Dentro de veinte años a partir de ahora te arrepentirás de las cosas que no hiciste, así que suelta las amarras y navega fuera de tu zona de confort, busca el viento en tus velas. Explora, sueña, descubre.
Mark Twain.
—x—x—x—
¿Cómo había pasado de ese momento tan sorpresivo, agradable e inexplorado, a ese sentimiento de vacío, rechazo, frustración, enojo e incomprensión?
Hace tan solo unos segundos Eren creía que estallaría ya no por la nueva esperanza sobre el juicio o la terrible angustia de la espera, era por otra razón. Esa sorpresiva presión en sus labios, esa calidez y ternura inesperada lo hicieron sentir pleno, feliz, correspondido. Le hizo sentir como si sus entrañas hubieran tenido una fiesta en su interior y no era desagradable.
Y luego le fue arrebatado tan repentinamente cómo había llegado.
Eren estaba más que furioso y avergonzado… estaba herido y no podía entender cómo todo se había desmoronado tanto, cómo dolía de esta manera tan desconocida.
Había tanto en él, ninguna emoción o sentimiento agradable, pero todo tuvo que guardarlo, tragárselo y fingir que nada había ocurrido. Porque no hubo ningún segundo que tuviera para sí mismo. Tan pronto Eren salió de biblioteca, ahí estaba un guardia en el pasillo merodeando mirándolo con ojos sospechosos. Buscar un lugar seguro y solitario tampoco fue posible; los pequeños cuartos de limpieza estaban cerrados, los baños, lavanderías y duchas ocupados por los reclusos que trabajaban aseando los lugares. Así que Eren tuvo que volver a la celda, con todos los ojos curiosos mirando apenas entró.
—Oye, Eren, ¿qué estás haciendo aquí tan temprano? —Fue Ruslan el primero que saludó y dio la bienvenida con su tono sorpresivo y burlón, acercándose a Eren con todo su grupito detrás.
Eren ni siquiera había llegado a mitad del camino hacia las escaleras cuando lo habían interceptado.
—Ruslan, no estoy de humor—dijo Eren ásperamente, pero el hombre lo ignoró como de costumbre pasando su brazo derecho por los hombros de Eren en un medio abrazo. Eren se sacudió de inmediato alejándose del agarre.
—¿Qué ocurre?, ¿problemas en el paraíso? —bromeó Ruslan con una risa gutural, los demás detrás de él le siguieron.
—Déjame tranquilo—gruñó Eren apartándose bruscamente cuando el hombre quiso volver a tomarlo. El castaño estaba listo para la acción con puños apretados y su cuerpo tenso. Parecía que hace años había evitado los problemas, había sido paciente a las burlas y empujones por el bien de su juicio y las advertencias de Carla. Pero ahora, ahora se sentía intolerante e incapaz de seguir soportando cualquier situación. Si tenía que pelear lo haría, ya no le importaban las consecuencias.
La acción tumultuosa hizo que los reos cercanos detuvieran sus charlas para mirar ansiosos por una pelea, los guardias también prestaron atención para evitar una posible amenaza. Ruslan al igual que su compañía se quedaron perplejos con el comportamiento.
—Vas a permitir que-…
—Eres tan divertido—dijo Ruslan, riendo fuertemente e interrumpiendo el comentario mal intencionado de uno de los reclusos que ansiaba acción. Los lacayos de Ruslan siguieron con la risa sin entender. Esta vez estaban atrayendo todas las miradas, realizando una verdadera escena. Antes de que Eren pudiera marcharse sin comprender lo sucedido, pero tampoco intentar entenderlo, Ruslan lo agarró firmemente por el hombro con dureza y se acercó para susurrarle en voz baja—. Lo dejaré pasar esta vez. Eres divertido, niño, pero recuerda que un poni de un solo truco deja de ser divertido—murmuró gravemente.
—No quiero ser divertido—bufó Eren, y se volvió a alejar con brusquedad.
Los seguidores de Ruslan comenzaron a realizar esos sonidos molestos para incitar a Ruslan en no dejar pasar el comportamiento, pero Ruslan cambió de víctima de mala gana aún con su falso buen humor.
