—¿Y bien? —Steve hizo saber su inquietud tras largos minutos de espera que se volvieron eternos.

Howard Stark, se la pasó dando vueltas alrededor del Jeep que le habían traído, lo analizaba a detalle sin haberle puesto una mano encima todavía. Peggy y Rogers contemplaban su gran concentración sin comprender que es lo que tanto lo tenía de esa forma pues, ni siquiera había emitido palabra alguna en todo este rato.

Los tres se encontraban ahora mismo en uno de los almacenes de Stark, fue de imprevisto, pero Peggy pudo conseguir que los recibiera.

—Sí, lo haré —finalmente terminó ese silencio. Howard detuvo su andar y se cruzó de brazos, desprendiendo un aura de excesiva confianza—. ¿Quieres que le haga un cambio de aceite, le saque brillo a los espejos o...? —dejó la pregunta abierta, esperando alguna respuesta concreta.

Ante las miradas de los dos presentes, Steve chasqueó la lengua y se rascó la cabeza. No había pensado muy bien las palabras que debía usar para explicarles. Tampoco tenía idea de cómo se reparaba un robot alienígena.

—Pues, digamos qué necesita un chequeo —soltó, algo inseguro. Primero prepararía el terreno para la bomba de información que se avecinaba.

—¿No sabes lo que tiene? —Stark no podía adivinar que, de hecho, lo que le estaban pidiendo revisar no era un auto del tipo común—. Por suerte, vinieron con el indicado. Averiguaré que es lo que le duele —bromea.

El almacén estaba acondicionado para los trabajos que requirieran mecánica, por eso el espacio era amplio y las herramientas y piezas de refacciones abundaban. Stark fue por una camilla de ruedas, la pateó usando solo la fuerza necesaria para que llegara hasta donde se ubicaba el Jeep, procedió a tomar una linterna de entre todos sus artilugios, luego se recostó sobre la camilla y se introdujo debajo del vehículo. La iluminación saliendo por los lados, indicaba que empezó a revisar a fondo.

En medio de la espera, Peggy no puede evitar fulminar a Rogers con la mirada.

—¿Para esto venimos? —lo cuestiona, visiblemente molesta pues creía que era una broma—. ¿Tú gran secreto es que secuestraste y dañaste un auto qué es propiedad del ejército?

—¿Qué secreto? —Howard no puede evitar que su curiosidad entre en la conversación. Necesitaba distraerse con otra cosa porque lo que estaba viendo allá abajo lo iba a volver loco. No tenía idea de cómo funcionaba nada y vaya que conocía muy bien ese modelo de vehículo. Era cómo si las piezas que lo conformaban fueran completamente ajenas y se hubieran adaptado para hacerlo lucir igual.

Aquello no acababa ahí, Howard se topó con una parte a la que no le hallaba ni forma. Su cabeza giró en confusión. Si tuviera que describir lo que estaban viendo sus ojos, diría que parecía el rostro de algo, aunque parece que estuviera dormido.

—¿Ocurre algo? —Peggy nota que Stark se queda más callado de lo usual después de su última frase. Tanto ella y Steve, siguen esperando su veredicto con respecto al auto.

El sonido de los engranajes y placas metálicas compactándose entre sí, detrás de un filtro robótico, seguido de un grito de horror de Howard, fueron suficientes para que Steve saltara alarmado y que Peggy deslizara una mano hasta su arma.

B-127 despertó a causa del movimiento y se fue alzando sobre Stark mientras su cuerpo terminaba de formarse.

—¡Wow, wow! ¿Qué toqué? —Howard pegó la espalda a la camilla lo más que pudo, sus músculos se tensaron e instintivamente puso las manos adelante para protegerse.

—Bueno, eso lo resume muy bien —Steve se había ahorrado las explicaciones gracias a la inesperada presentación de B-127 ante ellos.

—No puede ser —lo único que se movía en el rostro de Howard eran sus labios. Lentamente se fue poniendo de pie, cuidando cada movimiento delante de los imponentes ópticos azules que lo seguían—. Jamás había visto esto. Y, modestia aparte, pero soy el mejor ingeniero mecánico de la nación.

