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Respuestas Encriptadas

He escuchado tu súplica, querida y ni yo ni los demás hemos podido mirar hacia otro lado – la diosa levantó su mano joven y blanquecina, cuan doncella, y la pasó por la cara desgastada pero hermosa de Andrómaca, borrando el rastro de lágrimas – no solo vengo a socorrer a los héroes, también hay heroínas que merecen todo mi respeto.

-¿Por qué no acudiste en ayuda de Casandra? —Andrómaca miró a la diosa con ira, provocando que Atenea la mirara entristecida—. ¿Por qué no la defendiste? Podrías haber parado a tu guerrero, o haber cerrado el tempo o incluso pedirle a tu padre que lanzara un rayo de advertencia. —Andrómaca no bajó la vista ni un segundo—. Sin embargo, la gran diosa justa, venerable guerrera que lucha por los inocentes y que protege a los débiles, se quedó impasible, mientras un gran guerrero, su protegido, se aprovechaba de la inocencia de una muchacha. ¿Fuimos malditos por los dioses a causa de una prueba hecha por mi cuñado? ¿Miles de vidas por no conseguir una simple manzana?

-No, el destino de Troya estaba escrito, los aqueos ganarían la batalla, pero no con la brutalidad desmesurada que mostraron. —Andrómaca la miró extrañada. No conocía otra forma de guerra, la brutalidad estaba implícita en el campo de batalla—. Me has peguntado por qué no pude socorrer a tu hermana —continuó la diosa— porque simplemente, el destino no me dejó. Ella, siendo maldecida por Apolo, debía pasar por aquellos males, debía sufrir por haber creído que era más poderosa que un dios. Lo que no estaba escrito es que mancillaran mi templo y que pasaran por alto la protección que se brinda en un lugar sagrado —los ojos de Atenea se encendieron, como si de ellos se desprendiera un fuego azulado.

—Sala de autopsias ¿en qué puedo ayudarle? —descolgó Mūsū el teléfono de la sala de autopsias mientras acababa de recoger los pocos utensilios que había utilizado ese día.

Hola Mūsū, soy Higurashi. —El forense recordó a la mujer menuda que venía como compañera de Ranma y Akane—. Me gustaría saber si tienes alguna coincidencia con la sangre que encontré en la verja.

—¡Ah! Sí. —El médico se dirigió a la mesa y buscó entre los documentos los análisis que había hecho de las pruebas del caso de Plaza—. Por desgracia la muestra se contaminó y no he podido sacar un resultado concluyente —escuchó un suspiro de resignación por el auricular—, pero quería hablar con vosotros, he hecho un segundo examen al cadáver y parece que hay nuevos datos que me gustaría comentar ¿Cuándo podrías acercarte a la morgue? —notó algo a su espalda, pero no vio a nadie.

¿De aquí a un par de horas? —preguntó Kagome.

—Bien, esperaré aquí —se despidió de ella y colgó el teléfono.

Mūsū cogió los documentos y los guardó en una caja cerca del fregadero. Sabía que no era el mejor lugar, pero así él nunca se olvidada de organizar los papeles antes de irse. Se fue hacia el cadáver y lo tapó con una sábana, para luego introducirlo en el refrigerador. Por segunda vez escuchó un ruido a su espalda, esta vez demasiado claro para poder dejarlo pasar.

—¿Hay alguien ahí? —Mūsū vio una sombra que salía de detrás de un armario, una sombra con algo metálico. El forense suspiró y levantó las manos, odiaba trabajar en casos de drogas.

(-.*-.*-.*-.*-.*)

Se levantó temprano e hizo el desayuno para ambos. Los niños habían ido de visita a casa de sus padres durante una semana para que ellos pudieran tener un respiro. Sesshomaru no se consideraba un experto en la cocina, pero sí que tenía cierta maña en conseguir crear buenos desayunos dignos de uno de los mejores gourmets. Además, aquella mañana quería que fuera especial, necesitaba reconectar con su mujer, porque como bien le había advertido Riko, parecía que su matrimonio pendía de un hilo.

Después de escuchar las palabras entrecortadas de ella en el auricular, no tuvo tiempo de despedirse de su hermana; salió como un rayo de la oficina y se dirigió a casa, donde ella lo esperaba temblando. Le golpeó en la cara, iracunda, en cuanto entró por la puerta. Había llamado a todo el mundo, había llamado incluso a Kagome pensando que podía estar con ella, pero al no saber nada de él, se rindió y se quedó esperando a que la llamara. Cuando la escuchó, se quedó estático, entendía que había sido una estupidez no decirle a donde iba y si estaba bien, sin embargo, tiempo después de hablar con su hermano, sin quererlo, se replanteó como había cambiado su vida y que, incluso él, había perdido cierta libertad en sus horarios. Aquello le planteó dudas.

Él siempre había sido un hombre autosuficiente que no dependía de nadie. Pero ahora, dependía del bienestar de su familia para su salud mental. Necesitaba saber que sus hijos no tenían problemas, que Rin estaba protegida y que Kagura estaba a salvo, para poder dormir tranquilo. Ya no era él solo en el mundo y aquello lo enfadó.

Pagándolo con la persona que menos lo merecía.

Se había distanciado de su mujer, lo sabía, pero no había sido plenamente consciente hasta aquella noche. Se había obcecado tanto en conseguir encontrar aquel asesino, que se le había adelantado, que no había pensado en el bienestar de su vida privada, sintiendo, quizás, aquella libertad que creía haber perdido.

