Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

LA PROMESA

CAPÍTULO 12

Casita

Un año después

Mirabel acababa de cumplir trece años hacía unas semanas, y los días de estar encerrada en casita porque había personas en el pueblo quería lastimarla ya estaban muy atrás. Después del incidente en el que alguien había intentado matarla empujándola por el puente, la abuela había hecho una reunión en el pueblo donde Julieta había amenazado con que no volvería a curar a nadie después de lo que pasó, y Alma había dicho que la visión no tenía un significado definitivo, además que si algo el pasaba a Mirabel la magia definitivamente moriría y los Madrigal jamás volverían a ayudar al pueblo, lo que hizo que la gente desistiera en sus intentos de dañarla.

Por un momento Mirabel pensó que la abuela cambiaría su manera de pensar y la trataría mejor, pero eso no había sucedido, casi de inmediato la abuela había regresado a ser tan desagradable con ella como antes. A pesar de ello Mirabel seguía teniendo esperanzas de que su abuela finalmente la aceptara por quien era en realidad a pesar de no tener un don.

Esa mañana la adolescente bajó a desayunar como todos los días; se sentó entre Agustín y Bruno sin esperar nada nuevo. Su papá le sonrió y le revolvió el cabello. Su tío seguía adormilado y estaba internado esconder a una rata en el bolsillo de su ruana para que Pepa no la viera.

Julieta puso un plato de arepas en la mesa y acarició la mejilla de Mirabel antes de regresar a la cocina. Isabela y Dolores estaban hablando de algo que no alcanzó a escuchar, Luisa estaba comiendo lo más rápido posible para poder salir a hacer todos sus quehaceres, Camilo estaba haciendo reír a Antonio con sus transformaciones. Su primo más pequeño tenía tres años, pero Mirabel no había tenido la oportunidad de abrazarlo más que en contadas ocasiones en las que la mirada de la abuela no estaba sobre ella.

Pero Antonio tenía ya la edad de hacer preguntas, algunas que eran un poco incómodas.

-Mamá, ¿por qué Mirabel nunca pasa tiempo conmigo?- dijo Antonio en voz alta.

Todas las miradas de la familia se volvieron hacia ella y Antonio, sentados en extremos opuestos de la mesa. Mirabel comenzó a hundirse en su asiento, deseando desaparecer. Eso le sucedía demasiado frecuentemente.

-¿De qué hablas, corazón?- dijo Pepa al tiempo que una pequeña nube comenzaba a formarse sobre su cabeza. Mirabel tragó saliva al verla, esperando que su tía no se enojara con ella. No era por voluntad propia que trataba de evitar a Antonio.

-De Mirabel- dijo Antonio cruzándose sus bracitos- nunca me abraza, y siempre corre cuando abuelita está cerca. ¿No me quiere?-

Mirabel se sintió terrible al escuchar eso. Tenía unas irresistibles ganas de abrazarlo y decirle que no era así, que lo quería mucho y que siempre había deseado abrazarlo, pero la abuela le dirigió una horrible mirada como si le advirtiera que no se atreviera.

-Claro que te quiero, Antonio- dijo Mirabel esforzándose por sonreír. La sensación de que había decepcionado a su sobrino solo por obedecer a su abuela la estaba comenzando a abrumar- es solo que…-

-¿Ves?- la interrumpió Pepa con una sonrisa, pero la nube no desapareció de su cabeza- por supuesto que Mirabel te quiere, y mucho. Ve a darle un abrazo, vas a ver que solo lo estás imaginando…-

Mirabel palideció ante esa sugerencia pensando en las consecuencias que podían traer, pero Antonio saltó de su silla y caminó hacia su prima, extendiendo sus bracitos hacia ella con una expresión tan linda que ella no pudo resistirlo sin importar lo que la abuela dijera. Se levantó de su asiento, se puso de rodillas y lo abrazó como no lo había abrazado nunca. Incluso algunas lágrimas escaparon de sus ojos, aliviada de tener la oportunidad de hacerlo.

-Awwww- dijo Pepa con un arcoíris sobre su cabeza, su nube había desaparecido por completo, antes de agregar- creo que ya pasaste mucho tiempo en mi habitación, Toñito. A partir de esta noche te irás a la guardería con tu prima Mirabel. ¿Qué te parece?-

-¡Siiiiii!- exclamó Antonio emocionado. La idea también le encantó a Mirabel, pero parecía que a la abuela no mucho.

