesa oliversnape. Si os animáis a leerlo en su idioma original, encontraréis una veintena de relatos suyos en FFN y AO3.

La serie consta de tres relatos, que seguiré publicando a lo largo de las próximas semanas con actualizaciones un par de veces por semana. Podréis encontrar la traducción del primero, 'La Definición de Hogar', en mi página. Espero que la disfrutéis.

N/A Calificación alta porque acabaré jurando en algún punto en esto. El pequeño Harry/Elliot regresará en capítulos posteriores, y no habrá CP en absoluto. Estoy robando algunos pedazos del canon, pero mayormente estaré virando fuera de rumbo de ahora en adelante. :)

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Bienvenidos de Vuelta a Hogwarts

Un brillante borrón de plástico naranja danzaba por encima de la multitud de estudiantes hambrientos y excitados, que charlaban ruidosamente y reían mientras se saludaban tras un largo verano. Harry, Ron y Hermione caminaban despacio con los Gryffindor hasta lugares cerca del frente de la mesa Gryffindor, saludando con la mano a miembros del ED de otras casas mientras iban a sentarse. Harry escaneó alegre la mesa de profesores, satisfecho de no ver allí a ninguna profesora vestida llamativamente de rosa. Sonrió un poco cuando localizó a Snape, ya con aspecto molesto por estar enfrentándose de nuevo con los estudiantes. La multitud se calló cuando un sonido súbito y muy extraño resonó a través del salón.

"Muuuuuuuu."

Harry giró la cabeza tan rápido que oyó crujir su cuello, y ni un segundo después estalló en carcajadas cuando vio al director encaminarse hacia la mesa de cabecera, el sombrero naranja brillante encima de su cabeza y la vaca de plástico moviendo la cola a tiempo con los molinos de viento. Ron se unió a la risa mientras se extendía a lo largo del comedor, para gran diversión de Dumbledore y la mayoría de los demás maestros. Snape era el único que no parecía impresionado, y Harry sabía que no era porque odiara la extravagancia de Dumbledore, sino porque acababa de perder tres galeones en su apuesta.

Cuando Snape fue anunciado como el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Harry había logrado parecer adecuadamente perturbado. No era por el anuncio en sí, a diferencia de la mayoría de sus compañeros de clase, sino en cambio por la mirada de pura arrogancia que Draco Malfoy estaba exhibiendo. Harry dudaba que Malfoy se alegrara de verdad por Snape, era de lejos demasiado Slytherin para eso y Harry recordaba de la visita del verano que Malfoy pensaba que Snape era inferior a su familia. No, la mirada que Malfoy tenía en la cara era un júbilo controlado, como si estuviera intentando resolver cómo aprovecharse mejor del nuevo puesto de Snape.

"Esto es estúpido." Murmuró Harry, sabiendo muy bien que Snape podía superar a Malfoy como Slytherin aun cuando estuviera sintiéndose bajo de forma.

"Sí, lo es." Respondió Hermione en tono levemente de regaño, malinterpretándole. "El Profesor Snape es parte de la Orden, estoy segura de que el Profesor Dumbledore lo promovió por una buena razón."

"Seguro que lo hizo." Rio Ron, deslizando una cucharada extra de puré de patatas de un cuenco cerca de él. "El puesto está maldito, ¿recuerdas, Hermione?"

"Ron, no está maldito. Eso es sólo un rumor del colegio." Hermione sacudió la cabeza, alcanzando más zumo de calabaza.

"Mientras funcione." Murmuró Ron, antes de seguir la línea de mirada de Harry hacia Malfoy. "No puedes maldecirle sólo mirándole, Harry. Yo ya lo he intentado."

Harry volvió a echar un vistazo a la mesa de profesores, donde Dumbledore estaba alimentando a la vaca en su sombrero con pedazos de hierba de la decoración de la mesa.

"Tengo algo que contaros, chicos. Esta noche." Dijo él por fin, dirigiéndoles una mirada bastante inquieta.

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Más tarde esa noche, cuando los de primer y segundo año se habían ido a la cama, Harry se sentaba en el sofá de la sala común con los pies apoyados sobre la mesa. Estaba rascándose ociosamente el costado de la cabeza con la varita, un hábito que había adquirido durante el verano mientras estaba leyendo o pensando. Hermione estaba rastreando cada movimiento de su varita, con una mirada bastante alarmada en la cara.

"Harry…"

"¿Recordáis las lecciones que mencioné, las que va a darme el Profesor Dumbledore?" Interrumpió Harry, todavía frotándose la cabeza con la varita.

Las manos de Hermione estaban retorciéndose en su regazo mientras respondía que sí y Ron asentía.

"Bueno, son la razón por la que no pude ir a Grimmauld Place este verano. Tuve que ayudar a otra persona de la Orden con una misión, y estaba relacionada con estas lecciones."

Ron, que parecía benditamente confuso, se inclinó hacia delante para hablar más bajo. Era completamente innecesario debido a la falta de gente a su alrededor y la ruidosa radio en su mesa, pero hacía parecer la conversación mucho más seria.

"Y mientras estaba en la misión," mintió Harry, imaginando que la pequeña desalineación de los pequeños detalles no dañaría la gran imagen, "averigüé que ahora Malfoy es mortífago."

Hermione aspiró aliento y se aferró a su cuaderno un poco más fuerte. A su alrededor, los rezagados de altas horas de la noche se apresuraban a terminar los últimos deberes del verano antes de que el trimestre comenzara oficialmente al día siguiente. No prestaban atención a Harry, Hermione y Ron, al parecer acostumbrados al trío y sus pequeños corrillos de conversación.

"Harry, ¿estás seguro? Sólo tiene dieciséis…" Hermione se interrumpió, recordándoles a todos que todavía eran muy niños jugando a un juego de adultos.

"Estoy seguro, Hermione. Y se le ha ordenado que se acerque a Dumbledore." Declaró Harry, intentando bajar la voz y sonar ominoso. Había ocultado la verdadera misión de Malfoy por algunas razones, la más molesta que Snape tenía razón y si Hermione sabía que Draco debía matar al director, marcharía directamente al despacho de Dumbledore y exigiría que se hiciera algo oficial. Por frustrante que fuera mantenerse callado, Harry imaginó que Draco realmente constituiría un menor peligro para los demás estudiantes si pensaba que nadie conocía sus planes.