Los humanos no eran los únicos confundidos y alterados, B-127 también estaba asustado, pero sobre todo desorientado. El Autobot no tenía idea de donde se encontraba, su cabeza chocaba contra el techo así que debía agacharse. Tampoco sabía quiénes eran las personas que acompañaban a Steve ni porque el otro hombre hace un momento estaba debajo de él.

—¿Peleaste con esto en el bosque? —asustada, Peggy ya le estaba apuntando a B-127 con el cañón de su arma. Lo único que la detenía de apretar el gatillo dependía de la siguiente respuesta de Steve. Su mirada se volvió afilada, confrontando a la del Autobot. Para ser tan grande y amenazante por su complexión, pensó que sus ojos eran demasiado redondos y brillantes, casi como si transmitieran inocencia.

—¡No, tranquilos! —Steve se apresuró a ponerse en medio de ambos, corriendo el riesgo de llevarse una bala de Peggy quién no pasó por alto ese detalle—. Él salvó mi vida en el bosque. Me ayudó a atrapar al espía de Hydra. Está de nuestro lado.

Que esos sucesos coincidieran con el extraño comportamiento de Rogers de los últimos días, fue la razón por la que la agente Carter bajó su arma solo para seguir escuchando. Howard también pudo relajarse bajando la barra de metal que había agarrado a causa el susto.

—¿Quieres explicarte? —Peggy le dio la oportunidad de escoger bien sus siguientes palabras que le dieran un buen motivo para no dispararle.

Los ópticos de B-127 buscaron los ojos de Steve, este le mostró una mano cómo señal de que no hiciera nada precipitado y que confiara en él, lo resolvería.

—Está bien, puedo explicarlo.

—Adelante, somos todo oídos —lo apresuró Stark. Su parte intelectual no podía estar más asombrada y casi feliz por este asombroso descubrimiento, pero su lado humano lo tenía temblando cómo era normal.

—Bueno, no puedo explicar todo —corrigió, rascando su nuca nervioso—. Es que, yo tampoco lo termino de entender. Solo llegó a mí o yo a él y... ahora estamos aquí.

—¿Él? —Peggy levanta una ceja—. ¿Qué cosa es?

—Es un robot muy avanzado —Stark no pudo evitar sacar sus propias conclusiones—. Tal vez tecnología Japonesa o Alemana. Deben estar construyendo cientos de estas cosas. Es la guerra.

—B-127 no es una cosa —les asegura Steve.

—¿Perdón? —Peggy no lo puede creer—. ¿Desde cuándo se conocen? Porque parece que lo defiendes mucho.

—¿B-127? —es todo lo que pasa por la mente de Howard en ese momento—. ¿Es la serie de algún modelo de auto que me perdí?

—Antes me dijo que ese era su nombre o designación, algo así —trató de explicar, pero eso daba igual—. Y les aseguro que no es una simple máquina.

—¿Y qué? ¿Él también te lo dijo? —ella no terminaba de confiar—. Entonces, ¿Por qué no habla con nosotros?

—Ese es el problema. Lo que me hizo esto a mí —se apuntó a sí mismo, pues seguía herido y sucio—. De alguna forma dañó a B-127 y le quitó su capacidad para hablar.

—¿Quieres decir qué hay más cómo él? —sugirió la agente.

—Y para colmo son de los malos —agregó Howard—. Lo siento, pero yo no puedo reparar a un auto que se transforma en lo que sea que es él. Tengo límites y principios.

—¿No quisieras ser el primero en descubrirlo? —la tentadora propuesta de Steve pone a Stark en duda.

La única que no quería tener cabida en todo esto seguía siendo Peggy.

—Esto... No podemos ocultarlo aquí. Hay que informárselo al Coronel de inmediato.

Steve la detiene tomándola del brazo antes de que se vaya, ella pone algo de resistencia volviendo tenso el ambiente.

—Prometiste guardar el secreto —le recuerda.