-No pueden hacer eso, Pepa. Mirabel ya es una jovencita, no sería correcto que durmiera en la misma habitación que Antonio- dijo la abuela.

-Tonterías, Antonio apenas tiene tres años- dijo Agustín encogiendo los hombros- si Mirabel no tiene ningún inconveniente por compartir su habitación, creo que podemos hacer eso-

Mirabel solo miró al suelo. No quería decir que no quería pasar tiempo con Antonio pero tampoco quería decir que sí delante de la abuela, así que se limitó a sonreírle a su tía. Tras unos tensos segundos, finalmente todos asumieron que aceptó.

-Bien, está decidido- dijo Pepa al final con una sonrisa radiante- esta noche te mudarás con Mirabel-

-¡Sí!- exclamó Antonio feliz, aún sin soltar a su prima.

El corazón de Mirabel dio un salto de emoción al escuchar eso y no hizo sino abrazarlo de nuevo. Por fin iba a pasar tiempo con su primo más pequeño, algo que no hacía desde que nació. Pero la mirada de la abuela no le gustó.

-Bien, pero espero que Mirabel se comporte a la altura- dijo la abuela con una expresión severa que le causó una horrible sensación- ya eres una señorita, así que sería bueno que comenzaras a vestirte de acuerdo a ello…-

-S…sí, abuela- dijo Mirabel. No era la primera vez que le decía eso, y había intentado algunos días vestirse como Dolores o una de sus hermanas, pero la abuela ni siquiera la miró, así que regresó a sus ropas coloridas.

-No necesita recordarle eso, señora Alma- dijo Agustín en un tono que parecía ser casual, pero sabía que su padre estaba enojado de que la abuela hubiera insinuado eso- Mirabel siempre se ha comportado a la altura de cualquier Madrigal. Y a pesar de que es muy madura, ella sigue siendo una niña-

-Y va a ser un alivio que Toñito no esté solo en la guardería- dijo Félix volviéndose a la muchacha y dándole una palmada en el hombro- me alivia pensar que estará contigo-

Mirabel quería sonreír, pero el comentario de la abuela la dejó pensado.

x-x-x

Guardería

Días después

Bruno se sentía mucho mejor que antes ahora que Mirabel compartía su habitación con Antonio. Sabía que su madre había sido la culpable de que su sobrina no se pudiera acercar al pequeño, pero ahora estaba aliviado de que pudieran pasar tiempo. Había visto el futuro y vio que Antonio sí recibía un don, pero no había compartido esa información con nadie. Y sabía que Mirabel no era una "maldición" como su madre lo había hecho parecer.

Toda la casa estaba en bullicio. Era el cumpleaños de Agustín, y esa noche saldrían a una celebración en la plaza del pueblo. Bruno pensaba hacer una excusa para no ir, o incluso escaparse para visitar a Marcela, pero no tenía planes de ir.

Bruno supuso que Mirabel estaría feliz no solo por lo de Antonio, sino por el hecho de que el famoso "Rafael Valencia" iba a ir a la celebración, pero cuando fue a verla a su habitación a ver si estaba lista, extrañado que no hubiera salido, la vio cepillándose el cabello como si éste la hubiera ofendido personalmente, y gruñendo frustrada mientras lo hacía.

-¿Mariposita?- dijo Bruno extrañado- ¿qué haces?-

-Nada- dijo ella en un tono brusco que le indicó que se sentía frustrada.

Bruno no le respondió al inicio y solo se sentó en la cama para observar el fenómeno. Mirabel se cepillaba el cabello y trataba de recogerlo en una coleta, pero algunos cabellos escapaban de sus manos haciéndola gruñir frustrada y volver a intentarlo. Tenía el cabello demasiado corto, era imposible que le quedara bien.

-Mirabel, para, para- dijo Bruno la cuarta vez que Mirabel hizo lo mismo, casi arrancándose los cabellos. Tomó sus manos para detenerla antes de que lo volviera hacer- mariposita, ¿qué estás haciendo?-

Mirabel siempre había sido una niña que nunca se había preocupado por su apariencia. Claro, todas las mañanas se peinaba y se ponía un moño en el cabello, pero no así. La adolescente levantó la miraba hacia él con lágrimas en los ojos.

