Notas: Serie de 10 historias realizadas para el Kinktober 2022. Decidí hacer el kinktober con tres ships diferentes: Drarry, Ron/Hermione/Krum y BakuDeku. Postearé las historias entres fics separados por ship, con capítulos independientes entre sí y no necesariamente reacionados, para poder etiquetarlas todas correctamente y así que cada persona lea lo que quiera, ya sean los 31 días o sólo el ship que más le atraiga. La tabla me la he autofabricado yo.

No hay ninguna historia escrita, planeo escribir una cada día, como un ejercicio de constancia, así que disculpad, por favor, las faltas de ortografía y los fallos que haya. Espero no enloquecer a mitad de mes o quedarme sin ideas. De hecho, voy con retraso ya, debido a la extensión de los capítulos, y que no tenía planeado hacer el Kinktober, ha sido un impulso de última hora del que espero no arrepentirme xD. Mis disculpas.

El edit de la imagen de portada es cortesía de Arodnas. ¡Muchas gracias!

La idea de poner a estos tres juntos me surgió en Yule Ball y desde entonces tenía pendiente escribirles algo más. No he descartado escribirles una historia propia, pero decidirme a hacer finalmente el Kinktober (no tenía planeado hacerlo, ha sido un impulso de última hora), me apetecía muchísimo escribir varios de los prompts con los tres, así que... bueno, allá van.

Todas las historias de este fic están ambientadas en un momento posterior al canon, siendo ambos ya adultos. Vamos a suponer que en algún momento de su vida adulta se han enamorado y ya tienen una relación estable. No va a haber desarrollo de la relación a través de los fics ni pretendo que haya coherencia, sólo es una excusa para escribir escenas porno sin tener que contextualizar cómo llegaron a ese punto. Todas las historias son del mundo canon, excepto una, que imagino que necesitaré darle más contexto (no quiero usar el "les impactó un quirk" en dos prompts diferentes), así que será AU fantasía.

Día 3.

Prompt: Tickling/Cosquillas

Trigger Warnings: Sexo explícito, cosquillas, sexo anal sin lubricante, referencias a muñecas y tobillos atados.


PERFECTO

La primera vez que Katsuki descubrió las cosquillas de Izuku, ambos eran unos críos. Era un juego divertido, la forma en la que Izuku se retorcía debajo de los dedos de Katsuki, riéndose a carcajadas hasta que le faltaba el aire y se le saltaban las lágrimas. Y, a pesar de que para Katsuki la sensación de cosquillas tendía a tornarse desagradable, para Izuku era tan genial que solía acabar de los ataques de Katsuki exhausto, pero extasiado, con los ojos brillantes. A Izuku le encantaba jugar a las cosquillas y no le importaba ser el villano si el ataque con el que el héroe Katsuki lo vencía incluía una tortura de cosquilleos.

Durante los años que siguieron, cuando más alejados estuvieron, Katsuki no había podido dejar de notar las formas en las que Izuku reaccionaba a los contactos ajenos. Normalmente rechazaba el toque de personas desconocidas, o que le pillaban de improviso. Se estremecía, en cambio, ante el gentil toque de Todoroki o Uraraka, si estos le rozaban inesperadamente el brazo al hablar, y sonreía.

Pero había tenido que ser mucho tiempo después, cuando empezaron a salir juntos, que se había dado cuenta de lo sensible que era la piel de Izuku al tacto. No era sólo que los dedos de Katsuki se marquen con facilidad en sus nalgas cuando los aprieta para separarle las nalgas y follárselo más profundamente. Tampoco se limita a lo sencillo que es dejar huella de los mordiscos y besos sobre la piel de su cuello, hombros o pectorales. Ni los fácilmente que se le hinchan los labios tras besárselos durante un buen rato.

Es el estremecimiento que recorre toda la piel de Izuku cada vez que Katsuki recorre la línea de las cicatrices de sus brazos. La forma en la que se retuerce bajo su cuerpo cuando la lengua de Katsuki rodea sus pezones y juguetea por su abdomen en dirección a su polla. La sonrisa extasiada y llena de deseo que esboza cada vez que Katsuki transforma sus caricias bruscas en suaves toques por la espalda, los brazos o las piernas de Izuku. Los gimoteos y sollozos de placer de Izuku si sopla suavemente sobre su piel. La manera en que sólo a él le deja tocarle en cualquier momento, sin importar la circunstancia ni lo repentino, con confianza total.

