El niño maldito
Sumario: El ascenso de un posible reemplazo de Lord Voldemort amenaza con arruinar las tranquilas vidas de las familias Potter y Malfoy al rodear de sombras a la nueva generación, traer recuerdos borrosos del pasado…y una visión terrible de lo que podría ser su futuro.
Género: ¿Aventura? Yo diría que es un desmadre mágico con slash.
Claves: súper mega lento slow burn con trama desmadrosa y larga. Drarry, Scorbus, parejas secundarias.
Disclaimer: Si HP fuese mío, esto sería canon. Ya que no lo es, saben lo que significa.
El día internacional del agasajo
Hubo cierto frío durante la primavera, y por alguna razón, no se encontraron con temperaturas más altas en el comienzo del verano. Podía no parecer impresionante tomando en cuenta la ubicación de Hogwarts y que, por norma general, allí no habría calor, pero esto fue especialmente notable para el profesor de Herbología que debía resguardar sus plantas en el invernadero durante todo el año.
Neville comprobó la temperatura en el ambiente una última vez, lanzó otro hechizo al interior del invernadero para ajustarla a lo que sus plantas de "verano" necesitaban y abandonó el edificio. Caviló al respecto durante el trayecto hacia el castillo. Lo pensaba incluso mientras los perros de Hagrid lo acompañaban durante algunos metros, el "pequeño Harry" intentando saltar sobre su pierna para frenarlo y que le tocase detrás de las orejas.
Aún estaba un poco distraído a la hora de la cena. Sólo cuando se sentó junto a Harry, quien hablaba con Draco, se le ocurrió que podía ser buena idea mencionarlo.
Esperó a que otro profesor distrajese a Draco y tocó el brazo de Harry. Él se giró y lo observó.
—Ah- ¿has…? —Neville empezó a mover su tenedor, pensando que quizás sonaría un poco tonto, pero ahora que tenía su atención, supuso que lo único que podía hacer era seguir adelante—. ¿Has notado que todavía está un poco…frío para ser junio?
Harry pareció considerarlo.
—Sí, supongo que está bastante fresco. La verdad es que pensé que McGonagall consiguió hacer esos hechizos para mantener el ambiente a cierta temperatura dentro de las barreras de Hogwarts; por lo que me decía en cartas, lo intentaba desde hace tiempo —Harry se encogió de hombros—. ¿No será que en serio lo logró y no le ha dicho a nadie?
Luego volvió a hablar con Draco.
Neville arrugó el entrecejo y lo sopesó. Siendo el profesor encargado de los invernaderos, le resultaría extraño que McGonagall no le hubiese informado de cualquier tipo de magia que pudiese afectar la temperatura dentro del colegio, y con ellas, a sus plantas.
¿Tal vez algún problema climático? Una de las asociaciones mágicas a las que estaba suscrito llevaba varios meses enviando boletines sobre el cambio climático y otro montón de problemas causados por los muggles.
Con suerte, sólo sería un año bastante fresco. O el "calor" comenzaría cuando ya estuviese en casa durante las vacaciones.
Sí, Neville se convenció de esto, eso debe ser. Y continuó comiendo.
Unos metros más allá, en la mesa de Slytherin, Scorpius extendía una larga lista hecha en un pergamino sobre la mesa. Albus había estado a su lado hasta que Rose se acercó desde su propia mesa y se metió en medio, empujándolo hacia Altair. Ahora ella se dedicaba a engullir cada producto de origen animal que Albus ignoraba para que no se "desperdiciase".
—Estoy seguro de que los elfos no dejan que la comida acabe en la basura —puntualizó Albus, mirándola con la nariz arrugada por el desagrado.
—No lo sabemos —Rose le robó un panecillo para acompañar su crema y huevos y le dio una mordida que infló sus mejillas con comida, pero no se molestó en parar de hablar—, quizás comienzan a llorar pensando que no nos gusta lo que hacen porque no nos lo acabamos- no hay que hacer llorar a los elfos, Al.
—Eso es asqueroso —Albus sacudió la cabeza después de su prima le mostrase la boca abierta llena de comida—. Altair, dile que eso es asqueroso.
—Va en contra de las normas de la mesa —señaló Altair, en tono suave.
