Sinopsis de la Primera Parte: En su empeño de tener un duelo con Atem, Kaiba traspasa los límites y cruza las puertas del Inframundo, lugar donde Anubis, el dios de los muertos en la mitología egipcia, impide que dicho enfrentamiento se lleve a cabo. Anubis afirma que Kaiba debe recibir un escarmiento por lo que ha hecho pero al pertenecer él al mundo de los vivos y ser Anubis el dios de los muertos, no tiene derecho a juzgarlo. El dios recurre a despertar las 99 almas que se usaron en la forja de los Artículos del Milenio y pone como condición que Kaiba las enjuicie mediante un duelo para así ganar el derecho a tener el suyo con Atem. El espíritu del faraón, al parecer, no es el único en la ecuación del dios. Junto a él, despiertan Kisara, quien es el antiguo recipiente del Dragón Blanco de Ojos Azules, y Yura, quien defiende no ser más que una "existencia espejo" de Kisara. Otros dioses egipcios deciden meter la cuchara en la sopa, pues las acciones de Anubis parecen tener una intención que va mucho más allá del bienestar de las almas de los muertos.


SEGUNDA PARTE: DUEL LINKS


Inspiración musical cortesía de: Born again— Black Veil Brides.


El primer sujeto de prueba del Duel Links no había sido Seto, su creador, tampoco Isono, el empleado que a sudor en frente se ganaba su confianza; mucho menos el encargado del departamento de laboratorio que, aunque involucrado de lleno en el proyecto, se limitaba a componer diagramas de flujo a los mapas conceptuales de su superior, y ni aun el primer jovencito que registró sus datos en la convocatoria de la página web oficial de la KC.

Al recto juicio de Seto, el primer sujeto de prueba del Duel Links jugaba un papel demasiado importante como para entregarlo a Isono, al encargado del laboratorio, al primer jovencito que pescara el anzuelo de la convocatoria y aun a sí mismo. El primer sujeto sería el único con la potestad de juzgarlo, el único que podría señalar los fallos y los puntos a tamizar, el único que podría ofrecer una crítica dura y sincera a su trabajo basada en el conocimiento de causa.

Y es por eso que el primer sujeto de prueba no había sido otro que Mokuba Kaiba. Para Seto no existía otra persona que comprendiera mejor su psique, y solo alguien con semejante discernimiento podría juzgarlo, sacar en claro sus errores, apuntar con el dedo los puntos que necesitaban sutura.

El hermano menor se acercaba a los catorce años, la edad de la que hizo su punto de referencia para escoger sus próximos sujetos, aquellos huevecillos encantadores que tuvo el placer de admirar desde lo alto de la palestra (1).

Mokuba reparó en ello mas quiso esperar a que llegara el momento de plantear la pregunta y resolver la duda.


—En ese torneo demostrativo, no había gremios ni un escenario distinto, nos limitamos a usar el sistema de los Neurons para enlazar las ondas cerebrales con la red Crystal Cloud, e información de las cartas como puntos de ataque y defensa, arquetipo y efectos, se cargaron de inmediato con la imagen que Yugi, Aigami y yo teníamos del respectivo monstruo en nuestro cerebro. En pocas palabras, solo funcionó como una diapositiva de nuestra imagen del monstruo, mas no expandió el verdadero mundo de los Neurons, cuyas leyes son establecidas en base a la fuerza de los nervios craneales.

¿Eso tiene que ver con que los sujetos de prueba eran jóvenes menores a los 15 años? Me llamó la atención que así fuera, pero supuse que tus razones habrías de tener.


Seto se justificó aludiendo que los jóvenes en esa edad poseían el flujo cerebral que servía de corriente vital para el óptimo desarrollo del Duel Links, y aunque Mokuba sabía que aquello era cierto, una voz en su interior le dijo que su hermano mayor se había inspirado en él para seleccionar al resto de los aplicantes a la versión beta.

Esos detalles, si bien podrían llamarse insignificantes u obvios, al entendimiento del menor eran la confirmación de dos verdades. La primera, que él, Mokuba Kaiba, era el corazón de Seto Kaiba.

