Ni Sailor Moon o sus personajes me pertenecen, todo es propiedad de Naoko Takeuchi. La historia se escribe para entretener al lector.


En aquella habitación apenas se colaba un pequeño rayo de luz, las persianas no llegaban al límite y esa era la razón por la que se podía ver el desorden de la noche anterior. Ella estaba acostada bocabajo y su espalda desnuda apenas se percibía, entre la penumbra. «Brrr, brrr» levantó el rostro que unos segundos antes se encontraba hundido en su almohada. Intentó abrir los ojos, pero los cabellos de su fleco los picaron en el primer intento. Lo levantó y miró a ambos lados para reconocer el lugar… sí, estaba en su habitación así que estiró su brazo para tomar el celular. Una sonrisa surcó por sus labios al leer el nombre del remitente «Minako».

"¿Y si pasas por mí al trabajo? Salgo a las tres de la tarde y de ahí nos vamos a mi casa, hoy podemos pedir pollo frito, unas cervezas y podemos ver una película. No tengo muchas ganas de salir de fiesta".

«Perfecto, yo me pasé de copas con mis amigos en la fiesta de ayer. Te veo a las tres.» fue la respuesta que envió, volvió a colocar el celular bocabajo y miró su reloj de mano.

—¡Las 10! —gritó y sin tentarse un poco el corazón arrojó el brazo de su amante a un lado.

—¿Qué pasa? —musitó la chica de cabellos azules que la abrazaba feliz minutos atrás— Regresa a la cama, tenemos cuatro horas de haber dormido.

—Lo siento Ami, olvidé que tenía un compromiso por la tarde. Me encantaría regresar a la cama contigo —y para no ser tan descortés besó su frente.

—Cierto, ayer dijiste que saldrías con una amiga a ver una película de terror ¿no?

—Sí, de verdad lo siento. Acaba de decirme que la vea a las tres, parece que saldrá antes del trabajo.

—¿Después irás a tu fiesta con los chicos de la universidad?

—Sí, ya sabes cosa de ingenieros bioquímicos.

—Lo sé —se tallaba un ojo— ¿cuándo te podré ver?

—Ah… —tomó el celular para revisar su agenda— al parecer… tengo libre el miércoles.

—Bien, es mi día de descanso y mi guardia es en el turno de la noche.

—Yo salgo del trabajo a las cinco, ¿te veo en algún lado o quieres venir a mi casa?

—Toca en la mía —dijo seductoramente.

—Eh, podemos jugar a la doctora y la paciente —siguió el juego.

—Lo que quieras, yo existo para complacerte y que tú me vuelvas loca.

—En ese caso, deja que prepare el desayuno, después pido un taxi para que no te vayas en metro y tomes el autobús.

—Me encanta que seas así de linda.

—Es lo mínimo que puedo hacer ¿no?

—¿Puedes traer el desayuno? Me da pena que tu amiga me vea, es que…

—Tranquila Ami, traigo las cosas acá ¿café?

—Sin azúcar.

—Ese te lo doy yo.

—Dios.

Así fue como se puso una playera blanca para taparse y salir a cocinar, un omelette de jamón y espinacas, café. Y regresó a tomar el desayuno a su cuarto, se asomó por el pasillo para ver si la puerta de su amiga estaba abierta.

—Mmm, debe seguir dormida… extraño, pero me conviene.

Lo que aquella descarada no sabía es que cruzada de manos se encontraba Setsuna con una cara de pocos amigos. Ya estaba cansada de la actitud de su compañera de cuarto, suspiró porque tenía hambre, necesitaba ingerir algo o seguramente moriría de inanición.

Salió, recordaba que había huevo… maldita desconsiderada, había arrasado con ellos y el jamón. De acuerdo, revisaría el refrigerador.

—No puedo creerlo, se acabó todo —dijo molesta ¿qué se suponía que debía desayunar? —. Otro fin de semana sólo desayunando café, maldita.

Así que mientras calentaba el agua, lo servía y ponía el café instantáneo, prendió el televisor. Caminó a la sala, apenas posaba su cuerpo en el sofá cuando el celular vibró…

«Setsuna, ¿puedes hacerme un favor?»