—Scorp, tú sabes de modales sangrepura, ¿no quieres enseñarle algunos? —propuso Albus, apuntando a su prima.
—Mi papá es sangrepura —recordó Rose, ganándose otro codazo por no tragar antes de hablar. Lo hizo esa vez— y come justo así.
—Y la tía Hermione siempre le está diciendo que parece un animal…
Scorpius estaba demasiado ocupado trazando algo sobre el pergamino, con Adhara enroscada en su brazo y emitiendo débiles siseos para "orientarlo". Rose lo notó y se inclinó sobre su hombro, pegando la mejilla a la de Scorpius y frotando su piel como lo haría un gato.
Albus sospechaba que estaba en busca de su forma animaga y no le había dicho a nadie. Y esa debía ser un gato, uno de los más gruñones.
—¿Qué haces, cinnamon? —murmuró Rose.
—Hago una lista de las cosas que voy a necesitar para este fin de semana —explicó Scorpius, en voz baja.
—¿Qué harán este fin de semana y por qué no estoy invitada? —Rose miró de uno al otro con curiosidad.
Albus sacudió la cabeza. Hasta donde él sabía, no tenían nada planeado.
—Es el cumpleaños del señor Malfoy —explicó Altair.
Scorpius sonrió.
—No lo he pasado con él desde que empecé a estudiar aquí, pero este año sí estaremos juntos y quiero prepararle algo.
—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Albus, mientras Rose sólo se dedicaba a despeinarlo, llamándolo "cinnamon" y diciendo lo "tierno" que era.
—Ya tengo ayuda —aclaró Scorpius, siendo zarandeado por su cariñosa amiga.
—¿De quién?
Scorpius sólo sonrió y no le respondió. Adhara siseó para atraer su atención de vuelta al pergamino y Altair le mencionó algo sobre un cambio.
Rose permaneció en su mesa hasta que la cena terminó y comenzaron a dispersarse. Caminó una parte del trayecto con ellos, luego corrió hacia otro pasillo, diciéndole que se verían más tarde. Había una "reunión" del Aquelarre para revisar unas salas que James encontró por accidente entre las raíces.
Los tres continuaron hacia las mazmorras con Adhara.
En otra parte del castillo, Harry se sentaba frente a una mesa llena de piezas de metal que conformaban sus intentos fallidos.
—No puedo creer que me ha tomado tanto tiempo. Esto de armar cosas mágicas no se me da tan bien como los hechizos, ¿no?
Comenzaba a entender por qué el Draco Malfoy de dieciséis años se tardó tanto tiempo en reconstruir un armario. Todo parecía bastante simple, hasta que comenzaba la parte mágica unida a los mecanismos.
—Creo que te volverás otro espíritu a este paso —alegó la fantasma, "sentándose" en el borde de su mesa—. Morirás haciendo eso y continuarás después de muerto, como Binns dando clases.
—¿Es alguna especie de chiste de fantasmas? —indagó Harry, concentrando su magia en unir dos piezas de madera que deberían ser capaces de varias funciones después, como encogerse y agrandarse con un clic.
—Humor de muertos —La fantasma se encogió de hombros—, algún día lo vas a entender.
Parecía haberse resignado a que no podía volver su vida algo peor que cualquier cosa que ya hubiese experimentado. Ahora se sentaba a su lado y le hablaba de vez en cuando, aunque sonaba un poco aburrida la mayoría de las noches y otros días tiraba un objeto o dos durante sus clases sólo para recordarle que estaba "maldito" por tomar su lugar.
Entonces Harry sólo lo recogía y seguía como si nada.
Ni siquiera era tan molesta, si lo pensaba bien.
—Así que…—La fantasma hizo una larga pausa y lo observó de reojo—. ¿Vas a pedirle que salga contigo después de dárselo?
Allá iba de nuevo. Harry resopló y continuó comprobando que sus hechizos fuesen los mismos que los del diagrama que tenía a un lado, mejorado y lleno de notas de las últimas semanas de trabajo.
—Sé que me estás escuchando, soy poco visible, no inaudible —Y para demostrar su molestia por ser ignorada, tiró un tintero.
