Día 15.
Prompt: Glory Hole/Cum Dump/Aftercare
Trigger Warning: Hay más advertencias que las que voy a listar, simplemente porque no consigo recordarlas todas. Así que prefiero pediros antes de nada que lo leais bajo vuestra propia responsabilidad. Sexo explícito, Glory Hole, Cum Dump, Aftercare. Sexo vaginal/oral/anal. Sexo brusco que puede ser doloroso. Masturbaciones. Sexo en público. Piercings en genitales. Interacciones sexuales entre muchos personajes sin relación romántica entre sí. Sexo con desconocidos. Rimming y Fingering. Dobles penetraciones. Juguetes sexuales. Swallowing. Prácticas sexuales de riesgo sin protección con la excusa de que "son magos y hacen magia, así que usan magia de protección". Referencias a arneses sexuales. Creampie. Prácticas sexuales que implican manipular semen con la boca o con las manos. Objetificación (no sé cómo expresar esto, básicamente, que hay personajes que gustan de ser utilizados como objeto sexual para obtener orgasmos). "Mazmorras" sexuales. Añadiría orgía, pero no sé si encaja del todo. Iré añadiendo más según las vaya recordando. En todo caso: CONSENTIMIENTO.
Glory Hole: Agujero en una pared o tabique, usualmente cuartos de baño, por donde practicar sexo anónimo. En este fic, me he basado en el concepto de clubs de Glory Hole, clubs sexuales especializados en proporcionar sexo a través de agujeros anónimos.
Cum Dump: En este fic, concretamente, persona que obtiene excitación sexual mediante numerosas penetraciones de otras personas que eyaculan dentro de él o ella.
Aftercare: Cuidados después de una relación sexual, especialmente si ha habido prácticas de dominación, que implican dolor o sumisión o agresiones.
EL CLUB DE THEODORE NOTT - CAPÍTULO 3
No hay mucha afluencia en el club cuando llegan, porque es uno de los días con menos asistencia. Eso pone a Ron un poco nervioso, porque significa que habrá menos gente desconocida entre la que camuflarse. Un tercio de las cabinas están vacías y, cuando los tres entran en la sala, Ron puede identificar al instante a Malfoy, con su cabello rubio, paseando orgulloso su erección, y a Greengrass, que lleva puesto un arnés con un enorme dildo. Theo los localiza al instante, y se acerca a saludarlos, luciendo también una erección que brilla, húmeda de lubricante. Al ver que puede identificar a tanta gente del grupo, sus nervios se incrementan un poco más, pero trata de respirar para tranquilizarse.
Hermione se marcha por su cuenta, en dirección a las cabinas donde puede recibir sexo oral en la vulva y en el ano. Viktor le da un beso en la siente, y Ron lo ve acercarse a una de las cabinas adyacentes a la que va a ocupar Hermione, una que está estratégicamente colocada para permitir que pueda practicar sexo oral a una persona con vulva arriba, mientras tiene sexo vaginal con otra abajo. No es frecuente ver las dos ocupadas en noches con tan poca afluencia y es muy demandada cuando hay mucha, así que Ron anota mentalmente acercarse.
—Solemos elegir para quedar el grupo entero los días con menos afluencia —explica Theo, aunque Ron no ha preguntado, en voz lo suficientemente alta como para que este pueda oírle a través de la música de la sala.
—Porque… ¿es una forma de asegurar que interactuáis? —adivina Ron.
—Correcto. Es un poco trampa, pero ser los socios honorarios tiene que tener alguna ventaja. Y, por un día, nos divertimos todos juntos, jugando a que todo esto es una enorme casualidad. ¿He sido demasiado apresurado?
—Creo que has sido paciente —dice Ron, agradeciendo que el chico les haya dado el último empujón, integrándolos en el club con el resto—. Gracias por respetar mis tiempos.
—No hay que darlas. Por cierto, hoy he traído esto —le dice Theo, mostrándole un dildo rojo de aspecto muy realista que lleva en la mano—. Lo usaré en algunas personas, para que la experiencia de una polla pasando por varios culos sea real. Si te sientes valiente, avísame.
Theo se aleja, en dirección a una de las cabinas donde puede recibir sexo oral, obligando a la persona de dentro a chupar primero el dildo y luego su polla. Ron se acerca a Viktor, que tiene las manos en los glúteos de la persona de arriba, se atreve a suponer que un chico trans por sus gemidos varoniles y palabrotas de éxtasis gritadas con voz ronca, refiriéndose a sí mismo en masculino, mientras entra y sale lentamente de la inferior. Lo abraza por la cintura.
—¿Quieres probar?
—Sólo un poco. —Su erección está lista, así que apenas tarda en tomar el lugar de Viktor, que lo observa complacido, mirando cómo su polla entra y sale de la chica y le acaricia la nuca, marcándole la profundidad con la que lame al chico de la parte superior. Diez minutos después, vuelve a cederle el puesto—. Estaré en la segunda cabina de las mamadas.
Antes de ir hasta allí, se detiene donde Hermione, que ya ha encendido la luz verde. Incluso aunque no hubiese visto qué cabina escogía, está seguro de poder reconocerla en cualquier parte, aunque sólo una porción de su cuerpo esté a la vista. Su ano está húmedo de saliva, prueba de que ya ha tenido un visitante. Deposita un beso cariñoso en él, profundizándolo con la lengua, antes de despedirse con un lengüetazo y seguir en dirección a su destino.
Primero complace al dildo de Theo, que no parece dispuesto a meterlo todavía en el culo de nadie y renunciar tan rápido a dejar de usarlo en la boca de otras personas. Luego le chupa la polla, y está seguro de que no tiene manera de saber que es él, porque no puede verlo. Además, no lo saluda, como acostumbra cuando lo identifica dentro de una cabina, así que disfruta de lo excitante que es jugar a ser un desconocido con él.
Tampoco lo reconoce Malfoy. Haberlo visto desnudo al llegar, con una mata de pelo entre las piernas tan rubia que brilla con las luces de colores de la sala, hace que lo identifique al instante. No duda en chupársela. Al otro lado, el chico gime, apretándose tanto contra el agujero que Ron puede enredar una de sus manos en el vello de su pubis, mucho más largo que el llevan Theo o Viktor, y lamerle los huevos mientras lo pajea. Cuando Draco se corre en su boca y Ron traga, no vuelve a pensar en él por su apellido, aunque no lo dirá en voz alta.
Viktor llega después de la polla de un desconocido que quería un poco de ayuda para animar su erección, cuando Ron estaba empezando a considerar que quizá prefiere no visitarle, y lo reconoce de inmediate. Su pene, circuncidado, una excepción entre el grupo de amigos, según está pudiendo comprobar, asoma demandante. Ron pone la luz naranja y se lo mete en la boca inmediatamente. Se queda bastante rato y Ron se aplica con ganas, hasta que Viktor se corre en su boca también, gruñendo contra la pared, en lugar de reservarse para más tarde, algo que lo sorprende. Lo está esperando cuando Ron sale de la cabina.
—He estado con Hermione y Pansy antes de venir, por eso he tardado. Es temprano todavía, así que voy a ir a beber algo. Dentro de un rato vuelvo, pero estaré en los sofás, si necesitas algo —le dice. Y Ron comprende que esa es su forma de alargar la noche, de estar presente más tarde, cuando sus novies necesiten sus cuidados.
Ve salir a Parkinson de la cabina donde ha estado antes, intercambiándose con Viktor, y sonríe a la chica a la cual le tiemblan las rodillas. No la ha reconocido mientras se la follaba, aunque ahora sí lo hace. Y está sorprendentemente cómodo con la situación. Al final, Theo ha acabado teniendo razón: para él, follar con amigos es tan satisfactorio o más como follar con desconocidos. Y, en un sitio como el club, no tiene mucha diferencia, pero sí le añade una pizca de emoción, como cuando se ha intentado aplicar lo mejor que sabe para chupársela a Draco. Aunque fuese Draco y Ron siga arrugando el ceño cuando el chico abre la boca para decir una idiotez. No es precisamente quien mejor le cae del grupo de amigos, aunque entiende qué ha visto Harry en él y, sin embargo, ahora siente que comparten una nueva complicidad. Algo extraño, teniendo en cuenta que el chico rubio no tiene ni idea de su tren de pensamientos ni sabe tampoco que es quien se la ha chupado.
Queriendo alargar él también la noche, elige una de las cabinas superiores, exponiendo su ano a ser lamido. Es una de sus favoritas. Puede, incluso, quedarse amodorrado encima de la blanda camilla, mientras una persona tras otra le comen el culo. Varias personas lo saludan. No sabe si lo reconocen por el vello rojizo de sus muslos y piernas o porque le han visto entrar en la cabina, pero supone que seguramente sea lo primero: no cree haber visto muchos más pelirrojos esa noche.
Identifica las voces de Adrian, que chupa su culo tan bien y durante tanto rato que Ron está a punto de decirle que no deje de hacerlo jamás; Hermione, que se toma su tiempo para besarle las nalgas también después de follarle con la lengua; Theo, que asegura haber estado vigilándolo por si se dejaba comer el culo y le acaricia el glande suavemente, dejándolo esta vez al borde del orgasmo, sin dejarle terminar; Daphne, que murmura una bienvenida y sólo revolotea unos instantes la lengua por su ano antes de marcharse y Draco, que masculla, con el tono de fastidio desapasionado que usa cuando pone los ojos en blanco, un quedo «te vi salir de la cabina, la chupas muy bien», que sorprende a Ron. Además, el chico parece querer devolverle el favor, porque le come el culo durante más rato que todos los demás, incluido Adrian, y le deja correrse en sus manos. Quizá porque siente la misma complicidad que él tras haber obtenido un orgasmo con su boca. Por eso, a pesar de que él y Draco siempre han tenido una relación tensa, Ron se sincera:
—Me… Me gusta que me lo metan. En el… En el culo. O sea…, si quieres. —No sabe si el otro chico lo ha oído, porque ha hablado en voz baja y la música suena fuerte.
—Si, he entendido, Weasley —dice Draco, cortante, demostrando que el sexo compartido no le hace dejar de ser quien es. Aunque lamenta que su confesión haya caído en saco roto y teme haberse excedido, tampoco le parece mal, no ha querido forzarle a nada con la petición.
—Y yo suelo lamerme los dedos después, porque cuando uno come bien, tiene que mostrar agradecimiento —se oye la voz de Theo, muy bajita, riéndose, probablemente ocupado con otra persona en la cabina de al lado.
Draco vuelve a sorprender a Ron. Despacio, le mete los dedos manchados de semen en el culo, empujando la propia corrida de Ron hacia dentro. Y luego un ruidoso sorbo le indica que se está lamiendo los dedos, tal y como Theo le ha indicado. Y la sola imagen mental lo pone tan cachondo que no puede esperar más y renuncia a seguir disfrutando del placer de su culo lamido y se dirige a su cabina preferida, la primera que probó y a la que siempre vuelve, donde piensa dejar que le llenen el culo hasta que el cuerpo no le dé para más, contento de que hoy les haya acompañado Viktor.
Después de que el asistente lo acomode, dedica unos minutos a beber un poco de agua y relajarse, a modo de preparativo. Cuando enciende la luz verde, está tan dilatado que la primera polla en visitarle se desliza dentro de él con una facilidad inusitada, sin necesidad de usar los dedos primero. Es pequeña, mucho más de lo que Ron está acostumbrado, y eso que el tamaño de Viktor es normal, similar al que ha visto o percibido en casi todas las personas del club. No obstante, su culo se ajusta a ella perfectamente y Ron lo aprieta más, buscando que el visitante se sienta bienvenido. Como este no lo saluda, ahora que sabe que el objetivo de quedar todos a la vez es precisamente, buscarse entre ellos y disfrutar juntos, entremezclados entre desconocidos para darle un toque ardiente, concluye que no es ninguno de sus amigos, pero sigue contrayendo el culo para que pueda sentir que Ron está ahí para proporcionarle todo el placer que desee.
El chico gime, agradecido por el gesto. Y, aunque Ron admite que pollas como las de Theo y Blaise, grandes y gruesas, lo excitan un montón y tienen morbo, le gusta que los Slytherin no hayan tenido en cuenta detalles estúpidos como ese a la hora de diseñar los requisitos de admisión. El chico que lo folla dura bastante y sabe mover bien las caderas. La punta de su polla roza todo el tiempo el interior sensible de Ron, que pronto lidia con una erección que no esperaba hasta, al menos, su segundo o tercer visitante.
Disfrutando por el placer que siente y por lo bien que folla su primer visitante, Ron se atreve a gemir en voz alta para hacérselo saber, esperando que no sea alguien que disfrute pensando que él no lo está haciendo. Es un acierto, porque eso hace que el chico pierda el control y se corra dentro de él. Luego, hace algo que no ha hecho nadie más en todas sus anteriores incursiones al club. Introduce la cabeza, apenas una mata de pelo color castaño, y succiona en un beso lento la polla de Ron, sorbiendo el líquido preseminal de este. Quizá, supone, un agradecimiento similar a aquellos que, tras terminar, le sacuden dos o tres veces la polla.
El segundo es Vaisey, pero no lo reconoce hasta que gime, unos minutos después, al correrse dentro de él.
—Joder, creí que no aguantaba, el otro chico duró demasiado y… —No termina la frase, pero Ron comprende. Vaisey se queda dentro de él unos segundos, y luego lo marca, añadiendo una línea a la que el chico anterior ha hecho. Theo, o quizá Viktor, aunque apostaría por él primero, después de la conversación con Draco, han dejado saber al resto que a Ron le gustaría ese gesto. Y, lejos de molestarle, le gusta la idea de su grupo de amigos, forjado a base de pelear contra prejuicios y desconfianzas, lo valoren tanto como para satisfacerle así.
Una vez más, Theo tiene razón acerca del sexo con amigos.
A Vaisey le siguen dos desconocidos. El primero lo hace correrse nada más meterla, porque mete la mano dentro de la cabina para masturbarle rápidamente, buscando que Ron apriete el culo para generarle placer. Ron se corre, salpicándose el cuerpo, y sigue apretando el culo después, para que el visitante disfrute de su culo y quede satisfecho. El siguiente casi no lo recuerda, porque ha perdido la cuenta, un poco por haber estado concentrado tanto rato apretando el culo. Es consciente de que, en algún momento, ha bebido agua se ha secado con la toalla, aprovechando que no tenía nadie dentro y que podía notar el semen ajeno cosquilleándole sobre la piel sensible al derramarse fuera de su culo gota a gota.
Si es consciente de cuándo Draco lo ha saludado. También de que ha recogido varias de las gotas de semen que escapaban, dirigiéndolas con la punta de su polla hasta la entrada del culo de Ron antes de empujar lo dentro de él. Ron susurra un gracias, con la voz ronca, porque a pesar de su apariencia fría y su saludo desdeñoso, ha recordado qué le ha dicho un rato antes. Sólo pensar en ello hace que la polla se le ponga dura por tercera vez, casi doliéndole tras dos orgasmos. Además, Draco es un amante hábil. Sin saber nada de Ron, es capaz de atinar con los ritmos, ángulos e inclinaciones correctas. Piensa que Harry tiene mucha suerte, porque además parece considerado, al menos en el sexo. O quizá lo murmura, no está muy seguro. Afortunadamente, porque no está seguro de resistir otro orgasmo tan pronto y no quiere abandonar la cabina todavía, Draco no dura mucho más y se corre dentro de él, sumándose a los anteriores con un gruñido satisfecho.
Es sustituido enseguida, porque percibe el calor de alguien delante de él, pero quien sea, no lo penetra. Suponiendo que quizá necesita ajustar su erección, o quizá le guste ver cómo le vuelve a resbalar semen del culo, demasiado dilatado para impedirlo. Lo que no espera es la voz que le habla, saludándolo en voz baja.
—Ho-Hola. —Ron se queda rígido al reconocer la voz de Harry.
—Ey —dice, tragando saliva y tratando de sonar lo más normal posible—. No sabía que eras tú. Ni que estabas aquí. No… no te había visto.
—Tenía patrulla de pasillos y toque de queda, así que salí tarde. Yo sí te he... Bueno, eres el único pelirrojo. Y están todos los demás rondando por aquí, admirándote o esperando su turno, así que no había manera de confundirse.
—Tiene sentido —se burla Ron, un poco impaciente por seguir.
—¿Está bien para ti si yo también utilizo esta cabina? —Ron se lame los labios, respirando profundamente para controlar los jadeos.