Por ello, hoy quería que fuera un día especial.

Además, ella estaba rara. Las pesadillas con Naraku y con sus traumas pasados habían vuelto sin previo aviso, desestructurando unos avances de los que ambos se sentían orgullosos. Puede que estar cerca de la fecha en la que fue atacada fuera el detonante más obvio de aquella situación, pero sabía que había algo más. Ella, igual de orgullosa que él, escondía algo en su interior, un miedo incipiente que crecía a medida que avanzaban los días. La notaba deprimida, ausente, buscando el calor de sus brazos, pero sin ningún avance más. Se sentía un miserable al desear a su mujer de manera más carnal cuando ella, con toda seguridad, estaba pasando por un calvario, pero no podía evitar sentirse así con ella. Por lo que no ayudó que mientras él se apartaba para sentir un poco de libertad, ella se apartara también para no intimar con él.

Conclusión: eran unos imbéciles que se amaban y no querían decirlo en voz alta.

Acabó de montar el desayuno para llevarlo a la cama, junto a dos zumos de frutos rojos. Al llegar a la habitación, Kagura estaba hablando por teléfono con los ojos tristes y una sonrisa algo falsa, mientras se masajeaba la nuca, nerviosa, en un claro intento de rebajar su tensión. Él no hizo ninguna mueca, pero dejó los trastos en la mesa de cama y se acercó a su espalda, para masajearle el cuello. Como respuesta, ella casi lanza un gemido de satisfacción que tuvo que disimular con una tos fantasma. El albino sonrió, le encantaba tener ese efecto en ella.

—Sí, lo entiendo —dijo ella cerrando los ojos, exasperada—. Intentaré hacer lo posible, pero —suspiró al verse interrumpida. Sesshomaru le preguntó con la mirada, pero ella alzó la mano—, sabes cómo están las cosas, ella no… —volvió a hacer una pausa—. Sí lo comprendo. Si sí, claro. Nos vemos —cortó la llamada y dejó ir de mala gana el móvil a la cama, frustrada.

—¿Qué ocurre? —preguntó el detective.

—Bankotsu me ha llamado diciendo que Onigumo está dispuesto a dejar de subvencionar la editorial —suspiró.

—Por algo en especial, imagino.

—Sabe que estoy leyendo una obra escrita por Kagome —dijo enfadada. Sesshomaru dejó de masajearle el cuello y la observó, extrañado— y aunque te extrañe, es buena. Pero no sé cómo, Onigumo se ha enterado y está dispuesto a arruinarnos sino ceso en este trabajo.

—¿Desde cuándo Onigumo tiene interés en fastidiar a Kagome?

—¿No te comentó tu hermano que los acompañó cuando abrieron testamento? Es posible que él también saque algún tipo de beneficio.

—Si os ha amenazado con ello es porque, con toda seguridad, tiene las de ganar.

—A veces me encantaría tener el ingenio de una diosa, todo sería mucho más sencillo —agregó Kagura mirando la figura de Atenea que su marido le había regalado años atrás.

—Puede que haya una forma menos fantástica —objetó él—. Puedes pedirle a Kagome que trabaje bajo un pseudónimo, así Onigumo no sabrá de quién es la obra —comentó de forma obvia. Ella abrió los ojos sorprendida por la solución—. No tienes una diosa, pero sí un marido comparable a un héroe griego.

—Yo lo suelo comparar a un dios griego —contestó pícara. Sesshomaru quedó cautivado por su expresión, siempre le había encantado aquella espontaneidad de ella, pero se contuvo, no quería presionarla. Sin embargo, ella, con valentía, se acercó colgándose de su cuello y unió los labios con lentitud, disfrutando del momento. Momento que fue interrumpido por el sonido de un móvil—. Es el tuyo.

—Maldita sea —se estiró lo suficiente para alcanzar el aparato mirándolo con odio—. No te muevas de aquí—ordenó desesperado. Ella sonrió y le besó tranquilizándolo—. Pienso coger el día libre —afirmó, recibiendo una mirada de duda por parte de ella.

—¿Es por la madre de Kagome? —Sesshomaru miró el aparato. Si un sábado por la mañana Miroku lo llamaba, era porque había descubierto algo más del caso de Sonomi—. Si es así, ve y atrapa a quien lo hizo.

—Llevamos mucho tiempo sin estar solos y nos está afectando —comentó hastiado. Silenció el aparató y lo tiró sobre la cama—. Hay muy buenos detectives que pueden ayudarme. Sango y Ayame podrían echarnos una mano.

—Kagome confía en ti. —Él notó como la voz se le entrecortaba, intentando no mostrar sus sentimientos—. Yo confío en ti. ¿Quién mejor para acabar con un asesino que tú?

—¿Me esperarás esta noche? —preguntó derrotado antes de volver a besarla, ahora sí, con toda la convicción del mundo. Se perdieron en aquel acto hasta que el móvil vibró.

—Te esperaré todas las noches —contestó después del beso y con una sonrisa—. Ve, nos vemos luego. —El detective asintió y salió de la habitación.

—Taisho —contestó al descolgar.

Siento molestarte en fin de semana, pero hay algo que me escama y quería comentártelo —saludó Miroku abatido. Todos llevaban días sin descansar por culpa del asesinato de Sonomi.

—¿Has descubierto algo en el cuerpo de la víctima? —preguntó. A Sesshomaru le ayudaba no identificar a la víctima. Le ayudó en el pasado por lo que esperaba que le ayudara ahora.

