Disclaimer: el mundo mágico y sus personajes no me pertenecen, tampoco gano dinero escribiendo esto, solo dolor y sufrimiento.
Advertencias: Relación ChicoxChico. EWE: el epílogo es un invento. Descripción gráfica de violencia. Gore. Crimen. Misterio. Auror!Harry. Alchemist!Draco.
Parejas: Draco Malfoy y Harry Potter, esto será drarry.
Nota de la autora: Buenas, buenas, aquí vengo con un nuevo capítulo, espero lo disfruten :)
Pista 10
El hospital muggle estaba lleno de actividad. Harry se acercó al mesón de informaciones con la placa policial muggle que Farrell le había pasado y luego de recibir el número de habitación, se apresuró a ir hasta la tercera planta. El pasillo estaba despejado, aunque habían dos personas paradas frente a la puerta que le habían indicado al auror. Una de ellas era un hombre calvo con un poblado bigote, la otra era una mujer que le daba la espalda. Al acercarse, ambos se giraron hacia él, Harry le dedicó una incómoda sonrisa a Cho cuando la reconoció.
—¿Por qué te han mandado a ti? —preguntó ella mosqueada.
—Al parecer podría ser una de mis víctimas.
—¿De tu caso? —la inefable alzó las cejas—. Matilde llegó de Francia, hizo un viaje de aparición usando mucha magia, dudo que tenga que ver con tu caso.
Había sido Farrell el que lo había mandado allí. Hace unas horas había aparecido una chica desangrándose en medio del puente de Londres. La policía muggle se hizo cargo y pudieron averiguar muy poco, la chica no hablaba inglés y gracias a que una de las enfermeras había estudiado algo de francés es que habían descubierto que había estado secuestrada. Mientras le informaban a Farrell, creyendo que era una de las víctimas de secuestro y asesinato de su caso, los inefables tomaron el mando. Habían avisado a los aurores franceses, ignorando por completo a los ingleses, como siempre, no parecían querer cooperar.
—Déjame hablar con ella, si es de mi caso tendría al fin un testigo, nadie ha sobrevivido a los secuestros.
—Disculpe, señor… —interrumpió el hombre con un acento marcado.
—Potter —completó Harry—. Auror Potter.
—Disculpe, auror Potter, no creo que pueda hablar con ella —se señaló la boca—. Le cortaron la lengua.
—¿Qué? ¿Pero cómo pudo comunicarse?
—Estuvieron probando con diversos idiomas hasta que reaccionó. La enfermera que sabía francés le hizo preguntas que podía responder con gestos —explicó Cho.
Harry frunció el ceño y miró hacia la puerta cerrada. Volvió a mirar a la inefable y encogió los hombros.
—Tengo que verla.
—Auror Potter, espere —el hombrecillo miró a Cho y luego de que ella asintió suspirando, volvió a hablar—. Tiene que prepararse, Matilde quedó destrozada.
El auror entró al cuarto luego de darle las gracias. Había cuatro camillas, pero solo una estaba ocupada por un cuerpo completamente vendado. Harry se acercó y observó a la chica. Le faltaba una pierna, probablemente la había dejado atrás al aparecerse, su cuerpo estaba lleno de heridas y cortes, alrededor de los labios había varios parches y los ojos estaban vendados por completo. Harry se acercó a revisar la información que había sobre ella y sintió su estómago revolverse.
Perder un miembro era una cosa, pero aquella joven había llegado con los glóbulos oculares explotados y la boca cosida. Los franceses habían dado con su identidad, pero no podían moverla hasta asegurarse que estuviera fuera de peligro. El hombre del pasillo no mentía al decir que la habían destrozado.
—¿Matilde? ¿Estás despierta?
La cabeza giró y la mano se elevó un poco. Tenía conectada varias agujas para darle suero, medicamentos y controlar sus signos vitales. No debía sentirse cómoda, pero no podían trasladar a San Mungo en ese estado. Una especie de gruñido salió de su boca, aunque no hizo ningún movimiento más. Harry suspiró y volvió a salir.
—Bien, Potter, ya saciaste tu curiosidad, puedes irte —Cho se cruzó de brazos.
—Aún no hablo con ella.
—¿Y cómo piensas hacerlo?
—Por la mente.