—Sí —responde finalmente—. Creo que sí.
—No me gustaría… estropear nada. Pero tampoco es justo… estropearte esto, porque he visto cuánto lo disfrutas —añade Harry. Ron sonríe, porque la nobleza de su amigo es algo que hace que lo quiera muchísimo. Si hay un Gryffindor noble y leal, es él. Y lo ha demostrado mil veces. No piensa desconfiar de él, ya se lo prometió hace mucho tiempo.
—¿Será divertido para ti? ¿O emocionante? ¿O placentero?
—Está siéndolo ya. Llegue más o menos cuando Vaisey terminaba —confiesa Harry, y la idea de que este, a pesar de saber que es Ron, haya estado afuera, esperando su turno, viendo cómo el resto lo usan, sin sentirse molesto ni juzgarlo por ello, le infunde todavía más confianza.
—A mí me encantará.
Nunca ha tenido una conversación tan larga, ni siquiera con Theo. Y no está muy seguro de que deba ser así, pero tampoco de que no. Además, el volumen de la música y que no han hablado en voz alta ayuda a que la conversación sea discreta de cara al resto de socios que están utilizando la sala. La punta de la polla de Harry presiona contra su culo, pero no entra, todavía. Antes, repite el movimiento de Draco, empujando con el glande las gotas de semen hasta dirigirlas a su ano y presionar dentro.
—Draco me ha dicho que esto te gusta. —Ron asiente con un gemido, sintiéndose extrañamente mimado por el hecho de que Draco se haya preocupado de memorizar esa información y la haya considerado digna de comunicársela a Harry para que este pueda hacerlo también. Una sensación cálida le inunda el pecho, comprendiendo que sus temores iniciales acerca de coincidir con sus amigos allí dentro eran infundados y aceptando que es muy agradable esa chispa de complicidad entre la fantasía de los desconocidos—. No pensaba correrme todavía, porque he llegado hace poco, pero… Creo que voy a sumarme. Seguro que más tarde hay tiempo de otra ronda.
Harry no habla más. Se desliza despacio dentro del culo de Ron, que vuelve a gemir. Su erección, decaída durante la conversación, se vuelve firme cuando Harry adopta un ritmo regular. Se nota que no ha tenido tiempo de visitar otras cabinas, porque dura tanto como el primer chico de la noche, tomándose su tiempo para deslizarse despacio al principio, más rápido después. Ron no lo siente como un trámite de «quitarse de encima la incomodidad de interactuar con tu mejor amigo en un club de follar», sino que siente que Harry realmente está dando lo mejor de sí mismo para usar el culo de Ron para satisfacerse. Y la sensación de ser un simple agujero al servicio de los desconocidos mejora al ser un simple agujero para la satisfacción de sus amigos.
Lo folla durante tanto tiempo, que Ron vuelve a perder la noción de este, dejándose llevar por las sensaciones de las embestidas rítmicas de Harry, que no parece cansarse y demuestra un aguante envidiable para follarle tan deprisa y aun así conseguir controlar su orgasmo. Cuando se corre, empujándose con una fuerza sorprendente hasta el fondo de su culo, Ron está a punto de tener otro orgasmo, abrumado por las sensaciones.
Ron no sabe si Harry se despide, porque ya está cansado y la música retumba con demasiada fuerza en sus oídos, a pesar de que nadie ha subido el volumen. Está a punto de colocar la luz naranja, pero la voz de Viktor hace que prefiera esperar un poco, contrayendo el culo cuando este se empuja dentro de él.
—Sólo vengo a correrme. Me he reservado para ti y estoy listo —susurra su novio, empujándose con rapidez, ansioso por alcanzar su orgasmo—. Joder, hay un montón de marcas aquí. Lo estás haciendo muy bien; si aguantas un poco más, tu siguiente visitante me ha pedido que te avise de que es la valentía, si te ves capaz.
No responde, concentrado en apretar el culo para maximizar el placer de su novio, liberando el orgasmo que Harry ha dejado a punto y corriéndose al mismo tiempo que él, algo que lo marea unos segundos. Ya tiene la polla de Theo, acariciándole con sus piercings, dentro del culo cuando parpadea. Este está quieto, no sabe si hablándole. Antes de seguir, Ron busca primero la botella de agua, bebiendo un poco antes de cambiar la luz de la cabina a naranja.
—Listo —susurra con voz ronca, una vez se ha asegurado de que va a poder aguantar una última ronda.
—¿Te sientes valiente? —murmura la voz de Theo, seductora, llegando a través de la música—. Si dices que no, puedo correrme y la valentía te esperará próximo día.
—Sí. Puedo —asegura Ron. Como duda ser capaz de cambiar de cabina, golpea con los nudillos la puerta para avisar al encargado de esta y le pide permiso para el cambio que van a hacer. Este asiente, recordándole que utilice la luz roja si cambia de idea en algún momento.
Theo saca su polla del interior de Ron, hasta quedarse apoyado en su agujero dilatado, que se abre para recibirlo. El frescor del dildo, tan diferente de lo caliente que se nota la polla de su amigo, se une. Luego, presiona con ambos, despacio. Ron gime, olvidando no gritar demasiado, como suele proponerse, porque quiere que la gente se descargue en él y no todos necesitan escucharle disfrutar, pero no cambia la luz roja. Si Theo cree que puede con ello, se fía de él.
Inexorablemente, la polla de Theo avanza al mismo tiempo que el dildo, ensanchando a Ron tanto, que empieza a sospechar que va a romperse. El dildo presiona el aro de Theo hacia abajo, así que lo siente por dentro, tibio y duro, acariciándole a su paso. El músculo de su ano está tan tenso, que cada uno de los piercings de la parte inferior de la polla de Theo chocan contra él antes de salvarla con algo que Ron definiría como un pellizco.
No es consciente de cuándo Theo ha terminado de metérsela. Sólo de que sus huevos reposan sobre el dildo y que ha conseguido aguantar a este y a la polla de su amigo, ambas a la vez, sin rendirse. Vuelve a gemir, alto, cuando Theo se mueve, dejando el dildo dentro de él, inmóvil. Pierde la noción del tiempo, pero sabe que no ha sido corto como Vaisey. Es consciente de cuándo sus caderas se han estremecido en un nuevo orgasmo, uno que apenas ha depositado una gota de semen que se resbala por su pene y que un dedo de Theo que no sabe cuándo ha traspasado la cortina recoge hábilmente.
Theo se corre, con un gemido profundo, un rato después. Y sale, con un movimiento fluido, de su interior, arrastrando también el dildo y un chorro abundante de semen que resbala por su culo en una diminuta cascada. Ron no cambia a la luz roja, pero no es necesario, porque Viktor y el asistente lo están ayudando a salir ya.
Algunos de sus amigos, como Draco, Blaise o Adrian, se acercan a ofrecer su ayuda en la ducha, donde Harry lo sostiene para que no se caiga, con las piernas tan temblorosas que no le sostienen, mientras Viktor lo asea. Todos están desnudos, todos le han follado, hoy o algún día anterior y todos parecen cómodos ahora, cuidando de él. Se retuerce, tratando de contar las marcas de su culo. Ha perdido la cuenta a partir de la tercera polla, aunque le parecen más de diez. No obstante, Viktor le asegura que han sido ocho, contando la de Theo, que ha sido la última, aunque en el culo sólo tiene siete marcas. Y luego lo felicita en voz baja, orgulloso de cómo ha aguantado cada embestida, susurrando que Theo debería contar por dos. «O por tres», añade con excitada ferocidad.
Con la ropa interior puesta, una camiseta y arropado en una toalla seca para no perder calor, relajándose gracias a la penumbra y la música de ambiente de la sala de estar, se deja acunar por Viktor sobre su regazo, mientras Harry y Hermione traen algo para que pueda comer. Hermione le da un beso, inusualmente contenta, así que deduce que para ella también ha sido una noche divertida y que, por fin, han encontrado una manera de hacerlo funcionar incluso con sus amigos.
La boca de su novia sabe a semen. Quizá por eso ha esperado a comer algo, para poder besarle así, contribuyendo así a la fantasía de Ron de ser el destino de las máximas descargas posibles. A cambio, él le muestra las marcas triunfales de su nalga, que los que están más cerca, escuchando la conversación, celebran con discretas felicitaciones. Más tarde se enterará de que uno de los propietarios de ese semen es Higgs, que ahora palmea suavemente la espalda de Blaise, diciendo una tontería de la que se ríe todo el grupo, y algunos desconocidos, porque Hermione se lo cuenta sólo por el placer de verlo excitado por ello, pero en este momento Ron sólo la besa, saboreándolo, agradecido porque su novia haya seguido pensando en él y sus fantasías.
La noche acaba con ellos rodeando una de las mesas, sentados en sofás y sillas alrededor de esta, charlando con voz queda para no molestar a las demás personas que están descansando. La mesa no es suficientemente grande para acogerlos a todos. Harry está en el regazo de Draco, que no habla mucho esa noche, y Pansy en el de Adrian. Hermione se ha acomodado al lado de Viktor, que sigue teniendo a Ron en brazos, manteniendo una mano constantemente en contacto con alguno de ellos, sentada sobre las rodillas de Theo.
Es la primera de muchas noches así. No son frecuentes, quizá una vez cada dos o tres meses, pero resultan divertidas. Refrescantes en medio de la excitante rutina del club. No sólo no se enrarecen las cosas, sino que, por primera vez, habla con Harry de temas que nunca habían abordado por vergüenza. Así, descubre que está circuncidado como Viktor, una operación tardía en su caso, descubierta después de la guerra, tras empezar a salir con Draco, porque él nunca había sabido que su prepucio no tenía por qué ser así. También que es capaz de durar tantísimo con la penetración porque Draco lo obliga a entrenar para controlar y contener sus orgasmos, así que es un experto. Harry se disculpa, por haberle guardado el secreto, pero a Ron eso no le importa demasiado a estas alturas. Y ambos reconocen que probablemente haber hablado antes podría haber ayudado con sus temores, pero que les gusta cómo ha terminado saliendo todo.
Un día que Draco, Hermione y ellos dos quedan para ir juntos al club, igual que habría quedado para ir al cine, se lo demuestra después de que Draco se jacte, orgulloso, de que Harry es la única persona del club capaz de follar sin tener que parar a permitir que el pene se recupere de la eyaculación. Harry se ríe, explicando que el truco está en controlar los músculos, saber cuándo parar o disminuir el ritmo y mantenerse al filo todo el tiempo, sin dejar escapar el orgasmo. Y luego se lo demuestra. Se folla a Hermione hasta que esta enciende la luz roja de su cabina, temblando de placer por los orgasmos obtenidos, y luego sigue con Ron durante más de media hora, haciendo que este viva la situación de tener un orgasmo, tener un periodo refractario y todavía poder disfrutar de un segundo, antes de que Harry se corra dentro de él.
Su culo tarda en recuperarse de ese encuentro, sobre todo porque Viktor vuelve a follárselo cuando vuelve a casa y una vez más, a la mañana siguiente, al ver que el culo de Ron sigue enrojecido e hinchado. Y Ron lo intentó provocar una vez más por la tarde, deseando sentir a Viktor dentro de él, pero este se las arregla para follarle la boca en su lugar, corriéndose con un gemido desesperado. Hermione, que los mira desde el sofá, comenta que hacía muchísimo tiempo que no estaban tan calientes los tres, pero sobre todo Viktor es incapaz de quitarles las manos de encima a ambos en los periodos que transcurren entre visitas al club.
La complicidad del sexo de la que le habló Theo se cumple. Draco busca a Ron si este está en el club, esperando a que se meta en una de las cabinas donde pueda chupársela, porque le gusta. A cambio, en cuanto lo ve en una las cabinas altas, repite su favor durante todo el tiempo necesario. Sigue adorando la polla de Theo, pero es que pronto se da cuenta de que, en el grupo, todos, menos Viktor, Draco, Pansy y Blaise, que parecen inmunes a sus encantos, sienten cierta predilección por él. Pronto aprende, también, durante sus quedadas grupales, que cuando Draco ha tenido una mala semana es brusco con la penetración y ametralla su culo, corriéndose rápido. Si Vaisey necesita relajarse, en cambio, lo hace despacio, muy diferente a la impresión de rapidez que le dio el primer día que lo folló.
También aprende que Daphne no folla con hombres en el club, y que su ligero beso en el culo la primera vez era su forma de darle la bienvenida, pero nunca interactúa con ella. Que Harry es versátil, pero nunca se folla a Draco, aunque se burla de él diciéndole que cambiará de idea sólo con que se deje follar por Theo. De Draco se entera que, aunque folla muy bien, prefiere que le chupen la polla y le laman el culo. De Vaisey, que le gustan las chicas en su día a día, pero que dentro del club todo vale para él. Y que Adrian adora comer culos. Y prácticamente todos adoran que Adrian les coma el culo, pero este sólo se limita a uno por cada visita al club, no siempre de uno de ellos. Cada vez que es elegido por Adrian, Ron se deshace de placer, pero nunca llega a proponerles a Pansy y él nada fuera del club. En cambio, es él quien tiene la fama de las mejores mamadas y el resto aprenden a identificarlo dentro del cubículo, incluso cuando no lo ven entrar.
En realidad, le gusta que corran la voz entre ellos, porque se siente halagado cuando, durante un buen rato, todas las pollas que aparecen en el agujero son las de sus amigos, susurrando elogios extasiados, disfrutando de la mamada. Y aprende que Harry, Viktor, Vaisey o Higgs prefieren no correrse, apartándose cuando están a punto de llegar al orgasmo. Que a Draco le gusta tanto que, aunque no quiere correrse, siempre lo hace y luego se queda un poco más, rogando silenciosamente a Ron que le limpie la polla con la lengua, que lo lama suavemente y se quede con él dentro de la boca hasta que pierde la erección totalmente. Y, en una ocasión que Draco refunfuña para sí mismo al otro lado de la pared, quejándose por haberse corrido tan rápido y jurando no volver a caer en su trampa, Ron se acomoda y posterga sus planes de ser follado para lamer su polla con movimientos suaves, masturbándolo con cuidado de no sobre estimularlo, hasta que vuelve a ponerse duro dentro de su boca y gimotea, perdiendo su altiva dignidad, al correrse una segunda vez.
Fuera del club, su relación con el resto de amigos es total y absolutamente normal. Similar a la de antes, salvo cuando intercambian alguna anécdota, o hablan de sus planes para visitar el club. E, incluso en esos momentos, como cuando Draco confiesa en una de las noches que se reúnen para divertirse con juegos de mesa, a instancias de una de las tarjetas, que asesinaría a Theo por pura envidia, se casaría con Harry por amor y se follaría a Ron sólo para gozar metiéndosela en la boca, estalla en las mismas carcajadas divertidas que los demás, sin darle más importancia. Si acaso, nota más complicidad con todos ellos. Ahora parecen más pendientes de él y él de ellos, preocupándose mutuamente, cuidando en diferentes aspectos de su vida diaria, según la personalidad y el carácter de cada uno, y brindándose mutuamente su amistad con generosidad, tanto como dentro de la sala de cabinas.
Al final, Ron comprende cómo se siente Theo con sus relaciones de amistad y se alegra de haber podido alcanzar un punto similar, porque ahora él también se siente más unido a ellos, fruto de compartir una afición en común que requiere de una intimidad suficiente como para que esta impregne toda la amistad, por muy poco sexual que sea esta.
El único del grupo con el que folla fuera del club, muy de vez en cuando, es con Theo. Usan la mayor parte del tiempo para jugar al ajedrez, hacer senderismo por la naturaleza o volar en escoba, lanzándose una quaffle de entrenamiento, sobre todo. Pero follar con Theo de vez en cuando es agradable e íntimo, similar a reencontrarse con un amigo al que no ves desde tiempo atrás. Un día, Theo le confiesa que tiene mucha suerte, por haber encontrado un grupo de gente que acepta su forma de relacionarse y con la que puede satisfacer un montón de necesidades sociales y emocionales. Y Ron se siente orgulloso de la parte que le toca a él, porque ha deseado llegar a ser un gran amigo para Theo, tal y como siente que Theo lo es con él.