-Yo… yo tengo que…como señorita…- dijo ella aún frustrada- la abuela dijo que tenía que vestirme…-

Bruno la miró preocupado. Había escuchado los comentarios de su madre sobre el hecho de que tenía que vestirse "como señorita", y notó que su sobrina llevaba una falda y vestido sin ningún adorno.

-No necesitabas vestirte así si no quieres- dijo Bruno haciéndola soltar su cabello y pasándole un mechón detrás de su oído- menos lastimarte arrancándote el cabello. No importa cómo te vistas, sigues siendo una jovencita. No necesitas cambiar la persona que eres…-

-La abuela nunca me va a querer si no…- dijo ella con la voz rota que le rompió el corazón. La adolescente se miró al espejo e hizo un puchero antes de cubrirse la cara con las manos- soy horrible…-

Bruno respiró hondo. Era una tontería, lo sabía bien, pero era importante para su sobrina. La hizo sentarse en su cama y le acarició el cabello.

-Mirabel, no digas tonterías- dijo Bruno en un tono firme mientras le ajustaba las gafas- no tienes que cambiar la persona asombrosa que eres solo para que alguien te quiera. Pero si esto es importante para ti… casita, trae la caja de peines de Julieta, por favor-

Casita movió las tablas del suelo como respuesta. Era una de las dos personas a quienes obedecía la casa, además de Mirabel. Ella no dijo nada y se mantuvo cabizbaja mientras que Casita traía una caja con algunos artículos como frascos con aceites y peines.

-¿Qué es eso?- dijo ella finalmente, curiosa al ver lo que Bruno había pedido.

-Te voy a ayudar a peinarte- dijo Bruno tomando uno de los peines y abriendo un frasco. Su sobrina la miró con escepticismo.

-¿Cómo sabes…?-

-¿Quién crees que peinaba a Pepa y Julieta cuando éramos adolescentes?- dijo Bruno con una risita- no te preocupes, sé lo que hago-

Mirabel no dijo nada y dejó que Bruno la ayudara a arreglarse el cabello, seguramente pensando que si le quedaba muy mal podía solo no ir a la fiesta. Bruno comenzó a trabajar en el cabello de su sobrina. Era demasiado corto como para recogerlo, pero su tío lo estilizó de modo que sus rizos estuvieran bien arreglados.

Cuando le iba a poner un moño del mismo color de su vestido, ella lo detuvo.

-Creo que ya estoy demasiado grande para moños, tío- dijo ella.

-Mmm…- dijo Bruno sin estar de acuerdo, pero no comentó nada más- ya estás lista. ¿Qué te parece?-

Mirabel se giró para mirarse al espejo y ver lo que había hecho su tío con su cabello. Bruno pudo ver él cambio de su expresión escéptica a una sorprendida y luego a una enorme sonrisa

-Wow- dijo ella finalmente mientras miraba su reflejo antes de correr a abrazar a su tío- gracias, tío-

-No es nada, mariposita- dijo él guardando los peines en la caja- espero que sea suficiente para tu cita de esta noche-

-¡Tío! No es una cita, es una fiesta por el cumpleaños de papá. ¡Toda la familia va a ir, y todo el pueblo!- dijo Mirabel enrojecida, haciendo reír al hombre mayor.

No había pasado desapercibido para Bruno que desde el incidente en el puente, ese muchacho Rafael había comenzado a buscar a Mirabel con insistencia o siempre se ofrecía a acompañarla cuando regresaran a casa. Siendo un poco paranoico, Bruno caminaba no muy lejos de ellos dos como precaución en caso de que su atacante del año pasado regresaran a terminar el trabajo, pero afortunadamente nada malo había pasado.

-Bien, vamos a la entrada- dijo Bruno sonriendo divertido- no queremos que le ganes a Camilo el título del que más se tarda en arreglarse-

La adolescente rió en voz baja y asintió antes de detenerse.

-Espera un momento, tío- dijo Mirabel regresando al interior de su habitación y cerrando la puerta dejando a su tío fuera- dame dos minutos-

Bruno asintió y esperó a su sobrina en la puerta de la guardería, hasta dos minutos después cuando ella salió de la guardería con un atuendo diferente y una sonrisa aún más grande. Su tío sonrió también, aliviado de que Mirabel se aceptara a sí misma.

