Venus

Capítulo 4: Empathy

TW: Drogas, alcohol, vómito, desnudez.

Blossom devoró de una en una las palomitas del cuenco sobre su regazo mientras reproducía un vídeo de internet en la televisión común de la sala. En medio de la oscuridad sin nada más que la compañía de una manta sobre su cabeza y la luz azul del aparato sobre su rostro, la líder de las powerpuff girls observaba lo que acontecía en la pantalla: una vieja entrevista de un canal adolescente en donde participaron hacía unos años.

¿Y cómo te ves a ti misma en unos años, Bubbles?

Su hermana rubia se veía adorable con un vestido de chifón color azul eléctrico y su cabello rubio ensortijado en un par de coletas. Se habían vestido casualmente especialmente para esta entrevista de forma premeditada. Blossom recordaba perfectamente la forma en que había instado a las chicas a seleccionar meticulosamente lo que iban a usar.

— ¡Me encantaría ayudar animalitos y ser veterinaria! — exclamó Bubbles con entusiasmo y una sonrisa plasmada en su rostro, antes de que sus ojos se abrieran con excitación. — No, ¡espera! También quiero ser artista plástica… No, espera, ¡también una estrella del pop! ¡Ah!, esto es tan vergonzoso, la verdad no me puedo decidir.

El público respondió con carcajadas ante el número que estaba haciendo la powerpuff azul. Incluso Blossom no pudo evitar formar una especie de sonrisa desde la comisura de su boca, Bubbles tenía un talento innato para enternecer a cualquier audiencia, monstruos incluidos, sumalé eso el encanto natural de su rostro infantil a los doce años y era capaz de conseguir lo que quiera.

Sabemos que lograrás cualquier cosa que te propongas Bubbles. — rió la escultural presentadora de MTV, tomándola del hombro en gesto de complicidad. — ¿Qué hay de tí Buttercup? ¿Cómo te ves a tí misma cuando seas adulta?

Aún pateando traseros, obviamente. — respondió con desinterés la Buttercup puberta, cruzada de brazos, en una vieja chaqueta de cuero del profesor (que Blossom había insistido no utilizára) sobre la bonita blusa verde y pantalones blancos nuevos que compraron. — No lo sé, Rita, creo que aún tengo bastante tiempo para pensarlo. Lo que sí nunca cambiará es el hecho de que seguiré peleando con monstruos, tendrán que esperar un bueeeen rato hasta que se puedan librar de mí, ¡me oyen!

Buttercup se dirigió directamente a la cámara enseñando el puño en gesto de desafío, por si alguna lagartija de quince metros fuese a ver la entrevista. Los espectadores la vitorearon con entusiasmo, debía ser motivador el ver a una energética niña de metro y medio amenazar criaturas por televisión. La chica incluso se tomó la molestia de posar frente a la cámara, guiñando el ojo mientras disparaba pistolas imaginarias con las manos.

Antes de que Blossom pudiese poner los ojos en blanco mientras masticaba un puñado de palomitas, su celular vibró en su regazo.

Una alarma anunciando las 9 de la noche en punto, frunció el ceño con desgano. No podía creer que de nuevo llegaban tarde a pesar de sus advertencias.

Bueno no fue como que esta vez hubiese cocinado de todas formas, podían pasar hambre para lo que le importaba. Continuó con los ojos fijos en su programa

Rita le hizo un par de preguntas más a su hermana de ojos esmeralda, cuando su teléfono volvió a vibrar encendiendo la pantalla. Irritada, Blossom le volvió a echar un vistazo.

¿Qué haces?

Era Robin, por supuesto, la única amiga con la que se mensajeaba, además de sus hermanas o el profesor. Se dispusó a contestarle justo antes de que la conductora se dirigiese a ella misma.

Haciendo tarea ¿y tú?

Eso solo nos deja a tí Blossom — sonrió cálidamente mientras se dirigía a una versión miniatura de sí misma, sentada al medio de sus tres hermanas. — ¿Cómo te ves en el futuro?

Aburrido, yo me ando comiendo unos froot loops, lol.

Distraída, Blossom apartó la vista del mensaje mientras esperaba la respuesta de su yo de doce años, inclinándose un poco más hacia la pantalla con curiosidad.

Me veo a mí misma con un título STEM, quizás biomecánica o como una física nuclear. — sonrió tímidamente mientras apoyaba el micrófono bajo su barbilla. — Después, quisiera estudiar ciencias políticas para volverme una figura importante que influya al cambio social de mi ciudad, o quizás incluso, del estado.

La Blossom del presente no pudo evitar hacer una mueca de vergüenza escuchándose parlotear en televisión pública acerca de lo ambiciosa que era. Vuela alto, pequeña Blossom, pensó la líder, al descartar su sueño de ser futura presidenta de los Estados Unidos de América.

No pudo evitar notar los un poco menos entusiasmados vitoreos por parte del público, probablemente anonadados ante la seriedad mecánica de su discurso y su sonrisa de plástico. La pelirroja quisó golpearse la frente con la palma de sus manos, había sido tan tonta practicando una y otra y otra vez lo que diría en el programa. Detuvo el vídeo antes de poder forzarse a seguir viendo lo que le seguiría a la entrevista.

El aplicativo del televisor le recomendó demás videos como Compilación de Momentos Bubbles, y Entrevista con las Powerpuff Girls monstruo calamar 2014.

Hagamos algo divertido este fin de semana.

Alcanzó a leer entre las notificaciones de su celular, Robin continuó escribiéndole. Con una ceja levantada, la chica tecleó de vuelta.

¿Cómo qué?

Su amiga le respondió casi instantáneamente.

Hay una fiesta este viernes…

Blossom hizo una mueca antes de obligarse a responder con una negativa, pero Robin fue más rápida.

Yo sé que no le sabes a las fiestas, pero esta es diferente, alquilaron un local y todo. Va a ser súper divertido y media escuela estará presente, no puedes perdértelo.

Con frustración Blossom se pasó una mano por el rostro, antes de contestar.

No estoy segura de si una reunión llena de adolescentes ebrios sea mi definición de divertido…

Robin no se inmutó, los tres puntillos tardaron unos cuantos segundos antes de que apareciera su respuesta.

Vamos, se que odias a la gente, pero te gusta bailar. Yo bailaré contigo toda la noche si así lo quieres pero anímate :) pasas demasiado tiempo en internet.

¿Mira quién lo dice?

Yo me la paso hablando con extranjeros desconocidos en chatrooms, tú te la pasas leyendo noticias y mirando videos de prensas aplastando objetos. Necesitas una vida social, mujer.

Blossom se ruborizó ante el conocimiento de su amiga de una de sus tantas aficiones secretas de internet, pero aceptó que tenía algo de razón. Al diablo, podría soportar unas cuantas horas de luces de colores y música ensordecedora si eso era suficiente para aparentar ser… normal.

Un par de luces de un coche le hicieron saber que sus hermanas por fin habían llegado, junto con el familiar ruido de una cochera chirriante abriéndose. Blossom se preparó para entrar a su modo regaño por haber llegado 10 minutos después de lo acordado; pero antes recordó cerrar su sesión del reproductor y apagar el televisor, tratando de aparentar que no se había pasado toda su salida pudriéndose en el sofá.

Le dio un último vistazo a su celular para hacerle llegar su mensaje a Robin.

De acuerdo, iré.

Mientras escuchaba el sonido de las llaves en el umbral de la puerta, un ligero sonido a campanita le anunció que su amiga le había respondido.

Genial!

.

.

.

Pero puede que haya un pequeño problema…


— Oh Ro, debes estar bromeando…

Blossom se sostuvo el puente de la nariz con frustración, Robin solo atinó a dedicarle una mirada de disculpa desde el espejo retrovisor de su coche. Eran las 8 de la mañana y las powerpuff girls recibían un aventón al colegio de parte de su vecina favorita.

— ¡Todos en la escuela están invitados! Seguramente eso significa que también te toma en cuenta ¿no es cierto?

— No está vez. — interrumpió Bubbles desde el asiento del copiloto. — Solo se puede ir con invitación.— de su bolso, sacó un cartoncillo morado con dorado que llevaba su nombre. — Supongo que ser parte del escuadrón de animadoras ayudó de cierta forma, no estoy segura de que me hubiese tomado en cuenta de no ser así.

— Yo no recibí nada — alegó Buttercup, mientras se miraba las uñas con desinterés. — Pero no es como si quisiera ir de todas formas, es solo otra de sus estúpidas fiestas, hace una cada dos semanas, realmente no vale la pena.

— Oí que tocarían música en vivo. — exclamó la powerpuff azul como si fuese lo más impresionante del mundo — Y que alquiló un club entero solo para nuestro año.

— ¡Su cumpleaños fue en Junio! ¿Por qué carajos gastaría tanto dinero en una fiesta corriente? — protestó Buttercup mientras se entrecruzaba de brazos.

— Porque puede, — replicó Robin aún con los ojos fijos en la autopista. — Además, no es como que su encantadora personalidad sea lo que mantiene juntos a su círculo de amigos, necesita estas fiestas para permanecer relevante.

— ¿Estás sugiriendo que busca comprarnos? — interrumpió Blossom desde el asiento trasero.

Robin la miró de forma obvia desde el espejo retrovisor. — No lo sugiero, lo confirmo. Está determinada a ser elegida como la más amada en el anuario de graduación. Y si para eso tiene que hacer llover los Benjamin Franklin lo hará.

La powerpuff rosa suspiró con resignación. — Ya que. Seguramente en otra oportunidad.

Su amiga en el volante, volteo por un breve segundo exasperada. — No te rindas tan fácilmente Blossom.