El resto del tiempo, cuando no está dejándose utilizar como un agujero donde descargar el semen, le basta con Hermione y Viktor, porque con ellos sigue teniendo el mejor sexo que puede imaginar, lleno de confianza, complicidad y secretos compartidos, tanto, que ninguno duda en expresar sus fantasías. Después de un año participando en el club, el día que Theo les pide su aprobación para extender una invitación como socia honoraria a Luna, Ron sonríe, rememorando los tiempos en los que la perspectiva lo aterraba e incitaba al mismo tiempo.
Porque ahora sabe que puede cumplir su fantasía de forma segura y excitante. Que el sexo, cuando se practica con un amigo, tiene tal complicidad y confianza que es muy placentero, incluso aunque sea una vez cada muchas semanas en un club anónimo. Y que, si algo puede superar a eso, es la intimidad y el amor de Viktor y Hermione. Y la rutina, salpicada de emociones así, es todo lo que puede desear Ron en su vida.
La inclusión de Luna como socia honoraria en el club es divertida. Aunque Ron no sabe por qué, la chica siempre ha tenido una relación bastante cercana con Draco y en la sala de cabinas es frecuente verlo pendiente de ella a la vez que finge despreocupación. Lo comprende una noche, en uno de los descansos en la sala de estar en el que Hermione y Ron coinciden con ellos dos y Harry, posiblemente porque la intimidad y la complicidad han creado un ambiente propicio donde es posible permitirse mostrarse vulnerable y una amistad con tanta confianza merece ser honrada con más, ambos les cuentan su experiencia durante la guerra.
El carácter afable, soñador y un poco estrambótico de Luna encaja perfectamente en el club y pronto, a pesar del anonimato, es posible encontrar socios muggles que buscan su cabello rubio platino en las noches que ella está. Sin ninguno de los complejos que acobardaron inicialmente a Ron, la chica está dispuesta a utilizar cualquier cabina, sin distinción ni reparo alguno. Por eso es frecuente encontrársela en la cabina de servicio total, tan entregada que luego necesita que la sostengan Theo y Draco. Tanto como toparse su piel pálida y el vello rubio de su pubis, muy similar al de Draco, pidiendo ser lamido mientras invaden su vagina o culo con los dedos. O, como Daphne, cruzársela paseando con un arnés del que cuelga un dildo de colores de fantasía y forma estrafalaria que, como puede comprobar Ron la primera vez que Luna lo visita en su cabina, se siente sorprendentemente bien.
El resto, a diferencia de ella, tiene sus propias preferencias, aunque hagan excepciones puntuales: a Viktor le gustan sobre todo las cabinas donde puede follar con chicas, dejar que se la chupen o follarse culos; Draco suele ser activo y folla con quien sea, pero lo que realmente le gusta es que le chupen el culo y recibir mamadas; Vaisey es un alma caótica al que es fácil encontrar chupando senos y masturbándose con ellos; Terence y Adrian ocupan indistintamente cualquier cabina, aunque el primero tiene predilección por aquellas donde hay chicas, indiferentemente de si tienen o no vagina y al segundo le excita especialmente si le follan chicas con arneses y comer culos; Harry y Blaise son polos opuestos. El primero suele preferir las cabinas donde le follan el culo y la boca a la vez, pero también le gusta ser activo de vez en cuando. Que Ron sepa, nunca lo ha visto entrar en las cabinas para mamar. El segundo, en cambio, es activo la mayor parte del tiempo, pero de vez en cuando siente las ganas de dejar que le follen lo más posible y sí le gusta ofrecer sexo oral tanto a chicas como a chicos. Theo sólo es activo, salvo si es Daphne la que lo folla con el arnés. Y Daphne sólo folla con mujeres en el club, salvo que se trate de Theo. Hermione y Pansy, en cambio, no hacen distinción y, aunque a veces confabulan para utilizar un arnés y atormentar a los chicos, prefieren relajarse y eligen cabinas donde pueden satisfacer a otras personas al mismo tiempo que ellas disfrutan. Además, suelen ser siempre de las primeras en retirarse, después de un par de orgasmos, o uno si ha sido potente.
Una de esas noches en las que Ron se siente con ganas de variar su rutina y preferencias, decide intercambiar papeles y no ir a su cabina habitual para ser follado. Deambula por la sala, preguntándose por dónde empezar. Desde la cabina donde se la están chupando, Viktor le hace un gesto de ánimo, incitándole a no cambiar de idea. Excitado, se pregunta dónde está Hermione. No tarda en encontrarla, bocabajo en una cabina, siendo follada por Draco al mismo tiempo que le mete los dedos por el culo. El chico sonríe petulante cuando se da cuenta de que Ron lo observa e introduce un tercer dedo en el culo de Hermione, que solloza de placer.
Cuando Ron se acerca para ver mejor, saca su polla de la vagina de Hermione y la sujeta entre sus nalgas, frotándose entre ellas y manchando de líquido preseminal la parte baja de la espalda de la chica, y luego se la mete tan bruscamente en el culo que su novia grita, pidiendo más. Draco la folla con varios empujones igual de bruscos antes de ceder el puesto sin correrse, que ocupa un socio anónimo al momento al ver que Ron, fascinado por la forma en la que el ano de Hermione se contrae y relaja después de que Draco lo abandone, no va a hacerlo.
De la cabina justo encima de Hermione salen las piernas de un chico, que se acomoda para ofrecer su culo al mismo tiempo que el desconocido se corre dentro de Hermione. Esta vez, Ron sí se sitúa entre las piernas de su novia. No la saluda, porque no quiere incomodar al chico de la parte de arriba, así que mete los dedos con delicadeza dentro de la vagina de Hermione, para mojarlos en el semen del hombre y luego usa este como lubricante para meter los dedos en el culo del chico de arriba. Luego se desliza dentro de Hermione, que sí murmura un quedo saludo al reconocerle, y separa las nalgas del chico para meter la lengua dentro de su ano empapado del semen ajeno.
Hermione llega al orgasmo, estremeciéndose y vibrando alrededor de su polla. Conteniendo a duras penas el orgasmo, Ron pasa de su vagina al culo, disfrutando de la sensación cálida y apretada de este, a pesar de que Draco la ha preparado bien. Imitando los movimientos de este, la penetra bruscamente unas pocas veces, obteniendo pequeños grititos de su novia, hasta que se corre, gimiendo contra el culo del chico de la cabina superior. Se queda dentro de Hermione, que todavía se estremece, lloriqueando porque está sobrepasada de placer, mientras hace la marca en su culo. Antes de ayudarla a salir de la cabina, Ron se pone de cuclillas y le besa la vulva y el ano cariñosamente, para después recoger, con un lengüetazo que va desde el pubis de la chica hasta más arriba de su ano, los restos de semen que se deslizan por sus orificios.
Después, la acompaña a la ducha, donde la lava con mimo y aprovecha a limpiarse él también, preguntándole si se encuentra bien y qué tal lo ha pasado. Se sienta en uno de los sofás, abrazándola, con la polla dura una vez más bajo la ropa interior a pesar de haberse corrido ya una vez, excitado por la novedad de disfrutar del club como activo en lugar de pasivo, mientras Hermione come para reponer fuerzas. Cuando Daphne se sienta con ellos, Ron le pregunta si puede regresar a la sala de cabinas o prefiere que se quede con ellas, Hermione le pide que a cambio sólo le va a pedir los detalles.
Como si no lo hiciese nunca, porque su novia ama los relatos de Ron y Viktor en el club más incluso que lo que hace dentro.
De vuelta, sustituye, en la cabina adyacente a donde Viktor se folla a una chica con movimientos lentos y largos, a un chico joven y nervioso que se acaba de correr con Pansy y está dentro de ella, estremeciéndose. Olvida marcarla, pero lo hace Ron por él cuando lo sustituye, introduciéndose dentro de la vagina de la chica y arrastrando con su polla la corrida del visitante y, a juzgar por la nalga de la chica, tres personas más. Como Pansy enciende la luz naranja al saludarla, comprendiendo que ya ha llegado al orgasmo y que quizá no es cómodo para ella, sólo sale y entra un par de veces, sin correrse, y luego se agacha a desatarle los tobillos para ayudarla a salir, rechazando amablemente el ofrecimiento del asistente. Se ofrece a acompañarla a la ducha, pero Pansy pregunta por Hermione y Daphne y, después de sentarla en un banco del vestuario, Ron avisa a su novia y amiga, que se hacen cargo inmediatamente de ella.
Con Pansy apenas le ha dado tiempo a disfrutar y acompañarla fuera ha hecho que su erección decaiga. Sin embargo, se sigue sintiendo excitado, pero ya no es sólo algo físico, pues es así como debe sentirse Viktor cada vez que cuida de él y de Hermione después de usarlos o de que otros lo hagan. Considera la idea de buscar a alguien que pueda mirar mientras se masturba o usar un agujero de mamadas donde le ayuden a ponerse duro de nuevo, pero al pensar en la segunda opción cambia de idea. Chupar pollas siempre le ha gustado, es algo que le excita mucho. Quizá esa es la razón por la que sus amigos afirman que es tan bueno haciéndolas, aunque hasta que Theo, sus ideas sobre el sexo y el club entraron en su vida el único con el que ha practicado es con su novio.
Así que entra en una de las cabinas, dispuesto a pasar un buen rato chupando, con la excitación de la perspectiva ya cosquilleándolo en el pene. Aunque la primera polla que aparece es desconocida, el segundo es Draco, tan rápido que apenas le ha dado tiempo al otro hombre a abandonar el agujero.
—Gracias a Merlín —suspira el chico rubio, para sí mismo, pero Ron lo escucha y sonríe, sabiendo que Draco suele estar pendiente de las cabinas por si él ocupa una. Si bien el carácter del chico suele seguir sacándolo de quicio fuera del club, cada vez que su polla aparece en el agujero, anhelante porque Ron se la chupe, este se siente tan halagado que se la chupa lo mejor que sabe, haciendo las cosas que, según ha ido averiguando, le gustan más.
Igual que hace ahora, succionando con fuerza, introduciendo la punta de la lengua en el pequeño agujero de su glande, donde nota las pequeñas gotas saladas de líquido resbalarse, mordisqueando el tronco suavemente mientras repite el mismo gesto con la lengua, pero con la yema del dedo, satisfecho cuando Draco se corre, lloriqueando y sin ápice de su altiva dignidad. Chupa durante un buen rato. Varios de sus amigos, avisados por Draco, seguramente, que siempre corre la voz, lo visitan, entremezclados con las pollas anónimas y desconocidas que quieren correrse en su boca, follársela o pedirle ayuda con su erección.
Aunque ha recuperado la erección, todavía le apetece alargar el momento de volver a meterla en otra persona, así que busca por las cabinas donde se exponen los culos y vulvas expuestos para ser chupados en busca de uno que le apetezca. Lame la vulva de una persona desconocida, jugando en su clítoris con la punta de la lengua, succiona el glande de otra persona, que se ha corrido sobre la balda donde apoya los pies, limpiándoselo y besa un ano que le parece estéticamente perfecto: del mismo color que la piel que lo rodea, redondo, las estrías arrugadas que lo rodean todas simétricas y el músculo ligeramente hundido hacia el interior. Está a punto de quedarse con este último, pero observa que Adrian, al que ya se ha cruzado antes, con una sonrisa atontada y la polla tan dura que no se le bamboleaba al caminar entre una cabina y otra, lleva un buen rato comiéndose un mismo culo en lugar de seguir picoteando entre varios.
—¿Buscas un buen culo para comerte? —pregunta cuando se acerca a él, curioso por saber cuál es el culo que ha llamado la atención de Adrian. Este abre las nalgas del culo que se está comiendo, escupiendo con puntería en el ano y se aparta un poco para que Ron esparza su saliva con los dedos, introduciéndolo dentro de su culo con el dedo pulgar, sin llegar a meter más que la yema—. Este lleva aquí desde que le has atendido en la otra cabina, creo que esta noche le está saliendo tan redonda que a su novio le va a doler el culo toda la semana cuando lleguen a casa.
—Cállate —gruñe Draco, lloriqueante de placer. Al oírlo, es cuando Ron se fija por primera vez en su polla ya dura y su característico vello rubio y comprende que, evidentemente, es la razón por la que Adrian le ha hablado
—Yo he terminado ya aquí, en cualquier caso, me muero por metérsela a alguien —informa Adrian, lamiéndole el ano una última vez y depositando un beso en él, con cierta sorna, a modo de despedida. En la cabina, Draco lanza un quejido lastimero, pero pone la luz naranja.
—¿Quieres que te ayude a salir? —pregunta Ron a Draco, dejando que Adrian se marche, contento de poder cuidar de un amigo más esa noche.
Sin embargo, no oye la respuesta, hipnotizado por el agujero de Draco contrayéndose. Como normalmente Ron ocupa esas cabinas o está dejando que se corran dentro de él, es la primera vez que, a pesar de que sabe por los comentarios del resto que a Draco le encantan esas cabinas, le ve el culo tan de cerca. Sus nalgas están cubiertas de un vello muy corto, fino y prácticamente invisible. Incapaz de contenerse, Ron se las acaricia con las palmas de las manos, sintiendo su suavidad. El ano de Draco le parece muy pequeño, no sabe si porque está acostumbrado a verlos mucho más dilatados en el club. Se fija entonces en que, en la indicación de la cabina, especifica que es sólo para uso de la lengua y no de los dedos.
—Lo siento —se disculpa, abochornado, por no haber comprobado la placa antes de tocarle con los dedos. Eso explica que su culo esté tan poco abierto y probablemente signifique que a Draco no le guste que le metan cosas en el culo.
—Pues discúlpate —exige Draco, que sigue con la luz naranja, considerando a Ron, y no a Theo, su último visitante. Comprendiendo a qué se refiere con las disculpas, Ron hunde la lengua en su culo y lo lame, uniendo su saliva a la de Adrian y las personas que hayan pasado por allí antes que él. No lo hace durante mucho tiempo, porque Draco vuelve hablar—. Ahora puedes hacerlo otra vez, pero con cuidado.
—Pero…
—Ya he avisado al asistente, sabe que estoy de acuerdo, no hay ningún problema —gruñe Draco, en tono airado. Ron escupe encima de su ano y tantea con el dedo índice, menos grueso que el pulgar. Lo introduce despacio, parando en el segundo nudillo, sorprendido por la fuerza con la que el culo de Draco se aprieta alrededor de él. Acostumbrado a mantener sexo anal con regularidad, su culo no suele estar tan apretado después de que se lo coman. Ni siquiera el de Viktor, que sí está acostumbrado a los plugs, dildos y vibradores, se aprieta tanto cuando Ron le mete un dedo mientras se la chupa.
Draco pone la luz roja cuando saca el dedo y Ron lo ayuda a salir. El chico tiene la polla durísima, y se bambolea mientras Ron lo sostiene para que baje la estrecha escalerilla. Tanto, que cuando llega abajo y le tiemblan las piernas un segundo al ponerse en pie, sus pollas se chocan accidentalmente.
—No volverás a hacerlo —le advierte. Ron entrecierra los ojos, porque cree adivinar que es un críptico mensaje de los suyos, donde dice una cosa para expresar la contraria. Quizá refiriéndose a tendrá que esperar a una situación similar en la que le dé permiso—. Considéralo una recompensa excepcional. Y no me pierdas de vista.
Draco se aleja. Ron lo sigue con la mirada, todavía tratando de descifrar sus palabras y comprendiendo, súbitamente, cuando lo ve entrar en una cabina para ofrecer mamadas que está libre. Draco está intentando agradecerle, a su manera, lo que ha considerado una mamada excepcional. Que le ha dejado meter un dedo en su culo para expresarle que ha sido íntimo e importante para él. Que, como ha dicho Adrian, está siendo una de las mejores noches para Draco, que ha recibido una mamada y un beso negro de los dos amigos que más le gusta cómo lo hacen. Y, con la complicidad que siente hacia Draco, comprende que el hecho de que este le ofrezca ahora una mamada es su forma de gestionar esa intimidad descubierta y vulnerable, por el medio de demostrarle que puede ser tan bueno chupando como él, convirtiéndolo en una competición. Y a Ron le gustan las competiciones.
—Lo siento —dice cuando mete la polla por el agujero, porque alguien se le ha adelantado y ha tenido que esperar a que terminase.
—Has tardado demasiado, joder —gruñe Draco, fastidiado por haber tenido que chupar otra polla.
—Puedo compensarte ahora —se ofrece, a modo de disculpa, dispuesto a intercambiar la posición con Draco, pero este se niega, tirando con cierta brusquedad del prepucio de Ron hacia abajo.