-¡Mirabú, te ves hermosa!- dijo Agustín al verla, tomando el rostro de su hija en sus manos y besando su frente.

-Gracias, pá- dijo ella presumiendo sus rizos- ¡tío Bruno me arregló el cabello!-

-Mmm- sonrió su papá mirando de reojo a Bruno y agradeciéndole con la mirada- hizo un excelente trabajo. Él peinó a tu mamá en nuestra primera cita… fue la noche en que decidí que tenía que casarme con ella- añadió con una sonrisa soñadora.

Bruno rió recordando esa noche, y no había sido tan simple como Agustín decía, pero estaba enamorado así que no dijo nada.

-Muy bien, familia- dijo la abuela seriamente interrumpiendo los pensamientos de todos un poco después de que Camilo bajó a la entrada de la casa- recuerden que somos los Madrigal, no quiero que ninguno haga nada que nos ponga en ridículo- añadió mirando decididamente hacia Mirabel.

Todos los miembros de la familia, ansiosos por salir a la fiesta, asintieron apresuradamente y caminaron hacia la puerta abierta.

-Vamos, tío- dijo Mirabel tomando la mano de Bruno.

-Yo no voy a ir a la fiesta, mariposita-

-¿Qué?¿Por qué no?- dijo ella borrando su sonrisa emocionada.

-Porque tengo… un poco de sueño. Nada de que preocuparse- añadió rápidamente Bruno al ver la expresión que puso ella- solo necesito descansar un poco. Ve, y diviértete mucho-

Mirabel no dijo nada, y no alcanzó a hacerlo porque su primo llegó también y tomó su brazo.

-Vamos, Mira- dijo Camilo con una sonrisa emocionado- ¡nos perderemos toda la comida!-

La adolescente siguió a su primo y, antes de irse a su torre, Bruno vio a Mirabel despidiéndose de casita con una sonrisa y un movimiento de su mano.

x-x-x

Más tarde

A pesar de que podía sentir la mirada de su abuela en su nuca, Mirabel se había divertido en esa fiesta. Amaba a sus primos y a sus hermanas, y adoraba pasar tiempo con ellos. Si bien su relación con Isabela siempre había sido distante, al menos tenía una muy cálida con Luisa, y adoraba pasar tiempo con ella. Camilo apenas había estado con ella durante la fiesta, porque casi de inmediato había dejado a sus primas y hermana para irse a bailar con Valeria Guerrero, de quien no se despegó en toda la noche.

Mirabel se había dado cuenta de que a su abuela no le gustaba nada esa muchacha, ya que la miraba igual que como la miraba a ella. Tanto peor, porque Camilo podía ser tan obstinado como ella.

Después de un rato de estar en la fiesta, Mirabel se acercó a tomar un poco jugo de lulo y recuperar el aliento después de haber bailado con su familia, lamentándose que su tío Bruno no hubiera podido acompañarlos. No solo eso, ella se había divertido mucho y ya había bailado con un par de muchachos.

-Mira nada más, aquí sigue la única Madrigal que no es especial- dijo Sergio Treviño- me sorprende que te atrevas a dar la cara. ¿No te has dado cuenta de que nadie quiere estar cerca de una inútil como tú?-

-Ugh… ¿no tienes nada mejor que hacer? Ve a importunar a alguien a quien le importe- dijo la muchacha. No se volvería a dejar molestar por él, pero no pudo dejar de notar que sí había algunas miradas hostiles hacia ella.

-¿Qué dijiste?- dijo él molesto, pero casi de inmediato Mariano llegó a donde estaban ellos, mirando feo a Sergio y deteniéndose junto a Mirabel. Con una última mirada de desprecio hacia la adolescente, Sergio se perdió entre la multitud.

-Gracias, Mariano- dijo Mirabel sonriendo sin muchas ganas al muchacho mayor. Aunque había fingido que no, las palabras del muchacho mayor la habían afectado. "Inútil". Esa palabra siempre le preocupaba.

-No es nada- le sonrió Mariano con una sonrisa amable- discúlpame, iré a buscar a Isabela…-

La muchacha asintió distraídamente mientras que el mayor se alejaba, aún pensando en lo que había dicho ese horrible Sergio.

"Quizá debería regresar a casa", pensó Mirabel "pero debería esperar a que Camilo o Luisita se desocupen, porque tío Bruno me matará si no regreso acompañada después de lo que pasó".