"Eso no es bueno, colega. Especialmente desde que vimos en el Callejón Diagon que le ha pedido algún material a ese tipo desaliñado, con pinta de malo." Declaró Ron, volviendo a recostarse.

"Ése era Fenrir Greyback, el hombre-lobo que atacó a Remus." Dijo Harry distraído, golpeteando su varita contra su sien. Se sobresaltó cuando Hermione alcanzó más allá de Ron y se la arrebató.

"¿Quieres acabar en la enfermería esta noche?" Preguntó Hermione, bastante exasperada.

"Quizá no esta noche." Harry sonrió ampliamente. "Pero en cualquier caso, necesitamos vigilar de cerca a Malfoy. Va a tramar algo desagradable este año, y es una orden directa de Voldemort."

Ron abarcó su barbilla y se rascó la barba que estaba creciendo allí. Parecía estar ponderando una partida de ajedrez especialmente complicada.

"Tú sabes lo que es, ¿no, Harry?" Preguntó Hermione, sonando bastante resignada.

"Ron, ¿qué ocurre si rompes un juramento inquebrantable?" Preguntó Harry, su mirada dura y enfocada mientras evitaba responder la pregunta de Hermione.

"No puedes. Si lo haces, mueres." Ron resopló, pero fue un sonido vacío de humor.

"¿Draco Malfoy hizo un juramento inquebrantable?" Siseó Hermione deprisa, sus ojos ensanchados por la idea. "¿Con Voldemort?"

"No." Harry extendió la mano sobre la mesa y la bajó un poco, para detener las preguntas de Hermione. "Su madre intentó hacer uno con Snape, para proteger a Malfoy mientras hacía la tarea de Voldemort."

El silencio cayó entre ellos y Harry se preguntó si le preguntarían de dónde había sacado la información. En cambio, Hermione puso las manos sobre la varita de Harry y la hizo rodar hacia él.

Ron levantó la mirada, sus ojos azules brillantes bajo el flequillo rojo despeinado de su cabello. "Esto es enorme. Como, prisión enorme."

"Bienvenidos de vuelta a Hogwarts." Dijo Harry, sombríamente.

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Hermione sólo se sentó con ellos unos minutos tras el desayuno antes de correr a su curso aprobado de aritmancia de sexto año. Harry esperó mientras McGonagall examinaba sus resultados de T.I.M.O. y hoja de preferencias de curso. Echó un vistazo a su brazo izquierdo mientras ella leía, asegurándose de que su tatuaje siguiera cubierto por el glamour.

"¿Todavía desea ser auror, Sr. Potter?" Preguntó McGonagall, sacando un horario en blanco de su carpeta.

Harry vaciló un segundo antes de responder. No quería, pero de repente tampoco quería que la gente supiera eso. Por alguna razón no le importaba dejarles creer que el niño salvador se convertiría en el pequeño feliz auror del Ministerio, y guardarse sus planes reales para sí mismo. Bueno, una vez averiguara cuáles eran esos planes, en cualquier caso.

"Preferiría estar preparado para ello, madame." Respondió Harry, escogiendo sus palabras cuidadosamente.

"Me alegra oírlo, Sr. Potter." Ella le sonrió cálidamente y le entregó un horario relleno. "Llévese al Sr. Weasley con usted, parece demasiado contento con su tiempo libre."

Ron, que había estado riéndose del canto de Seamus de 'Si tan sólo tuviera cerebro,' se dio la vuelta con una mirada loca.

"Fuera con ustedes, entonces." Regañó McGonagall, entregando a Ron su propio horario. Se pusieron en pie y se dirigieron hacia las puertas, las mochilas encorvando sus hombros.

"Er, ¿a qué clase me apunté?" Preguntó Ron.

"Pociones, Ron, Nuestra favorita." Dijo Harry con una risita mientras comprobaba sus horarios.

"A tomar por culo." Gruñó Ron, un poco más alto de lo que había pretendido.

"¡Weasley!" Amonestó McGonagall, mientras corrían perdiéndose de vista.

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Fue un Ravenclaw de tercer año quien lo encontró al final del día y le pasó el mensaje, atrapando a Harry justo mientras estaba deambulando de regreso a la torre Gryffindor. Ron y Hermione se despidieron con la mano mientras Harry se dirigía hacia el despacho del director, deteniéndose unos segundos para sonreír a la gárgola y dar la contraseña.

"Dulce de crema cuajada."

Harry pasó los dedos por la pared mientras la escalera de caracol lo elevaba. Se alegraba mucho de estar en Hogwarts, como habitualmente lo hacía cada septiembre, pero este año su humor parecía ser aún mejor que en años anteriores.

Harry entró al despacho, sus ojos ensanchándose un poco cuando se fijó en los asistentes. Snape estaba allí, al igual que la Profesora McGonagall y Madame Pomfrey. Harry, que durante el verano había aprendido que era mejor mantener la boca cerrada y fingir que no estaba completamente sorprendido, dio un jovial saludo y tomó asiento en la silla vacía entre Snape y Pomfrey.

"Buenas tardes, Harry. ¿Te apetece un té?" Dumbledore tenía un aspecto particularmente jovial, usando su mano buena para dejar caer una cantidad obscena de azúcar en una taza Maestro nº 1 astillada.

"Estoy bien, gracias." Devolvió Harry cortésmente. Se recostó en la silla y esperó, sabiendo que tarde o temprano averiguaría la razón por la que todos habían sido convocados.

"Ésta será una pequeña reunión breve, creo." Comenzó Dumbledore, tendiendo el té a las dos mujeres sentadas a la derecha de Harry. "Noticias importantes, aunque quedarán entre nosotros cinco." Su tono era amistoso, pero estaba destinado a ser obedecido y el nivel de poder que ostentaba Albus Dumbledore era evidente en su voz.

"Todos aquí somos miembros de la Orden, Albus, con la excepción del Sr. Potter. Creo que puedes confiar en nuestra discreción." McGonagall parecía cerca de poner los ojos en blanco, y Harry combatió una amplia sonrisa.