—No tenía idea de que en realidad era un gran secreto con pies y manos.

—Si se los dices, él y yo estaremos muertos —aclara, causando que Peggy lo reconsidere—. Eso que nos atacó, lo estaba buscando. Lo llamó "traidor". Creo que B-127 se está ocultando.

Steve le da una rápida mirada al Autobot cómo una petición a que confirme su teoría, este asiente moviendo la cabeza tristemente, lo cual termina por darle razón.

—¿Y qué planeas hacer? —inquiere—, ¿Vas a ayudarlo a esconderse en una de las cocheras de Stark?

El mencionado junto con B-127 intercambian miradas ajenas a la discusión que el par llevaba a cabo.

—Claro que no —contesta con obviedad—. Pero creo que puede ayudarnos a ganar contra Schmidt.

Su declaración dejó conmocionada a la agente. Pensar que podían tener a un arma tan grande de su lado los conduciría a la victoria, sin embargo, ¿Qué les aseguraba que de verdad estaba de su lado?

—Ni siquiera sabes con lo qué estás tratando —se libera de su agarre, pero mantiene la distancia.

—Por eso necesito que B-127 vuelva a hablar, para que él mismo nos lo diga —pasa su mirada de Peggy al hombre que tenía detrás—. ¿Stark, puedes ayudar con su voz? Parece que es algo similar a las cuerdas vocales.

—¿Es un chiste? —encoge los hombros y luego mira a Peggy en busca de aprobación ya que para él está claro que Steve perdió la razón. La mujer parece resignarse y un movimiento de cabeza le indica que lo haga—. Yo no prometo nada.

—Está bien —Rogers le dice con un ademán a B-127 que puede relajarse.

El Autobot decide confiar en Steve al que, luego de arriesgar su vida enfrentando a Blitzwing, ya comenzaba a considerar un amigo. B-127 se recuesta permitiéndole a Howard que lo revise, un poco temeroso, deja la linterna que anteriormente había agarrado y la cambia por unas pinzas, luego se acerca para empezar a revisarlo. Con la herramienta en su mano remueve el cableado que estaba expuesto y soltaba chispas, la impresión no tarda en apoderarse de él al contemplar una pequeña parte de lo que conformaba el cuerpo de un Cybertroniano.

—Definitivamente hay un gran daño —evalúa Stark—. Muchos cables sueltos y aquí falta una pieza, una que no podré remplazar. No con mis recursos.

—Lo siento —Steve se disculpa con B-127. Consideraba que era su culpa por no haber podido hacer más para ayudarlo durante su pelea.

Peggy los observa, puede ver que la relación que se forjaba entre ellos era genuina. Si por algo se caracteriza Rogers no era por mentir. Quizá podría tener razón y B-127 puede que represente una esperanza. Ya había puesto su fe en el antes, hacerlo una vez más sería un riesgo que iba a correr.

—¿No dijiste que otro cómo él los atacó? —atrae su atención rápidamente—, Si son de donde mismo, deberían funcionar igual.

Steve no lo comprendió a la primera, pero Howard dio un salto en su lugar.

—Sí —apoya la teoría de Peggy—. Si pueden conseguirme más piezas, tal vez encuentre una manera de repararlo. Aunque necesitaría que me dejen estudiarlo un poco más porque no termino de entenderlo. Diría que su tecnología es de otro planeta.

—Y así es —confiesa Rogers, ganándose las miradas desconcertadas de ambos, pero las ignora para enfocarse de nuevo en el Autobot—. ¿Entre todos tus juguetes no tienes algo que pueda servirle para comunicarse hasta entonces? No creo que sea cómodo para él ni para nosotros tenerlo sin voz.

—Perdón, no estaba preparado para hacer hablar a un robot extraterrestre —se defiende, no obstante, la siguiente idea llegó a su mente como de costumbre. Un hombre con su ego no se podría dejar vencer tal fácil—. Pero tengo otra idea, B-127 se transforma en un Jeep Willys MB, ¿verdad?