— Podrías pedírselo directamente. — sugirió Bubbles mirando en su dirección. — "Hola Princesa, ¿qué tal? ¿y mi invitación?" — imitó la rubia con tono educado y encantador. Sus otras dos hermanas la miraron como si fuese tonta. — ¡No te la puede negar en público! Sería una grosería, abórdala en clases.

— Olvidas que nos odia, especialmente a Blossom, a muerte. — interrumpió Buttercup con los brazos cruzados a la altura del pecho. — Realmente dudo que vaya a dejarte ir sin obtener algo a cambio Blossom, quizás podrías dejarla ser líder por un fin de semana.

La pelirroja frunció el ceño con disgusto. — Ni hablar.

— Bueno entonces puedes decirle adiós a esa estúpida fiesta. — declaró la morena mientras se encogía de hombros. — Cambiando de tema. ¿Cuándo iban a decirme que el imbécil de Butch era una celebridad?

— ¿Qué? — exclamó Blossom con desconcierto.

Ni Bubbles ni Robin parecían sorprendidas.

— Oh, eso… a veces lo veía en la pantalla de bienvenida de la página donde hago transmisiones… Es muy popular con los niños, supongo. — declaró la rubia con la mirada perdida y apoyando un dedo sobre su labio.

— Lo último que supe era que había superado la barrera de los diez mil seguidores. — se encogió de hombros la chica humana, con la vista fija en el volante.

— ¡Y no me dijeron nada! — se quejó Buttercup levantando los pies del suelo y hundiéndose en su asiento con fastidio.

Blossom la miró con expresión confundida, apenas entendiendo acerca de lo que estaban hablando. — ¿Suscriptores de qué? ¿Qué se supone que transmite?

— A sí mismo jugando videojuegos, tontita. — respondió Bubbles volteando sobre su asiento para hablar con sus hermanas, apoyando la cabeza encima del cabezal del asiento. — Realmente no lo sigo, pero por lo que ví en su descripción se la pasa en juegos multijugador y competitivos, usualmente first person shooters o battle royales; tú sabes, lo que le gusta a la chaviza.

— Bubbles siéntate bien y abróchate el cinturón, harás que me pongan una infracción…— se quejó Robin, jalandola de la parte trasera de sus jeans para que se siente.

Blossom se sintió aún más desconcertada, al no ser docta en el lenguaje ni el género de los videojuegos, siendo estos más objeto de interés de sus otras hermanas.

— Le gusta mucho jugar a Valorant y al PUBG. No es tan bueno realmente, pero oí que es gracioso. — prosiguió Bubbles, después de acomodarse el cinturón de seguridad.

La líder de las powerpuff girls hizo una mueca como si le estuviese hablando en chino, pero su hermana ojiesmeralda profirió un quejido en voz alta.

— ¡Realmente me gustaban esos juegos! Ahora los ha arruinado para mí. — frunció el ceño con los brazos aún cruzados bajo su pecho, más el berrinche le duró unos segundos antes de voltear a ver en dirección de Bubbles. — ¿Y qué juegos se supone que juega la princesa?

— Por ahora, estoy haciendo un playthrough de Stardew Valley. — declaró la powerpuff azul con la nariz levantada con altivez. — Estoy tratando de casarme con mi aldeano favorito. No necesito jugar competitivo para conseguir espectadores en mis transmisiones. — bufó con expresión presumida.

— Sí, claro, solo necesitas un buen par de melones. — sugirió con malicia la chica de cabello corto.

— Para tu información Buttercup, gran parte de mis seguidoras son niñas de mi edad que les gusta mi contenido y quieren ser mis amigas. — la volteó a ver con fastidio.

— Como digas Bubbleplays… — exclamó la powerpuff verde con una sonrisa irónica. — Mientras no empieces a vender frascos con tu agua de bañera o flashees una boobie en vivo.

Sin mirarla, Bubbles estiró su mano para golpear con una palmada la pierna de la muchacha morena, quien solo atinó a reír juguetonamente.

Blossom estaba al borde de la desesperación, con muchas interrogantes volando encima de su cabeza.

— ¿De qué se supone que están hablando?


Blossom estaba teniendo un día difícil intentando encontrar cual sería el mejor momento para acercarse a la organizadora del evento. Ella solo tenía una cosa asegurada y era que tampoco se iba a poner a rogar de rodillas por una triste tarjeta.

Solo tendría que pedirle una e insistir una vez. Por Robin y su estúpida necesidad de sacarla de casa de vez en cuando.

No obstante esto probaba una tarea complicada considerando que era imposible encontrar un momento en el que la chica estuviera sola. Princesa Morebucks siempre estaba rodeada de fieles aduladores, esperando conseguir algo a cambio o colgarse de su popularidad. Por un minuto se preguntó si habría algo que la diferenciara de su séquito, al fin y al cabo, ella también estaba interesada en obtener algo de ella sin ofrecer nada a cambio.

Se tomó la frente con una de sus manos mientras volteaba a observarla por el rabillo del ojo, sentada hasta el fondo del aula de trigonometría cuchicheando con muchachas desconocidas acerca de su próxima fiesta, sin un asomo de consideración por el profesor anciano relatando su lección en la pizarra. Gente como ella irritaban a la powerpuff girl.

Comparada al otro trío de némesis de su misma edad, Princesa no se había retirado por completo de la vida criminal. De vez en cuando, despertaba en ella una especie de sed de sangre o berrinche masivo en donde redirigía sus frustraciones a la destrucción de la ciudad o alguna idea inverosímil. Ocurrencia de una niña rica y malcriada que ponía en riesgo al orden público.

A pesar de sus constantes transgresiones a la ley, sus estancias en prisión eran sencillamente ridículas. Pasaba fines de semana de vacaciones en prisión y el máximo tiempo que recibió fue de una semana completa por haber destruido un ala entera del centro comercial después de que un ayudante de estacionamiento le pidió validar una compra para su boleto de aparcamiento. A la semana siguiente de su encierro, regresó triunfante y con un Lexus completamente nuevo, en reemplazo al que destruyó durante el enfrentamiento.

No tenía que buscar más explicaciones para dejar en claro el porque la mera existencia de Princesa le sacaba canas verdes a Blossom, y no ayudaba a esto el hecho de que apenas y recibía consecuencias para semejantes actos, solo lograba frustrar más a la líder de las powerpuff girls. Su falta de control sólo contribuía a su reputación de "party girl" como si fuera Paris Hilton, volviéndose cada vez más popular.

Ha, y bueno fuese que en el fondo se tratara de una chica tonta y sin ápice de luces, pero Morebucks competía con ella con sus sobresalientes, incluso llevando las mismas materias avanzadas. Era una experta en ingeniería bélica, fruto de sus constantes intentos de compensar su falta de superpoderes, incluso había oído que estaba considerando aplicar a las mejores Ivy leagues con especialización en ingeniería mecatrónica o aeronáutica. Porque crear armas de destrucción masiva para aterrorizar la ciudad eran solo un hobbie y aparte para ella.

Su otro hobbie era ponerse más ebria que una cuba para luego vomitar en la kilométrica piscina de su mansión junto a un montón de payasos en bikini.

Blossom dejó las horas pasar involuntariamente, cinco clases compartidas y no hallaba el momento en que la chica pudiera estar completamente sola para poder abordarla. Cuando sonó la campana del almuerzo, intentó seguirle el paso pero se acobardó en cuanto se fijó en la cantidad de personas de su círculo v.i.p cerrándole el paso.

De nuevo, se encontraba sentada junto a sus hermanas y Robin mientras apuñalaba una ensalada verde con un tenedor.

— Sabes, si ese tomate pudiera hablar te diría que ya tuvo castigo suficiente. — observó Buttercup mientras tomaba un sorbo de su bebida energética. ¿Qué pasa contigo?

La pelirroja solo atinó a fulminarla con la mirada.

— ¿Lograste pedirle la invitación a Princesa? — preguntó Bubbles con inocencia.

El ojo derecho de Blossom le tembló. — Lo estoy INTENTANDO, ¿de acuerdo, Bubbles? — exclamó mordazmente en su dirección. — Estoy empezando a pensar que es una mala idea y que debería desistir antes de que me mande al infierno.

Robin la miró con desconsuelo. — ¿Estás segura? Digo, es la única fiesta a la que tengo tiempo y permiso para poder ir este fin de semana y realmente quería que fuésemos las dos juntas. Va a haber una maldita máquina de karaoke y todo.

— Lo siento Robin, pero quizás, si no fuera la fiesta de Princesa Morebucks… — se sentía terrible por la posibilidad de decepcionar una vez más a su amiga, pero veía difícil sino imposible conseguir algo de una de sus mortales enemigas.

Robin se quedó viendo, un poco decepcionada, mientras que Bubbles intercambiaba miradas entre ambas muchachas, preguntándose cómo podía ayudar. Buttercup, por otro lado, permaneció impasible antes de hablar.

— Creo que Blossom tiene razón, es solo otra estúpida fiesta de Princesa. Nada emocionante, se tornan aburridas con el tiempo. ¿Quién quiere hacer líneas de cocaína en un baño con niños ricos de todas formas?

Su afirmación dejó boquiabierta a la líder de las powerpuff girls.

— ¿Princesa consume cocaína? — exclamó mortificada, consiguiendo que un par de mesas miraran en su dirección.

Buttercup sonrió divertida. — Bueno, oí rumores… ¿y has visto ese polvo blanco en sus tobillos?

Mientras Blossom se formaba una imagen mortal de la escena, Bubbles dejó salir un sonoro suspiro de resignación, mirando de forma desaprobatoria a su hermana morena.