Aún pensaba en eso cuando en su campo visual apareció Rafael Valencia, caminado decididamente hacia ella con una sonrisa. Su corazón saltó de emoción al ver que el muchacho tenía sus ojos sobre ella. Extendió su mano hacia ella.

-Hola, Mirabel?- dijo Rafael con una sonrisa que hizo que la muchacha sintiera sus rodillas débiles- ¿quisieras…? ¿Quieres bailar conmigo?-

Mirabel vio su propia mano tomar la de Rafael y caminó detrás de él hacia donde el resto del pueblo estaba bailando. Se sentía como en las nubes, como en un sueño, pero era consciente de que eso era bastante real. Los ojos color marrón de Rafael no habían dejado su rostro, el cual se sentía en llamas.

Pero como todos los sueños duró muy poco, porque un hombre se abrió paso entre la multitud y separó a Rafael de Mirabel de un tirón en el brazo del muchacho, devolviendo a ambos adolescentes a la realidad.

-¡Rafael! ¡Te dije que no te acercaras a ella!- dijo el hombre en voz alta, haciendo que incluso las personas que bailaban alrededor de ellos se detuvieran.

-Pero papá…- dijo el muchacho apenado, volviendo su mirada mortificada a Mirabel.

-Pero nada- dijo el hombre- te dije que te alejaras de… ella. ¡Nos vamos a casa!-

-Lo siento…- dijo Rafael en un susurro mientras que su padre lo arrastraba fuera de la plaza, dejando sola a Mirabel entre la gente que bailaba. Aquello no era sorprendente pero aún así le dolía un poco, pero no tuvo más opción que salir de entre las personas que bailaban para buscar a alguien de su familia.

Aún se sentía derrotada cuando vio a Luisa comiéndose unos buñuelos, y caminó hacia ella.

-¿Qué pasó, Mira?- dijo su hermana borrando su sonrisa, notando de inmediato que no se sentía bien.

-Nada- mintió ella haciendo un esfuerzo por sonreír. No quería preocupar a su hermana- solo estoy un poco cansada-

-Yo también estoy un poco fastidiada, quizá será mejor que regresemos a casa- dijo Luisa dándole unas palmaditas que casi la tiraron al suelo.

Mientras que las dos mujeres caminaron de regreso a casa, Mirabel se abrazó a sí misma recordando ese pequeño momento en el que se sintió en el cielo y había sido regresada al suelo tan pronto como el padre de Rafael llegó a interrumpirlos.

x-x-x

Más tarde

Cuando vio a sus dos sobrinas regresar a casa, su tío Bruno supo inmediatamente que algo malo había pasado con Mirabel. Esa sonrisa que llevaba no era auténtica, sino tensa y triste. Por más que trataba de fingir que estaba bien, no podía engañar a su tío.

-Buenas noches, tío. Uaaaaah… que sueño- dijo Mirabel bostezando con una sonrisa fingida antes de comenzar a subir a su habitación para evitar preocuparlo, pero Bruno la conocía bien. ¡La había cargado de recién nacida!

-¿Sabes algo?- dijo él encogiendo los hombros- creo que tu madre dejó algo de chocolate caliente en la estufa. Tomaré un poco, ¿no quisieras acompañarme?-

Mirabel se detuvo y se volvió a su tío, ponderando la oferta, y finalmente decidió que después de la humillación con el padre de Rafael necesitaba algo dulce. Además, esa tarde había querido pasar tiempo con su tío y ahora tenía la oportunidad.

Al ver que su oferta tentó lo suficiente a Mirabel para caminar con él hacia la cocina sin decir nada, Bruno le pasó una mano detrás de su espalda causándole una linda sensación de calidez en la noche fresca con su ruana, y el chocolate caliente que su tío le pasó la hizo relajarse después de lo que había pasado.

-Tienes razón- dijo Mirabel sintiéndose mucho mejor- hubiera sido mejor quedarme en casa a descansar un poco-

-Mmm…- dijo Bruno dándole un suave codazo- quizá no es muy buena idea que sigas juntándote conmigo, o te volverás tan huraña como tu tío Bruno-

-Eso no tiene nada de malo, tío- dijo ella encogiendo los hombros- tú eres más cuidadoso que mamá o tía Pepa, pero yo…-

-A ti te gusta estar rodeada de personas- terminó Bruno- no creo que sea lo mejor para ti.