—¿Por qué? —las cejas de Steve juntan cómo una señal de confusión. Él y Peggy ven a Stark correr hacia su mesa repleta de artefactos, busca algo entre toda la chatarra desesperadamente hasta que obtiene una caja de radio.

—Creo que esta puede funcionar —murmura para sí mismo, yendo de regreso con el robot que lo esperaba acostado—. A ver amigo, esto será cómo ir al dentista.

B-127 deja que las manos de Stark hagan de las suyas viajando por su pecho en busca de la entrada de la unidad de cabecera que, normalmente, todos los autos deberían de tener. Por lo que ya sabían este no era normal, pero Stark deducía que si había replicado a un Jeep a la perfección entonces un detalle cómo ese no se le pasaría por alto. En su búsqueda, su brazo entra de más y sin querer presiona algo que proyecta una luz sobre sus cabezas.

Howard se aleja en automático, levantando ambas manos otra vez.

—¿Y ahora que toqué?

—Es una proyección —les aclara Steve, por un momento él también se había puesto en guardia frente a Peggy.

Todos se relajan unos instantes antes de que la imagen de otro robot termine de aclararse. Destacaba por sus vibrantes colores azul y rojo.

—¿Qué es eso? —Peggy se acerca curiosa, no demasiado pues el temor a lo desconocido era normal.

Steve se fija en que los ópticos de B-127 se abren más de lo usual cuando ve la imagen.

—¿Lo conoces? —por su gesto, le es fácil adivinar la respuesta.

—¿Y ese quién es? —Howard entre cerró los ojos, intentando hallarle forma.

—Yo soy Optimus Prime —sus palabras coincidieron con la respuesta en el momento perfecto para hacer que Stark saltara del susto.

—Es una grabación —Peggy lo tranquiliza.

—Ya sabía —dice con una mano en el corazón, trataba de volver a regular su respiración.

—B-127, ruego porque este mensaje te encuentre —los tres humanos formaron un círculo alrededor de la figura de Optimus y escucharon muy atentos—. Nuestra guerra continúa. Seguiremos peleando, hay que reagruparnos, reconstruir y retomar nuestro hogar. Pero antes necesitamos encontrar refugio. Irás allá a instalar una base para nosotros, una vez reunidos todos te alcanzaremos. Debes proteger al planeta Tierra, si los Decepticons lo encuentran, nuestra gente ahora si se extinguirá. Cuídate mucho, soldado.

La grabación se cortó abruptamente y la imagen se fue apagando. Cuando finalmente hubo silencio, solo quedaban las expresiones de sorpresa por parte de los tres.

—Dijo... ¿Guerra? —repitió Peggy. No le gustaba cómo sonaba eso.

—Y piensan traerla a nosotros —expuso Howard preocupado.

—No si lo impedimos —habló Steve con tono firme.

—¿Cómo? Dijo que pronto llegarían —la agente señala hacia donde estuvo la proyección de Optimus—. Si no hacemos algo, más cosas cómo la que te atacaron seguirán apareciendo y no podremos detenerlos.

—Los llamó Decepticons —menciona Stark como dato importante.

—Huyen de una guerra para encontrarse con otra, eso no nos hace muy diferentes —comenta Rogers decepcionado—. Tenemos que acabar con nuestra lucha para poder decir que tienen un lugar seguro al que llegar.

—Un segundo, ¿Qué? —exclama Howard, incrédulo—. ¿Estás diciendo que deberíamos invitarlos? Ahora que ya sabemos esto, hay advertirles a todos. Al ejército, al gobierno, ¡A quién sea!

—Están buscando un refugio —le resulta inevitable enfocar su atención en B-127 que presenciaba su disputa—. Por eso él está aquí. Podemos ayudarlos.

—Creo que no entendiste que vienen del espacio —interviene Peggy—. Si los traemos aquí no sabemos lo que pasará con nosotros.