La piel de Izuku es la más sensibles que Katsuki habría podido imaginar, si es que hubiese podido hacerlo.

—¿Kacchan? —Izuku lo está mirando desde la cama, con aire vulnerable. Está completamente desnudo y su erección, ligeramente ladeada hacia la derecha, cae sobre su abdomen, firme. Sus pezones se han puesto duros en cuanto le ha quitado la camiseta, otra muestra de lo sensibles que son. Es, para Katsuki, la visión pura del deseo y todavía no entiende por qué no fue capaz de verlo antes.

—Deku… —A Katsuki le sale la voz grave, raspándole en la garganta. Al contrario que Izuku, él lleva unos pantalones cortos. Nada más, pero es suficiente para que el otro chico parezca más vulnerable todavía a su lado.

Lo ha amarrado a la cama. Nada complicado, sólo unas pequeñas ataduras que mantienen sus muñecas y sus pies atados a los cuatro extremos de la cama. Las cuerdas no están tensas, se desparraman, sinuosas, sobre las sábanas. Katsuki quiere que Izuku tenga la sensación de estar inmovilizado y no poder escapar, pero también que pueda moverse cuando se retuerza.

Porque piensa hacer que se retuerza y se estremezca, vaya que sí.

Con una sonrisa maliciosa en el rostro, Katsuki se acerca a Izuku. Este no ha apartado la mirada de él, preguntándose qué va a hacer. No es la primera vez que utilizan cuerdas, porque a Katsuki le encanta atar las muñecas de Izuku para impedirle usar las manos y tocarse a sí mismo mientras lo folla, pero esta vez es diferente.

—¿Estás bien, Deku? —dice Katsuki. Es una forma de darle la oportunidad de negarse, de preguntar o de expresar sus nervios. Izuku traga saliva y asiente, sin más, lo cual hace que la sonrisa lobuna de Katsuki se ensanche, complacido.

Sujeta el pelo de Izuku, apretando los mechones entre sus dedos para tirar de su cabeza hacia atrás. Izuku abre la boca automáticamente, pensando que Katsuki quiere hacerle tragar su saliva, como otras veces, pero este lo sorprende limitándose a acercarse mucho a su boca y respirar sobre ella su aliento cálido. Tarda tres exhalaciones en notarlo, pero ahí está, un estremecimiento que ha recorrido a Izuku desde la cabeza hasta la punta de los pies, tan leve que si no hubiese estado atento, Katsuki no lo habría notado.

—¡Ja! —se jacta. Izuku hace un pequeño sonido, inquisitivo, pero Katsuki no le da oportunidad a preguntar. Inclinándose un poco más, recorre la piel de los labios de Izuku con la punta de la lengua.

Complacido por el resultado de su experimento y por haber confirmado tan fácilmente su hipótesis, se aparta del rostro de Izuku, que se ha sonrojado y ahora luce tan rojo como su erección, y se encarama sobre las caderas de Izuku, con una rodilla a cada lado de su cuerpo. Bajo él nota la erección de Izuku frotándose contra la tela de su pantalón cada vez que se mueve, así que Katsuki menea las caderas intencionadamente, obligando a Izuku a gemir de nuevo.

—Bueno, nerd, hoy vas a divertirte de lo lindo —susurra Katsuki, amenazante.

Ha practicado esto antes de hacerlo, en los ratos a solas, para que Izuku no le interrogue sobre qué quiere conseguir. Primero pensó en comprar una pluma, tal como vio en internet, pero no hay nada que le guste más que tocar a Izuku con sus propias manos, así que lo descartó inmediatamente. Así que ha entrenado para que los toques, habitualmente bruscos y que dejan sus dedos marcados en la piel de Izuku, sean más suaves y ligeros. También ha practicado que, cuando empiece a sudar y las gotas se deslicen hacia sus dedos, hacerlas explotar suavemente en un chisporroteo inofensivo.

