Estos cortos fanfiction son una colección que he publicado individualmente en mi sideblog en Tumblr: vldfanenesp.
Voltron: Legendary Defender es propiedad de Dreamworks Animation. No poseo ningún derecho sobre los personajes.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
Voltron Legendary Defender Fanfiction
Hilos de Telar
Historia Extra: Base Minera BX-21L7
...o.o.o.o.O.O.O.O.0.0.0.O.O.O.O.o.o.o...
BX-21L7. 17
La alarma del comunicador en su brazo resonó constantemente indicando la inminente llamada entrante de Pidge; por desgracia para Hunk, no se encontraba en la mejor situación para atender tal solicitud o incluso darse cuenta de la misma.
–¡No puede ser posible que tenga tengan tantas municiones! –bramó el paladín amarillo sacudiendo a Coran de los hombros –. ¡¿Por qué tienen tantas municiones?!
–Son armas de plasmas –explicó Coran con curiosa calma a pesar de la crítica situación –. No necesitan municiones.
–¡Oh… quiznack!
Hasta ese momento los contenedores metálicos que utilizaron para ocultarse habían resistido el ataque de los soldados galra. Pero definitivamente, no lo haría por mucho tiempo. Su precaria situación fue resultado de un grave error por parte de Hunk y Coran, quienes no se percataron del volumen de sus voces; ambos soltaron fuertes alaridos en preocupación por la condición de la joven paladín verde, siendo así por desgracia, escuchados por las tropas galra que aún permanecían en el hangar.
Hunk intentó inútilmente escabullirse por un lado de los contendores que lo protegían, solo para recibir otra ráfaga de disparos de las armas de las tropas enemigas.
–¡No tienen rodeados! ¡Dudo que podamos salir de aquí!
El pobre paladín amarillo no solo estaba sudando en frío, sino que se había bloqueado mentalmente en la búsqueda de una solución de su situación, principalmente ante la inminente posibilidad de Pidge estuviera realmente herida.
–Tal vez, nosotros no podamos solos… –soltó el alteano pensativo.
–¡Coran, no hay nadie más aquí para ayudarnos! –bramó el otro con pensamientos pesimistas, sacudiendo de nuevo a su compañero de escondite.
–Al contrario, tenemos a los leones.
Hunk no pudo evitar desviar su mirada a las gigantescas bestias metálicas que ocupaba casi todo el hangar, pero permanecían inmóviles y protegidas por sus campos de energía.
–No quiero arruinarte tu plan… –dijo el paladín amarillo –. ¡Pero los leones no pueden moverse mientras estén conectados!
Siendo esa precisamente principal la razón por la que, a pesar del inminente peligro en que se encontraban, ni siquiera el león amarillo había movido ni una garra para salvar a su piloto. Mientras sus energías fueran drenadas por el CeCoA, no había forma de obtener su ayuda.
–Es por eso que debemos desconectarlos –sugirió Coran como si fuera la opción más simple y obvia.
Hunk contempló al alteano con calma antes de decir:
–Esa. Es. Una idea… ¡Pésima! ¡No podemos desconectar a los leones! ¡Si ellos nos hay energía para el centro de mano y sin energía, Pidge quedara a la merced de los galra que están del otro lado de su puerta!
–Por ello, no los desconectaremos a todos –continuó Coran –. Solamente a uno de ellos.
–Eso… ¿es posible?
–¡Por supuesto! Si triangulamos la transmisión entre los demás leones, sería posible liberar a Amarillo de la conexión –explicó el alteano indicando direcciones imaginarias con sus dedos.
–¿La demanda de energía no sería demasiado para solo cuatro leones? ¿Podría funcionar aún el CeCoA solo con ellos?
–En teoría, sí –dijo Coran enchinando su bigote con calma, a pesar que los disparos enemigos nunca se detuvieron y los contenedores que los protegían eran casi añicos –. Los leones de Voltron tienen fuente de poder infinita; técnicamente no teníamos que conectar a todos desde el principio para reiniciar el sistema del centro de mano. No entiendo porque de todas maneras lo hicimos.
Hunk tuvo que soportar las descomunales ganas de azotar su palma contra su frente.
–¡Esta bien! –aceptó resignado –. Pero aún si pudiéramos hacerlo…
–En teoría.
–Queda el dilema de qué hacer con los galras.
–¡Ah! Para eso, necesitamos una distracción –dijo Coran con una picara sonrisa, posando su mano en el hombro de Hunk –. Es donde entras tú mie fiel amigo paladín.