"Precisamente." Dumbledore sonrió, conjurando una bandeja de galletas que dejó ante Harry. "Y Harry es el hijo de un miembro de la Orden, así que por derecho puede confiarse en él."

"Sí…" Comentó McGonagall, pareciendo levemente incómoda.

Harry estaba ocupado inspeccionando el despacho, bastante divertido por cuán rápido Dumbledore había logrado adquirir más baratijas, trastos y artefactos después de que Harry hubiera destruido el despacho a finales de junio. El silencio cayó sobre la habitación, como si Dumbledore no tuviera intención de entregar realmente cualquier mensaje que pretendiera compartir.

"Debe ser jueves." Murmuró Snape a su lado, haciendo que Harry se mordiera el labio para evitar sonreír.

"Es martes, Severus. ¿No recibiste el nuevo calendario de planificación que dejé en tu despacho? Lo creí un regalo de bienvenida bastante apropiado." Dumbledore sonrió suavemente, obviamente sin prisa por continuar la conversación.

"Director, si en efecto, sólo es martes," y Snape sacudió la cabeza levemente a esto, como si no pudiera creer que la semana acabara de empezar, "entonces todos tenemos tareas que atender bastante en breve. ¿Si no le importa?"

"Por supuesto que no, Severus. Minerva, Poppy, ¿habéis notado algún cambio concerniente a los archivos escolares de Harry?" Preguntó Dumbledore, sorbiendo su té.

"Buen señor." Gruñó Snape por lo bajo, ignorando el pequeño resoplido que Harry dejó escapar.

"Yo lo he hecho, en realidad. Sr. Potter, ¿le importaría decirme por qué su nombre y apellido ahora parpadean en su historial médico?" Madame Pomfrey asintió hacia una carpeta bastante gruesa sobre el escritorio del director, y lo miró con una mirada fingidamente severa. "Repaso los archivos cada verano para asegurarme de que tengo actualizados los registros, y el suyo comenzó así hace unos días."

El primer instinto de Harry fue balbucir que no sabía que eso ocurriría, pero Snape le había dicho antes que nadie debía saber de la adopción, así que decidió que el silencio era lo mejor.

"Gracioso que mencione eso, Madame Pomfrey. Yo recibí un nuevo formulario de permiso para las salidas a Hogsmeade para el Sr. Potter aquí presente." La mirada de McGonagall vaciló entre Snape y Harry, el último finalmente percatándose de que McGonagall debía haber visto quién había firmado el formulario.

"¿Firmó mi formulario para mí?" Preguntó Harry, volviéndose hacia Snape.

"Ya que su padrino caducó con anterioridad este verano…" Contraatacó Snape con un pequeño gesto de la mano, sonando muy desconcertado por toda la cosa.

"Severus, caducó quizá no sea la terminología más agradable." El director sonó divertido, sin embargo, y a Harry le complació darse cuenta de que ya no tenía el gran dolor en el pecho por menciones de Sirius.

"¿Esto significa que tienes algún tipo de tutela sobre Harry?" Preguntó McGonagall, pareciendo tan feliz como preocupada. No sonaba terriblemente sorprendida, sin embargo, y Harry imaginó que como miembro de la Orden debía haber sabido que Harry había pasado el verano con Snape.

"Me temo que es peor que eso." Arrastró Snape, pareciendo dolorido. "Me he tomado una licencia de mi sentido común y lo he adoptado."

"¿Siempre has sido tan gracioso?" Preguntó Harry, recostándose en su silla y cruzando los brazos.

"No hagas pucheros." Snape le golpeteó las rodillas, fulminándolo con la mirada para que se incorporara. "El sarcasmo no te queda bien."

"Es un rasgo de familia, ¿no? Mejoraré en ello." Harry puso los ojos en blanco. El director le guiñó el ojo desde el otro lado del escritorio.

"Estoy seguro de que lo harás, si pasas el tiempo suficiente cerca de Severus." Dumbledore parecía travieso.

"Gracias, Director." Interrumpió Snape, mientras se volvía a mirar a McGonagall y Pomfrey. "El propósito de la reunión era informales a ambas de la adopción, por cualquier problema médico o de otro tipo que pueda surgir." Snape dejó el otro tipo sin definir, pero era como hablar del proverbial hipogrifo rosa en el rincón de la habitación.

"Por supuesto, Severus. Mantendré la más absoluta confidencialidad en la enfermería, y de encontrarse allí el Sr. Potter, te lo notificaré discretamente." Aseguró Pomfrey, dirigiéndole a Harry una rara sonrisa.

"Gracias, Madame Pomfrey. Quizá el fin de semana pueda arreglar un test de alergias mágicas, ya que durante el verano hemos descubierto que Potter tiene una alergia muggle bastante grave." Pidió Snape, sonando como si tuviera una lista de cosas que hacer concernientes a Harry.

"Fácilmente arreglado." Accedió Pomfrey, conjurando una nota de ninguna parte y pegándola encima del historial de Harry.

"¿El Ministerio lo sabe?" Preguntó McGonagall, recordando claramente la interferencia que Umbridge había supuesto para el colegio.

"¿Sobre mi alergia?" Preguntó Harry, un poco confuso. Snape puso los ojos en blanco.

"En teoría, sí." Snape sonrió burlón entonces, pareciendo un gato que hubiera atrapado su presa. "La adopción fue procesada tanto por las autoridades Muggles como por el Ministerio. Pero fue hecha por un antiguo Slytherin…"

Harry observó cómo su jefa de casa reía entre dientes y realmente guiñaba el ojo a Snape.

"Muy bien, Severus. No esperaría lo contrario."

Después de acceder a dejar a Harry utilizar su despacho para viajar por flu al apartamento privado de Snape en Hogwarts el viernes, McGonagall se levantó y palmeó el brazo de Harry.

"Felicidades, Sr. Potter." Asintió hacia Snape y habló en voz más baja. "Haga que se enorgullezca, sé que puede."

Harry sintió sus mejillas brillar rojas con un rubor, y murmuró sus gracias. Eso era exactamente lo que planeaba hacer.