Eren ignoró las miradas de ceños fruncidos y las promesas silenciosas de amenazas futuras. Simplemente ignoró todo y fue a estar en su celda con la triste fantasía de la privacidad. Fue a la cama y tomó el primer libro a su alcance, que resultó ser uno de esos que Armin le había entregado sobre el mar.
Hojeó el libro sin sentido, sin poder prestarle atención a nada. Eren estaba aún molesto y con sus pensamientos no muy lejos de lo acontecido hace más que unos minutos.
Recordarlo hizo que Eren apretara el libro en sus manos. Recordaba la mirada de Levi; Al principio con ojos abiertos y tan sorprendidos como Eren, luego su mirada había cambiado cuando Eren sonrió inevitablemente por todas esas sensaciones en su interior. Por esos breves segundos, Eren ya no tenía ninguna duda de lo que sentía. Y la revelación no le aterró, los miedos que había sentido, las inseguridades que lo habían atormentado se habían vuelto nada mientras miraba esos ojos grisáceos tan profundos, maravillosos y mucho más increíbles que todas esas fotos de océanos que Eren creía majestuosos.
Pero luego, luego todo ese afecto cambió instantáneamente al horror. El rostro de Levi se había contorsionado en un ceño fruncido, conmocionado y conflictivo. Con una seriedad atónita y mandíbula tensa se alejó.
—No debió pasar. No está bien— Había dicho Levi condescendientemente, hirvió la sangre de Eren.
Nada estaba bien, todo en este lugar parecía incorrecto, todo estaba mal. Pero eso, eso que lo había sorprendido, que había hecho que su corazón se detuviera, que dejara de pensar, que había hecho todos esos problemas inexistentes… que lo había hecho feliz. Fue lo más correcto que había sentido en años.
—Mereces algo mejor que esto.
Eren estaba cansado de que asumieran qué era lo mejor para él, estaba cansado de que le dijeran sobre lo que era justo y lo que no, lo que tenía y lo que no tenía qué hacer. Y esto, en esto él tuvo elección, pudo haber rechazado a Levi si quería, pero no lo hizo, él lo aceptó.
Y Levi también lo quería, porque lo inició y lo besó de esa manera tan inesperada, suave y agradable. Y Eren lo correspondió de la mejor manera que pudo, fue instintivo a pesar de nunca haberlo hecho en su vida.
—Que estúpido—susurró Eren para sí mismo, despejando su cabeza de aquellos recuerdos y cerrando abruptamente el libro con furia y vergüenza, recostándose para mirar al techo. ¿Por qué se sentía de esta manera?, en estos momentos incluso una paliza le parecía más soportable. Quizás sí debió pelear con Ruslan simplemente para hacer desaparecer esta sensación que lo hacía sentir terriblemente desdichado.
La breve soledad y la pena no le duraron mucho, por qué, aunque faltaran más que un par de minutos para que empezara la hora recreativa, una cara conocida se hizo presente.
Eren suspiró y reunió toda la poca paciencia que le quedaba.
Después de lo que pareció una eternidad y de las insistencias de Laurent sobre porque Eren tenía que animarse a consumir estos "dulces" que lo ayudarían a relajarse, los demás reclusos que faltaban por sus horas laborales comenzaron a llegar.
—Eren, hola, ¿qué haces aquí? —preguntó Connie con curiosidad al entrar a la celda y encontrarlo. Para ese momento Laurent se había ido malhumoradamente por no conseguir un nuevo cliente para su más reciente mercancía, "dulces" mucho mejores que los que Connie había ganado según sus palabras.
—Jaeger si estás enfermo deberías ir a la enfermería no quiero que se inicie una maldita epidemia aquí—se había quejado Jean al verlo mejor.
Y Thomas simplemente había mirado a Eren con atención y preguntado silenciosamente si Eren quería hablar. A lo que Eren negó con la cabeza.
—Tengo derecho a estar aquí y no estoy enfermo—respondió Eren con simpleza volviendo a retomar el libro como si fuera interesante.
Jean rodó los ojos conociendo el mal estado de ánimo y decidiendo ignorarlo. En todo caso, eligió alejarse, sacó algunos cigarrillos de su escondite secreto y salió de la celda.
Connie y Thomas se quedaron. Thomas dispuesto a escuchar a Eren, Connie sin saber cómo ayudar y desconociendo cual era el problema para empezar. Normalmente Eren no estaba en la celda a estas horas.
