Si yo no terminaba mi capítulo de Silverstone, no actualizaba. Ese capítulo me dio traumas. Recen porque no me dé un trauma parecido China.
—
Cuando todas las celebraciones y los festejos habían terminado, Michiru estaba lista para hablar con Haruka.
Quería decirle lo mucho que anhelaba viajar a su lado, por las tres carreras restantes. No iba a ponerle ninguna traba, y estaba dispuesta a hacer lo que le pidiera. Lo único que deseaba, era estar a su lado.
Pero, tal vez, Haruka había adivinado sus pensamientos. Y, tal vez, para castigarla, había decidido irse sin darle la oportunidad de hablar, de hecho, casi que sin despedirse. Antes de que Michiru se hubiera dado cuenta, Haruka se despidió de todas. Y se fue como alma que lleva el diablo rumbo al aeropuerto.
Michiru sabía que esa sonrisa traviesa y descarada, era porque Haruka algo sabía. No tenía nada que ver, que Interlagos estuviera cerca, eso nunca le había importado a la rubia.
Estaba segura de que Haruka sabía lo que le iba a pedir, y la misma no tocó el tema por hacerla sufrir un rato. Casi que podía escuchar su voz diciendo "Tú dijiste que hablaríamos de eso al final de la temporada, ¿No?"
Haruka se las iba a pagar. No tenía muy claro como lo lograría, ya se le ocurriría algo, después de todo, tenía mucho tiempo libre. Incluso sí se estaba riendo en ese momento.
—
—Mick, necesito que me hagas un favor— Después de la respectiva platica motivacional, un discurso respecto a la enorme temporada, Haruka corrió al lado de su amigo.
Claro, todo era motivo de celebración. Y no había mejor lugar, que la fábrica del equipo. En Carolina del Norte.
Hace seis o siete años, el equipo podía desaparecer. Habían quedado últimos del campeonato, tenían dos novatos como pilotos de calidad cuestionable, y ni un solo patrocinador quería ponerse en el coche.
Ahora, habían terminado cuartos en el campeonato de constructores. Uno de sus pilotos se iba a Mercedes, y la otra había quedado tercera en el campeonato de pilotos.
—Pensé que estarías más decepcionada por perder un campeonato por dos carreras.
Haruka negó con la cabeza— Pelear hasta casi la última carrera es todo un logro. Me dolerá si pierdo un campeonato así cuando me llame Ferrari— Haruka rio ante la ironía— Charles debe lamentarse. Firmo ese contrato con Mercedes y resulta que el reglamento beneficio a Ferrari, otra vez.
—¡Oye!
—Ve el lado positivo, Charles tampoco es el más hábil con la adaptación a un nuevo carro. Y te pusieron a ti de su compañero— Mick arqueó una ceja— Puede sea campeón del mundo, sin embargo, no es un campeón con holgura. Los problemas de fiabilidad de Max y míos le ayudaron en la última carrera. Puedes pelear para ser el primero en Mercedes este año.
—Yo tampoco me adapto tan fácil, ¿Lo olvidas?— Para ser honesto consigo mismo, Mick estaba muy nervioso por su decisión— Estaré en un grande de la Fórmula 1, seguro me pedirán los resultados de mi padre…
—Mick, tú no eres tu padre— Haruka lo vio directamente a los ojos— Nadie puede pedirte que hagas las cosas como él. Michael fue Michael, y Mick es Mick. Es hora de que formes tu propia historia. Y ahí voy a estar para ayudarte… Excepto en pasarte mis estrategias, no sueñes con eso.
Mick rio ante el último chiste, pero puso su mano en el hombro de Haruka, estaba agradecido con su amistad. Ese apoyo que siempre le había dado, sin juzgar el hijo de quien era.
Incluso siendo consiente de la enorme admiración que su amiga sentía por él.
—Dijiste que querías un favor, ¿Qué pasa?
Haruka abrió un poco más los ojos. Era cierto, ya recordaba el tema inicial de todo.
—Dijiste que Gina quería que se fueran de vacaciones esta vez en lugar de quedarse en Suiza, ¿No?
Mick asintió.