—No, pero si sé qué pasará con ellos si los dejamos allá afuera, B-127 podría perder compañeros. Además, este "Optimus Prime" habló de proteger la Tierra, no de atacarla —su contestación la deja pensando—. No todos son iguales, es una guerra. Hay dos bandos y por lo que sé, el lado de B-127 es el único que no ha intentado matarme. Si quisiera hacernos algo, ¿No creen que tiene la ventaja contra nosotros ahora mismo?

B-127 recibe las miradas, con su gran tamaño, fuerza y armas, sería suficiente para liquidar a todos en esa habitación. Incluso pudo haberle arrancado un brazo a Howard cuando lo revisó si así lo hubiera deseado. Pero no había hecho ninguna de esas cosas, no era su intención y pronto lo comprendieron.

De todas formas, les resultaba complicado simplemente aceptar que, de un día para el otro, una raza alienígena invadiera su planeta.

—Voy a terminar de poner esto y dejemos qué él hable, ¿Les parece? —dice Stark abrumado. Sin esperar una respuesta realmente, regresa con B-127 para seguir colocando el radio.


[Espacio exterior]

Simultáneamente con lo que sucedía en la Tierra, en la superficie de una de las lunas de Saturno, uno de los pocos supervivientes de la resistencia Autobot estaba siendo sometido por un par de Decepticons.

Dropkick le había arrancado uno de sus brazos al Autobot de pintura roja y después se lo arrojó.

—¿Dónde está Optimus Prime? —le pregunta Shatter—. Sabemos que sobrevivió a la caída de Cybertron. Y ninguna rebelión es terminada hasta que su líder muere. Así que, ¿En dónde está?

—Mi nombre es Cliffjumper, teniente de la resistencia Autobot. Mi regreso a salvo dará...

Dropkick lo calla al clavarle su espada entre el brazo y el pecho.

—Respuesta incorrecta —Shatter se mofa—. Sabemos que quiere establecer una base. Dinos en donde está y te dejaremos vivir.

—Mi nombre es Cliffjumper, teni... —la espada que tenía clavada es retorcida a propósito, causándole dolor.

Es en eso que, sin esperarlo, el transmisor de Cliffjumper se activa al recibir una señal desconocida.

Kiss me once
Then, kiss me twice
Then, kiss me once again
It's been a long, long time~

Aquella canción se distorsiona hasta cortarse, dejando confundidos a todos. No tardan mucho en entender rápidamente lo que significaba.

—Es la señal de B-127 —sospecha Shatter.

—¿Se puede rastrear? —le pregunta Dropkick, removiendo su arma del cuerpo de su enemigo.

—Ya lo hice —Shatter camina en círculos alrededor del Autobot—. Si no nos dices en donde está Prime, tal vez tu joven amigo lo haga.

—Jamás —sostiene Cliffjumper.

—Eres un guerrero valiente, mereces una mejor muerte —apenas terminó de decirlo cuando Dropkick lo partió por la mitad, la luz en la óptica de Cliffjumper se apagó y sus restos cayeron—. Hay que ir a la tierra.

El par de Decepticons se preparan para partir luego de haber acabado con la vida del Autobot.


[Planeta Tierra]

—¡Y ya quedó! —Howard termina de instalarle el nuevo radio, cambiándole el anterior que tenía muy dañado a causa de la pelea con Blitzwing—. Intenta poner otra estación.

—¿Y eso en que ayuda? —Steve no comprendía.

B-127 se sentó y obedeció, del radio se escucharon varias canciones populares y a algunos locutores famosos de la época. Era la prueba de que servía.

—XM radio satelital presenta al diseñador de armas Howard Stark —aquella voz sale del radio de B-127, causando que el nombrado ponga una amplia sonrisa triunfal.

—Hablas a través del radio —Steve se llevó una mano a la frente. Nunca se le hubiera ocurrido de esa forma.

—Tal vez haya que afinar algunos unos detalles —murmura Howard, aunque era un poco gracioso oír publicidad de por medio en cada frase.

—¡Gracias, son maravillosos! —suena una voz distinta a la vez que B-127 aplaude.