-Sí, pero eso no funciona para mí- dijo Mirabel mirando su taza vacía entre sus manos antes de sonreír tristemente- pensándolo bien, somos más parecidos de lo que crees-

-¿Cómo?- dijo él alzando las cejas.

-A los dos nos gusta el chocolate caliente- dijo ella haciendo una mueca- ninguno de los dos somos los favoritos de la abuela… y ahora los dos tenemos un amor prohibido-

Las facciones de Bruno se volvieron de aún más preocupación al escuchar a su sobrina decir eso, lo que hizo que Mirabel tratara de corregirse.

-Mariposita…-

-No, no, estoy bien- dijo ella rápidamente, tratando de minimizar lo que pasó- no es para tanto… ¡apenas tengo trece años! Es una tontería la verdad, porque no es importante para…-

-Mirabel- dijo Bruno en voz un poco más alta para interrumpirla- no tienes que… ¡Ugh!-

Mientras su tío estaba hablando, Mirabel vio sus ojos volverse verde brillantes antes de cerrarlos y llevarse las manos a la cabeza.

-¡Tío!- dijo Mirabel alarmada al verlo así, poniendo sus manos en los brazos de Bruno- ¡tío! ¿Te encuentras bien?-

-Yo… ugh… sí- dijo Bruno dándole la espalda y comenzando a caminar a la salida de la cocina- disculpa… tengo que… ugh… subir…-

-¿Qué sucede?- dijo la adolescente cada vez más asustada- ¿es una visión?-

Bruno asintió aún caminando hacia la escalera, pero Mirabel lo alcanzó para pasar el brazo de su tío detrás de sus hombros y ayudarlo a subir a su torre.

-Casita, ¿puedes ayudarnos a subir a la cueva de visiones?-

Casita se movió de manera afirmativa y movió los azulejos debajo de ellos y los subió a la torre de Bruno, hasta dejarlos en la cueva de visiones en menos de un minuto. Una vez ahí, Mirabel ayudó a su tío a sentarse en el suelo y estaba a punto de salir de ahí para darle privacidad cuando Bruno tomó su mano.

-Quédate, por favor- le pidió Bruno. Ella asintió y se arrodilló frente a él sin soltar sus manos justo antes de que su tío liberara la visión.

Mirabel solo había presenciado la visión en la que iba a destruir la magia, pero nuevamente se sorprendió de lo hermoso que era el poder de su tío. Las imágenes comenzaron a aparecer en la arena. Vio primero a una mujer que le parecía conocida y la fiesta de la que acababa de salir, caminando hacia la abuela y susurrándole algo al oído. Alma se volvió a otra mujer y la apuntó con su dedo con una mirada que Mirabel conocía muy bien. Cuando la segunda mujer se volvió para salir de la fiesta, Mirabel se dio cuenta de quien era.

-Es Marcela- dijo Mirabel bajo su aliento.

Vio a Marcela caminar en lo que parecían los arbustos la selva, subiendo con dificultad a una colina antes de resbalar y caer rodando al fondo de un barranco.

-¡No!- exclamó Mirabel soltando las manos de Bruno para cubrir su boca con ella- eso no puede es… ¡tío, eso es hoy, tenemos que hacer algo!-

La visión terminó y la arena cayó sobre ellos. Bruno se estaba levantando también y caminando hacia la salida, así que Mirabel lo siguió.

-Vamos, tenemos que ir a la fiesta a buscar a tu mamá- dijo Bruno.

-Y después buscar a Marcela…- completó Mirabel.

-Yo sé bien dónde está ese barranco- dijo él- vamos-

x-x-x

Plaza

Al mismo tiempo

Camilo estaba muy feliz aún bailando con Valeria Guerrero, divirtiéndose mucho e ignorando las miradas molestas de los otros muchachos de su edad en la plaza. No solo eso ellos, las muchachas estaban también molestas, sobre todo la sobrina de la señora Guzmán, Leticia.

"Ni modo", pensó Camilo mientras seguía bailando.

La muchacha se detuvo de pronto y se volvió hacia un lado, señalando a la abuela, quien estaba hablando con otra mujer de su misma edad.

