Parte 4

La chica con el atuendo de sirvienta se giró, mirando hacia la pequeña puerta trasera que conectaba con uno de los almacenes. Había escuchado pasos.

Aunque sus alas flameantes y su espada candente desaparecían en el aire, no creía que fuera a necesitarlas. Después de todo, el joven que acababa de entrar no era un intruso.

Era solo un compañero con el cual había estado trabajando en un pequeño proyecto.

— Oh, Charlie-san —dijo el chico, observándola—. No sabía que estabas aquí.

— Te tardaste menos de lo que creí. Te perdiste algo bastante interesante —respondió la chica, intercalando su mirada entre el joven y el agujero que había hecho en la pared de concreto—. Y ya te he dicho que no me llames "Charlie". Bastante considerada fui como para dejarte llamarme por otro nombre que no fuera "Ignis124", así que apégate al nombre que te di permiso para utilizar.

— Ah, cierto. Mis disculpas, Charlotte-san…

La chica agitó levemente su mano derecha, como queriendo descartar aquella inútil conversación.

— ¿Pudiste cumplir con la tarea que te asigné? —inquirió Charlotte, observando al joven a los ojos—. ¿Podré realizarlo esta noche?

El joven sonrió. Apartándose la cortina de cabello negro del rostro, mostró un cuchillo curvado, impregnado de sangre, a la chica. La hoja, de un color plateado blanquecino, estaba manchada de carmesí, aunque una parte ya tenía el color granate de la sangre seca. La empuñadura, de oro y platino, tenía cuatro cortinas incrustadas, cada una con una pequeña cruz tallada, muy similar al símbolo que utilizaban los creyentes del Cristianismo.

Charlotte se acercó a él, tomó el cuchillo, el cual parecía destinado a alguna clase de ritual, y lo elevó hasta sus ojos, inspeccionándolo.

— Sangre de diez personas, todas con talentos especiales. Un sacrificio por cada Sephira —murmuró.

— ¿Disculpa? —inquirió el joven. No entendía muy bien el inglés, y odiaba que esa extraña chica decidiera hablar en ese idioma en ocasiones. Sentía como si lo hiciera adrede, con la intención de que no pudiera enterarse de lo que ella decía.

— ¿Aún tienes la Joya de Yesod? —inquirió Charlotte, sin apartar la mirada del cuchillo.

El joven asintió. Del lóbulo de su oreja izquierda colgaba un pendiente de color azul marino. Con cada movimiento de su cabeza, la pequeña gema emitía un resplandor extraño y antinatural, puesto que no parecía ser la luz reflejada, sino producida directamente desde el centro de la joya.

— Perfecto. No vayas a perderla, pasé por muchos problemas para poder robarla. Solo no vayas a olvidar nuestro acuerdo: te doy poder, pero me ayudas a tomar las vidas necesarias para el Ritual de la Puerta al Edén.

— No te preocupes. Incluso un Skill-Out como yo sabe mantener una promesa. ¿Falta algo más? —inquirió el chico, mirando con curiosidad a su compañera.

Charlotte caminó por el laboratorio abandonado, observando los gigantescos beakers rotos.

— Lamento que tuvieras que buscar por toda la urbe a esos… ¿cómo los llamaban? "Usuarios de Habilidades" —dijo, sin apartar su mirada del cristal roto de los cilindros, tan grandes que un humano adulto podría caber dentro—. Tengo entendido que tu pandilla solía trabajar para un antiguo equipo de investigación que intentaba crear unos de forma artificial, ¿no es así?

— Exactamente. Pero desafortunadamente el proceso de clonación no resultó… Teníamos los fondos necesarios, pero el inversor se alejó en cuanto supo que los primeros dos clones fueron un fracaso.

Es una verdadera lástima, ya que de haber podido crear exitosamente a Usuarios de Habilidades de forma artificial habríamos tenido una fuente infinita de vidas para tomar, y las autoridades ni siquiera se habrían enterado.

— Recuerdo que lo mencionaste. La ciencia no me interesa en absoluto, pero he de admitir que la creación de humanos artificiales es algo que esa investigación compartía con la magia. ¿Qué fue lo que salió mal en el experimento?

El joven tragó saliva. No estaba acostumbrado a escuchar la palabra "magia", pese a que había estado trabajando con Charlotte desde hacía más o menos dos semanas. Sin embargo, tras haber visto de lo que ella era capaz, y de lo que lo hizo capaz a él, no podía evitar creer en la existencia de ese mundo que hasta ahora había permanecido oculto para él.

— Debo decir que no conozco todos los detalles… Al fin y al cabo no soy demasiado versado en todo el tema de la experimentación. Como podría esperarse de Skill-Out, nosotros nos limitábamos a obedecer las órdenes del científico a cargo de todo.

