Capítulo 6
Mi viaje prosiguió en compañía de Aura durante los siguientes dos días. Ese tiempo junto a ella me sirvió para conocerla y entenderla mejor, dejando atrás una parte de mi timidez inicial. Creo que podía asegurar que, además de rivales, ahora también éramos amigos.
Entre otras cosas, ahora sabía que desde pequeña había adorado a los Pokémon y deseado ser entrenadora, también que era una mala cocinera, o incluso que le daban miedo los insectos.
Pero sin duda lo más vergonzoso fue notar que ella estaba en bastante mejor forma física que yo. Podía pasar mucho tiempo caminando sin cansarse, por lo que era yo quien frenaba nuestro avance. Y aunque había empezado a entrenarme físicamente desde que estuve en el gimnasio de Norman, todavía era muy pronto para notar los resultados.
Pero no solo nos dedicamos a conocernos el uno al otro, habíamos pasado mucho tiempo entrenando a nuestros Pokémon. Aprovechamos la travesía por el bosque para enfrentarnos a multitud de enemigos, lo cual no solo hacía más fuertes a nuestros compañeros, sino que también les daba experiencia a la hora de tratar con diferentes tipos de enemigos.
Aura se había quedado sorprendida por los diversos entrenamientos a los que sometía a mi equipo, lo cual me hizo sentir algo orgulloso. Por ello, cuando me pidió consejo para entrenar a su equipo, no dudé en ayudarla.
Ahora, después de pasar los dos últimos días en el bosque, finalmente logramos salir. La cálida luz del sol nos recibió y no pude evitar cerrar los ojos y dejar que la brisa acariciara mi rostro. Se sentía bien recibir algo de luz después de pasar tanto tiempo en la penumbra del bosque. Noté que Aura también lo disfrutaba.
-Parece que ha llegado el momento de separarnos. Ha sido divertido.- le dije mientras la miraba con una ligera sonrisa.
-Estoy de acuerdo. He aprendido mucho de ti, te lo agradezco.- pareció causarle cierta timidez agradecerme, o eso me decían sus nerviosas extremidades y su mirada a un lado. Me pareció adorable.
-No es nada, después de todo somos… amigos, ¿no?- la palabra se me atoró un poco en la garganta. Me costaba considerarme amigo de alguien tras mi experiencia en mi anterior vida.
-Claro que sí.- respondió con una gran sonrisa que alivió mi corazón. Me sentí feliz de escucharla decir eso, hubiera sido un duro golpe que me rechazara.
-Pero eso no quita que seamos rivales. Pienso hacerme mucho más fuerte y te derrotaré para hacerme campeona de la Liga Pokémon. No creas que me contendré.- añadió unos momentos después mirándome de forma retadora.
-Por supuesto. Me ofendería si no dieras todo de ti en nuestro combate.- respondí devolviéndole la mirada. Ambos nos quedamos así unos instantes antes de echarnos a reír a la vez.
-Me marcho ya, hasta la próxima.- se despidió mientras extendía un puño hacia mí. Yo lo choqué con el mío suavemente y ambos nos sonreímos una vez más antes de que ella echara a correr por el camino.
Una vez que me quedé solo empecé a caminar a mi ritmo por la ruta. Ahora que había salido del bosque me apetecía disfrutar un poco del paisaje, por lo que no tenía mucha prisa por llegar a Ciudad Férrica.
Hubo una gran cantidad de entrenadores que me desafiaron por el camino, aunque solo un par de ellos representaron algo de dificultad. Me di cuenta de que muchos buscaban fortalecerse para enfrentar a Petra, pero aun les quedaba bastante para estar listos.
-¿Qué será eso?- me pregunté en un susurro al ver una tienda que había a un lado del camino. No fue hasta que me acerqué más que reconocí de qué se trataba.