Ah, el corazón, bufaba Mokuba en sus adentros. Era el órgano principal, el que administraba el flujo de la vida, y por eso era también una debilidad: si fallaba, todo lo demás se derrumbaba en efecto dominó.

Debería enorgullecerse por tener una función parecida en la vida de su hermano, sin embargo, el sentir que lo abrumaba era todo lo inverso. Más que representar la debilidad en Seto, a Mokuba le hubiera gustado que se le reconociera como una fortaleza, o que cuanto menos la comparación fuera viable con el pie, un brazo, la cabeza... Cualquier otro que no fuera el corazón.

La segunda, en cómo su hermano demostraba sus sentimientos. A diferencia de lo que la mayoría tendía a pensar, desde la perspectiva singular de Mokuba, Seto no ocultaba sus sentimientos tras un juego de cajas fuertes como de muñecas rusas, una dentro de otra, sino que los dejaba expuestos en pequeñas pistas— cual piezas de un rompecabezas—, donde todo el mundo pudiera verlas, de manera que eran tan evidentes que casi nadie reparaba en ellas. Bien se lo aconsejaba el dicho: "Si quieres ocultar algo, ponlo a la vista de todos".

Y Kaiba Land estaba a la vista de todos, las estatuas y los guiños al Dragón Blanco de Ojos Azules estaban a la vista de todos, y Duel Links, en ese instante, estaba a la vista de todos, pues había llegado el día de celebrar el aniversario de la KC y el lanzamiento oficial de la nueva actualización de Duel Links.

En los ojos de Mokuba, el panorama era de admirar. El evento se desarrollaba en el mismo estadio del anuncio oficial (2). Su hermano, que para el público era el imperioso Seto Kaiba, ocupaba el centro dando el discurso de apertura.

A Mokuba le pareció que buscaba generar impacto en todos los sentidos ya que implementó cambios incluso en su vestimenta. Se prendó una gabardina negra con tocados en azul marino que le resaltó el suéter negro de cuello tortuga cuyo elástico hacía un calco de sus abdominales, unos pantalones engomados cubrían lo largo de las piernas y los bordes eran abarcados por un par de botas negras. Le había enfatizado a la estilista que el corte mantuviera prolijo su pelo castaño y se vació a lo sumo la mitad de su colonia masculina antes de salir.

Por supuesto que no eran minucias extraordinarias a su rutina. Seto era muy consciente de su atractivo, le complacía sacarle partido, hacer que todos los reflectores se giraran hacia él. No obstante, había algo de pretensión en su modo de atizarlo, cual si buscara captar la atención de algo o de alguien más allá de los espectadores, de los medios que seguían la primicia en una cobertura en vivo y el personal de seguridad que, a sus espaldas, estaba allí presenciando el momento de gloria.

Una respuesta asomó su pensamiento pero le fue a tal grado insólita que prefirió concentrarse en el pronunciamiento.

—Los participantes deberán llenar un formulario en línea en la página web oficial de la KC— aclamaba Seto a viva voz, su imagen se proyectaba en miniatura a través del millar de viñetas holográficas como si todo el alrededor en conjunto formara una pantalla de ordenador con muchas pestañas abiertas al mismo tiempo—. Para formalizar el registro, el sistema les pedirá el número de serie del antiguo modelo del Disco de Duelo.

Al colocar el número, la base de datos confirmaría el registro generando un Código de Barras adjunto a una lista de ubicaciones de tiendas donde se podría escanear a fin de obtener un descuento en la compra del nuevo modelo.

En el torneo se admitiría la participación de 99 duelistas, quienes cada fin de semana tendrían enfrentamientos para decidir quién sería el adversario final de Seto Kaiba, el duelista número 100. Los servidores de la página web quedaron abiertos a los participantes desde el minuto cero de haber iniciado el evento.

Mokuba se emocionó al escuchar a su hermano concluir aquella explicación pues daba inicio a su parte favorita de la anuencia.

