.
CAPÍTULO 38:
"La tormenta perfecta"
.
Blaine despertó lentamente, sintiéndose en el cielo. Aquella cama era extraordinaria. Jamás imaginó que un colchón y almohadas así existieran.
Kurt había tenido razón cuando le dijo que una vez que se acostara, no querría levantarse de ahí.
Haciendo un esfuerzo vio el reloj. ¡Las nueve de la mañana! Nunca había dormido tanto en su vida. Con un suspiro se envolvió más con el suave cobertor y cerró los ojos. No importaba la hora que fuera, pensaba quedarse acostado un buen rato.
Kurt también había tenido razón en lo de dejar el aire acondicionado a una temperatura baja. El ambiente se sentía ligeramente frío, pero no para congelarse, y era ideal para dormir.
También tuvo razón en lo bueno y beneficioso que era reposar en la tina con agua caliente. Su cuerpo nunca se había relajado de esa forma.
Claro que tenía razón en todo, sabía de eso porque era a lo que estaba acostumbrado.
De pronto, un vacío se asentó en su estómago ante la idea que lo golpeó.
Sus vidas eran más opuestas de lo que se había dado cuenta y su amistad no era pareja.
Lo único que él necesitaba para despejar su mente era alejarse por unos días, pero Kurt le estaba dando más que eso. Había preparado una experiencia extraordinaria, y ese maravilloso hotel lleno de comodidades era parte de ella. En cambio, cuando su amigo necesitó ayuda, él sólo le dio un colchón de espuma que puso en el suelo; el cual le estaba destruyendo la espalda; y unos cuantos minutos de agua caliente que no le alcanzaban.
Definitivamente iba a tener una conversación muy seria con él. Aunque le doliera que este se fuera del departamento, no podía permitir que continuara padeciendo cuando podría estar tranquilo disfrutando de las comodidades habituales de su vida.
Si bien era cierto que lo había perdido todo, sus mejores amigos no lo iban a dejar solo. Él mismo se lo había dicho, siempre se cuidaban y se apoyaban entre ellos, así que no tenía sentido que…
¡No! ¡No era posible! Una vez más Kurt había renunciado a lo que él era y a lo que le hacía feliz, ¿pero por qué? Ya no tenía ninguna obligación de hacerlo ni de aparentar algo frente a alguien que esperaba determinado comportamiento de su parte.
Se quitó el cobertor y se sentó frotando su rostro. De pronto su sueño se había esfumado y sus pensamientos se agolparon sin piedad.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
Las horas parecían transcurrir lentamente, pero Blaine había encontrado varias formas de distraerse mientras Kurt seguía durmiendo. Era cerca del mediodía, mas no podía culparlo, su cuerpo necesitaba todo el descanso posible en esa grandiosa cama.
Al regresar de una caminata por los alrededores, empezó a recorrer el lobby del hotel cuando un cuadro llamó su atención y se detuvo para mirarlo a detalle. Los colores y las formas resultaban interesantes. No es que él supiera de arte, pero sí era capaz de admirar la belleza.
—¡Tan hermoso y cautivador! —una voz masculina proclamó a escasos centímetros.
—Este cuadro es impresionante —dijo Blaine totalmente convencido—. Transmite tantas emociones al mismo tiempo.
—Sí, el cuadro es muy bueno, pero me refería a ti.
Ante la sorpresiva declaración, Anderson se petrificó sin saber qué decir o hacer.
»¿Qué pasó? ¿Por qué tan callado de pronto?
El de rizos volteó lentamente para ver al sujeto.
»Perfecto —sonrió—. Una obra suprema. Soy Matt —extendió la mano.
—Blaine —correspondió la acción.
—Y dime, ¿qué hace un chico tan encantador por aquí?
—Estoy recorriendo el hotel —dijo ligeramente nervioso.
—Puedo ser tu guía —sonrió coqueto.
—Te lo agradezco, pero estoy bien así.
—Demasiado bien —lo miró de pies a cabeza de manera libidinosa—. Y es un crimen que estés solo.
—No estoy solo. Vine con un amigo.