Durante el reconocimiento, Kagome pidió ver el cuerpo completo —contestó el forense. Sesshomaru gruñó—. Antes de que digas nada, me lo suplió. Estaba con los ojos llorosos y no pude decirle que no.

—¿Quieres ir al grano por favor?

Sin querer, Kagome se quedó observando una de las heridas que la víctima tenía en el cuello. Tenía dos incisiones del diámetro de una aguja usual. Los análisis toxicológicos han hallado diferentes resultados, cada uno más espeluznante que el otro.

—¿Por qué? —Sesshomaru se sentó en la cocina, bebiendo una taza de café.

Te he enviado los resultados a tu clave del departamento, pero en resumidas cuentas creo que utilizaron a la mujer como conejillo de indias.

—¿Qué? —preguntó alzando la voz sorprendiendo a Kagura que había ido a la cocina a coger un vaso de leche—. ¿Qué pruebas tienes?

Hay restos en el organismo de extracto de una planta, una rútacea, síntomas de deterioro en algunos órganos por falta de oxígeno y muestras de hioscina.

—En cristiano, Miroku. No soy médico ¿recuerdas?

He encontrado restos de ruda, una planta tóxica en grandes cantidades, muestras de escopolamina, una droga alucinógena a partir de la belladona, y evidencias de asfixia. Pero no hay ningún órgano afectado ni muestras de forcejeo o ahogamiento premeditado —suspiró Miroku—. No sé qué querían hacer, pero si hubiera sobrevivido, su cuerpo habría entrado en un fallo multiorgánico.

—Esto no debe salir de aquí —ordenó Sesshomaru mientras intentaba procesar la información—. Si ella se pone en contacto contigo no le des ninguna pista.

Nosotros te ayudamos con Sara. Cuando murió tu tuviste acceso a todas las pruebas. Sería injusto que ella no lo supiera.

—Dame unos días Miroku. Tengo que hablar con una amiga y concretar algunas cosas —se levantó y dejó la taza en el fregadero—. Puedo estar ahí en veinte minutos —dijo mirando el reloj de pared.

No hace falta, te he enviado toda la información, así que puedes acceder desde casa. —Sesshomaru paró en seco—. Te aconsejo que disfrutes estos días con tu familia. Si esto es lo que realmente parece, tendremos mucho trabajo.

—Es posible que estén rediseñando una nueva droga —comentó serio encontrado a Kagura con los ojos abiertos—. Mándame toda la información que tengas y descansa tú también.

Hoy salgo con Sango —comentó orgulloso. Se hizo un silencio—. Sí, ya sé que no te interesa en lo más mínimo, pero yo te lo digo. Soy feliz haciéndote enrabiar.

—Hasta luego Miroku —agregó, apagando el teléfono si esperar respuesta—. Estúpido

—¿Te quedas? —La pregunta de la mujer pareció esperanzadora y con un brillo especial.

—Todo lo que tenía que ver me lo ha mandado por correo —contestó el detective— ahora, vamos a desayunar como es debido y luego me pondré a trabajar ¿está bien? —preguntó inseguro.

—No hay problema —sonrió su mujer— yo mientras tanto me pondré con el archivo de Kagome… a ver si puedo hacerlo pasar con un pseudónimo —chasqueó los dedos malvada. Si Onigumo y Kikyou querían guerra, ella se la iba a dar.

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Kagome aparcó el coche cerca de la consulta de la doctora Wu, Por desgracia, en aquellos días de ansiedad y estrés, había perdido la tarjeta donde se encontraba la dirección de la ginecóloga, por suerte una rápida búsqueda en internet le resolvió todas las dudas. El edificio estaba situado en uno de los barrios más económicos del pueblo, pero destacaba por su fachada blanca y reluciente, notándose con claridad que aquella edificación era nueva. Subió el ascensor y se dirigió al mostrador, donde una joven de unos dieciocho años miraba concentrada el ordenador. La joven era morena y de tez pálida como la porcelana.

—Perdone, tengo hora con la doctora Wu, soy Higurashi —informó Kagome acercándose más al mostrador, sin embargo, la joven no levantó la vista del ordenador—. ¿Perdona? —La detective continuaba sin tener respuesta—. ¡Hola! —gritó más alto, moviendo la mano cerca de la cara de la joven, intentando conseguir su atención.

—Perdone —la joven se sacó unos minúsculos auriculares inalámbricos y sonrió—. No la había escuchado. ¿Que desea?

—Pobres de los que llamen por teléfono —agregó Kagome algo enfadada. La joven se encogió de los hombros sin agregar nada más—. Soy Higurasho, tenía hora con la doctora Wu.

—¡Ah! Sí, un momento —miró el ordenador crispando los nervios de Kagome—. Sí, aquí está —señaló la pantalla del aparato contenta—. Ahora la aviso, por favor siéntese.

Kagome consiguió sonreír y se dirigió a una sala de estar cerca de la mesa de información. Se sentó en una de las sillas y cogió una revista, gracias al cielo había otra del National que tenía diferentes recortes de historia. Mientras leía un artículo sobre las Termópilas, recordó como sus padres, los dos profesores de universidad, le habían inculcado para que se dedicara a las letras.