—Mejor me lo cobraré el próximo día. —Riéndose, Ron traduce mentalmente que Draco va a utilizar esto para exigirle una mamada la próxima vez que coincidan en el club.
—Con mucho gusto. —Al menos, ya se cree capaz de desentrañar las indirectas y sugerencias sutiles de los Slytherin. Draco parece pensar lo mismo, porque antes de meterse su polla en la boca masculla un aliviado asentimiento de que haya captado su idea.
Ron descubre que Draco no tiene ningún motivo para sentir envidia, pues le hace una mamada tan buena que Ron tiene que apoyar las palmas de la mano en la pared para evitar que le tiemblen las piernas. Y, como ya sabe que Draco quiere demostrárselo a sí mismo también y comprende que este es uno de esos momentos en los que, sin ser jaque mate, puede rendir el rey y no alargar lo inevitable, se corre dentro de su boca sin preocuparse de alargar el orgasmo a modo de mudo elogio.
—Al final, haremos un Slytherin de ti también —dice Draco con la voz ronca, orgulloso de sí mismo, indicando así que ha captado el sutil mensaje de Ron, y se aplica para limpiar con la lengua las últimas gotas de semen que brotan del glande de Ron, una vez el orgasmo ha terminado.
A pesar de haberse corrido, se siente bien, así que no se retira a la sala a descansar. Con la polla reposando flácida sobre sus huevos, relajado, se pasea de nuevo por la sala. Como no sabe qué hacer con las manos, va tocando a la gente de las cabinas por las que pasa, probando a meterles los dedos si están en una cabina que lo permite, o darles lametones fugaces si no lo hacen. Si hubiera tenido la polla dura, habría hecho lo mismo, metiéndola una o dos veces en cada persona, pero todavía es pronto para volver a tener una erección y no está seguro de que, tras dos orgasmos, vaya a ocurrir. Normalmente, su tercer orgasmo, cuando lo follan hasta el agotamiento, suele ser seco, así que sólo pretende disfrutar un poco más de la sala, del ambiente erótico y ligeramente desenfrenado que la impregna, antes de marcharse.
Se sorprende al ver a Pansy y Hermione, dándose el brazo, entrar en la sala de nuevo. Hasta donde él sabe, es infrecuente que a ambas les apetezca una segunda ronda, al contrario que Luna o Daphne, que o no la abandonan o vuelven varias veces a ella. Se ofrece a ayudarlas a sujetarse en las cabinas, excitado por la idea de serles de ayuda y las chicas, riéndose, le dan permiso sólo si luego se ocupa de ellas. Comprendiendo que es una de sus, estas sí más habituales, ideas conjuntas, accede al instante.
Al principio, va cambiando de cabina a cabina, esforzándose por darles a ambas un buen sexo oral que las haga disfrutar, lamiéndoles el clítoris, introduciendo la lengua en la vagina y besándoles el culo. Mientras está con Pansy, una socia anónima se queda con Hermione, así que deja de moverse entre ellas y se dedica a la chica que tiene entre sus labios. Pansy dura bastante tiempo, estremeciéndose bajo él. Adrian aparece al lado de Ron y esté está a punto de apartarse para dejar que sea él quien siga, pero una maldición de Pansy, exigiéndole que no pare en ese momento, se lo impide. La chica se corre bajo su lengua, empapándole la boca de su fluido, acto seguido, y Ron envidia lo largo de su orgasmo.
Vuelve con Hermione, que todavía está en manos de la mujer desconocida y gime con suspiros desesperados, espera a que ponga la luz roja, satisfecha, para ayudarla a regresar a la sala de descanso y quedarse ya con ella. Viktor llega cuando está terminando de desatarla, reclamando su derecho a cuidar de ella ahora. Como Ron, su polla ya no está erecta, así que este concluye que seguramente ya haya terminado. Hermione pone los ojos en blanco, argumentando que se encuentra bien y puede caminar sola. Al final, ella y Ron ceden, y sus novies se marchan a las duchas y él se queda en la sala.
Sin saber qué más hacer, decide acercarse a la única zona que nunca ha despertado su interés. Las tetas de Hermione le ponen mucho. Le gusta chupárselas, succionar sus pezones, pellizcárselos. A veces, la chica complace su fantasía de atrapar el pene de Viktor o el suyo entre ellas y dejar que se masturben mientras les chupa el glande o se corren en la piel de su garganta. Sin embargo, las tetas de las otras chicas no le excitan igual, ni siquiera dentro del club o cuando están en la alberca de Draco y sus amigas se bañan sin la parte superior si sólo están presentes los miembros del club. Sí le excita la idea de las tetas como abstracto, como parte del atractivo de cualquier chica, pero no tanto como para que la zona donde las cabinas permiten exponer los senos le haya atraído.
Cambia de idea mientras pasea por ella, porque no sólo hay tetas, también hay varios chicos en el interior de las cabinas. Como los agujeros están a una altura razonable para poder masturbarse con los pechos de quien está dentro, Ron no se había planteado que esa pared sirviese además para estimular los pezones de la otra persona hasta que ve a gente agachada o de rodillas para hacerlo. Chupa los pezones de un hombre cuya prominente tripa le roza el pecho mientras lo hace, y muerde la aureola de los de otro chico, que tiene piercings similares a los de Theo. Una mujer tiene una cadena que une las pinzas que aprietan sus pezones y Ron retira la pinza, los pellizca, obteniendo un gemido de placer a cambio, y vuelve a colocarla. Está a punto de entrar en una de ellas, dispuesto a comprobar cuánto tiempo puede soportar que le chupen, muerdan o pellizquen los pezones, tras ver a un hombre estimulándose el glande con los pezones de otro chico, pero no hay ninguna cabina libre.
Prometiéndose que buscará una oportunidad otro día, se acerca a Vaisey al verlo arrodillado junto a unas tetas, lamiéndolas y mordisqueando los pezones. Cuando Ron se detiene, se hace a un lado, pensando que quiere utilizarlas. Ron no lo había pensado, pero tampoco le parece mal aceptar la invitación, aunque no tenga la polla dura. Usando la saliva de Vaisey como lubricante, mete la polla entre las tetas de la chica, que se las aprieta para sujetársela, porque todavía no está completamente dura, y se masturba con ellas. Aunque no es tan caliente como el resto de cosas que ha hecho durante la noche, la piel de la chica y la presión sobre su polla son agradables y su polla parece despertar de nuevo. Vaisey los observa con los ojos vidriosos y, cuando el prepucio de Ron se retira un poco, descubriendo parte del glande, se inclina para chupárselo y empujarlo hacia atrás con los labios y aumentar la fricción. Ese gesto hace que toda la situación se vuelva más excitante. No se entera de quién está al otro hasta que se retira, con la polla dura y de nuevo con ganas de dejarse llevar en un orgasmo, y Vaisey le susurra a Luna que sus tetas son lo más caliente que conoce.
Emocionado por estar tan excitado y con la polla dura de nuevo, vuelve a la zona buscando alguien a quien penetrar. Observa, con curiosidad, que a pesar de la demanda que tienen sus mamadas al principio de la noche, ahora hay pocos chicos en esa pared y, sin embargo, hay que esperar turnos en algunos de los culos o vaginas expuestos. Se detiene en una cabina cualquiera, la que menos gente esperando tiene, sólo para darse el gusto de meterla rápido. Sorprendido cuando le toca, reconoce la piel oscura de Blaise, cuidada e hidratada por las múltiples cremas que usa, en sus palabras «para combatir la celulitis antes de los cuarenta» y se introduce dentro de su culo, saludándole. La exclamación de grata sorpresa del chico le calienta el pecho. Intercambian algunas palabras más antes de que Ron siga su camino.
Espera otro turno para introducirse dentro de un desconocido. Recordando que, aunque a él le gusta sentirse usado, también agradece cuando alguien se preocupa por su polla, introduce la mano dentro de la cortina y lo masturba suavemente, al mismo ritmo que se lo folla, utilizando el pegajoso semen de una corrida anterior del ocupante como lubricante. Cuando sale de él, Theo toma su turno, metiéndose dentro del hombre a la vez que le pregunta a Ron si busca a alguien en concreto. Ron niega con la cabeza, y Theo señala discretamente la cabina adyacente y otra detrás de ellos. Más tarde, en la sala de descanso, le reprenderá, bromeando sólo a medias, por no haberle avisado de que quería ser activo, tal y como le rogó tiempo atrás, pero Ron niega con la cabeza. Sabe que el chico es totalmente activo y no le importaría satisfacer su curiosidad, pero quiere hacerle sufrir un poco más. Y, probablemente, hacerlo donde Theo no tenga que pasar un rato que quizá no le resulte agradable esperando a que Ron lo visite.
Visita un culo más hasta que una de las cabinas que Theo ha señalado queda libre, descubriendo dentro a Luna. Ron saluda, pero la chica está distraída, canturreando feliz para sí misma. Por lo que oye a uno de los que espera el turno, él es su décimo visitante. Está a punto de quedarse cerca cuando se retira, todavía sin correrse, y otra persona más toma su turno, pero Vaisey está al lado de la cabina, apoyando un hombro en ella y con los brazos cruzados, esperando con paciencia. Su mente se ilumina al comprender qué ha motivado exactamente la entrada de Luna al club al reconocer en los ojos de su amigo la misma excitación que cruza los de Viktor cuando este le estrecha entre sus brazos, sosteniendo su agotamiento, y se aleja, sabiendo que su amiga está en buenas manos.
Su polla está muy dura y se siente muy muy cachondo, pero como ya se ha corrido dos veces confía en aguantar un poco más, así que se dirige a la otra cabina que Theo le ha señalado, una de las de servicio total. Llega a tiempo de sustituir a alguien en el culo y se desliza en el interior antes de saludar. Le contesta la voz de Harry, informando a Draco, que está al otro lado, de que es Ron antes de que el ruido de su boca succionando se oiga bajo la música. Con un resoplido al darse cuenta de lo lento que llega a ser para darse cuenta de algunas cosas, Ron se queda quieto dentro de Harry. Ahora sabe por qué Harry es quien menos lo visita y, si lo hace, es al final de la noche, justo para descargarse y contribuir a la fantasía de Ron.
Supone que el enfoque de la fantasía de su amigo es ligeramente diferente, porque no parece quedarse dentro de la cabina hasta el final, como él. Más bien parece algo similar a Luna, dejar que lo utilicen durante un rato, aceptando si quieren terminar con él. Cuando está seguro de que no va a correrse demasiado rápido, Ron comienza a moverse. Harry se aprieta alrededor de su polla. Luego, oye su voz de nuevo, saludando a Theo. La luz de su cabina cambia de verde a naranja, al mismo tiempo que Harry se ríe a algo que su amigo ha dicho, respondiendo que, como Ron hoy no está en su puesto habitual, Draco le ha dado permiso para correrse ya.
Enardecido por el hecho de que tanto Draco como Harry tengan en cuenta su fantasía cuando van juntos al club, y comprendiendo que parte del reto de esto para Harry es no correrse hasta que su novio se lo permita, empieza a follárselo. Lo hace poniendo toda su dedicación, deseando estar haciéndolo lo suficientemente bien como para que a Harry le merezca la pena haber tenido que esperar y sintiéndose un poco responsable de que eso suceda. No hay nada de qué preocuparse, porque Harry se corre en poco tiempo, apretándose con tanta fuerza alrededor de Ron que desata su orgasmo también, corriéndose dentro de su mejor amigo.
No es consciente de que Draco está a su lado, mirando el punto donde su polla entra en el culo de Harry con una mueca satisfecha, hasta que ha terminado. La luz sigue naranja, prueba de que Theo aún no ha acabado, así que se queda un poco más dentro de Harry hasta que siente a este estremecerse y sacudirse, a pesar de las sujeciones, dos o tres veces, cuando Theo se corre. Ron siente una leve excitación, preguntándose si él sería capaz de aguantar esas embestidas, con una polla tan grande como la de Theo, con el piercing en la punta rozándole la garganta y si su amigo le permitiría practicar un día, fuera del club, para probar con seguridad.
Como la luz continúa naranja, quizá porque Theo esté queriendo alargar un poco las sensaciones, Ron sale del interior de Harry y, tras marcar su culo con el rotulador, tachando las cuatro líneas que hay en él, se acuclilla para recoger con la lengua su propio semen, consolando el ano de Harry al mismo tiempo. A su lado, Draco sigue mirando, sin perder detalle. De su polla cuelga una gota de semen, fruto de cuando se ha corrido en la boca de Harry y, cuando Ron termina con el culo de Harry y este enciende la luz roja, se introduce el pene flácido de Draco en la boca para asegurarse de que esa gota no se pierda. Después, los tres liberan y sujetan a Harry, que está agotado, casi tanto como Ron cuando se deja llevar y lo ayudan a llegar a la ducha, sosteniéndolo y ayudando a Draco a asearlo. El asistente asignado a la cabina los observa, pero les deja hacer. Ya hace semanas que Ron dejó de necesitar tanto su ayuda, más allá de la necesaria para ajustarse alguna sujeción y, si están cerca, se ayudan entre ellos.
Preocupado, comprendiendo por qué Viktor, Hermione y el resto de sus amigos se vuelcan tanto con él cuando termina, exhausto, le preocupa si se encuentra bien. Harry asiente, y le agradece la preocupación con una sonrisa. Mientras Draco y Theo lo llevan a los sofás, Ron prepara algo de comer para los cuatro y se lo lleva. Harry celebra débilmente y se abalanza sobre la comida, pero Draco lo obliga a permanecer sentado contra su espalda y le da de comer con una gentileza tan dulce que Ron casi cree que es una persona diferente al Draco que conoce fuera del club. Preocupado porque Harry está tan cansado que se adormila en los brazos de su novio, Ron se acurruca a al lado de los dos, recostándose sobre Theo, sujetando la mano de su mejor amigo entre las suyas para expresarle su cariño y apoyo.
—¿Qué tal lo has pasado tú, Ron? —pregunta Viktor cuando los tres pasean por la calle de su casa después de aparecerlos a él y a Hermione, después de escuchar qué tal ha estado la noche de su novia.
—Diferente. Muy… intensa, creo. Pero lo pasé bien. Muy bien.
Creo que alguna de las próximas veces quiero probar a exponer los pezones. —Viktor alza las cejas, con interés, pero no dice nada.
—Buena idea —contesta, en cambio, Hermione.
—Y el cambio de perspectiva ha sido… interesante. —Hasta ahora, las cabinas que Ron utilizaba eran un trampolín antes de llegar al final deseado en su favorita, sin embargo, esta noche ha aprendido, después de más de un año de uso, todas las oportunidades que el club le ofrece—. Creo que repetiré alguna vez.
—Eso está bien —asiente Viktor, con una sonrisa alentadora.
—También ha sido muy interesante ver cómo lo hacéis para durar tanto —dice Ron, mirando a Viktor directamente. A su lado, Hermione se ríe. Es verdad que no había pensado nunca en ello, suponiendo que algunos, con Viktor, Theo o Draco, que son activos, pasaban la mayor parte del tiempo en la sala de estar, descansando entre eyaculaciones, y esta noche ha comprobado que no es para tanto—. No sé por qué pensaba que no habría nada que hacer una vez te habías corrido.
—Tú te corres varias veces mientras te usan —señala Viktor.
—No es lo mismo. Yo me limito a quedarme ahí, dejando que entren y salgan, Aquí ha sido… más activo. Tenía que buscar yo mismo el incentivo y eso me ha gustado.
—Bienvenido de vuelta a la versatilidad, entonces. Eso que tú llamas incentivo es tan potente que te permite correrte varias veces, como las dos tuyas de hoy —dice Viktor, sonriendo mientras abre la puerta de casa.
—Tres. —Sus novies le miran, sorprendidos. Ron se sonroja—. Draco me la chupó y me corrí en su boca.
—Eso sí que es una novedad —dice Viktor—. Hablando de eso: me he dado cuenta de que has visitado a muchos del grupo. —Su voz expresa preocupación, y Ron comprende por qué. Cuando él está como receptor, no elige quiénes de sus amigos eligen su cabina, pero hoy ha sido él quien elegía.
—La verdad es que no lo había pensado hasta ahora que lo has dicho. —Las palabras de Viktor hacen que una sensación extraña se instala en su estómago. No es arrepentimiento, exactamente, pero sí un leve nerviosismo ansioso—. En el momento ha parecido… natural… —dice, poco convencido. Viktor lo mira, con los ojos entrecerrados, así que se apresura a sonreír de nuevo, y le pregunta qué tal le ha ido a él. tranquilizado por la sonrisa de Ron y su entusiasmo, Viktor le deja cambiar de tema.