—Si, pero mi madre no está muy de acuerdo. Pocos son los tiempos cuando podemos estar con mi padre como familia, ¿Por qué?
—Bueno, si iban de vacaciones, iba a sugerir que vinieran a Japón conmigo.
Mick notó que las mejillas de Haruka se sonrojaban un poco.
—Ajá…
—Quiero darle una sorpresa a Michiru. Quiero llevarla a Tokio unos días, y luego decirle que venga conmigo la próxima temporada. Estoy segura de que quería acompañarme después de Suzuka, pero no la deje.
Mick parecía entretenido con todo el plan.
—¿Y dónde entro yo en todo esto?
—Necesito que alguien la lleve hasta mí.
Mick cerró los ojos un instante y se tocó la barbilla, como si estuviera pensando realmente si aceptar o no. Y Haruka se desesperó ante su falta de respuesta.
—¡Por favor! Yo hablaré con Corinna si quieres. ¡Necesito que alguien la lleve de Kyoto a Tokio! Y no puedo pedirles a mis amigas que lo hagan, porque no saben mantener un secreto…
Mick soltó una carcajada, era divertido ver a su amiga tan emocionada en temas como el amor. Era muy divertido ver como cambiaba cuando hablaba de Michiru.
Era tan obvio lo enamorada que estaba. Que todos terminaban por ignorar las diferencias de edades que existían con su novia. Cualquiera que quisiera a Haruka, la quería ver feliz. Y Michiru la hacía muy feliz, eso era todo lo que importaba, no sus estúpidos prejuicios.
Además, Haruka era una experta en romperlos. ¿No había una mujer capaz de entrar en Fórmula 1? Bueno, Haruka rompió la regla. ¿Era un tabú la homosexualidad en el automovilismo? Haruka volvió a romper la regla. ¿Qué importaba una más?
—¡Está bien! Me pondré del lado de mi hermana para que nos vayamos unos días de vacaciones. Iré por tu novia.
—¿En serio?
—Claro, solo espero, ser el invitado de honor cuando ustedes dos se casen.
La cara de Haruka se puso más roja que el mismo auto de Ferrari.
—
Michiru sabía, perfectamente, la hora en que Haruka llegaría. Ella le había dicho cuando salió de Estados Unidos y a qué hora salía su avión para Japón. ¿Haruka estaba sospechosa? Eso era cierto, pero no le importaba, capaz y era su imaginación.
Además, había encontrado una aplicación bastante divertida, donde podía ir siguiendo los aviones de todo el mundo, encontró el de Haruka y lo iba monitoreando.
En un par de horas, Michiru supo que Haruka estaba por llegar. No le había respondido los mensajes, pero supuso que la batería de su celular estaba muerta.
Cuando tocaron la puerta, Michiru sonrió ante su propia satisfacción, al fin había regresado.
Claro, era extraño que Haruka tocara la puerta. Ellas tenían sus propias llaves al final de cuentas, pero seguro que las había perdido, o las dejó por accidente dentro de las maletas.
—¡Mi amor!— Sonrió satisfecha. Esa sonrisa desapareció, cuando vio que no era Haruka la que estaba en la puerta.
—Lo siento, señora Kaioh. Haruka me mata si me atrevo a acercarme un poco a usted.
—Mick— Michiru estaba decepcionada, y no se pudo reír ante la broma. Aunque, rápidamente, recuperó la compostura— Lo siento, Schumacher, es solo…
—Calma— Le sonrió— Dígame Mick, no pasa nada. Estaba esperando a Haruka, ¿No es así?
Michiru asintió y salió un poco al pasillo, esperando verla escondida en un rincón, pero no estaba por ahí.
—¿Dónde está? ¿Qué haces por aquí?— Se resignó a preguntar.
—Le tiene preparada una sorpresa— Respondió el alemán— Es un largo camino y Haruka no quiere que usted vea absolutamente nada, nos tenemos que ir ya.
Michiru estaba sorprendida, aunque tampoco puso mucha resistencia mientras Mick la llevaba hasta la salida y se subían en un deportivo.
—Señora Kaioh, le presento a mi familia. Ella es Corinna Schumacher, mi madre.