Era la Floristería Pitiminí, un lugar sin demasiada relevancia en los juegos y al que yo no había prestado mucha atención. Sin embargo, aquí tenía una gran cantidad de flores que la hacían ver hermosa. Una señorita que había en la entrada se acercó a mí al verme.
-Hola, ¿eres entrenador? Si es así, estoy segura de que conoces la utilidad de las bayas. Aquí vendemos una gran variedad de ellas que pueden serte de ayuda.- me dijo la chica con voz amable y servicial.
En el videojuego no me habría detenido en este lugar, pero este nuevo mundo me había enseñado que merecía la pena explorarlo completamente, así que decidí entrar.
El interior estaba lleno de una gran cantidad de bayas que estaban a la venta, así como de abonos y otros utensilios de jardinería que a mí no me interesaban. Pero lo que más me sorprendió de todo fue cuando leí en un cartel que tenían la MT Energibola a la venta.
Unos minutos después salí de la tienda con una MT más en mi mochila y una buena cantidad de bayas de varios tipos que pensé que me podrían ser útiles. Lo cierto es que las bayas eran más baratas que las medicinas de la tienda, así que me pareció una buena oportunidad.
No pude caminar mucho más antes de que cayera la noche, así que decidí montar el campamento y continuar al día siguiente. Mis compañeros se extrañaron de no ver a Aura, por lo que tuve que explicarles que ella había continuado su camino por separado.
A la mañana siguiente reanudé la marcha a paso rápido. Quería llegar a Ciudad Férrica antes del almuerzo y hacerme con una habitación en el Centro Pokémon. Pensaba pasar unos días allí entrenando a mis compañeros mientras estudiaba a Petra y preparaba una estrategia para el gimnasio.
Por suerte, la ciudad ya no quedaba muy lejos y pude llegar en el plazo previsto. Ante mi se extendía una gran urbe de altos edificios y calles concurridas. Muchas personas se dirigían a sus respectivos trabajos, a la escuela o a algún otro lugar. Sin duda, había una gran diferencia con los primeros pueblos que visité.
Gracias al Holomisor descubrí cuales eran los principales puntos de interés de la ciudad. Para empezar estaba la Escuela Pokémon, un lugar donde enseñaban a cualquiera que lo deseara todo lo necesario para ser un entrenador decente. También estaba el Museo Devon, una construcción de la famosa empresa Devon donde mostraban sus avances tecnológicos al público, entre otras cosas. Por último, pero no menos importante, allí estaba el primer gimnasio de la región.
Con la ayuda del mapa logré llegar en poco tiempo hasta el Centro Pokémon, donde pedí una habitación y que curaran a mis Pokémon. Como era la hora de la comida, aproveché para descansar un poco mientras almorzaba algo de la cafetería.
Cuando terminé de comer, la enfermera ya había terminado con mis compañeros, así que decidí salir a explorar un poco la ciudad. Como tenía varias opciones, al final opté por dirigirme a la Escuela Pokémon en primer lugar.
Al llegar al lugar descubrí que era un edificio de dos plantas con un aspecto bastante más moderno que en los juegos originales. Sin saber muy bien si podía entrar sin más, avancé hacia la puerta de doble hoja y esta se abrió automáticamente.
Dentro me encontré con una enorme biblioteca, mesas, sillas y algunos ordenadores. Sin duda, este era un lugar de estudio lleno de información. Había muchos alumnos, la mayoría más jóvenes que yo, que estaban leyendo o investigando por todo el lugar.
-Hola, joven.- escuché una voz a mi lado.
Al mirar vi que se trataba de un señor mayor, algo bajito y encorvado. Su rostro arrugado indicaba su avanzada edad, y la curiosa perilla que llevaba solo la acentuaba. Iba caminando con un bastón que tenía una Pokeball en la parte superior.
-Hola, señor. Me llamo Eric, soy un entrenador que está viajando para conseguir las medallas de gimnasio. He venido aquí porque tenía curiosidad por ver la escuela.- le expliqué mientras me pasaba la mano por la nuca con algo de nerviosismo. No pretendía encontrarme con nadie en mi visita furtiva.
