Es muy probable que para el año 1996 la tecnología estuviera avanzada en algunos lugares del mundo; pero en San Pablo las cosas eran diferentes. No teníamos telefonía celular, direcciones electrónicas y menos servicio de internet por cableado ya que no teníamos servicio telefónico particular.

Mamá acudía a la estación telefónica una vez a la semana para hablar con Stear en un tiempo programado por los dos; cuando él no podía estar por cuestiones escolares dejaba el mensaje con la señorita que atendía el lugar. Cuando tenía alguna urgencia recurría al servicio de telégrafos y muy pocas veces usaba el servicio postal; pero, mamá no era a la única persona que Stear le escribía o llamaba por teléfono; también había quedado con Candy.

En esta nueva etapa del secundario generé más confianza con algunos amigos de la primaria y establecí amistad con algunos que solamente conocía de vista. Papá había tenido razón; las niñas se ponían más simpáticas y aquellas con las que nos gustaba correr durante los períodos de descanso en el anterior colegio ahora preferían otras cosas. –Susy; salgamos al receso – insistía Lyan. Con ambas había estudiado desde el tercer grado; Susana Marlow y Lyan Maxwell

-No tengo ánimos, hace mucho calor allá afuera; prefiero quedarme aquí

Lyan engarzó su mano en mi brazo y tiró de mí – Acompáñame, Terrence

-Está bien, vamos – Le acompañé a la cafetería y aunque ella esperaba que yo cubriera el monto, con honestidad no era algo que siquiera había imaginado

-Creí que me invitarías a tomar algo

-Me hubieras dicho que te invitara algo

-Así no, Terrence, lo emocionante es que sea algo espontáneo

-Perdón, lo siento. La próxima vez así será – Encaminamos nuestros pasos para regresar al aula cuando me quedé a medio camino con algunos amigos –Ve, luego te alcanzo

Ese "luego"; también fue tema de reclamo porque regresé al aula juntamente con el profesor y algunos compañeros que esperamos hasta el último minuto del descanso para ingresar.

La ropa fue otro tema, el uniforme comenzó a quedarme corto antes de tiempo al igual que mi guardarropa; de tal manera que pronto dejé de ser el "enano" de la familia; en los primeros meses del secundario alcancé a Archie en su estatura.

También comencé a practicar de manera más constante y disciplinada todos los deportes que más podía; volibol; futbol, básquet bol y algo de natación; siendo los tres primeros los más presentes en mi vida y de esos tres, el básquet bol fue el preferido, tal como mis hermanos lo practicaban, ahora era mi turno de dejar mi marca personal en este colegio.

Comencé a ser popular… ya no era más "el hermanito de Stear" o "el enano"; ahora era "Grandchester" o "Terry"; este diminutivo era el favorito de las niñas y mi apellido, para la mayoría de mis amigos y profesores.

-Ey! Grandchester, ¿Nos vemos en tu casa para los deberes de ciencias?

-¿Qué les parece que sea en la Biblioteca?

-Pero, hay que hacer muchos recortes

Susy se recargó en mi espalda para preguntar -¿Puedo unirme a su equipo?

-Lo sentimos mucho, Susy, pero, eso no será posible ya que el profesor de ciencias ha dicho que los equipos fueron conformados por él ¿Recuerdas?

-Es que mi equipo no se integra bien para hacer los deberes

-Lo sentimos, pero, podrías solicitarle al profesor que te cambie

-Gracias, Luisa. Lo intentaré

Me quedé un poco tarde después del entrenamiento y al salir del colegio para recuperar el tiempo y recoger a mi pequeña hermana, noté que Susana lloraba frente al profesor de ciencias; no me detuve para saber si se encontraba bien o no; no podía hacer esperar a Karen y ya iba un poco tarde.