—Bueno… iré a la sala de televisión. Van a pasar un partido, solo alcanzaremos a mirar el segundo tiempo, pero muchos hicieron sus apuestas, entre ellos Reiner así que iré. ¿Quieren venir? —ofreció Connie, nerviosamente.
—Iré—respondió Eren de inmediato, cerrando el libro y saliendo de la cama de un salto. Necesitaba una distracción, y el ajetreó que iba a haber por el partido parecía un distractor suficiente para evitar pensar conscientemente en lo ocurrido en biblioteca.
Thomas se negó a acompañarlos, no le gustaba mucho los lugares muy concurridos si podía evitarlos. El joven rubio decidió quedarse atrás, tratando de que Jean no se metiera en alguna discusión por su aparente buena fortuna a la hora del juego. Eren y Connie se fueron. Connie estaba ansioso porque era la primera vez desde que estaba en prisión que vería un partido de futbol.
La sala de entretenimiento estaba repleta de reclusos en el centro y guardias en cada esquina. Eren llegó a entender porque se evitaba mostrar partidos de cualquier juego importante; La tendencia a las apuestas y la afición de algunos presos llegaba a creer desagradables malentendidos y el lado perdedor raramente se lo tomaba bien.
Afortunadamente –desafortunadamente para muchos-, el partido fue tranquilo con un empate que dejó con mal sabor a la mayoría. Estar enfadados con los jugadores de la pantalla fue suficiente para evitar los conflictos entre ellos. Las apuestas fueron desechadas de inmediato.
No obstante, todo el griterío a la pantalla, las charlas aburridas y el ambiente ruidoso hizo que Eren dejará de pensar en lo de biblioteca. Connie fue de gran ayuda siendo el mejor distractor para mantener a Eren evitando su 'problema', hablando sobre los equipos de futbol, aparentemente era un fanático. Reiner y Bertolt cotilleando sobre algunos rumores o cosas que Eren había pasado por alto en las tardes de su ausencia.
El resto del día transcurrió sin incidentes, y le evitó hablar de lo que no quería.
Sin embargo, cuando llegó la noche, eso en lo que no quería pensar ni mencionar fue lo único que tenía en mente.
Sin la fuerza para aparentar fortaleza e indiferencia, la vulnerabilidad e inseguridades salieron fácilmente. Eren enterró su rostro sobre la almohada y se permitió ser miserable. Tratando de comprender por qué Levi había sido tan cruel. ¿Por qué le había hecho creer algo que era imposible?, ¿porqué al principio sí parecía que el sentimiento era el mismo, que era correspondido? ¿Qué le había hecho cambiar de opinión?
Comprendió entonces que no sería tan fácil de ignorar ni de fingir que no ocurrió.
.
El turno de biblioteca comenzaría y Eren no sabía cómo podría mirar a Levi o ignorar lo ocurrido.
La falta de sueño no le había ayudado con las inseguridades, se la había pasado buscando respuestas a sus preguntas toda la noche llegando a conclusiones que lo hacían sentir inadecuado, con la idea de quizás Levi había percibido esa contaminación que Xavi había dejado, quizás Eren lo había hecho mal… o simplemente no era suficiente.
Con una respiración profunda Eren entró a biblioteca, quedarse en la celda o trabajar en la limpieza con sus compañeros no era una opción. Principalmente porque Eren no era un cobarde, no iba a huir por la situación ocurrida ayer, simplemente sucedió e iba a seguir adelante. Sin embargo, era mucho más fácil pensarlo que hacerlo.
Eren negó con la cabeza para alejar los pensamientos y miró los alrededores de biblioteca con cautela… Levi no estaba por ningún lado. Eso no lo alivió.
El castaño se dispuso a trabajar como de costumbre, y un par de minutos después cuando Eren recién había tomado un feo plumero para desempolvar, se escucharon las puertas abrirse. Eren reconocería los pasos ligeros en cualquier momento, pero de todos modos miró de reojo para confirmar sus sospechas.