— Blossom, ignora a Buttercup, está payaseando. Nadie está consumiendo cocaína. — aclaró, sabiendo perfectamente lo paranoica que de por sí era su líder. — Mira, sé que lo ves como un caso perdido pero por lo menos nada pierdes intentándolo… Digo, Princesa no es tan mala… cuando…uh llegas a conocerla…

A pesar de la obvia duda de su hermana, Blossom no tuvo de otra que ceder. Tenía que dejar de lado su aversión por la muchacha y superar su propia cobardía. Podía vencer monstruos monumentales del tamaño de un rascacielos y la asustaba pedir una estúpida invitación.

Para cuando sonó la campana anunciando la última clase del día, Blossom estaba decidida. Se dirigió al laboratorio de química con trote resuelto, dirigiéndose hacia su mesa de siempre mientras buscaba con la mirada a su archienemiga, conforme el resto de su clase ocupaba sus respectivos sitios junto a sus compañeros de laboratorio.

Cuando Princesa llegó, Blossom se dedicó a contemplarla con atención. Al igual que ella, ocupó una de las mesas al frente de la clase que la mayoría de sus compañeros solían evitar, por lo tanto ambas trabajaban por su cuenta en la mayoría de ejercicios. A la powerpuff rosa no le importaba, incluso consideraba que trabajaba mucho más rápido y eficientemente por sí misma. Se preguntó si es que Princesa pensaba lo mismo.

Registró su rostro, de barbilla y nariz puntiaguda. Debía ceder al hecho de que había algo regal en sus facciones, muy de acuerdo a su nombre. Princesa podría considerarse bonita, si dejabas completamente de lado su personalidad; pero había algo demacrado en su cara. Alguna especie de cansancio… marcado en las profundas ojeras que adornaban sus ojos y la delgadez de sus pómulos. Aparentemente, la vida de party girl estaba comenzando a cobrar factura.

Examinó su atuendo con atención, una blusa blanca con un chaleco ceñido al torso, falda tableada marrón, pantimedias negras y botas de tacón alto. Eran casi como una versión alternativa de su propio outfit, solo que mucho más cara y con unos centímetros menos de falda. Otra similitud, que curioso.

Estaba tan ensimismada en su análisis de Princesa Morebucks que se sobresaltó cuando se fijó en la última persona en acabar de entrar al laboratorio de química.

Brick Him permaneció imperturbable mientras examinaba los asientos que quedaban libres, dirigió un breve vistazo en su dirección y en la de Princesa. Blossom no pudo evitar sentirse indignada al verse rápidamente descartada como compañera, pero para su sorpresa también pasó épicamente de sentarse junto a la villana, prefiriendo dirigirse al último asiento disponible de la clase: El de la esquina del fondo, con la silla rota.

Por el rabillo del ojo detectó movimiento de parte de Princesa, un profundo ceño fruncido surcaba su rostro, junto a una mueca de disgusto. Vió como apretaba fuertemente los brazos a la altura del pecho, mientras mecía una de sus piernas con inquietud. Era como si el rechazo del rowdyruff le produjera irritación.

Vaya vaya, ahora eso era nuevo.

Se preguntó a qué se debía el inmediato rechazo de Brick y la reacción de Princesa. ¿Qué se supone que habría entre los dos? Tendría que preguntarle a sus hermanas más tarde…

No pudo seguir con sus vacilaciones debido a que el maestro comenzó a escribir en el pizarrón, era un día de lecciones orales, sin práctica didáctica. Lo que le permitió a Blossom sumirse en la lectura sin preocuparse por nada.

Cuando la campana anunció el final de las clases, la chica notó la velocidad en la que el rowdyruff boy fue el primero en abandonar el aula. ¿Se podría ser incluso más grosero? El resto de sus compañeros se levantaron de sus asientos con prisa, aliviados de finalizar la jornada escolar.

Ella se tomó su tiempo en recoger sus cosas cuando se percató de que Princesa Morebucks, también permanecía rezagada en el aula, muy ocupada mirándose en un pequeño espejo de mano dorado con su inicial grabada. Blossom identificó su oportunidad cuando la vió aplicándose brillo de labios y se percató de que no había nadie que pudiese interrumpirlas. Se aproximó a su mesa cortándole un posible escape hacia la puerta del aula.

— Princesa… — anunció con voz firme, a pesar del asomo de timidez que invadía su cuerpo.

Princesa pretendió no registrar su presencia sin mirar en su dirección, pero se lamió los dientes y arrugó el ceño en señal de fastidio. A Blossom le tembló uno de los ojos y tuvo que aguantarse las ganas de fruncir la boca con irritación.

— Princesa. — repitió, esta vez con más determinación.

La castaña dejó salir un suspiro exageradamente ruidoso mientras ponía los ojos en blanco. — No he hecho nada esta vez. ¿Qué diablos quieres? — exclamó, esta vez posando sus ojos color miel en la powerpuff girl, mientras cruzaba las piernas en gesto de desdén. — No estoy de humor para lidiar contigo hoy.

— Tengo un favor que pedirte… — exclamó Blossom, reconociendo desde ya que era una mala idea.

Princesa levantó una de sus cejas, haciendo una mueca de lado con la boca.

— Oh, esa es una jodida novedad. — expresó con sarcasmo, la invitó a seguir con impaciencia. — ¿Qué pasa?

— Me preguntaba si es que tú… — Empezó a enunciar con desconfianza, pero al ver como la castaña la apresuraba con un gesto de la cabeza profirió entre dientes. — Me darías una invitación para tu fiesta. Si no es mucha molestia.

Princesa levantó ambas cejas ante su petición, pareciendo genuinamente sorprendida de que la powerpuff rosa esté dispuesta a rebajarse por una fiesta suya. Permaneció pasmada unos segundos mirando al vacío atrás de la powerpuff girl antes de recobrar la compostura y sonreír de forma maliciosa.

— Vaya, vaya… así que doña perfecta no es tan santurrona como parece… ¿Quién diría que querría festejar con el resto de nosotros la gentuza común y corriente? — El ojo de Blossom volvió a temblar involuntariamente, lista para abandonarlo todo. — Pero adivina qué, me siento particularmente GENEROSA el día de hoy. Pero por supuesto que tendrás tu invitación.

Blossom contuvo el aire unos segundos, mientras veía como Princesa sacaba de su bolso un sobre morado con sus invitaciones personalizadas. Sacó una y con un bolígrafo comenzó a anotar su nombre, hora y dirección del evento; para luego entregarla de forma súbita.

La pelirroja la observó un tanto anonadada.

— ¿Eso es todo? — preguntó, levantando una ceja con desconcierto.

— ¿A qué te refieres? — sonrió la castaña con satisfacción, posando su barbilla contra una de sus manos.

— ¿No insultos? ¿No favores? ¿No ruegos? ¿Ni jueguitos emocionales? — insistió, aún desconcertada con la facilidad con la que había conseguido su invitación. Esto estaba lejos de la línea de acciones que Princesa normalmente tomaría.

— Blossom, me ofendes. — exclamó Princesa con un falso ego herido. — Creo que ya hemos crecido lo suficiente como personas para dejar de lado nuestras diferencias en el nombre de la fiesta. Espero que disfrutes mi humilde reunión.

Aún sonriendo de forma condescendiente, la chica se levantó de su asiento y sosteniendo su bolso con una de sus manos, apartó a Blossom de la salida, agitándola en gesto de despedida.

La powerpuff rosa permaneció pasmada en el lugar en el que se encontraba parada antes de redirigir su mirada a la invitación que había recibido.

CLUB FRENZY - Downtown Townsville

9 pm.

Blossom Utonium

Una sonrisa comenzó a formarse en su rostro. Lo había conseguido. Tomó su celular rápidamente y comenzó a escribirle a Robin para sorprenderla con la noticia. Esta sería una noche divertida.


A Brick no le hacía ni un ápice de gracia el hacer de courier. Y menos estando tan cerca del área de la preparatoria, si es que alguien de los alrededores lo reconocía estaba frito.

Se encontraba en un vecindario de mala muerte, en el pórtico de la casa de algún drogadicto llamado Frank, de quién se supone recibiría mercadería para repartir el día de hoy. Una ligera brisa de septiembre le acarició el rostro mientras el atardecer naranja se asomaba en el horizonte. Golpeó la puerta una vez.

La casa era de construcción rústica, con un jardín rodeado por alambre y el césped reseco debido a la falta de riego y cuidado. Se sintió como en un episodio de Breaking Bad. Tocó una segunda vez, maldiciendo para sus adentros, lo mínimo que podían hacer era esperar su llegada para que pudiera irse rápido de allí.

A la tercera vez que golpeó la puerta abandonó toda cordialidad, azotándola con fuerza. Casi inmediatamente, un sujeto abrió la puerta de la residencia. Lo observó por unos segundos examinando su apariencia para decidir si tenía que dejarlo pasar o no.

— Entonces ¿Tú eres Brick? — preguntó el sujeto mientras mascaba goma de mascar.

Brick no respondió, tan solo asintió con la cabeza en lo que el sujeto apartaba el brazo del marco de la puerta, dejándolo ingresar a la destartalada sala de la casa.

No había mucha decoración, solo un sillón viejo y un televisor anticuado en medio de la sala; ambos sobre una alfombra apolillada. Manchas de humedad en las paredes y pintura que se caía a pedazos.

Brick dudaba que era el hogar permanente del sujeto, a juzgar por la apariencia y el olor a miados de gato mezclado con orina humana, este lugar era una especie de guarida de adictos que funcionaba a su vez como centro de operaciones para los narcos.

— Lamento no abrir antes hombre, estaba en medio de una llamada… — exclamó con una sonrisa divertida, mientras continuaba mascando y se sentaba en el sillón antiguo con las piernas abiertas por su comodidad.

