Nota de Autora: De nuevo, me disculpo por la tardanza. He estado ocupada con algunos asuntos personales y escribiendo unos capítulos para un proyecto alterno de una historia que actualmente ya no me pertenece, pero que EvanGrinder, de Fictionpress, me pidió escribiera. Y pues como aquella historia era originalmente el piloto de ésta historia (incluso llevando el mismo nombre, así como algunos de los personajes aquí plasmados, siendo tomados de aquella otra) pues decidí yo darme a la tarea de escribir los temas picantes, ya que mi amigo es bien sacatón lolololol.
En fin, me disculpo de nuevo por la tardanza y aquí está la nueva entrega.
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Capítulo CIX: El Círculo de la Ira.
De nuevo, se abrió un portal, ésta vez en lo alto, y de aquel portal salieron volando los cuatro dragones mayores de Terra, con Sasuke y el resto montados en aquellas bestias gigantescas, imponentes incluso para los demonios más abominables del Hades.
El nuevo círculo, donde estaban sobrevolando Sasuke y el resto, ahora aparentaba ser un gigantesco río que parecía prácticamente interminable. De hecho, en cuestión de puro volumen de agua, aparentaba ser más bien un colosal lago interminable, aunque no era muy profundo como tal, pues quizá apenas estaba de un metro de profundidad a lo sumo y parecía más una laguna pantanosa, más que un río. Tenía cierto olor a humedad un tanto apestosa, más o menos similar al de un lago pantanoso estancado, y ciertamente su olor era un tanto desagradable, pero no era insoportable como el pantano de desperdicio en el círculo de la gula. Al menos era un poco más tolerable, a pesar de que olía a moho, a fango y a lodo. Tal parecía como si aquella agua estuviese estancada no años, sino aeones enteros.
El cielo, a comparación de los anteriores, mostraba nubes oscuras, pero un cielo relativamente claro. No obstante, a lo alto y al fondo, se alzaba un imponente sol negro, similar a un agujero negro supermasivo. El mismo "sol", sin en cambio, no mostraba ser agresivo como los conocidos remanentes estelares, pues en realidad apenas y ejercía efecto de la gravedad sobre el actual círculo donde estaban Sasuke y el resto, aún sobrevolando el área.
Si eran honestos, de todos los círculos que hasta ahora habían recorrido, aquel círculo era el menos impactante de todos, pues apenas parecía un enorme pantano de una zona boscosa, en un atardecer muy oscuro. Incluso parecía relativamente calmado, con la excepción de que había varias almas atrapadas, dentro de lo que parecía ser un montón de ramas gigantes y entrelazadas, como alambres. Dentro de las mismas, varias almas se agredían físicamente, mordiéndose, golpeándose con fuerza, sacándose sangre y arrancándose extremidades de su cuerpo. Tal parecía que no tenían descanso y estaban sumamente furiosos, porque rugían, gruñían y se golpeaban con una violencia indescriptible.
El caso era que, lejos de aparentar sufrir como el resto de las almas en el Hades, más bien parecía que estaban iracundos y furiosos contra ellos mismos. Parecía que su tormento estaba en injuriarse constantemente, en maldecir al todopoderoso, en bramar con odio y en intentar matarse el uno al otro, sin que pudiesen lograrlo, al ser no muertos por supuesto. De alguna manera, su tortura era el tener que ser sometidos a la furia y el no poder tener un sólo segundo de paz.
Sasuke miraba las almas con cierta intriga. De alguna manera u otra, se veía reflejado a sí mismo con el hecho de que veía lo iracundas que eran aquellas almas, en el quinto de los círculos del Hades. Lejos de estremecerse o de llorar por su eterna perdición, parecía como si aquellas almas estuviesen bajo ira constante. Sasuke tenía una personalidad similar, pues él era un hombre frío, iracundo y corto de carácter. A menos que se tratara de Sakura, su ira era, por mucho, utilizada en contra de cualquier persona que le rodeaba, tan sólo al siempre hablarles a sus "amigos" como si se tratasen de sus enemigos.
Sasuke, de hecho, tuvo una bruma mental de todas las veces que atacó a personas que le fastidiaban, entre ellas el difunto Suigetsu. Literalmente, habían sido miles de veces las ocasiones en las que Sasuke dejó que su ira le cegara por completo y que incluso matara a personas que, si bien no eran indefensas como tal, y muchos de ellos se habían buscado el castigo que él les había dado, no eran propiamente merecedoras de la pena capital. Al ver hacia atrás de la vida del Uchiha, muchos dirían que aquellos tipos no habrían merecido el salvajismo de parte de Sasuke. El moreno jamás se había compadecido de las personas que odiaba. Incluso hoy día mantenía una hostilidad venenosa hacia algunos de los presentes entre su equipo, como Naruto o Neji. Ni siquiera Ignis a veces se salvaba de la reprensión de Sasuke.
El príncipe de los Uchiha se imaginó a sí mismo que, si llegaba a morir en aquel preciso instante, seguramente terminaría en un horrible lugar como ése. El moreno imaginaba que aquel círculo estaba relacionado en algo con respecto a la furia, o ira, puesto que los atormentados se mostraban iracundos, golpeándose a matarse, aunque apenas se lesionaban sus cuerpos. Sasuke se decía que él era tan culpable como los presos en aquel lugar, a causa de su ira. Sabrá Dios cuál era el límite a cruzar para terminar en aquel lugar, porque era imposible que un humano se mantuviese como monje benedictino. Incluso Sakura, quien de todos era la más gentil, dulce y compasiva, tenía en ocasiones sus arranques de coraje e ira. Hasta el mismo Deus Ex Lux era culpable de ello, y el moreno dudaba que Deus Ex Lux estuviese atrapado en aquel lugar.
Por otro lado, Sakura estaba horrorizada de lo que veía. Cuerpos mutilados, lo que parecía ser sangre cocida, llamas por doquier, seres bramando en furia... todo era horrorizante para la princesa de las hadas, quien jamás se imaginó presenciar almas en aquel estado. Apenas la pesadilla que tuvo cuando Sasuke "murió" se mostraba aquel nivel de brutalidad. Claro que una cosa era un horripilante sueño, causado por PTSD, desorden de estrés post traumático, a experimentar en carne y hueso el ver los horrores que llevaba la ira humana a su absurda y lógica conclusión.
— Dios... qué horror... — musitó Sakura, al ver cómo un par de espíritus atormentados se arrancaban las vísceras, tras haberse herido con armas punzocortantes — No sé cuál de todos los círculos es más espantoso, porque todos parecen sacados de un cuento de terror, o de la peor de las pesadillas... Quien quiera que haya creado éste sitio, realmente tiene un odio tan visceral y tan venenoso que me causa escalofríos...
— Y que lo digas — apoyó Karin — Es decir... yo llegué a odiar a algunas personas en mi vida, pero ni yo habría imaginado el someterlos a semejante tormento. Tal vez me habría limitado a asesinarlos con mis propias manos y se acabó. No es como si gastaría mi tiempo o esfuerzos en crear tan horrible lugar de tormentos — remarcó, viendo igualmente impactada el nivel de violencia de aquellas almas; y aquello ya era decir bastante — ¿Qué ser tan enfermo habrá creado el Hades? ¿Por qué no simplemente desaparecerlos del plano existencial, como Sakura hizo con Asmodeus?
— Más importante que éso... ¿qué sitio es éste? — cuestionó Tenten, mirando a sus alrededores, eventualmente posando su mirada en Neji, igual montando a Edaphos.
— ¿Quieres ilustrarnos sobre éste lugar, Hyūga? — pidió "amablemente" Naruto.
Neji examinó algunos segundos el sitio, viendo las almas luchando, las llamas que calcinaban a algunos otros y el cómo jamás se saciaban de su ira, ni de su violencia. Neji entonces rememoró sobre los cantos de Dante Alighieri.
— Juzgando por el paisaje, y por la forma en que son atormentadas las almas, éste sitio se trata del Círculo de la Ira — comentó Neji, haciendo que Sasuke confirmara sus dudas — En éste sitio, son castigados los incontinentes que no pudieron controlar su ira y que la desataron en forma de violencia, en contra de inocentes. Las almas presas en éste sitio se mantienen inmersas en el fango de su propia rabia, golpeándose y lastimándose eternamente, sin poder saciar su ira y sin tener un sólo instante de descanso — explicó — Dado que en vida no se compadecieron de nadie, y múltiples veces injuriaron contra inocentes, ahora son atormentados, al ser ellos tanto las víctimas como perpetradores de su ira.
— Entonces aquí va a terminar el pedófilo de tu novio, rosadita — se burló Naruto, con una sonrisa.
Sasuke fulminó con su mirada al Uzumaki, quien sonrió aún más socarrón.
— Cuando termine con todo ésto, tú serás el primero al que mate, maricotas. Éso te lo puedo asegurar.
— Y tú vas a asegurar tu boleto en éste sitio, gorila.
— ¡No empiecen de nuevo! — les advirtió Sakura, mirándolos a ambos cortamente — ¡Ya basta de estarse agrediendo como si tuvieran ocho años!
— Como sea. El círculo no parece muy peligroso, como los anteriores, así que creo que deberíamos descender al nivel del suelo y buscar el portal al próximo círculo — aconsejó Sasuke, apuntando al suelo.
— Yo apoyo aquella noción. De todos modos, no parece haber una sola pista, viajando por el aire — comentó ahora Kakashi — Ya hemos viajado varios kilómetros y no hay nada. Mejor descendamos a aquel río y hagamos un reconocimiento, a nivel de suelo.
— Como quieran. No se quejen después de que sus vaginas se ensucien con moho, señoritas — se burló Sasuke, con una sonrisa torcida, mirando a Kakashi, a Naruto y a Neji, quienes parecían querer asesinarlo con la mirada.
Sakura rodó los ojos y resopló.
— ¿Por qué tienes que ser tan sexista, Sasuke-kun? ¿No puedes comportarte como el caballero que se supone que eres, al ser el príncipe de Wintersun? — le regañó la ninfa, aunque no con la hostilidad que solía hacerlo antes, al buscar cumplir la promesa que le hizo a Mikoto.
— Hey, es sólo una broma, ¿de acuerdo? — se defendió el moreno, encogiendo los hombros y mirando a su novia — Es exactamente la misma clase de broma que se hacen en las fuerzas armadas cuando te llaman señorita, para humillarte, motivarte a crecer un par de huevos peludos y volverte un verdadero hombre. ¿No es así, señoritas?
Sasuke miró a Neji, a Kakashi y a Naruto, quienes seguían fulminando al moreno con la mirada, pero Sasuke les sonreía más burlón, tratando de jugar con sus paciencias. Por suerte, Sakura estaba ahí y en serio que no permitiría que aquel montón de hombres comenzaran a golpearse como animales, únicamente porque su orgullo masculino fue cuestionado por el príncipe de los Uchiha.
La niña hada resopló, un tanto molesta, y decidió poner un alto, antes de que todo se saliese de control.
— Ok, voy a darles una última advertencia a todos... — habló Sakura, volviendo su mirada e incorporándose hacia Sasuke y el resto de los hombres — No me interesa si sus egos masculinos son más importantes para ustedes que sus vidas, o si sienten que sus masculinidades son cuestionadas con frases banales y tontas, ¿de acuerdo? Somos literalmente la única esperanza del infiniverso en su totalidad, y ustedes se están jaloneando del cabello por su estúpido orgullo — espetó, molesta, mas no levantando la voz propiamente hablando — Si alguno de ustedes se le ocurre comenzar una pelea, yo personalmente los detendré y los dejaré en coma, hasta que lleguemos al fondo del Hades. ¡¿Entendido?!
Sasuke y el resto bufaron molestos. En serio que era irritante que una niña de once años te sermoneara, como una madre lo haría para con su hijo. Sasuke no es que odiara a su querida niña, pero a veces le parecía increíblemente molesta. Aquel era uno de aquellos momentos, porque le reprimía de la misma manera en que su difunta madre lo haría. La princesa hada, por otro lado, resopló enojada y se sentó de golpe, de rodillas, mientras gateaba en dirección a su amado.