-Yo soy Will, el director de esta escuela. Así que un entrenador… entonces creo que tengo algo que puede interesarte. Acompáñame.- el anciano echó a andar sin mirar atrás y me quedé sin saber qué hacer por unos instantes, pero rápidamente decidí seguirlo.
El hombre fue hasta las escaleras que debían llevar al piso superior, pero al acercarnos me sorprendí al ver que había otras que bajaban hacia abajo. Aquello me resultó bastante inesperado, pero sentía curiosidad por lo que podría haber en ese sótano, así que lo seguí sin decir nada.
Al terminar las escaleras me quedé boquiabierto al ver un espacio muy amplio en el que había cinco campos de combate de tamaño medio. Unos grandes focos de luz blanca iluminaban toda la estancia, así que pude apreciarla perfectamente. Y no solo el lugar, también pude ver que había un gran número de entrenadores combatiendo y charlando.
-Esta es la Sala Batalla, un lugar donde los entrenadores pueden entrenar y combatir contra otros para fortalecerse.- explicó Will mientras caminábamos por la estancia.
Ciertamente, había combates en todos los campos. En algunos de ellos los entrenadores incluso usaban Pokémon de alto nivel, lo que me hizo tragar saliva con nerviosismo. La carcajada del anciano llamó mi atención.
-No te preocupes, aquí hay mucha variedad de entrenadores. Puedes buscar algunos que estén a tu nivel.- su explicación hizo que me avergonzara. Probablemente había adivinado lo que estaba pensando.
-Eres libre de usar estas instalaciones siempre que gustes, pero debes respetar las normas del lugar. En la biblioteca también encontrarás mucha información, espero que te sirva.- tras esas palabras, el hombre se marchó de nuevo hacia las escaleras. No pude evitar pensar que había algo raro en él, pero una voz interrumpió mis pensamientos.
-Vaya, así que has sido capaz de llegar hasta aquí.- escuché a mis espaldas. Al girarme vi que se trataba de Bruno, quien me miraba con burla y superioridad. Fruncí levemente el ceño con molestia.
-Así es. No debería sorprenderte, después de todo, yo seré el campeón de la Copa de Aspirantes de este año y me enfrentaré al Alto Mando.- respondí dirigiéndole una sonrisa desafiante. Debió molestarle, porque su expresión burlona se tornó seria.
La Copa de Aspirantes era el mayor torneo que se celebraba en la región cada año. En dicha competición podían inscribirse todos los entrenadores que tuvieron las ocho medallas de la región, y el ganador podría retar al Alto Mando para convertirse en el Campeón de la región. Por supuesto, todo esto lo había leído en el Holomisor.
-Pareces muy seguro de ti mismo para ser alguien que no sabe quién es. Por lo que a mí respecta, podrías ser incluso un delincuente.- dijo intentando ofenderme. Por supuesto, yo tenía mis recuerdos y aquello no me afectaba en nada, pero debía mantener mi historia.
-Quizá empieces a creerme si te derroto en un combate.- lo desafié con seriedad. Al escuchar eso me miró con dureza, pero yo no aparté la mirada.
-Muy bien, te enseñaré cómo pelea un entrenador de verdad.- respondió mientras se dirigía hacia uno de los campos que acababa de quedarse vacío. Yo lo seguí con una sonrisa burlona. Si él supiera…
-Me gradué como el mejor alumno de mi promoción en esta misma escuela, así que tranquilo, no debes sentirte mal cuando pierdas.- comentó con soberbia mientras ambos nos colocábamos en cada extremo del campo. Rodé los ojos ante su comentario, este tipo era demasiado engreído.
-Será un combate de un solo Pokémon por participante. ¿Estáis de acuerdo?- preguntó el árbitro que oficiaba el encuentro. Ambos asentimos y el hombre levantó una bandera. Los dos tomamos una Pokeball y esperamos la señal.