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El miércoles por la mañana fue su primera clase de defensa del año, y dividieron la clase en Gryffindor y Slytherin en la disposición de los asientos como de costumbre. La sala, que el año anterior había estado asquerosamente limpia y estéril bajo el uso de Umbridge, ahora estaba a oscuras y llena de diversos artefactos extraños y siniestros. Los retratos en las paredes estaban llenos de rostros atormentados y cuerpos retorcidos, y en el rincón del fondo de la clase había una jaula sospechosamente vacía y oxidada. Las persianas estaban casi echadas, y Snape no estaba a la vista.

Harry se sentó con Ron, Hermione, y Seamus mientras esperaban a que apareciera Snape, charlando bastante quedamente entre ellos. No tenía sentido meterse en líos en la primera clase, imaginaba Harry, echando una mirada furtiva al otro lado del pasillo donde estaban sentados Malfoy y Pansy Parkinson. Aunque hacía bastante calor en la sala, ciertamente más calor del habitual para Escocia en septiembre, Malfoy estaba completamente vestido de uniforme y tenía la túnica totalmente cerrada. Harry se preguntó si alguno de los otros Slytherin sabían que había tomado la marca.

"¡Harry!" Susurró Seamus bastante alto desde el escritorio detrás de él. "Oí que fuiste tú quien le dio a Dumbledore el sombrero holandés."

Harry sonrió ampliamente y dio un pequeño asentimiento. "Quizá."

Seamus rompió en una amplia sonrisa, su cara definiendo la travesura.

"¿Sabes algún taco en holandés?"

Harry echó un vistazo alrededor, pero todos parecían estar interesados en sus propias conversaciones. Aunque sólo había pasado unos días con Jeroen y Emma, había aprendido algunas frases interesantes de ellos.

"Jij bent een…"

"Termine esa frase y estará fregando calderos toda la noche." Ladró Snape, deslizándose en la sala y cerrando la puerta de un portazo. Un silencio cayó sobre la clase, pero Harry pudo oír a Malfoy riendo disimuladamente. Maldito Snape y su impecable sincronización.

"Sí, señor." Respondió Harry con sequedad, dándose la vuelta y mirando al frente. Snape había advertido a Harry durante su último desayuno en Spinner's End de que una vez regresaran al colegio y estuvieran en público, Snape volvería a su papel de odiar a Harry. Harry estaba dispuesto al reto de interpretar su parte, y mantuvo su expresión hosca.

Snape agitó su varita y las palabras Sexto Año Defensa Contra las Artes Oscuras aparecieron en la pizarra.

"Sólo puedo imaginar cuán poco han logrado aprender en esta clase, con el desfile de pasados profesores asquerosamente inadecuados." Dijo Snape con desprecio, cruzando los brazos mientras encaraba a la clase con su lacio cabello negro cubriendo parte de su negra mirada fulminante. "Siendo así, ahora tengo la desagradable tarea de determinar cuáles de los probablemente sorprendentes pocos de ustedes serán capaces de defenderse con éxito de un hechizo de sexto año, y cuáles," aquí Snape fijó la mirada en la parte Gryffindor de la sala, "fracasarán miserablemente."

Comenzó a caminar hacia el fondo del aula, golpeteando la varita en el antebrazo, al parecer hablando para sí mismo pero capturando la atención de toda la clase.

"Cuál de ustedes huye de una simple pixie, cuál de ustedes se atreve a enfrentarse a un licántropo." Snape fulminó en dirección a Draco, y siguió caminando. Su voz sonaba baja y peligrosa.

"Cuál de ustedes puede mirar fijamente a un grindylow, quién sabe dispersar a un gorro rojo, y quién no retrocedió contra una imperdonable." Snape se detuvo a unos pasos de Harry, mirándolo fijamente con una mirada penetrante. Movió la mano, levantando su varita, y Harry reaccionó de inmediato.

"¡Protego!" Clamó Harry, revolviéndose en pie y erigiendo un escudo sobre sí mismo y Hermione. La fuerza del escudo hizo que el cabello de Snape se retorciera.

"¿Estamos un poco paranoicos?" Snape dio una desagradable sonrisilla. Harry se sonrojó, pero mantuvo su postura y su escudo. Detrás de Snape pudo oír a Malfoy y los otros Slytherin riendo con disimulo.

"Hay un boggart en el armario de libros del fondo, Potter. Libre a la clase de él." Ordenó Snape, antes de volverse y caminar de regreso al frente de la clase.

Harry se quedó mirando la espalda en retirada de Snape mientras pensaba en su boggart dementor. Esperaba como el infierno que Snape supiera cuál era el boggart de Harry, y que interviniera si algo iba mal. Caminando hacia el armario del fondo, que traqueteaba ominosamente ahora que se percataba de que alguien estaba aproximándose, Harry comenzó a usar el método oclumántico de ensueños que Snape había reforzado durante el verano. La voz despectiva de Malfoy cortó a través de la sala en una voz baja no tan sutil, y Harry se giró para ver que Snape había entrado a su despacho a buscar algo.

"Mejor saque algunas almohadas, ya que la Princesa Potty se desmaya por los grandes y aterradores dementores." Se burló Malfoy, codeando a sus dos amigos.

"Cállate, Malfoy." Gruñó Ron, su cara volviéndose ligeramente roja por su molestia.

"Y la Comadreja viene al rescate de su hermosa doncella, qué dulce." Volvió a mofarse Malfoy, haciendo que Goyle y Crabbe gruñeran de risa con él.

Hubo un sonido de golpe cuando Snape dejó lo que sonó a un montón de libros y la puerta de su despacho volvió a abrirse del todo. Harry, no queriendo que le gritara, se concentró en el armario y logró ignorar a Draco mientras recordaba la relajada conversación sobre películas que Seamus había iniciado anoche en el dormitorio. Los labios de Harry se curvaron en una sonrisa furtiva y apuntó su varita al armario de libros, abriéndolo. Hubo algunos jadeos en la sala cuando el aire se enfrió y un dementor se deslizó fuera del armario, pero sólo duró unos segundos antes de que Harry lo mirara fijamente con determinada concentración y agitara su varita.