La niña ninfa tomó la mano de su amado y se la acarició, llamando la atención de su hombre.
— Es en serio, Sasuke-kun. No es momento para empezar peleas tontas — le dijo la hada a su novio, de manera telepática — Hay cosas más importantes que tener en mente.
Sasuke rodó los ojos, suspiró y asintió.
— Como sea — le respondió el moreno a su pequeña novia, ,con ayuda de la telepatía que Sakura dominaba — Desciende al nivel del pantano, Ignis. Haremos un reconocimiento especial a pie — dijo, ésta vez con voz audible.
— Como quieras. Sirve de que nosotros buscamos aquel portal para avanzar ésta aburrida misión — apoyó el enorme monstruo del fuego — Ya lo escucharon, muchachos. Descendamos a nivel del pantano.
El resto de los dragones elementales asintieron y pronto descendieron junto con Ignis al nivel del pantano. Apenas les tomó unos cuantos segundos el descender al suelo, y el aroma a lago pantanoso se hizo más intenso, aunque curiosamente no más desagradable que agua estancada con moho. Por supuesto que aquel hongo hacía que el olor a humedad fuese intenso, causando algo de irritación en algunos de los presentes, con excepción de Sasuke, Naruto, Kakashi y los dragones elementales, de por sí inmunes a enfermedades que afectaban a humanoides.
Sasuke descendió al pantano, el cual le llegaba por las rodillas, y entonces cargó a Sakura, quien se sentó en los hombros de su amado. A la princesa hada le repugnaba el siquiera tocar aquella agua tan pantanosa y estancada, encima de que una señorita de clase como ella no tenía nada que hacer empapándose su vestimenta, con aquel horrible pantano, a pesar de que lo peor que tenía que temer era moho y lodo.
Kakashi, Naruto y Neji igual ingresaron al pantano, igual sin repulsión alguna. Tenten era el mismo caso, al ser ella una chica del tipo tomboy, aunque aquel no fue el caso para Karin o Kaguya, quienes, sumamente asqueadas, tuvieron que descender a aquel pantano no muy profundo, pero sí repulsivamente lleno de moho y lodo.
— Ugh, qué horror... — exclamó Karin, al sentir cómo sus preciosas y perfectamente formadas piernas blancas eran ensuciadas con hongo y lodo, además de un fluido baboso como moco, y en nada ayudaba que llevaba unos shorts demasiado cortos, dejando expuestas sus maravillosas piernas — Después de salir de éste sitio, necesitaré tomarme una ducha en ácido fluoroantimónico — enunció, con asco absoluto — Qué sitio tan asqueroso y horroroso. Apenas el círculo de la gula lo supera.
— No seas tan dramática, tomate — le dijo Tenten, quien ni le importaba el ensuciar su bello qipao largo y enterrar sus tacones en el suelo, o incluso empapar con agua pantanosa sus sexys stockings — No es como si te fueses a morir de SIDA por mojarte un poco en agua pantanosa. Con trabajos te causará irritación en el tracto respiratorio, si respiras hongo por supuesto.
— De hecho, a menos que sean particularmente sensibles al moho, incluso irritación en el tracto respiratorio está fuera de la cuestión — aseguró Sakura, volviendo su mirada a la chica, encima de los hombros de Sasuke, quien la sostenía de sus hermosas piernas, igual vestidas con unas stockings blancas semitransparentes — Necesitarían una exposición prolongada por más de cuatro mil trescientas ochenta horas al moho, o lo que es lo mismo: seis meses continuos, para que comience a causarles un daño significativo en el aparato respiratorio — afirmó, con sus avanzados conocimientos de medicina, propio de una clériga como ella — Dudo mucho que permanezcamos siquiera un día en éste sitio. Y en todo caso, no tienen nada de qué preocuparse, pues, cuando yo detecte síntomas de malestares a causa de hongos, yo misma trataré sus molestias de salud. Ya he tratado casos con hadas masculinas, o silfos, quienes estuvieron expuestos a niveles muy altos de moho, principalmente aquellos en construcciones o zonas pantanosas, y ninguno de ellos tuvieron malestares significativos.
Sasuke se alertó por aquel comentario de Sakura y entrecerró su mirada.
— Espero que nunca hayas tenido que darles alguna especie de "masaje", para aliviar sus molestias — masculló el Uchiha, notoriamente molesto.
Sakura entrecerró su mirada y miró a su novio, aunque, desde su punto de vista, apenas veía una mata de cabellos negra.
— ¡Por supuesto que no! ¡Por Dios, Sasuke-kun! ¡¿En qué rayos estás pensando?! ¡Soy una profesional médico, y me tomo mi oficio con seriedad y profesionalidad! ¡¿Qué acaso no puedes dejar tus celos de lado?! — le recriminó Sakura, suspirando para calmarse un poco — En fin. Tan sólo eviten aspirar directamente del moho, o beber del agua del pantano, y estarán bien. Si sienten alguna molestia mayor, como fiebre o congestión nasal aguda, háganmelo saber de inmediato, o infórmenle a mamá igualmente. Ella es incluso mejor médico de lo que yo podría serlo.
Algunos de los presentes volvieron a ver a Kaguya, quien asintió a la par que Sakura terminó de hablar.
— De hecho, creo que lo más conveniente es crear un antibiótico natural, basado en su metabolismo individual, el cual bloquee de manera temporal cualquier síntoma asociado al exceso de moho, en sus tractos respiratorios — argumentó Kaguya, entretanto que su hija volvía su mirada a ella y apoyaba la noción — Al menos aquello nos facilitaría el no tener que atenderlos de urgencia, si es que llegamos a entrar en combate.
— ¡Excelente idea, mamá! ¡Hagámoslo de inmediato! — dijo emocionada la pelirrosa — Por cierto, ¿deberíamos aplicar el mismo conjuro en Ignis-sama y el resto de los dragones?
Sasuke negó.
— No es necesario. Hasta donde sé, el sistema inmunológico de la raza draconiana es mucho más avanzado que el del humano común — explicó el moreno — Ni siquiera es necesario en mi caso. Soy un fenotipo puro de los Homo Sapiens, después de todo. Un macho alfa absoluto.
De nuevo, Sasuke de orgulloso. A pesar de que Sakura rodó los ojos, se volteó en dirección a los chicos, tapando la mirada de su amado con su entrepierna.
— ¡Whoa, hey! — exclamó sorprendido Sasuke, al no tener visión alguna, aunque no es como si le molestara tener la vagina de su niña en su cara, claro está.
— Hagamos el conjuro, mamá — pidió Sakura, apretando sus piernas contra la cara de su amado, para no caerse, mientras Sasuke encogía los hombros y disfrutaba de la travesura, sin intención, de su niña.
A pesar de la incómoda y sugestiva posición de Sakura, en el rostro de Sasuke, Kaguya lo pasó por alto y asintió, aunque en un estado un tanto embarazoso por supuesto. Sasuke igual estaba extrañado del comportamiento de su Cerezo, pero se aseguró más en que la ninfa no cayese al pantano, al ahora sostener a su niña de las nalgas. La princesa hada entonces juntó sus manos frente a su pecho, tal y como Kaguya lo hizo, y entonces sus auras les rodearon, apenas a unos centímetros alrededor de sus pequeños cuerpos.
Las ninfas enunciaron un mantra en latín, irreconocible para el resto, pero pronto sus auras brillaron con una tonalidad tenue y cálida, además de que el destello era enceguecedor, mas no incómodo como tal, pese a que sí forzó a todos a cubrirse sus miradas. Obvio que Sasuke no lo hizo, al tener la entrepierna de Sakura frente a su rostro, o más concretamente hablando las pequeñas bragas de algodón y encaje color blanco de Sakura, mientras con sus manos sostenía las nalgas de su niña, con el fin de evitar que ella cayese al fangoso pantano. Igualmente, Sasuke no podía evitar tener una erección, al sentir y oler la deliciosa vagina aroma a cereza de su princesa hada. Tan sólo rogaba que su monstruoso pene no se asomara orgulloso en su holgado pantalón negro. Por suerte, no era así.
Cuando Sakura y Kaguya terminaron de recitar su conjuro, las ninfas extendieron sus manos al frente, como cuando rociaban con sus manos un polvo, y entonces unos pequeños orbes de aura viajaron en dirección a los cuerpos de Sasuke, Kakashi, Naruto, Neji, Tenten y Karin, donde ingresaron en el pecho de los chicos y se mezclaron con su sistema inmunológico. Sasuke y el resto sintieron un cosquilleo en sus pulmones y todo su sistema respiratorio, además de un calor en el mismo, similar a como si bebieran de una taza de café caliente, mas no causó daño alguno en sus cuerpos. Sus cuerpos además brillaron por una fracción de segundos y después la energía se desvaneció progresivamente.
Lo cierto es que ninguno de los chicos sintió mayor diferencia en sus cuerpos, al ser expuestos al supuesto conjuro de Sakura y su madre. Apenas sintieron un incremento de su temperatura corporal, claro que no a niveles drásticos o que fuesen contraproducentes a su organismo, e igualmente percibieron un cosquilleo en todo su cuerpo, hasta que se extinguió completamente el aura tenue de la energía mezclada de Sakura y Kaguya.
Los chicos se miraron sus manos y brazos, examinando el conjuro que las hadas usaron en ellos. No sentían mayor cambio en sus cuerpos, excepto el que ahora el moho en el círculo de la Ira ya no les causaba tanta alergia o irritación a su tracto respiratorio.
— ¿Qué fue lo que usaste, Sakura? — preguntó Sasuke, cuando todo el conjuro terminó y ambas ninfas bajaron las manos.
— Es tan sólo una mejora artificial de su metabolismo, mediante una multiplicación artificial de su mitocondria natural, así como la producción constante de trifosfato de adenosina, con la que garantizaremos la fortificación constante del sistema inmunológico — explicó la princesa hada, ya acomodada en la posición anterior, aún sobre los hombros de su amado Sasuke-kun — Es tan sólo temporal y durará por un plazo aproximado de veinticuatro horas, cuando nuestra aura se consuma de manera natural. Será más que suficiente como para atravesar éste horrible lugar.
— No te hubieses molestado, princesa Cerezo. De cualquier manera, ninguno de ustedes saldrá de aquí con vida — se escuchó de repente, haciendo que todos volviesen.
Sasuke y los demás volvieron sus miradas a donde provenía aquella voz, y entonces vieron cómo un área era despejada de aquellas ramas putrefactas que estaban apiladas en el suelo, las cuales se separaron como dos vainas gigantescas. A lo lejos, se mostraba una figura de un humanoide encapuchado, con unos ojos rojos como sangre y una apariencia sumamente musculosa, además de que su capucha parecía no tener mangas y su torso igual estaba expuesto, donde lucía un torso bien trabajado y marcado, en el cual había una especie de tatuaje, con unas runas demoniacas.
Pronto, el pantano se despejó un poco, y se mostró bajo el mismo algunas almas atormentadas, sumergidas bajo apenas unos treinta a cuarenta centímetros de agua estancada y mohosa, con algunas de las almas tratando de alcanzar la superficie para abandonar aquel tormento. Sasuke y el resto miraron unos segundos los cuerpos sepultados bajo el agua, quienes mostraban rostros de horror y de auxilio, pero después miraron al monstruo, a lo lejos, quien apenas tenía un tamaño humanoide común, quizá de unos dos metros, quien además estaba sentado sobre una especie de trono y bebiendo lo que parecía ser licor.
Sasuke y el resto se posicionó en una postura de combate y esperó a que aquel monstruo hiciese algún movimiento, pero aquel demonio simplemente se mantenía sonriendo socarrón, con aquella dentadura oscura en forma de sierra y muy puntiaguda. En realidad, parecía que su dentadura también era parte de su rostro y no estaba cubierta por piel como la de los humanos u otros seres biológicos.
— ¿Deseas introducirte? ¿O prefieres que te mate de inmediato? — cuestionó Sasuke, mirando sin temor alguno al demonio.