Según me había informado en el Holomisor, en los combates de un solo Pokémon, los entrenadores deben lanzar su Pokémon al mismo tiempo. Esto se hace para evitar que uno pueda lanzar un Pokémon con ventaja de tipo después de su rival.
Cuando el árbitro bajó la bandera, los dos lanzamos nuestra cápsula al mismo tiempo. Dos destellos iluminaron el campo de batalla. De mi Pokeball salió Bianca, lo que era una apuesta arriesgada debido a que tenía menos experiencia que Blaze o Gael. Por otro lado, Bruno eligió a un Poochyena.
-Usa Placaje.- mi rival se adelantó y ordenó el primer ataque, pero yo estaba tranquilo.
El Pokémon siniestro comenzó a correr hacia Bianca, pero yo no ordené nada. Sonreí al ver la confusión en el rostro de Bruno. Ralts tenía una estrategia diferente al resto, así que no combatía del modo convencional.
-Ahora, Teletransporte.- dije en el último momento.
Mi Pokémon desapareció inmediatamente en un destello blanco, dejando al Pokémon de Bruno desorientado. El chico no parecía sorprendido, después de todo debía saber que Ralts conocía ese movimiento.
-Ataca con Voz Cautivadora.- dado que nuestro rival era tipo siniestro, los ataques psíquicos no le afectarían. Nuestra única opción era depender de los ataques tipo hada.
Ralts apareció detrás del Poochyena y emitió un grito que lanzó varias ondas sonoras hacia su rival. El ataque lo golpeó de lleno por detrás, por lo que recibió bastante daño. El ceño fruncido de mi rival me indicaba que la situación no le estaba gustando, y eso me hizo sonreír.
-Usa Aullido.- indicó Bruno. Su Pokémon obedeció y lanzó un aullido al aire, tras lo cual fue rodeado por una leve aura rojiza.
-Bianca, no lo dejes actuar. Sigue atacando con Voz Cautivadora.- le ordené a mi compañera.
El combate parecía haber llegado a un punto muerto. Mi Ralts lanzaba ataques y a veces se teletransportaba para atacar a su enemigo desde diferentes lugares, pero el Poochyena tenía buenos sentidos y lograba esquivar los ataques.
-Ahora, usa Mordisco.- la orden de Bruno llegó justo cuando Bianca apareció en un lateral de su Pokémon y se preparaba para lanzar su ataque.
El Pokémon siniestro se abalanzó sobre mi compañera y esta lanzó su ataque contra él. Aunque Voz Cautivadora lo golpeó primero de forma eficaz, el Poochyena continuó con su ataque y mordió con fuerza a mi amiga.
El grito de dolor que profirió Bianca me desgarró el corazón y algo retumbó dentro de mí. Por un segundo me quedé sin respiración y me llevé la mano al pecho, aunque luego esa sensación disminuyó. No entendía lo que había pasado, pero aquello no había sido por simplemente empatizar con su dolor.
Entonces recordé que el combate continuaba. Poochyena había vuelto a su posición después de atacar a mi amiga, mientras que esta lucía muy agotada. No me extrañaba, su rival había aumentado su ataque y las defensas de los Ralts son bastante flojas. Aquel ataque debía haberla dejado al borde del colapso.
-Aguanta un poco, podemos lograrlo.- animé a mi Pokémon. Ella asintió y se puso en pie con dificultad, pero con decisión en su mirada.
-Patético. Acaba con él con Placaje.- ordenó Bruno. Sus palabras me molestaron, no consentiría que menospreciara el esfuerzo de mi compañera.
El Pokémon de mi rival cargó contra Bianca y yo dejé que se acercara, tenía que asegurarme de acertar el próximo ataque. Cuando estaba a punto de conectar su ataque, finalmente di mi orden.