Tardan varias semanas en hablar de regresar al club. Viktor no parece tener prisa por hacer y Hermione se escapa un día con Daphne, Luna y Pansy, alegando noche de chicas. Theo invita un día a Ron, diciéndole que estarán Draco y Harry también, y eso le hace recordar la conversación con Viktor y Hermione acerca de lo a gusto que había parecido la última noche que habían visitado el club con todo el grupo. Rechaza la propuesta de Theo, y vuelve a sentir el nudo de nerviosa ansiedad en su estómago. Ha pensado bastante en esa noche. Mientras estaba en la sala, todo fluyó con naturalidad y sus recuerdos generales de la noche son muy agradables.
Pensar en los recuerdos concretos en cambio, como Harry, Draco o Pansy disfrutando gracias a él después de elegirlos de manera más o menos intencionada, en cambio, le suscita el nudo nervioso de nuevo. Sigue sin arrepentirse, porque realmente lo pasó bien aquella noche. Sin embargo, una voz en su conciencia lo machaca, recordándole que, por ejemplo, accedió a masturbarse con Luna y Vaisey, a pesar de que es una práctica que no le entusiasma, haciéndolo sentir culpable por ello aunque lo disfrutase. Esa voz perniciosa pervierte ese recuerdo en particular y, cuando Viktor le sugiere morderle los pezones la noche que Hermione sale, esquiva la pregunta para no responderle.
Llega a preguntarse si es que el ambiente del club afectó de alguna manera a su mente, o si es simplemente que su idiosincrasia, demasiado influenciada por la educación de su familia que, sin ser excesivamente conservadora, probablemente consideraría las prácticas del club con sus amigos como algo una línea a no cruzar argumentando no mezclar amistad y romance. Lo cual, desde su punto de vista, es absurdo en el momento en el que se deshizo de ellas para abrazar una relación poliamorosa, acostarse con Theo o follarse a decenas de desconocidos.
El malestar no desaparece hasta que varios días después quedan con el resto de sus amigos, de ambos grupos, para visitar la inauguración de las decoraciones navideñas de Oxford Street. Pasa los días anteriores en un estado de ansiedad cada vez mayor, que preocupa a Hermione y Viktor, que no saben a qué se debe. Ron se excusa, diciéndoles que se debe a la gran afluencia de clientes en la tienda durante las horas de trabajo, y ellos se lo creen. Sin embargo, cuando llegan al lugar donde han quedado con todos sus amigos, y estos sonríen al verlos llegar, abrazándose, compartiendo besos fraternales en las mejillas y preguntándose qué tal están, a Ron le parece una tontería haber estado preocupado, porque ninguno de sus amigos parece afectado. Y, por primera vez en varias semanas, se relaja y sonríe de verdad, contento de ver a sus amigos, de que estos lo traten con total normalidad y, de pronto, no entiende por qué ha pasado varias semanas dando vueltas en la cabeza y sintiéndose un poco culpable por algo que le gustó tanto a él y también a sus amigos. Viktor, que ha estado observándolo todo el día, preocupado, parece relajarse también al ver que Ron se encuentra mejor y hace un gesto de complicidad hacia Hermione, que también sonríe, entrelaza sus dedos con los de Ron y no se separa de él durante el resto de la noche.
Ron no vuelve a pensar en ello. Tampoco regresa al club con sus amigos, aunque sí lo visita con Viktor una semana después de Año Nuevo, en una ocasión que Hermione trabaja de noche, dejándose follar hasta acabar acunado en los brazos de su novio con tres marcas en su nalga. Cuando Viktor le propone llevarlo a la cabina de los pezones, Ron acepta y se deja mordisquear y lamer por su novio, que accede a acariciarle los pezones con la punta de la polla, corriéndose en ellos, olvidada ya la incomodidad, seguro de que su amistad con sus amigos no se ha visto afectada y que no puede ser malo algo que le hizo sentirse bien.
El día del cumpleaños de Ron, a primera hora de la mañana, mientras todavía están en la cama, Theo le envía una nota dentro de su lechuza diaria, la que contiene los movimientos de los tableros de ajedrez, para citarlo en el club, insinuando que tiene algo para él que quiere darlo. Antes de aceptar, Ron pregunta a Viktor y Hermione, porque no quiere estropear ningún plan que puedan tener para él.
—Oh, contábamos con ello —asegura Hermione.
—¿Lo sabíais?
—Theo nos lo contó hace unas semanas. —Como él, ni Viktor ni Hermione han vuelto a utilizar los apellidos de sus amigos desde que el club los introdujo en una intimidad donde sería raro que tuviesen cabida. Sólo Ron llama Malfoy a Draco, para burlarse de él, y todos llaman Vaisey a Vaisey, pero es que el chico jamás revela su verdadero nombre, aunque sospecha que Higgs sí lo conoce, y utiliza su apellido solamente—. Pensábamos llevarte nosotros mismos.
—Perfecto —asiente Ron, contento por la perspectiva de, por primera vez en casi seis meses, regresar al club. Y, si la voz perniciosa de su cabeza trata de recordarle el nudo ansioso de su estómago, Ron la relega a un lado, porque no va a ser diferente de la media docena de veces que ya ha ido al club con sus amigos antes de la última.
A pesar de la perspectiva de follar durante toda la noche, Viktor y Hermione no descuidan ninguna de las tradiciones que comparten en sus cumpleaños. Follan antes de levantarse, tomándose su tiempo para besarse y acariciarse, relegando la penetración al final, al momento de clímax, cuando Ron y Viktor se deslizan dentro de Hermione a la vez, llenándola con ambas pollas. Hermione gime escandalosamente, porque el reciente piercing de Viktor, un aro grueso similar al de Theo, despierta sensaciones nuevas. Ron puede sentirlo, al otro lado de la fina pared que separa el ano de la vagina de Hermione, rozándole el frenillo una y otra vez, desatando su orgasmo.
Remolonean en la cama, satisfechos, intercambiando más caricias y besos, susurrándose palabras de cariño y promesas de amor, tan acaramelados como una pareja de recién casados. Tras abrir sus regalos y agradecerlos, Viktor los conduce hasta un restaurante modesto y humilde, que Ron no conoce, donde sirven comida casera deliciosa. Al preguntar, Viktor responde que es una recomendación de Blaise.
—Al parecer, los prejuicios muggles no alcanzan a la comida —bromea Ron, a pesar de que sabe que ninguno de los Slytherin tiene, a día de hoy, ningún prejuicio que él mismo no tenga y que, ni por asomo, pretenden despreciar a los muggles, aunque prefieran vivir en el mundo mágico la mayor parte del tiempo.
Visitan La Madriguera, dejándose agasajar por las tartas y los dulces de su madre. Termina con las orejas rojas por los tirones de todos sus hermanos y abraza a su padre para agradecerle su felicitación. Juega con sus sobrinos y acepta sus regalos infantiles, realizados por ellos mismos, con tanta ilusión como los de los adultos y los guarda con cuidado y mucha estima. Consiguen desprenderse de las atenciones maternales de Molly a tiempo de llegar al cine, una de las cosas muggles que más le gustan.
No vuelve a pensar en el club hasta que salen del cine, ya de noche, y se dirigen hacia allí. Es entonces cuando un hormigueo nervioso se instala en su interior, preguntándose cuál será la sorpresa de Theo y un poco preocupado, porque su amigo es muy dado a empujarle a explorar sus límites una y otra vez, disfrutando con cómo Ron pasa de una asustada prudencia a una desatada valentía. Hermione se da cuenta, porque le acaricia la mano por encima de la mesa y le asegura que ella ha dado su aprobación personal a la sorpresa. Sus palabras lo tranquilizan igualmente, pero Ron está seguro de que el hormigueo nervioso es más parecido a emoción hacia lo desconocido, que la culpabilidad de meses atrás.
El club está vacío. Limpio e iluminado, como la primera vez que Hermione y él lo visitaron, listo para ser utilizado, pero sin que nadie haya comenzado todavía. Ron no sospecha al principio, pensando que han ido mucho más pronto que otros días y eso explicaría que aún no esté en funcionamiento. Todos sus amigos están, completamente vestidos, esperándolos en la sala de descanso. Cuando los tres entran, estallan en un coro de desafinadas felicitaciones, cada uno cantando a un ritmo diferente y, durante los siguientes minutos, Ron se abruma, estrechando manos, besando mejillas y dando abrazos.
—La verdad, es que, como sitio para celebrar cumpleaños, es ideal. ¿Cómo no lo hemos pensado antes? —pregunta Draco a Terence, que se encoge de hombros.
—Siempre es bueno tenerlo en cuenta —dice Theo, riéndose.
—Si alguien tiene como fantasía celebrar sus cumpleaños aquí a partir de ahora, que vaya haciendo la reserva —exige Vaisey, gritando para imponerse al jaleo general.
No hay nadie más que ellos, así que no hay música en la sala de descanso y las luces están prendidas, así que pueden hacer todo el ruido que quieran. Terence ha cerrado la puerta con llave: nadie utilizará el club esa noche. Hermione pregunta cómo han conseguido que nadie lo haga, pero Blaise le aconseja que mejor no pregunte cosas que, de saberlas, la pondrían en un compromiso legal. Al final, Vaisey confiesa que sólo es un hechizo similar al de Hogwarts, creación de Draco, que hincha el pecho, orgulloso, que hace que los socios muggles, cuando lleguen a la calle donde el club está, recuerden súbitamente que esa noche les apetece hacer otra cosa.
Juntan varias mesas y preparan un pequeño banquete con lo que encuentran en la cocina, comiendo entre risas, charlas y canciones que Luna se empeña en entonar, diciendo que es importante cantar en los cumpleaños. Vaisey la sigue la corriente, pero el resto se niegan, entre carcajadas, argumentando que la quieren mucho, pero que no es su rollo. Cuando Theo se levanta, tocando dramáticamente un vaso de un solo uso con un tenedor desechable de madera, todos estallan en una carcajada antes de conseguir guardar silencio.
—Bien. Gracias. Así, así —dice, moviendo la mano en dirección a Blaise, que lo abuchea—. Nos hemos reunido aquí para celebrar el cumpleaños de un muy buen amigo mío. Cuando lo conocí, me cayó mal. Lo siento, tío. Sin embargo, ha demostrado ser legal y, sobre todo capaz de superar sus dudas y prejuicios. Como persona que ha vivido subyugada por ellos durante su infancia y una parte de la juventud, sólo tengo que decir que eres un ejemplo para mí. —Todos se han quedado callados. Theo no suele ser expresivo, salvo cuando bromea, y, aunque sonríe, el tono de sus palabras es serio—. Te quiero, tío. Lo siento por Harry, pero va tener que competir conmigo por el título de mejor amistad.
—Al amanecer, con las varitas —dice Harry, desde su sitio—. Te enterraremos con honores y en la lápida tu epitafio dirá: «El muy imbécil decidió que era buena idea enfrentarse al Niño-Que-Vivió-Para-Vencer». —A su lado, Draco se empieza a reír, contagiando a todos, hasta que Theo vuelve a llamar su atención.
—Y ahora, damas y caballeros, si están listos, es hora de continuar la fiesta en otro lugar.
Con un azote de varita, las mesas quedan vacías de los restos de comida. Ron se levanta, como los demás y los sigue hasta las taquillas mientras Vaisey y Terence ordenan la sala de los sofás, atenúan las luces y conectan la música. Está nervioso, pero trata de disimularlo mientras se desnuda, rodeado de todos sus demás amigos, que siguen charlando animadamente entre ellos, amenazándose con follarse mutuamente, mientras hacen lo mismo. A su lado, Viktor y Hermione lo miran, evaluándolo. Viktor frunce el ceño, preocupado al ver que algo no va bien.
—Si necesitas irte, sólo dímelo y te saco de aquí. Es tu cumpleaños, nadie va a enfadarse. —Incapaz de contestar por el nudo de nervios en su pecho, Ron asiente—. Escucha, pensé que esto iba a estar bien, porque me pareció que habías estado cómodo la última vez.
—Estuve cómodo —confirma Ron, carraspeando al notar su voz demasiado aguda. Es cierto, lo pasó genial, salvo por la voz perniciosa de su cabeza días después. Pero está bien con esto. Quiere estar bien con esto. Porque realmente le apetece.
Tratando de ganar tiempo para pensar en ello, porque todo está yendo demasiado rápido, se ata una toalla a la cintura y va a las duchas. No es el único, porque casi todos sus amigos han pensado igual que él, pero se mete en uno de los cubículos, dejando caer el agua caliente sobre sus hombros, escuchando como el resto sigue charlando. La puerta del cubículo se abre y Theo entra, desnudo.
—Comparte —exige, obligándolo a hacer sitio para que le caiga agua encima a él también—. ¿Estás bien?
—Creo que sí.
—Pero no estás seguro.
Ron niega con la cabeza. Disfruta mucho de las noches puntuales en las que quedan todos, entremezclándose entre los desconocidos, y le encanta que le visiten o ir él a verlos a sus cabinas. Forma parte de un juego en el que hay conocidos, desconocidos, amigos, parejas… También le gusta sorprenderse cuando, por casualidad, se encuentra una noche con alguno de ellos. O cuando quedan para ir juntos. Sin embargo, a pesar de que lleva un rato recordándose a sí mismo lo bien que lo pasó la última vez, incluso a pesar de la ansiedad posterior, la idea de estar allí sólo con sus amigos, sin el resto de gente circulando o disponible para elegir, de pronto, es demasiado. Se siente demasiado desnudo y la ansiedad nerviosa de meses atrás se agarran a esa idea para crecer.
—Es… no habría diferencia si hubiésemos quedado en tu casa —trata de explicar Ron. Theo lo mira, comprendiendo.
—Probablemente no. A fin de cuentas, es lo mismo. En una casa nos habríamos repartido por las camas y los sofás, eligiendo. La diferencia es que aquí vamos a jugar a imaginarnos que es un día normal y que no nos conocemos, aunque sí lo hagamos. Y, si lo piensas bien, no va a pasar nada que no haya ocurrido ya otros días. Va a ser divertido.
—Sí, ¿verdad? —Ron asiente, porque sabe que, una vez más, sólo es ansiedad desplegándose porque se ha puesto un poco nervioso y está algo asustado por los viejos prejuicios desterrados meses atrás. Y desea, como ha dicho Theo, quitárselo de encima, porque está deseando salir de la ducha y no quiere sentirse incómodo sólo porque una voz de su cabeza, que creía desterrada, le está susurrando que no habrá desconocidos.
—Todos, o casi todos, te hemos follado o hemos hecho algo contigo aquí dentro. No va a cambiar nada de la última vez a hoy. Sé que te gusta que desconocidos te usen para follar. Y que también has acabado cogiendo el gusto a utilizar el club para algo más que cumplir estrictamente tu fantasía. Si te ayuda, puedes imaginarte…
—No quiero imaginarme que sois desconocidos, me gusta saber que sois vosotros cuando… —niega Ron, tratando de explicarse—. La última vez… Bueno, fue agradable preocuparse por los demás y ayudarles a disfrutar.
—¿Entonces? —pregunta Theo.
—Después… No lo sé. Me gustó, quería repetir, pero no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Es irracional, lo sé, y realmente me lo pasé bien, te lo juro. Pero ahora, de pronto…
—De acuerdo, vámonos. Avisaré a Viktor y a Hermione, si prefieres irte con ellos. —Ron niega con la cabeza una vez más—. Podemos quedarnos en la sala de descanso, entonces. Nadie va a juzgarte. —Theo se detiene, un poco frustrado, porque baja la mirada. Luego, su rostro se ilumina con una media sonrisa comprensiva—. Es verdad que tienes ganas de hacer esto, ¿verdad? Sólo estás acojonado.
—Un poco —admite Ron, sonrojándose.
—Ah, me encanta ese rostro tímido y vulnerable. Ahora es justo mi parte favorita, cuando decides ser un Gryffindor y sorprenderme, cambiando mi idea sobre ti. Pero esta vez no me vas a pillar, Ron Weasley. Escucha: lo estás enfocando mal. Quizás hoy no es una noche de ser usado por desconocidos donde, si acaso, vas a encontrarte con algún conocido, para satisfacer una fantasía. A lo mejor hoy es una noche de hacer lo que te apetezca, sabiendo que todo lo que vas a encontrar es a tus amigos, compartiendo contigo, con confianza y complicidad.