Mick señaló a una mujer rubia y bonachona. Tenía los ojos azules, iguales a los de su hijo, y, aunque era notorio que pasaba de los sesenta años, estaba hermosamente bien conservada.
—Un placer— Correspondió a su saludo, estrechando su mano.
—Y ella es Gina-Maria Schumacher, mi hermana.
Michiru volteó al otro lado, para ver a una chica que, podría decirse, era una copia de su madre. Aunque mucho más joven.
—Un gusto. ¿Usted es Michiru Kaioh?— La susodicha asintió— Haruka habla maravillas de usted, es por eso que estamos encantadas de hacer todo esto por ella, es una gran persona.
Michiru se sentía alagada, pero también estaba muerta de la curiosidad.
—¿Qué es lo que está planeando mi novia?
Las dos mujeres voltearon a ver a Mick, que negó rotundamente con la cabeza, antes de subirse al asiento del conductor.
—Ya saben qué hacer, tápenle los ojos.
—¿Eh?
Michiru no tuvo tiempo de reaccionar. Gina la tomó de los brazos, para atarle una venda a los ojos.
—Lo siento, pero son indicaciones de Haruka— Escuchó el murmullo de quien ella suponía que era Corinna— Ella no quiere que intentes adivinar a donde vamos.
Se tranquilizó. No le iban a hacer nada malo, y todo era plan de Haruka. Así fuera un poco incómodo hablar con personas que apenas conocía.
—¿No puedo obtener ni una pista?— Preguntó, esperando a que Mick le respondiera.
—Leí en un manga que el viaje en tren bala era de tres horas, vamos a confirmar hoy si eso es cierto.
¿Tren bala? ¿Tan lejos iban?
—
Tal vez no fueron las mejores formas para ganarse su confianza. Pero Gina y Corinna habían guiado a Michiru con seguridad durante todo el trayecto en una ajetreada estación de trenes, y todo había salido bien. Si duda, era un voto de confianza seguir con todo ese juego.
Y después de todo, el viaje hasta donde fuera que iban, era extremadamente largo. Si ellas tenían toda la disposición de hacerle plática, y conocerse un poco más, no se iba a quejar.
Además, tantos años aparentando ser perfecta con la sociedad, le habían dado clase. La clase suficiente, como para que Michiru tuviera la delicadeza de nunca mencionar a Michael.
Al final de cuentas, la familia Schumacher era encantadora. Todos se apoyaban uno al otro con sus proyectos, incluso si no eran los mejores. Había amor, respeto y cariño uno por el otro, como un vínculo que era indestructible. Nadie hacía nada si el otro no quería.
Era… Como la clase de familia que Michiru hubiera deseado tener. Incluso si no lo mencionaba, si no podía verla a los ojos. Michiru sentía el amor que Corinna le profesaba a Michael cada vez que contaba una anécdota con sus hijos pequeños.
Gina y Mick eran dos hermanos que nunca se habían peleado. Ambos se respetaban como ninguno. Era reconfortante, escuchar a Gina emocionada ante los primeros puntos de Mick en las carreras, en Silverstone.
—Has contado mil veces esa historia, Gina. No fueron mis últimos puntos— Reclamó Mick, su voz denotaba lo avergonzado que estaba.
—¡Y lo contaría otras mil veces más si fuera necesario!
Entre risas y platicas, las casi tres horas de viaje, parecieron ser solo cinco minutos. Michiru prácticamente había olvidado que le habían vendado los ojos, y que estaban de camino a una sorpresa de Haruka. La plática solo fue interrumpida cuando el tren se detuvo, y Michiru otra vez era guiada entre una multitud.
—¿Ya llegamos?— Se atrevió a preguntar.
—No— Contestó Mick— Nos falta un tren más, es solo media hora de viaje.
Tal vez era imaginación de Michiru, que estaba pensando en todos los posibles lugares a donde Haruka la estuviera llevando. Pero… Le había parecido escuchar que un tren estaba por salir en dirección a Akihabara.
