Día 5: Lenguaje corporal
Aclaraciones: Universo alterno || Mundo moderno || Rated K+ || Romance-drama || Loid: Mentalista- Yor: Trabajadora gubernametal y apostadora en sus tiempos libres. || Lime
Serendipia
Los orbes azules contemplaban su lento caminar entre el pasillo central, deteniéndose cada determinado tiempo para observar la mesa que tenía a un lado y proseguir su andar hasta detenerse nuevamente. La siguió con la mirada desde su lugar en la barra donde tomaba una copa, con los ojos expectantes y curiosos.
El cabello negro y los ojos como una piedra preciosa destellando en la luz de las maquinas tragamonedas. Twilight pudo ver aquellos rubíes resplandecer de placer a la par que la comisura de sus labios se curvaban ligeramente al detenerse junto a una mesa de cartas, que estaba a punto de iniciar otra ronda con varios hombres regordetes ahí.
Twilight se levantó de su lugar del bar, acercándose un poco, lo suficiente para poder escuchar, con una copa en la mano, sentándose en una máquina tragamonedas, metiendo una ficha y tiró de la palanca, realmente su intención no era jugar, solo ver los movimientos de la mujer.
―Encanto, este no es un juego para ti, mejor ven y siéntate en mis piernas para animarme a ganar y podré comprarte un mejor vestido que eso que traigas. ―Uno de los hombres se relamió los labios mientras contemplaba a la mujer que se acababa de sentar.
―Si gustas esperar a esta partida y podremos subir al hotel a divertirnos. ―Otro de los hombres, el que estaba más cerca, acercó su mano hacía la mano de la mujer que estaba cerca pero esta la apartó,
―Tengo un par de dólares y quiero probar algo de suerte. ―La fémina le habló al hombre que repartía cartas.
Pero Twilight pudo ver la mano que reposaba en su regazo presionando con fuerza, como si estuviera aguantando las ganas de hacer algo. Acción que le hizo sonreír, esos hombres la estaban provocando aunque no sabían a lo que se estaba metiendo.
Los jugadores apostaron en la mesa grandes cantidades de dinero, al igual que la mujer que dejó todas las fichas que tenía, y el juego empezó. Las cartas fueron entregadas y luego de un tiempo uno de los hombres, el más regordete, terminó victorioso, llevándose todas las fichas.
―¡Pero que suerte que cargo hoy, vamos lindura te invito una copa! ―Uno de los meseros dejó un vaso al lado de la mujer. ―Una ronda más y puedo llevarte a donde quieras.
La mujer simplemente sonrió mientras sacaba un par de fichas más en su cartera, el doble de lo que había apostado la otra vez.
―Tengo muchas fichas aún, quiero seguir jugando aunque aún no lo entienda del todo. ―Deslizó las fichas por la mesa, hasta ponerlas en el centro.
El resto de los hombres se miraron unos a otros y sonrieron al ver a una más de esas mujeres hermosas y estúpidas en un casino de las vegas. Buenas para sacarles dinero y llevarlas a la cama como premio de consolación. Ese era pan de cada día en esos sitios, un premio más dulce que aquellas mujeres fáciles que se acercaban a ti al ver tu torre de fichas.
―Bien, lo mejor sería apostar todo y seguir el ejemplo de la dama. ―El hombre que estaba a su lado le sonrió de esa forma falsa pero intentando sonar inocentemente.
Ese juego sería para ver quien le quitaba todo su dinero a la mujer y lograba llevarse a la cama. Por lo que los otros dos hombres arrastraron todas sus fichas hasta el centro, con aquella sonrisa sagaz en su rostro, era una especie de apuesta.
El repartidor empezó a barajar hasta que entregó las cartas correspondientes, Twilight la observó a ella y como esa mirada carmesí evaluaba el círculo de personas que estaba a su alrededor. Analizando cada una de las facciones, movimientos y gestos. Sonrió mientras veía a cada uno hacer su jugada, devolviendo cartas y armando su mano. La mujer miraba cada que una de las cartas caía y ella misma entregó un par antes de que le entregaran otras.