El francés dio un saltito y negó rápidamente con la cabeza. Comenzó a explicar todo el daño que le haría a la chica si buscaba los recuerdos de su ataque. Harry lo detuvo y miró alrededor, un médico salía con un grupo de estudiantes de una de las habitaciones, caminando en dirección contraria.
—No haré eso. Ya he trabajado con testigos que por algún motivo no pueden comunicarse. La haré meterse en mi mente y allí hablaré con ella.
—Pero usted no sabe francés y no sabemos si ella domina la magia mental.
—No es necesario que ella haga algo —cortó Cho, girándose hacia Harry—. ¿De verdad crees que está implicada en tu caso?
—Los muggles lo creen y tengo que averiguarlo. Además, incluso si resulta no ser parte de mi caso, sacaremos información valiosa —el auror observó al francés—. ¿Puedes meterte en mi mente? Necesito un traductor.
Como los inefables estaban a cargo del caso, Harry tuvo que convencer a Cho de que lo dejara hacer el hechizo. No era algo complicado de hacer si dominabas lo básico de magia mental, pero sí requería más esfuerzo y magia. Una entrevista así dejaría agotado a cualquiera, más si se le sumaba una tercera mente. Probablemente por ello Cho no lo había intentado, se necesitaba mucha fuerza de voluntad para no ser sometido por los recuerdos. Harry había hecho el hechizo solo un par de veces, pero tenía la confianza de que todo saldría bien.
Los tres entraron a la habitación y el francés le explicó a Matilde lo que harían. Luego de que ella mostrara estar de acuerdo, se acomodaron alrededor de la camilla. Cho se acercó al auror y le exigió que luego le entregara el recuerdo de aquella entrevista, Harry estuvo tentado de preguntarle si tenía alguna petición en particular o si necesitaba averiguar algo en específico, al final, no dijo nada. Si los inefables no compartían su conocimiento, él no les haría el camino más fácil.
—A la cuenta de tres. Uno… Dos… ¡Tres!
Todo se oscureció. Lentamente las luces regresaron, Harry estaba en una representación del salón de Ron y Hermione, aunque sin los detalles personales. Una chica muy guapa estaba sentada en el sofá, sus miradas se cruzaron y Harry se fijó que tenía los ojos celeste. Sería la única vez que recibiría esa mirada. La joven miró sus manos y sus piernas, haciendo una mueca de tristeza. Casi de inmediato apareció en la escena el francés, quien se presentó y presentó a Harry en su lengua materna.
—Dile que no se presione a responder —el francés transmitió el mensaje—. Pregúntale cómo está.
No deberían alargar la entrevista, pero era necesario calmar a la chica y hacerla sentir segura. Harry repasó en su cabeza la información que le dio el auror francés y le prestó atención cuando comenzó a traducir las palabras de ella.
—Pregúntale sobre el día del secuestro, de lo que estaba haciendo.
Era una chica que, al igual que el resto de sus víctimas, vivía una vida normal dentro del mundo muggle. Una persona con pocos lazos que podría desaparecer sin que alguien hiciera un escándalo. La joven relató un día común y corriente, mencionó que no había visto a su asaltante, pero que se dio cuenta que fue atacada por un hechizo. Harry evitó preguntar por los días de secuestro y se enfocó en el otro tema.
—¿Habías estado en Inglaterra antes? ¿Tienes familia o conocidos? —la joven negó ambas preguntas—. ¿Por qué aparecer aquí?
Harry esperó a que ella le hablara al francés y la observó atentamente. Sus gestos mostraban que estaba nerviosa y se sobresaltaba cada vez que el Gryffindor hablaba. Tal vez había bloqueado algunos recuerdos, pero su cuerpo reaccionaba a los estímulos. Sus secuestradores debían ser hombres jóvenes, eso explicaría que no se viera cómoda con Harry.
—Dice que fue el primer lugar que se le ocurrió. Por eso apareció en el puente de Londres.
—¿Hubo algo que le hiciera pensar en Londres?
La joven miró al auror y bajó la vista casi de inmediato, empezando a susurrar. El francés se inclinó hacia ella para poder escucharla.
—Dice que había unos hombres en el lugar donde la tenían secuestrada. No podía verlos, pero sí escucharlos. Uno de ellos tenía un acento extraño, reconoció que era británico. Cuando escapó, fue a uno de los últimos a los que escuchó.