—
Michiru ya estaba segura de donde estaban. Lo supo cuando, a pesar de todos los esfuerzos de los Schumacher, escuchó que estaban llegando a la estación de Maihama. Ella había estado ahí con Darien, muchos años atrás, cuando consideraban si era buena idea mudarse a la capital.
Ya sabía que estaban en Tokio. Y haciendo memoria, Maihama quedaba prácticamente al lado de…
Su cerebro hizo clic, y una sonrisa se formó en sus labios. Haruka no era capaz, ¿Verdad?
Entonces escuchó varios gritos. Gritos de alegría, risas. No era capaz.
—Mick, por curiosidad, ¿Estamos yendo de camino a Disneyland?
Mick, y toda su familia en general, tardo unos segundos en responder. Eso solo confirmaba sus sospechas.
—Vamos rumbo a Disneyland.
—¡No!— Quiso arreglar su error rápidamente, pero no iba a convencer a Michiru— Aparenta sorpresa, por favor.
—Será sorpresa verdadera. Darien detestaba todo lo que tuviera que ver con parques de diversiones. Cuando pasamos por aquí, evito todo el camino que estuviera cerca. Me muero de ganas por conocerlo.
Se detuvieron en lo que ella suponía que era la taquilla, escuchó a Mick agradecer por los boletos. Corinna le ayudó a pasar por los torniquetes de la entrada, y luego… ellas dos le soltaron la cintura.
—¿Qué pasa?— Quiso preguntar, pero una suave comisura de unos labios, ya familiares, le distrajeron totalmente.
Sin nadie que la detuviera, y sabiendo quien la estaba besando, Michiru movió lentamente las manos de su novia para que le quitara la venda de los ojos. Anhelaba verla, y Haruka también soñaba con ver los ojos de su amada.
—¿Disneyland?— Se atrevió a preguntar cuando se separaron.
Haruka sonrió— No creo que ese tuviera la paciencia de venir a un lugar como este, ¿Cierto?
—Siempre me morí de ganas por venir, dicen que los sueños se hacen realidad.
A Michiru se le hacía tierno que hubiera logrado que Haruka se sonrojara.
—Mi sueño ya se cumplió ahora que estoy contigo.
Antes de que se pudieran volver a dar otro beso, el carraspeo de la garganta de Mick las interrumpió.
—Lo siento— Contestó el joven— Pero mi familia y yo ya nos vamos, también queremos dar una vuelta por el parque, encontrar habitaciones en los resorts y…
Mick no completó su frase. Feliz por todo lo que pasaba, Michiru le dio un abrazo.
—Gracias por traerme, por ayudar a Haruka con sus ideas.
Mick no supo bien qué hacer en un inicio. Pero, tras un asentimiento con la cabeza de Haruka, correspondió al abrazo.
—No hay de qué. Haruka es mi mejor amiga, y estoy encantado de verlas felices. Vayan a disfrutar, dicen que los días en Disneyland se hacen cortos.
—
No era mentira. Los días en Disneyland podían ser muy cortos. En especial, por la enorme cantidad de gente que había. Las filas eran eternas.
Pero, cuando traes una billetera sin fondo, como era el caso de Haruka, y podías comprar todos los pases rápidos que desearas… Las filas dejaban de ser una preocupación.
—Que estemos en Disneyland no quiere decir que esas cosas no estén trucadas. Esos rifles jamás van a estar bien perfilados. Además, sabes que es un actor fingiendo ser Goofy quien escribiría eso, ¿Verdad?
Estaban en una galería de tiro con escopetas. Si tu puntería era muy buena, el juego prometía que ganarías una tarjeta personalizada de Goofy.
Y, por lo visto. El personaje favorito de 'La casa de Mickey Mouse' de Haruka, era Goofy.
—¡Por favor! Mi puntería es espectacular— Desestimó la rubia— Si no fuera así, jamás lograría hacer las curvas perfectas en las carreras.
Michiru rodó los ojos. No la iba a cuestionar, iba a dejar que cumpliera su sueño. Así supiera que fallaría— Entonces ve a por ese premio.
Haruka tenía una sonrisa maquiavélica— No confías en mí. Ya verás, voy a ganar mi tarjeta personalizada, y te conseguiré una a ti también.
