CAPITULO 16. DESASTRE

Gracias por seguir leyendo esta historia.

¡Advertencia de contenido sensible!.

Escena de violencia sexual.

(Trataré de hacerla lo más breve y menos gráfica posible)


Un par de horas habían transcurrido desde su salida de la casa de Levi y Sara, durante las cuales Anthony y Wanda Foxx hicieron como les pidió el ex capitán. Tratando de conseguir alguna información sobre los detalles existentes en torno a la desaparición de su hija, la pareja interrogó a sus empleados, vecinos y transeúntes en las calles que circundaban el local. Lamentablemente aun no tenían exito; al parecer la calle detrás del negocio no era muy concurrida, por lo que nadie había presenciado algo extraño. Sin embargo, cuando casi se dan por vencidos, un chico que vendía periódicos llamó su atención.

Al preguntarle si sabía algo, el chico solo pudo comentar que el día anterior, pasadas las 5 pm, llegaba de su ruta de ventas hacia su casa cuando de pronto vio un vehículo saliendo de la parte de atrás de la tienda de té. Para su mala suerte no se fijó en sus tripulantes, solo pudo detallar el color negro y la velocidad con que se alejó de allí. Con esta escasa información ambos regresaron al local, mientras se preguntaban si Levi había logrado conseguir algo más que ellos.

-Sres, tomen asiento y descansen un rato. Les traeré algo de beber. Todo saldrá bien. -Les dijo una de las chicas que trabajaba junto a ellos y amiga de Sara.

-Si, gracias Linda. Supongo que ahora solo debemos esperar a que Levi llegue. - La muchacha regresó al poco tiempo con unas tazas de té, cuando vieron a un rostro familiar entrar al lugar.

-Buenas tardes, Sres. Foxx. No sé si me recuerdan. Mi nombre es Connie Springer, soy amigo y ex subordinado del Capitán Levi. Nos vimos durante el casamiento.

-Eh, si, claro. Bienvenido. ¿Qué lo trae por aquí?

-Bueno. Ante todo siento mucho lo de Sara. Jean, Mikasa y yo nos enteramos hasta hace poco. Nos encontramos con el capitán y nos contó algo sobre eso. El me pidió que les trajera un recado.

-Gracias. Es un momento de mucha angustia. ¿Levi pudo averiguar algo?.

-Si. El me pidió que les informara que había obtenido la dirección de un lugar donde posiblemente tengan a Sara. También que al parecer el hombre que estuvo aquí y que pudo haberse llevado a Sara está relacionado con el tal Gerard Dok. Justo en este momento deben estar en camino a ese sitio; es una cabaña a las afueras de la ciudad.

-Increíble. Eso es un gran avance. ¡Gracias al cielo!. Solo espero que Sara esté bien, y que no sea demasiado tarde.

-El señor también me dijo que al retirarnos de aquí fueramos a su casa y lo esperaramos allí hasta que volvieran. Mikasa, Jean y un tal Thomas están con él.

-Bien. Entonces le pediremos a los empleados que cierren y nos iremos. -Mencionó el sr Anthony.

-Estoy tan ansiosa. Ojalá que no haya ningun otro peligro para ellos. - Un rato más tarde el trío fijó su rumbo hasta el hogar Ackerman, donde aún se encontraba Evelin esperando alguna noticia favorable.

Mientras el grupo de Levi se acercaba a la propiedad, el hombre sentía el miedo adueñandose de él, recorriendo cada rincón de su mente y su corazón. Se imaginaba múltiples escenarios y en todos visualizaba a Sara en peligro. Aún ni siquiera sabía cómo reaccionaría y se preguntaba a sí mismo ¿Qué haría con Gerard?, ¿Sólo se encontraban ellos dos allí o estarían vigilados?. Con ellos solo llevaban un pequeño cuchillo que Jean llevaba consigo, y una palanca que Thomas llevaba en su vehículo; además de su fuerza física y años de entrenamiento. Levi sabía que podrían defenderse pero no quería subestimar a su enemigo, o poner en riesgo la vida de sus acompañantes ni la de Sara. Más allá de sus cavilaciones y suposiciones sobre el estado en que se podría encontrar su esposa, nadie se imaginaría lo que la mujer había vivido unas horas antes.