Por unos pocos segundos, el paladín amarillo llegó a creer que el plan de Coran no incluiría arriesgar arbitrariamente su vida en un intento alocado distraer al enemigo; pero estaba equivocado, ya que precisamente toda la idea de acaparar la atención de los soldados, implicaba exponer la vida de Hunk. Así que, mientras Coran se escabullía sigilosamente hasta el león amarillo, el joven rollizo salió corriendo de su escondite original, gritando como endemoniado hasta llegar a un punto de resguardo contiguo.
El paladín amarillo paso así, de un punto a otro hasta que finalmente los disparos de los enemigos lo alcanzaron en una de sus piernas obligándolo a caer de bruces al suelo. Asustado, pero sin heridas graves, un instinto nuevo de sobrevivencia renació en el pecho de Hunk, alimentado principalmente por las terribles consecuencias que caerían sobre sus compañeros paladines (especialmente Pidge) si falla en ese momento.
Impulsado por este nuevo sentimiento, Hunk se alzó de un solo impulso, cargando en brazos su bayar transformado en su poderosa arma y ante la sorpresa estupefacta de los soldados galra a su alrededor, comenzó a dispararles indiscriminadamente.
El grito de furioso del paladín retumbó por todo el hangar, acompañado del estridente rugido de su arma. Pronto las tropas que inicialmente lo acorralaron, terminaron huyendo de su furia.
Mientras ese desplante de furor casi animal se llevaba a cabo en un extremo del hangar, del otro lado, Coran había logrado alcanzar los paneles de control que dirigían la energía desde los leones hasta el interior de la base. Con la agilidad de los dedos del alteano, pronto el sistema trianguló el consumo de energía dando la posibilidad de liberar a uno de los leones.
Estaba por terminar su importante tarea, cuando el alteano sintió una mano posarse en su hombro.
Al volverse, Coran se topó probablemente con uno de los soldados del ejército galra con mayor estatura y dimensiones físicas. Éste le dirigió una sonrisa maliciosa que fácilmente se distinguió en sus labios a pesar del casco, mientras tronaba sus nudillos altaneramente.
Coran lo contempló por unos segundos completamente pasmado, dándole la impresión al soldado de que se había petrificado ante su sola visión, pero antes de que pudiera actuar en contra del alteano, éste cambió radicalmente su semblante y con una mirada casi asesina bramó con fuerza como lo había hecho su compañero paladín amarillo, antes de lanzarse como un blormorc embravecido contra el galra cuya acción lo tomó por sorpresa.
...o.o.o.o.O.O.O.O.0.0.0.O.O.O.O.o.o.o...
Hunk logró poner a raya a tropas que quedaban en el hangar cuando sus disparos alcanzaron un suministro de armamento, provocando una explosión suficientemente fuerte para abrir las puertas del hangar. Por unos breves segundos en que el ambiente controlado de la bahía de atraque estaba expuesta al vació del espacio, varios soldados galra y droides salieron succionados al infinito. El paladín amarillo logró escapar tal destino al anclarse con su arma contra varios contenedores hasta que los campos de contención se activaron, resguardando el equilibrio del hangar.
Librado de peligro inminente, Hunk corrió hasta su león para toparse que este seguía sin ser desconectado, protegiéndose a sí mismo con su campo de energía, en lo que Coran mordisqueaba como un salvaje la cabeza de un soldado. El pobre galra parecía fuera de sí en lo que intentaba arrancarse de encima al alteano.
Por desgracia para él, Hunk lo dejo unos minutos más a la merced de Coran mientras se aseguraba de liberar a su león de la conexión del CeCoA.
–¿Qué es lo que…? –musitó el joven revisado el panel de controles –. ¡Aja! Coran casi lo había conseguido –dijo airoso presionando el ultimo botón. Con ello, los gruesos cables conectados al león amarillo se desprendieron y la bestia robótica se alzó cobrando vida, en lo que desvanecía sus campos de energía.
Y en cuanto al alteano, justamente el soldado galra consiguió quitárselo de encima lanzándolo contra el suelo. Estuvo a punto ser herido por una de sus armas del soldado, cuando la garra protectora del león amarillo lo cubrió del disparo y lanzó al galra hasta el otro extremo del hangar de un solo golpe.
–¡Rápido, Coran! –vociferó Hunk por los parlantes de su león –. ¡Entra, que están llegando los refuerzos!
Y sin esperar más y que su compañero de aventuras estabiera a salvo dentro de león, Hunk dio media vuelta y salió disparado del hangar a gran propulsión, mientras una ráfaga de disparos era lanzada en su contra.