Harry asintió. Había tenido razón sobre el lenguaje corporal de la joven, su cuerpo respondía instintivamente, aunque se había equivocado sobre el motivo. La muchacha no conocía a sus secuestradores e indagar demasiado la haría revivir la tortura, era mejor evitar cualquier pregunta que ahondara mucho en el tema. El auror le pidió al francés que le preguntara por detalles de su vida, específicamente que buscara algo por lo que podría ser condenada.
—Su historial criminal está limpio, ella misma niega haberse involucrado en algo ilegal.
—Pregúntale por las cosas morales.
Si aquella chica había sido seleccionada por algún error de su pasado, entonces la conexión entre su secuestro y el caso de Harry sería clara.
—Dice que lo único que ha hecho mal es pelearse con sus padres, pero considera que eso todo el mundo lo ha hecho alguna vez. De todas formas, la discusión rompió los lazos familiares y eso hizo que se mudara a París completamente sola.
—¿Sabes si existe algún pecado capital que hable de los padres?
El auror francés lo miró confundido, pero de todas formas respondió.
—No sé si hay un pecado, pero uno de los 10 mandamientos es honrar a tu padre y a tu madre.
—Pregúntale qué pasó exactamente con sus padres.
Mientras la chica hablaba de la pelea, Harry trató de no mostrarse preocupado. Todas las víctimas habían hecho algo inmoral en el pasado, algo por lo que no habían recibido castigo. Si pensaba en las escenas del crimen y la forma en que los cuerpos fueron encontrados, podía empezar a notar otros patrones: las mutilaciones y heridas buscaban castigar a través del cuerpo el acto inmoral. Matilde debió haber dicho algo que incumplía con el mandamiento de honrar y por eso le habían quitado la lengua.
—La pelea fue porque sus padres descubrieron que es lesbiana, creían que ella estaba enferma y que necesitaba ayuda. Matilde dice que fue una discusión acalorada, pero no llegó a la violencia física. Ella se fue de casa y no los ha vuelto a ver.
—Entiendo.
Debió ser una situación horrible para ella, crecer escuchando sobre personas normales y anormales, y luego tener que lidiar con su propia "anormalidad". Harry nunca había tenido una familia con la cual salir del clóset, pero seguramente no habría podido continuar con su vida si los Weasley lo hubiesen rechazado. Por otra parte, los pensamientos retrógrados y prejuiciosos sí era algo que conocía, los Dursley se habían dedicado toda su infancia a quejarse de lo que era distinto.
Matilde se había ido de casa para escapar del horror, y el horror la había encontrado. Era cierto que había sobrevivido y solo eso era ganancia, sin embargo, sus ojos no iban a volver, tampoco su pierna. Probablemente tendría secuelas por el trauma que vivió, físicas y psicológicas. Toda su vida quedaría marcada por el secuestro. Harry ya se había prometido que atraparía a los culpables, pero esta vez agregó a su juramento que los haría pagar por todas las atrocidades que habían hecho.
—Puedes hablar con ella, aprovecha la oportunidad.
—¿Está seguro, auror Potter? Mantener este espacio lo agotará —mencionó el francés.
—Está bien, podemos estar unos minutos más. No pierdas el tiempo y habla con ella.
Harry se había escapado al baño en cuanto tuvo la oportunidad. La cabeza había empezado a dolerle por culpa del esfuerzo que hizo para mantener el hechizo y había tenido que ir a lavarse el rostro para tranquilizarse. No podía volver a casa en ese estado, apenas se sintiera mejor se aparecía en casa, decidió. Se quedó mirando el agua correr, sus manos se agarraban con fuerza a la loza del lavatorio. Tendría que esperar a que Matilde sanara lo suficiente como para soportar un nuevo interrogatorio, estaba más cerca de encontrar a los criminales, pero eso no lo hacía sentir mejor.
Una media hora después volvió a su departamento. Llamó a Farrell y le contó lo que había descubierto y sus suposiciones. El detective parecía estar con su familia, Harry podía escuchar al hijo del muggle gritarle a una televisión con el volumen demasiado alto. Al final, decidió cortar la conversación. Podrían seguir haciendo conjeturas al día siguiente. El auror se dejó caer en el sofá con un suspiro, tenía que buscar algo de comer, pero no tenía ganas. Subió la zurda para acomodarse las gafas y notó algo extraño en su piel, tenía un tono azulado que no parecía ser pintura. Se levantó y fue al baño para lavar sus manos.