...

En una oscura habitación, la leve claridad de las luces del exterior se abría paso atravesando una espesa cortina y la iluminación del pasillo se colaba a través de las rendijas de la puerta. Sus ojos se abrían con pesadez, tratando de salir del desconcierto, preguntándose qué había pasado desde su encuentro con ese hombre. Tan pronto los recuerdos volvían a ella sobre la breve conversación que tuvo con él, presentía que algo muy malo había pasado o pasaría. Aun desorientada no sabía que hora era, cuánto tiempo tenía allí, ni el por qué. El sonido de pasos que se incrementaba a medida que se aproximaban se detuvo de repente afuera de la habitación. Frente a la creciente incertidumbre, se preguntaba quien estaría al otro lado de la puerta y el temor hacía que su corazón latiera mucho más fuerte.

La puerta se abrió lentamente con un lúgubre chirrido mientras una figura se adentraba en el cuarto encendiendo una lámpara y colocándola en una mesa. Sara parpadeó un par de veces tratando que sus ojos se adaptaran a la iluminación, quedando sin palabras cuando vio el rostro del hombre que se dio la vuelta hacia ella.

-Al fin despiertas

-Usted... ¿Sr. Dok?, pero... ¿Por qué?

-Sé bienvenida. Espero que la pasemos bien.

-¿Por qué me trajo aquí?. ¿Hace cuánto llegué?

-Hace unas 5 horas aproximadamente. Disculpame por nuestro encuentro tan poco convencional. Solo quería evitar la interrupción de terceros.

-Ese hombre... ¿Usted lo contrató?. Me secuestró, es un crimen. Me tiene sin cuidado quien sea usted, esto no está bien.

-Pues, deberías tener muy en cuenta quien soy. Más te vale que cooperes. Te hablaré claro. Te traje aquí porque quiero que seas mía. Tu decides si colaboras o no.

-¿Suya?. Yo estoy casada. Tampoco quiero tener nada con usted.

-Casada con un hombre al que al parecer no le importas. Si no quieres nada conmigo entonces, no te quejes más tarde. -Dijo el hombre mientras se acercaba a Sara.

Sara forcejeó tratando de zafar inútilmente sus manos de las ataduras que ya empezaban a lastimar sus muñecas. -Suélteme ya.

-Lo siento querida, pero pagué mucho por tenerte aquí. Será mejor que aprovechemos el tiempo.

El hombre se abalanzó sobre Sara besando su cuello, y sosteniendola de su cabello. Su fornido cuerpo se posicionaba sobre ella impidiendole mover sus piernas. Mientras veía a Gerard despojándose de su ropa para luego hacer lo mismo con ella dejándola solo con su ropa interior, Sara sentía que una de las cosas que más temía desde que despertó en ese lugar se estaba haciendo realidad. Ante esa situación tan terrorífica su cuerpo se tensó y las lágrimas empezaron a derramarse. Se sentía impotente, la criatura más vulnerable de todas al no poder hacer nada para evitar lo que ocurría. Por más que gritara o intentara soltarse no lograba nada. Cada vez que lo hacía recibía un golpe, el dolor de las mordidas en su piel era insoportable, un preludio del tortuoso ataque de una fiera.

La soledad y la desesperanza ante la realización de que nadie pudiera acudir en su ayuda la golpeó. En ese momento había deseado con todas sus fuerzas que Levi apareciera y la salvara, pero para ella eso ya parecía imposible. La actitud de su esposo los últimos días solo la había desilusionado, en su mente creía que el había empezado a odiar su presencia en esa casa y que solo era cuestión de días para que diera por terminado su acuerdo, dejándola más herida de lo que nunca pensó, hasta ahora.