—No lo veo por ninguna parte, y tengo un rato observándote.
Tal confesión lo desconcertó por un instante.
—Ah… Ya mismo baja.
—Si tú lo dices. Pero en todo caso, en este momento estás solo y me ofrezco a mostrarte el lugar. Es obvio que es tu primera vez aquí.
—¿Cómo lo sabes?
—Vengo con frecuencia a este hotel y nunca te había visto. Además, la forma en la que prestas atención a cada detalle es un claro indicativo.
—¡Oh, sí! Es que este lugar es muy bonito y me gusta todo lo que veo.
—A mí también me gusta lo que veo —sonrió—. ¿Entonces?
—¿Qué?
—¿Ya terminaste tu recorrido?
—No lo sé. Supongo.
—¿Fuiste al área de la piscina?
—¿Hay una piscina?
—Sí, y acabas de responderme… Ven, te llevo para que la conozcas.
—No quiero causar molestias.
—Nada que provenga de ti podría ser molesto, y para mí será un verdadero placer guiarte.
—Ah… gracias. De verdad eres muy gentil.
El hombre asintió.
—Ven conmigo.
—Sí, está bien.
—¿Qué te parece? —preguntó una vez que llegaron.
—Todo aquí es increíble. Y… ¡Vaya! ¡La piscina es enorme!
—Diría que es normal. Las hay más grandes.
—¿En serio? ¡Guau! —siguió observando— ¡No puede ser! ¡Tiene una caída de agua! —sus ojos brillaron emocionados— ¿Y esos que se ven a los lados qué son?
—¿Cuáles?
—Esos círculos que están en las paredes dentro de la piscina.
—Luces LED.
—¿Luces en el agua?
—Claro, para iluminar la piscina en la noche.
—¡Oh, guau! Esto es más de lo que imaginaba.
—Tal parece que nunca hubieras visto una piscina en la noche.
—Ni en el día tampoco.
—Interesante… ¿Y sabes nadar?
—N-no.
—Que no te de pena, yo puedo enseñarte.
—Ah… Gracias, pero no.
—Soy instructor en una academia importante.
—¡Oh! ¿Y está aquí cerca?
—No, es una academia grande en la ciudad. Aquí vengo a descansar.
—Entonces estás de vacaciones.
—Podría decirse, pero si quieres que te enseñe a nadar, lo haré encantado.
—No puedo pagar las clases.
—No he mencionado ningún valor.
—De todos modos, no puedo afrontarlo.
—Entiendo, e insisto en que no he dicho nada acerca de dinero. Estoy de vacaciones, así que lo haría porque me complace ayudar, y tú realmente lo vales.
—¡Oh! No sé qué decir…
—Te advierto que no voy a aceptar una negativa de tu parte, y puedo ser muy insistente cuando me propongo algo.
—B-bueno… Gracias.
—Empecemos entonces —sonrió.
—¿En este momento?
—Por supuesto. ¿Para qué esperar?
—No tengo traje de baño.
—No lo necesitas.
—¿Y cómo voy a meterme a la piscina?
—Supongo que usas ropa interior.
—Sí, claro.
—Bueno, es lo mismo.
—No lo es.
—Claro que sí. Esos son los vestidores —señaló a un costado—, ve a cambiarte, y puedes pedir una toalla a quien esté de turno.
—Ah… No lo sé.
—No lo pienses más y hazlo. La vida es de los audaces.
No dejes que la piscina te intimide, nadar es más fácil de lo que muchos imaginan. Depende en gran parte del instructor que tengas, y soy el mejor.
—No lo estoy poniendo en duda, es que…
—Entonces deja de buscar excusas y ve a quitarte esa ropa. Voy a enseñarte todo lo que no sepas —volvió a mirarlo de pies a cabeza.
—No hagas eso.
—¿Qué cosa?
—No me gusta la forma en la que me miras por momentos. Me hace sentir incómodo.
—No es mi culpa que seas tan atractivo, no obstante, te aseguro que lo último que pretendo es que te sientas incómodo a mi lado. Quiero que confíes en mí para que estés totalmente a gusto y dispuesto.