Pedaleé lo más rápido que pude para no demorar; al pasar por el parque central vi a algunos chicos del Bachiller que descendían del bus. Al llegar al cole, Karen estaba con John y Candy –¡Ey! Terry; Hacía mucho que no te veía

-Candy- Sentí que me sonrojé- De hecho, desde el verano que no nos vemos – Cargué en mi hombro la pesada bolsa de libros de mi hermana – Y al día de hoy, son ya casi cuatro meses

-Es verdad, casi ya no coincidimos en ningún lugar. Los deberes del colegio me quitan la mayor parte del tiempo y a veces no vuelvo en el bus, sino que me quedo en casa de una amiga; se llama Annie Brigther.

-Hoy he quedado de ir a la biblioteca, tenemos deberes de ciencias y…- Las palabras se quedaron en mi boca; quería decirle que le había evitado de manera intencional porque había en ella una respuesta que mi hermano Stear esperaba y que, yo, temía que fuera afirmativa

-¿Sí?

-Amm, emm, perdón, es que de pronto creí que posiblemente me desocupaba antes y podríamos vernos más tarde

-Eso me encantaría! – Su sonrisa se amplió -¿Te espero en casa?

-No, te invito a la fuente de sodas

-Es una cita, te estaré esperando a las 7:00

-Haré mis deberes con prisa – Dije emocionado

-Pero, recuerda: "Bien hecho y a la primera…"

-"…Es calidad" – Concluí la frase favorita de Candy. La había aprendido de las tardes cuando hacíamos juntos los deberes en la sala de estar de su casa.

Tenía dos horas para que avanzáramos en la investigación de ciencias y la mayor parte del tiempo se nos había ido en hacer bromas; de pronto miré el reloj y faltaba una hora para encontrarme con Candy en la fuente de sodas y no quería que ella se quedara tiempo esperándome – Denme las palabras que me corresponden buscar en el diccionario y ustedes mientras avancen en las láminas

-¿Llevas prisa, Terry?

-Sí, Susana

-No me llames así, dime Susy. Así me llaman todos los demás

-Intentaré; ahora debo apurarme - Los tiempos en los que me tocó realizar investigación constaba en saber usar los libros que integraban las enciclopedias temáticas y los diccionarios que casi era un libro por letra del abecedario. Los trabajos se entregaban mecanografiados y con la menor cantidad de errores posibles; la marginación era con color azul y el título en letras rojas, con portada donde se colocaban los datos de la materia, nombre del profesor, y el nuestro sin abreviaturas, así como el número del pase de lista. En caso de no contar con una máquina de escribir, debíamos tener una letra clara, legible, sin faltas de ortografía y con buena semántica. –Aquí está mi parte del trabajo

-Bell, está recogiendo la parte de la investigación para conjuntar el manual.

-Debo irme

-Está bien, Grandchester. Nos vemos mañana

-Terry, ¿Podrías acompañarme hasta mi casa? También es tiempo que vuelva

-Lo siento, Susana; voy a otra parte y voy algo apurado.

-Está bien. ¿Podría ser mañana al salir del colegio?

-Mmm, no. Perdón, pero debo recoger a mi hermana al salir del colegio.

-Bueno, no te quito tu tiempo. – Intentó despedirse de mí con un abrazo, que de manera instintiva y al no esperarme esa reacción, di un paso atrás.

Intercepté a Candy a mitad de su camino hacia la fuente de sodas. Me bajé de mi bicicleta y caminé junto a ella - ¿Terminaste los deberes?

-Increíblemente, sí

-¿Puedo saber qué te dejaron hacer?

-Ah! Sí, claro! Se trata de un glosario con las palabras que nos llamaron la atención en la lectura y que usamos en nuestro reporte

-Ah! Ok

-¿También realizabas ese tipo de investigaciones?

-Amm, no que yo recuerde. Las clases de ciencias en el colegio de señoritas eran diferentes a las que recibí aquí en San Pablo. Allá, hacíamos fórmulas e investigaciones de otro tipo, así de campo, de recolección, de entrevistas a científicos… era diferente.