El monstruo, a lo lejos, soltó un monosílabo burlón, se llevó la botella a su boca y bebió un enorme trago.
— Tal vez te complacería con que procedamos directamente al combate, príncipe escarlata, pero la realidad es que aquello arruinaría mi reputación como el demonio más malvado y rudo de todos, ¿sabes? — remarcó con tremenda soberbia el demonio — Después de todo, soy el demonio de la ira y rencor. Yo soy el causante de todo el odio y agresividad existente en el omniverso. Ni aún los dioses escapan de mis pecados.
Neji entrecerró su mirada y entonces ató los cabos sueltos.
— Demonio de la ira... eres Abaddon, entonces... — señaló el Hyūga, haciendo que casi todos lo volteasen a ver, con excepción de Ignis y Sasuke, pese a que los últimos escuchaban todo — Eres la representación de la ira y de la violencia. Tú eres la causa de que existan tantas guerras y muertes de inocentes.
El monstruo asintió, sumamente orgulloso.
— Estás en lo correcto, lobo ojos de luna — reafirmó Abaddon, alzando su vaso de licor — Les felicito por haber llegado hasta aquí, el haber atravesado los tres anteriores círculos sin mayores complicaciones, y por haber asesinado a Asmodeus, a Beelzebub y a Mammon, a pesar de que se han enfrentado a los demonios más inútiles entre nosotros, ¿saben? — se burló, soltando una oscura sonrisa — De cualquier manera, es remarcable que inútiles terrícolas hallan llegado hasta aquí. Aunque supongo que cualquiera, con el apoyo de la civilización más avanzada de todo el multiverso, lograría llegar hasta aquí.
Sakura abrió sus ojos impresionada.
— ¿Acaso sabes tú sobre...?
El demonio asintió, confirmando las dudas de la princesa hada.
— En efecto. Sabemos perfectamente que los junonianos están en las afueras del sello de la oscuridad, en el Valle de la Perdición. No hay nada que nosotros no sepamos, princesa Cerezo— subrayó el guardián del círculo de la ira — Ustedes las hadas pueden creer que son los seres más místicos y evolucionados de todos, a la par de los cyborgs que habitan Kepler-22b, pero para nosotros, los ángeles caídos, no son más que seres primitivos; unos completos insectos con magia. No olviden que nosotros hemos existido desde mucho antes que su universo, el universo Prime, siquiera naciese desde una singularidad espaciotemporal.
— Y sin embargo, evolucionaron para mal, Abaddon — replicó Kaguya, apuntando al demonio, desde su posición, con su espada jian derecha — Pese a que han pasado aeones cosmológicos inimaginables, incluso pese a que han experimentado el nacimiento de Prime de primera mano, y que poseen conocimiento que nosotros quizá jamás podremos entender, prefirieron abrazar su oscuridad y ambición. Pudieron ser tan grandes como Deus Ex Lux, por su propia cuenta, pero se volvieron peor que animales...
Abaddon miró con desdén a Kaguya, aunque después sonrió burlón.
— ¿Lo hicimos? — cuestionó el demonio de la ira, aún sonriendo malévolo — Nosotros somos la más grande autoridad en todo el multiverso, princesa Selene. Ni siquiera Luzbel posee los poderes que nosotros tenemos — remarcó, sonriendo más arrogante — Nosotros juzgamos y sometemos a todas las almas del omniverso a tormentos que merecieron. Somos los seres más poderosos de todas las vidas inteligentes. A nosotros se nos ha otorgado la potestad de castigar a las almas pecadoras del multiverso. Incluso alguien como Deus Ex Lux y Chaos eventualmente serán juzgados por nuestra mano y atormentados debidamente. ¿Qué te hace pensar que tu concepto de la moral está por encima de nosotros, princesa Luna? ¿Qué te hace imaginar que escaparás a nuestro juicio?
— No necesitamos ponernos por encima de ustedes. Simplemente vamos a aplastarlos a todos — amenazó Sasuke, chocando levemente su puño derecho contra la palma izquierda de su mano y tronándose los dedos — Del mismo modo que he vencido tres veces a Chaos, ustedes uno a uno caerán como moscas muertas. Los aplastaré a todos como las cucarachas que son.
Por pura reacción, Sakura descendió de los hombros de su Sasuke-kun, pero levitó con sus poderes, para evitar caer en el pantano que le sepultaría casi por completo. Sasuke ahora chocó sus puños frente a su pecho y se creó una increíblemente poderosa onda de choque que creó un poderoso sismo en todo el terreno, además de que devastó un área con un colosal cráter que se extendió al menos unos cien mil millones de años luz de puro diámetro, dejando asombrado a Abaddon por el increíble poder que tenía el príncipe de los Uchiha. Varias almas en el fondo del pantano fueron destruidas con la onda expansiva que Sasuke creó, cuando colisionó sus poderosos puños al frente.
El moreno después adquirió una postura neutra, encaró de nuevo a Abaddon y le hizo una seña de reto.
— Baja y confróntame, hijo de tu puta madre. ¿O acaso el demonio de la ira es tan maricón que teme a un simple mortal que ni siquiera es capaz de usar magia? — le desafió Sasuke.
Abaddon, en cambio, sonrió burlón y negó con su dedo derecho, tras haberse vaciado por completo la botella.
— Aunque realmente me gustaría el divertirme un poco contigo, prefiero entretenerme un poco con tu sufrimiento — indicó el guardián del círculo de la ira — Aquellos que son tan osados y audaces de llegar hasta mi círculo y mi universo, merecen ser recibidos como auténticos guerreros.
De pronto, varios demonios de toda clase se levantaron desde el fondo del río Styx y encararon a los chicos. Sakura, aún levitando, se colocó a las espaldas de su amado, incluso pegando su pequeño cuerpo con el del moreno, mientras Kaguya y Kakashi hacían lo mismo, un similar caso con los Uzumaki, así como Tenten y Neji. El azabache se posicionó en su postura del Jeet Kune Do, esperando ser atacado, pero los demonios únicamente rugieron agresivos, sin atacar al príncipe de los Uchiha.
Sasuke se extrañó de ello y miró con furia a su enemigo.
— ¡¿Qué es lo que tramas, maldito demonio?! — cuestionó agresivo el Uchiha — ¡Contesta!
— Paciencia, príncipe Uchiha. Tengo planes para matarlos a todos, pero primero me gustaría dirigirme a mi profeta principal... — sentenció Abaddon.
El demonio miró a la pelirroja entre el equipo de Sasuke, quien se quedó un poco incomodada por la manera en que la miraba el demonio. No era que Abaddon tuviese un interés sexual en ella, bueno fuera que se trataba de ello de hecho, sino que aquellos orbes tonalidad escarlata, tal y como el cabello de Karin, brillaban con malevolencia y prácticamente perforaban hasta el alma de la Uzumaki. La chica, de alguna manera, sentía que estaba viviendo una pesadilla, no porque estuviese aterrorizada o porque haya perdido la razón, sino porque aquel demonio le inducía a una especie de bruma mental, donde Karin revivía su tormentoso pasado.
— Karin Uzumaki... princesa del remolino... — le llamó Abaddon a la chica, quien ya había adquirido una postura neutra para entonces — De todas las formas de vida inteligente, sin duda alguna, tú eres mi mejor guerrera... — aseveró — Puedo afirmar con infinito orgullo que nadie más que tú ha llevado mi gran mensaje de esparcir la ira a su límite lógico. Tú has sido bendecida con mi pecado y te has convertido en el apex definitivo de la ira. Tu violencia y tu sagacidad te han convertido en una pródigo de la ira. Eres como la hija que siempre deseé tener, princesa del viento...
Cuando el demonio pronunció aquel discurso tan poético, la pelirroja se vio reflejada en sus acciones anteriores. Literalmente, cada palabra que pronunció Abaddon era cierta. Ella había dejado que la ira le consumiese por completo en múltiples ocasiones, convirtiéndola no solamente en una fiera, sino que incluso había llegado a quitar vidas a causa de su temperamento iracundo, a veces simplemente dejando permanentemente incapacitados a sus supuestos agresores. Incluso con la gente que llegó a amar en un principio, Karin dejó que su ira le devorase por completo. La agresividad y la violencia era prácticamente ya una parte intrínseca de su personalidad, incluso de modo que todos ya se habían adaptado a su identidad fúrica.
La chica, sin embargo, se sentía repugnada por el hecho de que Abaddon hubiese implicado que él había sido el causante de sus arranques de furia y que ella, de manera pacífica o indirecta, le había servido a sus intereses. La pelirroja gruñó con furia y tensó sus dedos, para entonces soltar frente a ella un corte cruzado, donde dejó una estela de energía escarlata, cuando rasgó el aire frente a ella.
— ¡De ninguna manera yo hubiese servido a tus intereses, maldito monstruo! — espetó Karin, mirando sin temor alguno a Abaddon, con aquellos fieros orbes escarlata — ¡Jamás tomé vidas inocentes, a comparación de alguien como tú!
— Oh, pero ciertamente disfrutaste el poder que te infundía la ira... — aseveró el monstruo, riendo oscuro y frío — Ciertamente, te regocijabas con el sufrimiento de aquellos que te atormentaban, ¿no es verdad, princesa Uzumaki?
Lejos de sorprenderse por aquel honorífico que usaba el demonio, Karin sentía como si ella fuese un libro abierto. La verdad es que ella siempre se deleitaba con lo poderosa que se volvía, cuando la ira la dominaba por completo. Incluso su poder escondido, el Daemon Force Ultimate, había despertado a causa de ira; ira por ser tan débil siempre, y por poner en ridículo el nombre de los Uzumaki. Su poder oculto estaba basado en la furia y, mientras más fúrica se ponía, sus poderes se incrementaban exponencialmente. La violencia con la que asesinaba Karin, por otro lado, era sencillamente inigualable. Ni siquiera Sasuke llegaba a su nivel de brutalidad, porque Karin atacaba con absoluto odio y fiereza a sus enemigos, al grado de que los sometía a muertes brutales.
Sin embargo, lo que sí sabía Karin era que su furia no era por una causa oscura, sino por su impotencia a no poder lidiar con las adversidades que se hallaba en su camino. La debilidad de Karin, la ira, era al mismo tiempo su fortaleza.
— ... Es verdad que me vuelvo más fuerte, mientras más iracunda me vuelvo... — admitió Karin, haciendo sonreír malévolo a Abaddon — Sin embargo, a diferencia de Luzbel y otros seres, yo no dirijo mi ira a fines egoístas o para vanagloriarme de mi persona... Mi ira es causada cuando aquello que más amo es amenazado... Cuando aquellos que deseo proteger con mi vida son atentados con la muerte... Mi ira despierta cuando alguien intenta destruir lo que mis padres y mis ancestros lucharon por proteger, hasta el fin de sus días...
Karin abrió sus ojos y levantó su mirada a Abaddon, quien enarcó una ceja, extrañado del ademán de redención de Karin.
— ... Mi lucha siempre fue por mi particular supervivencia, pero ahora es por la supervivencia del futuro de mi descendencia... y por la salvación del omniverso... — prosiguió Karin, mirando con determinación absoluta a Abaddon — Tal y como mis amigos, aquí presentes, ahora mi guerra es contra aquel que amenaza nuestro hogar y nuestra familia, todo Terra... — denotó, con valor y determinación — Ahora, yo lucho por aquellos que no tienen poder ni voz para luchar... Yo represento a aquellos que no pueden confrontar al demonio antiguo del cosmos, Chaos... Mi ira ahora está dirigida contra aquel que desea subyugarnos a su tiranía...
La pelirroja giró sus brazos en el aire y pronto adquirió su postura del Fu Jow Pai, la garra del tigre, para después mirar con fiereza a su enemigo, reemplazando su consternación por odio.
— Abaddon... tú simplemente estás en mi camino... y mi objetivo es Chaos... — reanudó con adamancia la pelirroja — ¡Apártate de nuestro camino, o enfrenta la muerte, demonio de la ira!
Abaddon, en cambio, sonrió orgulloso y se levantó de su asiento, para formar un cetro en su brazo derecho. Sin embargo, lejos de lanzarse al combate, el demonio lo enarboló a lo alto y el cetro parpadeó unas veces.