»De pensar en que Draco seguramente estará deseoso de que se la chupes, porque es algo que le gusta mucho. En lugar de pensar en que a Draco le gusta la pizza muggle y cocinarla para él cuando hacemos una fiesta en tu casa, porque quieres que se sienta bien, puedes buscarle para mamársela. Harry querrá demostrarnos a todos que puede controlarse le hagamos lo que le hagamos, así que será divertido para mí provocarlo para que se corra antes de lo que prevee. Seguramente, Hermione quiera que Daphne o Luna le dediquen un rato de tiempo, porque estar con una chica de vez en cuando, rodeada de hombres como vive, le resulta excitante y agradable. Viktor estará deseando recogerte entre sus brazos cuando decidas que has terminado y yo ya estoy disfrutando, ahora mismo. —Theo sonríe y a Ron le flipa un poco que sea capaz de saber tantas cosas de todos ellos, aunque supone que, precisamente, siendo el sexo una parte fundamental de esas amistades, tiene sentido que sea tan observador.
—Porque estás a punto de verme superar algo que me asusta un poco.
—Y eso hace que me sienta orgulloso de ti. Y que te quiera un montón, porque eres una persona maravillosa. —Ron sonríe, un poco emocionado—. Somos amigos y queremos divertirnos haciendo cosas que nos gustan con gente a la que queremos y apreciamos, con la que tenemos confianza para expresar lo que nos apetece hacer, que nos va a atender si lo necesitamos, que va a estar después de que todo acabe para velar por nosotros y que nos encontremos bien. Así que, si tu fantasía de ser usado no vale cuando sólo somos nosotros, sólo disfruta del resto. Y si sí te apetece…
—Tienes razón. De hecho… no es diferente que cuando el otro día me señalaste las cabinas que estaban ocupadas por Luna y Harry.
—Exacto.
—Fue emocionante iros encontrando entre toda la gente y tantear qué cosas os gustan —admite Ron, que intuye ahora que su ansiedad, derivada de comerse la cabeza meses antes, se aprovecha de eso para camuflar su miedo a un nuevo y desconocido giro de los acontecimientos. Theo también parece entenderlo, a juzgar por sus siguientes palabras.
—Lo sé. Al resto también nos pasa lo mismo. Créeme, es tu cumpleaños y casi todos hemos estado pensando ideas de cosas que te gusten a ti, esforzándonos también, porque es agradable hacerlo. También sé que te vas a divertir un montón si consigues superar el miedo a que no haya desconocidos entre nosotros. Y, si dentro de un año, o dos, decidimos hacer una celebración similar, estoy seguro de que querrás repetir. Pero, sobre todo, sé que basta con que digas que no estás seguro de querer estar aquí para que nos marchemos.
—Quiero estar aquí —dice Ron, mucho más seguro que un rato antes, levantando la mirada del suelo para encontrarse con los ojos de Theo, chispeantes de emoción.
—Eres lo más genial del mundo, Ronald Weasley.
Todavía hay algunos de sus amigos en el vestuario, con las toallas anudadas en la cintura cuando salen de la ducha, pero no hablan, porque han estado escuchando su conversación. Cuando Ron sonríe, ellos también lo hacen y se acercan para asegurarle que todo estará bien y que puede marcharse cuando quiera. Se refugia en los brazos de Viktor, que lo besa con cariño, y luego deja que Harry le dé un abrazo. Draco carraspea, malhumorado, a punto de decir algo para defenderse de las palabras de Theo, pero Ron lo corta antes.
—Me pido la segunda cabina. Y el fin de semana que viene cenamos pizza en casa, por si Harry y tú queréis venir. —Todos estallan en carcajadas, excepto Draco, que frunce el ceño y farfulla para sí mismo, malhumorado, antes de salir del vestuario mandándolos a la mierda. y Harry palmea el hombro de Ron, apoyándole en su decisión.
—Además, sería una pena que te fueses sin ver tu sorpresa de cumpleaños —dice Theo.
—Podías haber usado ese argumento antes, tío —protesta Adrian, poniendo los ojos en blanco.
—Tan mayor y no sabes nada de la vida, Adrian —le espeta Theo, con fastidio—. Venga, Ron, estoy seguro de que va a gustarte, pero no tienes por qué usarlo hoy. Podemos dejarlo ahí hasta el próximo día y que la disfrutes cuando vengas tú solo.
—Ha sido idea suya, pero yo creo que es perfecto para ti —señala Viktor, entrelazando sus dedos con los de Ron protectoramente y guiándole hacia el pasillo.
Todos los demás están ya en la sala de las cabinas, pero ninguno ha empezado. Algunos, como el propio Ron, o Harry, todavía tienen la toalla anudada a la cintura. Daphne se está ajustando el arnés. La mayoría van desnudos y algunos de los chicos presentan una tímida erección a media asta, anticipando el momento de comenzar. La sala está en penumbras, con la iluminación habitual de su funcionamiento, pero la música es más tenue de lo acostumbrado, apenas un acompañamiento de fondo para el oído.
Una de las paredes, la que contiene la cabina que Ron suele utilizar más a menudo, la primera que probó y su favorita, está decorada de forma infantil, con globos y serpentinas. En el lugar donde debería estar el clásico «Feliz Cumpleaños», una pintada hecha toscamente, con chorretones que resbalan, están las palabras «Cum Dump». Un enorme rotulador, de color rojo, cuelga de una larga cuerda. Haciendo un aspaviento dramático, como si estuviese exhibiendo la cabina en un programa televisivo, Theo le explica cuál ha sido su idea.
—Pero no tienes que usarla hoy si no es lo que quieres —le asegura. Ron comprende que se siente orgulloso de su idea, pero que ahora no sabe si es tan buena—. Pensé… creí que sería buena idea, pero si no estás seguro…
—¡Sí! —exclama Ron, con los ojos abiertos de par en par, impresionado y excitado a partes iguales. La habitual placa que indica el uso ha cambiado, especificando nuevas instrucciones—. Siento… el drama. Lo siento. ¡Sí! ¡Claro que quiero!
—Creo que vais a tener que acabar dejando una cabina así para uso continuo —dice Hermione, tras él, abrazándolo por la cintura y besándolo en el hombro.
—Oh, se ha puesto rojo —se burla Theo—. Entonces es que todo va bien. Felicidades, Ron.
»Bien, todo el mundo atento. Hay agua y toallas limpias en todas las cabinas, pero tampoco os disperséis mucho o esto será aburrido si cada uno estamos en una punta. Ayudad al resto a sujetarse en las cabinas y a desatarse, cuidaos entre vosotros, disfrutad mucho y, sobre todo los chicos, recordad que la última va a la salud del cumpleañero.
Ron no sabe bien qué hacer al principio. Es verdad que, siendo sólo ellos, todo parece mucho más grande y solitario. Hermione, como ha predicho Theo, se va con Daphne hacia una las cabinas inferiores. Viktor, en cambio, se queda a su lado, con una mano en la parte baja de la espalda de Ron.
—¿Por dónde quieres empezar? —pregunta, gentil.
—Yo… no lo sé. Pero tú puedes ir donde quieras.
—Hoy me quedo contigo —dice Viktor, sin dudar, mirándolo con media sonrisa—. Le prometí a Hermione que me haría cargo de que todo fuese perfecto en tu cumpleaños, porque predijo exactamente tu pequeña crisis de antes, y pienso hacerla caso. Y sacarte de aquí si lo necesitas.
—Pero tú…
—Ah, no te preocupes por mí. Para empezar, estaré contigo. Y, mientras estés ocupado, visitaré otras cabinas cercanas —le asegura Viktor.
—Entonces… quiero chupar. —Viktor asiente, y juntos, caminan hasta la zona donde están las cabinas correspondientes. El resto está ocupado en ayudar a afianzar a los que han escogido cabinas que requieren sujeciones o hablando entre ellos en un ambiente distendido, al parecer sin prisa por comenzar.
—Segunda cabina —indica Viktor, con voz de advertencia, cuando Ron abre la puerta de la primera. Su novio señala con la mirada en dirección a Draco, que está cerciorándose de que Harry esté cómodo, y Ron cae en la cuenta.
—Pensé que le había parecido mal —duda Ron—. O sea, sé que lo dije de verdad, pero también para pincharle, así no creo que piense que…
—Vendrá —asegura Viktor, impertérrito—. Salvo que tú no quieras. Tú eliges. Hoy, y cualquier día, pero sobre todo hoy.
Ron abre la puerta de la segunda cabina y se acomoda dentro, de rodillas junto al agujero, dispuesto a esperar pacientemente, sabiendo que siendo tan pocos es probable que le toque esperar entre uno y otro, y enciende la luz verde. Todavía está un poco nervioso, pero la lógica de que ha montado un pequeño drama por hacer algo que ya hace de vez en cuando, sólo que rodeado de más gente, se asienta cada vez más en su mente, haciéndole arrepentirse de haber dado la nota en su fiesta de cumpleaños.
Tal y como Theo y Viktor han predicho, la polla enmarcada en el vello dorado de Malfoy aparece en el agujero, metiéndose tan adentro de la cabina que Ron está seguro de que, al otro lado, el chico está completamente apoyado en la pared, sin dejar espacio entre esta y su cuerpo, porque hasta sus huevos, cubiertos del mismo vello rubio blanquecino, traspasan el agujero. Con una sonrisa divertida por lo predecible que ha resultado ser Draco, le rodea la polla con la mano, dispuesto a empezar a chupar.
—¿Puedes… hacerlo largo? —pide Draco al otro lado, después de carraspear. Como Ron no contesta, un poco sorprendido, sigue hablando—. Así luego me quedaré con Harry hasta el final y me dará tiempo a recuperarme.
—Claro —asiente, al final, comprendiendo exactamente cuál va a ser la diferencia hoy: No será un saludo aislado en algún momento, sino que todos buscarán cosas concretas, tratando de complacer y ser complacidos, al contrario que los días normales, donde cada cabina tiene una función y sólo el hecho de que Ron intuya qué puede gustar a la persona que está al otro lado hace que haya alguna variante.
Así que lo hace durar lo más posible. En lugar de centrarse en la polla de Draco, le lame los huevos, deleitándose en ellos y llenándolos de saliva, dispuesto a hacerle rogar. Como Draco parece empeñado en mantener un hosco silencio, Ron sigue haciéndolo. Cuando Draco, impaciente por más contacto, pero sin querer renunciar a lo que le está haciendo, se sacude en el agujero, Ron sonríe.
—Date media vuelta, Malfoy —le ordena. Cerca de la cabina suena la carcajada de Viktor, que escucha por encima de la música y el ruido de la sala sin problema. Draco obedece y pronto su polla es reemplazada por el agujero del culo de Draco, que se pega lo más que puede al agujero a la vez que se abre las nalgas.
Es más incómodo para Ron, porque tiene que pegar la cara al agujero de la pared, estirando la lengua lo más posible, pero consigue acariciarle durante un rato, lo suficiente como para que el pequeño agujero ceda cuando lo puntea al lamerlo. Es Draco, esta vez, quien decide apartarse, volviendo otra vez a meter su polla por el agujero.
—Joder, hazlo ya —gruñe, y Ron se ríe, porque es la forma de rogar del chico, así que le da lo que quiere, tratando de que Draco pueda controlarse lo más posible, hasta que el chico se corre con un gemido menos varonil de lo que al propio Draco le habría gustado. No se mueve al terminar, quedándose quieto, todavía dentro del agujero. Ron comprende qué quiere y la mera idea de que un amigo suyo confíe en él como lo ha hecho Draco le encanta, así le complace, sin sacarse la polla de este de la boca, lamiendo suavemente con la lengua, hasta que pierde completamente la erección y Draco decide retirarse—. Feliz cumpleaños, Ron.
Ron se limpia la cara y bebe agua, pensando quedarse hasta que aparezca alguien más, pero la polla de Viktor asoma al instante, con su piercing colgando en la punta, brillante y tibio por su calor corporal cuando Ron lo besa. Viktor decidió ponérselo después de oír a Hermione hablar maravillas del de Theo, porque estaría dispuesto a cualquier cosa por ella. Ambos lo acompañaron a un piercer muggle un mes después de Año Nuevo, siguiendo con interés el proceso. La parte más difícil había sido la curación y la abstinencia. Cuando el pene había comenzado a curar, todavía un poco temerosos de que el sexo vaginal y anal fuera contraproducente, brusco o sucio para la herida, Ron y Hermione habían tratado de consolarlo a base de mamadas realizadas con preservativos muggles. No habían visitado el club mientras su polla curaba, hasta que hace apenas unos días, Theo le preguntó a Ron si todo iba bien.
Ahora sabe que su respuesta, admitiendo que no iban al club por Viktor y su recuperación, ha sido una de las claves de su sorpresa de cumpleaños y que, en realidad, estaba tratando de asegurarse de que no iba a cagarla. Theo había contenido una sonrisa de alivio cuyo significado cuadra para Ron ahora y luego había puesto los ojos en blanco porque no lo habían consultado. Fue a buscar a Draco, que realizó un hechizo curativo al instante sobre Viktor, mascullando algo sobre la manía de hacer las cosas difíciles en lugar de utilizar magia que tienen algunos, como Theo, que había replicado con ironía mencionando los efectos beneficios de la abstinencia y sus elecciones personales para el deseo sexual.
—¿Va todo bien? —Sin sacarse su polla de la boca, jugando con el piercing con la lengua, Ron asiente con un sonido vibrante de su garganta. Luego, se la saca para poder responderle. Se queda con ella en la mano, sujetando su erección.
—Genial —asiente. Comprendiendo que Viktor está preocupado por su pequeño susto antes de entrar, trata de tranquilizarlo—. Siento la escena. No… no estaba pensando con claridad. Me agobié.
—Tienes derecho a agobiarte. Pero me alegra que lo reconsideraras. Cuando Theo me contó su idea, me acordé del último día, de lo contento que habías estado. Y luego, cuando fuimos a ver las luces de Navidad… te cambió el rostro, te animaste, después de varios días super apagado, al verlos a todos. Y yo pensé que los echabas de menos…
—Sí. No… Bueno… —Ron se da cuenta de que, efectivamente, sí los ha echado de menos—. Al final, follar también es un vínculo íntimo, aunque no… esté enamorado.
—Yo también lo veo como tú. —Disculpándose, Ron le cuenta que esos días precisamente estaba ocupado comiéndose la cabeza, y se disculpa por no haber sido sincero—. Está bien. No quiero que me cuentes las cosas porque crees que debes, sino porque sientes que quieres.
—No te merezco —dice Ron, sonrojado y emocionado por el amor que siente hacia su novio.
—Entonces, ¿está todo bien? —pregunta Viktor una vez más, para asegurarse.
La erección de Viktor ha decaído durante la conversación, más concentrado este en hablar con Ron que en su mano, así que, en respuesta a su preguhta, se la mete en la boca para ayudarle a recuperarla. Viktor se ríe, comprendiendo y murmura que se alegra, y su erección aparece de nuevo en pocos segundos. Ron se la chupa un rato más, hasta que Viktor se retira, sin correrse, para ceder el sitio a Blaise. Este le pide que le chupe los huevos. Adrian, que se quede quieto con los labios rozándole el vello del pubis, tragando saliva. Theo aprovecha que tiene la polla lo suficientemente grande como para que Ron pueda pegar la cara al agujero y dejar que le folle la boca. Terence que le roce con los dientes. Harry que lo masturbe rápido mientras le succiona el glande. Todos le piden cosas diferentes, pero ninguno, salvo Draco, quiere correrse. Abandona el cubículo cuando Vaisey se retira, porque es el último. Entre cada uno de los chicos, Viktor ha estado con él entre cada una de las visitas de sus amigos, hablando con él a la vez que metía la polla por el agujero para que Ron se la chupase y lamiese despacio, lo justo para renovarle y mantenerle la erección, pero tanto como para correrse.
Lo está esperando al salir, con la polla dura y oscilante, y lo pega a su cuerpo para besarlo profundamente, con lengua, antes de preguntarle qué quiere hacer ahora. Ron elige una de las cabinas superiores, sorprendido de que no haya nadie allí, pero Viktor le informa de que Pansy ha estado en el de al lado hasta unos minutos antes.
—Estuve con ella mientras se la chupabas a Theo.