Harry utilizó un hechizo para recogerlo y que la tinta regresase dentro, eliminando la mancha del suelo en el proceso.
Ella cruzó sus espectrales brazos.
—Ya no estoy tan en contra de la idea —mencionó después de un rato de ver a Harry frustrarse porque algo todavía no andaba bien con el mecanismo—. Al menos tienes los papeles de divorcio ahora, eso es algo.
Harry le dirigió una mirada que solía reservar para los Aurores novatos cuando quería que se callasen. Ella no la captó o quizás no le importó, porque de todos modos ya estaba muerta.
Un par de semanas atrás, luego de un intercambio de cartas, Ginny visitó Hogsmeade en uno de esos días en que los chicos estaban en clases y Harry se hizo un hueco en su horario. Hablaron del tema de nuevo. Querían saber cómo sería el verano con los chicos en casa.
Esa semana llegaron los papeles con una nota de Ginny. Le explicó que no había prisa y podían discutirlo con calma durante las vacaciones. El acuerdo de momento trataba de que lo que era de Harry seguía siendo de Harry y lo que fue de Ginny y consiguió durante su carrera se iba con ella. Sonaba bien para él.
Cierta fantasma tenía otras ideas sobre el motivo de su separación, y por más que Harry le hubiese explicado que no era por otra persona, parecía ignorarlo. Tampoco era que le hubiese importado al principio, pero durante el mes de mayo, ella a veces lo acompañaba mientras corregía ensayos de los estudiantes y se acostumbraron a conversar más de lo que lo harían bajo otras circunstancias por su relación de fantasma que maldecía y mago maldito.
—Yo sólo digo —continuó ella, en tono conversacional— que nunca me esforcé tanto en vida para alguien por quien no sintiera un mínimo de interés.
Harry suspiró y se apartó de la mesa. Creía haberlo resuelto. Puede que estuviese listo.
—Malfoy y yo siempre hemos tenido una relación complicada que otras personas no entienden…
—Sí, sí, sí, te atacó, casi lo matas, te salvó, lo salvaste- para mí suena a que hicieron las paces de alguna forma retorcida.
—Supongo que algo así —admitió Harry, presionando el interruptor en el costado de su mecanismo. Rogó porque funcionase esa vez.
—Me preocupa —reconoció la fantasma, mientras ambos tenían los ojos puestos en el cofre de madera que cobraba vida y cambiaba de forma—. Conocí a dos personas que se odiaban y luego fueron pareja…y acabó bastante mal.
—No te preocupes, Malfoy y yo no somos pareja —Harry sonrió, enternecido por su "preocupación". Después se echó a reír cuando notó que el error del mecanismo fue corregido.
—Funciona —La fantasma pareció sorprendida.
—¡Funciona! —celebró Harry.
Justo a tiempo. Lo quería para esa misma semana.
—0—
Scorpius planeó esto hablando con la profesora encargada del club de teatro. Ahora su padre se encontraba en la primera fila para ver la última presentación del año escolar.
Podía verlo desde los bastidores, asomado por una rendija entre la cortina roja y el marco del escenario. La profesora lo sentó en el medio de McGonagall y Harry. La directora daba palmaditas en el dorso de la mano de un avergonzado Draco Malfoy.
Nesrine se colocó junto a Scorpius y soltó una risita.
—¿Ya se las puedo dar?
Scorpius asintió.
Era el cumpleaños de su padre. Desde la mañana, cuando McGonagall anunció que el "profesor Malfoy" cumplía años, se dio inicio a una serie de planes del Aquelarre.
En la mañana, Lily puso un cartel de "¡feliz cumpleaños!" en el laboratorio de pociones. Rose colocó sobre la mesa algunos ingredientes extraños que Albus y ella sacaron del Bosque Prohibido con la ayuda de Adhara y los cambiaformas. El retrato de Severus les indicó de un escondite secreto en las mazmorras con un viejo libro que hizo que Draco estuviese boquiabierto apenas lo sostuvo.
James lanzó fuegos artificiales diurnos marca Weasley durante la tarde en el campo de Quidditch. Estos persiguieron a Draco por una parte del colegio, envolviéndolo con figuras brillantes, hasta que ya casi no podía contener la risa.