— Bonito discurso, princesa Uzumaki. Permíteme entretenerte de la manera debida, princesa del remolino — masculló con sorna el monstruo — ¡Daemon, resurgem!
Desde el suelo, se formaron varios demonios menores, Imps, Devorators, que son monstruos enormes muy obesos, Wraiths, Undeads, que eran guerreros esqueletos, Ravagers, minotauros, entre otros demonios mayores como Revenants, Brutes, Succubi y Satyrs. La pelirroja se vio rodeada de cientos de demonios de toda clase, aunque difícilmente se sintió intimidada por ellos. Su mirada seguía clavada en el principado de la ira.
— Permíteme explicarte, princesa Uzumaki... — solicitó con obvia burla, aunque sonaba a cortesía, Abaddon — En mi círculo, tendrás que demostrar primero que eres digna de confrontarme. Si eres capaz de sobrevivir a mi horda de demonios, entonces te permitiré confrontarme en combate. No tienes nada que perder, princesa del remolino, excepto quizás tu vida...
El demonio se rió y sonrió de manera irritable. Karin, en cambio, simplemente bufó y tensó su postura del Fu Jow Pai.
— Como quieras. Éstas basuras no me durarán ni cinco minutos — aseguró Karin, comenzando a aumentar su aura escarlata alrededor de su cuerpo — Acabaré con tus spawns y después iré por ti, liendre con patas.
Karin entonces formó su modo Daemon Force básico, el que entrenó para situaciones menores, de modo que un manto escarlata la rodeó completamente y unas runas aparecieron en aquel manto de la chica. No lucían tan intimidantes como en las de Naruto, pero sí lucían épicas; simplemente grandiosas. Las uñas de la chica fueron rodeadas de aura y su mirada se volvió de tonalidad ambarina, un poco diferente a sus escarlatas intensos.
La chica siseó con la agudeza de un gato, extendió sus uñas a los costados y entonces aumentó drásticamente su aura, hasta que los escombros y una buena parte del agua fue mandada a volar. Los demonios, en cambio, tensaron sus armas e igual rugieron con fuerza, de modo que sacudieron todo el círculo de la ira con su potente voz, aunque Karin no se intimidó en lo más mínimo.
De pronto, varios de los zombies le atacaron. El primero de ellos le atacó con un espadazo cruzado al extremo inferior, pero Karin lo evadió al esquivar el ataque, para entonces después la chica atacar a su enemigo con un uppercut del tigre, con lo cual lo hizo retroceder varios pasos. Karin entonces se arrojó contra su enemigo y le atacó con un violento zarpazo a su cabeza, con lo cual le decapitó limpiamente. Otro de los zombies se arrojó contra Karin y le atacó con un estoque de una lanza, directo a la cabeza de la chica, de modo que la pelirroja se inclinó a sus espaldas, aunque la punta de la lanza le cortó un poco sus ropas en el pecho, de modo que sus senos quedaron parcialmente expuestos a través de un maravilloso escote, sumamente sexy.
La chica, sin embargo, no le importó el quedar parcialmente expuesta de su busto frente a todos, más que nada porque aún estaba en combate, por lo que la chica pateó el estómago de su enemigo, con lo cual lo arrojó a lo lejos, y entonces Karin desapareció y reapareció a las espaldas de su enemigo, a quien le enterró su mano derecha a través de su espalda, con lo cual le atravesó todo su pecho y le destrozó por completo el torso. Karin se quedó con el corazón de su enemigo, pero pronto lo aplastó con su mano y lo arrojó al suelo.
Tras ello, otro zombie le atacó a su espalda, pero la Uzumaki reaccionó a tiempo y lo partió a la mitad con un agresivo corte horizontal, dejando una estela de aura y sangre en su camino. Pronto, varios zombies le atacaron al saltar a lo alto, pero Karin cruzó sus brazos, con sus uñas extendidas, incrementó el aura en sus manos y después las extendió al suelo, tal y como hace algunos minutos lo hizo. En seguida, la pelirroja expulsó su aura de viento a su alrededor, produjo una monstruosa ventisca que expandió una onda de choque no muy grande, pero sí poderosa, a su alrededor, y mandó a volar varios escombros y demonios dentro de aquel círculo.
La chica entonces soltó un doble corte cruzado frente a ella, de manera diagonal ascendente, y con ello arrojó cientos de cortes por todo el círculo de la ira, con lo que destrozó todos los cuerpos de los zombies, quizá cientos de ellos, y los convirtió en una pila de entrañas y sangre, las cuales fueron devoraras por unas especies de monstruos que estaban sepultados bajo el agua. Sakura y Kaguya, como siempre, protegieron a sus aliados con un campo de fuerza, pues el ataque de Karin era simplemente visceral y muy poderoso, además de que se extendió al menos unos mil años luz de puro diámetro.
Cuando todos los zombies fueron asesinados, ahora algunos Imps atacaron a la ojirubí. Karin evadió un hachazo de uno de sus enemigos, a quien golpeó con una patada remolino a su cabeza, y después recibió al otro con una patada de giro inversa con su pie derecho, al cual lo mandó a volar a cientos de metros a lo lejos. Tras ello, la chica materializó en sus brazos dos cadenas de aura, donde en el extremo tenía sus dos dagas de combate, y con ello atrapó a uno de los demonios Imps, quienes son demonios menores, cuando se las enterró en su pecho. Karin entonces saltó a lo alto y movió con sus brazos aquellas cadenas, para entonces arrojar contra el suelo a su enemigo y crear una monstruosa zanja de al menos cien millones de kilómetros cuadrados, con apenas unos mil kilómetros de profundidad. De aquella colisión, se levantó un plasma de la misma tonalidad del aura de Karin, éste a por lo menos un billón de kilómetros de altura, el cual desmanteló todo el suelo e hizo que las rocas se levantaran y se desintegraran en lo alto.
Cuando se dispersó aquella onda de choque y el jet de plasma que se elevó a lo alto, Karin entonces retrajo sus cadenas, con lo cual retrajo al mismo tiempo sus cuchillas, y entonces vio cómo varios Imps se abalanzaban contra ella. Sin embargo, Karin giró con sus dos brazos sus cadenas, con lo cual elevó un monstruoso tornado de tonalidad escarlata, y con ello arrastró a todos sus enemigos en aquel monstruoso espiral de viento, el cual causaba múltiples heridas en los oponentes de la Uzumaki. La chica entonces tomó sus cuchillas en sus manos, cruzó sus brazos de un extremo a otro y de pronto desapareció de la visión de todos, aunque se vio en el sitio como una estela de luz escarlata atravesaba el violento tornado.
Del otro lado, Karin reapareció, en una imponente postura de ataque, y se escuchó el sonido del corte de sus cuchillas. De pronto, el tornado recibió una especie de corte en "X" y aquella "X" detonó con una potencia similar a un estallido de rayos gamma de un magnetar. La explosión se extendió al menos diez mil años luz, expandiendo por toda aquella área una onda de choque simplemente brutal que demolió todo lo que se encontraba a su paso, incluida el agua que quedó desmantelada, cuando las partículas que la conformaban se rompieron sus enlaces.
La chica, después de retraer sus cuchillas en sus manos, vio cómo un Undead, un soldado esqueleto con una guandao, giró y le atacó con un mandoble superior hacia su extremo izquierdo, de modo que la pelirroja se inclinó hacia sus espaldas. Sin embargo, el demonio esqueleto giró su alabarda alrededor de su cuerpo, después saltó hacia su izquierda y dejó caer su arma encima del cuerpo de la pelirroja, quien se arrojó en un mortal hacia su espalda. Karin se apoyó en sus manos para caer de pie y saltar de nuevo, ésta vez con una voltereta completa, con lo cual evadió un corte de la guandao de su enemigo, en posición horizontal y hacia la izquierda de la pelirroja.
Al caer en el suelo, el Undead ya estaba frente a ella, giró su arma alrededor de su cuerpo y entonces atacó ferozmente a Karin con múltiples estocadas, cada una de ellas siendo evadida por los movimientos elegantes y veloces de la Uzumaki. Karin interceptó una cuchillada a su cabeza, al cruzar sus filosas dagas frente a ella, y desvió con las mismas el ataque, para entonces girar hacia su derecha y atacar con una patada de giro aérea con su pie derecho, a la cabeza de su enemigo, quien giró como rehilete en el aire y colisionó en el suelo con violencia, a causa de la fuerza que adquiría Karin en su modo Daemon Force.
Karin giró en sus manos sus dagas, aumentó el aura que emanaba en las mismas y enterró aquellas cuchillas en el suelo, con lo que materializó en el suelo varios círculos escarlatas en el suelo, con el fondo en ellos de un rojo mucho más oscuro, como tonalidad vino, de modo que la chica entonces soltó un corto, pero potente, grito, con lo cual detonó su aura. Desde el suelo, del fondo, detonaron varias explosiones de aura y con ellas arrasó con el demonio Undead que le atacó y con varios otros que se le abalanzaron, aproximadamente unos veinticinco de ellos.
Desde lo lejos, a más o menos unos cien millones de años luz, se pudo observar cómo detonaba poderosamente una energía de tonalidad escarlata y dejaba una bella nebulosa en diversas matices de rojo. A pesar de su poderoso ataque, Karin apenas pudo exterminar a los demonios Undead que le atacaron, pero aún quedaban varios Ravager, minotauros, Devorators, Wraiths y demonios mayores como los Revenant, Brutes, Succubi y Satyrs. Sin embargo, la pura explosión sí que destruyó a varias de las almas que estaban siendo atormentadas en el círculo de la ira, quienes no fueron protegidos del ataque tan poderoso de Karin.
Al desenterrar sus dagas del suelo, Karin vio cómo dos Ravager, que eran demonios humanoides pero con una cabeza enorme de búfalo deformado, se arrojaron velozmente contra la chica, a una velocidad simplemente impresionante. La pelirroja igual se arrojó contra ellos, dejando una veloz estela de aura escarlata en su camino, y atacó al primero de ellos con una patada a su cabeza, con lo cual lo mandó a volar a cientos de miles de kilómetros a lo lejos.
El segundo de los demonios lanzó un poderoso zarpazo contra la pelirroja, quien evadió el ataque al inclinar un poco su cuerpo hacia atrás, para después evadir otro zarpazo de la mano opuesta de su enemigo. El demonio levantó ambas garras a lo alto y las dejó caer contra la chica, pero Karin de nuevo evadió aquel brutal ataque, al echarse hacia atrás con una voltereta ágil y veloz. El ataque del demonio cavó una zanja de unos cien metros de diámetro, sacudiendo violentamente el suelo con el ataque, mas no con una magnitud enorme como para causar destrozos.
Karin entonces vio cómo el monstruo gritó con potencia, en un chillido agudo, y entonces el esperpento corrió con gran velocidad hacia la Uzumaki. En cuanto el demonio Ravager llegó ante la chica, embistió con violencia contra la pelirroja. Mas sin en cambio, Karin detuvo con relativa facilidad el tackleo de aquel demonio, aunque se arrastró por unos metros cuando sostuvo el cuerpo del Ravager con sus brazos. Karin ejerció una fuerza impresionante, cuando detuvo aquel monstruo que pesaba aproximadamente media tonelada, incluso cuando aquel demonio usaba todas sus fuerzas para abrumarla. Bajo condiciones normales, de hecho, Karin habría sido abrumada con la brutal fuerza del demonio, pero gracias a su modo Daemon Force, la Uzumaki fácilmente eclipsaba la fuerza del demonio.
Karin eventualmente detuvo el ataque del demonio, de modo que le propinó un poderoso rodillazo al rostro de su enemigo, con lo cual le destrozó la mandíbula, y después la pelirroja le dio una patada tornado con su pie derecho, con lo cual lo arrojó a cientos de metros a lo lejos. Karin desapareció del sitio y reapareció a unos metros del demonio, para entonces darle una poderosa patada lateral que lo mandó a volar de nuevo.