«¿Qué quieres?» no estaba de muy buen humor.

«¿Podrías meterte a tu cuarto?»

«¿Por?»

«A mi amiga le da pena salir si estás en la sala»

«Pero no le da pena venir a coger ¿no?»

«No seas así, son cinco minutos»

«¡Qué no invente!»

«Por favor»

«Ya»

«No, aguanta que todavía no llega el taxi»

«¡Ay no! Entonces que se aguante»

«Ya, no seas así»

—Ta madre… —respondió y se encaminó taza en mano a su habitación. Solamente eso le faltaba, una mujer que era una impúdica en la noche y santurrona en la mañana. Puso sus ojos en blanco. Estaba cansada de las actitudes de Michiru, hoy le tocaba ver a Minako, el domingo descansaba. Para el lunes se iba con Elsa, el martes era la sacerdotisa del templo Hikawa…

—¿Y el jueves? Ah, sí… su ex Makoto que es la chef… viernes Usagi, la ex dolida que es la que se hizo mi amiga y se la pasa diciéndome que Michiru es una desgraciada que juega con sus sentimientos. Le dice… "la cacas", sí, muy cacas y todo, pero se ven y la sigue tratando como si fueran novias.

Las voces de Michiru y la doctora se escuchaban, murmullos de enamorados (claro, en los ojos de otros), pero ella bien sabía que en el caso de su amiga de cabellos turquesas era todo lo contrario.

—Setsu… —tocaba su puerta.

—¿Qué?

—Ya se fue Ami.

—Bien por ella.

—¿Puedo pasar?

—Sí.

—¿Te molestaste?

—No, contigo no… me molesta que se haga la santurrona.

—No pasa nada, las chicas son así, unas les importa poco, otras son penosas como Ami, algunas se sienten novias, otras no les importa el título.

—Michiru…

—Dime —dijo mientras se acostaba en la cama de su amiga.

—¿Para qué quieres tantas novias?

—¡Novias! —parecía confundida— no son novias.

—¿Entonces?

—Son mis amigas.

—¿Qué? Amigas con derechos, no te creo.

—No tal cual, ellas saben que es algo casual. Entienden que en este momento yo no quiero algo formal, les propuse que si a ambas partes nos apetece podemos llegar al sexo, pero no más.

—¿Todas dijeron que sí?

—Claro.

—¿Y saben de la existencia de las otras?

—Pues, no lo sé.

—¿Y si se molestan?

—No pueden hacerlo, porque no somos nada. No hay exclusividad.

—¿Ellas pueden hacer lo mismo?

—Claro, está implícito.

—Michiru, querida amiga —decía indignada—. Deja esa forma libertina de vivir y busca a una chica seria para que salga contigo. Estás mal, puedes contraer alguna enfermedad.

—Para eso me cuido, condones femeninos, dedales, no uso el mismo dildo con ellas.

—¿Cada una tiene el suyo?

—Sí.

—No juegues. ¿Y Usagi? Ella sigue enamorada de ti, deberías dejar de verla, incluso a Makoto, me da pena cuando trae pasteles o te envía tartaletas.

—Tú también comes tartaletas, manda para las dos.

—Por eso me siento basura.

—No pasa nada, sabe.

—¿Y Usagi?

—Sus amigas le dijeron que no me hablara de nuevo, yo no tengo la culpa de que ella aceptara mi propuesta. Si se le rompe el corazón es porque ella quiere no porque yo no sea sincera.

—¿Y no sientes feo?

—No… bueno, me da pena, pero ella sabe que no quiero nada serio. Si fuera por mí, estaría con todas ellas bajo el mismo techo. Ya sabes, seguramente muchas me odian porque les "destruí la vida".

—¿No has sentido amor por alguna de ellas?

—No, es que el amor es algo pasado de moda. Ni confío en mí, ¿cómo podría confiar en otra persona?… Todas ellas saben que les voy a romper el corazón en algún momento, lo que dicen de mí en la facultad es tan cierto que me sorprende que sigan diciendo "sí".