Por supuesto que era Levi, el guardia estaba ahí con una ligera sorpresa cuando sus miradas se encontraron. Quizás no esperaba que el castaño estuviera ahí, de pronto estaba esa misma expresión de ayer, aquella distante y culpable, su postura tensa. Abrió la boca cómo para decir algo, pero se lo pensó mejor, hasta que murmuró: —… Eren…—sonaba vacilante, no era ningún saludo porque el hombre estaba dudoso como para decir sus siguientes palabras, pero Eren lo tomó como tal, como un saludo llano y simple.
—Capitán—saludó Eren seriamente, sin perder atención a su labor. Para Eren fingir que nada había ocurrido era lo mejor, era mucho mejor que recibir el rechazo. Además, no quería que las cosas cambiaran, quizás si Eren se esforzaba lo suficiente las cosas no lo harían. Este sería un malentendido, mucho más extraño e incómodo, pero uno más como los otros que habían tenido y que habían superado.
Todo volvería a su normalidad tarde o temprano.
Los pasos de Levi se detuvieron brevemente ante su respuesta indiferente, hasta que los pasos se escucharon de nuevo y después el rechinar de la silla. Aparentemente el 'Capitán' también estaba siguiendo su rutina. Eren no sabía qué hacer o cómo tratar la situación para que las cosas volvieran a ser como antes, por lo que dejó que el silencio continuara.
No fue una buena idea.
Era el silencio más incómodo que habían tenido, era el peor de todos. Intolerante, insoportable e imposible.
—No puedo soportar esto— murmuró Eren para sí mismo. Dejó lo que hacía sin soltar firmemente el plumero de limpieza, como si en ella se mantuviera la poca valentía y coraje que le quedaba. Miró hacía atrás al guardia, con todo ese brebaje de emociones que parecían quererlo enfermar.
Estaba a punto de confrontar al hombre, ¿Decirle qué? Eren aún no estaba seguro, pero no iba a tolerar esto más, las emociones conflictivas de la noche siguiendo en su cabeza, su impulsividad siendo su continua aliada para alentarlo a hacer algo. Levi en cambio estaba ahí no muy lejos, su postura no era la usual relajada, se veía tenso sentado rectamente sobre la silla. Un libro le cubría la mitad del rostro, sus ojos eran visibles, pero estaban atentamente mirando el libro, y se le notaba un ligero ceño que le hacía ver severo. No había nada de la calidez de días anteriores.
—¿Vas a escucharme esta vez? —Levi preguntó sin mirarlo, imperturbable a los conflictos y actitudes del castaño.
Por pura rebeldía y despecho Eren quería negarse, para él todo parecía un terrible rechazo y sinceramente no quería oírlo. Pero ¿qué otra opción tenía?, Necesitaba oír esto, ya no había vuelta atrás. Eren ya quería acabar con esto.
Levi tomó el silencio como respuesta.
—Ayer…— dijo Levi, sin soltar el libro y mirando la lectura intensamente—. Lo que hice fue inapropiado, no estaba bien, fue incorrecto en muchos niveles. No debió suceder—. Recitó como algo que había memorizado—. Es algo que no volverá a suceder.
Sonaba como una despedida, la forma tan hosca de hablar de Levi, su apariencia insensible y la falta de atenciones al mirarlo no ayudaban a los pensamientos rápidos de Eren. Algo en su interior se sintió incómodo.
—Te lo devolví—murmuró Eren, sin saber que más hacer. Si Levi se sentía culpable, Eren también lo era.
Levi lo miró al fin, pero había una expresión triste en su rostro—. No tenías opción.
—Lo tenía—argumentó Eren. Ante esto, Levi bajó el libro, y se centró en Eren como si intentara resolver un enigma.
—Eren…—murmuró pesadamente el guardia, pero Eren le interrumpió.
—Tenía opciones, pude haberte apartado, me pude haber alejado y ya no volver. Pero me quedé, te lo devolví… yo… yo…— "lo quería", quería decir, pero las palabras parecían atascarse en su lengua, no querían salir, eran difíciles de pronunciar. Pero entonces le bastó mirar esos ojos grisáceos y ya no le importaba el inevitable rechazo.
—Sabes—interrumpió Levi, antes de que Eren pudiera proseguir. Su rostro tenso y cauteloso se suavizó, pero la mirada triste y dubitativa no abandonó su rostro—. Sabes un guardia y un recluso no pueden, no deben estar juntos. Hay muchas razones para ello, pero sobre todo es considerado como una violación cuando sucede. No quiero eso para ti.