Karin reapareció de nuevo a lo lejos, en una rodilla y su otra pierna extendida hacia su costado, en diagonal. La pelirroja cargó en su mano derecha una poderosa energía escarlata, la cual brilló con una intensidad increíble, mientras que Karin siseaba agresivamente, como una auténtica felina. La chica entonces desapareció de nuevo, moviéndose a una velocidad sumamente superior a la de la luz, dejando una estela de aura roja en su camino, y apareció apenas a unos metros de su enemigo.
La chica entonces soltó su poderoso ataque Tenebrae Supplicium de modo horizontal contra el poderoso Ravager, el cual fue destrozado por aquel brutal arañazo de la Uzumaki, de modo que por el suelo se esparcieron vísceras y sangre, lo cual tiñó el agua del pantano del círculo de la ira, de tonalidad sangre. Entretanto, el otro Ravager se incorporó, rugió violento y corrió de la misma manera contra Karin, quien aparentaba estar distraída y de espaldas a su enemigo, prácticamente siendo un blanco limpio para el demonio.
Sin embargo, cuando el monstruo iba a atacar a Karin, con una fuerza por mucho superior al del anterior Ravager, Karin se volvió de inmediato y atrapó al demonio de su espinazo, al enterrar con fuerza y fiereza su mano en el cuello enorme del monstruo, donde Karin incluso soltó un corto rugido de furia. La "princesa" del remolino levantó a varios centímetros a lo alto al monstruo, quien pataleaba y gargareaba a causa de la brutal lesión que le causó la chica, quien apretó con fuerza la tráquea del esperpento.
Karin gruñó con violencia en su agarre en el monstruo y entonces rugió violentamente, donde adquirió una fuerza tremenda, gracias al incremento de aura de su mando Daemon Force. A continuación, la Uzumaki azotó con violencia el cuerpo del segundo Ravager en el suelo, y no solamente destrozó un área de al menos cien millones de kilómetros cuadrados, sino que con ello creó un colosal sismo a escala de un planeta entero, encima de que levantó un jet de plasma de tonalidad escarlata, el cual se perdió en una distancia de aproximadamente un año luz.
Cuando toda aquella catástrofe terminó, en el suelo se podía apreciar los rastros del aura de la pelirroja, quien aún tenía su mano derecha en dirección al suelo, donde azotó con violencia a su enemigo ya muerto, a causa de los nuevos y brutales poderes de Karin. Abaddon, por su lado, miraba maravillado la pelea tan sanguinaria y asombrosa que la Uzumaki tenía en contra de los demonios, de los cuales ahora tan sólo quedaban unos cuantos.
Cuando varios demonios Ravager le rodearon, quizá unos diez de ellos, Karin volvió a cargar su aura, pero ahora desapareció en una estela y atacó con un corte cruzado al aire, en frente. Sin embargo, cuando parecía haber atacado a la nada, de pronto los demonios, parecidos a gorilas deformados con cabezas de bisonte, fueron atacados con cientos de violentos zarpazos, los cuales tenían la misma tonalidad de su aura, y con ello sus cuerpos fueron completamente destrozados. Una nueva explosión sucedió, pero apenas se limitó a un área de un millón de kilómetros cuadrados, aunque lucía imponente con aquel plasma que se extendió por la misma área.
Con aquel ataque, Karin acabó con todos los demonios menores, excepto un par de minotauros que bramaron a lo alto y corrieron en toscos pasos contra Karin, con dos enormes mazos de combate en mano. No obstante, Karin tomó de nuevo sus dagas de combate y las enlazó con sus cadenas de aura. La chica dio un salto y giró varias veces en el aire, usando igual sus cadenas para dar un giro ágil en lo alto, de modo que se podía presenciar un impresionante espectáculo de una estela roja de luz que creaba dos círculos que giraban velozmente.
Karin entonces azotó con violencia sus cadenas en el suelo y no solamente partió el suelo, demoliéndolo con un cráter del tamaño de al menos cien mil millones de kilómetros de área, sino que la explosión de plasma escarlata desmanteló por completo los cuerpos de los demonios. La energía se podía incluso ver desde una distancia de al menos un año luz, como una imponente energía roja, similar a la expedida las enanas rojas, remanentes estelares de estrellas relativamente compactas.
Al terminar todo, Karin ahora se mantenía en pie y miraba a Abaddon con malicia y furia, tras haber retraído sus cadenas de aura, dejando sus cuchillas en las manos, las cuales eventualmente colocó en su espalda.
— ¿Éso es todo lo que tienes, demonio de la ira? — cuestionó Karin, con una voz de una auténtica guerrera — ¿Realmente piensas que un montón de alimañas inmundas podrían derrotarme? No me hagas reír, idiota.
Abaddon, en cambio, sonrió burlón y se rió por la chica, bebiendo de su botella de licor, a la cual después arrojó contra el suelo.
— No, claro que no. Es obvio que la Uzumaki más poderosa de todo su clan, y una de los guerreros más poderosos de Prime, jamás caería ante un simple ataque de demonios menores — admitió el demonio, aún sonriendo con sorna, con el talón de su pie sobre la rodilla izquierda — Tan sólo quería comprobar si realmente superas los poderes de Ashina Uzumaki, y veo que ahora quizá tus poderes están a niveles de multiverso. Mis felicitaciones, princesa Uzumaki...
A Karin ni siquiera le importó los cumplidos de Abaddon, por lo que extendió su brazo a su costado izquierdo, el zurdo por supuesto, y desvaneció por completo la nebulosa que creó con su ataque.
— ¡Basta de juegos tontos! ¡Baja y enfréntame, demonio de la ira! — desafió Karin.
Abaddon sonrió burlón, pero se incorporó imponente, además de que materializó un mazo de combate en su brazo derecho y lo giró por encima de su cabeza. El monstruo entonces rugió con violencia y saltó en dirección a la pelirroja, quien retrocedió unos pasos y adquirió su postura de combate. Al llegar Abaddon al suelo, el suelo se sacudió con una violenta colisión y se abrió una enorme zanja con un área de al menos cien mil millones de kilómetros cuadrados.
— Acabaré contigo en unos minutos, mocosa... — amenazó Abaddon, cambiando su personalidad, a una un tanto más agresiva — ¡Prepárate!
El demonio entonces giró su arma alrededor de él y atacó a Karin con un poderoso ataque lateral, en orientación horizontal, pero la Uzumaki dio un salto de vuelta de carro aéreo, a su izquierda, y al caer la chica atacó con un poderoso corte de su cuchilla izquierda, cargada de aura, aunque el demonio la logró evadir, al hacerse un poco hacia sus espaldas. El monstruo contrarrestó al girar hacia su izquierda y entonces atacó a Karin con un golpe ascendente, con el cual casi decapita a la chica, pero la agilidad superior de la Uzumaki le ayudó a evadir el letal ataque.
Karin y el demonio colisionaron sus armas el frente, de modo que se creó una pequeña, pero poderosa, onda de choque que demolió el suelo al menos a unos mil metros cuadrados alrededor de la pelirroja y el demonio, apenas con unos cuantos metros de profundidad, donde el plasma de la energía de ambos estaba siendo expulsada constantemente. Karin y Abaddon bregaron por unos segundos, ninguno de los dos cediendo apenas un poco, y el demonio estaba asombrado del tremendo poder de la Uzumaki, quien igualaba sus colosales poderes, a pesar de ser una simple humana.
Karin entonces colisionó su pie en la testa de su enemigo, quien retrocedió unos pasos y sintió el tremendo dolor en su testa, además de percibir la sangre que caía desde su cabeza. Para entonces, la Uzumaki corrió hacia el demonio y lo atacó con una patada misil contra su pecho, con lo cual lo mandó a volar y lo desarmó en el acto. Abaddon, sin en cambio, se reincorporó pronto, se arrastró por el suelo en una rodilla, hasta que el suelo lo frenó por completo, y el demonio se incorporó del suelo.
De nuevo, Karin reapareció frente a él, pero ahora Abaddon detuvo la poderosa patada de Karin, giró unas veces con la chica y entonces la lanzó a lo alto. Cuando Karin se recuperó completamente, ya tenía al demonio encima de ella, de modo que no pudo evitar un rodillazo poderoso a su vientre, el cual la hizo escupir algo de sangre y doblarse a causa del impacto, y entonces el demonio impactó una patada de gancho en la espalda de Karin, quien salió expedida al suelo.
Justo antes de colisionar, sin embargo, Karin giró completamente e impactó en una rodilla en el suelo, aunque el impacto abrió un cráter del al menos cien mil millones de kilómetros, haciendo que se sacudiese el suelo con un terremoto suficientemente poderoso, como para destruir un planeta. El demonio, por otro lado, reapareció su arma en su brazo derecho, la infundió con su aura oscura y entonces la arrojó contra la pelirroja, dándole un giro a su enorme mazo. Karin, en cambio, desapareció del sitio y dejó una estela en su camino de aura, reapareciendo a varios metros del demonio, a quien atacó con un zarpazo que envió varias ondas cortantes hacia Abaddon, pero el demonio igual desapareció de la visión de Karin.
Cuando Abaddon reapareció, arrojó con su mano un aura que se sepultó debajo de la tierra, donde creó cientos de pentagramas de tonalidad vino, y después el demonio levantó su mano derecha, mientras soltaba un fuerte rugido y hacía temblar su mano, la cual vibraba como si el demonio tuviese alguna convulsión constante en su brazo. Del suelo, Karin notó cómo los pentagramas se distorsionaban de la imagen interna, la cabra de Mendes, y entonces pronto aquellos pentagramas emitieron un sonido grave, similar al del rugido de un volcán. Aquellos pentagramas expulsaron varios jets oscuros de energía, de modo que la chica desapareció del sitio, reapareció a lo lejos y repitió la acción múltiples veces, evadiendo constantemente los brutales ataques de su enemigo, quien desmantelaba el suelo con aquellas explosiones y elevaba erupciones de plasma a más de un billón de kilómetros de altura.
La chica eventualmente apareció en un punto a lo lejos, lanzó sus cuchillas contra el demonio y Abaddon las esquivó al hacerse a un lado. Con lo que no contó el demonio fue con que Karin ancló sus cuchillas con sus cadenas de aura roja, las cuales se hicieron visibles cuando la pelirroja incrementó su aura. La Uzumaki cruzó su ataque con las cuchillas y enredó acerca del demonio las cadenas, con lo cual lo inmovilizó por completo.
La pelirroja entonces activó su aura escarlata en sus cadenas y envió en ellas una energía en forma de esfera de plasma, la cual viajó en cuestión de segundos a donde estaba el demonio a lo alto. La energía de Karin colisionó contra el monstruo, generó una explosión termonuclear similar al de una hypernova, con al menos un megaparsec de puro diámetro y con un área de efecto de al menos cien mil años luz cuadrados. La nebulosa se expandió, como cuando detona una estrella de tipo Wolf-Rayet, y el cielo brilló en una tonalidad escarlata intenso, encima de que una onda de choque devastó toda el área a su alrededor, hasta el nivel del suelo.
Cuando la explosión pasó, Karin ya había saltado a lo alto, girando como remolino a su alrededor, y con ello arrastró con sus cadenas al lesionado Abaddon, quien no podía zafarse del agarre vicioso que el manto de Karin tenía alrededor de su cuerpo. La chica entonces creó otro poderoso huracán con su poder, al aumentar la velocidad del giro de sus cadenas, que agitaron las moléculas del aire, y entonces la chica volvió a detonar su aura, pero ahora únicamente se infundió con aquel poderoso tornado que creó en el círculo de la ira. Abaddon, por más que intentaba liberarse del poderoso agarre de las cadenas de Karin, estaba atrapado en aquellos eslabones de aura escarlata.
La chica entonces arrojó al suelo a Abaddon, pero ésta vez movió sus cadenas como si la lanzara en modo diagonal, y entonces el demonio colisionó contra el suelo violentamente, además de que rebotó cientos de veces en el suelo, detonando con una explosión termonuclear constantemente, aunque con apenas un área de explosión de aproximadamente unos cien millones de kilómetros cuadrados. Las repetidas explosiones devastaron constantemente el suelo y levantaron en cada cráter, los cuales se creaban con el cuerpo de Abaddon, un enorme jet que expulsaba plasma escarlata.