-¿Qué está haciendo tu abuela?- preguntó Valeria al ver la expresión furiosa de Alma. Camilo encogió los hombros sin saber qué responder, pero la abuela se acercó a ellos y se detuvo junto a una mujer de la edad de su mamá.

-¡Debería darte vergüenza!- exclamó la abuela, haciendo que la música se detuviera de pronto cuando los músicos escucharon los gritos- ¡sonsacando a mi hijo así!-

-Señora, yo he hecho nada, yo soy…- dijo una voz femenina que parecía tranquila, pero Camilo notó el pánico en su voz. Todo el mundo se detuvo y se volvió a ver lo que estaba sucediendo, y la reconoció a la mujer que había enseñado a Mirabel a coser cuando eran pequeños.

-¡No sé cómo te atreves a mostrar tu cara aquí!- exclamó la abuela visiblemente molesta como pocas veces Camilo la había visto en público- ¡fuera de aquí! No eres bienvenida esta fiesta. Y si vuelves a acercarte a mi hijo de nuevo, te arrepentirás-

Vio a la mujer hacer un puchero y dar media vuelta para salir de la plaza rápidamente, perdiéndose entre las casas del pueblo. Haciendo una mueca, Camilo vio que su tía Julieta había dejado de bailar y caminado hacia Alma.

-Mamá, eso no era necesario- dijo Julieta aún tomando la mano de Agustín- ¡pobre Marcela! Ella nunca ha hecho nada malo…-

-Claro que era necesario, esa trepadora quiere engatusar a tu hermano…- dijo Alma- tenía que protegerlo-

-Bruno es un hombre adulto que no necesita que lo protejan- dijo Julieta poniendo su mano libre en la cintura- además, tú ni siquiera sabes si Marcela y Bruno…-

-Ni siquiera los pongas en la misma oración, Julieta. No sabes lo que dices- dijo Alma dándole la espalda y perdiéndose en la multitud.

Camilo suspiró. Realmente esperaba que su abuela no se metiera en su vida amorosa como lo hacía con su tío, ahora o en el futuro. Había escuchado que la abuela había impedido que tía Julieta se casara con tío Agustín por un largo tiempo, y ahora estaba tratando de juntar a Isabela con el hijo de la señora Guzmán. Eww.

-¡Mamá!-

Mirabel había regresado corriendo a la plaza acompañada de Bruno, ambos con expresiones alarmadas. Tal y como lo esperaba de su tío, la gente dio algunos pasos atrás para alejarse de él, incluida Valeria, quien seguramente había heredado su miedo de sus padres.

-Está bien, Vale- dijo Camilo al ver a su novia dar un salto de susto al ver llegar al par- tío Bruno no es malo-

-¡Mamá, Marcela va a tener un accidente!- dijo Mirabel el voz baja, pero Camilo alcanzó a escuchar- va a caer de un acantilado después de que abuela le grite delante de todos-

-Eso ya pasó, tenemos que apresurarnos- dijo Julieta preocupada. Tomó una canasta y la llenó de algunas cosas que había preparado: arepas, alfajores y otras cosas, y con una expresión segura asintió con dirección a su hija y a su hermano- vamos-

Camilo vio a los tres correr fuera de la plaza y hacia las montañas, aún sin caer en cuenta de que seguía tomando la mano de Valeria. Una parte de él estuvo a punto de correr tras ellos para ver en qué ayudar, pero la voz de ella lo hizo salir de sus pensamientos.

-Vaya- la escuchó decir- tu tío parece muy preocupado por ella. Quizá tu abuela no estaba equivocada con sus sospechas de que hay algo entre ellos-

-Eso parece…- dijo Camilo preocupado. Sabía lo mucho que Mirabel apreciaba a esa mujer, aunque no había hecho la conexión con su tío- no importa, solo espero que esté bien-

-Mmhm- dijo Valeria preocupada- Marcela Medina también me enseñó a bordar el verano pasado. Es una mujer muy amable-

Camilo asintió cuando la música continuó, y la pareja volvió a comenzar a bailar. El muchacho no se dio cuenta de que, en la distancia, la abuela estaba mirándolo con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

x-x-x

Selva

Al mismo tiempo

Mirabel tomó la mano de su madre para ayudarla a subir por la ladera siguiendo a Bruno, quien iba varios pasos delante de ellas. Tratando de que Julieta pudiera subir con más facilidad, la muchacha tomó la canasta de sus manos.