La palabra fue grotesca de escuchar, hizo estremecer a Eren involuntariamente, su mente queriendo irse a ese terrible lugar oscuro, las sensaciones fantasmales queriendo hacer acto de presencia, pero se negó y se concentró en Levi y cerró los puños, su puño derecho apretando duramente en el material de limpieza para recordar su lugar. Tomó aire para agarrar valor, y se acercó lentamente a la silla frente a Levi. El guardia se tensó y lo miró con curiosidad. Sin embargo, Eren no tomó asiento, no al principio, simplemente se quedó de pie y dejó el plumero sobre la mesa—. Pero no hiciste tal cosa. No me forzaste ni obligaste.
—Ni lo haría. Nunca—mencionó Levi, su expresión ligeramente alarmada y preocupada por el pensamiento.
—Lo sé—respondió Eren de inmediato, y tomó asiento—. Lo sé, confío en ti.
Las simples palabras que salieron velozmente de los labios de Eren, hicieron que la tensión acumulada en la postura de Levi se relajara, esto último hizo que Eren tomara la determinación para continuar con lo que iba a decir mucho antes de que Levi lo interrumpiera.
—… lo quería. Yo quería hacerlo—finalmente dijo. Quería que Levi lo supiera independientemente de lo que sucediera.
Levi por su parte se quedó sin palabras. ¿Por qué Eren tenía que hacerlo tan difícil?
Levi no había podido dejar de pensar en lo ocurrido ayer, evitar a Erwin y Hange había sido difícil, conseguir el sueño había sido imposible. Estuvo planeado como manejaría la situación toda la noche, creyó que sería fácil para Eren aceptar, fingir que nada había ocurrido. El castaño había dejado en claro ayer que lo dejaría pasar. Pero Levi no podía, necesitaba arreglar su arrebato y despedirse para poder seguir adelante. No esperó que Eren lo confrontara cuando parecía que no quería escucharlo, no esperó que Eren admitiera que él también quería hacerlo, no esperó que Eren lo mirara con la misma intensidad de sentimientos que había visto ayer poco después de su cuestionable acción. No esperaba que Eren lo hablara tan abiertamente, porque ahora Levi no quería renunciar a esto.
Su lío de pensamientos tuvo que ser duradero porque comenzó a sentir unos toques suaves en su mano. Eren estaba ahí dándole toques tímidos con su dedo índice y murmurándole quejosa y avergonzadamente que dijera algo porque no podía soportar el silencio.
Levi respiró hondo—No sé qué más quieres que diga—admitió en voz baja.
Eren se desinfló y estuvo a punto de apartar la mano, pero Levi lo detuvo porque fue un instante, ese instante que Levi había dejado ir ayer y que no volvería a hacer que hizo que Levi pusiera su mano sobre la de Eren, deteniendo al castaño en su marcha quien estaba a un movimiento de levantarse de la silla.
Quizás había sido la falta de sueño, el deseo de acabar con este tormento de todas estas nuevas sensaciones que impedían a Levi seguir su vida como conocía o solo Eren. Honestamente, Levi no sabía, y sinceramente dejaba de pensar con claridad últimamente cuando se trataba de Eren, pero esto, esto tenía que hacerse.
—Ayer mi imprudente acción habló por mí, hoy ya dije las razones por las que no, por las que esto no es posible. No sé qué más decir—confesó.
—… Entiendo—murmuró Eren, mirando como sus manos seguían juntas—. No quiero que estés en problemas.
—Eren—chistó Levi—. Esos problemas son los que menos me preocupan.
A Eren le tomó uno, dos, tres, cuatro, cinco, demasiados segundos para la comodidad en entender. Se sentó correctamente, miró a Levi con ojos grandes e incrédulos. Hasta que el agarre de Levi se afianzó en su mano, que comenzó a comprender de verdad. Levi dio sus razones por las que esto, lo que sea que era esto, no era posible. Pero jamás negó los sentimientos.
Saber todo eso invadió a Eren de pura alegría, al diablo con la vergüenza, las reglas y lo que era correcto o no. Sintió sus mejillas calientes cuando la comprensión llegó, cuando la intensa mirada de Levi no le perdía ni un segundo.
