Capítulo 3: Aries

Un entusiasmo Mu le contaba todo lo que había ocurrido una vez estuvo en Jamir y él como siempre escuchaba atento todo lo que su amigo le decía.

—Y mi maestro me explicó el procedimiento para reparar las armaduras. Espero poder hacerlo yo —comenta con una sonrisa.

Si había algo que le llamaba bastante la atención a Shaka, era que Mu siempre estaba lleno de energía, cuando se trataba algún técnica o de algún tema que le interesaba se enfocaba en ello hasta aprender lo necesario y llevarlo a la práctica.

—Pero me habías comentado que justamente porque era un proceso delicado, tu maestro quería que primero te concentraras en aprender otras técnicas.

—Eso no significa que no vaya a hacerlo, quiero que mi maestro se sienta orgulloso de mi. Haré lo que sea para ser un digno caballero de aries.

Aunque tuvieras sus dudas, pone una mano en su hombro en señal de apoyo.

—Por cierto, ¡ven acompáñame! — lo toma del brazo.

—¿¡Eh?— no muy seguro deja que Mu lo guie.

-Quiero que veas algo Shaka -menciona sonriendo, pero antes de notarlo choca con alguien un poco más grande que él justo cuando iba saliendo de la casa de Virgo.

—¡Hey mocoso con cuidado! —exclama Deathmask empujándolo.

—Lo siento, es que no me di cuenta— dice en un intento por seguir su camino.

—Si como no, ¡Ja!— sin dejarlo dar un paso toma al lemuriano por los hombros —¿Qué te crees?

—Por favor Deathmask déjanos ir, yo ya me disculpé.

Levanta una ceja —Oh... pero mira nada más, si no viene solo— fija su mirada en el pequeño rubio —¿Qué ese no es el niño que se supone que está aquí para ser caballero de virgo? —la pregunta va dirigida a su compañero. Afrodita parece no importarle, solo se limita a encogerse de hombros.

—¡No lo molestes! —exclama sin soltar la mano del hindú —. Vamos Shaka, no tenemos por qué quedarnos aquí esperando a que ellos comiencen con sus comentarios tontos.

El pequeño rubio aunque no era de expresar lo que sentía, no pudo evitar sentir algo de envidia al ver la actitud que tomaba su único amigo. Era tan valiente y arriesgado.

—Que seas el discípulo de su ilustrísima no quiere decir que puedes hacer lo que quieras, aquí nadie tiene un trato especial —comenta cruzándose de brazos, poniéndose enfrente de los menores.

Toma un poco de aire —no me interesa tener un trato especial, soy un aspirante a caballero como lo son ustedes — se encoge de hombros —. No importa lo que digas, tus palabras no tienen por qué hacerme sentirme mal.

Al lemuriano no le gustaba que le dijeran que debía comportarse o actuar de una manera en específico solo por ser quien era. Mu prefería ser independiente, era por naturaleza amable con las demás personas, no estaba pendiente del que dirán, además y ese era el principal motivo por el que en tan corto tiempo había logrado acercarse a Shaka. Mu no era de guiarse de pensamientos ajenos y sus compañeros no dudaban en hacer comentarios sobre Shaka y lo raro que era, pues no salía de su casa, no parecía querer acercarse a nadie, es más no lo habían escuchado pronunciar palabra alguna. Las burlas y la manera cómo se referían del hindú en muchas ocasiones era demasiado ofensiva.

A pesar de las advertencias y de todo lo que inventaban, Mu no había hecho caso. En su lugar, había aprovechado algunas veces cuando debía atravesar el templo de virgen para saludarlo, hablarle. Guiado por su espontaneidad trataba de acercarse, aunque no recibiera respuesta, el pequeño ariano le platicaba sobre cualquier detalle del día, del entrenamiento que recibía, así como de sus expectativas y dudas.

Esa forma de ser no dejaba de causarle asombro, era tan diferente a él y a todo lo que conocía. Por eso le agradaba tanto estar a su lado —Mu no te preocupes por mi...

—Oh vaya el mocoso raro sabe hablar, quien lo diría —comenta entre risas.

—Jum... Pensé que era mudo — con cierto aire de desagrado habla sueco.

—Es que... tal parece que se cree mucho como para hablar con los demás — señala negando con la cabeza.

Los comentarios de ambos le molestaron — Shaka, eres mi mejor amigo, no voy a permitir que alguien que no te conocer diga algo sobre ti.

—Oye mocoso, no te creas tanto. Te recuerdo que aún no eres un caballero dorado.

—¡Ay vamos Death! no me interesa lo que suceda con estos niños tontos.

—Pero a mi si me interesa, es más, no me voy a ir hasta que haga que ese mocoso me pida disculpas de rodillas.

Sin poder controlar más su malhumor, el pequeño lemuriano aprieta su puño y lo lanza como puede contra el rostro del italiano —¡Yaaa!¡Cállate!

El puño de Mu apenas roza la mejilla del Death —Pero... ¿¡Qué estás haciendo Mu!? — lo agarra del brazo y lo levanta.

—¡Ah! ¡Déjame Death!— mientras lo tiene levantado el ariano continua repartiendo puños y patadas —¡Eres un tonto!

—¡Ya vas a aprender que conmigo nadie se mete! — aprieta con más el brazo de pequeño.