El pelirrojo tuvo la oportunidad de examinar al tal "Franklin", un contacto externo de Vasili. Examinó los tatuajes que cubrían sus antebrazos, los pantalones anchos, la camiseta oversize y el durag innecesario para un muchacho blanco. Seguramente se creía de temer por ser de "barrio" o alguna otra mierda ridícula parecida. Lo que sea, apenas y debía ser cinco años mayor que él.

— Déjame traer las golosinas… — El sujeto, se dirigió para subir las escaleras en busca del paquete que se supone tendría que recibir.

Brick se quedó solo en la sala unos minutos, preguntándose porque diablos había accedido a un trabajo como este una vez más, cuando vio algo moverse por el rabillo del ojo. Una mole de hombre emergió desde el baño al otro lado del pasillo que daba con la sala. Ambos intercambiaron miradas de desconcierto al ver al otro, pero dada la sospecha en la expresión del gordo podía imaginarse hacía donde iría el encuentro.

— ¿Quién carajos eres? — exclamó el gigante dirigiéndose a él de forma amenazante. Incluso podría afirmar que el sujeto movió una de sus manos a sus espaldas con intención de sacar un arma para apuntarle.

Como si eso fuese a servir de algo. Pensó Brick con sorna, listo para cualquier eventualidad de todas formas.

— Wow, Marcus, para… para… es el chico de Vasili viniendo por su paquete, no hay necesidad de ponernos asertivos. — Antes de que la cosa se pudiese poner fea, Frank bajó con una bolsa de papel blanco en manos, sonriendo en un intento de tranquilizar la fiesta.

Brick no respondió a la muestra amistosa, musitando sus primeras palabras desde que ingresó a la casa: — ¿Quién es este?

— Oh, él es Marcus, es alguien de… prevención de riesgos.

— ¿Cómo estás hermano? — le saludó el hombre, extendiendo un puño a modo de saludo, un poco confundido, a Brick le tomó unos segundos antes de responderle de vuelta.

Frank le extendió el paquete a un impasible Brick, quién no se tomó la molestia en revisar el contenido, no era su dinero el que se gastó en comprarlas de todas formas. Aunque no pudo evitar preguntar.

— ¿Qué es lo que tiene?

Franklin inhaló algo de aire sumido en sus pensamientos mientras intentaba recordar lo que acababa de envolver para el chico. Brick se le quedó mirando la barbita ridícula que llevaba en la boca. — Molly…, LSD…, Speed…, un poco de falopa porque está muy cara estos días y… un pedido especial de pastillas a pedido de un cliente, lo sabrás en cuanto se te acerque. Irás a un club de rave llena de riquillos universitarios. La noche promete ser divertida… — sonrió.

— Que emocionante… — respondió el muchacho con aburrimiento. Solo porque no serás tú quién esté vendiéndole merca a un montón de borrachos imbéciles.

— ¿Cuántos años tienes chico? ¿No eres un poco joven para trabajar para los rusos? — se aventó a preguntar el traficante a modo de despedida, en lo que Brick guardaba el paquete en su obvia mochila negra de estudiante de preparatoria.

En el rostro de Brick se formó el asomo de una sonrisa. — No son de esta ciudad, ¿no es cierto…?

— No, venimos de Nueva Orleans… — levantó una ceja preguntándose cómo era eso relevante, mientras lo examinaba en busca de alguna especie de arma de resguardo, en sus pantalones o incluso dentro de la mochila que llevaba. No era el primer dealer adolescente con el que se encontraba, pero usualmente venían armados con algún tipo de fierro en caso fueran asaltados. Era como un error de novatos andar desarmado en este tipo de transacciones, y por lo que veía el muchacho estaba acostumbrado al negocio.

— Bueno, solo digamos que ven potencial en mí… — Cerró su mochila, antes de colgársela al hombro con intención de salir por la puerta. — Hasta otra encomienda… "Franklin", "Marcus"... — dijo lo último haciendo un ligero énfasis a sus nombres.

Brick abandonó la madriguera sin esperar respuesta a su despedida, listo para una agobiante salida nocturna, lo mínimo que podía hacer sería parar a tomar una ducha antes.


Blossom salió de una vaporosa ducha de forma casi triunfante. Conteniendo el aliento al sentir el frío gélido después de haber pasado un largo tiempo bajo el agua caliente y encontrarse en un cuarto despejado.

Por primera vez en un largo tiempo, se sentía casi contenta de tener la casa completamente para ella. Bubbles se disculpó, mencionando que se iba a preparar para la fiesta en casa de una de sus amigas animadoras. Aunque le había sugerido a Robin que ambas hicieran lo mismo en su casa, la muchacha tuvo que declinar con lástima, mencionando que tenía ensayo de banda esa misma tarde y después clases de natación, por lo tanto se cambiaría en la misma escuela. Y Buttercup… bueno, ella estaba haciendo lo suyo, no pensaba ir a la fiesta de todas formas, así que probablemente se encontraba tonteando con sus propios amigos en algún lado.

Lo que dejaba a Blossom sola para dedicarse a la mundana tarea adolescente del acicalamiento personal. Incluso puso un playlist de música pop de fondo y todo mientras se calcinaba la piel bajo una ducha excesivamente caliente. Casi y se sentía como un episodio de sitcom de Disney Channel, donde la chica con ansiedad social saldría de fiesta por primera vez en su vida.

Se había frotado, exfoliado y exterminado cada vello intruso de sus piernas. Afeitado al ras con crema depilatoria, porque si iba hacerlo iba a asegurarse de que saliera perfecto. Y en cuanto terminó se apresuró en colocarse loción humectante para evitar cualquier vello encarnado o espinilla dolorosa, por más lampiña que pudiera ser.

Blossom se sentía curiosamente de un humor más energético que de costumbre, su loción corporal olía a neroli y orquídeas. Dándole un aroma fresco y floral, lo cual le subía de alguna forma el ánimo, nada le gustaba más que oler rico.

Se acomodo la toalla que llevaba como turbante mientras se acomodaba el conjunto de ropa interior de la noche, nada fuera de lo común, no esperaba que pasara ningún tipo de acción esa noche, pero se aseguro de combinar ambas las prendas porque… Era una ocasión especial. Así que se colocó un bonito conjunto de encaje rosa.

Se ruborizó un poco al mirarse en el espejo, quizás debería volver a la ducha para terminar el trabajo COMPLETO de depilación, pero tan pronto la idea cruzó su mente se impuso la tarea de desecharla. No era como que tuviera mucho pelo en esa zona y de todas formas no iba a nadar, NI tener ningún tipo de acción. Esto era ridículo.

Agitó la cabeza en gesto de negación mientras redirigía su atención al closet vestidor que compartía con sus hermanas buscando algo decente que podría utilizar para la fiesta de hoy. Reconoció la voz de Halsey sonando de fondo desde su celular.

Veamos

Se preguntó qué se supone era lo que los adolescentes de ahora utilizaban al salir de fiesta. ¿Tacones altos? ¿Vestidos ceñidos? ¿Se debería vestir como algún personaje de Euphoria? Dudaba que tuviera algún outfit que se asemejara a lo que utilizaban en esa serie… quizás si le cortara unos cuantos agujeros a uno de los vestidos de Bubbles.

Casi podía oír la voz de Robin sonando dentro de su cabeza. "No exageres Bloss, solo escoge algo que usarías a diario y ya."

¿Pero qué tan formal se supone que debía vestirse? Princesa no había especificado ningún código de vestimenta.

Se mordió las uñas pensando en el posible ridículo que podía protagonizar y pronto fue corriendo hacía su teléfono para escribirle a su amiga.

¿Qué vas a usar para la fiesta de hoy?

Escribió, mientras unos zurcos rosas manchaban su piel en el lugar donde se estaba rascando con excesiva fuerza. Le rogó a Dios porque Robin pudiera contestarle a tiempo.

Lo mismo que llevé puesto en la mañana, ¿Por qué?

Blossom suspiró con alivio, recordando el outfit que Robin había llevado puesto. Un overall corto de jeans sobre una pulcra camiseta blanca. Nada formal pero lo suficientemente pensado como para dar la impresión de informalidad a la altura de la moda. Lo había entendido.

Se dirigió a su clóset y con un ojo extremadamente meticuloso examinó su propia colección de ropa en búsqueda de la combinación perfecta, y después de un par de canciones más de fondo y de que el turbante de cabello le pesara cada vez más en la cabeza, encontró algo con lo que se sintió lo suficientemente satisfecha.

Se vistió y se examinó en el espejo unos segundos, se sintió insegura por unos segundos así que al final se quitó la toalla para poder ver mejor cómo se le vería el atuendo con el cabello suelto.

La pelirroja se había decidido por un cárdigan de mangas largas color rosa pálido que le llegaba poco más arriba del ombligo y unos pantalones jeans holgados de color azul claro. Un atuendo sencillo, pero a sus ojos, moderno y bastante bonito. Y después de sopesar por unos segundos escogió unas zapatillas chunky completamente blancas como calzado.

Se sintió un poco insegura respecto a mostrar algo de vientre en público, pero entre tanto escote y piernas en lo que se suponía era una fiesta, su elección de ropa resultaría algo casi inocente.

Se secó y plancho el cabello meticulosamente, partiendo su cabello en distintos sectores que le permitiese escoger bien los mechones con los que iba a trabajar. Incluso se rizó un poco su emblemático flequillo para darle un poco más de volumen.

Se maquilló con más brillos de los que acostumbraba en el párpado junto con un poco de rosita y azul cielo, luego se hizo un inocente y casi imperceptible delineado marrón y se rizó las largas y casi imperceptibles pestañas que tenia para luego teñirlas de negro. Exageró un poco el rubor para evitar lucir tan transparente y para la boca escogió un labial rosa natural el cual difuminó ligeramente para luego aplicarse un poco de brillo labial con brillantina que se reflejaban con la luz.