A-aunque se podría decir que es mi culpa que no resultara… —continuó el joven, rascándose la cabeza con nerviosismo—. Pero me alegra que al menos las cosas estén funcionando mejor ahora, con todo este asunto de la magia.

Charlotte sonrió, dirigiendo sus fríos ojos hacia el chico antes de hablar nuevamente, dando fin a la conversación sobre ciencia que, para aquel momento, ya había comenzado a aburrirla.

— Me encargaré de los preparativos. Nadie tiene mejor conocimiento del Ritual del Edén que yo misma, gracias a este libro —la chica sacó un pequeño tomo, del tamaño de un cuaderno y forrado en cuero rojo. Tenía unos símbolos muy extraños en la portada, los cuales definitivamente no pertenecían al silabario japonés, ni tampoco al abecedario romano—. Sólo necesito que me cubras en caso de que alguien decida venir. Hay un chico que parece estar buscando al responsable de los asesinatos, y si descubre que fuiste tú es muy probable que regrese a buscarte.

— Ah, ya sé de quién se trata. Hay anuncios por toda la ciudad. Es ese Nivel 4 de Kurumizawa que se hacía llamar "Mago de Ciudad Academia". Como nombre de superhéroe me parece regular, la verdad.

Charlotte sonrió con sorna. "¿'Mago'? Chico idiota. Si supieras el verdadero peso que tiene ese título no estarías usándolo para jugar al justiciero."

"Bueno, no es como si ese chico pudiera detener el ritual por sí solo sin el conocimiento adecuado, y dudo mucho que alguien en las autoridades vaya a creerle ahora que están buscándolo", pensó la chica.

— Charlotte-san. Podré conservar este poder si todo sale bien, ¿correcto? —inquirió el chico, tocando suavemente el pendiente. Utilizarlo normalmente le causaba una inmensa sensación de malestar, pero tener finalmente una habilidad, tras tantos años, era embriagador para él. Como una droga, adictiva pero tremendamente dañina para su cuerpo, más incluso de lo que su mente, acostumbrada al mundo sin magia, podría siquiera concebir.

— Exactamente. Al fin y al cabo, de no ser por ti esto no habría resultado. Ambos nos beneficiaremos mucho con esto. Tú obtendrás tu venganza, y yo podré cumplir la primera de muchas purgas que este mundo necesita.

— Entonces mi único trabajo es deshacerme del chico de Kurumizawa si aparece por aquí, ¿cierto?

— Podría decirse que sí —respondió Charlotte, abriendo el libro por el medio e inspeccionando el contenido de las páginas. Con su mano libre sacó una tiza de color escarlata del bolsillo frontal de su delantal. Sin mirar al chico, comenzó a trazar un gigantesco círculo en el suelo, de unos diez metros de diámetro, consultando constantemente su libro.

Tras terminar de dibujar la figura, la chica comenzó a escribir algo en los bordes del círculo en un idioma que parecía ser griego. Cuatro palabras que eran desconocidas para su acompañante, pero con las cuales ella parecía estar familiarizada.

Camael… —murmuraba ella, mientras escribía cada palabra—. Milchamah… Athanatos… Sabaoth…

"Camael… Guerrero del ejército inmortal del Señor…", pensaba Charlotte, traduciendo mentalmente lo que había escrito.

Seguidamente, la chica rubia dibujó algunos símbolos dentro del círculo. Numerosas cruces celtas pequeñas, el símbolo del quinto sefira, Gevurah, en el centro del mismo, y finalmente el carácter que representaba a Marte, en la parte inferior izquierda y apuntando hacia arriba, a la derecha.

Tras terminar de dibujar el Sello, Charlotte cerró el libro y, junto con la tiza, guardó ambos objetos en su bolsillo nuevamente. Se llevó la mano derecha a la frente, tocándola con la punta de sus dedos para seguidamente bajarla hasta la altura de su diafragma. Luego la elevó hasta su hombro izquierdo, y finalizó llevándola hasta su hombro derecho.

— Amén —murmuró finalmente, en inglés. Todo aquello parecía muy extraño al joven, que la había estado mirando con interés. Incluso él, que era ateo, sabía que el momento en que una persona se signaba con la cruz era algo solemne, por lo que no la interrumpió.

El Sello de Gevurah está finalizado —dijo la chica, dirigiendo sus azules ojos a su asistente—. Si queremos que resulte adecuadamente, debemos dejar que el suelo absorba parte de la cal, que el Sello se forje como una marca sagrada. Tardará algunas horas, pero deduzco que para la noche ya estará listo.

— Falta demasiado… ¿No crees que sería mejor si busco directamente a ese Nivel 4 y acabo con él? —preguntó el chico.

Charlotte simplemente negó con la cabeza.

— No creo que haga falta. Si quieres avisa al resto de tu pandilla para que lo mantengan ocupado si lo encuentran. Aunque, como dije, sin los conocimientos adecuados, no podrá detener el ritual.