Luego de unos largos minutos cambiando las cartas por nuevas, dejando ver algunas, los hombres en la mesa dejaron caer su jugada, una detrás de la otra, hasta que el hombre que tenía a su lado, liberó su jugada provocando que el resto de los jugadores se quejaran de su buena mano. El hombre se levantó de su sitio para tomar las fichas que estaban en la mesa y su mirada contempló la figura de la mujer y como aquel vestido se subía lo suficiente para ver sus largas piernas.
Sin embargo, la mujer dejó salir una sonrisa de entre sus labios y las cartas que sostenía en su mano cayeron en la mesa, solo tres cartas que marcaron su jugada. El hombre que había tomado todas sus fichas se petrificó sin poder creerse lo que estaba viendo y tragando saliva hasta que la mujer se levantó, apartando sus manos y tomando cada una de las fichas, dedicándoles una sonrisa a todos y se levantó de la mesa.
La manera en que Yor Briar había limpiado la mesa con una espléndida jugada que parecía irreal.
La forma en que ganaba cada una de las partidas donde entraba era realmente abrumadora, cada estrategia diferente para evitar marcar un patrón y que descubrieran lo que estaba haciendo. Contando las cartas. Una práctica prohibida en las vegas y que si te descubren al hacerlo podrían expulsarte de cada uno de los casinos, pero con el debido cuidado, podrías hacerte millonario con solo usar la cabeza un poco. Debías ser lo suficiente inteligente para lograrlo a la perfección, no cualquier podría hacerlo, solo alguien sumamente astuto e inteligente.
Las dos cualidades que habían atrapado por completo a Twilight al conocerla.
Él había llegado a las vegas por curiosidad y para probar un poco de suerte en la ciudad que nunca duerme. Siendo un mentalista de paso en la ciudad donde todo se movía en apuestas y lenguaje corporal, era algo bastante sencillo. Solo necesitaba evaluar a sus víctimas un par de minutos antes de animarse a obtener un par de dólares. Un trabajo sencillo.
En su primera noche ahi, fue cuando la vio, portando aquel vestido negro que dejaba ver sus piernas y su cabello recogido de aquella forma singular. Su belleza había llamado su atención, lo suficiente para seguir sus pasos un par de minutos hasta que la vio enfrascarse en una partida de cartas que era sumamente compleja, al tener jugadores experimentados que estaban arrasando con cada una de las personas que se jugaban contra ellos. Twilight los había estado observando durante un rato, evaluando sus ademanes que hacían al tener una buena mano o una mala, y justo iba a sentarse con ellos cuando esa mujer apareció.
Y destruyó su racha invicta de ambos jugadores.
Eso despertó su interés y fue potencializado cuando el resto de la noche la vio jugar una y otra vez, perdiendo más que ganando pero las veces que lo hacía, se llevaba mucho más dinero del que había perdido antes. Twilight la había descubierto al cabo de observarla esa noche, que estaba haciendo trampa al jugar, contando las cartas.
Nadie más aparte de él se había dado cuenta, lo cual era evidente, la mujer era bastante astuta al hacerlo, perdiendo cuando debía hacerlo o cuando había una clara sospecha y ganando cuando el dinero sobre la mesa la tentaba demasiado. Evitando las cámaras y seleccionando cuidadosamente a sus oponentes. Todo eso, cautivó sin medida a Twilight, olvidando jugar por sí mismo y siguiendo cada uno de los pasos de la fémina.
Un par de días le tomó conocer su identidad, Yor Briar, 28 años, soltera y trabajadora de una oficina gubernamental y de noche ¿una obsesiva apostadora? No, sabía que no era por eso. Yor Briar no iba detrás de algo tan mundano como el dinero. Lo sabía con seguridad después de verla jugar durante toda la noche, aquel brillo en sus ojos, la sed de poder. Todo esa rutina de la fémina era por propia satisfacción de borrar la sonrisa de hombres arrogantes, creyéndose victoriosos y como ella les arrebataba el sentimiento y sus rostros se formaban en la confusión total.