En lo que el paladín amarillo hacía su esfuerzo por esquivar el ataque, el comunicador del león se activó de inmediato, revelando el rostro más pálido de lo normal de la joven paladín verde.
–¡Hunk! ¡Coran! –bramó Pidge furiosa con fuerza por el canal –. ¡¿Pero que quisnak pasó?!
–¡Pidge! ¡¿Estás bien?!
–Eso no importa ahora –respondió ella sin poder evitar una mueca de dolor –. De repente las alarmas de hangar se dispararon y lo siguiente que vi en las cámaras, es a Amarillo saliendo a toda velocidad. ¿Por qué cortaron la comunicación?
–Perdona Pidge, pero no era el mejor momento para hablar –explicó Hunk –. Y la verdad, tampoco lo es ahora.
Sin perder el tiempo, el paladín amarillo comenzó a disparar indiscriminadamente su láser contra los cruceros galra, destruyendo algunos, pero rápidamente siendo remplazadas por más. La armada era inmensa, inclusive para un león de Voltron.
–¡Creo que esto no fue una buena idea! –soltó Hunk tirando en todas direcciones de las palancas en lo que intentaba evadir el ataque enemigo.
–¡Es un poco tarde para decir eso! –respondió Coran sujetándose con fuerza de la cabecera del asiento del piloto.
–Necesitamos soporte si queremos sobrevivir a esto.
–¡Mira! ¡El castillo de leones está cerca! –señaló el alteano indicando en la pantalla holográfica –. Si pudiéramos llegar hasta él, podría dar el suficiente apoyo con sus armas.
–Sí, pero primero tendría que pasar el millar de naves galras entre nosotros y el castillo.
–Tal vez pueda ayudar con eso –dijo repentinamente la voz de Pidge se escuchó de nuevo por un canal de comunicación.
En lo que la imagen de la chica reaparecía en la pantalla, ésta desplazó sus manos con rapidez por los paneles de control frente a ella, por lo cual Hunk pudo presenciar a su periferia movimientos en la base minera. Cerca del domo protector alrededor del centro de mando, varios aros metálicos se desprendieron y comenzaron a rotar a su circunferencia. Pequeñas estructuras en estos, desplazaron con gran rapidez en todas direcciones hasta que finalmente rayos de gran potencia salieron proyectados de cada uno de ellos, y para desgracia de la flota enemiga, cualquier nave en su rango de disparo terminó partida en dos.
–¡Wow! ¡Eso es Pidge!
–El perfecto momento para que el sistema de defensa se desplegara –comentó la chica con una sonrisa confiada a pesar de la pésima apariencia de su rostro, y justamente unos segundos después, la joven paladín se desvaneció por un instante.
–¡Pidge! –gritaron Hunk y Coran al ver como la paladín verde sucumbía un poco más a sus heridas.
–Rápido… –mustió levemente ella apenas logrando sostener su cabeza – que me está costando mucho mantenerme consciente.
Sin dudarlo un instante, Hunk redireccionó su león hacia el castillo de los leones, y gracias al sistema de defensa autónomo activado por Pidge, las naves enemigas en su camino no fueron más un obstáculo. Tan pronto pudo dejar a Coran en la seguridad del interior del castillo, Hunk regreso a la batalla, y en compañía de los láseres de la base y del castillo, la flota galra fue gradualmente dispersada.
Tanto el paladín amarillo como el alteano comenzaba a gritar victoria cuando una poderosa explosión, mucho más que la producida en el interior del hangar, sacudió por completo la base minera. Y junto con ella, las armas de defensa se detuvieron por completo.
–¡¿Por las barbas de un garnak gloton, ¡¿qué fue eso?! –soltó Coran tirando de sus cabellos.
–Esos… debieron ser… –masculló la paladín verde débilmente – Keith y Lance… –alcanzó a decir antes de desfallecer ante la mirada incrédula de Hunk y Coran.
–¿Qué? –soltó Hunk sin poderlo creer y pronto sus alaridos retumbaron en el silencio del espacio y su comunicador –. ¡Pidge!
...o.o.o.o.O.O.O.O.0.0.0.O.O.O.O.o.o.o...
Hola a todos
Perdón por la larga espera, pero la verdad tuve unas semanas muy malas por cuestión de salud, y no llegué a comentar o advertir de ello ya que justamente esos días cambié de computadora. Y sinceramente, creo que, para este punto, cualquiera que ha seguido mis historias ya es consciente que sufro de una enfermedad crónica que en ocasiones me imposibilita avanzar en mis historias.
Les agradezco por la compresión y espero que disfruten el capítulo.
Un abracin.