—Quiero esto—murmuró Eren y entrelazó los dedos con los de Levi para sostenerlo mejor, correctamente, como sentía que debería ser. Levi no se resistió y sus manos se juntaron; Eren vislumbró también algo de colorete en las mejillas del guardia y esa mínima, pequeñísima curvatura de sus labios que hacía que el corazón de Eren diera un vuelco. Pero todavía había esa ligera duda en esos ojos azules como el acero.
Eren sintió que esta vez él tenía que dar el primer paso, se acercó un poco más y sin pensarlo intentó recrear lo de ayer. Aquel momento que revolvió todo su ser en una sensación cálida.
… Falló miserablemente.
La mesa era un divisor incómodo, Eren no calculó correctamente la distancia por lo que sus narices chocaron, sus rostros no conectaron como la vez anterior. Fue vergonzoso, humillante y doloroso. Pero el dolor de nariz, de labios y dientes no fue nada contra la ardiente vergüenza y terrible falla. La inexperiencia de Eren fue evidente, quería que la tierra lo tragara. Su mente lo había hecho parecer fácil, las películas y series algo que no requería ciencia… que equivocado estaba. No obstante, aunque su cara estaba roja, escuchar reír a Levi suavemente–después de esa sorpresa y mueca adolorida inicial- y ver que toda tensión e incertidumbre desaparecía en él fue lo único que valió la pena.
—En mi-… —la justificación que Eren quería decir murió cuando los labios de Levi tocaron los suyos, esta vez correctamente. Como Eren había imaginado que debía haber sido.
Si Eren tenía que pasar por el bochorno y humillación anterior para obtener esto, no dudaría en hacerlo. Valía la pena, y aunque por menos de medio segundo estuvo aterrado de hacer lo correcto, después no le importó. Lo disfrutaba, era suave, cálido, anhelante, maravilloso y simplemente se dejó llevar.
Eventualmente tuvo que terminar con la misma vertiginosidad con la que había iniciado. Levi se separó y volvió a su asiento. Eren se quedó aún de pie recargado en la mesa, parpadeando, tratando de asimilar lo que había ocurrido. Ambos todavía estaban colorados y sin aliento.
El guardia trató de hacer como si nada hubiera sucedido porque recogió el libro que había sido olvidado al principio y se acomodó en su asiento. Levi no pudo ocultar el sonrojo de sus mejillas, fue algo encantador y risible para Eren de mirar, pero lo guardó para sí mismo.
—Todavía quedan más de 30 minutos, y tienes muchas cosas que hacer. Anda, termina el trabajo—ordenó Levi con un ceño fruncido que no engañaba a nadie.
Eren no se molestó ni se desconcertó por el abrupto cambió de tema, o el repentino desinterés. En realidad, fue bienvenido. Eren no tenía ni idea de cómo desviar las atenciones, no quería que fueran descubiertos y meter a Levi en problemas. Todo esto era tan nuevo y desconcertante que no vio problemas en seguir la corriente.
—A la orden, capitán— exclamó Eren, sin perder la coloración roja de su rostro y la tonta sonrisa que comenzaba a formarse.
Eren comenzó a trabajar mucho más motivado, ligero y como si de verdad hubiera descansado. No podía dejar de sonreír y tararear como un idiota. También contó de los cotilleos de los que se había enterado porque no podía aguantar el silencio y Levi lo estaba escuchando. Cuando sus miradas se encontraban el color a sus rostros volvía y seguían a lo suyo con nerviosas sonrisas.
Para Levi todo parecía irreal, mucho más con ese beso estúpido que Eren había intentado. El castaño se veía tan avergonzado y miserable, que Levi no tuvo de otra que hacer lo que creía correcto. Y ahora estaban ahí siendo estúpidos, soltando risitas.
Solo Eren, solo Eren le contagiaba este nivel de estupidez.
Sin embargo, la mala costumbre de Levi no tardó en aparecer. Esa voz, esa molesta, agría y susurrante voz que siempre le recordaba a Levi su realidad le dijo que esto que recién comenzaba terminaría; Si Eren tenía suerte quizás solo tendría semanas en su compañía si su juicio salía bien, y si Levi era honesto no esperaba que Eren quisiera seguir a su lado para cuando lo liberaran, era por ello que Levi había dejado de luchar consigo mismo cuando Eren había correspondido.