Para finalizar, escogió uno de sus perfumes favoritos pero que rara vez tenía la oportunidad de utilizar considerando su escasa vida social, colocándose un poco a la altura de la nuca, detrás de los oídos y a la altura de las muñecas.

Se miró una última vez al espejo con algo de vacilación, para finalmente asentir con la cabeza, estando lo suficientemente satisfecha con su apariencia como para asumir algo de seguridad con la situación.

Estaba lista.


Brick tomó un sorbo de su vaso de vodka con lima mientras escuchaba al payaso que tenía al frente hacer un intento de regateo. Estaba sentado en una mesa exclusiva en un segundo piso de un almacén que funcionaba como club nocturno.

— Vamos hombre ¿120 dólares el gramo? Tienes que estar bromeando. — exclamó un sujeto con una edad que desentonaba estrepitosamente con el lugar en el que se encontraba.

El hombre debía tener más de 40 años, con un traje de sastre pero con la camisa desabotonada hasta el pecho. Eso y su afición recreativa por la cocaína le hizo imaginar que se trataría de algún corredor de bolsa en medio de una crisis de la mediana edad. Detrás suyo su acompañante, una mujer con edad de poder ser su hija y que llevaba puesto un apretadísimo vestido de látex negro, parecía encontrarse en medio de una transmisión en vivo.

Brick solo se inmutó en sonreír cortésmente mientras regresaba la mirada hacia su interlocutor. — La recesión afectó también al narco… Son 120, sin negociar.

A pesar de su apariencia juvenil, había algo en el muchacho que le transmitía al hombre que no podría convencerlo y que era mejor que no insistiera con el tema. Refunfuñando el sujeto se sacó del bolsillo trasero una probablemente carísima billetera de cuero, de la cual extrajo dos billetes que extendió de mala gana.

El pelirrojo tomó los billetes con una expresión irónica dibujada en el rostro, pero se apresuró en extraer de un bolsillo de su chamarra gris la mercancía en una bolsa diminuta.

Cuando el hombre y su pareja se alejaron, Brick tuvo tiempo para sumirse en sus cavilaciones una vez más.

Era irónico, pero de cierta forma él también desentonaba con la ambientación y asistentes del club. Era una especie de discoteca de eventos rave, con espectáculos de luces, lásers y ese reflector de luz parpadeante blanca que parecía capaz de provocar convulsiones a un epiléptico.

La mayoría de ravers utilizaban ropa ligera, debido al calor del ejercicio del baile y al consumo de drogas recreativas estimulante, y algunos de ellos escogían outfits temáticos o llamativos que los hicieran resaltar por encima del resto de asistentes, embarrados de pintura fosforescente.

A comparación Brick toleraba el calor sofocante vistiendo una campera gris, pantalón de buzo negro y zapatillas; en esta ocasión utilizando su emblemática gorra roja con el visor en el frente y la larga melena sujeta a una coleta baja a medio hacer.

Era como llevar un cartel que dijera DEALER en el pecho. La gente se acercaba sin necesidad de preguntar lo cual hubiera sido problemático en cualquier otro local de entretenimiento que no fuese este club abandonado por Dios y por la ley.

Un grupo de muchachas en edad universitaria, y que entraban en la categoría de raver llamativo, se le aproximaron entre risas para ver si podían comprar algo de su interés. Brick no apreció mucho su presencia, eran demasiadas personas y se la pasaban hablando fuerte y empujándose entre ellas cuando se suponía que uno debe ser discreto a la hora de comprar drogas.

La chica que parecía ser su líder le entregó un billete de 100 dólares para recibir 5 tabletas de MDMA, uno para cada una de sus amigas. Las muchachas reaccionaron emocionadas y haciendo comentarios tontos en cuanto recibieron los estimulantes, lo que provocó que Brick soltara un suspiro de resignación al verse foco de varios ojos mirando en su dirección.

Una de las muchachas del grupo, se quedó de rezagada en lo que el grupo bajaba por las escaleras en dirección a la pista de baile. Era una bonita muchacha de cabello castaño, de no más de 21 años que llevaba puesto un conjunto que más bien parecía una ropa de baño del futuro, color metálico iridiscente y que no dejaba nada a la imaginación. Se había maquillado con cristales adhesivos en el rostro, dándole una especie de look que le recordaban a un hada.

Sin que se lo pidiera, la muchacha tomó asiento a un lado suyo, avezada.

— Hola. — le sonrió, con su labial con acabado de brillantina resplandeciendo con las luces de la disco. — ¿Me invitas un trago?

Dijo lo último extendiendo la mano hacia su antebrazo, a lo que Brick no pudo evitar sonreír ante su descaro. Si él hubiese sido cualquier otro hombre, lo habría hecho sin pensarlo dos veces, pero ya había desarrollado una armadura contra las caras bonitas y las cabezas vacías.

— Hoy no cariño…— le respondió con una voz inusualmente dulce, mientras levantaba su bebida a su salud. — Estoy trabajando.

La chica se quedó anonada ante su respuesta, al no estar acostumbrada al rechazo de parte del sexo opuesto. Al parecer lo había juzgado mal debido a su apariencia de muchacho de preparatoria, creyéndolo algún iluso adolescente del cual podría aprovecharse. Decepcionada y algo recelosa, se alejó lentamente de su mesa, volteando un par de veces quizás esperando que el chico cambiara de opinión en cualquier momento.

Desafortunadamente para ella, Brick era un chico ocupado y de negocios.

Chasqueó los dientes con irritación. Ya había vendido gran parte del inventario que había recibido al empezar la noche. No tenía atención de quedarse demasiado tiempo en el local y no quería desperdiciar el resto de su noche aguantando más gente ebria y con necesidad urgente de un desodorante. Tenía un cliente fijo, contacto de Vasili al que se supone debía entregar un producto en específico, pero ya habían pasado dos horas y no había ni rastro del imbécil en cuestión.

Podría estar haciendo cualquier otra cosa en este momento, en lugar de quedarse sentado como un imbécil mientras escuchaba el bajo retumbar de las bocinas de extraña música electrónica.

— Hey.

— ¿Qué? — volteó el chico con cara de pocos amigos ante un posible nuevo cliente. Tres muchachos vestidos de camisa blanca y pantalones caquis rodeaban su mesa con expresión despreocupada. Si Brick tuviera que juzgar por su apariencia, diría que tenían la pinta de un grupo de universitarios ricos hijos de papá.

— ¿Eres el chico de Vasili? — preguntó uno de ellos con desinterés, mientras mascaba goma de mascar de menta de forma molesta.

Brick tuvo que hacer un esfuerzo para ignorar lo homosexual que sonaba eso.

Sin ganas de seguir haciendo de vendedor afable, respondió de forma cortante. — Supongo, ¿qué es lo que quieres?

— Estamos aquí por el Special K que reservamos. — contestó otro de los muchachos.

¿Special K? se preguntó para sus adentros con el ceño fruncido. Miró dentro de uno de sus bolsillos para encontrarse con la caja que contenía la orden especial de Vasili. La palabra KETAMINA resaltada en el contenedor de pastillas por encima de las palabras en un idioma extranjero que no reconocía. Ah, así que estos son los idiotas que se hicieron esperar.

La palabra le sonó familiar habiendo escuchado de algún lado, pero nunca antes comercializado. No recordaba exactamente lo que hacía, pero para lo que le importaba bien podrían ser pastillas contra la disfunción eréctil.

— Son 300 — declaró con aburrimiento, enseñando la caja para que la vieran.

Uno de los chicos, un rubio platinado asintió con la cabeza al muchacho moreno de la goma de mascar. Quién sacó el dinero de una billetera de diseñador que llevaba en su bolsillo trasero. Brick hizo el intercambio de forma despreocupada.

— Quedate con el cambio. — bromeó el rubio mientras intercambiaba extrañas sonrisas de complicidad con sus amigos fresa. Brick solo levantó una ceja con aburrimiento.

— Que generoso… — respondió de forma sarcástica, viéndolos alejarse entre codazos y comentarios igual de estúpidos que el del grupo de chicas anterior a ellos. Realmente se encontraba rodeado de seres con una inteligencia superior al promedio en este club.

Bah, pensó para sus adentros, mientras dirigía su atención de vuelta a su bebida de vodka con ginger ale y lima. Se quedaría una hora más solo para ver que acababa de vender de su inventario, y no permanecería ni un minuto más después de esto. Había tenido suficiente por esta noche.


El lugar le dio mala espina desde el momento en que el taxi por aplicativo la dejó a una esquina de uno de los callejones más oscuros, solitarios y peligrosos del centro de la ciudad de Townsville. Los edificios alrededor de este eran una serie de sombríos pubs de mala muerte, y negocios abandonados.

Al principio pensó que tal vez y se había equivocado de locación o había colocado mal la dirección de la invitación, pero una señal de neón morado confirmó que se trataba del lugar correcto: FRENZY.

¿Realmente era el local por el qué la escuela había hecho tanto escándalo? ¿Acaso Princesa había escatimado en gastos a la hora de alquilar el local para su fiesta?

No había pasado ni un minuto de cruzar el umbral de las escaleras cuesta abajo y ya se estaba arrepintiendo. Se preguntó cuál fue el punto de conseguir una invitación impresa si el guardia de la puerta apenas y miró en su dirección para dejarle pasar. Ni siquiera le solicitó alguna especie de identificación. ¿Qué tan ilegal era eso? Si fuera su fiesta le llamaría la atención al guardia por no cumplir con su trabajo como debería.