Scorpius y Nesrine prepararon su cena, siguiendo las instrucciones que envió la madre de Nesrine en una carta y bajo la supervisión de Theodore y los elfos de la cocina. Luego Nesrine envió a su padre a entregarle la bandeja de comida a Draco.
Para la noche, tenían la obra y a Nesrine caminando hacia el puesto de Draco con un gran ramo de flores.
—¡Feliz cumpleaños, padrino! —le dijo como por quinta o sexta vez en lo que iba de día.
Draco se dejó abrazar y recibió las flores con una expresión avergonzada. Codeó a Harry cuando este le dijo algo en voz baja y McGonagall comenzó a reírse.
Nesrine regresó corriendo detrás del escenario y le enseñó un pulgar arriba.
—¡Ally, entras en un minuto, justo después de Scorp!
—¡Ya sé, gracias! —contestó Albus, desde el interior de los vestidores.
—¿Necesitas ayuda con el cabello…? —Nesrine se dirigió hacia allí para ayudarle.
Scorpius carraspeó, se aseguró de que su túnica estuviese impecable y salió al escenario, llevando su varita como si fuese un micrófono.
Sonrió al localizar a su padre en la primera fila, atento a él, y volvió a aclararse la garganta.
—La profesora dijo que esta última presentación del año sería en honor al profesor Malfoy, que es el mejor padre del mundo…
Draco parecía a punto de esconderse detrás de sus flores, en algún punto entre la felicidad y la pena absoluta. Scorpius estaba muy contento de poder llenarlo de muestras de afecto ese día, porque sí, él lo consideraba el mejor padre del mundo.
Cuando acabó de hablar, regresó detrás del escenario y cambió de lugar con Albus, que subió a la plataforma, usando un disfraz de mago oscuro.
—¿Esa es su cara de que está feliz? —le preguntó Altair, asomándose por un costado de la cortina para ver a Draco.
Scorpius lo hizo también y asintió, sonriendo.
—Los sangrepuras de su generación todavía tienen cierta parte de la educación de antes y les cuesta expresar felicidad como a los de ahora, pero está feliz, eso se nota.
—Oh —Altair asintió, seguramente pensando que era interesante.
La obra transcurrió sin ningún inconveniente, y al final, Scorpius se paró junto a su profesora y volvieron a desearle feliz cumpleaños a Draco. Sólo el cumpleaños de McGonagall fue tan relevante como ese entre los miembros del personal docente que lo celebraban durante el ciclo escolar.
Mientras recogían los artículos dispersos por el teatro y su público se marchaba, Scorpius fue hacia su padre y lo abrazó. Draco se demoró un instante en reaccionar para rodearlo también. Adhara siseó y se arrastró desde el brazo de Draco para envolver los hombros de los dos.
—¿Fue un buen cumpleaños? —indagó Scorpius, con una mirada que le advertía que iba a llorar si hubo algo que no le gustó, porque se esforzó muchísimo para que tuviese un gran día.
Draco se percató de esto y sólo pudo imaginar a su pequeño que sollozaba cuando lo despertaba al intentar colarse a su cama mientras apenas sabía caminar, sintiéndose el peor hijo del mundo mágico. No tenía idea de cuándo había crecido, él aún veía a su pequeño allí, formando un puchero y esperando que lo hubiese pasado bien.
—Creo que fue mi mejor cumpleaños —susurró Draco, de manera que ni siquiera Adhara podría oírlo—, pero lo mejor fue que…extrañaba que estuvieras ahí este día, Scorp-
No pudo terminar porque Scorpius lo estrechó más fuerte y hundió el rostro en su ropa. Draco se sintió tentado a lanzarles a los demás un hechizo para que no los vieran, pero acabó por resignarse y jugó con el cabello de Scorpius, contestando en voz baja a todo lo que este le decía.
Apenas pudo liberarse del abrazo, Draco suspiró. Scorpius sonrió y corrió de regreso a los bastidores.
Él estaba por unirse a los que abandonaban el lugar cuando otro chico rubio se le acercó.
Altair se detuvo, avanzó otro par de pasos, volvió a parar y giró el rostro. Scorpius lo alentó mediante gestos desde detrás del escenario y luego se escondió cuando notó que Draco lo veía con las cejas arqueadas.