—¿Dispuesto?
—A aprender —sonrió—. Vamos a cambiarnos.
—Te dije que no tengo traje de baño.
—Yo tampoco. Está en la maleta, pero no voy a desperdiciar tiempo en ir a la habitación cuando la ropa interior es exactamente lo mismo.
Mientras más rápido empecemos, será mejor —le guiñó el ojo y se dirigió hacia el vestidor.
El de rizos se quedó pensativo sin estar seguro de lo que debía hacer.
—¿Blaine? ¿Estás aquí? —una voz resonó acercándose— ¿Blaine?
—¿Kurt? —dio la vuelta al reconocerlo y fue de inmediato en su búsqueda.
—¡Blaine! ¡Al fin te encuentro!
—Hola —sonrió ampliamente y lo abrazó.
—Lo siento. Me quedé dormido.
—No tienes por qué disculparte. ¿Qué tal descansaste?
—Muy bien. ¿Y tú?
—Igual… ¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Te estuve buscando. Me dijeron en recepción que saliste del hotel, pero Tiffany te vio cuando regresaste y se acercó para avisarme que habías venido acompañado a la piscina.
—Ah, sí. Conocí a alguien en el lobby y se ofreció a enseñarme el resto del hotel.
—¿Aceptaste irte con un extraño?
—Primero, sigo dentro del hotel. Segundo, es un instructor muy amable que me va a enseñar a nadar.
—¿Qué?
—Hay una piscina, y no sé nadar.
—Blaine, es un desconocido. No importa lo amable que se comporte, no puedes simplemente aceptar…
—¿Kurt Hummel?
El decorador volteó y su rostro se oscureció.
—¿Matt?
—¡Vaya que este mundo es pequeño! ¿Quién diría que te encontraría aquí?
—Sí, quién diría…
—Veo que conoces al muñeco —le dio a Blaine una mirada sucia.
—¡No le digas así! —gruñó.
—A él no le molesta. Y si nos permites, tenemos algo pendiente.
—No tienes nada que hacer con él.
—Amm… Kurt, Matt es la persona de la que te estaba hablando.
—Uy, me halaga que estuvieras hablando de mí —le sonrió guiñándole el ojo.
—¡Déjalo en paz! —dio un paso al frente de manera desafiante.
—Creo que Blaine puede tomar sus propias decisiones.
—¿De dónde se conocen ustedes? —preguntó el chico al notar la tensión que había.
—La universidad —respondió Kurt sin apartar la mirada del hombre semidesnudo que estaba frente a él.
—Sí, solíamos salir.
—¿Salir, como en citas? —quiso saber ante la inesperada noticia.
—Diría que lo nuestro era más físico, ¿cierto Hummel? —sonrió descaradamente.
—¡Cállate! —dijo con fastidio.
—Es increíble como seguimos teniendo el mismo gusto… Aunque creí que los preferías mayores para que te enseñen… —hizo un gesto— Bueno, después de todo este tiempo supongo que el alumno se volvió maestro.
—Eres insoportable —se dio la vuelta—. Vamos, Blaine.
—Si te quieres ir, no hay ningún problema, pero Blaine quiere que le enseñe todo lo que sé, ¿cierto, dulzura?
—¡Aléjate de él! —le dio una mirada de advertencia.
—Déjalo responder. No tienes que… Espera… —levantó una ceja— ¿Quiere decir que Dante es libre ahora? ¿O esto es un affair?
—¡Vete al carajo! ¡Y no te vuelvas a acercar!
—No puedes decirme qué hacer —proclamó de manera burlona cuando el par se alejó.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Anderson bastante confundido.
—No quiero que te vuelvas a acercar a él —dijo con seriedad.
—Yo no lo hice, fue Matt quien se acercó.
—Es igual. Si te vuelve a buscar, sólo vete.
—Pero él es el instructor que me va a enseñar a nadar.
Kurt se detuvo y volteó mirándolo enardecido.
—¡Él no es ningún instructor! —apretó los dientes.
—Me dijo que trabaja en una academia importante en la ciudad.