Platicamos de su vida en el colegio de señoritas y cada vez me fascinaba más –No tenía conocimiento que era un colegio de internas

-Sí, solamente salíamos a casa una vez al mes.

-¿Un fin de semana al mes?

-Ajá

-No recuerdo haberte visto antes; es decir, tus padres y hermanos llegaron aquí antes que tú

-Ajá, se mudaron un año antes que yo

-¿Y qué hacías cuando te daban el tiempo de ir a casa?

-Iba a la casa de la tía abuela, Elroy. Es una persona muy dominante y exigente; pero en el fondo, buena persona.

-¿Por qué no completaste tus estudios allá? ¿Extrañabas a tu familia?

Rió – Algún día te contaré – Guiñó un ojo y terminó su malteada – Pero hoy no es ese día

Imité su sorbido, amplio, hasta vaciar mi copa -¿Te gustan los videojuegos?

Abrió los ojos y me apené por mi pregunta -¿Es en serio?

-Podemos hacer otra cosa o ir a otro lugar – San Pablo no tenía más lugares que visitar que el pequeño centro de comercios, el parque central y por el día, las canchas de deportes en caso que hubiera algún buen partido; y el mercado de souvenirs

-Acepto ir a los videojuegos; seré tu contrincante y no tendré piedad de ti

Juagmos Pacman, Mario Bros y Street Fighter – Eres muy buena, pero, esta vez voy a ganarte.

Esa tarde aprendí de ella a no hablar de otras personas; ella no citó para nada a Archie, aunque lo vimos en el parque en conjunto con sus amigos y su nueva conquista, Christian; tampoco nombró a Stear ni su propuesta, tampoco preguntó por él. Entonces, ¿cómo fue que supe que entre ellos circulaban misivas? Porque un día, al coincidir con ella al recoger a nuestros hermanos menores, el señor que atendía el servicio postal salió y le dijo que había correo para ella y se lo entregó en ese momento y lo guardó en su bolsa escolar. Si tenía o no deseos de saber su contenido, lo controló muy bien porque no le dio lectura delante de mí y tampoco camino al colegio primario.

Otra cosa que sucedió ese día fue el establecer un día para nosotros.

Algo así como una cita.

Si coincidíamos o no en el colegio de nuestros hermanos, era genial, pero si no pasaba, como la mayoría de veces, no era motivo de problemas. Cuando nos veíamos hablábamos del colegio, de nuestros planes a futuro o sueños, si es que se pueden mencionar de esa manera; jugábamos videojuegos, también unas cuantas veces le acompañé a probarse ropa y no teníamos problemas en pagar la cuenta; a veces ella, a veces yo, a veces cada quien su consumo.

Como era de esperarse, ese acontecer era tema de chismes en el poblado. A mi madre le dijeron que se me veía más que entusiasmado con ella; que era mayor que yo; que había sido la novia de Archie; que seguramente me iba a hacer sufrir y muchas cosas más. Rose Marie, la amiga de Candy había escogido la capacitación técnica de San Pablo y su madre era la enfermera del dispensario médico. Había tres capacitaciones técnicas: Hacer pan, carpintería y enfermería; por esa razón Rose Marie escogió el técnico para asistir a su madre por las tardes. Stear no estaba en San Pablo, lo que hacía que Candy solo me tuviera a mí; ya que sus nuevas amigas vivían en Santa Mónica donde se encontraba el Bachiller. –Mamá, Candy y yo siempre hemos sido amigos

-Terrence, no puedes decir "siempre"; le conoces de hace un año cuando mucho

-Entonces, desde que ella llegó a San Pablo… Mamá, ¿Por qué te dejas enganchar con ese tipo de cosas? – Cambié mi tono de voz – Créeme, somos amigos y sí, sé que ella es mayor que yo.