Después de unos segundos de vacilación, Altair no sólo se paró frente a él, sino que le tendió un paquete. Comenzó a balancearse sobre los pies mientras Draco lo abría, comprendiendo que Scorpius no dejaría de fingir que lo "espiaba" en secreto desde detrás de la cortina hasta que lo hubiese visto agradecer por el obsequio.
Consideró hacerlo sólo por ceremonia, no esperaba que lo hubiese pensado tan bien. Se le escapó un sonido de asombro cuando el papel marrón de la envoltura reveló una colección de semillas perfectamente limpias.
Semillas que no pertenecían a esa estación, que necesitaban una importante cantidad de magia para sustentarse hasta tomar esa forma, que eran de especies únicas que aún no crecían ni en el invernadero de Longbottom.
Algunas eran para pociones muy complejas que encontró en el libro que el Severus del retrato le dijo que podía tomar y otras eran para usos más comunes, pero igual de difíciles de encontrar. Como su semilla favorita para su infusión favorita, una que su madre le hacía cuando era un niño y montaba una rabieta porque lo que había para comer no le gustaba.
Observó a Altair con abierta sorpresa. Él volvió a balancearse sobre sus pies.
—¿Tú…?
—No fueron difíciles de conseguir- bueno, sí, sí, fueron difíciles —Altair movió sus manos y él notó que tenía algunos cortes y las uñas dañadas—. Ninguna estaba lista y algunas plantas no eran muy amables, y luego tuve que cultivarlas fuera de época y- creo que hice un buen trabajo, espero haber hecho un buen trabajo, me pareció que todas estaban bien, las revisé una por una y-
Altair apretó los párpados cuando él puso una mano en su cabeza. Tras un instante, entreabrió los ojos.
—Gracias, es un regalo increíble. Sobre todo estas —Apuntó a las de la infusión que le hacía su madre.
Altair le mostró una ligera sonrisita.
—¿Ya no piensa que soy malo? —murmuró. Como Draco le dirigió una mirada extrañada, se explicó:—. Sé que le preocupaba que estuviese cerca de Scorp porque pensaba que era malo. ¿Ya no? Me…uh, me ha gustado estar aquí estas semanas…aunque todavía no me puedo ir porque no estoy completo, pero quisiera, si se puede, yo, uhm…
No lo había escuchado balbucear así desde que lo conocía y fue divertido. Hizo que el parecido que tenía con Scorpius se volviese más notable.
—¿Te quieres quedar aquí?
—¿Se puede? —La expresión de Altair se contrajo por un segundo—. No se puede, ¿cierto? Le dije a Scorp que no se podría y él dijo-
Draco miró de reojo hacia el escenario. Su hijo acababa de volver a esconderse detrás de la cortina. Era claro que no tenía idea de que sus pies se notaban por debajo de la tela.
Suspiró y se fijó en el chico que balbuceaba y se inquietaba delante de él.
En verdad lucía tan humano. Tan similar a Scorpius. De a ratos, viéndolo así, incluso Draco podía confundirse un poco.
Su cabello también era idéntico al de Scorpius, al que conocía bien porque jugaba con el desde que su hijo era un bebé, al que era igual al suyo y al de su padre.
—En el verano iremos a la Mansión Malfoy —le contó a Altair, lo que paró por completo esos balbuceos—, creo que te gustará. A Scorpius le encanta, al menos.
—Oh —Altair pareció aturdido porque le hablase de un plan a futuro, incluso si sólo se trataba del siguiente mes—, está bien…
—¿Cuánto tiempo crees que tardes en estar completo?
Altair apretó los labios y bajó la cabeza.
—Unos meses son suficiente. Se está demorando un poco más de lo que-
—Porque vas a tener que seguir a Scorpius a todas partes durante el verano por eso —continuó Draco en voz baja—, pero me imagino que para el próximo año escolar, podríamos comenzar a alejarte un poco, ya deberías tener más energía para entonces, ¿no? Scorpius puede ser un poco…peculiar, supongo, y está bien que no quieras hacer exactamente lo mismo que él todo el tiempo, así que cuando puedas estar lejos, ya podrás también averiguar qué quieres hacer por tu cuenta y…
Altair lo abrazó. Eso lo tomó por sorpresa y se tardó unos segundos de más en reaccionar.