—¿De verdad?

—Quisiera cambiar.

—¡Sí! —se emocionó la de cabellos verdes oscuros.

—Nah, así estoy bien… lo siento por ellas, saben que no se deben de enamorar de mí. Pero no es mi culpa que se claven amiga, dicen que lo que hago es arte, satisfechas sexualmente se aferran más. Lo mío en ese aspecto es seguro, es más la chica de intercambio me comentó…

—Lo sé, lo pregonó por todo el posgrado "Kaioh está cabrona y el oral uff", cosa que se me hace desagradable.

—Así son las latinas, me encantan… se me hace tarde.

—¿No verás a Minako tarde? Escuché que le dijiste a esa chica que…

—Claro mi cita con Minako es a las tres, pero…

—Increíble.

—Es una turista de Madrid, no puedo quedar mal con ella la llevaré al museo de arte —saltó de la cama de su amiga.

—¿Para qué carajo quieres tantas chicas? —gritaba la de ojos granate.

—Se me hace tarde.


«Ah» se quejaba de la humedad veraniega, sacó una toalla de mano de su mochila para limpiar su rostro, en realidad… Jamás había estado en Tokio, claro que sabía el idioma, lo hablaba en casa porque su padre era japonés, pero conocer el lugar…

—Lo bueno es que esa chica se ofreció a ayudarme a llevarme al museo de arte.

—Hola —la vio saludarla amigablemente y ella por reflejo contestó igual—. Lamento mucho el retraso, ayer salí de fiesta y…

—Sí, estabas con tu novia— señaló recordando, con toalla en mano.

—No es mi novia, mi amiga —dijo tranquila—¿Te mata el calor?

—La humedad es normal, es un archipiélago… ¡Dios, ni Ibiza es así de frustrante!

—Ibiza, la fiesta debe ser increíble, el ambiente.

—Lo es, pero…

—¿Qué? —preguntó incrédula.

—Es aburrido.

—Seguramente no has conocido a la persona adecuada para que el ambiente sea el adecuado.

«Mmmm…» expresó la alta chica rubia de ojos verdes, no parecía interesada o convencida en seguir la plática sobre fiestas. A pesar del tono seductor que Michiru había imprimido al decirlo, quizá que fuera extranjera no significaba que tener algo más sería algo fácil, pero nadie se resistía a ella.

—Por cierto… —llamo la atención de la chica de Madrid— me llamo Michiru.

—Un gusto, yo soy Haruka.

—El gusto es mío.

La rubia hizo un gesto con la mano para indicarle que la seguía, Michiru hizo una reverencia para disculparse. Al parecer Haruka no tenía mucha intensión de hablar más de lo necesario, la noche anterior la vio en el bar cerca de otros chicos. No obstante, parecía más animada, amistosa y con un encanto particular.

Sí que mola — y los chicos no entendieron lo que dijo, ni ella misma había notado que se le había escapado el español. Simplemente se puso algo roja, se disculpó para salir de ese momento tan raro porque los chicos no atinaban a responder algo.

Michiru quien estaba con Ami simplemente se limitó en ver a la chica alejarse, así que luego de que la estudiante de medicina la abrazara y diera un beso en la comisura de los labios, se disculpó para poder acercarse a la rubia. ¿Por qué no tener más amigas? Y esta a pesar de vestirse como chico realmente era hermosa.

—¿Cómo dijiste que estabas ayer?

Piripi, estaba así.

—¿Qué significa?

—Estar un poquito borracha o borracho, pero envalentonado, cuando hablas fluido otro idioma, cuentas chistes geniales o te ves mejor que nunca.

—Puedo confirmar que estabas pirpi, hasta que hablaste otro idioma.

Que chavala, ha pillao el traspié… que he quedado mal ¡joder!

—¿Disculpa?

—Nada, se me sale por momentos.

—Si no quieres que te entiendan… dijiste que te llamas Haruka, entonces eres de España y a tus padres les gustan los nombres japoneses.