-Usa Voz Cautivadora.- Bruno pareció sorprendido ante mi indicación, quizá esperaba un Teletransporte.
Mi Pokémon lanzó su eficaz ataque a quemarropa y dañó gravemente al Poochyena, pero este siguió su ataque y embistió a Bianca. Ambos Pokémon retrocedieron tras el golpe y cayeron al suelo. Los dos estaban fuera de combate. El árbitro levantó ambas banderas.
-Parece que es… un empate.- dije mientras mi cuerpo se relajaba y me acercaba para sostener a Bianca en mis brazos. Parecía agotada, aunque no muy herida.
-Tsk, solo has tenido suerte por tener ataques efectivos contra mí.- respondió Bruno devolviendo a su Pokémon a la cápsula.
-Excusas de mal perdedor.- le dije con una sonrisa burlona. Eso pareció enfurecerlo aun más.
-La próxima vez te aplastaré. Y no olvides que te estaré vigilando, posible delincuente.- dijo antes de girarse y marcharse del lugar. Yo me limité a rodar los ojos con hastío, ese chico era un pesado, pero era duro combatiendo.
-Ese combate no ha estado nada mal.- escuché a mis espaldas. Al girarme me sorprendí al ver que se trataba de Petra, la líder de gimnasio. Su aspecto era igual al de los juegos, por lo que fue fácil reconocerla.
-Gracias, pero lo haré aun mejor cuando te enfrente en el gimnasio.- le respondí con una sonrisa amistosa. No quería que lo tomara como un comentario presuntuoso.
-Eso espero, o de otra forma no sería divertido.- respondió mientras soltaba una risilla -¿Cómo te llamas?- preguntó mirándome con interés. No pude evitar sentirme algo halagado por haber llamado la atención de un líder de gimnasio.
-Eric. Comencé mi viaje hace poco.- respondí sin mencionar mucho sobre mis orígenes. Tampoco quería ir difundiendo mi falsa historia por ahí.
-Bien, Eric, recordaré tu nombre. Espero verte en mi gimnasio.- tras esas palabras, la líder se marchó caminando de la sala.
Por mi parte, decidí llevar a mi compañera al Centro Pokémon para que se recuperara. La enfermera Joy no tardó mucho en restaurar su salud, así que decidí aprovechar que aun era de día para visitar el museo.
El edificio era imponente por fuera. Estaba hecho de alguna piedra similar al mármol y decenas de columnas lo rodeaban, dándole un aspecto de templo griego. Había muchas personas por los alrededores, lo que indicaba que era un importante punto de interés.
Tuve que hacer cola para entrar durante una hora, pero afortunadamente tenía mucha información que leer en el Holomisor, por lo que no me aburrí demasiado. Cuando llegó mi turno pagué la entrada y crucé las puertas del edificio.
La primera sala era amplia y todo era de un blanco mármol que le daba un aspecto muy pulcro. Un vistazo me bastó para ver que las paredes estaban llenas de cuadros, por lo que esta sala debía estar centrada en la pintura.
Me di un paseo por el lugar y vi algunos cuadros bonitos y divertidos, como un Plusle y un Minum jugando, y otros muy impresionantes, como una batalla entre Groudon y Kyogre con Rayquaza descendiendo desde el cielo.
En las otras salas encontré diferentes muestras de arte, tales como esculturas, fósiles de Pokémon y piedras y minerales misteriosos. Fue en esta última habitación donde vi algo que hizo que mis ojos se abrieran ampliamente.
Se trataba de una exposición donde se hablaba sobre la megaevolución. Había varias megapiedras, las cuales eran imitaciones, con las respectivas formas megaevolucionadas del Pokémon al que pertenecían. También contaban la historia de la megaevolución, aunque no había mucha información sobre el tema.
-¿Te interesa esta exposición?- preguntó una voz a mi izquierda.