Karin entonces retrajo sus cuchillas de lo lejos y las colocó en su espalda baja. Eventualmente, la pelirroja cayó al suelo en una rodilla, mientras intentaba recuperar sus energías. La Uzumaki desvaneció su aura escarlata y miró en la dirección a donde debía estar el demonio, quien seguía sepultado bajo cientos de millones de toneladas de rocas y escombros que Karin creó con cada explosión del cuerpo del monstruo contra el suelo del círculo de la ira. Algunas almas torturadas intentaban arrastrar al fondo del pantano a Karin, pero apenas fue sostenida de sus pies, por aquellas almas en el círculo de la ira, de inmediato la Uzumaki pisoteó las cabezas de los humanoides torturados, destrozándoles las testas en el acto.
Justo cuando pisoteó la última cabeza, de pronto Karin vio cómo un aura oscura, casi negra, salía expedida desde la montaña de escombros y cómo se elevó como una colosal llama a por lo menos cien metros a lo alto, con exactamente el mismo diámetro. De la nada, una poderosa esfera de aura fue lanzada contra Karin, quien se cubrió con sus brazos del ataque, pero aquel orbe estaba tan denso, tan duro y tan pesado, quizá como una estrella de preones, de modo que la pelirroja fue derribada por el peso de aquel remanente estelar tan extraño.
Karin cayó estrepitosamente al suelo, creando un cráter relativamente pequeño, con apenas cien kilómetros cuadrados de área, pero igual recibió daños al impacto de su pequeño cuerpo con el suelo. La chica, cuando por fin recuperó sus energías, pudo ver cómo el remanente estelar formaba algunos anillos magnéticos y cómo éstos expulsaban brotes de rayos gamma, mas no en forma de jets, sino de ondas de choque constantes. A lo lejos, Abaddon tenía su brazo levantado a lo alto, hiperventilaba con intensidad y se sostenía el costado derecho de su cuerpo, con su otro brazo, el zurdo.
Abaddon rugió con fuerza, alzó su otro brazo a lo alto y entonces arrojó ambos brazos al suelo, haciendo que aquel poderoso remanente estelar cayese a gran velocidad hacia Karin. La esfera de preones estaba muy pesada, tanto como una estrella de preones que pesa aproximadamente diez a doce veces la masa de Terra por completo, lo que es lo mismo que aproximadamente unos setenta yottagramos. Incluso debido a sus lesiones, Karin no se pudo incorporar a tiempo, para esquivar aquella esfera tan increíblemente densa.
La chica únicamente pudo alcanzar a estirar sus brazos hacia aquel remanente estelar tan pesado, de modo que paró aquel orbe tan denso con sus brazos, pero tuvo que hacer un increíble esfuerzo para detener aquel objeto tan pesado. Incluso con su modo Daemon Force, la Uzumaki tenía complicaciones para frenar aquel orbe con la misma densidad que una estrella de preones, el cual comenzaba a aplastarla contra su propio cuerpo. Karin gruñía y empujaba contra aquel objeto, tratando de apartarlo de ella, además de que estaba siendo abrumada por el poderoso efecto de la presión atmosférica que generaba el remanente a su alrededor. Abaddon, por su lado, aumentó de tamaño aquel objeto tan denso, hasta que adquirió un tamaño aproximado de un kilómetro de diámetro.
Karin pronto fue sepultada con el peso y la fuerza que ejercía aquel remanente estelar, pero jamás se dio por vencida ante el brutal peso de aquel objeto tan denso y poderoso, a pesar de que sus manos ahora sangraban, a causa del gran esfuerzo que estaba haciendo Karin, quien apenas podía contener todo el peso del remanente estelar. Igualmente, aquella esfera se hallaba en los límites de la física, incluida la temperatura de casi ciento cuarenta quintillones de grados Kelvin, muy cercano a la temperatura de Planck, apenas unos cuantos grados centígrados debajo del límite de la física.
— ¡Karin-chan! — gritó algo atemorizado Naruto, al ver cómo su novia era agobiada por aquel pesado objeto.
Cuando Naruto estuvo a punto de ayudar a la chica, Kaguya se interpuso frente al chico.
— ¡¿Qué rayos haces, vieja loca?! ¡Apártate de mi camino! — demandó Naruto.
La albina, sin en cambio, negó, deteniendo al rubio de un empuje.
— Piénsalo, Uzumaki Naruto... ésta es la pelea de Karin. Tal y como cualquiera de nosotros, ella es ahora una guerrera de élite — le dijo la peliblanca al chico, con voz calmada — Puedes pensar que es imprudente de su parte, pero ella está probándose a sí misma, hasta donde llegan sus habilidades — aseveró, sin perder su temple impasivo — El que tú interfieras en su pelea, la hará sentir como una carga y como una damisela en apuros... Como una inútil total... Karin ahora quiere demostrarles a todos que es una guerrera digna no solamente de su linaje, como una Uzumaki y descendiente del clan del viento, sino que es capaz de proteger al omniverso de las garras del ser más poderoso del cosmos.
El rubio se quedó pasmado con las palabras de Kaguya, quien no apartó su adamante mirada del príncipe de los Uzumaki.
— Dime, Uzumaki Naruto... ¿estarías tú dispuesto a dejar que alguien más luche tus batallas? — cuestionó Kaguya, dejando en shock al rubio, por la implicación y porque él sabía la obvia respuesta — Así es como Karin se sentiría, si fueses en su auxilio...
Naruto volvió su mirada a la pelea, quedándose anonadado de saber que Karin era capaz de arriesgar su vida, con tal de probarse a sí misma, y a toda la creación, de que era más que calificada para luchar y para proteger el omniverso.
— Karin-chan... — musitó el rubio, apretando los puños ante la impotencia de no poder ayudar a su chica, pues no quería destrozar el espíritu guerrero de la Uzumaki.
De pronto, Karin cerró sus ojos, sin quitar su rostro de esfuerzo, abrió de nuevo sus párpados y soltó un agresivo rugido felino, un intenso siseo de gato. La Uzumaki expulsó al máximo su energía, en su modo Daemon básico, con lo cual adquirió la fuerza suficiente como para por fin levantar aquel pesado objeto denso de su cuerpo. La chica, ante la impresión de todos, exceptuando Sasuke e Ignis, poco a poco empujó el remanente estelar con sus manos, se incorporó de la colosal zanja donde estaba sepultada y finalmente se pudo poner de pie, con aquel pesado objeto por encima de su cabeza.
La chica miró con furia a su enemigo, mientras aún hacía el tremendo esfuerzo de apartar aquella esfera con la densidad de una estrella de preones. A pesar de que Abaddon incrementaba por igual sus energías, para forzar a aquel orbe de energía a aplastar a la Uzumaki, pronto el demonio se vio abrumado por la tremenda fortaleza que le otorgaba su manto Daemon Force, de modo que Karin pudo comenzar a caminar hacia el demonio principado de la ira, quien soltó una expresión de asombro, ante el poder de Karin.
— ¡Ésto no es nada, maldito monstruo horrible! — masculló con dureza la Uzumaki, igual a causa del esfuerzo — ¡Toma ésto y muere, bastardo!
Karin enterró sus filosas uñas en aquel objeto, perforando la increíble dureza de aquel remanente, y entonces Karin arrojó aquella esfera supremamente pesada y dura contra Abaddon, quien, de tan impresionado que estaba, no pudo reaccionar debidamente, al estar paralizado del asombro. Gracias a la fuerza con la cual la arrojó Karin, al igual que la increíble densidad de aquel remanente, junto con la poca resistencia que ofrecía el ligero aire presente en el círculo de la ira, aquel remanente estelar viajó por encima de la velocidad de la luz contra el oponente de Karin, quien igual simplemente alcanzó a cubrirse con sus musculosos brazos del ataque.
Desafortunadamente, a causa del tremendo peso de aquel remanente, y gracias a la enorme velocidad a la que viajó el mismo orbe extremadamente denso, Abaddon fue abrumado por el poderoso ataque, de modo que terminó siendo arrastrado por al menos un trillón de kilómetros de distancia, además de que recibió un brutal daño en su cuerpo, a causa del ataque. Tras viajar algunos años luz más, Karin desapareció del área y reapareció frente al demonio, ya con sus uñas cargadas de aura, para entonces atacar a Abaddon con un corte en "X" cruzado, donde incluso apareció la misma letra en un tamaño enorme que se expandía y retraía un poco, constantemente.
Con aquel ataque, Karin destruyó tanto el orbe denso como causó un terrible daño en el cuerpo de su enemigo, quien gritó a causa de la terrible lesión y por el hecho de que el remanente estelar fue demolido con el ataque de la Uzumaki. La aniquilación del remanente creó una subsecuente explosión que abrasó completamente al demonio. La energía se expandió como una hypernova, con al menos un radio de cien años luz, y la energía se esparció por al menos diez veces más la distancia, haciendo que en cielo se expandiese una bella e imponente nebulosa, a temperaturas extremas.
La pelirroja reapareció de nuevo a unos cientos de metros de los demás chicos, aún rodeada de su manto Daemon Force, y la Uzumaki hiperventilaba, a causa del agotamiento que tuvo con la pelea de su enemigo. La nebulosa eventualmente se extinguió y apenas se esparció un viento de tonalidad rojo escarlata, similar al plasma liberado por un remanente estelar de tipo enana marrón. El círculo de la ira ahora estaba completamente demolido y estaba prácticamente irreconocible, tal y como los círculos anteriores. Cuando abandonaran el Hades, quedaría como un auténtico muladar.
Desde lo lejos, se vio cómo se levantó un cuerpo musculoso, con heridas múltiples, el cual se desenterró del suelo igualmente hiperventilando de manera pesada y sosteniéndose el costado izquierdo de su torso musculoso, el cual ya no tenía la capucha que le protegía. La cabeza de Abaddon, de hecho, era completamente calva pero muy venosa y repulsiva, aunque aquello no causaba mayor impresión en Karin, quien igual le miraba con unos orbes criogenizantes y un instinto asesino.
En cambio, el demonio sonrió burlón, una vez que apareció frente a la chica.
— No cabe duda... Eres mi más grande profeta, Uzumaki Karin... — masculló Abaddon, con un obvio tinte de cansancio y de debilidad — Tú pronto serás quien gobierne como el ícono de la maldad... Tú me reemplazarás, como el ícono de la ira y como la guardiana del círculo de la ira... Serás como hija mía, bendecida por mi pecado...
Karin, sin en cambio, resopló audiblemente, escupió algo de sangre y se limpió el resto que salía de la comisura de su boca.
— De ninguna manera yo serviré a los intereses de tu amo. Mas aparte, mi ira no es dirigida con fines egoístas — replicó la pelirroja — Mi ira es con aquel que ha sido la causa de la caída de mi clan, de la muerte de mi familia y del tormento por el que he pasado durante mi corta vida. Pero, más que nada, mi ira es con aquellos que amenazan el futuro de nuestro hogar, Terra, y con aquellos que quieren deshumanizarnos y de negarnos un futuro en el cosmos... De aquellos que quieren negarnos nuestra auto-determinación...
Karin cortó de nuevo el aire, de modo que se escuchó cómo la Uzumaki cortaba metal, o igual rozando cuchilla contra cuchilla.
— ¡Ustedes son los auténticos monstruos del cosmos, quienes quieren negarnos un futuro, y mi deber es exterminarlos a todos! — bramó Karin — ¡No más pérdida de tiempo! ¡Acabaré contigo, e iré tras de tu amo, Chaos!
— Éso es. Deja que la ira te domine, hija mía — masculló burlón Abaddon, quien aumentó el resto de su aura — ¡Deja que el ícono de la ira te corrompa, y te vuelva una Succubus de la furia! — bramó.