Se guardó la invitación morada a su bolso mientras ajustaba la vista para acostumbrarse a la iluminación, siendo recibida por el fuerte compás de música desconocida y escandalosa.

Bueno, esto definitivamente era… algo. Brillantes luces rojas y moradas iluminaban el centro de un enorme escenario, con un dj en una plataforma al fondo de está, rodeado de un montón de grandes bocinas de sonido. Detrás de esta plataforma, un espectáculo de láser color verde proyectaba formas curiosas y abstractas en el techo y sobre aquellos que se encontraban en medio de la pista de baile.

Blossom se permitió contemplar el espectáculo de luces unos segundos, para luego dirigir su atención al montón de personas bailando a mitad de la pista.

Oh no, escogí el tipo de ropa inadecuado. Se castigó a sí misma al percatarse de que casi todos los presentes utilizaban ropa mucho más descubierta de la que llevaba puesta. Tomó nota de los shorts cortos, los vestidos ceñidos e incluso los bikinis llamativos de las muchachas. Se sintió como una monja en comparación. Demonios, ahora ella y Robin desentonarían. Se preguntó por un minuto qué ropa se habría puesto Bubbles y porque no mencionó el hecho que la fiesta era temática.

Tomó su teléfono y marcó el número de su amiga mientras buscaba con la mirada a alguien que conociera de la escuela. El celular no pudo ni alcanzar el primer timbrazo, siendo llevada inmediatamente a la casilla de voz. Lo intentó un par de veces más antes de aceptar que era inútil, el móvil de Robin estaba apagado o fuera de servicio.

Intentó llamar a su hermana, mientras continuaba con su búsqueda de algún rostro familiar. Una tarea algo difícil debido al movimiento constante, las luces y la claustrofóbica sensación que le daba acercarse demasiado a la pista de baile. Oyó los timbrazos correspondientes de la llamada (algo bueno) para luego ser reenviada a la casilla de voz (algo malo). Bubbles tampoco estaba atenta a su celular.

¿Alguno de los asistentes serían amigos de Princesa fuera de la escuela?, a la mayoría les calculaba más de 21 años y probablemente eran todos universitarios.

Resignada, les escribió un par de mensajes a ambas muchachas para que la volvieran a llamar cuando estuvieran libres. El club era demasiado ruidoso para hablar de todas formas.

La música era como… algo que no había escuchado antes, había oído música electrónica antes pero esto era diferente a lo que antes hubiera catalogado como gritos y licuadoras; se sentía como en una especie de película de ciencia ficción. Incluso se encontró a sí misma meciendo la cabeza al ritmo de los beats en un idioma que no reconocía (¿ruso? ¿polaco?).

Se sacudió la cabeza mientras buscaba donde quedarse mientras esperaba la llegada de sus amigos. Cabía la posibilidad que de nuevo hubiese llegado demasiado temprano. La invitación decía 9 de la noche ¿no es cierto? Blossom suspiró, sin entender el verdadero concepto de llegar elegantemente tarde. Seguramente no llegaría nadie hasta dentro de una hora.

Ocupó un asiento de una mesa redonda y circular con banquetas altas donde algunos rezagados se sentaban a descansar para poder seguir utilizando su teléfono en paz, pero no pasó mucho tiempo hasta que una extraña se le aproximó.

— ¿Qué vas a tomar? — preguntó una chica que debía ser una especie de camarera, al ver que sostenía una libreta en una mano conl brazo completamente tatuado y labios pintados de negro. Sonaba aburrida y de mal humor.

Blossom parpadeó y se sonrojó ligeramente, era la primera vez que estaba en un club así que no estaba completamente segura de cómo es que funcionaban. Buscó en la mesa alguna especie de indicación y efectivamente, fijado debajo de la mesa de cristal había un menú de bebidas de distinto tipo.

— Uhhh…Quisiera un daiquiri de fresa… ¡Virgen! por supuesto… — aclaró un poquito más fuerte de lo que debería. No quería que pensara que era alguna especie de menor irresponsable y le pidiera una identificación.

La mesera la miró de escaneo con una mirada de extrañeza y torciendo ligeramente la boca, y por un segundo Blossom se preguntó si es que acaso la había reconocido. Se empezó a poner nerviosa, su edad definitivamente era del conocimiento público.

Pero la chica no la cuestionó más: — Son ocho dólares. — declaró.

Blossom pagó y la chica se fue, subiendo la escalera de la plataforma de metal que la llevaba hacía la barra y las mesas vip. Pasados unos minutos, recibió su batido de fresa y limón en una linda copa adornada con fruta y un popote de plástico. Reflexionó un poco acerca de las tortugas marinas antes de resignarse a tomar un sorbo. Estaba bueno, comprobó.

Así que se dispusó a pasar el resto de la noche bebiendo y disfrutando del espectáculo de luces de fondo.


Las paredes del club estaban pintadas de un rojo carmesí e incluso el piso estaba completamente alfombrado del mismo color. Robin dejó salir un silbido de impresión. El lugar se veía como un club de strippers de la alta alcurnia. Se sintió un poco desubicada con su overol de jean y sus zapatillas blancas, pero hey, por lo menos había tomado un baño luego de su clase de natación.

Intentó buscar con la mirada a su amiga, sin posibilidad alguna de comunicarse, su teléfono estaba completamente muerto al haber olvidado su cargador en su casillero de la escuela. Así que no le quedaba de otra que buscar entre el montón de grasientas cabezas adolescentes algún destello de naranja.

Saludó a aquellos que conocía, pero ninguno era la líder de las powerpuff girls y estaba empezando a aburrirse. Música de fondo atravesaba la entrada, junto con risas y jolgorio que la hicieron fruncir el ceño. Estúpidos… pensó, celosa de estar perdiéndose de la diversión que acababa de empezar.

No tomó mucho tiempo hasta que vio dos coletillas familiares acompañadas de un grupo de chicas de ropa corta y ajustada. El cheer squad acababa de llegar desde un despampanante BMW rojo.

— ¡Bubbles! — agitó la mano con entusiasmo para llamar su atención.

Las muchachas que la acompañaban le dirigieron una mueca interrogante mientras se dirigían a la entrada, pero Robin pasó completamente de ellas, en lo que la rubia se le acercaba para abrazarla.

— ¡Robin! — la sujetó, con algo de doloroso entusiasmo. A diferencia de Robin, Bubbles iba un poco más arreglada, con un ajustado mini vestido azul de tiritas y sandalias de tacón. Su clásico cabello rubio lo tenía suelto, con dos mechones sujetados con dos pinzitas de mariposa celestes a modo de coletillas y llevaba glitter resplandeciente en los ojos y las sienes.

Robin tuvo que hacer un esfuerzo para no mirar los desbordantes atributos de su amiga que parecían querer escapar en cualquier momento del vestido. Tosió ligeramente para disimular.

— ¿Y tu hermana?

— ¿No vino contigo? — preguntó sorprendida.

— Tuve banda y luego piscina…— admitió con expresión de culpa la castaña. — La hubiera llamado pero olvidé mi cargador en el casillero.

— Déjame ver. — la rubia buscó en un diminuto bolso blanco por su teléfono. Más después de varios segundos de Bubbles aventándole cosas para que las sostuviera Robin y varios gruñidos de ¿Dónde estás? ambas muchachas admitieron que era en vano. — Debí haberlo olvidado en casa de Jess… — se quejó haciendo una exagerada mueca de derrota.

— Genial, ¿y ahora qué hacemos? — preguntó Robin.

— Se las arregló para conseguir invitación ¿no es cierto?

— Sí, la última vez que hablamos fue cuando estaba cambiándose. — aproximadamente a las siete de la noche, cuando aún estaba en los vestidores de la piscina.

— Entonces puede que se haya retrasado. — sugirió la rubia, pero ambas chicas no pudieron dibujarse una imagen mental de Blossom llegando tarde a ningún sitio. — A lo mejor llega en cualquier momento, seguro que apareció alguna emergencia en la línea directa o algo parecido…

— Seguramente… — asintió Robin con la cabeza, no pudiendo evitar sentirse algo decepcionada.

— Ó …— prosiguió Bubbles evitando la mirada de Robin pero dejando una pausa para acomodar sus pensamientos.

Robin frunció el ceño con extrañeza. — ¿Ó…?

La powerpuff azul hizo una mueca intentando encontrar las palabras para seguir hablando.

— Bueno… — jugó con su cabello, aún evitando la mirada de Blossom. — Ya ha pasado que Blossom tiene este problema con la forma en que se ve… que puede haber cambiado de opinión acerca de venir a la fiesta…— admitió, de cierta forma avergonzada acerca de lo que acababa de decir.

— ¿Qué? — La muchacha humana no acababa de entender lo que le decía su amiga.

Bubbles suspiró, aún incapaz de formular claramente lo que quería decir, arrugando la nariz.

— Es solo que… ya ha pasado antes… ella se pone rara frente al espejo y… — inhaló aire antes de continuar. — Solo no te sorprendas si es que decide no venir, ya sabes como es Blossom acerca de las fiestas.

Robin la miró un poco extrañada, pero la preocupación y la culpa podían más que ella. Quizás si la hubiera acompañado a prepararse ella se hubiese animado más a venir. Blossom era una chica muy bonita y perfecta a ojos de todo el mundo, pero cuando estaba sola solía sentirse muy insegura acerca de su apariencia o de sí misma.

— Pero de nuevo, quizás simplemente está llegando tarde. — se corrigió Bubbles intentando animarla mientras la sujetaba con una de sus manos. — Esperemos dentro en todo caso…, ya llegará.

Robin asintió, y esperaba que Bubbles estuviera en lo cierto.