Al mirar en dicha dirección y comprobar quién me hablaba mi mandíbula se abrió ligeramente debido a la impresión, lo cual hizo reír a la otra persona. Su traje negro y cabello plateado eran inconfundibles. Se trataba de Máximo, el campeón de la Liga Pokémon.
-Eres el campeón.- logré decir una vez que me repuse un poco de mi sorpresa inicial.
-Así es, aunque prefiero que se refieran a mi como simplemente Máximo.- respondió mientras me miraba con sus intensos ojos grises. Era un color imposible de ver en mi mundo original.
-Como te decía, ¿estás interesado en la megaevolución?- volvió a preguntar.
-Claro, espero conseguirla en algún momento de mi viaje. Es probable que la necesite para vencerte cuando nos enfrentemos.- dije mientras mostraba una sonrisa desafiante. Me resultó inevitable lanzar ese desafío, la sola idea de enfrentarme a él me emocionaba.
-Oh… así que asumes que ganarás la Liga Pokémon. Sí que tienes confianza.- contestó el campeón sin aparentemente molestarse por mi comentario. De hecho, hasta parecía curioso.
-Por supuesto. Pronto retaré a Petra y conseguiré mi primera medalla. Solo espera y acabaremos enfrentándonos.- respondí con confianza. Sabía que podía lograrlo si me esforzaba y entrenaba a mi equipo adecuadamente.
-Bien, espero que puedas mantener tu palabra. Si tu combate es lo bastante bueno podré verlo en la televisión.- sus palabras me dejaron intrigado, pero antes de poder preguntarle al respecto siguió hablando.
-Volviendo al tema de la megaevolución, debes saber que solo unos pocos entrenadores que logran superar ciertos requisitos pueden obtenerla. Y el primero de ellos es tener, como mínimo, cinco medallas.- explicó Máximo mientras alzaba un dedo frente a mí.
-Entiendo. En ese caso, no insistiré en el tema. Cuando tenga las cinco medallas me informaré sobre los siguientes requisitos.- respondí con un asentimiento. El mayor sonrió.
-Bien, es importante que seas paciente y tengas claras tus metas. Ahora debo marcharme, pero antes, ¿cómo te llamas?- preguntó con curiosidad.
-Mi nombre es Eric.- respondí con una sonrisa decidida. El peliplateado asintió.
-Lo recordaré. Veremos si eres capaz de mantener tus palabras.- y tras decir eso, el campeón se marchó de la sala. Fue entonces que solté el aire que estaba conteniendo.
Todo aquello me había puesto bastante nervioso, pero intenté disimularlo lo mejor que pude. No quería parecer un fan loco, pero Máximo era uno de los campeones que más me impresionaban. No es nada fácil ser campeón con un equipo de un solo tipo.
Tras ese encuentro salí del museo y me percaté de que estaba anocheciendo, así que me dirigí hacia el Centro Pokémon. Había sido un día movido y me merecía un descanso, además de que tenía que pensar una estrategia contra Petra.
Cuando llegué a mi destino me dirigí directamente a mi habitación después de comprar algo de comer en la cafetería, además de comida Pokémon. Me tumbé en la cama y cené mientras leía información sobre Petra, hasta que en algún momento me dormí sin darme cuenta.
Hola a todos/as.
Bueno, creo que en primer lugar debo disculparme por no subir capítulo la semana pasada. Como ya mencioné, tengo obligaciones que cumplir, así que no tengo demasiado tiempo para escribir. En cualquier caso, intentaré subir capítulo cada dos semanas como mínimo.
Respecto al capítulo, Bruno y Eric han tenido su primer enfrentamiento, pero sin duda vendrán muchos más en el futuro. En el próximo capítulo vendrá la esperaba batalla de gimnasio, veremos cómo le va a Eric..
También quería aclarar que en este fic solo aparecerán Pokémon y temáticas de hasta sexta generación. Es decir, que no habrá Dinamax ni nada por el estilo.
Y eso sería todo, espero que nos leamos pronto.
Un abrazo ^^