—¿Ya puedes decirnos qué fue lo te sucedió? —Carter lo cuestiona—, ¿Por qué empezaron una guerra? ¿Qué es lo que quieren esos Decepticons?

—Creo que tal vez son demasiadas preguntas para B-127, no lo abrumes —le dice Steve.

—Sí, solo puede con lo básico —Stark lo apoya—. Por cierto, ¿No creen que "B-127" suena muy seco? Estaba pensando que quizá... Podríamos ponerle algo así cómo un apodo, ya saben. Soy bueno con los nombres —alardeó.

Una de las cejas de Steve se curvea mientras que Peggy frunce el ceño y cruza los brazos. Contrario a lo que pudiera parecer, de hecho, lo creían una buena idea. Llamarlo solo por números era algo frívolo.

—¿Tú qué piensas? —consulta Steve con el Autobot, este se limita a ladear la cabeza lo cual causa algo de ternura en Peggy. Ella se esforzó para no demostrarlo.

—Sus facciones son... adorables y esas cosas en su cabeza parecen pequeñas antenas —observa la mujer—. Las puertas en su espalda me recuerdan a un par de alas.

—Si fuera amarillo podría parecerse a uno de esos abejorros —coincide Rogers.

—¡Lo tengo! —Stark hace un chasquido y luego con una mano presenta un letrero imaginario que se desplegaba—. "Bumblebee" ¿Qué dicen?

—¿Te gusta? —Steve pide su opinión, poniendo media sonrisa—. El amarillo debería ser tu color.

B-127, ahora bautizado como Bumblebee, aceptó su apodo y emitió un gorgojeo algo irónico. Si tan solo los hubiera conocido antes sabrían que el amarillo era lo suyo.

—Oye, no quiero presionarte, pero tengo un vuelo que tomar —habla Peggy un poco cohibida—. Debo irme.

—¿Qué hacemos con este muchachote? —Stark le dio unas palmadas amistosas a Bee en una de sus pantorrillas.

Bumblebee podía entender que era un rasgo común en los humanos dejarse dominar por el miedo y la agresividad, al principio Steve también le tuvo miedo, pero él había hecho que los dos confiaran. Al parecer tenía una facilidad para guiar a los demás, sin duda, no se equivocó con este humano. La esperanza de volver a reunirse con sus compañeros se hacía más grande. Debía mantenerse cerca de él y protegerlo.

—Bueno, Bumblebee y yo llevaremos a Peggy, si le parece bien —sus ojos se encontraron con los de ella en una forma de decir que estaba de acuerdo—. Luego regresaremos al campamento, si seguimos desapareciendo así será peligroso. Stark, tú no digas ni una sola palabra de esto. A nadie.

—¿Por qué no? —replica. La verdad esperaba al menos exponer que fue el primero en asistir a un robot alienígena.

—El gobierno usaría a Bumblebee para experimentar y a nosotros seguramente nos pondrían en cuarentena por haber tenido contacto y para evitar que propaguemos la información que descubrimos —le explica Carter en apoyo a Steve que le agradeció con un gesto—. Ni tu fortuna te hará intocable si hablamos de otra especie inteligente.

—Ya entendí —la detiene—. No hablaré, pero al menos prométanme que me traerán más piezas para estudiar. Con su ayuda, mi tecnología de gravedad inversa no tendrá que esperar años para ver la luz, imaginen el gran avance que marcaría en nuestra generación.

—Ya veremos —Rogers deja abierta la posibilidad. Si tenía que escoger entre volver a enfrentar a un Decepticon o no, lógicamente lo evitaría, pero sí de eso podía obtener algo para ayudar a Bee entonces estaba dispuesto a luchar. Tampoco lo hacía feliz ser quien diera pie a Stark con su tecnología, pero era parte del precio a pagar—. ¿Qué me dices, tienes energía suficiente para llevarnos de regreso?

Bumblebee se agachó e inmediatamente su cuerpo entero se redujo a ser un Jeep, dejándoles las puertas abiertas, los invitó a subir.

—Mensaje para el capitán: hagámoslo —sintoniza su radio.