Cita a ciegas

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.

#Flufftober2022 #Esdefanfics

*Día 1 /AU/ OoC


Esto era tan desgastante, otra vez mi padre insistía con el tema; cita a ciegas. Luego de un monólogo de treinta minutos estaba lista para meter la cabeza dentro del váter. Y claro, al ser la menor y la única soltera su empecinamiento comenzaba a volverme loca.

—Uno por día Akane, al final de la semana tendrás novio confía en tu padre —decía como si fuese tan fácil.

A veces creía que mi padre tenía alguna máquina expendedora de "pretendientes" porque ¿de dónde carajos sacaba tanto hombre?

Así es que al final del día solo busqué un vestido cómodo y con la bolsa en mano conduje hasta el lugar de encuentro, todo fríamente planificado mi padre había elegido uno de los mejores restaurantes de la ciudad ubicado dentro de un hotel cinco estrellas; su terraza era perfecta.

El gentil anfitrión me guió hasta la mesa en donde un hombre alto, unos dos años mayor que yo y de cabello oscuro corto me esperaba.

—Tatewaki Kuno, mucho gusto —se presentó con una sonrisa ladina.

—Akane Tendo, igualmente —respondí.

—Lo sé, lo sé… es que tu padre incluso me envió un informe detallado de tus gustos —soltó haciendo que levantara una de mis cejas.

—¿Es en serio? —pregunté tan avergonzada como incrédula.

—Por supuesto, no tengo tiempo que perder —pronunció muy determinado.

Fue entonces que de su maletín sacó un sobre de color café, dentro había una hoja la cual me facilitó y mientras leía los jugos gástricos se me subieron hasta la boca.

¡Qué es esta mierda! Mi mente iba de una frase a otra, tales como: Nunca ha besado a nadie o Sabe llevar una casa, Esposa perfecta, Heredera de buena fortuna.

Tomé la copa de vino que estaba sobre la mesa, la llevé hasta mi boca y bebí enojadísima. Acto seguido arrugué el papel metiéndolo dentro de la copa vacía, todo bajo la atenta mirada del tal Tatewaki.

—¿Qué haces? —cuestionó poniéndose de pie.

—Esto no funcionará, ¿en verdad crees lo que leíste? —le increpé ofuscada.

—Escucha Tendo —comenzó a decir —No tengo problemas con que no hayas besado nunca, eso se aprende —añadió provocando que la furia invadiera mi ser, se acercó deslizando su plano culo junto a la silla —Si todo sale bien, puedo desflorarte con gusto —finalizó haciendo que perdiera los estribos.

Cogí el tenedor que estaba sobre la mesa para pincharle las bolas, sus ojos desorbitados junto al grito agudo que salió de su garganta se oyeron en todo el salón.

—No gracias, no creo que tu ego sea lo suficientemente grande para mí.

Me fui de allí horrorizada.

Al día siguiente también fui al mismo lugar, otra mesa, otro hombre mismo cometido; mi segunda cita a ciegas.

Esta vez me tocaba un chico algo tímido, el sujeto en cuestión era amable pero tartamudeaba mucho. Llevaba puesta una corbata amarilla con negro, su cabello era voluminoso y tenía unos gentiles ojos color miel, su ropa era más casual a diferencia del estirado de ayer, Hibiki Ryoga era su nombre.

—¿A qué te dedicas? —pregunté mientras esperábamos un aperitivo.

—¿Yo? —cuestionó haciendo que mirara a todos lados.

—Claro que tú, no hay nadie más con quién desee platicar ahora mismo.

—Tienes razón —sonrió nervioso — trabajo en una fábrica embutidos, ya sabes…

—En realidad no lo sé —agregué algo divertida.

—Bueno, allí hacemos el mejor paté de cerdo de todo Japón ¿quieres una muestra? —preguntó sacando una lata pequeña de su maletín.

Lo miré sorprendida pero al mismo tiempo me pregunté ¿Así sería mi cita, comer paté de cerdo en un elegante restaurant?

Me excusé diciéndole que odiaba el cerdo, y que incluso tenía una mascota en la granja de mi abuela por lo que este abrió sus ojos muy impactado ante mi confesión.

Esta vez fue él quien se marchó indignado, diciendo cosas como el cerdo es bueno, no sabes de lo que te pierdes, no puedo comer con alguien que no comparte mi pasión por el paté de cerdo.

Al tercer día esto se volvía más tedioso, el hombre que esperaba en la mesa hablaba por teléfono a cada momento, no sacaba sus rasgados ojos de la maldita pantalla, Taro era guapo pero un idiota. Cabello castaño con un par de mechones cayéndole por la frente, usaba traje de diseñador y la única vez que alzó su vista fue cuando le dije…

—¡Deja el maldito teléfono o me voy!

Esbozó una sonrisa displicente y anotó su número en una servilleta.

—Envíame un mensaje creo que podemos hablar mucho mejor.

Fruncí los labios cabreada, mínimo un poco de atención también hacía un esfuerzo ¿no?

—¡Jódete! —escupí yéndome otra vez.

Al cuarto día no quise usar tacones, iba tan desmotivada que no esperaba nada bueno de la cita. Un hombre con boina negra y cabello laceo me esperaba en una mesa que estaba más alejada de lo común, comprendí por qué al notar que fumaba como condenado. Usaba un jersey negro de cuello alto y unos jeans del mismo color, muy sobrio. Cuando se quitó las gafas pude encontrarme con un par de ojos hermosos, verdes como las esmeraldas que me obsequió papá en mi cumpleaños pasado, se llamaba Mousse.