"¡Riddikulus!"

Hubo un crujido resonante, y un retrasado rugido de risa llegó de sus compañeros de clase. Allí, junto al armario y con aspecto muy confuso, había una versión boggart de Draco Malfoy vestido como la Bruja Malvada del Oeste. De cintura para arriba, al menos. El estereotipado sombrero negro de bruja estaba encaramado en el cabello rubio platino del boggart, el rostro estaba pintado de un obsceno color verde y la nariz tenía algunas verrugas. El vestido era negro y raído, desgarrado en algunos sitios y terminando en las rodillas donde parecía haber sido desgarrado en lugar de ribeteado. Para la parte baja del atuendo, Harry había ido por la Bruja Malvada del Este, dándole al boggart Draco medias a rayas blancas y negras con zapatillas rojo rubí.

Bastante satisfecho con sus resultados, Harry se giró para echar un vistazo a la clase. Malfoy parecía absolutamente horrorizado, y estaba demasiado impactado para decir algo. Los Gryffindor ni siquiera estaban molestándose en ocultar su risa, y a Harry le complació ver que algunos Slytherin también encontraban la imagen bastante graciosa. Snape, que había regresado al frente de la clase, parecía impasible como siempre, pero había una pequeña curva en sus labios mientras intentaba no mostrar ninguna señal de sonrisa. Snape acababa de esgrimir su varita para hacer desaparecer al boggart cuando Malfoy encontró su voz y comenzó a maldecir.

"¡Tú, pervertido! ¡Esto es difamación! ¡Me las pagarás por esto, Potter!" Manchas rojas desiguales estropeaban el pálido rostro de Malfoy mientras farfullaba, pareciendo olvidar que Snape estaba en la sala. Junto al pupitre de Harry, Seamus cantó bastante alto en una mala imitación de la voz de la Bruja Malvada.

"¡Me las pagarás bonita, y también tu perrito!"

La risa volvió a estallar, antes de que la perezosa llamada de atención de Snape trajera silencio sobre los estudiantes. Murmullos incomprensibles podían oírse desde Draco, pero el resto de la clase sabía lo suficiente para no decir una palabra.

"Felicidades, Potter. Su primera detención del año. Véame después de clase." Dijo Snape con pesado sarcasmo, antes de girarse y anotar los puntos de la lección en la pizarra.

Harry intentó dominar su mirada de diversión en una de culpa y embarazo. Hermione fue la única otra en notar que Snape no había restado puntos por el incidente, ni reprendido a Harry por ello.

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Goyle, que nunca había sido particularmente brillante, no parecía ser muy silencioso, tampoco. Su voz atravesaba las mazmorras mucho mejor que los agudos y frenéticos susurros de Malfoy, alcanzando los oídos de Harry y Ron mientras regresaban a escondidas de las cocinas justo antes del toque de queda.

"Te lo dije," siseó Malfoy, llevando a Goyle a un nicho junto a ellos, "una vez tu padre y mi contacto entreguen lo que necesito, el plan saldrá sin contratiempos."

Harry y Ron se congelaron, los bolsillos abultados con tarta de melaza y magdalenas de calabaza súbitamente olvidadas mientras se esforzaban por escuchar. Harry imaginaba que el contacto secreto de Malfoy era Greyback, pero Malfoy no confirmó el nombre. Se acercaron más a la esquina del muro de piedra, asomándose alrededor desde las sombras.

"¿Por qué necesitas que consiga esa poción?" Gruñó Goyle, su mirada molesta no muy diferente de la expresión aturdida que tenía habitualmente.

"Porque uno de nosotros tiene que distraer a Slughorn. Tú no podrías mantener una conversación de dos minutos con él."

Goyle no pareció insultado por esto, sin embargo, simplemente gruñó su acuerdo y preguntó cómo asaltar el armario de almacenamiento.

"Sólo usa tu cabezota." Espetó Malfoy. "Y recuerda, es mercurio. Estará etiquetado con el símbolo del planeta o las letras Hg."

Ron dirigió una mirada a Harry, la misma mirada determinada que tenía en el rostro cuando estaban preparados para salir a la batalla del Ministerio el pasado verano. Harry dio un asentimiento, y retrocedieron en silencio para dirigirse al armario de almacenamiento de pociones, tan rápido como podían ir.

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Harry estaba acostumbrado a los ruidos. Estaba acostumbrado al caos, y su suerte parecía actuar maravillosamente en el mejor de los momentos caóticos. Sin embargo, las mazmorras inferiores de Hogwarts a las diez y cuarto de la noche de un miércoles difícilmente podían considerarse caóticas. Hasta diez segundos antes, no podían ser apropiadamente clasificadas como ruidosas, tampoco.

Sólo había sido necesario un estornudo, un estornudo y un frasco mal manejado, para que un ruido explotara en el pasillo de un modo que Harry sólo había oído una vez antes, en la escuela primaria muggle. El bedel había dejado caer un largo tubo de luz blanca fluorescente en el pasillo, y el BOOM que había resonado por los corredores había sonado como una bomba nuclear estallando, retumbando por los muros de bloques de cemento y haciendo que Harry se revolviera bajo un pupitre como le habían enseñado en los tontos simulacros de ataque aéreo. Esta vez, después de casi saltar fuera de su piel y sentir la quemazón del reloj que Snape se había asegurado que llevara, Harry sólo tenía un pensamiento en la mente.

Correr.

Correr, y salir del infierno del dominio de Snape tan rápido como pudieran. Harry estaba seguro de que se habría aparecido fuera de allí si las protecciones le hubieran dejado, a pesar de su falta de conocimiento de la aparición. Tuvo la presencia de mente para desvanecer el vial roto antes de despegar antes de que o bien Snape o Slughorn pudieran descender sobre la habitación. Sus pasos hacían fuertes ruidos mientras él y Ron se arrancaban de las mazmorras, tomando las escaleras de dos en dos y deslizándose tras un tapiz cerca del Gran Comedor para recuperar el aliento y evitar ser vistos.