Blossom miró aburrida el reloj de su teléfono una vez más. Estaba al cincuenta y tres por ciento de batería e iban a ser ya las diez y media de la noche. Se supone que en una situación común y corriente, se hubiera ido a su casa a las diez y media máximo.

Ya iba por su tercera copa de daiquiri de fresa, y estaba más aburrida y abrumada de lo que un ser humano común pudiera tolerar. Lo peor es que a pesar de su insistencia ni su hermana ni su amiga contestaban al teléfono, incluso Buttercup se había aburrido de contestarle a los mensajes que le mandaba, muy ocupada comiéndole la boca a su novio probablemente.

Suspiró, se sentía más sola que nunca. Todos las mesas alrededor suyo estaban ocupadas por grupos de amigos, amigas o parejas haciéndose compañía. Ella solo tenía a su teléfono y horas eternas scrolleando grupos de páginas dedicadas a las powerpuff girls, incluso su obsesión culposa la tenía harta.

Comenzó a pensar que quizás se había equivocado de lugar, o el taxi que tomó la había acabado por llevar a otra dirección. No veía ni un rostro familiar de su escuela, es más, todo el mundo parecía mucho mayor que ella y debido a esto, y la forma en la que estaba vestida, le dirigían miradas o la señalaban, y ella cada vez más perdía la paciencia.

De acuerdo, media hora más y me vuelvo a casa.

Se sujetó el rostro con las manos con frustración, olvidándose completamente de que estaba maquillada. ¿Era un buen momento para ponerse a llorar? No quería atraer más la atención de extraños encima suyo, y una muchacha llorando en una mesa del club lo único que haría era atraer más miradas. Podría hacer el mejor intento de convertir esta noche en algo memorable y divertirse por su cuenta pero, ¿Tenía la voluntad para ser optimista a estas alturas?

— Hey.

Una voz masculina la sacó de su trance, obligándola a parpadear un par de lágrimas que se asomaban en sus ojos.

Cuando levantó la mirada se la devolvió un atractivo muchacho de cabello cobrizo peinado hacia atrás. Parpadeó un par de veces más para ver si lo reconocía de algún lado de la escuela, pero era en vano. El chico era unos años mayor que ella, no le calculaba más de veintiuno y al igual que ella, desentonaba un poco con la apariencia feral de la discoteca.

Llevaba puesto una camisa de botones y unos pantalones caqui que se veían costosos, tenía las cejas pobladas y los ojos de un verde laguna donde era fácil perderse.

— Hola… — exclamó Blossom con un susurro, sonrojándose ante su escrutinio. Varios muchachos se le habían acercado a lo largo de su vida, ninguno tan guapo como él tenía al frente, aunque era un completo desconocido.

— ¿Cómo te llamas? — preguntó el chico tomando el lugar en el asiento paralelo al suyo sin ser invitado. Bueno, no era como que Blossom fuera a echarlo a patadas de todas formas.

— Bl… Melissa. — logró balbucear. A estas alturas era imposible que no la reconociera, pero de todas formas se sintió más segura de esa forma, como si se tratara de otra identidad suya.

— Soy Chris. — le contestó el muchacho, y a la distancia le llegó el olor de su perfume: a bergamota y pachulí, el olor a menta de la goma de mascar que masticaba y un ligero tinte a alcohol que era casi imperceptible para cualquiera que no tuviera los sentidos tan agudos como los de Blossom.

— Un placer. — lo saludó, entre nerviosa y precavida. Las luces del lugar lo hacían ver incluso más pálido de lo que realmente era y por un segundo Blossom se preguntó si era una especie de vampiro. Se ruborizó pensando en lo tonta que podía llegar a sonar eso, pero su presencia era tan sobrecogedora que realmente lo contempló por un minuto, había leído leyendas urbanas de criaturas de la noche acechando niñas en discotecas.

— ¿Te gustaría bailar? — le preguntó el muchacho, de nuevo, misterioso y un poco intimidante.

Blossom vaciló. Le dirigió una mirada a la pista de baile, con todas esas personas extrañas bailando una música de un género que ni ella estaba segura como bailar. Es más, rara vez bailaba con muchachos, era más de bailar cuando se aseguraba de estar completamente sola, o de vez en cuando con otra chica cuando Bubbles y Robin la obligaban.

Tragó saliva volviendo a mirar al muchacho, pero había algo acerca de la forma en que se dirigía hacia ella que la hizo perder algo del miedo que tenía. ¿Qué más tenía que perder? Esta podría ser su señal para mejorar lo que quedaba de esta salida nefasta. Incluso si no sabía cómo tenía que bailar esta música estruendosa.

Aceptó la mano extendida del muchacho. — Seguro. — exclamó con una sonrisa nerviosa, mientras se levantaba de su asiento para dirigirse a la pista con el muchacho.

En medio del local y a una velocidad sobrehumana, Blossom escaneó a las personas bailando a su alrededor. Ninguna de ellas seguían un patrón de baile similar, algunos solo movían los pies al ritmo de la música, otros saltaban y otros giraban; a veces intercalando entre saltos y giros. Otras chicas bailaban de forma distinta: extendiendo y torciendo los brazos haciendo mociones que le eran poco familiares para la powerpuff rosa, pero se veían bien haciéndolo, de vez en cuando bajando a la altura de sus rodillas agitando los bastones y pulseras fluorescentes que llevaban con sí.

El chico con el que se encontraba era de ese grupo que solo movía las piernas, en una moción relajada y varonil. Blossom decidió seguir su ejemplo meciéndose al ritmo de la música, pero de vez en cuando y gradualmente atreviéndose a imitar los movimientos de las chicas que vio, extendiendo y haciendo figuras con las manos. Haciendo sonreír al chico.

Notó como él se le acercaba cada vez más, hasta el punto de sentir su pecho contra el suyo a la hora de bailar, incluso la tomó de la cintura en breves ocasiones.

Bailaron alrededor de dos o tres canciones, hasta que el calor sofocante y la claustrofóbica sensación de estar rodeada por tantas personas la empujaron a susurrarle al oído para regresar a la mesa, a lo que el muchacho accedió. El ambiente se sintió casi surreal, debido a la euforia del baile y la falta de oxígeno.

Esta vez Chris no la tomó de la mano, sino que fue a sentarse de forma despreocupada en su asiento con ella siguiéndole.

— Tengo que irme pronto. — le comentó apenada, mirando la hora de su celular, sin saber cómo era posible que ya fuesen a tocar las once de la noche.

— Espera ¿enserio? Pero nos estábamos divirtiendo tanto — replicó el muchacho con expresión triste. — Estás sudando…

Lo señaló mientras acomodaba los mechones de su frente, señalando como estos se le pegaban a la frente debido a la humedad. Blossom abrió los ojos como platos, avergonzada de sus funciones naturales como ser humano. Tomó una de las servilletas del servilletero de su mesa, secándose las sienes disimuladamente.

— Te diré algo, déjame traerte algo de beber antes de que te vayas ¿Sí? — sugirió el muchacho con amabilidad, mientras se levantaba del asiento.

— Está bien… — se volvió a ruborizar la chica, a lo que el chico se dirigió hacia el segundo piso de su mesa, con dirección a la barra en lugar de esperar a que lo atendiera la mesera. Blossom aprovechó los minutos que se tardó para mirarse en un espejo, efectivamente, estaba sudando más que pecador en iglesia y el rímel de las pestañas se le había escurrido ligeramente en los párpados. Se dispusó a limpiarse los ojos con los dedos cuando vio al chico regresar con un par de tragos en vasos old fashioned.

Le extendió uno a la chica quién miró el contenido del vaso de forma vacilante.

— Uh ¿qué es? — preguntó, mirando los hielos, el líquido transparente y la lima que adornaba el borde del cóctel.

— Un vodka soda. ¿No te gusta? — le preguntó, mientras daba un sorbo de su propia bebida.

Claro, no le había mencionado que aún era menor de edad. Estaba demasiado ocupada preocupada porque había notado el hecho de que podía sudar. Se sintió culpable, había sido lo suficientemente amable de regalarle un trago como para que ella lo rechazara. Era solo un pequeño vaso con vodka ¿Qué tanto daño podría hacerle?

— Está bien, gracias.

Tomó un pequeño sorbo de su bebida y la sintió inofensiva a pesar del ligero contenido a vodka. Aunque poco salado, para ser una bebida con soda y jugo de limón. Le supo lo suficientemente bien como para tomar a largos sorbos y luego se dispusó a tomar su bolso.

— Tengo que irme… — musitó, mientras bostezaba algo aletargada. — Mi padre vendrá a casa mañana… — ¿Era ella o comenzaba a ver doble? Las luces no ayudaban a su visión, cegándola y confundiéndola con cada transición de color. — No puedo llegar tarde… mi hermana…

Pero al momento de intentar levantarse, su propio peso le ganó, volviéndose a sentar mientras se recostaba contra la mesa. Demonios, estaba mareada, ¿esto era lo que se sentía estar borracha? No debió haber bebido tanto… ahora estaba haciendo el ridículo con Eric.

Eric… Chris… levantó la cabeza como pudo para mirar en dirección del muchacho, quién solo la observaba con ojos inexpresivos, podría decirse incluso que estaba aburrido. Blossom se avergonzó por la forma en la que estaba arrastrando las palabras y lo fácil que cayó con el alcohol.

— Lo siento… — alcanzó a exclamar, mientras un hilillo de saliva se escapaba de su boca, incapaz de controlarse o de moverse sin dificultad. Se comenzaba a sentir mal, a pesar de sus movimientos lentos su respiración estaba bastante agitada y las náuseas le impedían levantarse por cuenta propia.

