Hola
Sigo con Utopía, pero me apetecía participar en este reto.
Disclaimer: Todo el mundo de Harry Potter pertenece a JK Rowlings, yo solo juego con sus personajes.
Este fic participa en el Reto Fictober 2022 organizado por la página El Enigma de Kelpie y el grupo Accio Story
Tequila
El mejor sitio en el que Hermione Jane Granger podía estar un día como aquél era, sin lugar a dudas, un bar muggle perdido en mitad de Londres intentando ahogar sus penas en un metro de tequilas.
Bueno, quizás si lo pensaba con su fría lógica y su sempiterna inteligencia no era el mejor sitio del mundo, tal vez debería estar en su casa, encerrada con todas las protecciones mágicas posibles o mejor aún, en la casa que sus padres seguían manteniendo en Australia.
Pero dado que necesitaba un trago, o diez, que en casa no tenía porque era una madre ejemplar que nunca, jamás, bebía y que Australia estaba bastante lejos, el mejor lugar era uno lo más apartado posible de todos aquellos magos y brujas cotillas que la miraban con distintos grados de decepción, incredulidad y lástima.
La Ministra de Magia se había divorciado el año anterior del héroe de guerra Ronald Bilius Weasley después de trece años de matrimonio y seis de noviazgo.
Toda una vida.
Pero apenas un año después, su ex marido, padre de sus hijos y sí, mejor amigo, se había vuelto a casar. Pero el culebrón no terminaba ahí, para poner una guinda al pastel de la gran noticia del año, estaba esperando un hijo con Padma Patil. Una historia que el vegestorio de Rita Skeeter, esa cucaracha que debía estar ya chocheando, había vendido al mundo como un maravilloso cuento de amor adolescente en el que se habían reencontrado después de su enamoramiento en el baile del Torneo de los Tres Magos.
Já
¿Qué sabía ese grillo envejecido? Padma odió ir al baile con Ronald ¿Enamoramiento? Si apenas hablaron durante sus años en Hogwarts.
Así que, harta de que en las últimas semanas todo el mundo la mirara con lástima, había tomado unos días libres de su puesto en el Ministerio y se había encerrado en casa dispuesta a lamer sus heridas en soledad.
Ella estaba muy feliz por Ronald. Su separación había sido de mutuo acuerdo después de mucho tiempo estudiándola y analizándola. Llevaban años viviendo como dos amigos encarcelados tras los muros de un matrimonio en el que no eran felices. Se querían, muchísimo, pero ni siquiera dormían juntos desde el nacimiento de Hugo y simplemente habían terminado siendo compañeros ¿Acaso era justo para ninguno de ellos? Cuando Rose empezó Hogwarts, Hermione decidió que era el momento de hablar con Ron y él simplemente confirmó todo lo que ella ya sabía.
Un mes después vendieron su casa, Ronald había alquilado un apartamento cerca de Sortilegios Weasley y Hermione había comprado una bonita casita en el pueblo de Castle Combe, en Wiltshire.
Todo había sido tranquilo y ni siquiera habían hecho caso a las publicaciones sensacionalistas que habían parado en cuanto se dejaron ver junto a Harry, como siempre, con la misma complicidad y la misma amistad que los unía desde los once años.
Cuando alguien le preguntaba ella únicamente decía que era su mejor amigo y eso nunca cambiaría, que siempre serían familia pero ya no estaban enamorados y eso, era fácil de entender.
Y lo había sido, hasta que Ron se enamoró de Padma cuando ella regresó después de once años viviendo en la India. Se había convertido en una historiadora brillante y había pasado mucho tiempo en la tierra natal de sus padres estudiando la historia, la cultura mágica y las costumbres. Tenía publicados tres libros y había logrado un reconocimiento mundial por su trabajo.
Hermione la aceptó en su vida con cariño, del modo en que uno recibe a un viejo amigo y se emocionó por ellos.
Hasta que se filtró el embarazo de Padma y su mundo se vino abajo. Ella era feliz por ambos pero Skeeter se había dedicado en cuerpo y alma a vender la historia de la pobre Ministra abandonada a la que habían dejado por una joven e intrépida mujer hecha a sí misma.
Hermione miró uno de los vasitos de tequila, cogió el salero, se lamió la mano, echó un poquito de sal sobre el lugar humedecido y pasó la lengua por los puntitos salados haciendo una mueca de disgusto. Se bebió el líquido ambarino y mordisqueó el limón disfrutando del sabor del cítrico en su lengua.