-No quiero que te ilusiones. ¿por qué no le preguntas a tu hermano por qué no duró su relación?

-Todos sabemos el por qué no duraron, mamá. Y, no necesitas recordarme que ellos fueron novios

-Archie me ha dicho que, en el grupo, como en cualquier lugar, todos los chicos están detrás de ella

-Es lógico, seguramente debe ser porque es la más bonita – Sabía que entre tantos grupos de primer ingreso, Candy y Archie estaban en el mismo. Al principio eso me molestó y me puso celoso, pero después lo asimilé al mirar que Candy podía hablarle a mi hermano como un amigo más. Ella sí había cerrado el ciclo entre ellos y aunque no tenía la certeza de su respuesta para la propuesta de Stear; conmigo ella era única y no les mencionaba ni a ellos ni a nadie.

Por enésima vez, mamá me pidió alejarme de ella.

Mis amigos me gastaban bromas en cuanto a mi amistad con Candy; había bromas pesadas y bromas ligeras. Sin embargo, todos culminaban insinuando que solo iba a sufrir al empeñarme en estar con ella; que no era para mí, que yo era un niño y ella una mujer, y más cosas similares.

Me aguantaba los regaños de mi madre, las bromas de mis amigos, los celos de mis compañeras, los consejos de mis profesores y de trabajo social; solo por estar con ella una vez a la semana.

Así pasó el tiempo en el monótono pueblo de San Pablo; todos inmiscuyéndose en mi corta vida y en mi más grande ilusión: Candice White Andrew. La mediana de tres hermanos; el menor John Andrew, demasiado tranquilo y pacifista a su temprana edad; Albert, era muy similiar a Stear. Tenían la misma edad, aunque Albert estudiaba por correspondencia ya que decía que lo suyo no era los estudios como lo era para Candy.

La novia de Albert, la señorita Grey, era oriunda de San Pablo, y le conocíamos de toda la vida; huérfana de madre y su padre en segundas nupcias. Ella se refugió de tal manera con la familia Andrew quien le había acogido con mucho amor al igual que a sus pequeños hermanos, ella estudiaba con Stear en el Bachiller, pero no continuó con su preparación profesional.

En el mes de octubre de 1996 se giraron las invitaciones al enlace matrimonial de Albert y Grey. La gente de San Pablo parecía no tener conflictos con esa relación; a la única que el pueblo rechazaba era a Candy; papá lo había explicado muy bien al mencionar que la razón era por la envidia y los celos de que ella era una persona muy bonita físicamente y demasiado inteligente para su corta edad.

-Tía Eleonor, ha llegado la invitación de Albert y Grey

-¿Cuándo es la boda?

-En el mes de diciembre

-Falta muy poco, debemos acercarnos a la familia para saber en qué podemos apoyarles

-Se verá hermosa con su ajuar de bodas

-Se lo merece, Grey ha sufrido mucho desde la muerte de su madre; se ha responsabilizado de sus pequeños hermanos

-Sí, su padre, bueno dicen que, él desde que se casó por segunda vez, ya no atendió a sus hijos.

-Iremos esta misma tarde a ofrecer nuestros respetos a la futura pareja y nuestro apoyo.

Mi familia no fue la única en acercarse para ofrecer su apoyo a los contrayentes; era una costumbre de mi pequeño pueblo hacer eso, así como de ofrecer un espacio para que construyan su propia casa. Albert era muy trabajador y apoyaba a su padre en sus negocios. No les iba mal financieramente ya que la muestra es que habían adquirido una de las más hermosas casas en el centro de San Pablo.

Las celebraciones familiares eran muy emotivas en San Pablo; demasiadas tradiciones que se conservaban entre los lugareños y que se imponían a los que llegaban a residir, como la familia Andrew, ahora con el tema de la unión de Albert con Grey.