Abaddon rugió con fuerza y entonces expulsó toda su energía, de modo que su cuerpo se transformó bastante y se volvió increíblemente musculoso, con múltiples venas saltándole por todo el cuerpo, además de que le salieron unas especies de huesos de sus codos y rodillas, aunque parecían hechos de roca y eran puntiagudos, si bien no parecían ser filosos. No obstante, aquellos huesos lucían extremadamente peligrosos y lo suficientemente duros como para destrozar metales.
El demonio abrió sus ojos, miró con fiereza a Karin y rugió con una voz distorsionada. El monstruo dio unos pasos a Karin y destrozaba el piso con cada estampida que daba en el suelo, además de que gruñía como un perro rabioso.
— ¡Te haré sucumbir a tu oscuridad interna, Uzumaki Karin! ¡Te convertiré en el segundo ícono de la ira! — bramó el actual demonio de la ira, rugiendo de nuevo.
Karin, en cambio, adquirió una postura neutra y cruzó sus brazos frente a su pecho.
— Si lo que tanto quieres es morir... entonces yo también pelearé con mi verdadero poder...
Karin cerró sus ojos y aumentó al máximo su aura, pero de pronto aquella aura adquirió una segunda, de un tamaño de al menos cien metros de diámetro.
— Por favor, Zouyu... otórgame tus poderes... — pidió Karin, adentro de su mente — Necesito de tu fuerza... Préstame tu poder...
Dentro de la chica, la Uzumaki pudo ver la figura de una tigresa blanca que apareció rodeada de un aura de tonalidad rojiza, quien rugió más como un lince que propiamente un tigre, además de que no era tan musculosa como su contraparte, Bai Hu.
— Por supuesto, querida... ¡Synergia! — gritó la tigresa, dentro de los pensamientos de la Uzumaki.
— ¡Synergia! — gritó igualmente Karin, aunque con voz audible.
La voz de Karin igual se distorsionó momentáneamente, de modo que, al gritar con fuerza, se mezcló con la voz de lince de Zouyu y de pronto el aura de Karin igual mostró la femenina figura de la tigresa, en una tonalidad rojo escarlata que coloreó el resto del aura de la Uzumaki. El manto y aura interna que rodeaba a Karin ahora se incrementó a un tamaño de al menos diez metros a su alrededor y se coloreó de una tonalidad rojo vino, además de que la temperatura dentro de aquella aura interna alcanzó valores increíbles. Encima de ello, en el sitio se produjo un poderoso huracán que azotaba el sitio, con una velocidad al menos del cincuenta por ciento de la velocidad de la luz. Incluso el sitio fue golpeado por una tormenta eléctrica, tan violenta como en el sello del viento.
Karin por fin expulsó su verdadero poder, por lo que detonó una onda de choque de viento ionizado y demolió todo el sitio, apenas dejando el suelo hecho ruinas. La energía fácilmente se expandió al menos mil trillones de kilómetros de pura distancia. Todos se tuvieron que cubrir con sus brazos de la poderosa ventisca que creó Karin, con la detonación de su aura, la cual arrasó con el sitio, como una explosión termonuclear de trillones de toneladas de TNT.
Cuando la calamidad pasó, Karin ahora tenía una forma nueva de su Daemon Force, la cual le daba un aspecto relativamente tierno de gatita, con una cola larga y lisa, unas orejas de gato y unos pequeños y estéticos colmillos de gato. Sus uñas, sin embargo, seguían igual de afiladas y brillaban con un destello imponente, además de que, al extenderlas, se escuchaban como si se frotara un cuchillo contra otro.
La Uzumaki siseó como un gato, para entonces adquirir una postura similar al de una felina, con sus cuatro extremidades en el suelo, y entonces desapareció de la visión de Abaddon, quien quedó asombrado de la velocidad superlumínica de su oponente. Karin apareció frente a él y lo pateó con una patada tornado a su pecho, con lo cual lo mandó a volar a un parsec de distancia. Distancia en la cual demolió el suelo, como si alguien excavara el camino a su paso, con la pura fuerza del remolino.
Karin de nuevo desapareció y atacó a su enemigo con un violento puñetazo cargado de aura. Para entonces, igualmente Abaddon se había recuperado y contrarrestó el puñetazo de la chica con su propio puño, de modo que a la colisión se produjo una onda de choque gigantesca, de al menos cien yottametros cuadrados de pura área, causando estragos en el círculo de la ira, con el tremendo poder que ahora poseían ambos. La Uzumaki desapareció y reapareció en otra área, a años luz desde la actual posición, donde igualmente interceptó a Abaddon y su poderosa patada de giro, la cual bloqueó con su propia patada de giro inversa, con su pie izquierdo, donde causó exactamente el mismo efecto anterior, exactamente en la misma área de cien billones de kilómetros cuadrados.
Durante varios segundos, Karin y Abaddon desaparecieron de diversos puntos, donde no se podían apreciar sus figuras, excepto por las hadas, debido a la tremenda velocidad a la que se movían, y también porque los ataques combinados de la pelirroja y el demonio creaban no solamente una sacudida brutal en todo el círculo, sino que la ionización de la energía de la onda expansiva opacaba la mayor parte de la acción. Pronto, Karin apareció en un punto a lo lejos, con sus brazos extendidos a los costados y sus garras tensadas, infundidas de aura. La Uzumaki giró en el aire y entonces arrojó un corte cruzado contra su enemigo, de modo que aquella cuchillada de sus uñas viajaron a la velocidad de la luz e impactó contra el demonio. La explosión resultante causó un desgarre del tiempo/espacio alrededor del círculo de la ira y sacudió con brutalidad la zona, aunque el aura que emanaban Kaguya y Sakura ejercieron un poderoso efecto de la gravedad y mantuvieron relativamente estable el círculo.
De la explosión, sin embargo, Abaddon reapareció y atacó con un extraño sable de luz enorme, con el cual cortó todo el suelo como una enorme falla geológica, de modo que la Uzumaki contraatacó con sus cadenas de aura. A la colisión, de nuevo se creó otra onda de choque de plasma, forzando a ambos guerreros a desaparecer del área, para no ser consumidos por la onda expansiva. Una estela de tonalidad rojo escarlata viajó a una velocidad impresionante, y la pelirroja apareció en el suelo, mientras que el monstruo cayó estrepitosamente al terreno, al haber recibido una poderosa patada de parte de Karin, quien cayó en una rodilla y con su pie derecho a un costado.
Cuando se recuperó Abaddon, el demonio rugió de nuevo y aumentó su aura por nueva ocasión, de modo que Karin igual extendió sus brazos a los costados, aunque en un ángulo de treinta grados desde su torso. La chica soltó un corte con su brazo derecho, con lo que envió cientos de cuchillas de viento contra su enemigo. Luego giró hacia su izquierda y atacó con un zarpazo al aire, con lo cual después envió una onda cortante a un metro y medio por el suelo. El demonio, por su lado, se cubrió del ataque con su sable de luz, pero la explosión lo envió a cientos de metros a lo lejos.
Karin desapareció del área y se arrojó contra su enemigo, dejando como siempre una estela de luz que demolía todo a su paso, como si alguien cavara el suelo a nivel de superficie. La chica, en cuanto llegó contra su enemigo, le atacó con una patada remolino, la cual fue evadida por el demonio, giró adicionalmente y entonces atacó a su oponente con un violento zarpazo a su cuerpo, el cual fue bloqueado por el antebrazo de su enemigo. Lamentablemente, para el demonio, las uñas de Karin estaban sumamente afiladas con su elemento viento, ionizado con un plasma que ahora tenía una presión sencillamente inimaginable, y con ello Karin le destrozó por completo el brazo, partiéndoselo a la mitad.
— ¡¿Pero qué demo...?! — gritó ahogado Abaddon, al ver su brazo caer al suelo — ¡Mi brazo! — vociferó de dolor, tomando el resto de su extremidad, con su otra mano.
El demonio, sin embargo, pronto reaccionó, formó en su puño derecho, particularmente en su dorsal, una enorme estaca de lo que parecía ser roca, y atacó a la Uzumaki con un puñetazo. La chica, en cambio, desvió el ataque de su enemigo, al sostener la muñeca de Abaddon con su mano, y atacó con un puño trasero a su enemigo, directo en el estómago, con lo cual le hizo vomitar sangre, de tan violento impacto que colisionó Karin en el vientre de su enemigo. La chica entonces impactó un zarpazo ascendente, con su garra izquierda, en el mentón de su enemigo, con lo cual le destrozó su mandíbula, con la fuerza tan tremenda que llevaba.
Karin enterró su brazo derecho en el cuello de su enemigo, lo azotó contra el suelo y después corrió a una impresionante velocidad por el terreno, demoliendo el suelo a su paso, con el cuerpo de su enemigo. Eventualmente, Karin giró hacia su izquierda, aún arrastrando el cuerpo del monstruo, y después arrojó al demonio con su brazo derecho, de modo que Abaddon salió volando al menos un año luz de pura distancia a lo lejos. Karin desapareció de nuevo y en el aire atacó a su enemigo con una patada misil, con la cual lo mandó a volar aún más lejos que con su brazo.
Karin aterrizó en el suelo, cruzó sus brazos de un extremo a otro frente a su rostro, tensó sus dedos, junto con el resto de su cuerpo, y aumentó su aura al máximo, ahora de modo que su aura alcanzó al menos un diámetro de al menos un millón de kilómetros, y la chica rugió con fuerza, en un tono ascendente, hasta que se volvió agudo, tal y como el poder tan abrumador que recolectaba en su aura. En el manto de aura que le rodeaba, el segundo en forma de llama escarlata, de nuevo apareció la figura de Zouyu, quien rugió como un lince e hizo temblar con sus poderes todo el círculo de la ira. Karin igual gritó con fuerza, potenciando su aura a un nivel colosal.
— ¡Éste es tu fin, maldito demonio! — gritó Karin, con su voz distorsionada junto con la voz de Zouyu, la cual estaba mezclada con la suya — ¡Mortem Plenus: Tenebrae Supplicium! — vociferaron tanto Karin como la tigre noble que era su Daemon, en aquel momento una poderosa fiera.
El aura de Karin de pronto adquirió la forma completa de Zouyu, parecido al de un gato feroz y enorme, y comenzó a correr con la forma de su Daemon hacia Abaddon, quien se estampó contra lo que parecía un planeta enano, donde se enterró completamente. Karin y Zouyu adquirieron una velocidad sorprendente, por mucho por encima de la velocidad de la luz, y ahora ambas parecían un enorme cometa que arrasaba con todo como si una llamarada devastara el suelo. Cada vez, Karin y Zouyu se volvían más veloces, hasta que viajaban a por lo menos cien mil veces la velocidad de la luz, dejando apenas una estela de energía de las auras de ambas felinas. Era un espectáculo tanto bello, como impresionante.
Cuando por fin llegaron ante Abaddon, Karin y Zouyu se separaron por completo, haciendo que la Daemon se volviera una especie de lince de aura, y entonces Karin giró velozmente a las espaldas del demonio de la ira, quien estaba tan pasmado que no se pudo mover. Karin y la Daemon rugieron con fuerza, obvio que Zouyu en una forma animalesca, y entonces las dos atacaron con un doble Tenebrae Supplicium, al utilizar sus dos garras contra el monstruo.
Abaddon simplemente gritó al sentir cómo aquellas cuchillas lo destrozaban, literalmente arrancando tanto su brazo derecho completo como sus piernas, y entonces sucedieron a su alrededor miles de cortes brutales que destazaron su carne y músculos, además de que destruyeron por completo sus venas. El ataque pronto se volvió tan vicioso que en la zona parecía que más bien se expandía un colosal orbe de plasma escarlata y eventualmente se volvió sumamente inestable, de modo que se intensificó su tamaño y potencia. Con una explosión catastrófica, expandiendo una brutal onda de choque, el círculo de la ira fue completamente abrasado por aquel plasma de tonalidades escarlata y vino.