Dejó el primer billete a lado de quien atendía el juego. Lo intentó y… fallo estrepitosamente.
—Lo siento, amiga. Mejor suerte a la próxima.
Pero Haruka no era esa clase de personas que se rendían ante el primer no. Le dio otro billete, y volvió a tomar el rifle.
Y así, por más de quince intentos. Hasta que Haruka empezaba a ponerse de nervios.
Michiru puso su mano en su hombro, estaba tensa. —¿Puedo intentar uno?
Después de unos segundos, Haruka terminó por asentir. Estaba cansada, ese juego no podía superarla.
—Seguro, pero tienes razón. Este juego está trucado, es imposible que ganes.
—Al menos, quiero intentarlo.
Como se estaba volviendo una costumbre, Haruka puso otro billete en la mano del empleado, y ni siquiera vio la partida de Michiru. Ya sabía cuál era el resultado de eso.
Y entonces, Michiru le entregó en su mano una tarjeta. Era la dedicatoria del actor que Goofy.
—¡¿Cómo…!?
—No lo preguntes, y vamos a otro juego. Quiero ir a la Torre del terror. No está muy lejos de aquí.
Michiru prefería que Haruka pensara que todo fue producto de la buena suerte. Y no, que en realidad ella era una experta en tiro.
Después de todo, venía de una familia rica, y por mucho que siempre detestó la actividad, tanto Darien como su padre fueron unos aficionados a la caza. Aprendió a usar las escopetas, incluso cuando no estaban equilibradas.
—
Tokio Disneyland era enorme. Tal vez, no era tan mágico como los dos parques de Estados Unidos, pero este era único.
Pasearon por un tren eléctrico que recorría todo el parque, el acuario de Nemo, el templo de Cristal de Indiana Jones. Las alfombras voladoras de Jasmine, a la que, por cierto, concordaron con que era tentativamente su tercera princesa favorita. El cuarto de juegos de Ariel, la montaña rusa de Flounder… y con todo eso, apenas llevaban la mitad del parque.
—¿Crees que sean tan lindas estas como en Italia?— Michiru preguntó mientras estaban arriba de otra atracción, la última de todo el espacio de Disneyland Sea, las góndolas.
—Para nada, subirte a una góndola en Venecia, es otra experiencia— Respondió Haruka con seguridad.
—¿Ah, sí?— En ese instante, Michiru pensó que sería una buena idea volver a tocar el tema, de viajar junto a ella.
—Fui a Venecia hace un par de años. No queda muy lejos de Monza. Son apenas dos horas en carro. Es un lugar fantástico.
—Me gustaría conocerlo— Alzó una ceja con toda la intención del mundo. Parecía que Haruka notaba sus intenciones.
—Italia es un país hermoso. Tal vez, mis próximas vacaciones serán ahí. Tengo ganas de hacer un viaje por toda la bota.
—¿Y dónde empezarías?
—En Turín— Aseguró— Dicen que el chocolate de Piamonte es delicioso.
—Entonces tendrías que traerme, porque quiero probarlo.
Haruka sonrió, esa conversación tenía más cosas que un simple interés— Después iría a Milán, la verdadera ciudad de la moda. Luego Venecia, Maranello, Florencia, Pisa, Nápoles, Bari. Y terminar en Sicilia. Dicen que Palermo es hermoso.
—Parece un viaje muy bien planificado.
—Eso es porque lo está.
Parecía que una de las dos iba a decir algo más. Pero el tiempo se los impidió, el viaje en góndola ya había terminado.
—
Si había algo que aplaudir a Disney, era el realismo en su parque. Como te podían hacer creer que estabas dentro de uno de los universos de sus películas.
Empezando, con que en el espacio tan pequeño como una roca en medio de un lago, fueron capaces de simular todo el reino de Corona. El reino de Rapunzel, con torre incluida. Claro, la mayoría de casas eran en realidad comercios para sacarte hasta tu último centavo en la billetera con cosas tan lindas… que necesitabas.