Una explosión de luces en tonos de azul iluminó el ala derecha del recinto. La audiencia fijó la mirada a la espera de atestiguar la invocación del Dragón Blanco de Ojos Azules pero solo se manifestó un reflejo de su silueta tras la espalda de Kisara, quien resurgió en medio de las centellas cual aparición de un ángel entre los mortales. Así se le figuró a Mokuba encajada en aquel vestido azul con incrustaciones de diamantes, su largo cabello recogido en una trenza con adornos de brillo y el maquillaje apenas espolvoreado en su rostro.

El público se unió en un "ah" colectivo. Todos le miraban con las pupilas brillosas a la par de agrandadas, la clase de gesto que se pondría al tener una inspiración a la ternura.

—Bienvenidos, duelistas— saludó con voz edulcorada—. Mi nombre es Kisara, y será todo un honor para mí ayudarles a ser parte del torneo.

Procedió luego a realizar las explicaciones adicionales que Seto había omitido como, por ejemplo, la manera de acceder a la página, las instrucciones para el llenado del formulario y los requisitos a cumplir para ser admitidos en el estadio el fin de semana en turno.

— ¡Detente allí, Kisara! — La estrepitosa nota se combinó al espectáculo audiovisual que prometía ver al Dragón Blanco de Ojos Azules Alternativo proyectar su silueta tras la espalda de Yura en el ala izquierda del campus, en paralelo a Kisara—. ¡No todo será miel sobre hojuelas, duelistas!

El público se unió en un "oh" colectivo. Todos le miraban con ojos avispados a la par de excitados, la clase de gesto que se pondría al tener una invitación a la expectativa.

El Dragón Blanco de Ojos Azules Alternativo permaneció reflejado en el conjunto de falda y blusa que le daban un aire más sugestivo y rebelde en comparación a Kisara. Su pelo blanco, entonces caracoleado, se mecía al compás de sus movimientos y la elección del maquillaje consiguió el efecto de hacerle ver femenina en igual proporción a desafiante.

Viró la otra cara de la moneda exponiendo a los duelistas lo que no debería hacerse, cuáles acciones los podían echar a patadas del torneo.

El menor de los Kaiba echó el pecho hacia delante insuflado de orgullo. Mientras su hermano había conceptualizado la presentación de Kisara, él había hecho todos los arreglos para la de Yura. Era su manera tácita de mantenerla bajo su estricta vigilancia, de corroborar si su testimonio la noche de aquel incidente podría ser tomado como una prueba de lealtad o un sinónimo de amenaza permanente, pero en toda la semana que se habían dedicado a los preparativos no halló nada, ningún indicio de lo uno o lo otro.

Lo que había descubierto, por el contrario, era que no obstante a ser una chica bohemia, era del tipo de persona que ponía empeño en todo lo que se decidía. Tenía la maña de agregar importancia a las cuestiones que no la merecían y quitársela a las que sí lo ameritaban, además de fiel y transparente con sus sentimientos: no los escondía tras una sonrisa o con algún "estoy bien" o un "no te preocupes" o un "no pasa nada". Siempre iba directo al hueso, lo cual era un tanto problemático en un mundo que prefería las mentiras reconfortantes a las verdades dolorosas. De modo que, en contraposición a su meta inicial y para su propia sorpresa, germinó en él una suerte de simpatía hacia ella.

Cuando el evento se dio por concluido, ambas mujeres se reunieron con él, Seto y los guardaespaldas. Kisara se abalanzó a su hermano en un abrazo que, si bien no fue correspondido, tampoco fue del todo rechazado.

— ¿Qué tal lo hice, Seto?

Queriendo dejarles intimidad, se alejó a platicar con Yura.

— ¡Estuviste genial! — Ovacionó entusiasmado—. Escuché uno que otro pitido entre el público masculino— sumó con un guiño de ojo.

—Todo gracias a ti, Mok. Tú fuiste el genio tras bambalinas.