Su lenguaje corporal se lo decía, la manera en que tomaba las cartas, como observaba el rostro de todos los hombres durante los juegos y como sus ojos rubíes se dirigen, al finalizar la partida, en el rostro contraído de los hombres por el horror de perder todo su dinero en vez de fijarse en la cantidad de dinero que había conseguido.
Ella era tan fascinante y hechizante a los ojos del mentalista.
Esa era su tercera noche en las vegas y era curioso como todo parecía girar de tal forma de siempre encontrarla, fuese en el casino que fuera. La primera noche había decidido probar en uno de los más pequeños que había en esa zona, esa primera noche que había sido cautivado. Y luego de seguirla por el casino para verla destronar a los hombres ahí, cuando fue a cobrar el dinero que había ganado, fue cuando se encontraron por primera vez, sus miradas se conectaron de tal forma que solo salieron de ese trance cuando el hombre detrás del mostrador aclaró su garganta. Twilight la vio tomar su dinero, dar la vuelta y salir de ahí. Él mismo giró al contar cinco segundos, sabiendo que al hacerlo, ella volvería a verlo de igual forma.
Y ahí estaba, ella lo había vuelto a observar y se había sonrojado ligeramente al ser descubierta.
Ese había sido un triunfo personal para Twilight, que aunque jamás se había equivocado en sus análisis, el hecho de que ella cumpliera con uno de ellos, había despertando una calidez en su pecho. Porque analizarla a ella y que se cumplieran sus suposiciones era algo sumamente excitante.
La siguiente noche había ido a probar suerte a un casino de mediana categoría, más dentro de la ciudad. Al terminar uno de sus juegos y llevarse unos diez mil dólares, la vio jugando a un par de mesas de donde se encontraba.
Eso lo hizo sonreír al ver la casualidad de encontrarla ahí y justo cuando ella recogió las fichas ganadoras de su juego, sus miradas se encontraron por segunda vez. Ella lo contempló fijamente, como si buscara de alguna forma analizarlo, él más que nadie podría darse cuenta de eso, de esos ojos carmesí evaluándolo. Y esas miradas se habían repetido una y otra vez en toda la noche, encontrándose de vez en cuando y Twilight simulando que no estaba siguiendo cada uno de sus movimientos.
En cualquier otro momento, si Twilight hubiera querido diversión con alguna mujer, hubiera ido, usado su encanto y conseguirlo en un par de minutos. Sin embargo, con Yor decidió tomarse su tiempo, porque sabía que ella no era cualquier persona, no era una mujer como el resto con las que había tratado. Tenía algo sumamente especial, que despertaba más su interés mientras más la observaba. Además que él estaba esperando que ella se acercara, que la Briar diera ese paso.
Y esa tercera noche, cuando la vio avergonzar a aquellos hombres regordetes en la mesa y sus miradas se encontraron nuevamente, por casualidad al encontrarse de nuevo en ese casino, él la contempló tan fijamente, en aquel vestido rojo que moldeaba su figura e iba a juego con el labial rojo que usaba. No sabía si era una especie de maldición o buscaba tentarlo aún más de lo que ya lo hacía, pero se vería increíblemente atractiva y sensual. Twilight regresó sobre sus pasos al bar, a tomar un par de tragos antes de probar un poco de suerte entre las mesas.
Había sido totalmente interesante verla jugar, siempre lo era. Levantó la mirada con la copa en las manos para ver las cámaras que seguían sus movimientos. Lo realmente sorprendente es que la alta tecnología que tenía el casino ni la gente de seguridad que evaluaba a cada persona dentro del lugar se haya dado cuenta que ella estaba haciendo trampa en cada juego. Más interesante que había dos tramposos en ese casino, robandose fácilmente el dinero y que no hayan sido atrapados.