Sus padres, ambos profesores de Filología, habían querido enseñar a sus hijas que las letras era un mundo precioso, pero poco valorado La familia había vivido bien durante los años en los que ambos padres estaban con ellos, ella recordaba con ilusión los buenos recuerdos que tenía con sus padres y sus hermanos, como la primera vez que Sōta dijo una palabra, cuando Kikyō ganó su primer certamen de ortografía o cuando ella ganó uun premio de literatura. Sin embargo, en el momento en el que su padre murió, el mundo de la familia Higurashi se fue al garete.

Su madre, sumida en una depresión inconsolable, dejó de trabajar y se hundió en su mundo de tristeza, dejando desamparados a los tres jóvenes. Un día, sin previo aviso, apareció con un hombre a su casa, lo presentó como un amigo de la universidad que necesitaba quedarse unos días en casa. Esos días se convirtieron en meses y luego en años, siendo así como Mūsū consiguió quedarse en la casa y en la cama que una vez había sido de su padre.

Su hermana fue la más espabilada de los tres. Aunque en aquel entonces aún se llevaban bien, la joven filóloga decidió aceptar una beca para viajar a Alemania dejando su vida atrás, y de paso a sus dos hermanos pequeños. Por aquel entonces la odió por ello, pero después de lo que pasó con su padrastro, cuando éste consiguió casarse, con toda seguridad ella también habría huido si hubiera podido.

Si lo paraba a pensar, no odiaba a Kikyō, solo se sentía dolida por cómo se había desarrollado aquella situación.

Escuchó su nombre y levantó la vista de la revista. Siguió a la recepcionista hacia una sala amplia de colores claros. La mesa situada en el centro de la sala era de roble macizo y daba un toque de elegancia a la estancia. Detrás de la mesa una mujer joven, con gafas observaba el ordenador mientras tomaba una taza de café. Le sorprendió su cabello liliáceo, extraño para un médico.

—Doctora Wu, le traigo a su paciente, la señorita Higurashi. —La detective se sentó en la silla y le dio la mano a la doctora—. El expediente. —La joven le entregó una carpeta y se fue, dejando a las dos mujeres solas.

—Encantada de conocerla —comentó la doctora ojeando los documentos de la carpeta—. Estas cerca de las diez semanas. —Kagome asintió—. Tengo que hablar con Sakura para que rehaga el informe, estoy hasta la coronilla que me añada tu estado civil. ¡Como si me importara! —se quejó, exaltada—. Bien ¿Cuánto hace que no vas a un ginecólogo?

—Sinceramente, es la primera vez —La doctora suspiró—. Nunca he sido muy dada a este tipo de cosas.

—Deberías haberte hecho un chequeo hace años, pero, en fin, no es la primera vez que me encuentro en esta situación ni será la última —dejó la carpeta a un lado y puso las manos sobre el teclado—. Ahora te haré un par de preguntas para rellenar el informe. ¿Nombre?

—Kagome Higurashi —respondió la detective.

—¿Edad?

— Treinta y dos.

—Sé que esto es algo aburrido, pero prefiero que me lo digas tú en persona, ya que Sakura es una joven poco dedicada. Suerte que está de prácticas —sonrió la ginecóloga—. ¿De qué trabajas?

—Soy inspectora de policía. Trabajo en el departamento de la ciudad. —Wu levantó la cabeza sorprendida— ¿Qué ocurre?

—Seguro que conoces a mi marido —sonrió— o a mi madre. —Kagome miró a la ginecóloga extrañada—. Mūsū Wu o Cologne Shen. —La detective abrió los ojos—. Veo que te suenan —sonrió mientras escribía.

—El forense del departamento y mi jefa… ¿son familiares suyos? Estoy rodeada —sonrió Kagome.

—Por favor túmbate en la camilla —ordenó con una sonrisa mientras se levantaba—. ¿Has llegado a ver alguna ecografía?

—No, he tenido un par de problemas familiares y no he podido venir antes —negó seria la detective.

—Bueno, no te has perdido mucho —sonrió provocando que sus ojos azul liliáceo brillaran alegres—, pero a partir de ahora verás cómo empieza a cambiar el feto, es un proceso hermoso.

—¿Tiene hijos? —preguntó la detective mientras se levantaba la camiseta

—Sí —afirmó la mujer antes de ponerse los guantes y coger un bote blanco—. Está algo frío —puso el líquido y lo esparció con un aparato—. Tengo dos demonios, uno de ocho y otra de tres.

—¿En serio? —preguntó sorprendida. La ginecóloga sonrió—. Es decir… parece muy joven.

—Y lo soy —sonrió la mujer, haciendo que la otra se sonrojara— me casé a los veintidós años y poco después tuve a mi hijo. Vengo de una familia bastante convencional y aunque yo fui bastante alocada de joven, al final senté la cabeza—sonrió— y por favor, tutéame.

—Yo fui todo lo contrario —sonrió Kagome, el paso de la máquina le hacía cosquillas—. Me fui pronto a vivir fuera de casa así que trabajé y estudié hasta que conseguí trabajar en el departamento de policía y bueno… hasta hoy —contestó algo sonrojada.

—No llevas mucho tiempo en el departamento ¿no? No había escuchado hablar de ti.

—He llegado hace poco —se limitó a contestar Kagome. Sentía un cosquilleo del bajo vientre y miró la pantalla no llegando a ver nada.

—No seas impaciente querida, tu pequeño está ahí —agregó pausando la imagen y señalando el diámetro del feto—. Tiene las dimensiones esperadas y parece que todo va bien —comentó— ¿quieres escucharlo? —Kagome asintió y la mujer colocó el aparato para escuchar el rápido bombardeo del corazón. La detective abrió los ojos emocionándose al sentirlo tan real—. Por tu trabajo deduzco que dentro de poco dejarás de investigar de campo ¿verdad?