Pero, la verdadera diversión, fue cuando llegaron a Arendelle… El pueblo de Anna y Elsa. La película no era tan clásica como otras, eso era cierto. Pero había salido en la infancia de Haruka, y ella aún tenía pesadillas con las canciones que ella misma se obligó a oír hasta el cansancio.
Y Michiru, era cierto, no eran de su época. Sin embargo, ella jamás había dejado de ser una aficionada a Disney, y claro que había visto Frozen. Además, y por casualidad, habían ido al parque en plena época de invierno. Con la nieve cayendo ligeramente, ese lugar verdaderamente parecía el de la película.
Mientras disfrutaban del castillo de Elsa en la montaña del norte, notaron que había un evento. Todas las pantallas reproducían escenas eliminadas de la película.
Había pasado lo mismo en la Torre de Rapunzel.
—¿Sabías que Elsa iba a ser la villana de la película?— Haruka dejó caer, mientras volvía a disfrutar de 'Life's too short', una canción eliminada.
—Por supuesto— Aseguró Michiru— Ellos quedaron tan enamorados de 'Let it go', que pensaron que sería mala idea que esa canción la tuviera un villano. Aunque, en lo personal, amaría ver a Elsa como la villana.
—¿Crees que si contrato a un animador lo haga?
Michiru solo pudo reír ante la ocurrencia.
Y después de bastantes fotos en la entrada al balcón de Elsa, imitando la escena, y discutiendo sobre si la mirada de Elsa reflejaba maldad y soberbia, o no, Haruka y Michiru fueron a uno de los mejores lugares de todo ese Disneyland.
La villa de la Bella y la Bestia.
Si, las dos zonas anteriores eran espectaculares. Pero la villa de la Bella y la Bestia era otro nivel. Apenas entrar, podías sentir como si llegaras a Villenueve, una pueblerina villa en Francia, durante el siglo XVIII.
Tenía un nivel de realismo, y apego a la película animada, que era escandaloso.
—¿Crees que los aldeanos de verdad le hicieran una estatua a Gastón? ¿Justo enfrente de su taberna? —Preguntó Haruka mientras caminaban, admirando donde debería estar la fuente del pueblo.
Michiru se encogió de hombros— Gastón solo era el villano de la historia de Bella. Para el pueblo, era el único que los defendía de ladrones, y proveía de animales. Supongo que su muerte fue como volverse un héroe de guerra.
Haruka se quedó en silencio unos segundos. Nunca se había puesto a pensar en ello. Michiru se sonrojó de ver que Haruka se había quedado reflexionando.
—Tenía mucho tiempo libre. Siempre he opinado que los villanos son más interesantes que los héroes, mi yo adolescente se intentó convencer varias veces con esas historias.
Siguieron caminando por todo el lugar, que era enorme. Comieron en la taberna de Gaston, y visitaron la tienda del panadero, ¡Incluso la casa de Bella! Aunque, estaba cerrada, lamentablemente. Solo pudieron admirarla desde fuera.
Su viaje por todo el parque de diversiones estaba por terminar, la tarde ya había llegado sin que se dieran cuenta.
Pero la siguiente atracción a la que fueron, era como el sueño de Haruka. Era el castillo de Cenicienta, en todo su esplendor.
—¿Cenicienta? ¿Tu princesa favorita es Cenicienta?— Preguntó Michiru, notando la admiración con la que Haruka parecía apreciar el trono del rey.
Haruka solo asintió con la cabeza— ¿Y la tuya?
—Aurora. —Contestó con seguridad, era una pena que no todos los castillos de Disneyland fueran los de la Bella Durmiente. — Lo que me sorprende es tu elección.
—También fui niña una vez— Reclamó la rubia.
—Claro—Michiru alzó las manos, a la defensiva— Pero no creo que fueras la niña que llora a sus padres, porque le consigan un vestido de Cenicienta. Pensé que irías por otra princesa… Como Mulan, o Mérida.
—¿Consideras que Cenicienta es una damisela en desgracia?— Haruka volteó a verla, y Michiru asintió— No has visto la tercera película, ¿Cierto?
—¿Existe una secuela de Cenicienta?