"Si no supiera que no," resopló Ron, "diría que Snape nos tendió una trampa con esa etiqueta. Precaución, levemente inestable. ¡Sólo un poco!"

Harry sacó el mapa del merodeador del bolsillo y observó a Snape rondar el almacén de pociones donde acababan de estar, con Slughorn acercándose despacio. Goyle parecía estar atrapado en el corredor con las aulas de pociones. Las mejillas de Harry estaban levemente rojas y se sentía muy despierto, mientras recordaba la mañana que había despertado con resaca y cuán agradable había sido Snape entonces.

"Créelo. Lo haría."

"Al menos evitamos que Malfoy consiguiera eso. ¿Podrías imaginar lo que habría hecho"?

"Eso es lo que no quiero imaginar." Dijo Harry, sacudiéndose polvo de los pantalones de pijama. Sólo habían localizado un frasco de mercurio en el armario de almacenamiento, y Harry esperaba que no hubiera ningún otro en el armario secundario que Snape utilizaba a veces para almacenar ingredientes. Ya lo había tenido bastante difícil para desarmar las protecciones del primero, por orgulloso que se hubiera sentido al oír a Ron ponerse celoso de sus habilidades, para querer preocuparse por otro armario.

Harry sonrió ampliamente mientras comprobaba que su kit para abrir cerraduras siguiera metido seguro en su bolsillo. Ron nunca creería dónde lo había obtenido, y Harry había sido alegremente vago sobre quién exactamente se lo había dado como regalo de cumpleaños.

Tras unos minutos más de serenarse, Harry y Ron se encaminaron a escondidas por los pasillos y hacia la sala común de Gryffindor, apenas logrando evitar ser vistos por el propio Snape cuando el hombre pasó por las escaleras por debajo de ellos. Hermione estaba esperando en la sala común vacía cuando entraron, los brazos cruzados y una mirada levemente exasperada en el rostro.

"Se suponía que sólo ibais por aperitivos. ¿Por qué estáis cubiertos de polvo? ¿Y por qué oléis a pólvora?"

"¿Sabías que el mercurio es explosivo?" Preguntó Ron, pellizcando una esquirla de vidrio de su jersey. No notó a Hermione mordiéndose el labio para evitar sonreírles.

"¿Fulminato de mercurio?" Ella hechizó un encantamiento limpiador sobre ellos y esperó mientras Harry limpiaba sus gafas. "Solían usarlo como detonador de armas antiguas."

"Bueno, eso figura." Respondió Ron, dejándose caer en el sofá. La sala común estaba vacía y el fuego estaba consumiéndose.

"¿Y por qué necesitaríais fulminato de mercurio, Ronald?"

"No lo necesitábamos, en realidad." Harry se encogió de hombros. "Pero oímos a Malfoy ordenándole a Goyle que lo cogiera, y por lo que estaba diciendo, era algo que necesitaba para su misión de mortífago."

"Sonaba peligroso." Añadió Ron como ayuda, mientras sacaba sus preciados postres de los bolsillos.

"Obviamente." Respondió Hermione, resultándole difícil no reír. "Así que en lugar de decirle al Profesor Slughorn que alguien intentaría robarle, ¿decidisteis robarlo vosotros mismos? ¿Y hacerlo explotar en cambio?"

Harry sacudió la cabeza mientras Ron se encogía de hombros.

"No exactamente. Yo estornudé por el polvo en la habitación y lo dejé caer. La explosión fue un bono añadido, en realidad." Ron bostezó, sintiéndose somnoliento ahora que habían llegado a la seguridad de los dormitorios.

"¿Qué se suponía que debíamos decir, en cualquier caso? Profesor Slughorn, pensamos que alguien va a robar algo de su armario de almacenamiento esta noche, y no, no podemos decirle por qué. El hombre parece bobo, pero no creo que se tragara eso."

Harry sesentó en la mesa de café, el jersey tejido suave contra su espalda donde su camiseta se había desgarrado. Era una de las viejas negras de Snape del armario en su habitación en Spinner's End, y le hizo sentirse un poco culpable. Quizá deberían habérselo dicho a Snape, ya que eran las protecciones de Snape las que seguían sobre el armario de ingredientes. Snape el profesor probablemente no habría escuchado una advertencia Gryffindor tan estúpida y vaga antes, pero el papá de Elliot lo habría hecho.

"¿Y si Malfoy estaba tendiéndoos una trampa? ¿Dijisteis que explotó en cuanto golpeó el suelo?" Hermione estaba guardando sus notas de estudio, ya habiendo saltado adelante en sus libros de texto en la mayoría de sus clases.

Ron bajó la vista a las marcas de quemado de sus zapatillas, y Harry siguió su mirada. Se alegraba de haber llevado uno de sus pares viejos, en lugar de las más nuevas que Snape le había comprado.

"Ha terminado ahora, Hermione. Y por la manera en que estalló esa cosa, simplemente alegrémonos de que Malfoy no la consiguiera." Respondió Ron, desenvolviendo un pedazo de tarta de melaza de una servilleta y metiéndoselo en la boca.

Harry se fue a la cama esa noche sintiéndose inquieto, dando vueltas durante un rato mientras intentaba soñar despierto con la Navidad en Ámsterdam. El bajo nudo de culpa en la boca de su estómago no disminuiría, sin embargo, y a las doce y media se dio por vencido, echando las piernas fuera de la cama y cogiendo la capa de invisibilidad.

Harry se puso las zapatillas y cogió el jersey de los pies de su cama, escabulléndose a la sala común antes de comprobar su mapa una vez más. Algunos fantasmas estaban derivando por el Gran Comedor y el Profesor Dumbledore parecía estar deambulando por el pasillo junto a la biblioteca, pero Harry no pudo ver a Snape en ninguna parte. Una dificultad, ya que no tenía idea todavía de dónde vivía Snape mientras estaba en el castillo. Se sentó abatido en el sofá de cuero junto a la chimenea fría antes de que se le ocurriera una idea.

"¡Dobby!" Susurró Harry, esperando que el pequeño elfo demente pudiera mantenerse callado por una vez.