—Y cuéntame Akane —habló echando humo por su boca —¿Te gusta el silencio? —preguntó.

—Claro, a quién ¿no?

—Pero ¿Qué es? ¿Dónde lo encuentras? ¿Es verdaderamente real? ¿Podría estar en mi cigarrillo ahora? —una pregunta tras otra buscándole una explicación filosófica a todo.

—Gracias por tu tiempo, pero no creo que sea tu tipo Mousse —indiqué poniéndome de pie.

—¿No te gusta el silencio, o quizás un cigarrillo ayudaría?

Preguntó mientras me iba del lugar, solo alcé la mano en despedida.

¡Pero es que de dónde había sacado a esta gente mi papá! ¡Qué demonios pretende!

Chillaba molesta justo antes de dormir.

Al quinto día no quería más guerra, más mi cita era un flaco muy escuálido de ojeras palpables y ojos saltones. Bueno Akane las apariencias engañan, me repetí varias veces esperando darle una oportunidad.

—Soy Gosunkugi ¿te gustaría ver mis muñecos? —preguntó de entrada con rostro muy animado, solo asentí para ver cómo sacaba de su bolso lo antes señalado.

—¿Y para qué es eso? —pregunté.

—Bueno, podemos ser tú y yo Akane ¿quieres ser mi esposa? —soltó de la nada.

Me levanté lentamente de la mesa excusándome con la intención de ir al baño, nunca regresé.

Era el acabose, esa noche discutí fuertemente con mi padre. Sin embargo, me refregó en la cara la promesa que le hice hace días atrás y todavía faltaban dos citas, dos horribles encuentros.

El día seis parecía ir bien, en serio eso creí. El sujeto era guapísimo y muy buen conversador. De ojos aguamarina, cuerpo envidiable y una sonrisa cautivadora pensé que de aquí saldría algo bueno, platicamos de cine y música.

En medio del postre fue al baño y lo esperé, solo que ya eran veinte minutos de ausencia. Y algo preocupada fui a buscarlo, craso error.

Shinnosuke estaba muy ocupado sobre el lavabo devorándose al mesero que minutos antes nos había llevado el pastel de queso ¡maldición, tan bueno era para ser cierto! Y no me malinterpreten, si a él le gustaba el sexo opuesto estaba muy bien solo que yo no era de compartir mi amor, así es que mi heterosexualidad le dijo que no y los dejé allí en su apasionante encuentro.

El último día Nabiki mi hermana ha dejado una bolsa de tienda con un bonito mini vestido dentro, era simple pero coqueto. Negro con tirantes que pasaban por detrás de mí cuello, usé unos tacones para complementar el oufit, era de noche así es que un buen maquillaje y a cerrar esta ronda de malas citas y sería libre.

Una hora después llegaba justo a tiempo o eso creí, la mesa estaba vacía podía verla desde la entrada; vaya al parecer el último me plantó, eso pensé.

¡Perfecto! Exclamé internamente cuando un hombre pasó por mi lado a paso apresurado, apenas rosando mi brazo, lo ignoré y giré pero algo en mi interior me dijo ¡Date la vuelta, no seas majadera! Sí, era la voz de mi conciencia.

El hombre que hace instantes pasó estaba sentado en la mesa, en nuestra reservación. Vi cómo se liberaba del saco y abría un poco su corbata, vestía formal más hacer ese gesto demostró soltura y naturalidad. Casi como un imán mis piernas caminaron hasta él…

—Disculpa —hablé, este vio mis largas piernas antes de llegar a mi rostro.

—¿Eres mi cita? —preguntó sin más.

—Al parecer sí, bueno eso sí aún deseas cenar conmigo —pronuncié.

—Me encantaría —musitó con convicción.

Me regaló una sonrisa encantadora, el azabache era parte del equipo olímpico de artes marciales de Japón, un deportista de tomo y lomo. Se disculpó por su aspecto, no acostumbraba a usar corbata y eso le fastidiaba un poco. Ahora mismo estaba en un breve receso y su madre le insistió que viniese a la cita, pues al parecer era conocida de mi padre. Su nombre era Ranma Saotome y tenía una mirada muy profunda, la fluidez de la plática se fue haciendo cada vez más entretenida. Y no dimos cuenta del tiempo y mucho menos de lo que sucedía alrededor. L a velada había sido muy entretenida conociéndonos y contando anécdotas pasadas, envueltos entre coqueteos sutiles los cuales captábamos a la perfección.

Ranma se ofreció a llevarme pero había traído mi coche por lo que me sentí una boba al decirle que andaba sobre ruedas, este sonrió algo derrotado.

—¿Te volveré a ver, Akane? —preguntó, estaba a punto de subir al coche.

Me acerqué tan solo un poco, puse mis manos en la corbata que traía puesta y lo obligué a acercarse a mi rostro, era bastante alto. Lo miré con seguridad, abrí ligeramente mis labios para responder pero antes de que pudiera hacerlo mis propios impulsos le robaron un beso. Todavía viéndonos a los ojos este acortó la distancia aprisionando mi cuerpo entre el suyo y la puerta de mi mercedes.

Quizás había sido apresurado, pero el deseo pudo más y ese sería el primer beso de esa última cita a ciegas, porque al final del proceso parecía haber encontrado al indicado.


Nota del autor

Decidida a tomar este desafío, espero poder lograrlo.

Gracias por su apoyo, es muy importante.

Sweetsimphony._