—Em… claro —contestó de forma apresurada.

—Así me gusta —dijo ella. Limpió el líquido del vientre de Kagome y le bajó la camiseta—. He visto los análisis que te hizo Tofú, y estas bastante bien. De igual forma te he notado un poco tensa, si prefieres podemos mirar algún tipo de terapia para la relajación o un baño. Te puedo dar una lista de plantas relajantes que podrían ayudar con la tensión acumulada.

—Sí, claro —Kagome se sentó en la mesa y miró su móvil— pero tengo algo de prisa, me esperan en el trabajo ¿puedes enviármelo a este correo? —Kagome se levantó y la observó esperando respuesta.

—Perfecto, Sakura te dará hora para el mes que viene a ver cómo sigues—dijo la ginecóloga—. También debería darte hora para la analítica de los tres meses para ver cómo avanza el embarazo.

—Bien —concordó Kagome—. Encantada de conocerla doctora Wu —agregó dándole la mano.

—Igualmente y por favor, llámame Shamopoo. —La detective asintió y se encaminó hacia la puerta—. Espera te dejas esto —le dio un sobre sonde estaba su primera ecografía—. Hoy en día con estas máquinas tan evolucionadas se puede hacer una impresión de lo que sea.

—Gracias —agradeció con la voz algo compungida y con una sonrisa en el rostro.

Una vez llegó a la calle sonrió, había visto a su criatura en aquel aparato, despertándole un sentimiento maternal que no sabía que tenía. Aquella pequeña criatura ya era más que una certeza, era un hecho que creía en su interior y que parecía que de volvía algo de ilusión que le había sido arrebatada. Se sentó en el coche y apoyó su frente en el volante controlando su respiración y calmando sus nervios. Necesitaba seguir en aquel trabajo encubierto ahora que Suikotsu confiaba en ella, porque estaba segura de que Sakasagami tenía algo que ver con el asesinato de su madre y de Plaza. Sin embargo, no quería tentar la suerte, no quería tener un disgusto o un susto por no cuidarse.

Recibió un mensaje en el móvil, sabiendo, por la hora que era, que debía ser su hermana. Kikyō estaba siendo demasiado insistente con los mensajes en griego, llegando a pensar que era una especie de clave oculta. Pero ¿por qué querría ella enviarle un mensaje cifrado? Ya había destrozado su vida, ya había conseguido a Inuyasha, sino había vuelto con ella, al menos había dudado de su relación. Gracias a ella, había descubierto que él no quería hijos.

Notó un leve escozor en los ojos y parpadeó dos veces para que las lágrimas no cayeran. Desde el día del bar, Kagome había cortado, otra vez, toda comunicación con él, apartándolo de su vida. Aunque su hermano sospechaba algo, había tenido la decencia de no inmiscuirse en aquellos asuntos, dándole su espacio. Sin embargo, ella sabía que aquel no era el procedimiento a seguir. Inuyasha, por mucho que no quisiera tener hijos, debía saber que ella esperaba uno de él, porque también él había formado parte de su origen. Pero no estaba dispuesta a seguir sus normas, no estaba dispuesta a volver con él solo porque tuvieran a la criatura. Ella seguiría con su vida, dejándolo a él formar parte en la vida del bebé si quería.

Porque ella era una persona fuerte y podría controlar sus sentimientos.

Cogió el móvil restregándose un poco la mano por los ojos y abrió el mensaje. Como había predicho, era uno de sus mensajes en griego. Lo abrió con cansancio y observó que ponía.

Μητέρα κατέκτα τὴν ἐμήν· βραχὺς λόγος.

(B.) ἑκὼν ἑκοῦσαν ἢ ο θέλουσαν οὐχ ἑκών

Belerofonte TrGF 5.1, 304a (N268)

A Kagome le temblaron las manos. Aquel mensaje, aunque igual que los otros, tenía algo especial. Su hermana había elegido un pasaje que recordaba haber visto en el libro que tenía en su casa, el libro de los fragmentos griegos, porque dicho fragmento estaba marcado y estudiado por su padre, recordando haber visto su letra ilegible en aquellas páginas.

Miró el reloj y maldijo. Mūsū la esperaba en comisaría. Rezaría para que aquello no fuera importante y esperaría a casa para poder mirarlo con detenimiento.

(-.*-.*-.*-.*)

Inuyasha movía la pierna, nervioso, impaciente por la llegada de la mujer con la que había concretado la cita. Había quedado cerca de las ocho de la tarde, pero él había llegado pasado el mediodía para asegurarse de encontrar sitio. Puede parecer estúpido, pero su ansiedad no le dejó esperar a que ella acabara su jornada laboral para esperarla. Necesitaba de su consejo, necesitaba que ella le echara una mano.

Estaba convencido de que ella podría ayudarlo con Kagome, ella era la única que tenía las respuestas a las preguntas, porque siempre las tenía.

Miró hacia el reloj, ya eran cerca de las ocho de la tarde ella estaría a punto de llegar.

El corazón se le aceleró cuando escuchó la campanilla de la puerta del restaurante, y, como si fuera un perro esperando al dueño, levantó la cabeza, esperanzado de encontrarla en la puerta, con aquella mirada tan serena, justo como la recordaba. La decepción fue mayor cuando consiguió ver el cabello albino asomar por la puerta, dejando ver a Seshomaru con una mirada gélida entrando en el local.