—Suena excitante —dice Ron, mordiéndose el labio inferior. Viktor sonríe de lado, pensativo, y luego murmura en voz baja, abriendo la puerta de la cabina para Ron y poniendo una mano en su nalga para ayudarle a trepar la estrecha escalerilla.
—Lo fue. En realidad, me acerqué a mirar, porque estaba Draco con ella. Al verme, masculló algo de que siempre lo dejas seco y Harry estaba en buenas manos. Me puse detrás de él, para poder ver mejor y, como la tenía dura, mi polla se rozó contra su culo. —Ron traga saliva, excitado por la imagen que Viktor le está narrando mientras le sujeta por las caderas para ayudarle a colocar las piernas—. Me ordenó sustituirle comiéndome el coño y el culo de Pansy mientras él se abría las cachas del culo para sujetarme la polla entre ellas. Luego, ha seguido comiéndose el coño de Pansy a la vez que yo le metía los dedos por el culo a ella y me masturbaba con el culo de él.
—Joder… —jadea Ron, duro como una piedra por la idea de que, como ha chupado la polla de Viktor entre medias de la de cada uno de sus amigos, ha estado en su boca después de frotarse contra el culo de Draco.
—Si llego a saber que vas a gotear así, te lo habría contado mientras me la chupabas antes de Terence —dice Viktor, riéndose de él cariñosamente, dejando que Ron le ayude a ajustarse las cintas del interior de la cabina, pero asegurándose de que lo ha hecho correctamente después.
—Por favor —asiente Ron, alentándolo.
—Pues si quieres que te lo cuente… Ha sido un jaleo desatar a Harry para que viniese a tu cabina, pero estabas a punto de terminar con casi todos y tenía que ser en ese momento, porque no quería perderse la oportunidad. Menos mal que Terence ha aguantado bastante mientras se la chupabas. Daphne y Hermione han estado follando en una de las cabinas, pero creo que hoy les apetecía algo un poco más suave —le informa, a la vez que termina de atarlo por fuera de la cabina.
Luego se coloca detrás de su culo y empieza a comérselo despacio. Cuando se detiene para meterle los dedos, sigue hablando, comentando que cree que Hermione y Daphne deberían llegar a un arreglo como el que Ron tiene con Theo. Le cuenta cómo el resto está terminando de afianzar a Harry de nuevo, listo para recibir el dildo de Luna en el culo mientras Adrian le folla la boca, que Terence está atado en una cabina de sexo anal, con Vaisey disfrutando de él y que Pansy se ha instalado en otra cabina, donde Blaise acaba de empezar a metérsela.
—Tardarán un rato, le he oído decir a Pansy que quiere que primero le dé un orgasmo vaginal y luego se la meta por el culo. Y creo que Blaise quiere correrse, por lo que ha dicho. —Viktor se calla, porque vuelve a hundir la lengua en su culo. Ron está excitadísimo escuchando e imaginándose al resto desde la soledad de su cabina, tanto que nota cómo su pene chorrea algo de líquido seminal. Gime cuando los dedos de Viktor vuelven a entrar dentro de él—. También me parece que Adrian quiere correrse en la boca de Harry, por eso no está aquí todavía. Creo que la idea es que todos puedan correrse al menos una vez con suficiente tiempo como para recuperarse y aguantar hasta el final, haciendo algo así como turnos para que nadie se aburra y siempre haya alguien dando o recibiendo. Pero ya te ha visto y me ha hecho un gesto.
—¿Adrian? —Ron se estremece, porque si Adrian le come el culo, va a correrse seguro.
—Sí, me pidió que, si venías aquí, no te dejara marcharte hasta que él te visitase. Todos… creo que todos quieren que hoy te sientas bien. Es su modo de felicitarte el cumpleaños.
—Puedes ir con ellos, si quieres —ofrece Ron, sintiéndose un poco culpable de estar monopolizando a su novio.
—Sí, lo haré cuando venga Adrian, porque sé que vas a estar muy entretenido con él —se ríe Viktor.
Vuelve a callarse para poder comerle el culo durante un rato, hasta que Hermione se acerca a ellos para pedirle a Viktor que folle con ella. Ron le pregunta a su novia qué tal se lo está pasando y, mientras Viktor le sigue chupando el culo, Hermione le resume su noche, hablando entusiasmada de Daphne. Tal como había dicho Viktor, a la chica le apetecía una noche tranquila y quiere darla por terminada ya. Pidiéndole a Hermione que ambos se queden con Ron hasta que llegue Adrian a sustituirle, Viktor rodea a Hermione con los brazos y abre las nalgas de Ron con las manos, facilitando que esta le chupe el culo también.
Ron se deshace bajo sus caricias, los besos en las nalgas, los dedos de ambos entrando a la vez, y sus lenguas peleando por alcanzarle al mismo tiempo. Más tarde, se enterará que, al mismo tiempo, Viktor ha introducido su polla entre los muslos de Hermione, masturbándose suavemente con ellos igual que ha hecho con Draco un rato antes; Ron se promete a sí mismo recordar que a su novio le ha gustado hacer eso tanto como para repetirlo, y así dejarle hacérselo a él cada vez que quiera.. Cuando Adrian se acerca a la cabina para tomar el relevo, sus dos novies se despiden para irse a follar juntos, tal como Hermione ha pedido. Ron le desea que disfrute, al menos, tanto como él, y la chica le agradece los buenos deseos despidiéndose con un beso en su ano.
—Me lo voy a tomar con calma con Hermione, me apetece mucho estar también con ella hoy —informa Viktor a Ron antes de irse, que asiente, con gráficas imágenes mentales de Viktor llevando a Hermione a una de las cabinas y sujetándola con delicadeza antes de cumplir el deseo de ella de follar juntos antes de retirarse a descansar—. Luego la acompañaré a la sala de descanso y me quedaré un rato allí, pero volveré.
—No creo que tardemos mucho tampoco —se ríe Hermione, que suena excitada también.
—No, no lo creo —coincide Viktor—. Pero antes quiero comerte el coño, así que tampoco quiero tener prisa. Ron, si me necesitas antes, manda a alguien por mí y vendré.
—Estaré bien, no te preocupes —dice Ron, halagado porque sus novies se muestren tan pendientes de él, pero deseando se relajen y disfruten follando, centrándose el uno en el otro durante un rato—. En serio, id y pasarlo genial. Diría que os merecéis pasarlo bien, pero es que os lo merecéis siempre.
—Oh, sí, vayas que si estarás bien. Te prometo que hoy vas a estar tan en la gloria como yo lo estoy cada vez que me la chupas. No os preocupéis, chicos, tomaos el tiempo que necesitéis —interviene Adrian, entusiasmado—. Cuanto más tardéis en volver, más tiempo estaré yo aquí.
—Entonces, me aseguraré de alargarlo un poco más —promete Viktor—. Que sepas que todos están tan envidiosos por tener a Adrian tanto tiempo para ti como deseosos estaban de disfrutar de tus mamadas.
Ron abre los ojos de par en par, comprendiendo que Adrian realmente va en serio y que quiere comerle el culo durante tantísimo rato. Si Viktor quiere lamer a Hermione y luego ambos alargan el polvo y suma el tiempo de ayudar a Hermione a ducharse, cuidarla y asegurarse de que esté bien… La sola idea de tener a Adrian una hora detrás de él lo marea.
—Bueno, vamos allá con el cumpleañero. ¿No te has corrido todavía?
—No —responde Ron con un hilo de voz, todavía tratando de hacerse a la idea de lo que va a ocurrir.
—¿Te reservas para algo en concreto? —Adrian está hablando tan cerca de su culo que puede notar su aliento en él. No sólo su aliento: la nariz, rozándole el ano e inspirando y espirando profundamente, haciéndole cosquillas.
—No había pensado en nada.
—Debes ser el único —se ríe Adrian, separándole las nalgas y lamiéndole entre ellas desde los huevos hasta la parte baja de la espalda—. Pero mejor para mí. Bueno, pues vamos a ello, cumpleañero.
Con una palmada en el culo, Adrian repite el mismo movimiento. Luego entierra la nariz en su ano e inspira, como si quisiera impregnarse del olor de Ron. Este no se preocupa, porque se ha aseado a conciencia en casa y luego en la ducha del club, pero el gesto le parece tan morboso que gime. Adrian se ríe, con los labios vibrando en su ano, al notarlo, y le pide que no se contenga. Que quiere verlo relajado, desecho y con el culo tan flojo que su lengua pueda follarlo a placer.
Tal y como ha prometido, Adrian no se va hasta que Viktor vuelve. Para ese momento, Ron casi ha perdido el sentido. No es consciente de la música de fondo, ni de los sonidos del resto de sus amigos gimiendo y jadeando. Sólo de la lengua de Adrian, que hace maravillas, y de sus labios besándolo, succionando con fuerza, los dientes raspándole el borde rugoso del ano, la punta de su nariz introduciéndose un poco dentro de él y los salivazos que lanza sobre él, con sorprendente puntería, que luego extiende con los dedos pulgares, clavándole estos en el ano y tirando de él hacia los lados para abrirle y atisbar el rosado interior a la vez que mete la lengua entre ellos para llegar dentro. De vez en cuando, si necesita descansar la lengua, lo folla con los dedos, su boca le succiona el glande, relamiendo el líquido preseminal que brota de él para después escupirlo en su ano también, o le da besos cortos con los labios, quedándose quieto y acariciándole el borde rugoso con estos.
Relajado por el genial trabajo de su amigo, deshecho de placer y con el culo tan flojo que en cierto momento Adrian puede meter los dedos índice y corazón de cada mano para estirarlo, Ron gime, grita, se estremece, y vibra de placer, con las rodillas tan flojas que no es capaz de apoyarse en la balda dispuesta para ello, agradeciendo que Viktor lo haya afianzado correctamente. Se corre en algún momento en la mano de su amigo, gritando de placer y contrayendo el culo alrededor de la lengua de Adrian. Pensando que aunque Viktor aun no ha vuelto su amigo va a considerar que ha hecho más que suficiente, porque para Ron ha sido así desde el mismo momento en que empezó y no se habría atrevido a soñar con tanta dedicación exclusiva para él, este se va a marchar a otra cabina, le da las gracias, extenuado sobre el soporte.
—No hemos acabado aún. —Ron gime, y debe sonar tan agradecido y anhelante que Adrian se ríe—. No es por ti, no te creas. Aunque tienes un culo de lo más apetecible y quería comérmelo desde que Theo nos avisó de la sorpresa, todo esto lo hago por mí. Y ahora empieza mi plato fuerte.
Ron comprende porqué Adrian le ha sujetado el glande con la mano, cubriéndolo entero, cuando se ha corrido: ahora lo extiende con los dedos por su ano, tratando de introducir dentro lo más posible, extendiéndolo a lo largo de la raja del culo. Después, con las manos aún húmedas de su semen, le aparta las nalgas y vuelve a hundir la boca en el culo de Ron, lamiendo, succionando y comiéndose el semen de este directamente de su ano. Y Ron grita y gime, extasiado, derretido del puro placer que siente.
Para cuando Viktor regresa, preguntando qué tal se encuentra y si lo está pasando bien, Ron no es capaz de hilar una frase coherente, pero su polla está duro de nuevo y habla por sí sola. Con un último lengüetazo a lo largo de su culo y un beso en el ano en el que aprovecha a puntearle la lengua, Adrian se despide, ignorando los gimoteos agradecidos de Ron y, tras felicitarle el cumpleaños una vez más, le da un azote suave en la nalga y se retira en busca de otra cabina.
—¿Dónde quieres ir ahora? —pregunta Viktor después de ayudarlo a bajar, solícito. Su pene reposa, flácido, sobre el escroto
—¿Puedo mirar un rato? —Las rodillas le tiemblan y no está muy seguro de sostenerse por su cuenta, pero Viktor se da cuenta y le pasa el brazo por la cintura.
—Puedes. ¿Qué tal con Adrian?
—Magnífico. Deberías probarlo un día.
—Lo haré un día que volvamos todos —asegura Viktor. A pesar de que sabe que le gusta muchísimo que Hermione y Ron le chupen el culo, a este nunca se le ha ocurrido preguntar si utiliza la cabina superior. La idea de Viktor encaramado allí arriba, ofreciendo su culo para ser lamido hace que su polla se tense un poco más.
—Avísame la próxima vez que la uses —pide. Viktor asiente, con una sonrisa.
—¿Qué tal con Hermione?
Este se lo cuenta, señalando la cabina que han elegido y le asegura que su novia está bien, durmiendo en un sofá, pero que tiene intención de venir para el final de la fiesta. Y, cuando Ron se entera de que Hermione se ha duchado, pero Viktor no, le pide ayuda para arrodillarse en el suelo, en medio de la sala, sin importarle que el resto pueda estar mirándolo, y se mete su pene flácido en la boca, paladeando el sabor ligeramente salado de los restos de los fluidos de la vagina de Hermione y, quiere creer, el semen del propio Viktor. Este se deja hacer, enterrando los dedos en su cabello. Cuando Ron considera que la ha limpiado bien, le pide ayuda para levantarse.
—Sabía que querrías hacer eso —dice Viktor, con una sonrisa traviesa.
—Soy demasiado predecible —se ríe Ron.
—O yo te conozco muy bien. Además, contaba con ello, es un buen incentivo para volver al ruedo. —Ciertamente, la polla de Viktor ha crecido hasta medio camino de una erección completa, estimulada por su boca, mientras se la chupaba.
—A lo mejor deberíamos haber ido a la cabina.
—Creo que eso no importa mucho hoy —lo tranquiliza Viktor.
—Me alegro de que Hermione y tú lo hayáis pasado bien. Es tan… —le faltan las palabras para definir lo muchísimo que le llena que su novia, aunque él no haya estado con ella esta noche, haya disfrutado como le apetecía—. La quiero a morir.
—Es maravillosa. La verdad es que tenemos mucha suerte.
—Sí —asiente Ron—. Yo tengo doble suerte. Porque te tengo a ti y porque la tengo a ella. No sé qué podría hacer sin vosotros.
—¿Hacer? Lo que quisieras. Pero seguiré siendo feliz mientras, haciendo lo que quieras, me dejes caminar a tu lado.
Emocionado, Ron entrelaza los dedos con él y se pasean por la sala, observando cómo los demás follan. Hay un poco de caos desatado, porque todos lo están pasando bien, riéndose, retándose, más allá de las cabinas, con ambiente festivo. Se acercan para ver a Harry, que ha cambiado de cabina para estar más cómodo. Draco, que parece listo para un segundo asalto, se lo folla lentamente. Vaisey y Blaise se masturban el uno al otro mientras ven a Luna, la única de las chicas que aún queda en la sala, tumbada en una de las cabinas, masturbarse con su dildo.
Un griterío en el centro de la sala les llama la atención, porque Theo se está jactando de que sólo Harry es capaz de tragarse toda su polla sin problema. Cruzan un par de apuestas y Adrian acaba de rodillas en el suelo, atragantándose con la polla de Theo antes de que sus labios rocen la base. Terence gana la apuesta, pegando los labios al pubis de Theo durante unos pocos segundos antes de retirarse, tosiendo; pero Draco, que se ha acercado con Harry al oír el escándalo, afirma, muy petulante, que él también puede conseguirlo. Todos aplauden y jalean cuando, arrodillándose, lo demuestra. No sólo eso, sino que es capaz de aguantar que Theo le coja la cabeza como a Harry y le folle la boca sin piedad durante casi un minuto antes de detenerlo.
—Eso se lo enseñé yo —presume Harry, orgulloso.
Acaban probando todos. Primero Blaise, luego Vaisey, Viktor y, por último, Ron. Hasta que él se arrodilla frente a la polla de Theo, el único que ha arrancado nuevas felicitaciones y aplausos ha sido, precisamente, Viktor, que ha conseguido pegar sus labios a la base del pene de Theo justo antes de sacársela de la boca, jadeando. Agradeciendo los aplausos, ha sonreído, sin presumir de su logro. Ron se lame los labios y se gira hacia Draco
—50 galeones —le propone, por igualar su gesta. Draco, esbozando una sonrisa de desdén, se apresura a aceptar.
Theo le coge la cabeza y se la mete hasta el fondo, sin previo aviso. Ron relaja la garganta justo a tiempo, porque ya se lo esperaba, sobre todo al ver su sonrisa maliciosa cuando Draco ha aceptado la apuesta. Asombrados, todos asisten al espectáculo, en anonadado silencio al principio, jaleando cuando supera el minuto de Draco. Para ese momento, Ron ya tiene los ojos inundados de lágrimas, algo que no puede evitar por la forma en la que la polla de Theo le golpea el paladar. Este continúa aún durante un minuto más, corriéndose en su boca sin dejarle separar la cabeza hasta que se lo ha tragado todo.