A pesar de todo eso, a Levi ya no le importaba, disfrutaría estos días y él estaría bien con eso.
—x—x—x—
Eren seguía con su rutina como normalmente haría. Evitó los problemas haciendo las paces con Ruslan comprando uno de esos chocolates y frituras que el hombre grande tanto atesoraba, se unió a los juegos de apuestas y casualmente lo perdió ante Ruslan. No se lo iba a dar abiertamente, no quería dar ideas equivocadas, el juego de apuestas fue un medio más seguro, y aunque Ruslan estaba desconcertado al principio, aceptó el premio gustoso y le murmuró a Eren diciéndole que era un chico divertido y que sabía porque le agradaba. Con Ruslan de su lado, los reclusos que prometieron amenazas desistieron de aquellas ofertas y perdieron interés.
Mientras tanto en biblioteca, Eren continuaba tomando sus horas libres y aunque había creído que no quería que las cosas cambiaran por miedo al cambio, sí que habían cambiado y para mejor. El castaño no sabía cuánto necesitaba esto.
Los besos ya no fueron parte de la ecuación. No es que a Eren le desagradaban los besos ahora que ya los conocía personalmente, es solo que no sabía cómo darlos ni pedirlos, y Levi parecía no tener interés en llegar algo más o dar la iniciativa para eso. Pero sí se agarraban de las manos y se recargaban el uno con el otro y eso se sentía más que suficiente.
No todo era perfecto, había esos silencios tímidos e incomodos; el suave roce de los dedos antes de sostenerse de las manos mientras leían o sentir el peso adicional en el hombro cuando alguno de ellos se recargaba inconscientemente con el otro los ponía a ambos tensos y nerviosos.
Su relación era nueva, desconocida y extraña. Era como si caminaran sobre cascaras de huevo y ninguno sabía cómo caminar ahí, demasiado temerosos como para arruinarlo. Pero lo estaban intentando, descubriéndolo juntos y eso a Eren no podía haberlo hecho más feliz.
Luego Carla llegó sorprendentemente un día, Eren estaba tan distraído con esto tan nuevo que estaba experimentando que se había olvidado de todo lo demás.
Había estado con Levi cuando vinieron a llevarlo a su visita con su abogada. Un apretón de manos y una mirada significativa fue todo lo que tuvo con Levi como despedida y apoyo moral.
Cuando el castaño llegó frente a la mujer rubia, la joven mujer le comentó que le habían dado una semana para comenzar a prepararse y enfrentar el juicio. Eren tenía que repasar nuevamente su historia y comenzar a alistarse para todos los interrogatorios que vendrían.
—¿Cómo les fue a los demás? —Eren preguntó, cuando Carla se detuvo un segundo de su explicación sobre todo los pasos a seguir.
—Algunos de ellos les ofrecieron tratos antes de empezar—respondió Carla, con cierto disgusto mientras lo decía—, así que están libres. Los que fueron a juicio les darán su veredicto en dos semanas, todo parece favorable así que estarán bien.
—¿Qué hay de malo con los 'tratos'? — cuestionó Eren con curiosidad.
—No hay nada de malo si te llegan a ofrecer uno, eres libre de tomarlo. Son acuerdos que benefician tanto a la víctima como al culpable en ciertos casos. Es… te lo explicaré más tarde si llegamos ahí. Por ahora lo más importante es centrarnos en esto—la rubia dejó un montón de documentos sobre la mesa.
Eren los hojeó un poco y descubrió que eran documentos de su la ultime vez en el juzgado.
—Será similar al anterior, no puedo agregar nuestros nuevos descubrimientos. Pero no te alarmes Eren, no dejaré que pases la misma experiencia como fue esa vez. Te apoyaré en todo.
Eren no recordaba mucho de la última vez, había dejado de tener buen optimismo cuando sus abogados ni siquiera intentaron mucho en refutar los ataques y acusaciones injustificados. Todo su esfuerzo y atenciones se habían ido para intentar ser fuerte y no desmoronarse frente a Hannes, Mikasa y Armin cuando estaba recibiendo los cargos. Ese día había sido agotador.
Carla le sonrió con confianza y siguió con sus explicaciones. Y Eren le creyó.
El futuro parecía prometedor.