—¡Por supuesto!— Haruka actuaba como si le hubieran dicho la peor ofensa del mundo— Llegando a la casa, la veremos. Mi padre me la compro desde muy pequeña, yo tenía miedo y lloré por años gracias a esa película.
—¿Lloraste con la Cenicienta?— Michiru estaba por tener un ataque de risa. ¿Quién lloraba con la Cenicienta?
Pero Haruka no parecía estar avergonzada de eso— ¡Claro! No tienes idea del estrés que sentía cuando Anastasia le robaba la varita al hada madrina. Si hay una princesa que ha luchado por su final feliz, es Cenicienta. ¡Lucho contra el mismo tiempo por su final feliz!
Michiru no podía terminar de creerle, pero tampoco siguió debatiendo.
Al final, antes de entrar a la pequeña casa de Blancanieves, Haruka y Michiru se detuvieron en un puesto. Era una pequeña pared a la salida del castillo. Con un imponente título que pregonaba, "Escenas eliminadas de Disney Princesas"
—¿Sabes? Siempre me resulto interesante ver estas cosas, solo estaban en los DVD especiales. La mitad de este contenido debe ser lost media— Mencionó Haruka, admirando una escena eliminada de la tercera película de la sirenita.
Aunque, Michiru parecía estar más concentrada en todo el enorme contenido que había de la Bella Durmiente. Algo inusual, considerando que no había una atracción de la princesa.
"¿Qué estamos diciendo? ¡Claro que se gustaran! Nosotros nos gustamos ¿Cierto? ¿Por qué nuestros hijos no?"
Escuchando el diálogo, Michiru podía entender por qué habían modificado la escena de la plática entre el rey Huberto y el rey Stephan. Incluso hoy, esa escena sería muy cuestionable.
Haruka volteó a ver todo lo que Michiru admiraba. La bella Durmiente tenía casi el doble de escenas eliminadas que el resto.
—La Bella Durmiente, 50° aniversario, edición platino— Era lo que decía debajo de la pantalla— Ese disco debe ser una reliquia, no creo que nadie lo conserve.
Al final de cuentas, Aurora nunca había sido una princesa como las demás. Si había una persona que pudiera ser una damisela en desgracia, era la chica de cabellos dorados. La princesa que tenía el título de ser la protagonista con menos líneas de toda su película… Y ser la favorita de Michiru.
¿Por qué? Realmente no podía explicarlo. Pero siempre había pensado, que Aurora tenía más potencial del que se mostró.
—
El atardecer empezaba a caer por el cielo, y las atracciones ya cerraban. Solo quedaba el clásico desfile de Disney, antes de que el parque cerrara sus puertas.
Haruka y Michiru se estaban acomodando para disfrutarlo, buscando un buen lugar donde nadie las sacara de la primera fila. Cuando se toparon con el pozo de los deseos de Blancanieves.
Haruka pensó que sería una buena idea, el sitio ideal para por fin decir por qué había planeado todo esto.
—¿Quieres pedir un deseo?— Preguntó Michiru, al ver que Haruka prestaba demasiado interés.
Se recargó en su hombro mientras Haruka asentía.
—Hay algo muy importante que quiero pedir— Contestó, buscando entre sus bolsillos una moneda.
—¿Y qué es eso?— Volvió a preguntar cuando Haruka por fin encontró un par de monedas.
Haruka observó directamente al pozo. Sabía que el ratón maquiavélico ganaba una fortuna con esas cosas y que en realidad no era mágico, pero quería seguir la tradición, el chiste era preguntar.
—Quiero pedir, que mi linda y bella novia, acepte viajar conmigo la próxima temporada.
Aventó la moneda al pozo, y luego volteó a ver a Michiru, que estaba sonrojada, y sorprendida.
Evidentemente, Michiru quería decir que sí. Desde hacía meses que su única ilusión era viajar al lado de Haruka. La extrañaba todas las noches, cuando no dormía a su lado, y el silencio cuando no tenía a nadie era enloquecedor.
Además, ella ya no tenía ninguna razón para quedarse en Japón. Darien no se iba a detener en dejar su imagen por el suelo, no iba a dejar que ella se presentara en un escenario… ¿Qué más caso tenía quedarse?
