2. Ciudad Olvidada
Prompt: Aterrador
Había por lo mínimo tres razones por las que Madeline tenía dificultades para avanzar ahora mismo.
Primero: Estaba en un sitio desconocido, perdiéndose más profundo en la ciudad muerta cada vez que giraba una esquina. Segundo: Madeline aún estaba en shock por su reciente experiencia cercana a la muerte. Y último: No tenía idea de cómo controlar sus nuevo…¿Poder?
Solo podía describirlo como un gran salto que le permitía llegar a lugares donde nunca podría por su propia cuenta. Algo así como un sprint. Lo cual sería optimo y hasta ideal si uno quisiera escalar una montaña.
Pero Madeline no podía controlarlo en lo más mínimo. Lo hacía tan involuntariamente como si tuviese hipo. En los momentos más inoportunos y cuando más necesitaba concertarse para no caer decenas de metros a una fosa sin fondo.
Al menos podía estar agradecida de que no lo tuviera peor, ¿Verdad?
¿Verdad?
El frio no era tan paralizante con la adrenalina que se había disparado por el incidente en el puente. No se había roto ningún hueso. O se había cortado. O perdió su mochila. O se había caído por el precipicio. O–
"Por favor…detente…es demasiado…" Madeline lloró. Puso sus manos sobre su cabeza con fuerza y cerró los ojos mientras se arrodillaba en el piso. Le suplicó a su mente por solo un momento de paz. ¿Por qué se había convencido de hacer algo tan estúpido?
Ya ni siquiera sabía dónde estaba o por donde había venido.
No ayudaba que la ciudad laberíntica estuviera en un silencio pulcro. Incontables edificios vacíos de vida a excepción de oscuridad que hacía a Madeline sudar frio. No podía quitarse de encima la sensación de que algo la estaba observando, Madeline quería creer que era simplemente una paranoia injustificada. Ya ni sabía si estaba arriba o debajo de…donde sea que fuera este lugar.
No sabía si podría con esto, o siquiera continuar un poco más. Si no sabía, ¿Por qué no se iba? ¿Por qué no volvía a su auto y regresaba a su miserable vida después de otro fracaso? ¿Por qué estaba tan empeñada en aferrarse a estas dificultades?
¿Qué había venido a probarse a si misma? Nadie sabría que lo había hecho si lo lograba. Si se muriese, ¿Quién lo notaría si no hasta pasadas varias semanas? ¿La anciana que conoció a los pies de la montaña? Madeline seguramente moriría por su propia estupidez, antes que la anciana por su avanzada edad.
Si algo llegase a pasarle…No quería pensar en eso.
Y aun sí lograba salir en más de una pieza, lo más seguro es que nunca hablaría de ello con nadie.
Ni siquiera consigo misma.
Después de todo, estaba haciendo este viaje a base de despecho y duda. Era incapaz de afrontar los verdaderos problemas, ¿Así que qué hacía ella? Se enfrentaba a todavía más problemas.
Tenía miedo de ver en su propio interior, prefería perderse en los rincones más recónditos del mundo, que aquellos de los de su mente. No porque tuviera miedo de lo que encontraría adentro. No. Ella ya sabía lo que había. No había nada. Y si buscaba por algo adentro sería ella sola con esas voces de las que estaba huyendo desde un principio.
Una briza de aire helado que al fin pudo sentir golpeó su cara y la sacó de su nublada mente por primera vez desde que se adentró en aquella ciudad fantasma.
Estaba en lo que solía ser la plaza de una de las incontables avenidas. Estuviese donde estuviese, aún estaba lejos de salir de aquella ciudad deshabitada.
Tras explorar un poco, Madeline encontró en el centro de aquella plaza un memorial tallado en piedra tan viejo como la montaña en el que se podía leer un inscrito.
"MONTAÑA CELESTE: Este memorial está dedicado a todos aquellos que perecieron en la montaña."
Que conveniente.
No fue hasta que leyó ese memorial y se detuvo por un segundo que se dio cuenta de lo cansada que estaba. No tenía ni la más mínima idea de por cuanto tiempo había deambulado.
Con sus últimas energías, logró recolectar unas cuantas ramas y palos tirados en el piso y los usó para hacer una pequeña fogata cerca del memorial de los caídos. Ver tantos tutoriales de supervivencia para procrastinar su viaje a la montaña sirvieron de algo.
No duraría mucho, pero si lo suficiente para que Madeline cayese dormida. Si conocía a su depresión lo suficientemente bien, sabía que el cansancio era un truco infalible para conciliar el sueño, entre otros métodos los cuales no tenía el ánimo para recurrir esa noche.
Sacó su bolsa para dormir y se acostó entre el memorial y la fogata. El cansancio logró apaciguar las dudas en su cabeza. Pero cuando creyó que podría conciliar el sueño pronto, la misma ave azul que se encontró en el ahora derrumbado puente se asentó sobre su cabeza.
Madeline suspiro profundamente y frotó su cara con sus manos frías. La montaña debía de estar vigilando sus pasos, si no fuera por su agotamiento Madeline estaría temblando del miedo y no del frío. Si tanto la quería muerta, pues allí estaban en ese memorial para que la añadiesen en la lista.
Me pase con el límite de palabras en este capítulo, podría simplemente aumentar el límite, aunque eso suene como hacer trampa. Tendré que checar eso.
Por cierto habrá muchos más capítulos de los planeados originalmente! Hurra yo.
Como sea, lo de siempre, favoritos, follow, comentario, tumblr.
Nos vemos.