-¿Falta mucho?- dijo Julieta apoyando sus manos en sus rodillas, tratando de recuperar el aliento.

-No- dijo Bruno sin detenerse- el barranco debe estar por…-

La muchacha miró en la distancia tratando de buscar a Marcela en los alrededores, pero no había ninguna rastro de ella. Quizá era otra noche, otra fiesta y otra confrontación de la abuela con ella. Pronto se dio cuenta de que estaba equivocada

Marcela estaba caminando peligrosamente cerca del barranco, tallándose los ojos después de haber llorado. A pesar de que sabía que las visiones de Bruno siempre se cumplían, Mirabel cedió a la tentación de tratar de impedirlo.

-¡Marcela, no te muevas!- gritó con todas sus fuerzas.

La mujer se volvió bruscamente hacia ella antes de inmediatamente resbalar y caer al barranco. Mirabel se cubrió la boca con las manos horrorizada mientras que su madre gritó asustada, pero Bruno no estaba con ellas, sino que comenzó a bajar al fondo del barranco por una ladera. Mirabel tomó la mano de Julieta para ayudarla a bajar.

Marcela estaba en el fondo del barranco, respirando apenas con dificultad tras los golpes que recibió durante la caída. Al verla, Mirabel se cubrió la boca con las manos y tuvo que apartar la mirada al ver toda esa sangre. Quien no dudó fue Julieta, ya que tomó la canasta de sus manos y se arrodilló junto a Marcela, y Bruno se arrodilló junto a ella y despejaba el cabello de su rostro para tranquilizarla.

-Vas a estar bien, mi amor, no te preocupes- dijo él en un susurro- pronto te vas a sentir mejor-

Julieta sacó una pequeña arepa.

-¿Me escuchas, Marcela? Parpadea una vez si me escuchas- dijo Julieta. Con dificultad, la mujer abrió los ojos y los cerró de nuevo- bien, necesito que escuches bien. Voy a poner un trozo de arepa en tu boca, tienes que tragarla-

No hubo otra respuesta que un leve gemido. Mirabel apretó los ojos y dejó escapar un gemido de preocupación, aún mirando hacia otro lado. Bruno notó eso y tomó la mano de su sobrina sin mirarla y sin dejar de mover el cabello de la mujer herida con la otra.

Tras unos tensos momentos, Marcela tragó el trozo de arepa y sus heridas comenzaron a sanarse.

-Lo estás haciendo muy bien, Marcela- la animó Julieta tomando otro trocito de arepa y poniéndolo en sus labios- solo un poco más-

Poco a poco comenzó a mejorar, los huesos rotos se repararon y las heridas se cerraron. Julieta se puso de pie, Mirabel respiró aliviada y Bruno abrazó a Marcela tan pronto como estuvo curada.

-Ay, mi amor, me diste el susto de mi vida- dijo Bruno en un susurro al ayudarla a incorporarse sentada y la abrazaba- no vuelvas a hacerme esto-

-Debí haberte escuchado y evitar los sitios altos como dije que haría…- dijo Marcela apenada- lo siento mucho-

Bruno siguió abrazando a Marcela hasta que estuvo satisfecho. Mirabel tomó la mano de su madre y dio un respiro hondo. Por su parte Julieta alzó las cejas y miró a su hija, dándose cuenta de que Mirabel no se había sorprendido de ver la familiaridad de Bruno con Marcela y cayendo en cuenta de que era cómplice de su tío.

-Acompañaré a Marcela a su casa- dijo Bruno antes de volverse a su hermana- Juli, apreciaríamos mucho que no menciones nada de esto a mamá-

-Lo sé- dijo Julieta con una sonrisa sabionda- pierde cuidado, hermanito. Vamos a casa, Mira-

Mirabel comenzó a seguir a su madre de regreso a casita bajando por la ladera con cuidado de no resbalar. Cuando ya estaban a unos pasos, la muchacha miró hacia atrás y vio a Bruno besar la frente de Marcela mientras la ayudaba a ponerse de pie de donde había caído, y no pudo evitar sonreír.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! Casi perdemos a Marcela en este capítulo, pero al menos Bruno y Mirabel lograron salvarla a tiempo. Espero que les haya gustado esta historia. Muchas gracias por seguir esta historia. ¡Abrazos!

Abby L.