Una vez que terminó el trago que tenía entre sus manos, se levantó para probar un poco de suerte. Se acercó a una mesa que había estado estudiando desde que llegó y se sentó junto a una mujer con su esposo, un hombre tosco y otro que era un empresario experimentado en los juegos de azar. Tomó un par de fichas del dinero que había cambiado llevándolo al centro de la mesa, hasta que una mano femenina se encontró con la suya en el centro. Twilight siguió el camino de la mano hasta el cuerpo y reprimió una sonrisa, al ver a Yor Briar enfrente suyo.
―Bien, empezaré a repartir.
Las cartas comenzaron a ser repartidas en la mesa pero Twilight no podía dejar de observar a la mujer que tenía enfrente. Estaba realmente curioso de la razón por la cual ella estaba ahí, enfrente suyo. No era una casualidad que ella hubiera entrado en ese juego. Buscaba probarlo, medir sus movimientos.
Él observó su mano una vez que el repartidor terminó, analizando su jugada. Sus ojos azules volviendo a encontrarse con esos carmesí, a la par que devolvía una carta y otra era entregada. La mujer actuó de igual forma, dejando una carta sobre la mesa y tomando una nueva. Esa sucesión de hechos coordinada, sin apartar la mirada del otro se repitió un par de veces más, hasta que los demás jugadores comenzaron a enseñar su juego. Twilight contempló cómo la comisura de los labios femeninos estaban por curvarse pero se detuvieron. Él sabía que juego tenía en su mano, él ganaría.
Azul y carmesí se encontraron, aislando cualquier sonido externo y los movimientos de su alrededor, solo escuchando el latido tranquilo de ambos corazones en una jugada que determinaría el poder de cada quien. Él sonrió mientras bajaba su mano boca abajo en la mesa.
―Me retiro, no puedo ganar esta.
Yor lo contempló a pesar de que las fichas fueron desplazadas hasta donde ella estaba. Twilight se levantó de su sitio, con una sonrisa compasiva mientras regresaba al bar. Esa no había sido su noche para jugar, sin embargo, sí que había sido la noche más interesante.
―Un whisky doble ―El mesero le entregó pronto su bebida y él tomó el contenido rápidamente.―Otro.
El empleado obedeció mientras le servía nuevamente y Twilight se preguntaba si aquella última jugada había sido la más acertada.
―Un vino tinto. ―La voz femenina despertó sus sentidos, su propia piel pareció reaccionar pero aún así conservó su posición y el gesto despreocupado de su rostro.
Twilight dio un trago a su copa, vaciando el contenido y pidiendo otra al hombre detrás de la barra.
―Eso ha sido...realmente decepcionante.
Twilight giró su cabeza para verla, tomar de la copa de vino, sabía que se estaba refiriendo a él. El regocijo de haber acertado y esperado pacientemente a que ella se acercara estaba ahí y estaba intentando reprimirse. A fin de cuentas sabía que con la motivación correcta y analizándola tanto como lo había hecho durante esos días, la Briar terminaría acercándose.
―No ha sido mi noche. ―Confesó con una sonrisa de disculpas, restándole importancia.
Yor lo contempló fijamente, podía verla evaluando su gesto despreocupado o su sonrisa amable que solía usar en ese ámbito del juego.
―Ambos sabemos que podrías haber ganado ese juego.
Twilight sonrió sin poder evitarlo mientras pasaba el dedo índice por la punta de su vaso, contemplando el líquido como si fuera lo más interesante. Por supuesto que él iba a ganar, sabía que por esa forma por la cual Yor había reprimido una sonrisa, era un gesto de derrota, de reconocer que había sido superada. Podía intuir que sabía que cartas tenía él y aún así Twilight se había retirado, renunciando a su victoria.
¿Por qué lo había hecho? Realmente por varias razones, pero la más importante, para atraer la atención de la mujer del vestido rojo, que tomara la carnada que había lanzado y estaba realmente satisfecho de haberlo logrado, al tenerla ahí.