Vio a Scorpius celebrarlo desde detrás de la cortina con un bailecito. Empujó la tela por error en un movimiento y luego gritó y volvió a ocultarse cuando se percató de que, de nuevo, Draco lo veía con una ceja arqueada.
—Gracias —murmuró Altair, sin verlo—, gracias…
Draco le dio una palmadita en la cabeza y lo envió con Scorpius tan pronto como el chico decidió soltarlo. Altair corrió hacia Scorpius y este volvió a hacer aquel bailecito, mientras jalaba de sus brazos y zarandeaba a un Altair que lo observaba como si no estuviese seguro de si debía ayudarlo de algún modo.
Esperaba no estar cometiendo un error.
Miró de reojo hacia un lado cuando alguien se paró junto a él.
—Así que…supongo que ahora tienes dos hijos.
Harry le mostró una sonrisa burlona y Draco lo codeó. Él se cruzó de brazos y ambos observaron a Scorpius gesticular emocionado para explicarle algo a Albus, Altair y Lily. La única contagiada por el entusiasmo era la pequeña Ravenclaw.
—¿Crees que sea algún tipo de ente malvado y peligroso que en cualquier momento se va a convertir en una sombra y a tragarse a los chicos?
En ese momento, Lily acababa de saltar sobre la espalda de Altair, que empezó a trastabillar en pánico porque pensaba que se iban a caer los dos. Albus le decía que la tirase al suelo y Scorpius daba vueltas en torno a ambos, intentando ayudarlos a mantener el equilibrio, en vano.
Harry frunció el ceño.
—Oh, sí, se ve como un mini Lord Voldemort. Ten mucho cuidado —Se giró para encarar a Draco—, ¿quieres que te enseñe algunos hechizos para enfrentarlo? Podrías incluso tener que morir también para deshacerte de él.
Draco también se cruzó de brazos y se inclinó hacia adelante, de manera que acabó muy cerca de él.
—¿Qué hechizo me enseñarías? ¿Un expelliarmus? —Elevó las cejas—. Ya lo aprendí hace tiempo, gracias. Y el patronus no se usa en duelos.
—No son los únicos hechizos que conocía, Malfoy.
—También hubo uno mortal que te pareció que no valía la pena usar en magos oscuros asesinos.
Harry dejó caer los brazos al recordar eso. Draco se percató de que no era un tema con que le gustase hablar a la ligera y resopló.
—Por Merlín, si yo lo superé, tú-
—Por eso no lo hice —susurró Harry. Tragó en seco y miró alrededor para comprobar que nadie les prestaba atención, después volvió a poner su atención en él—. Cuando…cuando te vi, yo…yo entré en pánico, sí, y- y me di cuenta de que te pude haber…puede haber…no importa que no supiera lo que estaba haciendo, si tú hubieses muerto, yo-
Harry meneó la cabeza.
—No quería ser un asesino. No quería volver a hacerle algo así a nadie, ni siquiera a los "malos", porque eso es- fue muy-
—Potter —Draco ladeó la cabeza para obligar a Harry a verlo de nuevo—, fue hace mucho tiempo y estaba comenzando una guerra.
—Aun así, no fue bueno que yo-
—Créeme que no fue lo peor de esa época. Mi tía era muy creativa para las maldiciones.
La expresión mortificada de Potter le advirtió que su mente de Gryffindor nunca iba a olvidarse de esa maldición, ni se iba a perdonar, incluso después de más de veinte años.
Draco se encogió de hombros e intentó adoptar un tono burlón para que olvidase el tema.
—¿Y cuál es el regalo que me va a dar San Potter? Porque es el día internacional de agasajar a Draco Malfoy, ¿sabes? No puedes perdértelo, todos tienen que participar-
—Qué bueno que lo preguntes —Harry pareció recuperar parte de su humor en la sonrisa que le mostró—, porque tengo el regalo en mi oficina.
Debió encontrar divertidísimo que Draco boquease.
—¿Es…?
Harry simuló una profunda reverencia que le copió al personaje que Scorpius interpretó en la obra.