Al Kaiba menor le fue gracioso pensar en el modo en el que los papeles parecían haberse intercambiado. Mientras que Seto, en apariencia, se hacía más cercano a Kisara, él comenzaba a sentir empatía por Yura. Todo en el transcurso de una semana, la misma semana que Seto y Yura llevaban sin dirigirse la palabra.

Los cuatro empezaron el recorrido a la salida bajo custodia de los guardaespaldas.

—Espero que con esto los medios hagan su agosto.

Seto lanzó el comentario al aire como esperando a que alguno de ellos le soltara cuerda e iniciara de manera formal una conversación.

—¿Los medios?

—Bueno, mi hermano es una figura pública— el de cabellos azabache se ofreció a dar sentido a esa línea de diálogo—. Desde que ustedes comenzaron a vivir con nosotros y, en especial, después de aquel incidente en las inmediaciones de Kaiba Land, el acoso de los paparazzis ha ido en aumento al igual que los rumores. Pero con el anuncio de hoy, las expusimos como parte del proyecto de Duel Links, así que le proporcionamos el material suficiente para que se entretengan haciendo sus teorías conspiranoicas y se maten entre ellos como una jauría de perros peleándose por un trozo de carne fresca.

Mokuba, siguiendo su instinto, miró de reojo a su hermano mayor en el preciso intervalo en que miraba a Yura con una expresión compulsiva, ansioso por alguna señal que le indicara que ella también le estaba prestando atención, que estaba dispuesta a ser ella quien rompiera el hielo y diera su brazo a torcer.

Entonces la respuesta que asomó su pensamiento, esa que le fue a tal grado insólita que prefirió dejar en la ignorancia, reapareció con ímpetu a recordarle que su hermano exponía sus sentimientos a modo de pequeñas pistas para resolver un rompecabezas.

Un rompecabezas que, a ojos de Mokuba, ya había quedado resuelto.

"— ¡Ay, hermano! Te esfuerzas tanto en ser reservado que provocas todo lo contrario: ser demasiado obvio..."


Aunque llevaba toda esa semana bloqueando aquel maldito recuerdo, volvía con el eco de un mantra.

Kisara y Yura colapsaron en el horario del almuerzo, el médico quiso mantenerlas en observación hasta por lo menos la hora de cierre de Kaiba Land. Al no suscitarse cambios en el cuadro clínico durante aquel lapso de tiempo, firmó el alta redactando haber tratado un ataque de pánico, la única explicación con la que a duras penas pudo asociar el referimiento de los hechos.

De vuelta en su mansión, se introdujo apretando a Yura del brazo, llevándola a trompicones al interior sordo a los clamores de Mokuba. Kisara, de su lado, miraba la escena en silencio.

¡Hermano, por favor, ella acaba de salir de un hospital!

¡Donde le dieron el alta porque se halla en perfectas condiciones! — Era la primera vez en mucho, mucho tiempo que levantaba la voz a su hermano menor a tal intensidad, con la vena gruesa de la garganta palpitando en su cuello y los ojos inyectados en sangre.

¡Déjalo, Mokuba! — Replicó Yura con el brazo todavía preso, devolviendo la furia que a su captor le salía por los poros—. ¡Déjalo escupir sobre mí la espuma que le hierve en la boca como a un perro enrabiado!

¡Tú cállate! — Utilizando su otra mano terminó de someterla. Energúmeno, la sacudió hasta que sus ojos azules volvieron a desafiarse—. ¡¿Piensas que me creí tu pésima actuación de mártir?!

¡Hermano!

¡No seas estúpido, Mokuba! ¡Ella es una enviada de Anubis! ¡Ella lo debe haber planeado todo!

¡Pero Jonouchi dijo que...!

¡A ese idiota le preguntas cuánto son dos más dos y corre a buscar una calculadora!

¡Pero...!

¡Por mis copias del Dragón Blanco de Ojos Azules, Mokuba! — El de pelo azabache debía comprender la gravedad del asunto—. ¡Eres mi hermano! ¡¿Por qué se te hace difícil deducir que fuiste tú quien pudo haberse desmayado?! ¡¿Por qué te cuesta asimilar que esta tipa ocasionó ese incidente para ensayar?! ¡¿Para tantear el terreno y asegurarse de no fallar en el segundo intento?!