—Mujer hecha a sí misma —susurró para sí —¿Y qué soy yo? ¡Merlín! soy la jodida Ministra —masculló bebiendo otro de los vasitos.
Dejó el chupito sobre la madera de la barra con un golpe seco y miró el resto de los vasitos alineados en fila sobre un listón de madera roja. Sólo le quedaban diez. Esperaba haberse olvidado de todo al terminar.
—¿Granger?
Rígida cerró los ojos sin girarse ¿En serio? Había entrado en el bar más cutre y apartado que había conseguido encontrar, un bar en el que seguramente solo entraban los vecinos de la zona y los jóvenes con ganas de encontrar algo barato dónde beber antes de irse de fiesta ¿Cómo era posible que Draco Malfoy estuviera allí? ¿Sería el efecto del tequila?
Decidió que no se daría la vuelta. Seguramente había sido una alucinación auditiva, si la ignoraba desaparecería.
—Sé que me has oído Granger, puedo notar la tensión de tu cuerpo desde lejos
Aquella voz que arrastraba las palabras era demasiado conocida, demasiado peculiar como para olvidarla pese a que hiciera años que no la había vuelto a escuchar.
Se giró.
—Hola Malfoy
La última vez que le había visto fue el año anterior cuando llevó a Rose al andén 9 y tres cuartos y él estaba allí con su esposa y su hijo Scorpius. Este año, cuando fue a dejar a Hugo no se habían encontrado y pese a que él colaboraba de vez en cuando con el Ministerio en calidad de asesor, dados los conocimientos de Alquimia que tenía, era con Harry con quién coincidía en sus idas y venidas por el Ministerio.
Él sonrió. Una sonrisa ladeada que no llegó a sus ojos y fue más similar a una mueca divertida.
—Nunca me imaginé que encontraría a la Ministra de Magia bebiendo tequila en un bar de mala muerte.
Hermione se encogió de hombros
—Ni yo que me entraría precisamente aquí a Draco Malfoy.
Él se sentó en el taburete libre que había al lado.
—¿Por qué? ¿Porque es un bar muggle? Creo que hace años que dejamos eso atrás
—No sólo por ser muggle, Malfoy —respondió ella con aquella voz de marisabidilla repelente que él recordaba de sus años de estudiante —porque debe ser el bar muggle más cutre de la historia.
Ambos sonrieron
—Lo es —masculló él —y el más recóndito y escondido que pude encontrar.
Hermione le señaló un vaso
—Brindemos por el bar —dijo echándose sal en la mano y pasándole el salero.
El Malfoy que ella recordaba probablemente no habría tocado aquella cosa ni con un palo, pero para su sorpresa este nuevo Malfoy cogió el salero, se echó la sal y la chupó lamiéndose la mano.
Oh oh
Se dijo Hermione cuando le vio hacer eso. No debería seguir bebiendo porque le había parecido muy caliente ver la lengua de Draco Malfoy lamiendo sal… Eso no podía ser más que un efecto secundario de la bebida ¿Verdad?
Brindaron, bebieron y volvieron a brindar.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó ella sintiendo la lengua un poco acartonada.
—Por lo mismo que tú, supongo —respondió él repartiendo los vasitos que quedaban —imagino que la noticia del embarazo de Patil no te ha gustado demasiado y estás ahogando las penas en alcohol lejos de los ojos del mundo mágico.
—No exactamente —respondió ella cogiendo de nuevo el salero —me alegro por ellos. De verdad —dijo con fastidio cuando vio la cara de incredulidad de él —no sé por qué la gente no quiere creer esto pero yo quiero mucho a Ronald… como amigo.
—Quizás porque habéis estado casados ¿Cuánto? ¿Quince años?
—Trece
—Ahí lo tienes, uno no se casa con su amigo durante trece años para divorciarse después y decir es que somos amigos
Ella rió ante el intento de él de imitarla.
—No es así, no seas obtuso. Simplemente el deseo desapareció hace más de once años
—Joder —soltó Draco a bocajarro —¿Me dices que has estado once de los trece años de matrimonio sin follar con tu marido?
—¡Malfoy! —Hermione, como si fuera un aspersor, había regado a Malfoy escupiendo su tequila y empezó a toser.
—Me ha jodido la camisa, señora ministra —masculló el rubio golpeando la espalda de ella.
—¡Eres un bestia!
—Lo lamento, no sabía que tenía que mantener la etiqueta en este… distinguido lugar.
Ella soltó una risita etílica.
—Supongo que no es fácil entenderlo para alguien que no sea yo
—Supones bien
Ambos volvieron a beber y Hermione empezó a sentir la boca un poco más pastosa al hablar.