—Su Alteza, su último regalo del día de agasajar a Draco Malfoy lo está esperando por aquí.
Draco se mordió el labio en un intento fallido de no poner una sonrisa tonta en su cara.
—El día internacional —Utilizó un énfasis especial en la palabra— de agasajar a Draco Malfoy.
Harry rodó los ojos y Draco esperó que se "corrigiese".
—Su último regalo del día internacional —Harry aplicó el mismo énfasis— de agasajar a Draco Malfoy lo está esperando por aquí.
—Eso está mucho mejor —Draco entrelazó sus brazos, echó un último vistazo a los chicos para comprobar que no se metieron en un problema todavía y decidió que los dejaría bajo el cuidado de la encargada del club. Abandonó el teatro junto al niño-que-vivió—. ¿En serio hay un regalo?
—Sí, Malfoy, hay un regalo —Harry dejó escapar una risita—, dos en realidad, pero creo que sólo vas a considerar a uno un regalo.
Por alguna razón, Draco no lo soltó ni él se molestó en liberarse. Siguieron caminando así a través del pasillo hacia la oficina de Harry.
—¿Y qué son?
—Si te digo, se pierde la sorpresa —alegó Harry, muy serio.
—¿Por qué me vas a dar regalos, San Potter? —Por su sonrisa, encontraba aquello bastante emocionante—. No me digas que Scorpius te obligó-
—Bueno, estuvo las dos últimas semanas preguntándome a diario si tenía un regalo para ti, pero…
—Merlín —Draco enterró el rostro a medias en el hombro de Harry, sin dejar de moverse, cuando notó que era más práctico que ocultarlo en su mano—, Scorpius se deja llevar por la emoción. En serio no hacía falta que-
—Pero en realidad ya lo estaba haciendo desde antes —aclaró Harry, intentando no reírse de la expresión sorprendida que adoptó el otro mago.
Cuando se detuvieron frente a la entrada de su oficina, Draco arrugó el entrecejo.
—¿Sabías que cumplía años este día antes de que Scorpius te lo dijese?
—Sí, bueno…—Harry entró y se pasó una mano por el cabello, ganando tiempo para explicarlo—. Recordé que en sexto año, cuando los demás hacían el examen de Aparición, tú todavía estabas en el salón- estuvimos en el laboratorio juntos, de hecho, y eso quería decir que no habías cumplido diecisiete todavía.
—No recuerdo mucho de ese año aparte del armario, lo del baño y los Mortífagos —admitió Draco, casi para sí mismo.
—Pues…ahí lo supe —Harry se encogió de hombros y recogió el par de paquetes que dejó sobre su mesa—. Después estuve pensando, haciendo memoria- en segundo año, una vez llevaste una graciosa insignia de cumpleañero por una semana a comienzos de junio- y también recordé a Pansy Parkinson poniéndote una especie de- ¿era una corona? O algo así en cuarto año, creo, y- bueno, recordé la fecha y lo confirmé preguntándole a Nott. ¿Quieres el regalo o no?
Lo último lo preguntó deprisa, en un tono un poco más agudo, y Draco no pudo evitar sonreír al aproximarse para tomar los paquetes.
—Me presentabas mucha atención, ¿no te parece?
—Oh, ¿sólo yo lo hacía? —A pesar de que Harry intentó sonar divertido, estaba atento a Draco desenvolviendo el papel de los paquetes—. A ver, ¿cuándo cumplo años, Malfoy?
—¿Enero? —Draco simuló una expresión desorientada—. No, no, seguro era septiembre, ¿verdad?
Ya que Harry se limitó a observarlo con abierta incredulidad, él se rio.
—Treinta y uno de julio, sí, ya sé, cállate. Era un niño raro con buena memoria para recordar cosas de alguien que odiaba, ¿cuál es tu excusa para…? —Hizo una pausa—. Potter, ¿qué es esto?
—Esperaba que abrieras el otro antes —admitió Harry, pasándose la mano por el cabello de nuevo.
Draco eligió abrir primero el paquete pequeño porque su madre solía darle los regalos más caros en los envoltorios diminutos. Era una cajita con un anillo.
Harry lo sostuvo y se lo mostró bien. Era plateado y tenía una inscripción que le hizo sonreír. Draco dormiens nunquam titillandus.