"¡Harry Potter señor!" Sonó un pequeño crack y apareció Dobby, llevando el uniforme oficial de Hogwarts, una corbata de lunares y una corbata a rayas, tres de los gorros tejidos de Hermione, y un cubre-tetera para rematar. Le dirigió a Harry una amplia sonrisa y asintió aprobatorio a los calcetines desparejados que sobresalían de las zapatillas de Harry.

"Hola, Dobby." Harry le devolvió la amplia sonrisa, preguntándose cuántas miradas extrañas recibiría si algún día decidiera vestirse al azar como Dobby. Snape probablemente lo haría encerrar.

"Está levantado tarde, Harry Potter Señor. ¿Qué puede hacer Dobby para ayudar?" Dobby meneó un dedo hacia él, pero los brillantes ojos no delataron ninguna amonestación.

"Necesito que me lleves con el Profesor Snape… er… a su apartamento. Donde vive en el castillo." Harry se levantó y envolvió la capa alrededor de sus hombros, esperando que Dobby no objetara demasiado.

"Dobby puede hacer eso, sí señor Harry Potter." Dobby le dirigió otra amplia sonrisa y casi rebotó fuera de la sala, casi deshaciendo el precioso equilibrio de cubre-tetera y gorros tejidos sobre su cabeza. Mientras pasaban a través del agujero del retrato Gryffindor, Dobby amonestó a Harry.

"Ha hecho que otro elfo doméstico le lave la ropa." Dijo Dobby, sacudiendo el dedo.

"Err… sí. Un chiflado rarito llamado Twinky estuvo lavándola. Snape utiliza su empresa." Harry no tenía idea de por qué estaba sonrojándose, ya que técnicamente Dobby no era su elfo doméstico.

"Dobby ha oído de Twinky, Harry Potter señor." Dobby asintió, conduciendo a Harry por un corredor lleno de telarañas.

Para el momento en que llegaron a la pequeña puerta de madera en un minúsculo pasillo de las mazmorras, Harry sentía que la fuerza royendo su estómago había crecido al tamaño de un kneazle. Pasaba de medianoche, hacía un frío gélido, estaba oscuro, tenía un elfo doméstico jovialmente trastornado guiándole, y había acabado en una puerta lisa e imponente que tenía una diminuta serpiente grabada en la bisagra de metal a un lado. Harry habría pasado por alto por completo a la serpiente, de no haber estado siseándole.

Tu pa no está muy contento contigo. Siseó la serpiente con voz cantarina, muy parecido a un hermano mayor cuando sabe que no es él quien está en un lío. Harry no se molestó en preguntar cómo sabía la serpiente quién era él, decidiendo simplemente despedir a Dobby y llamar antes de perder el coraje.

La serpiente se burló de él por el más largo minuto de su vida antes de que la puerta se abriera un resquicio y apareciera Snape, con aspecto contrariado pero en absoluto sorprendido.

"Estás ileso." Snape lo declaró sin preguntas y pilló a Harry con la guardia baja, ya que no había estado esperando que esas palabras fueran las primeras de Snape. Entonces recordó el reloj, y cómo había destellado rojo con peligro cuando la botella había estallado. Maravilloso.

No por mucho más tiempo. Si las serpientes pudieran reír, Harry estaba bastante seguro de que ésta casi estaría en lágrimas.

"Cállate." Siseó Harry en respuesta con los ojos bajos mientras atravesaba el umbral, perdiéndose por completo la ceja alzada de Snape a la lengua pársel, y preguntándose por qué todos los sirvientes de Snape parecían ser desagradables y vengativos.

Las paredes del pasillo eran del mismo color marrón crema que en Spinner's End, pero el perchero a su izquierda era una edición malévola. Harry lo miró con cautela, sus elaborados brazos de hierro fundido flexionándose amenazadoramente hacia Harry.

Snape lo condujo hasta el final del pasillo, donde abrió otra puerta de madera negra lisa. Harry entró y fue directo hacia el atrayente sofá gris carbón que estaba frente a la chimenea. Las paredes estaban pintadas de un azul turquesa muy claro – no un color que Harry esperara de Snape en absoluto pero combinaba muy bien con el suelo de piedra y los muebles de madera de teca. Por oscuro que fuera el escritorio de Snape en su despacho, parecía que en su propio apartamento privado, había optado por un tono un poco más claro.

"¿Así que las cosas muertas en frascos sólo son para mantener una imagen?" Preguntó Harry con ligereza, sentándose contra los cojines del sofá e inspeccionando el resto de la habitación. La chimenea era lo suficientemente grande para que una persona viajara por flu, pero no decorada en exceso, y las librerías eran pulcras, ordenadas, y principalmente de naturaleza académica.

Snape le dirigió una mirada fulminante mientras se sentaba en su propio sillón, pasándole a Harry una taza de té.

"Muy parecido a tu idiota actuación de esta noche, manteniendo la imagen de héroe."

"Lo siento." Harry hizo una mueca, el té todavía demasiado caliente para su lengua. "Te lo habría dicho, pero no había tiempo."

"Tengo mucha curiosidad en cuanto a por qué sentiste la necesidad de asaltar mi almacén para destrozar un frasco de mercurio." Contraatacó Snape, golpeteando el costado de su sillón con la mano. Su expresión era bastante neutra, aunque estaba permitiéndole a Harry la oportunidad de explicarse.

"Ron y yo oímos a Malfoy ordenándole a Goyle que consiguiera el mercurio. No dijo para qué era, pero mencionó esperar una entrega y que necesitaba el mercurio a tiempo para ella."

Snape pareció pensativo mientras bebía más de su té. Harry se relajó un poco más en el sofá, pensando que quizá podría no estar en un lío realmente.

"Resultó que justo lo oísteis fuera de la sala común de Gryffindor." Dijo Snape por fin.

"No, fue junto a las coc-" Harry frunció el ceño. "No hagas eso."

"Mmh. Ahora veo la imagen completa. Tú y el insaciable Weasley merodeasteis hasta la cocina para un tentempié de medianoche, y oísteis al Sr. Malfoy hablando de un ingrediente enormemente combustible. En lugar de venir a contarme esto, decidiste ir con Weasley después del toque de queda y robar el mercurio. ¿He comprendido eso bien?" Los ojos estaban entrecerrados hacia él, y Harry bajó la mirada a su regazo.