Empieza en el rostro de Izuku. Desliza los dedos por sus mejillas hasta llegar a la línea de su barbilla y luego baja por el cuello hasta las clavículas. Izuku, que lo está mirando con los ojos muy abiertos por la sorpresa, se estremece de nuevo. Pasea los dedos por las clavículas hasta llegar a las axilas y, moviendo los dedos con agilidad, comienza a hacerles cosquillas.

La reacción de Izuku es inmediata. Una sonora risotada restalla en el dormitorio. Izuku se aferra con las manos a las cuerdas que le rodean las muñecas, tirando de ellas con ímpetu. Al retorcerse, empuja con las caderas hacia arriba, rozándose contra la polla de Katsuki, que ya estaba a medio camino de una erección y termina de ponerse dura con el movimiento. Con fuerza, para impedirle moverse tanto, Katsuki aprisiona el cuerpo de Izuku entre sus piernas, sin dejar de hacerle cosquillas en las axilas.

Izuku ríe y ríe, moviéndose bajo su cuerpo, tirando de las piernas. Arquea la espalda ante la imposibilidad de levantar las caderas, y Katsuki aprovecha para inclinarse hacia adelante y, con la punta de la lengua, retozar primero en un pezón y luego en el otro. Los golpea con toques leves, los azota con la lengua suavemente, los rodea, humedeciéndolos. Izuku, que sigue riendo por las cosquillas, entremezcla entre las carcajadas algún sollozo y un par de gimoteos.

—Kacchan… —susurra con la voz ahogada cuando Katsuki le da un respiro. Ha apartado las manos de sus axilas y ahora recorre con los dedos su pecho y su estómago. Izuku se revuelve debajo de él y se ríe cada vez que se acerca a su ombligo, pero son carcajadas menos estentóreas.

—¿Te gusta, Deku? —Izuku vuelve a asentir, y traga saliva, incapaz de hablar. Katsuki comienza su tortura de nuevo, esta vez haciendo bailar los dedos sobre la piel de su estómago y en los costados. Las primeras gotas de sudor se empiezan a deslizar por sus manos y, cuando Izuku nota la primera pequeña explosión controlada sobre su piel, mueve las caderas hacia arriba con tanta fuerza que Katsuki tiene que levantarse sobre sus rodillas—. ¿Y ahora?

—¡Oh, Kacchan! —dice Izuku, en un tono a medio camino de la súplica y la felicidad, incapaz de hablar más, porque Katsuki sigue haciéndole cosquillas y vuelve a reírse descontroladamente.

Si Katsuki hubiese sabido lo mucho que él iba a disfrutar viendo la cara de Izuku reírse y su cuerpo retorcerse bajo él, con su erección rozándose con la suya bajo su cuerpo, excitado, habría hecho esto mucho antes. Los gimoteos de Izuku no cesan cuando le da otro respiro. Está lloriqueando de placer, tal como hace cada vez que está a punto de correrse. Katsuki sonríe satisfecho, pero todavía no ha acabado con él.

—¡Kacchan, no! —grita Izuku, adivinando el propósito de Katsuki, cuando este se incorpora lo suficiente para darse media vuelta.

De espaldas a Izuku, atrapa una de sus piernas, atadas por el tobillo, y se la acerca. Primero recorre la planta del pie con el dedo índice, haciendo que varias gotas de sudor exploten levemente. Izuku tira del pie, pero no está tratando de soltarse, sólo es una reacción al cosquilleo, que se incrementa cuando pasea todos sus dedos por la planta del pie, haciéndole más y más cosquillas. Izuku se ríe, llora, gime y se retuerce, todo al mismo tiempo. Katsuki atrapa la otra pierna también, tratando de controlar ambas al ponerlas bajo sus brazos y así poder hacerle cosquillas en ambos pies al mismo tiempo. Se alegra de haber dejado las cuerdas tan sueltas y de que Izuku sea tan flexible como para poder obligarle a levantar las piernas de esa manera. Está tan cachondo por la situación, que aprovecha que ahora la polla de Izuku está justo debajo de la suya y de su culo para mover las caderas y frotarse contra ella, tratando de controlar que su propio placer no se desate.