Joder. Habían quedado en un puñetero restaurante lejos de la ciudad porque no quería que nadie de su familia los encontrara.

Le sorprendió observar que su hermano miraba en su dirección extrañado, como, al igual que él, esperara a otra persona diferente. Aquello le hizo pensar que tal vez él también había quedado en este restaurante porque estaba lejos de las miradas indiscretas de los Taisho.

¿Sesshomaru tendría un amante?

—¿Qué haces aquí? —preguntó de forma osca a modo de saludo el mayor cuando llegó a la mesa.

—Yo podría preguntar lo mismo —respondió de igual forma el pequeño.

—No te importa que te acompañe ¿verdad? —Inuyasha vio como Sesshomaru se ponía cómodo y miraba la carta.

—¿No tienes cosas que hacer, como por ejemplo… buscar al asesino de mi suegra quizás?

—Ex suegra, habla con propiedad —contestó sin apartar la vista de la carta. Escuchó gruñir al médico—. Me parece que nos hemos levantado con el pie izquierdo esta mañana ¿molesto? ¿No habrás quedado con alguna de tus conquistas por casualidad?

—¿Conquistas? —Inuyasha miraba extrañado a los ojos del mayor— Yo no estoy conquistando a nadie, Sesshomaru. No serás tú que intentas ponerle los cuernos a Kagura ¿verdad?

—Yo no soy el imbécil que va a casas de examantes para que les hagan de psiquiatras —contestó mordaz—. Tampoco soy yo quien parece como si esperara a alguien. —Inuyasha fue a protestar, pero su hermano levantó la mano—. Ni lo intentes… estoy acostumbrado a leer la expresión corporal de los que tengo delante. Ni se te ocurra negarlo.

—Esto es increíble —exclamó dando un golpe en la mesa, exasperado—. ¿De qué se me acusa?

—De ser un alborotador en potencia —dijo una voz femenina que sorprendió a los hermanos—. No habéis cambiado nada, sois como los dos niños pequeños que conocí hace años. —La mujer tenía los brazos en jara y miraba a los hermanos enfadada.

—Por fin llegas —hablaron ambos a la vez sorprendiéndose en el acto—. ¿Tú habías quedado con ella? —preguntaron al unísono otra vez.

—Yo he quedado con ambos —levantó la mano hacia la dueña del local—. Izuki ¿me traes unos huevos revueltos con bacon extra crujiente y una cerveza por favor? — la camarera asintió con una sonrisa y se dirigió a la cocina a dar el mensaje al cocinero. Riko se sentó entre los dos hermanos—. Os he hecho venir porque hay algo que os preocupa a ambos y considero necesario que ambos estéis presentes para saberlo.

—Así te ahorras explicar dos veces la misma historia —le acusó Sesshomaru provocando que la otra sonriera—. Escúpelo, no tengo todo el día.

—A mí no me hables de esa forma, renacuajo —alzó el dedo índice marcando al mayor de los Taisho, mientras Izuki le servía su pedido—. Gracias querida. —La camarera sonrió y se fue—. Recuerda que sigo siendo mayor que tú y considerada por tus padres como su hija adulta.

—¿Cómo puedes comer toda esa porquería? ¿No te bastaba con un tamagoyaki o un poco de arroz con sopa de miso? Estás matando a tus arterias, hermana.

—Deja de hacerme de médico ¿quieres? Llevo comiendo esto durante años y estoy perfectamente.

—¿Queréis dejaros de tonterías? Habla sobre lo que tengas que hablar.

—¿Él sabe que estoy haciendo? —preguntó recibiendo la negativa de Sesshomaru y la cara de idiota de él mismo—. Trabajo para él —espetó después de dar un trago a la cerveza—. Vigilo a Kagome en una nueva misión encubierta en la que participa —cogió el tenedor y le dio un bocado al bacon—. Dios, que buenos que están.

—Riko, céntrate —dijo Sesshomaru atrayendo la atención de la pelirroja—. ¿Qué has descubierto? ¿El cartel está relacionado con la muerte de Sonomi?

—¿Qué? —Inuyasha no salía de su asombro. Lo último que él sabía era que su chica, o la que había sido su chica, había perdido a su madre y estaba pasando el luto. ¡Por todos los santos no hacía ni dos semanas de la muerte de Sonomi! ¿Qué mierdas pasaba?

—Kagome se ha volcado de lleno en este nuevo trabajo. Sospecha que el caso en el que trabaja está relacionado con la muerte de su madre. Ahora está de incógnito, haciéndose pasar por una camarera francesa.

—¿Y la has dejado? —preguntó preocupado hacia su hermano.

—¿Qué quieres que haga? ¿Que la detenga por hacer su trabajo? —Sesshomaru lo miró enfadado—. Ella está desesperada y está reaccionando a impulsos. Temo que eso la ponga en peligro. Por eso he enviado a Midoriko, nadie lo sabe y nadie lo sabrá jamás. Cualquier informe en el que deba aparecer ella, desaparecerá en el momento en el que esta pesadilla acabe —la pelirroja asintió.

—Pero ¿por qué no hablas con ella? Se pondrá hecha una furia si sabe que la has estado vigilado y yo pagaré las consecuencias —se quejó el médico. Sesshomaru y Riko se miraron, comunicándose sin hablar—. ¿Qué sabéis vosotros que yo no sé? —Inuyasha siempre había odiado eso, cuando ambos lo aislaban.