La aventura y la adrenalina que Haruka le ofrecía… Ella no podía negarlo, lo estaba anhelando. Viajar de lugar en lugar, evitando que la conocieran. Nadie le juzgaría por su pasado, o por su edad. Iba a divertirse y cumplir sus sueños, por una vez en su historia.
Pero… quería hacerla sufrir un poco, un poquito, nada más. Haruka la había hecho esperar por meses, ¿Qué le costaba un poco más de súplica?
—No… Creo que eso es muy difícil de cumplir, dudo que el pozo pueda cumplirlo.
Haruka esperaba que le respondiera sí por emoción.
—¿Por qué?— Preguntó un tanto decepcionada.
—No sé si quiero ir viajando de un punto a otro, tanta gente desconocida, tantas culturas extrañas— Mentira, se moría por conocer todo eso.
Haruka sabía que Michiru no le estaba diciendo la verdad, tal vez, si presionaba un poco y pasaba al plan B…
Tomó otra moneda, admirándola en sus manos— En ese caso, deseo porque Rei este despierta en este momento. Voy a llamarle, y le diré que me empiece a buscar un asiento en la Super Formula Japonesa. Renunció a la Fórmula 1.
Michiru también sabía que ese pozo no les iba a conceder ningún deseo… Pero tampoco quería tentar a la suerte, y no dejó que Haruka tirara esa moneda.
—¡Espera! ¿Qué estás diciendo?
—La verdad— Haruka parecía ser sincera— No quiero separarme más de ti, y si tú no quieres viajar conmigo, entonces voy a quedarme aquí en Japón. Un vuelo de dos horas es mejor que uno de tres días.
Michiru se apresuró a unir sus labios con los de Haruka para que no siguiera con ese plan. Ella ganaba— No digas tonterías, tú amas correr en Fórmula 1, ¿Dónde quedaría tu sueño de ir a Ferrari?
—Mi único sueño es tenerte, y estar a tu lado, y si tú no quieres irte entonces…
—¡Claro que me voy contigo!— Michiru reclamó— ¡Me muero por viajar a tu lado! Haruka, no he pensado en nada más en meses.
Haruka adoraba ver a Michiru así— Sabía que solo se estaba haciendo la difícil, pero su terquedad era todavía más fuerte.
Al final, solo terminó por reírse— Lo sé. Cada vez que hablábamos de ello, podía ver tus ojos brillar con ilusión. Note que querías mencionar algo en las góndolas, ¿O me equivoco?
—Tendrás que llevarme a Venecia, no tengas duda de ello. Quiero confirmar tus palabras sobre que tan romántico es.
—El calendario de este año es un poco distinto. Un tributo a Ferrari o algo así. Las últimas dos carreras serán las Italianas, tendremos mucho tiempo para recorrer la bota.
Se volvieron a fundir en un beso, largo y profundo, que era todavía más mágico cuando recordaban como estaban. Si hubiera un fotógrafo, definitivamente hubieran pedido una sesión de ellas.
Solo se separaron cuando escucharon el primer fuego artificial. El desfile estaba empezando.
—Creo que aquí estamos bien, no hay nadie que nos moleste, ¿Quieres ver el desfile?
—A decir verdad, estoy algo cansada— Admitió Michiru, aunque su mirada decía otra cosa— Creo que preferiría ir al hotel.
Haruka sonrió— Siempre he querido alojarme en un Disney Resort. Supongo que hoy es un gran día para ello.
—
Evidentemente, no era yo la que tuvo un serio trauma con la Cenicienta 3. Yo jamás me ponía realmente mal al ver que el hada madrina se volvía piedra y mi mamá estaba resignada a nunca poder ver la tercera parte de su película favorita, porque yo me pondría a llorar.
Jamás.
Y este capítulo no estuvo nada influenciado, porque en cada fanfic SwanQueen que he leído, suelen hacer chistes de Disney y me orillaron a sacar ese lado fan, mezclados con casi cotizar un viaje a Disney Tokio para saber cuáles eran sus atracciones actuales y futuras.
¿Les gusto? Espero que sí, porque ahora nos vamos a recorrer el mundo.