Mientras trataba de sacarse lo que sea que tuviera en la piel se fijó en los objetos que habían, notando que todavía estaban las cosas de Roger. Suspiró de nuevo, se secó las manos y decidió primero hacerse cargo de las cosas de su ex. Comenzó a pasearse por todo el departamento con la varita en alto, juntando libros, adornos y varias cosas en una caja. Al llegar al dormitorio, abrió el armario y fue sacando las prendas que le pertenecían al sanador. La tarea era tan mecánica que su mente había vuelto a pensar en el caso, buscando los patrones que podrían dar una nueva pista. Al tomar una chaqueta se detuvo y se concentró en la prenda. Si recordaba bien, era cara y una de las favoritas de su ex. Harry la tomó y la examinó, preguntándose por qué un poco de tela costaría tanto. En medio de su análisis notó que había algo extraño en las mangas, parecían estar rotas. Decía que era su chaqueta favorita, pero la maltrataba, Roger era una mierda incluso con sus cosas. El auror iba a tirar la prenda junto a las otras, pero se detuvo cuando vio que el otro brazo tenía los mismos surcos.
Tuvo una horrible corazonada y mientras se repetía que debía ser un error, se apresuró en ir a la chimenea y viajar hasta el ministerio. El lugar estaba vacío por la hora, así que Harry se apresuró en ir hasta el Cuartel de Aurores y meterse en el laboratorio. El mago encargado hizo una mueca cuando lo vio, pero de todas formas lo atendió. Harry le dejó la chaqueta de Roger en las manos y se movió nervioso.
—¿Puedes ver si coincide con la muestra que te traje la otra vez?
—¿Sabes que hay magos que tenemos vida? No todos somos unos obsesionados del trabajo como tú.
—Lo sé, lo siento, será rápido.
El mago rodó los ojos y se movió con la chaqueta hacia una esquina, estuvo unos diez minutos analizándola y luego volvió. Harry se había estado paseando de un lado a otro, ansioso, cuando vio que el hombre regresaba, se le acercó. El mago le devolvió la chaqueta y le pasó una bandeja donde había una cajetilla vacía, un mechero y un boleto de tren de París.
—Las fibras coinciden con la chaqueta. Como yo decía, fueron rasguños y un mordisco.
—¿Estás seguro de que es esta chaqueta? ¿No se trata de una parecida?
—Lo estoy, Potter. Las marcas coinciden y es exactamente la misma tela.
Harry se mordió el labio inferior y miró la bandeja. Sacó el boleto y buscó la fecha, sintió su mundo derrumbarse cuando vio que era la misma que la de Émile. Roger y su víctima francesa habían tomado el mismo tren. ¿Cuál era la probabilidad de que solo fuera una coincidencia? Sin embargo, aunque le encontrara explicación a los boletos, no había forma de que los rasguños y el mordisco de la chaqueta no hubiesen sido hechos en una situación violenta. Sin siquiera despedirse del mago, salió corriendo. Se metió en la primera chimenea que encontró y fue directamente a San Mungo. Casi cayó al salir de la chimenea, asustando a la chica tras el mostrador, pero la joven pronto tomó una actitud profesional y le preguntó qué necesitaba.
—Vengo a ver al sanador Davies.
—¿No lo sabe? —preguntó sorprendida.
—¿Qué cosa?
—Bueno, lo entiendo, yo también huiría si mi novio fuera el Salvador del Mundo mágico y yo lo hubiese engañado.
Parecía que su separación con Roger había llegado a oídos de todos.
—¿De qué habla? ¿Dónde está Roger?
—No lo sé, renunció hace unos días.
Harry la observó sin decir nada por varios segundos. La chica se removió nerviosa y le preguntó si todo estaba bien. El auror asintió y dio media vuelta para salir del hospital, sintiéndose perdido y confundido. ¿Cómo podía ser que Roger estuviera involucrado en su caso? Si consideraba los datos de los franceses, estaban lidiando con secuestros desde hace cinco años. ¿Desde cuándo Roger era parte de aquel grupo? ¿Acaso cuando se había reencontrado con él ya se dedicaba a secuestrar? ¿Era por eso que había mantenido la relación con Harry? Tenía sentido ahora que lo pensaba, Roger necesitaba estar al tanto del caso y Harry era la mejor opción.