—¡Ay¡ ¡Déjame!¡Me duele! —grita mientras aprieta los ojos —¡Basta Deathmask!

—¡Death! ¡Déjalo ya! —le pide Afrodita mirando a todos lados—. Te puedes meter en problemas con su ilustrísima.

—No me importa, es necesario que estos mocosos sepan que deben respetarnos, somos mayores y a diferencia suya ya somos caballeros dorados, guerreros de elite.

—¡Noo Mu!— un desespero Shaka trata de acercarse para ayudarlo.

—Espera tú ahí. En un momento seguiré contigo —el italiano no se contiene más y le devuelve el golpe al lemuriano dejándolo caer al suelo

—¡Mu! —Shaka se aproxima y lo toma en sus brazos — ¿estas bien? ¡Mu! ¡Por favor háblame!

—¡Death! ¡para ya! —le agarra las manos—. Si continúas lastimándolos, se enterará Saga, Aioros o en el peor de los casos su ilustrísima.

Mu pone una mano en su mejilla roja— solo fue un rasguño, no es importante.

Los gritos hacen que el caballero dorado y los tres pequeños que lo acompañan salgan rápido de leo y se dirijan a virgo.

—¿Qué está pasando aquí?— pregunta Aioros mientras sube corriendo.

Sus ojos se abren con sorpresa-eh... nada, solo un malentendido— habla Afrodita —, es que Mu venia distraído y se estrelló con Death y... Y por eso están así —miente en un intento por evitar que el problema se agrande.

—¿Ah? ¿Mu, te lastimaste?— el mayor de todos los presentes va con el ariano para revisarlo mientras que Shaka analizaba cada una de las palabras dichas por sueco.

El hecho de que lastimaran a Mu le molestaba de sobremanera, pero escuchar como Afrodita mentía y minimizaba todo, lo enfurecía.

—Oye, ¿es verdad eso? —el pequeño león pregunta en un nuevo intento por lograr que su compañero y vecino le dijera alguna palabra. No creía que fuera tan difícil, es decir, todos eran amigos.

—No fue nada grave Aioros —asegura mientras se cubre la herida con el brazo.

—Oye Shaka, te acabo de preguntar algo, ¿por qué no responden? — vuelve a cuestionarlo poniendo una mano sobre su hombro.

—Ya ven, jajaja en ese caso... nosotros nos vamos ya —preocupado porque lo ocurrido llegara a oídos del patriarca. El guardián de piscis hace todo por llevarse a su amigo lejos de ese lugar.

—¡Noooo! ¡Eso no es cierto! —grita Shaka mientras concentra un poco de su poder.

—Pero... pero...

—¡Él lastimó a Mu! -con su dedo señala a Deathmask.

—¿Shaka? — sorprendido Aioros los voltea a mirar.

—No es verdad... lo que dijo Afrodita— niega con su cabeza.

Poco a poco el entorno parecía cambiar, al notarlo Camus toma el brazo de Milo y sin decirle nada lo jala.

—Si no es verdad lo que dijo Afrodita, entonces, ¿qué fue lo que sucedió?— le pregunta a Mu, pero este parece ignorarlo. Mientras que el cangrejo y el pez se dan a la fuga, lo mismo que Camus y Milo, dejando a un perdido Aioria que solo atina a correr a los brazos de su hermano, en lo que se escucha una fuerte explosión.

La situación aunque confusa, no es impedimento para que entre el espeso humo dos pequeñas figuras se acerquen y se tomen de la mano para descender por las demás casas.

—¡Wow! ¡Shaka! —a pesar de lo ocurrido el lemuriano parecía haber recobrado la alegría— eso fue... - niega con la cabeza sin dejar de mirarlo — no pensé que tú... ¡waoo! ¡Eso fue fantástico!

Por el contrario Shaka parecía triste, inclusive se detiene —Lo siento Mu, por mi culpa te golpearon.

—¿Lo dices enserio? —se toca la mejilla — pero si solo fue un rasguño.

—Tienes todo el derecho de pensar que soy un cobarde.

—¿Eh? No, eso jamás... tú no eres cobarde Shaka —pone su mano en la mejilla de su compañero.

—Pero no hice nada— aprieta sus puños.

Ríe al escucharlo— ¿cómo que no? Tus ojos... —cubre su boca con la mano —ahora entiendo...

Asustado trata de apartarse —yo... yo lo siento, se supone que no debo abrir los ojos... Aun no controlo muy bien el poder y... lo siento.

Niega con la cabeza repetidamente mientras ríe —, nadie aparte de mi lo notó...

—¿Cómo estas tan seguro? —frunce su entrecejo.

—Confía en mi Shaka, es más, ese va ser nuestro primer secreto - todo ilusionado toma las manos del rubio —, tus ojos y su poder, así como el lindo color que poseen — comenta con un poco de nervios, aunque sin dejar de ser sincero. Acababa de descubrir otra cualidad en ese enigmático rubio que le llamaba mucho la atención.

Sin saber cómo hacerlo hace una mueca que parecía una sonrisa. Aries y su encanto, no cabía duda de que ese niño había llegado a su vida para mostrarle un mundo que él se negaba a conocer. Ese espíritu aventurero, esa forma de tratarlo, no necesitaba tanto para saber que podía confiarle hasta su propia existencia.