—¡Kacchan! ¡Para! ¡Para! —En la urgencia de la voz de Izuku reconoce qué está a punto de suceder, así que se detiene al instante. Mira por encima del hombro a Izuku, que está jadeando, con el rostro de color rojo oscuro por el esfuerzo de reírse.

—¿En serio, Deku? ¿Te correrías simplemente porque te estoy haciendo cosquillas en los pies? —pregunta Katsuki en tono burlón.

—Es… ¡no es sólo las cosquillas de los pies! —se defiende débilmente Izuku. Es el turno de Katsuki de soltar una carcajada divertida por la respuesta.

—Vaya. Suponía que esto iba a despertar una fuerte respuesta en ti —admite Katsuki, todavía sonriendo—, pero no me esperaba que fuese tanto. Ni siquiera me ha dado tiempo a comprobar ciertas cosas.

—¿Comprobar? —pregunta Izuku, curioso a su pesar.

—Claro. —Katsuki deja caer los pies de Izuku sobre la cama y se incorpora. Esta vez se arrodilla entre sus piernas, de frente a él. Con el dedo índice, explotando alguna que otra gota de sudor mientras habla, va recorriendo las zonas según las menciona en voz alta—. Quería saber si tienes cosquillas en el ombligo… —Izuku tira de las cuerdas con las manos, tratando de contener el estremecimiento—, en el pubis… —Las caderas de Izuku se elevan violentamente—, o, por qué no, en los huevos…

Ahora Izuku se retuerza. Katsuki recorre sus huevos con la punta de sus dedos. También deja salir un par de explosiones justo en su perineo, que hacen que Izuku gima audiblemente y vuelva a levantar las caderas. Cuando desliza su dedo por el glande de Izuku, haciéndole suaves cosquillas justo en el tenso frenillo, este lloriquea de placer. Ya no se ríe, pero la forma en la que se estremece delante de él es tan sugerente que Katsuki tiene la boca seca.

—¿De verdad quieres que pare, Izuku? —pregunta Katsuki con voz profunda, totalmente extasiado por la visión de Izuku retorciéndose, sobrepasado por la sensación de placer, sólo con el toque de sus dedos.

—Pero yo quería que tú… —gime Izuku, incapaz de completar la frase. No obstante, Katsuki lo comprende perfectamente.

—Si te prometo que después me haré cargo de mí mismo utilizando tu cuerpo, ¿me dejarás hacer que te corras así? —pregunta Katsuki sin dejar de acariciarle el pene, de abajo a arriba, deteniéndose para hacer pequeños círculos en el frenillo y extendiendo las gotas de líquido que brillan sobre su glande. Desea con todas sus fuerzas que Izuku acepte el trato, porque la simple perspectiva está a punto de marearle de placer anticipado.

—Sss… ¡Sí! —exclama Izuku, moviendo las caderas hacia arriba, incapaz de resistirse más.

—Eres perfecto, Deku —susurra Katsuki, feliz.

La postura no es muy cómoda para Katsuki, pero no le importa. Con la mano derecha acaricia con pequeñas cosquillas el pene, los testículos y el perineo de Izuku. Incluso se atreve a dejar escapar una pequeña explosión justo en su ano, que hace que Izuku dé un gritito más alto que todos los demás, antes de centrarse de nuevo en el glande y el frenillo, revoloteando los dedos encima de ellos, golpeándolo gentilmente con pequeños toques suaves, acariciándolo en círculos para buscar los puntos más sensibles.

Con la mano izquierda, en cambio, hace cosquillas en la axila de Izuku, baja hasta su costado, acaricia los muslos y trata de llegar hasta la planta del pie, sin dejar de mover los dedos, haciendo que el chico, que ya ha pasado el punto en el que las cosquillas le provocan carcajadas, se retuerza más y lloriquee, suplicando que el orgasmo lo arrolle. Al no poder sujetarlo, sus cosquillas son menos eficaces, pero a Izuku no parece importarlo, porque jadea, gime y se mueve sin parar.