―Me has atrapado. ―Habló de forma despreocupada mientras alzaba su copa, tomaba un trago mientras la contemplaba.
No la había visto tan cerca, su voz dulce iba en contra de la personalidad que usaba a la hora de jugar, lo cual dejaba en claro que era una faceta que usaba al jugar. Los ojos carmesí fijos en él y aquellos labios tan hechizantes, todo en ella era tan atrayente que era difícil contenerse.
Yor sonrió sin despegar la atención del hombre y su dedo índice enrolló un mechón de cabello entre su dedo. Twilight sintió su interior agitarse ante ese gesto, dejó el vaso en la barra y estiró su mano.
―Loid Forger.―Usó el nombre falso que usaba cuando estaba apostando, para no relacionarlo con su vida real detrás del anonimato.
La mujer lo contempló unos segundos antes de tomar la mano con cierta timidez y un sonrojo que sorpresivamente fue un golpe al pecho del hombre al conocer esa segunda faceta, aquella de una mujer tímida fuera de los juegos de azar.
―Yor Briar.
Aquel contacto despertó una corriente eléctrica entre ambos y Twilight sonrió encantado al verla morder ligeramente su labio inferior. Otra señal de lenguaje corporal que dejaba en claro que ella tenía tanto interés en él, como él de ella, que había logrado atraer lo suficiente su atención estos últimos tres días para dejar atrás su timidez y acercarse ante el objeto de su obsesión.
Loid estaba fascinado ante esa sucesión de hechos, por lo que animado por cómo había resultado todo, se inclinó y besó la mano de la mujer, sin dejar de mirarla fijamente a los ojos.
―Un placer conocerla. ―Y no estaba mintiendo, había esperado tres largas y eternas noches para ese contacto.
Yor se sonrojó mientras veía al hombre rubio inclinarse y tocar su piel con sus labios, haciéndola estremecer hasta la médula. Entendiendo que el decidir ir a las vegas ese fin de semana había sido la mejor decisión que había tomado. Necesitaba dinero y nada mejor que ir a las vegas para conseguirlo, pero todo había cambiado cuando se había encontrado con aquellos orbes azules siguiendo cada uno de sus pasos y sintiéndose tan nerviosa.
Al inicio había considerado que habían descubierto que hacía trampa, pero mientras las horas avanzaban y no era detenida, se dio cuenta que estaba confundida. Que había otra razón por la cual ese hombre no dejaba de observarla y eso despertó su propia curiosidad, además de encontrarlo cada ocasión en los casinos que iba. Y en un par de ocasiones lo vio jugar, sabiendo que estaba haciendo algo, no sabía qué, pero que él hacía algo, como ella, para ganar cuando se lo proponía.
Y la había dejado ganar cuando se había animado a jugar contra él. Yor no sabía si sentirse halagada o insultada, porque a ese punto el dinero no le importaba, ni la sensación del poder. Había algo más importante, algo que codiciaba aún más, a pesar de avergonzarse al pensarlo al considerar que aquel deseo eclipsante que la había dominado de forma impensable en esos tres días. En solo tres días él había causado estragos en ella misma y en hacer crecer una idea en su cabeza.
Que lo quería a él y eso la había llevado a acercarse a pesar de su timidez fuera de los juegos de azar y de que esa mirada azul la hacía perder la fuerza de las piernas, pero no podía dejarlo escapar, no sin antes comprobar su teoría. Lo vio levantarse de la pequeña banca que estaba junto a la barra e imitó sus movimientos. Loid sacó dinero de su billetera y la dejó sobre la barra, cubriendo la bebida de ambos.
Se inclinó hacía él, con su corazón latiendo con fuerza ante la imprudencia de sus actos que eran guiados por aquel océano azul y profundo que la envolvía en una calidez eclipsante, por la cercanía en que se encontraba y como había percibido aquella mirada profunda en ese fin de semana. No sabía si aquel movimiento imprudente era por la atracción que el Forger generaba en ella o por el alcohol que circulaba en su sangre. Tenía una regla cuando iba a las vegas, no probar ni una sola gota de alcohol.