—No creo que debamos decírselo —habló el detective dirigiéndose a la psicóloga—. puede entrar en cólera y joder todo el plan—. El médico se asustó y la pelirroja suspiró.

—Claro que entrará en cólera y tú también en cuanto sepas lo que sospecho —se giró y de su bolso sacó unos documentos—. Ésta es la nueva identidad de Kagome —les enseñó una foto. Ambos tuvieron que mirar dos veces para poder reconocer a la joven—. Sí han hecho un buen trabajo.

—¿Y? Sesshomaru no te pediría que la siguieras si no fuera algo urgente —argumentó Inuyasha.

—Sesshomaru sospechaba que algo no iba bien —contestó la mujer comiendo un trozo de bacon—. Temía que ella hiciera una locura, pero por ahora se ha movido con discreción y no ha querido levantar muchas sospechas.

—Entonces ¿Por qué me has llamado? Tengo que investigar nuevas pistas del cadáver nº8 y no tengo tiempo de estar tomando el té contigo.

—¿Tienes otro asesinato? —preguntó Inuyasha.

—Es el nombre que recibe el cadáver de Sonomi —contestó sin mirar a su hermano. Inuyasha entendió.

—Sospecho que Kagome está en peligro —sacó una tarjeta y la puso encima de la mesa—. ¿Os suena el nombre de Wo Shampoo?

—Es una ginecóloga —contestó extrañado Inuyasha—. El mes pasado estuve en una conferencia dada por ella en Nueva York, es la mejor.

—¿Qué tiene que ver con esto? —Ante la incapacidad de ambos hermanos de conseguir encajar las piezas enseñó nuevamente la foto de Kagome.

—¿No veis algo diferente a vuestra detective? Con ropa más holgada ¿quizá? —Sesshomaru abrió los ojos entendiéndolo, mientras Inuyasha miraba sin comprender.

—¿Qué tiene que ver con el caso? —se atrevió a preguntar.

—Eres lento ¿verdad? —el ataque gratuito de Sesshomaru, solo hizo más que enfurecerlo. Mietras tanto, Riko bebía un buen trago, como si disfrutara del momento—. ¿En serio no lo entiendes?

—¿Queréis dejaros de tanto secretismo y decidme que pasa? —Sesshomaru iba a contestar, pero su hermana le cogió del brazo.

—Es algo difícil Inuyasha y espero que te quedes sentado en cuanto escuches toda la historia —el médico asintió—. Cuando me hice pasar por la hermana de Kagome, me quedé un rato a solas con su jefa y ésta me dijo que Cycy —señalando la foto de la detective con el disfraz— estaba embarazada. —Inuyasha escuchaba con atención—. Yo me dije ¿Por qué se habrá inventado esa cuartada? Luego pensé que la gente confía en las embarazadas, nadie las cuestiona.

—¿Y? hasta ahora, solo he escuchado tonterías relacionadas con un caso. ¿Es que Kagome necesita a una ginecóloga para acabar de elaborar su cuartada? En ese caso podría hablar con la doctora Wo, ella y su marido son muy buena gente —comentó el médico.

—El golpe que te diste en la cabeza con meses te sigue afectando ¿verdad? —se exasperó Sesshomaru— No sé cómo te has sacado la carrera de medicina— agregó.

—Dejadme acabar ¿de acuerdo? —preguntó la pelirroja, paciente—. Después del primer encuentro nada productivo con mi alter ego, volví a mi consulta a seguir con mi trabajo real y encontré a Kagome allí. Quería información de la terapia que llevaba con su madre —contestó a la pregunta sin formular de Sesshomaru—. Cuando se fue, se le cayó la tarjeta de Ono Tofú y detrás estaba el número de Wo. Por lo que creo que no es solo una cuartada —Inuyasha abrió los ojos sorprendido entendiendo por fin a qué se referían.

—No —negó— es imposible, no —se repetía una y otra vez—. Tienes que estar equivocada, además son suposiciones. No tienes pruebas.

—¿No has notado nada diferente la noche que te quedaste a dormir? ¿Ni el día siguiente? —preguntó la psicóloga.

—Había perdido a su madre, era obvio que se comportaría de una forma extraña, estaba encajando el golpe —la excusó

—¿Desde cuándo ella come ensalada Inuyasha? ¿O le entran arcadas cuando huele bacon? —preguntó desesperado Sesshomaru.

—¿A ti también te lo he hecho? —preguntó Midoriko—. Así fue como la jefa de Kagome me dijo que ella estaba embarazada, que reaccionaba así al olor al bacon.

—Hace dos meses que no tenemos relaciones y ella no ha tenido a otro —dijo con la voz ronca. Ambos lo observaron sintiéndose cuestionado— Sé que no ha tenido a nadie. La conozco lo suficiente como para saberlo.

—¿Nunca habéis tenido un accidente? ¿O un desliz? —Inuyasha miró iracundo a su hermano. Él siempre se cuidada, no estaba preparado para tener hijos.

El último encuentro de ambos, antes de que todo estallara, había sido después de una discusión causada ya, por Kikyō. Entre la nebulosa fiebre del orgasmo escuchó decir a ella que creía que el preservativo se había roto, pero él le restó importancia.