La energía liberada, a partir de aquel ataque, fue incluso superior al del legendario Big Bang, liberando una cantidad de energía que se perdió por un área superior al de todo el universo Prime, con sus más de siete trillones de años luz cuadrados de pura área. La energía fue tan violenta que sacudió incluso el tejido tiempo/espacio y casi amenaza con colapsar todo el círculo de la ira en la nada. Las almas atormentadas en el sitio, desafortunadamente para los que estaban en la superficie al menos, fueron destrozadas con la violenta explosión. Todo aquello que no era Karin, Zouyu o los guerreros de Terra, incluyendo los dragones, fue destrozado y pulverizado en la nada. El suelo apenas se salvó, una buena parte de él al menos, gracias a que los poderes de Sakura y Kaguya lo mantenían relativamente estable.
Desde literalmente cientos de miles de millones de parsecs de distancia, se podía ver cómo una monstruosa nebulosa se expandía por el mismo radio de la explosión, prácticamente creando una megadetonación extremadamente poderosa, la cual bien podría haber arrasado con todo el universo Prime y pulverizarlo por completo, de haberse dado en el universo donde vivían Sasuke, Sakura y el resto. El sismo que sacudió a todo el círculo de la ira bien podría haber causado un colapso espaciotemporal en un universo y lo habría convertido en un agujero negro ultramasivo.
Cuando toda la calamidad pasó, y la nebulosa se disipó, el círculo donde peleaba Karin estaba completamente demolido, dejando apenas un terreno inundado con unos cincuenta centímetros de agua y con una extensión que parecía eterna. A lo lejos, a unos metros de Karin, se podía ver el cuerpo destrozado de Abaddon flotando en el pantano, rodeado de un enorme círculo de sangre viscosa y oscura. La chica caminó hacia su enemigo, quien ya no podía moverse en lo absoluto, y desactivó su aura por completo. Para entonces, Zouyu había reingresado al aura de Karin, aunque en realidad nunca abandonó su cuerpo, sino que se manifestó a través del aura de la Uzumaki.
Al llegar ante a su enemigo, Karin lo levantó del cuello, con su mano derecha, y lo elevó a un metro de altura, aunque únicamente Abaddon ya nada más tenía de su torso para arriba, con su tronco completamente destrozado, asomando sus entrañas, y totalmente bañado en sangre. El demonio abrió sus ojos, entrecerrando uno a causa del dolor al que estaba siendo sometido con las heridas que tenían. Su visión estaba borrosa y sabía que estaba a punto de morir.
— Se acabó, Abaddon — dijo Karin, en un siseo — Es una lástima que solamente seas un ladrillo en el muro. Tu muerte será completamente en vano.
El demonio, en cambio, sonrió burlón y soltó una risa malvada, pero corta.
— Por el contrario, princesa Uzumaki... — negó la encarnación de la ira, haciendo que la chica entrecerrara la mirada — No importa a cuántos de nosotros derriben... Nosotros siempre existiremos... mientras la maldad exista... — recalcó, escupiendo algo de sangre — Siempre que la oscuridad exista en las formas de vida inteligente... nosotros volveremos al plano existencial... Nunca olvides que nosotros somos eternos... — advirtió, en un mascullido — Volveremos de la muerte... y los atormentaremos por los siglos de los siglos...
Karin cerró un momento los ojos, suspiró con pesadez y asintió, para volver a abrir sus ojos.
— Ciertamente, estás en lo correcto... — admitió Karin — Ciertamente, ustedes quizá nunca dejen de existir... Siempre existirán, mientras existan mentes corruptas y llenas de ambición oscura... — añadió — No obstante, también ignoran el inconveniente acto de que, incluso cuando nosotros pasemos a segunda vida, las futuras generaciones estarán ahí, esperándoles para confrontarles... — señaló, con voz calmada y de esperanza — No nada más los Uchiha... o los Senju... Nosotros, los Uzumaki, estaremos ahí para defender a Terra... nuestro hogar... a Prime... y a todo el omniverso... — determinó, entrecerrando un poco su mirada, desafiando la amenaza de Abaddon — Los hijos de nuestros hijos, estarán ahí para defender el honor, soberanía y futuro de nuestro cosmos... y ellos serán infinitamente más poderosos que cualquiera de nosotros, incluso en conjunto...
Abaddon simplemente se quejó por lo bajo, al saber de aquel inconveniente. Quizá, después de todo, su existencia sería miserable, si nunca lograría ascender a ser uno de los amos del universo. Simples mortales se levantarían, cuales campeones de la humanidad. Cuales salvadores de Terra, de Prime y del infiniverso. Quizá podrían derribar a uno de ellos, incluso al apex entre los guerreros del cosmos. Mas nunca podrían erradicar la fortaleza de la humanidad, ni el poder de la esperanza.
Karin levantó su mano derecha, tensó sus uñas y la rodeó de su aura, aunque apenas en la mano y dedos.
— Hasta entonces, demonio de la ira...
Con un zarpazo, la pelirroja decapitó por completo al demonio, y el torso del monstruo cayó al enorme río Styx. La Uzumaki soltó la testa del esperpento asesinado, y la chica vio cómo las almas atormentadas, las cuales estaban debajo de aquel fangoso y mohoso río, comenzaron a destrozar el cuerpo del demonio, como una venganza, al estar ellos sepultados bajo el agua, sin poder aspirar a respirar al exterior del río Styx. Pronto, Abaddon se convirtió en un montón de entrañas y sangre, mientras que las almas en pena devoraron completamente su cuerpo.
Entretanto, Sasuke y el resto caminaron hacia la chica. Naruto le tomó de la cintura, la abrazó y la besó en la mejilla, entretanto que la Uzumaki sonreía y abrazaba la nuca de su amado pelirrubio.
— Lo hiciste increíble, nena — dijo en un cumplido el rubio — Acabaste con aquel monstruo... y te luciste.
Karin soltó una risilla y besó la mejilla izquierda de su chico.
— Gracias, Naru-kun.
— Buen trabajo, Karin — le dijo Sasuke, aunque después volvió su mirada a lo lejos — Movámonos de una vez. Aún tenemos cuatro círculos más que atravesar.
Sasuke continuó su camino, seguido de Ignis y los dragones elementales, quienes volaron a lo alto, en búsqueda del portal que les llevaría al siguiente círculo. Sakura igual le sonrió a Karin, le levantó la señal de amor y paz con su mano izquierda, en una muestra de felicitación, y continuó con su camino.
— Esto... Sakura... — le llamó Karin a la pelirrosa.
La ninfa pelirrosa se detuvo y volvió su mirada a la Uzumaki, con una ceja enarcada.
— ¿Si? ¿Qué sucede, Karin-san?
— Tú... ¿tú... realmente crees que algún día los humanos y las hadas puedan dejar atrás la maldad, y convertirse en una unificada civilización, en búsqueda de la sabiduría y armonía? — preguntó de la nada la Uzumaki — ¿Crees que algún día alcancemos a ser una civilización Infinity?
Sakura sabía a qué se refería la pelirroja. Una civilización que estaba tan inmersa en adquirir bienes materiales y de enriquecerse, a expensas de los demás, jamás podría pasar a ser una forma de vida avanzada, como tampoco estaría calificada para ser la civilización que domine a su nivel más elemental el omniverso. Alguien moralmente corrupto, y con una naturaleza hedonista, avariciosa, codiciosa y egoísta, jamás podría tener lo necesario como para regir el multiverso, como un dios. Alguien que estaba tan inmerso en la avaricia, jamás podría ser como los dioses, mucho menos crear un universo armonioso, donde reine la paz y sabiduría. Aquella civilización, o individuo, debían ser gente con la dedicación y amor por la paz y la sinergia del cosmos. Seres que, en definitiva, no podían ser las formas de vida actuales. Debía existir una armonía total.
Sakura sonrió, miró a lo lejos, donde Sasuke le daba algunas instrucciones a Ignis, y suspiró, sin borrar su sonrisa.
— Es imposible saberlo, Karin-san... — respondió Sakura, sin dejar de mirar a su Sasuke-kun y al resto — Mientras más inteligentes son las formas de vida, más corruptas se vuelven... Tal pareciera que la ambición es parte intrínseca de las formas de vida inteligente — admitió, desanimando un poco a Karin.
Sakura sonrió, al ver el crecimiento de su amado. Pasó de ser un príncipe individualista, indiferente, frío y peligroso, aunque ahora peligroso para los demonios, al campeón de la humanidad. Al salvador de los humanos y hadas por igual. El último de los Uchiha ahora era la última esperanza de un cosmos agonizante, siendo acechado por las fuerzas más oscuras, tenebrosas y letales del multiverso. Apenas un simple humano, un simple mortal como Sasuke, era el defensor de hombres y hadas, por igual.
Si alguien como Sasuke, o incluso como Naruto, podían cambiar y volverse honorables guerreros, cuánto más humanos y hadas, quienes habían sido consumidos por la codicia y avaricia que aquejaba al cosmos.
Para Sakura, siempre existiría la esperanza, aún si era tan diminuta como una partícula, en el infinito multiverso.
— ... Sin embargo, somos mayoría aquellos que queremos un cambio radical y un futuro para nuestros hijos... Está en todos nosotros, aquellos que nos sujetamos al altruismo y al humanismo, el crear una civilización donde no busquemos el poseer todo el oro del mundo... sino que busquemos y hallemos la paz y la sabiduría...
Sakura miró la muñequera que le regaló la pequeña Nadja, actualmente en Kepler-22b, o Juno actualmente, y sonrió aún más.
— Hace quizá unos meses, habría pensado que aquel sueño apenas era una ilusión,.. una falsa consciencia... — prosiguió la pequeña hada de cabello rosado — Sin embargo, justo ahora, aquel sueño es una posibilidad, Karin-san... La vida nos ofrece una oportunidad de crear una civilización como Juno, donde el dinero o los bienes materiales no importan... sino más bien el hallar la sabiduría y de avanzar a nuestra especie... Y es por ello que estoy aquí... como estoy segura que tú también lo estás, Karin-san...
La pelirrosa miró a la ojirubí, quien igualmente sonrió. Incluso Naruto ya había captado el mensaje, y sabía cuál era el motivo del porqué luchaba lado a lado, con los guerreros más poderosos de Prime. Finalmente, todos eran parte de una gran familia.
— Nuestra guerra apenas ha de comenzar, Karin-san... Cuando todo ésto termine, la verdadera lucha comienza... la más ardua de todas... Abandonar nuestra maldad y ambición... — dijo la princesa hada, dándole una última sonrisa, para después caminar tras de Sasuke.
Karin miró a Sakura y aumentó su sonrisa. Sakura era una niña ahora, con los ademanes de una pequeña de seis años, quizá, pero su sabiduría era rivalizable con el mismísimo gran arquitecto del cosmos. Si había una diosa, merecedora de guiar al cosmos, era precisamente Sakura. Y la sabiduría y compasión de Sakura era la que daba la fortaleza y esperanza necesaria en Prime y el cosmos. Mas sin en cambio, Sakura necesitaba de ellos, como Karin y el resto necesitaban de ella y de los demás. Ya desde ése momento, había armonía entre humanos y hadas.
Sakura era, precisamente, la personificación de la esperanza. Los guerreros de Prime, Karin incluida, eran el brazo armado de la esperanza.
— Tienes razón, Sakura... Está en nosotros el cambio... — musitó la Uzumaki, apretando la mano de su novio, cuando éste se le acercó — Nadie mejor que tú para guiarnos a aquella utopía, Sakura-chan...
Naruto apretó suavemente la mano a su novia y caminó con ella.
— Andando, Karin-chan. Tenemos un universo que salvar.
Karin asintió y caminó de la mano de su novio. Como dijo Sakura, la lucha contra Chaos apenas era la gran batalla. La guerra terminaría, cuando la humanidad abandone su maldad.
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De nuevo, agradezco a los aún seguidores de ésta historia. Muchas gracias por aún apoyarme, pese a lo largo de la misma lol.
Ahora sí, sin falta, prometo actualizar la próxima quincena. Pese a que está lejos de terminar ésta historia, ya estamos en la fase más importante de la misma, rumbo al multiverso, donde encontraremos versiones alternas de nuestros personajes.
Welp, creo que ya estoy revelando mucho lol. Pero bueno, les prometo que va a ser interesante.
En fin. Cuídense, linduras, y nos vemos.