—¿Y desde cuándo crees en todo lo que te dicen?
—Es que… fue muy convincente y amable.
—¡De verdad que me sorprendes!
—¿Por qué estás enojado conmigo? —frunció el ceño.
—¡No puedo creer que caigas tan fácilmente con un extraño sólo porque te dice dos palabras bonitas! —ingresó al elevador.
—Las cosas no fueron así.
—¿Qué hubiera pasado si no llegaba en ese momento? Él ya se había quitado casi toda la ropa.
—Porque me iba a enseñar a nadar —sostuvo la puerta con la mano.
—¡Por favor, Blaine! ¿Cómo puedes ser tan ingenuo? —elevó la voz— ¡Según tú, por la vida que has tenido has aprendido a reconocer a las personas y sus intenciones, tu intuición se ha desarrollado muy bien y un largo etcétera, pero si es así como tu intuición funciona, es un milagro que no te haya ocurrido nada! Aunque ya no estoy seguro de qué pensar.
—¿A qué te refieres?
—No es posible que no te dieras cuenta del doble sentido que seguramente usó al hablar, o de la manera en la que te veía.
—Le dije que no lo hiciera.
—Pues no fuiste muy convincente porque te estaba devorando con la mirada.
—No sé a dónde quieres llegar con todo esto ni por qué me estás hablando de esa forma, pero no me gusta —dijo subiendo sus escudos por primera vez desde que se conocían.
Una pareja cruzó seguida por alguien del personal, quien se los quedó mirando.
—Entra para que podamos hablar —dijo el mayor al darse cuenta de la situación.
—No quiero. Y no me interesa seguir hablando del tema.
—Matt jamás se acerca a alguien con buenas intenciones, lo sé porque lo conozco.
—Sí, dejó claro lo bien que se conocen.
—No soy esa clase de persona —bufó—. Sí salí con él, pero las cosas no son como las dijo. ¿Y qué tiene que ver eso contigo?
—No lo sé. Dímelo tú que estás tan molesto porque él se me acercó.
—¿Estás hablando en serio? Si estoy molesto es porque lo único que él quería era acostarse contigo, y pareces estar bien con la idea.
—Tal vez es lo que yo también quería.
—¡Eso no es cierto!
—¿Cómo puedes saberlo? Es obvio que en estos meses no has llegado a conocerme.
Kurt frunció el ceño.
—Blaine, entra.
—No. Y puedes hacer lo que quieras hoy, yo voy a estar con Matt porque me interesa mucho todo lo que se ofreció a enseñarme —retiró la mano para que la puerta pudiera cerrarse y dio la vuelta para dirigirse hacia el área de la piscina.
Hummel liberó por la nariz el aire retenido, salió del ascensor a paso veloz para darle alcance y lo sujetó del brazo al lograrlo.
—¡No vas a ir con él! —fue firme.
—Suéltame.
—No voy a permitir que hagas algo de lo que después te arrepientas.
—No es tu problema —giró y sacudió el brazo para liberarse del agarre.
Alguien pasó junto a Kurt, llevándolo a observar a los alrededores. No había casi nadie a esa hora, pero los pocos que estaban seguramente ya se habían dado cuenta de lo que ocurría. Luego miró a Blaine y sintió un nudo en el estómago porque más que enojado, este estaba claramente herido, y por primera vez no le importó el qué dirán. Lo único que quería era solucionar lo que estaba ocurriendo y que su amigo no se sintiera así.
—Sé que no tengo ningún derecho a decirte qué hacer —el tono de su voz cambió por completo—, pero si intervengo es porque no quiero que nadie se aproveche de ti o te haga daño.
Lamento lo que dije. No estaba pensando. La verdad es que te conozco muy bien y sé que no eres la clase de persona que se involucraría con un sujeto como Matt.
Eres dulce, soñador, romántico, de los que quieren una relación bonita; no algo de un momento, y lo sé por todas las conversaciones que hemos tenido, por las canciones que escribes, por eso tan hermoso que hay en tu mirada.
De verdad lamento lo que dije, y espero que puedas perdonarme.