"Para ser justos, no sabíamos que era combustible hasta que, bueno, explotó."

Snape dejó su taza con un ruido sobre la mesa lateral con irritación, haciendo saber a Harry que era la cosa incorrecta que decir.

"Lo siento, Papá. Todo ocurrió rápido y no sabía dónde estabas. No quería molestarte, tampoco."

"Elliot." El tono de Snape hizo que Harry volviera a levantar la mirada, un pequeño sonrojo en su rostro. "Esto no es un juego. Cualquier cosa que oigas concerniente a Draco Malfoy y cualquiera de sus estúpidos planes, necesito saberla. Y no correrás a meterte e intentar salvar el día como un típico Gryffindor idiota."

Harry frunció el ceño mientras era amonestado, sintiendo de nuevo ese estúpido nudo de vergüenza en la boca de su estómago.

"Sólo pensé…" Comenzó Harry, antes de que Snape desvaneciera la taza de té en las manos de Harry.

"No, no pensaste." Interrumpió Snape, inclinándose hacia delante. "Una vez más, eres el niño aquí. No es tu trabajo ser siempre el héroe. Y sólo porque hayas venido a confesar no significa que te librarás del castigo, tampoco."

"No, yo no pretendía… no estoy tratando de librarme de los problemas. Todavía estoy acostumbrándome a esto." Farfulló Harry, cruzando los dedos en su regazo.

"¿Acostumbrándote a qué?" Preguntó Snape, apenas logrando no resoplar. "Te has metido en líos más veces de las que quiero contar."

"Eso es lo que quiero decir. Nunca antes me he sentido culpable por ello."

Snape no dijo nada por un momento mientras observaba a Harry, cuyos ojos seguían bajos mientras se sentaba hundido en el sillón. Harry entonces oyó agudos pasos mientras Snape se aproximaba a él, y de repente fue puesto en pie por un fuerte agarre en sus brazos. Harry respiró hondo, sabiendo que estaba en un lío, pero también reconfortado por el hecho de que, a diferencia de su Tío Vernon, Snape no le pegaría o lo metería en un armario.

En lugar de ser castigado, sin embargo, Harry se sintió siendo atraído bruscamente contra Snape, un brazo fuerte y musculoso cruzando sus omóplatos. Harry cerró los ojos mientras su mejilla rozaba contra la lana picajosa del abrigo de Snape, inhalando el aroma a humo, la solución limpiadora de calderos que usaban en clase, y el olor levemente húmedo de turba. Snape debía haber estado en el Bosque Prohibido más temprano, buscando ingredientes.

"Chico bobo."

Harry sintió aliento caliente en su coronilla mientras Snape hablaba en voz baja justo encima de su cabeza, dándole un pequeño apretón, y desvaneciendo la culpa que se había asentado en su estómago.

"Nunca imaginé que dieras abrazos." Murmuró Harry contra Snape, aspirando calladamente.

"De hecho, no lo hago." Snape sonaba afrentado. "Esto es simplemente un sutil intento de estrangularte."

Harry rio y retrocedió, sintiéndose mejor. Snape mantuvo un fuerte agarre en el hombro de Harry mientras lo conducía fuera de la habitación. Caminaron más allá de la cocina y por un pequeño pasillo, donde Snape llevó a Harry a un baño de tres piezas. Había un montón de toallas limpias sobre el lavabo y un cepillo de dientes sin estrenar, junto al albornoz de Harry de Spinner's End.

"Vas a quedarte aquí esta noche, y a tomar una ducha. La pólvora en tu pelo está dándome dolor de cabeza."

Harry salió descalzo del baño quince minutos después, sintiéndose relajado y somnoliento. Aunque había tenido tiempo de pensar en la ducha, y tenía algunas preguntas para Snape.

"¿Sabías que fui yo? Quiero decir, el reloj destelló, pero podría haberme caído por las escaleras o algo así."

Snape ni siquiera levantó la mirada de su revista. "Sí, me advirtió de que estuviste expuesto a gases nocivos."

"Ah. ¿Qué tipo de hechizos hay en este reloj?" Preguntó Harry, demorando su hora de la cama y comprobando la esfera levemente arañada del reloj.

"Me aseguraré de informarte cuando tengas hijos. Vete a la cama." Respondió Snape, y señaló el pasillo.

"¿Cómo te las arreglas para pillar a los estudiantes habitualmente? ¿Tienes un hechizo de rastreo o algo así?" Harry estaba parado en el umbral, observando a Snape añadir la revista a la ordenada pila junto a su sillón.

"Debería preguntarte lo mismo, ya que parece que eres inexplicablemente hábil evitando mi detección mientras merodeas." Snape sonaba relajado, pero Harry no se engañó. Sabía que era un tipo falso de relajación, destinado a hacer bajar la guardia a Harry.

"Pensándolo mejor, señor, no sería justo si conociera sus métodos y ningún otro estudiante lo hiciera." Señaló Harry. Snape sonrió mientras miraba a Harry, y Harry de inmediato sintió suspicacia.

"Ah, mi justo pequeño Gryffindor. Mantén en mente que mientras que a los profesores no se les permite drogar a los estudiantes con veritaserum, no hay tal restricción para los padres." Snape se levantó y caminó hasta la chimenea, apagando el fuego y oscureciendo la sala de estar.

Los ojos de Harry se ensancharon y tomó una nota mental de comprobar las leyes sobre el veritaserum por la mañana.

"Aunque lleva un mes elaborarlo, ¿verdad?" Preguntó Harry enseguida, "¿y Umbridge usó su último frasco?"

"Si te gusta creer eso." Respondió Snape con calma, retirándose pasillo abajo hacia la puerta de su dormitorio. "La hora de despertar es a las siete, que duermas bien."

Harry se quedó mirando la puerta del dormitorio mientras se cerraba, preguntándose qué personalidad de Snape desequilibraba más a Harry. La versión furiosa y gritona donde Harry sabía exactamente lo que estaba pasando, o esta versión calmada y recogida que volvía a Harry muy suspicaz de lo que estaba por venir.