El hombre sobre ella siguió en lo suyo; Sara solo se cansó de gritar y luchar contra su dominación. Tras safistacer sus oscuros y despreciables deseos, él se bajó de ella, dejando un magullado cuerpo, no solo por fuera, sino también roto por dentro. La mujer no sabía cuanto tiempo había durado tan cruel experiencia pero a su parecer había sido eterno. Al fin había terminado, pero la posibilidad de que pudiera pasar nuevamente permanecía latente en su interior. Quien de las personas que rodeaban a tan importante hombre se imaginaría lo que era capaz de hacer por saciar su sed y deseo. Por como sucedió todo, era seguro para Sara que ella no era la única que había pasado por sus filosas garras, la confianza con la que actuó el hombre era muestra de ello. Alguien tan poderoso que de seguro era capaz de comprar a cualquiera con tal de esquivar algun castigo.

Finalmente el hombre se vistió, y para sorpresa de Sara se retiró de la habitación. Sara fue dejada allí adolorida, pasarían las horas, llegaría el alba y no podría volver a conciliar el sueño como era lógico. Ante la incertidumbre de lo que pasaría con ella se encontraba muy alerta, tratando de escuchar algo más alla que el cántico de los pájaros fuera de su ventana. Inevitablemente tarde o temprano el volvería a ese cuarto, y asi sucedió un rato después.

-Buenos días. No te ves nada bien. Soltaré tus manos por una hora. Puedes ir a ese baño y asearte. Después de ese tiempo traeré algo para que comas y volver a esposarte.

Sara solo se mantuvo en silencio como respuesta. Nada más imaginarse su trayecto hasta el baño sabía que sería muy doloroso.

-No te preocupes querida, yo no te haré daño. No temas por tu vida. Quedaras libre, lo más probable para mañana. Cada uno podrá continuar con su vida. - Esa última frase solo la hacía sentir más asqueada, su esposa y sus hijos no tenian ni idea del monstruo con el que compartían techo.

-Eso si... - Continuó él. - Me aseguraré de que te mantengas callada. Estoy convencido de que una vez que conozcas mis métodos de persuasión jamás abrirás esa boca. O de verdad te arrepentiras. - Con tan intimidamente declaración amenazante Gerard desató sus esposas y se retiró una vez más.

¿Pero qué más era capaz de hacer ese hombre? ¿No se conforma con haberme dejado como trapo sucio?... Lo único que quiero ahora es salir de aqui. -Pensaba entre lágrimas. Tratando de sentirse con más fuerzas se levantó como pudo, deslizando sus pies con dificultad. El toque del agua fría sobre su piel herida fue algo doloroso, solo quería terminar y salir del baño, pero también quería borrar todo rastro de ese hombre sobre su cuerpo, aunque el recordatorio visible sobre su piel permanecería por desgracia por un buen tiempo más.

Una vez terminó la adolorida chica, ahora con un semblante inexpresivo recogía lentamente su ropa interior y luego se sentó en la cama para vestirse. Desafortunadamente su vestido ahora estaba roto, la manga izquierda estaba inservible, sin importarle se lo colocó. Era mejor eso a nada. Tal como le había dicho, el temible hombre regresó un rato después con su desayuno. Hizo que se sentara en la cama una vez más, pero esta vez solo esposó una de sus muñecas, dejándole un brazo libre para alimentarse.

Por más que Sara no quisiera tomar nada que tuviera que venir de él, se sentía muy sedienta. Podía aguantar un rato más sin comer, pero necesitaba refrescarse. Deshidratarse no era lo más conveniente por ahora. Solo tomó el café y el agua unos minutos después. Las horas pasaban y la misma rutina de ida al baño y comida se repitió alrededor de las 2 pm con el almuerzo. No supo en que momento pero se quedó dormida, un rato después despertó, miró hacia su ventana y vio como rayos naranjas se hacían cada vez más tenues con el pasar de los minutos. Para alivio de la mujer la angustiante experiencia de la noche anterior no se había repetido hasta ese entonces. Al llegar la oscuridad de la noche algunas voces y ruídos se hacían oir de repente, provenientes del exterior, lo que hizo que Sara intrigada se sintiera más ansiosa.