Era un maldito imbécil

—No puede ser —apoyó los codos en la mesa y acogió con sus manos su cabeza, atormentado—. Ella está embarazada y no me ha dicho nada ¿es lo que dices? —Riko asintió—. ¿Y está utilizando a nuestro hijo como cuartada dentro de un caso con el cartel? Es imposible, ella no se pondría en peligro así.

—Creo que ha encontrado pruebas relacionadas con la muerte de Sonomi —concluyó suspirando ella—. Si es así, creo que, aunque no quiera exponerse, hará lo que sea para conseguir saber la verdad. Está trastornada, está sola y se culpa de la muerte de su madre, a parte que está embarazada. Necesita centrarse, necesita sentirse apoyada en alguien.

—Me ha echado de su vida, Riko —dijo con la voz entrecortada—. Desde aquel día en el bar, no he vuelto a hablar con ella.

—Inuyasha, ese día gritaste a los cuatro vientos que no querías a tener hijos —le reprochó Sesshomaru.

—¿Cómo esperas entonces que confié en ti? —le reprochó la psicóloga—. Antes de hacer nada ¿estás dispuesto a enfrentar lo que un niño representa? —Inuyasha la miró asustado—. Si crees no estar preparado para ello, es mejor que la dejes sola, porque no le ayudará que tú estés a su lado por obligación ¿entiendes? —el joven Taisho entendía demasiado bien.

Él, que siempre había pensado que los niños estaban mejor en las casas de los demás, siempre había evitado a toda costa tener que enfrentarse a esta situación. Aun estando con Kagome, tenía miedo a lo que suponía un bebé: menos libertad y más dolores de cabeza. Pero, después de ver crecer a sus sobrinos, después de que todos a su alrededor tuvieran hijos, se había hecho a la idea de que algún día los tendría, con Kagome. Pero no esperaba esto de repente, se sentía asustado y le encantaría huir de ese mundo. Era más que una obviedad saber que no podría, su padre y su hermano se encargarían de darle la paliza de su vida. Pero, además, sentía un calor especial dentro. Muy en su interior le gustaría estar con Kagome en todo el proceso y ayudar a crecer al pequeño que ellos habían creado.

Volvió a mirar a Miroiko y entonces vio la mirada afable de ella. La psicóloga sonrió y asintió, como si supiera que estaba pasando en su cabeza. Inuyasha sonrió, por primera vez, entendía la conexión de Sesshomaru con la que consideraban la hermana mayor.

—Bien, sí estas seguro de lo que quieres hacer, te aconsejo que sigas estos pasos para acércate a ella —los hermanos se acercaron a ella para hablar con más discreción.

Después de aquella tarde, Inuyasha tenía un objetivo en mente y no iba a parar hasta conseguirlo. Kagome volvería a confiar en él. Lograría avivar su amor.


¡Muy buenas!

Hoy vengo un poco antes, me he emocionado y la he podido tener lista xD. Como podéis comprobar, el crossovers entre Ranma e Inuyasha es algo que me encanta y no he querido desaprovechar la oporunidad. En fin, espero que este capítulo lo disfrutéis como el anterior!

Agradecimientos:

Marlenis Samudio: ¡Muy buenas! Sí el capítulo pasado es basrante duro y como bien dices, Kagome parece ir a la desesperada, cierto es, también, que la trama empieza a liarse. El tema de Akane la verdad fue díficil de escribir (No tanto como las escenas de las Las Ocho Patas de Aracne, pero me ha costado lo mio no borrarlo y matar directamente al desgraciado) Y bueno... aquí tienes un poco más del equipo Midoriko y Sesshomaru haciendo de las suyas xD. Muchas gracias por estár una semana más ahí y espero que este capítulo te agarde y que lo disfurtes.

Guest: ¡Hola! Poco a poco iremos viendo más escenas Inu/Kag, palabra de bruja xD. Pero sí, en esta historia las cosas no son lo que parece en un principio y Kikyo no es la excepción. Espero que este capítulo también te agrade. Muchas gracias por pasarte.

R.T: ¡Muy buenas! Sí, Un capítulo duro y algo tenso ha sido. Este, es más tranquilo pero tiene pistas interesantes... porque como bien dices, la trama se emperza reliar. En los siguientes capítulos veremos Inu/Kag, de verdada xD, pero por ahora, necesitaba establecer algunas bases xD. Espero que disfrutes este nuevo capítulo. Muchísimas gracias por pasarte.

Guest: ¡Bienvenid ! Me alergo mucho que te hayas pasado y que te haya gustado. Espero que este capítulo también te agrade lo suficiente para seguir la trama. Muchas gracias por tu comentario y por pasarte.

Susanisa: ¡Muy buenas! Muchas gracias por, una semana más pasarte por aquí. Este cap también tiene mucho del team Midoriko/Sesshomaru xD. Espero que te guste y que lo disfrutes.

Como siempre agradecer a Carli89, Eren Vega, Jacqueline Mendoza, Jiyuu Akabane, Klaudia VR, Lilliana1118, Marlenis Samudio, Susanisa, hadadelcementerio, jessicatoledo . barrera78, kcar, MariaGpe y yema22 por vuestros me gusta y por seguir esta historia. Sin olvidar a todos aquellos que sean lectores fantasmas, gracias por darle la oportunidad, aunque sea por error xD! Sin todos vosotros yo seguramente no seguiría escribiendo

Bueno pues ya está, aquí lo dejo. Cualquier pregunta o comentario ya sabéis donde dejarlo.

¡Muchas gracias!

Nos vemos en los bares.