Izuku arquea la espalda, levantando la cadera lo más arriba que puede, cuando Katsuki cree que va a llegar al paroxismo del placer y se corre. Su polla se agita en espasmos bajo los dedos de Katsuki, como este nunca había visto antes, con cada chorro de semen que dispara. Embelesado por la belleza del orgasmo de Izuku, su cara de placer, y la forma en la que se mueve, Katsuki no deja de estimularlo hasta que el cuerpo de Izuku se deja caer, exhausto, sobre la cama, desecho en un manojo de extremidades y placer. La eyaculación de Izuku ha sido potente y abundante, manchándole primero el pecho y la barbilla, para después formar un charquito en el abdomen ligeramente hundido. Katsuki se lame los labios, pensando en pasear su lengua por todas esas partes, hundirla en el semen acumulado junto a su ombligo y bebérselo, pero primero quiere cumplir su promesa.

Tal y como su polla erecta le está ordenado debajo del pantalón, que se ha humedecido en el lugar donde la punta del glande roza la tela por el líquido preseminal que ha derramado por la simple excitación de ver a Izuku disfrutar. Pero primero desata las muñecas y los tobillos de Izuku, que entreabre los ojos para mirarlo y esboza una sonrisa beatífica.

—Ya voy, nerd —le asegura Katsuki mientras termina de desatarlo, se quita los pantalones a patadas y busca frenético cualquiera de los botes de lubricante que guardan en la mesita de noche.

No pierde más tiempo. Avanza sobre sus rodillas, situándose entre las piernas de Izuku de nuevo, al mismo tiempo que se embadurna la polla de lubricante. No va a durar mucho y, tras el espectáculo de ver a Izuku correrse para él, le habría bastado con un par de sacudidas para correrse encima de Izuku, pero precisamente porque este le ha permitido disfrutar de su orgasmo de esa manera, piensa cumplir su parte del trato, porque sabe que para Izuku es importante y forma parte de cómo percibe el placer.

Izuku suspira, indicándole que todavía está despierto, y lo mira desde detrás de sus espesas pestañas, todavía con la sonrisa plasmada en su rostro. Katsuki le levanta una de las piernas, lo justo para poder apretar su polla contra el fruncido ano de Izuku, poco dispuesto a que este tenga que moverse por sí mismo. Le cuesta entrar. Aunque follan lo suficientemente a menudo como para que Izuku no necesite demasiada preparación, esta vez ni siquiera lo ha dilatado con uno o dos dedos primero y el único lubricante que le ha aplicado es el que tiene en su propio pene, pero si se para a meter y sacar los dedos, Katsuki se va a correr sin siquiera tocarse, así que no puede perder el tiempo.

Empuja despacio, lo más lento que puede, porque todo su cuerpo le exige que se empuje hacia adelante, hundiéndose en el interior de Izuku de una vez por todas. No pierde de vista las facciones del rostro de este, atento a cualquier señal de incomodidad o excesivo dolor, pero este sigue sin perder la sonrisa y la forma en la que lo mira abruma un poco a Katsuki.

—Kacchan… —suspira Izuku cuando por fin ha entrado la punta y parte de la polla de Katsuki.

—Joder, Izuku —masculla Katsuki, inclinándose sobre él y besándole suavemente los labios. Este lo recibe entreabriéndolos para poder profundizar el beso y Katsuki aprovecha para terminar de enterrarse dentro de Izuku.

La sensación cálida y apretada, el beso suave, la mirada verde e intensa… todo abruma a Katsuki mientras se mece adelante y atrás, sacando y metiendo la polla del interior de Izuku con movimientos bruscos y cortos, que buscan alcanzar el orgasmo cuanto antes. Con un sonido gutural que le vibra en la base de la garganta, Katsuki se deja llevar y se corre dentro de Izuku, que vuelve a suspirar de placer y cierra los ojos, satisfecho, cuando Katsuki se derrumba encima de él, envolviéndolo con sus brazos y piernas, permitiendo que el sueño posterior del orgasmo los acune a ambos.