—¿Por qué estabas tan enojado?
—No quiero que nadie te lastime, y que él se acercara a ti me sacó de control.
Eres especial, Blaine, mereces a alguien que se dé cuenta de ello y que lo valore, y te puedo asegurar que ese idiota no lo hará.
Es obvio que le gustaste, pero no se acercó a ti para nada bueno porque es de los que buscan a alguien para divertirse un rato y luego se van.
—Tal vez no me di cuenta de sus intenciones en ese momento, pero en cuanto lo hiciera, lo habría detenido.
—No lo dudo. Sin embargo, te hubiera hecho pasar un mal momento porque puede ser muy persistente y no entiende o no le importa una negativa… No quiero eso para ti.
Blaine inhaló lentamente y con un ligero movimiento de cabeza le indicó que se dirigieran hacia el ascensor.
Una vez dentro del artilugio, lo miró preocupado.
—¿Eso fue lo que te pasó?
—¿Qué?
—Lo que dijiste que Matt hace. ¿Te forzó a algo?
—Lo que pasó con él no importa. Hablamos de ti.
—A mí me importa, y quiero saber.
—¿Para qué si eso ocurrió hace años?
—Él dijo que ustedes tuvieron algo físico, y quiero saber si te hizo daño en algún momento.
Kurt suspiró y lo miró a los ojos.
—Nos conocimos en la universidad. Él no tenía ningún problema con buscarme y demostrar su interés por mí delante de todos, lo cual me gustaba dadas mis experiencias anteriores, así que cuando me invitó a salir, no dudé en aceptarlo, pero nunca imaginé que en la primera cita intentaría llegar tan lejos, así que tuve que ser claro con él.
Los besos estaban bien y, reconozco que a veces las hormonas me ganaban y me dejaba llevar, pero en cuanto las caricias se volvían muy atrevidas, lo detenía de inmediato, sin embargo, Matt cada vez quería más, y como eso no era lo que yo estaba buscando, le dije que era mejor que dejáramos de salir. De inmediato me pidió otra oportunidad, y vaya que tiene labia porque terminé aceptando.
Creí que después de esa charla había entendido lo que yo esperaba de una relación ya que empezó a comportarse correctamente, pero duró poco. En realidad, sólo estuvo esperando lo que él consideraba que era el tiempo suficiente para llevarme a la cama.
No sé por cuánto tiempo estuvo planificando esa cita, pero tenía preparado el lugar para que fuera la mejor experiencia de mi vida, según sus palabras. Había de todo ahí, desde preservativos hasta juguetes, incluyendo varias cosas que jamás había visto.
—¿Y qué hiciste?
—Me asusté y salí corriendo. Luego de eso dejé de contestarle las llamadas y mensajes, pero no podía evitarlo en la universidad, y tuve que enfrentarlo.
Decirle que estaba equivocado, que no me gustaba la prisa que tenía y que apenas estábamos conociéndonos fue como un detonador para que se volviera más insistente y tratara de convencerme a toda costa, aun cuando no volví a aceptar ninguna invitación suya.
Algunos amigos me decían que se notaba que estaba interesado en mí, que no dejara pasar esa oportunidad y un montón de cosas más. Claro que ellos no se imaginaban lo que Matt quería.
Los únicos que sabían todo eran Trevor y Bernard, y me apoyaron como siempre, aun cuando me habían advertido desde el principio que él no les agradaba.
—¿Dejó de buscarte?
—Después de un tiempo. Como te dije, puede ser muy persistente.
Al principio no sabía si realmente yo le gustaba o si no estaba acostumbrado a que lo rechazaran y por eso se había empecinado conmigo. Luego comprendí que se trataba de lo segundo por lo odioso que se volvió, y aquello me llevó a cometer uno de los peores errores de mi vida… —suspiró— pedirle a mi padre que me ayudara.
Si bien él logró alejarlo después de lo que le conté, omitiendo obviamente varios detalles, fue suficiente para que se volviera mucho más estricto conmigo y empezara a controlarme. Poco después surgió su idea de que conseguirme un novio de buena familia me mantendría a salvo y haría que todos me respetaran.