Seto, tranquilízate, estás llevando la paranoia demasiado lejos...

¡No, Mokuba! ¡Tú eres quien toma la situación demasiado a la ligera! — Agudizó el rechazo en su mirada—. Está más que claro que lo sucedido el día de hoy es la punta del iceberg que Anubis planea estrellar contra nosotros, y él es el señor a quien ella sirve. He llevado mi paciencia al límite, incluso le ofrecí techo, ropa, comida y el colmo de mejorar la recompensa si se pasaba a nuestro bando.

¡¿Y piensas que me creí tu pésima actuación de aliado?! — Yura reviró la pulla. Aprovechando el grado de fuerza que le quedaba empuñó la tela negra de su camisa. Las venas alteraban la esclerótica simulando pequeñas raíces de árbol alrededor de los ojos—. El hecho de que tú seas inteligente no quiere decir que quienes te rodean sean estúpidos, Seto. ¿Creías que abrazarme solucionaba todo? ¿Creías que no me daría cuenta de que con hacerme firmar ese acuerdo y traerme a vivir en esta mansión lo único que buscabas era llevar al enemigo a tu territorio? ¡¿Creías que no me daría cuenta de que yo soy para ti lo mismo que para Anubis, una maldita pieza en el tablero?!

Ni siquiera el zumbido de una mosca o la estridulación de un grillo interrumpió el silencio que siguió, pero no porque ella tuviera la razón, sino porque se había puesto a llorar, y aunque Seto sabía que su motor era la rabia, no pudo evitar sentirse indefenso, como si ella, en vez de herirlo, le hubiera quitado las armas con las qué defenderse.

¡Por eso te pedí que me lo dijeras, maldición!— La mentira de aquel día terminó de perder todo su valor mutando en una verdad mas necesitaba demostrar que unas cuantas lágrimas no eran suficientes para tambalear su firmeza—. ¡Te pedí que me dijeras qué te había prometido para yo estar en condiciones de ofrecerte algo mejor!

¡Anubis me prometió salvar lo que yo más he amado en mi vida a cambio de asesinarte! —La declaración tuvo el sonido de un disparo y así mismo, cual si acabaran de dispararle, sintió que su corazón se detenía por un instante—. ¡Ya está! Ahora dime, Seto, ¿qué harás? ¿Vas a rendir el mundo a mis pies? ¿Me vas a entregar la presidencia de tu Corporación o me darás tus tres copias del Dragón Blanco de Ojos Azules? ¡NO!

En un arrebato se zafó de su agarre— que ya no tenía vigor— con un empellón.

Lo único que harás es pavonearte, alardear tu triunfo. Inflarte como un globo porque, de nuevo, todo ha salido conforme a tus deseos— caminaba de un lado a otro tirando el pecho por delante, haciendo mímica de un pavo real enseñando sus plumas—. Desde un principio, nunca te he importado yo o mis sentimientos, aun cuando te dije que no era tu enemiga. Aun cuando vivir bajo el mismo techo, comer en la misma mesa, ser parte de la misma rutina me deja el camino fácil para asesinarte y cumplir la orden de un dios, yo no lo he hecho. Tú prefieres hacerte la idea de que todo el mundo es tu enemigo porque con un enemigo justificas tu comportamiento de mierda, ¿pero sabes qué? ¡Ya estoy harta!

Se limpió las lágrimas de un tirón, la histeria vibraba en su forma de mesar los cabellos hacia atrás y colocar los mechones tras la oreja.

¡VETE A LA MIERDA!

Unió a todas las cuerdas en la sinfonía de aquel grito previo a cruzar la puerta a pasos agigantados.

¡Yura, espera!

No la detengas, Mokuba— Musitó sin virarse, porque si lo hacía, se instalaría la esperanza de detenerla gritándole algún otro insulto que le doliera lo suficiente como para quedarse. Porque si lo hacía, no le quedaría otro camino más que reconocer que le debía una disculpa.