—Yo eshtoy felish por ellosh… Pero el problema esh esha zorra de shkeeter y todosh eshosh que me miran con lashtima no lo shoporto
—Entonces te entiendo, Granger —se acercó a ella para hablarle al oído, como si alguien pudiera oirles teniendo en cuenta que estaban prácticamente solos en el bar —por eso estoy yo aquí.
—¿Te miran con lashtima?
—Desde la muerte de Astoria —respondió él.
Hermione se mordió el labio inferior y sin pensar puso la mano en el antebrazo del mago.
—Shupe de esho, lo shiento mucho.
Draco asintió con algo de rigidez.
—Ha pasado casi un año pero es difícil.
Ella le ofreció otro vaso y brindaron de nuevo por las dificultades.
Cuando seis horas más tarde Hermione se despertó se dio cuenta de varias cosas.
La primera fue que no estaba en su habitación y que aquella enorme monstruosidad adoselada no era su cama, la segunda que debajo de aquellas sabanas de seda estaba tan desnuda como un bebé y la tercera que la almohada sobre la que estaba cómodamente acostada respiraba pausadamente bajo su rostro.
Por increíble y delirante que pudiera parecer deseó con toda su alma que la persona con la que estaba acostada fuera Draco Malfoy, porque era lo único que podía recordar la noche anterior y entre la opción de haber terminado teniendo sexo desenfrenado con un desconocido y con Malfoy, Merlín la ayudara prefería al menos conocer al mago en cuestión.
—Sé que estás despierta. Puedo notar la tensión de tu cuerpo, Granger —murmuró él.
Hermione recordó que la noche anterior él le había dicho algo parecido.
—¿Qué hemos hecho? —preguntó la bruja que no se había movido ni un ápice y seguía recostada sobre él.
Sabía que debería apartarse pero estaba muerta de vergüenza y se había quedado petrificada allí, desmadejada sobre él.
—No me acuerdo demasiado bien de anoche —él tenía la voz algo ronca — y la bruja más inteligente de nuestra generación eres tú pero… en fin creo que tengo la mano encima de una de tus tetas así que…
—¡Malfoy!
Se dio cuenta de que tenía razón y se apartó de él como si alguien hubiera tirado de ella con brusquedad. Se puso en pie y la miró con las manos en las caderas.
—Siempre pensé que te habías convertido en un hombre educado y con clase, Malfoy
Draco devoró con la mirada el cuerpo de la mujer y deseó fervientemente poder acordarse lo que fuera que hubieran hecho esa noche.
La antigua leona hacía honor a su nombre.
Su cabello era una melena de rizos que se derramaban sobre sus hombros, incluso uno de aquellos mechones se ondulaba en torno a un perfecto pezón rosado que estaba erecto, coronando uno de los pechos más redondos que había visto en su vida.
La cintura de la mujer era estrecha en comparación con las voluptuosas caderas y esas piernas torneadas que se unían con un nido de recortados rizos castaños .
Toda su piel era dorada, como si hubiese sido besada por el sol.
—Joder, espero que de verdad hayamos hecho algo interesante. Odiaría pensar que me he vuelto un eunuco.
Ella se puso roja de los pies a la cabeza y tiró de la colcha hasta enrollarse en ella, lo que no fue el movimiento más inteligente que pudo haber hecho ya que dejó a Draco completamente desnudo. Hermione, que era una mujer sana de treinta y nueve años que llevaba unos cuantos años de abstinencia, se recreó en la visión de aquel espécimen masculino sin poder evitarlo.
Draco Malfoy había crecido y se había convertido en un hombre más que atractivo con ropa, pero sin ropa ¡Merlín bendito! Tragó saliva diciéndose que babear sería algo completamente fuera de lugar.
—Si sigues mirándome así Granger —murmuró él con la voz ronca — no hará falta recordar qué hicimos anoche porque puedo jurarte que lo repetiremos.
—Oh Dios —ella se giró y se llevó las manos a la cara —tengo que salir de aquí.
Sujetando la colcha y tratando de no mirar a Draco que parecía muy cómodo con su desnudez, empezó buscar su ropa que parecía estar desperdigada por toda la habitación.
Cuando consiguió vestirse por completo le tiró la colcha y agarró su varita de la mesilla de noche.
—Esto nunca ha ocurrido.
—Jamás —concordó él con una mueca burlona.
—Y nunca más volveré a beber tequila.
Tras aquellas palabras y con un movimiento de varita, Hermione se apareció.