―¿Tienes algún plan ahora? ―Loid le preguntó, con una ligera sonrisa en el rostro que hizo que su corazón se detuviera.
―No― Logró articular sin saber como, solo podía ver aquellos labios devolviéndole un cordial gesto.
Yor se había acercado hasta él, tomando su corbata y jugando con ella y mordiendo su labio. Loid Forger reconocía perfectamente que era lo que ese gesto representaba y aún así, tragó saliva e intentó concentrarse, pensar adecuadamente. A pesar de que todo su cuerpo le imploraba que tomara el lenguaje corporal de la mujer y siguiera lo que quería comunicarle.
―¿Quieres que...―Quiso evadir el tema, tal vez volver a jugar con ella pero fue interrumpido al sentir la cercanía abrumante de la fémina.
Se había pegado a su cuerpo y sus labios estaban a punto de rozarse, eso paralizó el corazón del Forger que tragó saliva al sentir el aroma femenino filtrarse por sus fosas nasales.
―Lo que sea, si es contigo.
Yor le dedicó la mirada más arrebatadoramente sensual que él hubiera visto en toda su vida y lo tomó de la mano, dirigiendolo hacía el ascensor. Ella era mucho más atrevida de lo que había intuido por su forma de comportarse ¿acaso se había equivocado en un análisis? Eso era imposible, él jamás se había equivocado. Pero la intensidad de Yor Briar lo tenía realmente abrumado, que no fue consciente hasta que estuvieron dentro del elevador, él presionó el botón hacía el piso donde estaba su cuarto y la Briar desapareció la distancia entre ellos, besándola con aquella intensidad que emanaba de la totalidad de su cuerpo.
Loid la envolvió entre sus brazos, enfrascado en esa danza ardiente de sus labios mientras recorría con sus manos sobre la ropa el cuerpo femenino, siendo embriagado de aquel elixir que Yor Briar destilaba. No es como si hubiera podido reprimirse, no cuando había sido cautivado desde el primer momento que la había visto. Entraron en el cuarto del hotel de encima del casino y antes de que alguno de los dos pudiera entrar en consciencia, estaban sobre la cama, mientras la ropa caía al suelo.
El Forger disfrutó de dejar caer aquel vestido rojo en el suelo mientras sus manos seguían el contorno del cuerpo femenino, a la par que sus labios recorrían esa piel, causando sonidos satisfactorios de parte de Yor. Sin poder contenerse más en aquel juego previó se adentró en ella, uniendo sus cuerpos en la sensación más jodidamente placentera que hubiera sentido. Hasta que el clímax llegó hasta ellos, pero Yor no parecía satisfecha y volvió a buscarlo, una y otra vez. Loid no podía oponerse ante esa mujer.
Aquella necesidad de contacto entre ambos siguió lo que restaba de la noche, con exhalaciones placenteras, caricias profundas y ambos sucumbiendo a sus más profundos deseos. Él saboreó cada centímetro de la piel femenina y deleitándose del más cegador placer que hubiera experimentado y dejando su propia marca en aquel cuerpo seductor.
Yor se dejó caer en la cama mientras las llamaradas de placer dominaban su cuerpo y vio al hombre a su lado ponerse de espaldas, respirando agitadamente. Sonrió al ver la espalda varonil, sus dedos acariciaron la piel desnuda y sonrió mientras sus ojos carmesí destellaban aún más brillantes que cuando les sacaba dinero a los hombres de aquel sitio. Había comprobado su teoría, la idea que había tenido desde el primer momento que lo había visto.
Que aquel hombre, Loid Forger, era el mejor premio que había obtenido en las vegas.
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¡Hola!
Se que me he atrasado un día, pero con esto me pongo al día. Me he alargado más de lo esperado con este relato y espero que les guste, que este ha sido mi favorito.
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