—Soy mestiza, mi padre es japonés y mi madre española. No puedo llevar doble nacionalidad, toda mi vida he estado en Madrid… soy española, pero cuando mi padre me dijo que podía estudiar en la Universidad de Tokio me dije que era tiempo de salir de mi zona de confort.

—¿Nunca vinieron a Japón?

—Sí, para conocer a mi familia paterna, y la verdad es que me tiene flipada, la comida es guapa y la gente es muy amable… como tú, por ejemplo. Te escapaste del curro para enseñarme el museo de arte.

—¿Tu familia no podía ayudarte?

—Podían, pero yo quiero ser independiente.

—¿Te apetece algo de comer antes de ir al museo?

—No puedo decir que no, te hiciste el espacio para estar aquí… ¿segura que esa chica no es tu novia?

—No lo es.

—¿Y el beso? —la chica de mirada azul le sonrió— Ah… te liaste con ella, de acuerdo.

—¿Qué? —esa expresión no era de estar extrañada, sino divertida.

—Algo de una noche.

—¿Eso es liar? Bueno, no es algo de una noche, no es mi novia… no es complicado de explicar, pero lo es para los demás entender.

—Es una chica con la que te llevas bien, incluso en lo sexual y si quieren lo hacen ¿no?

—Exacto.

—¿Todas están en esa sintonía?

—¡Todas! —miro la cabeza de Haruka moverse afirmativamente— algunas, no tengo un harén.

—Están de acuerdo entonces.

—Algo… una de ellas piensa que podremos regresar.

—Sácala de tu juego.

—No es un juego.

—¿Quieres algo serio con alguna de ellas?

—No quiero una relación formal.

—Entonces, sácala de tu estilo de vida o tendrás problemas de faldas.

—¿Hablas por experiencia?

—No, mis amigos los han tenido.

—Gracias por tu consejo— e hizo una reverencia a Haruka.

—Me gusta que seas honesta y lo aprecio… debo de tratarte con el mismo respeto que tú a mí —Michiru levantó su ceja—. No intentes hacer tus tretas conmigo, entiendo que te fuera mal en el amor. Yo no quiero eso, quieres coqueteo, de acuerdo, pero ni intentes otra cosa.

—Ja… de acuerdo Haruka, pero en el amor no me han lastimado, seguramente yo a ellas, jamás de otra forma.

—A mí sí… mi corazón se ha quedado en la nevera.

—¿Vas a jugar conmigo?

—No, no me interesas en ese sentido, no pierdo el tiempo con gente que no está lista para el compromiso.

—¿No dejaste el corazón en la nevera?

—Sí, porque no se lo daré a cualquiera.

—Vaya… pues ya veremos quien obtiene lo que quiere, pero… yo ganaré. Puedo dejar que por el momento juegues con mi corazón, pero al final serás mi amiga.

—¿Podré conocer a tus amigas? —se burlaba.

—No las junto —siguió el juego.

—¿Alguien te regaña por tu estilo de vida?

—Mi mejor amiga.

—Dame tu celular…

—¿Qué haces? —reía al notar que Haruka la abrazaba para tomarse una selfie.

—¿Cómo tienes a tu amiga?

—Setxy.

—Ni a ella respetas… listo…

«Say cheese, y me faltan las otras. Saludos desde Madrid» había escrito la rubia.

—Oye, me va a matar.

Vamos cariño, ya te hiciste la peli.

—Odio que hables cosas que no entiendo.

—Eso es lo único que tendrás de mí.

—Ya lo veremos, tú caerás ante mis encantos.

—No, te dije que no me interesa gente como tú Michiru.

—Acepto el desafío.

Continuará…


Chicos esta pequeña historia surgió el fin de semana mientras escuchaba Bad Bunny. Se van a preguntar "¿escuchabas qué?" sí, los del local cerca de mi casa pusieron la "música" y cuando entendí (mejor dicho leía la letra), estaba muerto de la risa. Entonces recordé algunas cosas que sucedieron en mi casa y bueno todo este fic de según yo tres capítulos, llevarán el nombre de sus canciones.

Espero que disfruten la lectura y sin más que decir... Nos leemos pronto.