—Lamento que pasaras por todo eso. No lo merecías —hizo una mueca—. Ahora entiendo tu enojo… Jamás hubiera pensado que Matt sería capaz de hacer esas cosas.
—Es lo único que siempre le ha interesado.
Blaine cerró los ojos e inclinó la cabeza en silencio, permitiendo que sus pensamientos corrieran libres.
—¡No puedo creer lo estúpido que fui!
—No digas eso.
—¿Cómo no me di cuenta de sus intenciones? Todos sus halagos y esas miradas que… Lo hacía por momentos únicamente y tal vez por eso no… Meternos a la piscina en ropa interior… —chasqueó la lengua.
—Espera, ¿qué?
—¡Estúpido! ¡Tan estúpido!
—Blaine, basta. No quiero que te expreses de esa forma.
Su corazón latía con fuerza debido a la rabia que sentía por haberse dejado engañar, pero también por lo que Kurt tuvo que pasar.
—Fui un completo…
—Ya no sigas —lo tomó de la mano—. Tu alma es noble, pura y…
Anderson parpadeó lentamente y observó aquella nívea mano sosteniendo la suya mientras frotaba pequeños círculos en el dorso. Aquel toque era calmante, y no podía explicarlo. De pronto la sensación fue subiendo por su brazo y extendiéndose por todo su pecho.
Las palabras de Kurt lo atravesaron de tal forma que sus pensamientos fueron reemplazados al instante y la opresión en su corazón se tornó cálida.
La mezcla de emociones era demasiado fuerte, grande, y no sabía de qué manera procesarla. ¿Cómo era posible que este hombre que se encontraba a su lado fuera capaz de producir todo eso en él?
Lentamente fue moviendo la cabeza y su mirada se elevó hasta encontrarse con aquellos hermosos ojos que lo observaban con preocupación, pero también con cariño, desarmándolo por completo.
Su respiración se volvió cada vez más agitada y estaba seguro de que estaba temblando.
Hummel dio unos pocos pasos y se inclinó hacia el frente, atrayéndolo hacia él para envolverlo con sus brazos a la vez que le susurraba las palabras más dulces.
"Todo está bien, precioso", fue lo único que Blaine logró entender porque su corazón latía tan fuerte que retumbaba en sus oídos.
La vida le había enseñado a defenderse y valerse por sí mismo desde que era un niño, pero sentir que alguien no sólo estaba ahí para él, sino que era capaz de cuidarlo y sostenerlo de esa forma, lo hacía sentir bien y totalmente agradecido. Jamás deseo tanto en su vida que un momento durara para siempre.
Kurt podía sentir la agitación del pecho del menor contra el suyo y la manera en la que aún temblaba.
Ahora entendía la preocupación de Scott cuando este le dijo que Blaine era muy inocente a pesar de todo lo que había vivido y que confiaba demasiado en las personas.
Su instinto protector volvió a aflorar con una fuerza inquebrantable. Sólo Blaine era capaz de producir eso en él. Quería cuidarlo, mantenerlo alejado del cruel mundo, abrazarlo siempre sin importar las circunstancias. Quería estar a su lado cuando este lo necesitara y contenerlo como lo estaba haciendo en ese momento.
Anderson era uno de los seres más puros que había conocido, y no quería que nada ni nadie ensuciara su alma ni le robara su felicidad o esa luz que tenía y que lo atrajo como un imán desde el segundo en el que lo vio.
El chico entre sus brazos era totalmente preciado para él, y estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para que siempre estuviera bien.
El tiempo había pasado lento y al mismo tiempo tan rápido que al escuchar unas voces, giró la cabeza hacia el frente y vio que estaban nuevamente en el lobby con un grupo de personas ingresando al ascensor. Ambos estaban tan absortos en el momento que nunca se dieron cuenta de cuando se abrió la puerta en su piso ni de cuando el artilugio bajó.
—Buenas tardes —dijo alguien al ingresar.
Kurt asintió sin dejar de sostener a su amigo y sin que le importara lo que pudieran pensar.