El auror sintió su estómago revolverse, había estado saliendo con un psicópata, uno que solo lo había utilizado. Cuando pensó en que se había acostado con él, se sintió enfermo y terminó vomitando a un costado de la calle. Las personas que caminaban por la zona lo miraron con asco, apresurándose al llegar a su lado. Harry ni siquiera le prestó atención a ello y se enfocó en llevar aire a sus pulmones. Primero había descubierto que el hombre le era infiel y ahora que era un secuestrado y un asesino. ¿Quién era realmente Roger? ¿Con quién había estado los últimos dos años? Le tomó unos segundos poder concentrarse lo suficiente para volver al departamento.
—Maldición… ¿Estabas conmigo por la investigación?
Dentro de todo, aquel punto le escocía. Harry no era una persona para estar en una relación, tenía mal temperamento, era frío y poco romántico. Su trabajo siempre había sido su prioridad y odiaba relacionarse con personas que no eran parte de su círculo de amistades. Dejó tirada la chaqueta en una silla y negó con la cabeza, queriéndose convencer que lo de Roger era una mentira. ¿Cómo podía un auror vivir por dos años con un asesino y no notarlo? Ni siquiera había logrado dar con las infidelidades por algo que había encontrado en casa, si no fuera porque había estado en el sitio correcto en el momento preciso, tal vez nunca se habría enterado.
El auror frunció el ceño al pensar en ello. ¿Por qué Roger salía con tantas chicas? Era un sanador de San Mungo, tenía poco tiempo libre. ¿Pero había podido tener varias aventuras? Con un mal presentimiento Harry fue a la cocina y sacó de detrás de unos paquetes de harina una caja. La abrió y derramó su contenido sobre la mesa, las bolsas con los galeones y las fotografías que Malfoy le había pasado cayeron. El Gryffindor tomó una de las fotos y analizó el rostro de la chica, no le sonaba de nada, pero Harry estaba seguro que reconocería a una de las amantes de Roger si se fijaba bien.
Dejó todo desordenado y volvió a ir al ministerio. Ya era de noche, así que la actividad era casi nula. Harry se dirigió a su despacho, sintiendo como cada paso resonaba en los pasillos. La oficina estaba desordenada y sucia, pero apenas se fijó en aquel detalle. Fue hasta la estantería para sacar el pensadero y lo dejó sobre el escritorio, de los cajones extrajo un par de viales y revisó las fechas antes de verter su contenido en el líquido. No tenía tiempo para zambullirse, en su lugar movió la varita hasta que el pensadero reflejó el recuerdo. El auror adelantó sus memorias hasta llegar a una donde Roger paseaba por un parque muggle junto a una chica rubia y un pequeño bebé. Se enfocó en la joven y buscó una escena donde se veía de frente, congeló la imagen y la extrajo. Vapores de colores salieron del pensadero hasta formar el rostro de aquella mujer.
—Por favor, que sea paranoia mía —susurró para sí.
Caminó hacia la pared donde estaba la información de su caso y empezó a pasearse, revisando los rostros de todas las chicas. Se detuvo casi al final, la fotografía de la escena del crimen era la de la mujer que le habían abierto el vientre, extirpado todos los órganos y colocado a un pequeño bebé. Harry desvió la mirada hacia los datos de la joven, la fotografía de la chica usando un uniforme de un restaurante muggle le hizo estremecer. Agitó la varita y los vapores de colores llegaron hasta la pared, mientras se iban juntando y formando la imagen, Harry supo que se trataba de la misma persona. Se cubrió la boca con la mano libre y se dejó caer en el suelo, horrorizado.
—No eran amantes…
Harry empezó a reír histéricamente, dejó caer los brazos, derrotado, y levantó la vista. Sintió como la pared crecía y como las chicas en las fotos lo acusaban, hablando una encima de la otra. El auror soltó su varita y se cubrió las orejas, negando rápidamente con la cabeza. ¿Cómo no lo había visto? Estuvo bajo sus narices todo ese tiempo.
Roger Davies era uno de los asesinos, y Harry nunca se había dado cuenta.
Y bueno... como habrán imaginado, Roger era el asesino :)
Sin embargo, solo llevamos 2/3 de la historia. Aún hay un par de sorpresas!
¡Gracias por leer!