El vehículo de Thomas se acercaba finalmente a baja velocidad a la dirección que les había brindado Rose Dok, sin embargo se detuvieron algunos metros alejados de la cabaña. Según lo planeado durante el viaje hasta allí, el señor Cliff se quedaría en el vehículo, no solo para garantizar su protección, si no además para tener una salida preparada de ese lugar. A Jean se le había encargado rodear la cabaña, en busca de algun vigilante, y así despejar el momento de la entrada de los dos restantes a la vivienda. Levi y Mikasa se encargarían del resto una vez hubiesen logrado entrar.

Jean se adelantó a hacer su parte cuidandose de no ser visto, mientras Levi y Mikasa esperaban fuera del auto, con la vista despejada hacia su compañero. Unos minutos después, Jean pudo detectar a un hombre sentado durmiendo bajo un árbol, al parecer era el único. El ex soldado creía que al estar alejada del resto de la ciudad y protegida por un gran muro de arboles, la cabaña no estaba tan expuesta a los intrusos, y por ende no requerían más vigilancia.

Jean se acercó con cuidado al tipo y antes de que se diera cuenta le asestó un fuerte puño en la cara dejandolo tirado en el suelo. Tomó el cinturón del hombre abatido y amarró sus muñecas detrás de su espalda, para luego quitarle una escopeta que tenía en su poder. Por lo menos por ahora ya no estaban tan desarmados.

Unos minutos después de la retirada de Jean, los Ackerman que esperaban pacientemente vieron al castaño a lo lejos indicándoles que ya podían avanzar. Un rato después, con el atardecer cirniendose en el horizonte, abrieron la puerta principal con un disparo de la escopeta en la cerradura. El trío entraba a la sala principal, a simple vista parecía no haber nadie pero el estruendo alertó a Gerard quien terminaba de vestirse. Con toda la sensación de seguridad que le otrogaba el poder del que gozaba, salió con un rostro de satisfacción y su porte confiado.

-Vaya, vaya. No pensé que recibiría más visitas tan pronto... Sr Ackerman, pensé que alguien como usted tendría más modales al llegar a una casa ajena.

-Dejese de idioteces. Este no es una visita amistosa. ¿Dónde está Sara?

-Su esposa Sara... es un mujer increíble. Por una mujer así se podría hacer cualquier cosa. -Dijo ignorando la pregunta.

-Mikasa, busca en cada habitación. Vé por Sara. - Ordenó Levi.

-No se preocupe sr. Ackerman. Su señora está muy bien. Señorita, busque en la habitación principal. Es la única en la planta superior. -Mikasa salió corriendo con ganas de golpear al hombre y subió las escaleras.

Con la rabia que ahora bullía en todo el cuerpo de Levi no pudo contenerse. Empujó fuertemente al hombre contra la pared y lo tomó por el cuello. - ¿Qué le hiciste a Sara?. Más te vale que no hayas tocado ni un solo cabello de ella.

-Si yo fuera usted, me calmaría, Sr. Ackerman.

-Dame una razón para no matarte aquí ahora. Me has dado muchos motivos para hacerlo. -Dijo Levi mientras lanzó un contundente puño al estómago del hombre haciendo que cayera de rodillas al suelo.

Gerard Dok sintió como el aire abandonaba su cuerpo. - Maldito... ya le dije... ella está bien... puede llevarsela... Ella ya está advertida... Más vale que se olviden de mí... o haré sus vidas miserables. - Decía mientras tosía y trataba de recuperar el aliento unos segundos después de ser golpeado.

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