No sabía si Blaine se había percatado o no de las personas que ahora los acompañaban, pero de ser así, parecía que tampoco le importaba pues envolvió los brazos alrededor de su cintura, pegándose a su cuerpo tanto como le fue posible, y él lo sostuvo con más fuerza.
Aquel acto se sentía tan perfecto, tan íntimo y correcto, que algo lo golpeó con fuerza sacándole casi todo el aire.
—¿Por qué está triste tu novio?
Hummel miró en dirección de la pequeña voz proveniente de un costado y vio a un niño de no más de cinco años, quien los observaba con real interés.
—Ya te he dicho que no te entrometas en la vida de los demás —regañó la mujer que lo llevaba de la mano—. Es de mala educación.
—Pero algo le pasa a su novio.
—Y eso es personal, así que no intervengas más —luego miró a Kurt, luciendo realmente apenada—. Disculpe, a veces puede ser muy imprudente.
—Descuide. No hay problema.
El decorador suspiró y frotó la espalda de su amigo antes de observar en el sensor a qué piso se dirigían.
La mujer se agachó a hablar con el niño, recordándole en voz baja la importancia del respeto, pero el pequeño, más que curioso, parecía estar preocupado.
—Espero que tu novio se sienta mejor —dijo cuando su madre ya se había enderezado, y ella lo miró mortificada.
—Gracias —respondió con una pequeña sonrisa y sin sentir la necesidad de aclarar que entre ellos no eran pareja, tal como lo había hecho en otras ocasiones.
El ascensor se detuvo una vez más, siendo en esta ocasión el dúo de madre e hijo el que avanzó hacia la puerta, y el niño agitó su mano despidiéndose.
—Blaine… —susurró—, tengo que presionar el botón de nuestro piso o nos quedaremos aquí varados hasta que alguien necesite este aparato, y estoy empezando a sentirme claustrofóbico.
Puedo abrazarte tanto como quieras, pero es mejor si vamos a la habitación.
El chico levantó la cabeza y lo miró fijamente. Para Kurt fue un alivio no ver lágrimas en sus ojos.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Por ponerme así. No sé qué me ocurrió.
—Jamás te disculpes por cosas como esas. Tienes derecho a estar molesto y a sentirte vulnerable. No necesitas mostrarte fuerte todo el tiempo, no frente a mí.
—Gracias.
No era necesario preguntar por qué le agradecía, simplemente le sonrió con dulzura y contempló esos hermosos ojos, que lucían un tono verde agua con bordes dorados, perdiéndose en ellos por un instante.
»Kurt, el ascensor —dijo después de varios segundos.
—¿Qué? —lo miró confundido.
—No quiero que alguien vaya a llamarlo y que sigamos subiendo y bajando toda la tarde.
—Yo tampoco.
A pesar de eso, sus brazos permanecieron alrededor del otro y ninguno hizo nada por soltarse para ir a presionar el botón.
Para Blaine fue como estar flotando entre nubes. Los dulces orbes azules mirándolo fijamente, el afecto con el que se estaban abrazando, el calor que emanaba de sus cuerpos al estar tan juntos. Todo era más que perfecto, y exhaló muy lentamente deseando detener el tiempo.
La vida tiene extrañas formas de hacer que las cosas sucedan, y tal vez el inconveniente que se presentó debido a Matt había sido el medio que estaba usando para que pudieran estar juntos. Rogaba que fuera así. Es más, con gusto volvería a pasar por todo si ese era el resultado.
Quería tanto abrazar a Kurt cada día de su vida, besarlo, llenarlo de mimos, decirle todo lo que sentía y escucharlo decir que sus sentimientos eran correspondidos. Quería un futuro a su lado, por apresurado que pareciera. Quería tantas cosas, y todas con él.
¡Estaba perdidamente enamorado! Ya no podía negarlo, como tampoco podía negar las ganas de besar esos labios que estaban peligrosamente cerca de los suyos.
Su corazón se aceleró en segundos y se inclinó un poco para eliminar la ya corta distancia, esperando que Kurt hiciera lo mismo.