Nunca le hagas cosquillas a un dragón dormido. Siempre le encantó el lema de Hogwarts.
Luego Harry le mostró que podía agradarlo para que fuese un brazalete o un colgante y encogerlo de nuevo para que fuese un anillo.
—Es una cosa de protección basada en algo que usamos los Aurores cuando somos novatos- también agregué unos hechizos de Hermione para comunicación, ¿ves? Las palabras pueden cambiar —Lo apuntó cuando empezaron a transformarse en otras—. Deja de mirarme así, pensé que era una idea lógica tener algo sutil que sirva para emergencias si se supone que tenemos que cuidar a un grupo de adolescentes.
—Buen punto —Draco asintió, despacio—, ¿así que tú tienes el otro?
—Ah- sí, sí, yo- —Harry carraspeó y extrajo un colgante que tenía escondido en su ropa. El anillo colgaba al final de la cadena—. No iba a arruinar la sorpresa, ¿no?
—¿Y también hiciste para otras personas involucradas en esto o…?
—No es tan fácil de hacer como Hermione lo hace parecer —se quejó Harry—, pero si no lo quieres…—Le tendió su mano para que se lo regresase.
Draco emitió un sonido negativo y se lo colocó en el dedo índice. El anillo se ajustó de forma automática.
—Es una idea tan sutil que me sorprende viniendo de alguien que utilizó un dragón para dejar un banco.
Harry tuvo la decencia de lucir avergonzado mientras Draco abría el segundo paquete y se reía.
—Oh.
Le construyó un cofre para pocionistas. Era de apenas diez centímetros, pero al levantar la tapa, mostraba varios niveles de compartimientos para guardar ingredientes, frascos, viales e incluso instrucciones en pergaminos. Podía intercambiarlos para que el de arriba fuese el que tuviese lo que necesitaba y luego regresarlos a su posición anterior.
Harry presionó un interruptor en una esquina y los compartimientos se hicieron a un lado y plegaron contra las paredes del cofre para dejarle ver el fondo.
Draco quizás estaba gritando por dentro.
Una sala.
Un mini laboratorio dentro del cofre.
—Es como-
—Como el maletín de Newt Scamander —Draco lo observó completamente maravillado y con una gran sonrisa—. Solía coleccionar sus cromos de chocolate- mis padres me compraron algunos maletines infantiles que lo replicaban, pero claro que no era nada tan impresionante, apenas servían para guardar algunos juguetes-
Harry sonrió al darse cuenta de que hablaba tanto y tan rápido porque le gustó. Cuando Draco también notó su comportamiento, carraspeó e intentó adoptar una expresión más seria.
—Quiero decir, es un buen regalo. Un regalo adecuado.
—¿Adecuado? —repitió Harry, despacio.
—Sí, me parece que es adecuado por mi actual trabajo y por-
—¿Estás cumpliendo setenta años y no lo sabía? Porque creo que esa sería la respuesta de Lucius Malfoy.
Draco enrojeció de indignación.
—¡Potter!
Y Harry se echó a reír.
—¡Es que eso no cuenta como un agradecimiento!
—¡Pues si me llamas "viejo", no te pienso agradecer!
—Malfoy, no seas infantil.
—¡No puedo ser infantil si estoy cumpliendo setenta años, según tú!
—¡Malfoy!
—¡Potter!
Draco sonó tan similar a su "yo" de once años quejándose que Harry estalló en carcajadas de nuevo. Él se indignó tanto que se metió al laboratorio del cofre para ignorarlo. Harry lo siguió saltando dentro.
—¡Oye, yo lo hice, al menos deja que lo vea contigo…!
—¿Cómo que no lo has visto? Por Merlín, que nos vamos a quedar aquí atrapados y entonces…
—¡Sí lo vi! Pero no empecé a pasearme dentro…
—0—
En alguna parte a las afueras de Londres, una bruja se detenía en una esquina y se apoyaba contra la pared, con la respiración agitada. Tras unos segundos, se asomaba para fijarse en la calle que dejó atrás.
No había nada relevante por allí.
Decidió continuar por la zona más concurrida para estar segura.
En cuanto se confió demasiado, la atraparon.