Las modistas del pueblo se unían para confeccionar el vestido; los hombres dedicaban una tarde para levantar una pieza para los recién casados; luego estos contrataban a alguien para continuar con el trabajo. Si la señorita "salía bien de su casa" como solían decir los mayores, se hacía una fiesta en todo el pueblo, se donaban marranos y mucha verdura; pero, si se fugaba con el novio o se notaba antes su embarazo era una afrenta que llevaba la familia por varios meses y aún pasados los años se mencionaba. Ambas religiones pugnaban por la ética y los valores; en la iglesia católica, se corrían las amonestaciones por todo un año para contraer matrimonio y en la evangélica, a la que pertenecíamos tanto la familia Andrew, Grandchester y la de Grey; se corrían por seis meses, tiempo que los novios ya habían pasado y que ahora estaban en sus preparativos.

El único salón social con el que contaba San Pablo era la terraza de la Alcaldía, la cual se agendaba con anticipación para los eventos sociales.

-Grey quiere que sea su dama de honor junto con tres de sus primas –Comentó Candy en una de nuestras, mal vistas y muy criticadas, citas.

-Albert le ha pedido a Stear que sea su padrino, y a mí también me ha incluido en sus acompañantes

-Te iba a preguntar si usarías el traje de la graduación, pero, -Sonrió- Has crecido, ya no eres un niño

Sonreí –Ya no soy un niño y ya no estoy tan "enano" –Reímos – ya estamos de la misma estatura

-El día de la boda de mi hermano usaré zapatillas muy altas

-Me pondré plataformas

-Creo que también usaré plataformas

-No me importa

-Te verás más pequeño que yo

-Soy más pequeño que tú

Se puso seria – Lo sé; sé que eres menor que yo; me lo dicen todo el tiempo

-Perdón, no me refería a eso

-No pasa nada; la gente no comprende que una mujer y un hombre pueden tener una amistad de manera desinteresada; tal como la tenemos nosotros. Hablan y opinan muy a la ligera, ¿Cuándo me han preguntado si tengo o no sentimientos por ti? Jamás lo han hecho

-No tienes por qué responder, aun cuando lo llegaran a preguntar

Me miró fijamente –Tengo convicciones, Terry, y metas fijas en mi vida y jamás tendría algo con alguien menor que yo –Soltó sin siquiera mirarme y eso rompió en mil mi corazón enamorado. Pero, aunque parezca increíble no me enojé y tampoco me puse en modo dramático; la entendí. Comprendí que tantas murmuraciones y calumnias le habían lastimado tanto que ella estaba a la defensiva y solamente fue sincera conmigo…

-Vamos a los videojuegos

-Terry ¿A ti te importa lo que todo San Pablo dice de mí? – Me miró fijamente y su mirada se cristalizó

Tomé sus manos entre las mías, quizá estaba un poco más alto y más delgado, pero no tenía una edad para comprender todo lo que ella representaba y esos tres años que ella me llevaba de ventaja era algo que por mucho que quisiera adelantar a las manecillas de mi reloj biológico, no le podría dar alcance – Siempre seré tu amigo; el mejor que puedas tener. No me importa nada de lo que puedan decir, sé que no es verdad y que hablan porque te tienen envidia. Eres muy bonita, eres la niña más hermosa de todo San Pablo, los chicos hablan porque no tienen la dicha que yo tengo de sentarme cerca de ti y verte sonreír, no conocen el sonido de tu voz cuando lees, no saben de tus sueños y todo lo que hemos platicado en la copa del árbol que sostiene el columpio del jardín de tu casa

Me miró y unas cuantas lágrimas recorrieron sus mejillas –Lo voy a tomar como una promesa y cuando tenga un hijo, llevará tu nombre para recordarte todos los días de mi vida…esa es mi promesa

-¿Ya nos podemos ir a los videojuegos? Tengo unas terribles ganas de derrotarte

Rió fuerte y secó sus lágrimas – No tendré misericordia de ti