Pero...

Ella volverá, no tiene a dónde más ir.

Sin otro aditivo, se encerró consigo mismo en la intimidad de su laboratorio. Preguntándose qué había sido todo aquello, sopesando por qué cada roce con Yura implicaba ese conflicto en su interior.

Con Yura siempre existían preguntas, interrogantes que lo llevaban no a cuestionarle a ella sino al sí mismo que tenía escondido a pestillo en la puerta más íntima de su corazón.

Seto estaba seguro de que quería su devoción, quería su presteza, quería su completa sumisión ante él y sus deseos justo para conseguir lo que ella le había revelado minutos atrás: su verdadera razón de ser y estar. Pero no la quería a ella, y sabía que con Kisara ocurría lo mismo. Asumir la dirección de una compañía monstruosa como la Corporación Kaiba le había enseñado a ver el potencial de las personas, a distinguir las cualidades que le supondrían un beneficio a futuro, mas no a verlas a ellas, a la persona detrás.

Quizás por eso lo perseguía el "¿Ahora qué?". Ese estado de insatisfacción que aparecía cuando se había luchado tanto por algo que, cuando al fin se veía logrado, no se sabía qué hacer con ello.

Se puso un alto al tiempo en que se ponía de pie. Había tenido suficiente por ese día, convenía un descanso. Mañana repasaría todo con la mente fría. Así se disponía a abandonar su refugio cuando halló a Kisara en pijama, esperando en el umbral.

Ah, no, ya tuve suficiente con Yura. Fuera de mi camino.

¡No quiero! — Se estrelló en su pecho, aferrándose a su cintura.

Kisara, no me hagas llegar al extremo de lastimarte. —Le advirtió, alejando en lo posible las manos que se le volvieron puños en contención a la ira.

Yo no soy como Yura, señor Seto— inclinó la mirada, la lucha entre el valor y el miedo hacía temblar sus pupilas a la par de su cuerpo—. Yo nunca lo mandaría a la mierda, yo nunca me opondría a sus deseos, yo daría mi vida a cambio de la suya. Y por eso... y por eso... ¡Y por eso yo lo merezco más que ella!

Sin nada que lo pusiera sobre aviso, violó la distancia entre sus rostros poniéndose de puntillas, dejándolo inerme al recibimiento de sus labios en aquel beso por completo inesperado.

Y Seto sintió que lo dejaban sin cartas para frenar ese ataque directo a sus puntos de vida.


(1)Referencia a la parte I de Transcend Game, P5, el manga precuela de DSOD.

(2)Este lugar aparece en la película, es el escenario donde Kaiba da su dircuso antes de que Yugi comience su duelo con Aigami.

(+) ¡THE FAITH AND THE FIGTHERRRR!~ Y con la poderosa voz gutural de Andy Biersack empezamos esta faena. Agradecimientos infinitos a Feer por ayudarme a descubrir a Black Veil Brides en pleno siglo 21. No ombe, señores, algunas veces pienso que todo este tiempo he vivido debajo de una roca. Pero bueh!

A ver, ¿qué decir sobre este cap? No mucho, quizás. Kisara por fin se nos sale del tiesto. No sé, con el empujón que le dio Yura y el que terminó de darle Neftis no me parecía verla lloriqueando en las esquinas. Para mi, ella es como en la serie: una chica que por fuera se ve débil, pero que tiene un dragón por dentro. Y ahora que ya tengo su atención con esa probadita del SetoxKisara, si para que sus bellos ojitos sigan prendados a esta historia debo recurrir a la crueldad de dejarlos en ascuas, pues, lo voy a hacer. :'') ¿Recuerdan ese viejo capítulo dónde Seto imaginó "que la tensión se rompía con un beso"? ¡Pues ahí lo tiene! Con mucho cariño de mí para él. :')

En esta larga segunda parte se vienen duelos, shipeo, dramas, y ANGST, mucho ANGST. QUE ARDA TROYA.

GRACIAS POR LEERME. LOS AMA, KATSURITA. :')