—Me debes 50 galeones —dice Ron, haciendo que todo el mundo se ría, con la voz ronca. Boquiabierto, Draco asiente, sin discutir.
—Lo he entrenado yo mismo —anuncia Theo, orgulloso. Ron se sonroja, porque es cierto que le pidió que le enseñara a poder hacerlo. Y porque no podía más y me he corrido, sino habríamos establecido un récord que nadie podría quitarle.
—Eso es trampa. Yo también puedo mejorar su tiempo si me dejas practicar —dice Draco, obstinadamente.
—Draco, querido, si quieres chupármela, no necesitas ninguna excusa, yo encantado de que me hagan mamadas —responde Theo, haciendo que todos estallen en otra carcajada burlona. Draco se sonroja violentamente y Harry lo abraza por detrás para consolarlo, todavía riéndose y le susurra algo al oído que hace que Draco abra los ojos de par en par.
—Yo te enseño a controlarte como Harry y tú me enseñas a hacer aguantar más tiempo así —propone Draco de inmediato, incapaz de contenerse, despertando más carcajadas del resto.
—Trato hecho, amores. —Theo se fija en que todos están reunidos junto a él, atraídos por la diversión, en lugar de estar follando—. Bueno, ¿estamos listos para la traca final? Que alguien vaya a avisar a los que se han retirado antes de tiempo. Y ya os aviso que a me vais a tener que dejar el último: el pequeño Nott necesita unos minutos para recuperarse.
Guían a Ron, que vuelve a tener el estómago lleno de nervios y emoción por la perspectiva, hacia la cabina preparada para él. Alguien ha debido traer una varita, porque el letrero de «Cum Dump» centellea con luces de colorines y chispas. No es muy difícil adivinar quien cuando las letras se estremecen y bailotean, pues la firma de Luna es clara. Harry y Viktor lo afianzan con las sujeciones, asegurándose de que está bien antes de dejarlo a solas. Fuera, oye a Theo recordando las instrucciones:
—Sólo correrse. Entrar, correrse dentro, salir. Si no estáis preparados para correros y habéis calculado mal, dejáis libre el culo y os pajeáis hasta que estéis listos. —Además del murmullo de los chicos, distingue las voces de las chicas, que han vuelto desde la sala de descanso—. Nadie habla, si Ron quiere enterarse de quién somos, va a tener que ser por el tacto de nuestras pollas.
—Eso sí que sería una habilidad admirable y no chupártela —bromea Adrian entre carcajadas.
—Yo reconocería la polla de Draco con el culo entre todas las que queráis, ¿dónde está el premio a mi habilidad? —oye que responde Harry a su lado, a voces para hacerse oír a través de la cadena.
—Doblo la apuesta —responde la voz de Hermione—. Puedo reconocer a Viktor, Ron y Theo sin problema.
—Viktor y Theo son trampa —protestan Terence y Adrian al unísono que, como acostumbran a utilizar las cabinas como pasivos de vez en cuando, conocen igual de bien que Ron y Hermione el tacto de los piercings de estos al follarles.
Un poco nervioso, pero sobre todo excitado, ahora que ya está listo para empezar, Ron enciende la luz, impaciente por empezar. La cabina no se ilumina de verde, sino que destella rotando entre todos los colores, igual que una luz de discoteca. Riéndose a carcajadas, sin ser capaz de determinar de quién puede haber sido la idea de ese detalle, cruza las manos sobre su abdomen. No sabe qué hacer con ellas, porque no quiere masturbarse: la idea de todos y cada uno utilizándolo como mero depositario de su orgasmo lo pone durísimo. Al final, entrelaza los dedos detrás de la cabeza y espera.
Fuera se van acallando las voces y quedándose en silencio, aunque se oye susurrar a las chicas y la profunda voz de Blaise, que ha sido el último en regresar de la sala de estar. No puede distinguir qué dicen porque están lejos y la música ha empezado a sonar más fuerte, seguramente para camuflar los sonidos. Sí reconoce los dedos callosos de Viktor en su culo, empapados en lubricante, preparándolo convenientemente durante un buen rato antes de retirarse, aunque no era necesario, después de la comida de culo que le ha brindado Adrian, Ron está seguro de que su ano está tan distendido y húmedo que va a estar listo para que le metan una polla en cualquier momento durante varias horas.
El tiempo se le hace un poco largo después de que los dedos de Viktor lo abandonen, dejándolo listo, así que la primera polla lo sobresalta, haciéndole dar un respingo. Se mete dentro de él hasta el fondo descargando varios chorros de semen, antes de marcarlo y retirarse. Fuera, las chicas celebran. La segunda llega poco después. Esta vez, Ron sí se acuerda de apretar el culo, tratando de maximizar la presión. Se corre en cuanto se mete dentro de él, pero da varias embestidas, una por cada chorro. Identifica la polla de Blaise por el grosor y la falta de piercings. Sin embargo, el chico no parece estar preparado del todo, porque después de metérsela, sale sin correrse. Una cuarta lo penetra inmediatamente después, temblando mientras eyacula, y luego vuelve la polla de Blaise, que esta vez sí, con cinco embestidas rápidas, derrama cinco chorros de semen. Una más, que sí identifica: El vello rubio de Draco es mucho más suave que el del resto de sus compañeros, como ha podido averiguar hoy mientras le chupaba los huevos, y ahora le hace cosquillas al enterrarse tan profundamente que su pubis le roza el culo. Tarda varios segundos más en salir, ocupado en hacer la marca de cuenta con el rotulador, aunque sospecha que se lo toma con calma porque le gusta que Ron apriete el culo como lo está haciendo con todos ellos.
Las chicas jalean y celebran todas y cada una de las corridas que Ron recibe, riendo entre carcajadas. Ron no sabe si lo están haciendo por él, porque todo esto les parece un poco ridículo o si es su forma de participar, pero le resulta excitante. Tampoco puede pensar mucho en ello, porque la polla de Theo se abre paso en su interior, más despacio que el resto, y luego lo penetra cuatro o cinco veces, corriéndose mientras lo hace con un suspiro de satisfacción. La siguiente, la séptima, le es familiar, pero ya está demasiado embargado por el placer como para pensar, sólo sabe que entra y eyacula con fuerza, tantos chorros y durante tanto tiempo, que Ron se pregunta quién de sus amigos es el que tiene orgasmos tan potentes. Ha llegado a contar siete empujones lanzando semen, tanto que se desborda alrededor de la polla, desbordando su ano. Después de marcarlo, se queda quieto un segundo dentro de él, recogiendo con los dedos el semen que se ha escapado e introduciéndoselo dentro antes de retirarse.
La última, en cambio, sabe de quién es antes de que entre, porque es el único que falta. El piercing de Viktor lo acaricia igual que ha hecho el de Theo, pero lo penetra con más urgencia, estremeciéndose y jadeando, mientras recibe los aplausos del resto, al correrse. Viktor, como Draco, se toma su tiempo para hacer su cuenta de marca sin salirse de él. Ron suspira, duro y excitado, satisfecho con su sorpresa de cumpleaños. Aprieta el culo cuando Viktor sale de él, para no dejar escapar las corridas de sus amigos y retenerlas con él al menos hasta el momento de ponerse en pie, pero está tan abierto que no lo consigue y nota cómo el semen se escurre lentamente por su culo, manchándolo.
Sin embargo, alguien llega para recoger esas primeras gotas que han empezado a resbalar con los dedos, empujándolo dentro de su culo de nuevo. Luego, la misma persona, que no ha separado los dedos de su culo, utiliza los mismos dedos para taponar delicadamente su ano e impedir que siga escapándose más semen. Se pregunta quién de todos sus amigos es el que ha sido lo suficientemente intuitivo para hacerlo o si es que forma parte de la sorpresa. Otras dos personas le desatan las piernas. Viktor abre la cabina, desatando las sujeciones de Ron y apagando la luz de colores.
—¿Estás bien?
—Es… Estoy… Ha sido genial —confiesa Ron, que una vez más esa noche, no tiene palabras para expresar lo bien que se lo ha pasado.
—Me alegro un montón. Lo has hecho muy bien —dice Viktor, sonriéndole con cariño—. La sorpresa no ha terminado aún, así que vamos a sacarte por delante, ¿de acuerdo? Sólo relájate y confía en nosotros, no vamos a dejarte caer.
Ron no duda, ni por un momento, que sus amigos vayan a dejarlo caer. Ya se fiaba de ellos antes de empezar a follar juntos. Pero ahora, no puede desconfiar de un amigo al que le permite usar su culo para tener un orgasmo cada vez que le apetece esa noche. O que se aprieta contra la cabina para rogarle una mamada, gimoteando de placer, o aplastan los labios contra su ano, comiéndoselo sin descanso.
Varias manos tiran de él, extrayéndolo de la cabina por la ventanilla, tal y como le ha avisado VIktor. Cuando las cortinas por fin le permiten ver la sala, las chicas y quienes no lo tienen sujeto, le aplauden y jalean una vez más. Theo, Blaise, Adrian y Harry lo mantienen en vilo, tumbado en el aire. Es Draco quien está taponando con sus dedos el culo de Ron, mirándole la polla a la vez que se lame los labios. Cuando Viktor regresa del interior de la cabina, se coloca a la cabeza de Ron, y se la sujeta con las manos, obligándole a mirarle a los ojos un segundo y dándole un beso en los labios.
—Habría querido hacerlo yo, pero el resto también quería, incluidas las chicas. Theo insistió en echarlo a suertes y el cabrón ha ganado.
—No siempre se puede perder —presume Draco, con una sonrisa petulante.
Sin dejar de tapar su culo con los dedos, Draco se mete la polla de Ron en la boca y chupa con fuerza, haciendo círculos en el glande con la lengua. Ron está tan cachondo, todavía con la mente un poco nublada por el placer de todas las pollas de sus amigos entrando una detrás de otra dentro de él, eyaculando en su interior sólo para cumplir su fantasía, que se corre casi al instante, llenándole la boca de semen.
Draco se asegura de seguir chupando hasta recoger todo el semen que sale de su polla antes de sacársela de la boca, incluidas las gotas tardías que se demoran casi un minuto en hacer acto de presencia, y lo hace sin dejar de lamerle el glande, presionar su ano con una mano y acariciarle los huevos con la otra. Los que lo tienen en brazos inclinan a Ron hacia atrás, bajando su cabeza y subiendo su culo hasta la altura de la cara de Draco, prácticamente en vertical, pero ni Ron se tensa por la postura, ni los chicos tiemblan en su agarre, sujetándolo con firmeza y seguridad.
Dejando de presionar su culo ahora que la fuerza de la gravedad no es un problema, Draco le abre las nalgas con las manos, pega los labios a su ano e inyecta el semen, que ha retenido en la boca, dentro de él. Ron se estremece con un escalofrío, gimiendo de placer. Después, con los dedos, le acaricia el ano varios segundos, masajeándoselo y presionando hacia adentro, como si quisiera asegurarse de que se va a quedar dentro. Llega a meter el dedo índice hasta el segundo nudillo y, al sacarlo, se lo mete en la boca, saboreándolo con curiosidad y poniendo una expresión de satisfecha aprobación ante la experiencia. Todos se ríen al verlo, y Draco frunce el ceño, malhumorado por las burlas, mientras ayudan a poner a Ron de pie en el suelo, pero se une al resto de felicitaciones con espíritu festivo, preguntándole a si le ha gustado la sorpresa.
Ron asiente a cada una de las preguntas de sus amigos y novio, asegurándolos que está bien, que se lo ha pasado genial y que ha disfrutado un montón, y agradeciéndoles que hayan organizado una sorpresa así, tratando de compensar un poco su escena inicial y, en su interior, deseando que algún día deseen repetirlo. Da un paso hacia la ducha, pero Viktor lo tiene sujeto, diciéndole que espere un momento más. Hermione ha descolgado el enorme rotulador rojo con el que le han marcado los demás y, tras besarle en los labios a modo de felicitación, se inclina detrás de él, haciendo la novena marca.
—Listo. Nueve corridas en tu culo. Has superado tu récord —anuncia. Ron se lo ha pasado tan bien que tiene una sonrisa tonta en la cara que no puede quitar y le asusta pensar que ha estado a punto de perdérselo sólo por asustarse. Entre risas, Theo utiliza otro rotulador, de los habituales, más práctico para usarlo, y, en la parte donde las nalgas de Ron se elevan, escribe la palabra «CUMDUMPER» y dibuja una flecha que señala su ano.
—Listo, así todos sabremos lo que eres —bromea, haciendo que todos festejen de nuevo. Ron celebra también, con cierto orgullo y placer, y considera la idea de, la próxima vez que visite el club, pedirle a Viktor o Hermione que vuelvan a escribírselo y escoger una de las cabinas donde le pueden follar mientras está bocabajo para que el letrero sea visible.
Entre risas y camaradería, todos van a la ducha. Ron puede caminar por sí mismo, notando, ahora sí, el semen escurrirse entre sus piernas. La diversión compartida continúa en las duchas. Quienes terminan primero, se apresuran a preparar más comida y disponer las mesas. Ron y Viktor se entretienen en la ducha, porque este quiere limpiarle personalmente, a pesar de Ron puede valerse por sí mismo y no está tan cansado como otros días. Se deja hacer, porque es importante para él y es importante para Viktor.
—¿Cómo puedo cuidarte yo a ti igual que me cuidas tú a mí? —pregunta en voz baja, cuando se quedan solos—. Con Hermione es más fácil, aunque tú siempre te adelantes, pero si no estás, puedo hacerlo yo, pero tú… Siempre estás…
—Ya lo haces —le asegura Viktor, que está enjabonándole el culo y limpiándole el ano cuidadosamente, que todavía sigue dejando resbalar algunas gotas de semen—. Cada vez que acudes a mí, excitado, y dejas que sea yo quien cumpla una de tus fantasías, como las primeras veces que te acostaste con Theo. Cuando me buscáis como ha hecho Hermione hoy, eligiéndome porque, a pesar de vuestras fantasías, sigo siendo lo más prioritario para vosotros y vuestro lugar más seguro. Cada detalle de esos, Ron, me hace sentirme tan seguro y amado por vosotros, tan necesario en vuestras vidas, que mi corazón no cabe en el pecho.
Ron lo hace incorporarse, emocionado, y lo besa apasionadamente. Más tarde, cuando ya estén los tres en casa, después de haber cenado una última vez con los demás, jugado juegos de mesa que alguien ha llevado y conversado hasta que algunos, como el propio Ron, se han quedado medio dormidos, Ron recuerda sus palabras mientras mira a Hermione, que le devuelve la mirada, intrigada.
—Gracias por acompañarme en todas mis aventuras. Eres mi novia, pero también la mejor amiga que se pueda tener —dice, al final, impelido por la declaración de Viktor, deseando que Hermione se sienta tan cuidada por él como él se siente por ellos.
—Por supuesto. Iría contigo hasta el fin del mundo sólo para que pudieses mirar por el borde, Ronald Weasley. Porque sé que, a tu lado, nunca me pasará algo malo mientras puedas impedirlo.
—Os amo —susurra la voz ronca de Viktor tras ellos.
Y el sexo no cambia nada, pero lo cambia todo, desde el punto de vista de Ron.
Porque él puede experimentar con sus novies cualquier cosa. Porque puede hacer felices a sus amigos y dejar que estos le hagan feliz a él. Porque es agradable y divertido. Y porque le llena tanto como el amor que siente hacia Hermione y Viktor.
Y cuando Ron se duerme, con Hermione acurrucada entre sus brazos y Viktor abrazándolos a ambos con su enorme brazo, se descubre pensando en que, si pudiera elegir, querría otra fiesta así para su siguiente cumpleaños. Y está seguro de que sus amigos lo saben y están más que dispuestos a concedérsela, con la misma generosidad que esperan de él.
Porque un Slytherin es ambicioso, sobre todo cuando ambicionan a hacer felices a las personas que aman, muy astutos para averiguar la forma de conducir a esas personas por aquellos caminos que desean y no se atreven a recorrer y leales con quienes eligen como familia.
Fin de El club de Theodore Nott.
(Parte 3 de 3)