— Oh, pobrecita… se está disculpando… — una voz que no era la de Chris se le aproximaron por detrás, tres hombres vestidos de forma similar la comenzaron a ayudar a levantarse de la silla con paso dificultoso.

Figuras y torbellinos se formaban en sus ojos, distorsionando lo que veía. Incluso los rostros de los asistentes se veían de forma macabra, convirtiéndose en espectros de rostro deformado. Estaba aterrorizada.

Es el infierno. Pensó, mientras cerraba los ojos y apoyaba la cabeza en uno de los hombros de los muchachos (¿amigos?) de Chris. El sujeto sonrió al notar esto, y entre dos de ellos la arrastraron con dirección a la salida.

Logró dar un último vistazo a sus espaldas antes de caer en la inconsciencia en los brazos de un desconocido.


Brick estaba tomando un sorbo de su Negroni de doce dólares en cuanto la vio.

Acababa de venderle a una pareja con pinta de hippies de mediana edad unas estampillas de LSD, para recordar viejos tiempos probablemente. Entonces volvió a su actividad principal durante el resto de la noche, vigilar discretamente a desconocidos en la pista de baile.

Reconoció a uno de los muchachos que habían sido sus clientes del día, con lo que le pareció una bonita muchacha, de piernas largas y vientre descubierto. Para su desgracia, en cuanto se dio la vuelta, reconoció esas piernas largas y ese singular cabello color zanahoria que le llegaba a la altura de la cintura. No había forma. Era ella.

Maldijo entre dientes y se acuclilló por instinto, mientras vigilaba por debajo de su gorra a la pareja que se encontraba bailando en medio del gentío.

¿Qué carajos estaba haciendo ella aquí?

¿Podría ser posible que supiera que él también estaba en el lugar? ¿Lo habría seguido?

En ese caso, estaba completamente jodido, porque podría dar por seguro que se lo diría a Keane y podría dar por acabada su libertad. Rechinó los dientes con fastidio, aún hundido en su asiento y con los ojos clavados en su archienemiga.

A pesar de todo, no parecía que se la estuviera pasando mal. No se veía como ninguna clase de chica fiestera, más bien ella era todo lo contrario: aburrida, frígida y anticuada. Y sin embargo, ahora la veías dar vueltitas con un imbécil. Que enternecedor.

Frunció el ceño mientras relajaba los hombros y se acomodaba de nuevo en su asiento. Pensándolo dos veces, no se veía como que ella supiera que se encontraban en el mismo lugar, es más dudaba que ella hubiese venido por ese motivo. No había nada de lo que preocuparse.

Sin embargo, a Brick no le gustaba la idea de arriesgarse a ser descubierto de todas formas. Tendría que planear su salida sin que nadie lo notara.

Se colocó la capucha de la carpa encima de su gorra, sabía que eso podría llamar un poco la atención en un lugar cerrado pero no podía arriesgarse a ser reconocido. Caminó hacia la barra cuando vio a otro de los niños de papi a los que les había vendido ketamina, colocar la sustancia disimuladamente en un trago.

No es mi circo, ni son mis monos. Pensó Brick apartando la mirada de lo que se suponía estaba haciendo el muchacho. No pasó mucho tiempo para que el noviecito de Blossom intercambiase un par de palabras con él, antes de llevarse el trago contaminado junto con uno idéntico y se dirigiera a bajar las escaleras.

No es mi circo, ni mis monos. Repitió Brick en su cabeza, mientras pagaba lo que le restaba de su cuenta por las bebidas que había consumido, no obstante, observó de reojo lo que sucedía en el piso inferior. Era un idiota, claro, ketamina… la droga de los violadores. Esa mierda era lo suficientemente fuerte como para noquear a un caballo pero ¿acaso sería lo suficiente fuerte como para tumbar a alguien como ellos?

En una de las mesas ubicó a su archienemiga compartir palabras y agradecer el vaso contaminado de la droga que él había ayudado a vender. Bebiendo a tragos largos la bebida.

No mi circo, no mis monos. ¿Cierto? Se preguntó porque diablos había aceptado el trago de un completo extraño. ¿No era la regla fundamental a la hora de salir a festejar? Bueno ahora iba a acabar acostándose inconsciente con un desconocido. Que desafortunado, pero era algo que pasaba a diario y seguramente como era ella lo superaría algún día. ¿No es cierto?

Vio como al sujeto se le sumaban otros tres hombres y cómo la droga se ocupaba rápidamente de nublar los sentidos de la muchacha, incluso pudo ver como torcía los ojos mirando hacia el cielo intentando mantenerse consciente, mientras el grupo de hombres la tomaba por la cintura y la obligaban a caminar hacia una salida de personal cercana al escenario.

Alguien más definitivamente lo notaría e intervendría. ¿No es cierto?

Espero que alguien dijera algo, cualquier cosa, ver a tres matones llevándose a una chica a rastras no era algo que se viera todos los días pero ¿por qué nadie hacía nada? ¿Era el único que se había dado cuenta de lo que pasaba? Atravesaron la puerta sin inconveniente alguno. Gracias a él habían secuestrado a la chica-tesoro nacional de Townsville.

Brick no se había percatado, pero el labio le había comenzado a sangrar de lo fuerte que lo mordía, aún con la mirada fija sobre la puerta que acababa de atravesar su archienemiga.

Él no era ningún héroe de mierda.

Cerró los ojos e inhaló fuertemente por la boca.

Pero por esta puta vez, lo sería.

Bajo casi a zancadas las escaleras del segundo piso, lo suficientemente rápido como para sobrepasar la velocidad humana pero no para que se fijen en él. Apartó su camino a base de empujones y movimientos bruscos, mientras el ambiente se llenaba de quejidos y algunos insultos dirigidos en su dirección. Incluso le dio la impresión de que había tumbado a una pobre chica en medio del frenesí.

La música seguía sonando cuando alcanzó la puerta de salida, pero pronto el ruido fue amortiguado en cuanto cruzó el umbral al otro lado del almacén, aunque la melodía permaneció aún en un tono muy débil de fondo.

Estaban intentando meterla en el asiento trasero de un Mustang cuando los sujetos cruzaron miradas con el rowdyruff boy, estacionados en medio de una calle desolada.

— Lo siento por cancelar su transmisión a la deep web de hoy, muchachos. — exclamó con ironía, mientras se acercaba al coche. Vio cómo intercambiaban miradas de desconcierto. — Pero la chica no se va a ninguna parte.

El muchacho de cabello rubio con el que había hecho negocios hizo un gesto para relajar a sus amigos:

— Está bien muchachos, ya te pagamos por el producto. — declaró firmemente quién parecía ser el líder del grupo de futuros agresores sexuales. Para Brick no fue imperceptible el ligero tono de nerviosismo en su voz. Sonrió. ¿Lo habría reconocido?

— Sí, pero me parece que la chica no formaba parte de la transacción. — los acechó de forma peligrosa, acercándose lentamente en una media luna. — Pudieron haber escogido a cualquier otra persona, no una maldita chica superpoderosa.

El grupo intercambió miradas de nerviosismo, que Brick no pudo pasar por alto. Entonces sabían perfectamente a quién se estaban llevando. ¿Sin temor a represalias? O eran muy valientes o demasiado estúpidos.

— ¿Por qué te importa? No eres más que un simple traficante, ¿qué más da con quien la utilicemos? Fuiste tú el que la vendió. — lo acusó el chico de la goma de mascar con un dedo acusatorio. De todo el grupo él era el que más tenía pinta de estar a punto de hacerse encima.

Brick rodó los ojos con impaciencia.

— Me importa una mierda, viene conmigo. — se acercó a la puerta del Mustang, pero los muchachos a su alrededor le impidieron el avance. Brick clavó los ojos en ellos una vez más, con expresión indescifrable. — Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, pero el resultado será el mismo.

El chico de cabello cobrizo, el que había seducido a su archienemiga chasqueó los dientes con impaciencia mientras tensaba los músculos acercándose por un lado.

— Mira, sigue tu camino y no te metas en lo que no te incumbe, maldito infeliz… — el tipo estiró el brazo en un ademán de querer golpearlo para el horror del resto de sus acompañantes. El líder rubio intentó detenerlo incluso cuando ya era demasiado tarde.

— Chris… ¡NO!

Idiota. Pensó Brick en cuanto oyó el sollozo del imbécil en cuestión. Ni siquiera había tenido que golpearlo fuerte, un simple movimiento con el dorso de la mano y su rostro estaba empapado en sangre, acababa de romperle el tabique con el toque de una caricia. Brick sonrió con ironía, los humanos eran tan frágiles…

El sujeto en el asiento del conductor abrió la guantera lo suficientemente rápido como para que el pelirrojo lo notara.

— ¡Maldito bastardo! — exclamó antes de disparar el arma que sacó en su dirección. Un fuerte sonido pareció detener por completo el paso del tiempo, sumiendo al grupo en una atmósfera de tensión.

Los rostros de los tipos palidecieron con horror al ver como Brick abría el puño para revelar una mancha de hollín en la palma de su mano, y la bala cayó al piso con un tintineo casi imperceptible, completamente magullada como si de plastilina se tratara.

Fue entonces que por fin aceptaron que esta era una batalla que no iban a ganar de ninguna forma. El líder del grupo rápidamente sacó a la chica del asiento trasero como si de cargamento se tratara y la arrojó en dirección al muchacho.

Blossom aún inconsciente y por inercia dio unos pasos débiles antes de sujetarse del hombro del chico para no caer de rodillas al pavimento. Brick se estremeció y cerró los ojos debido al disgusto que le provocaba este contacto, pero la sostuvo para que no cayera de todas formas.

Blossom parpadeó irregularmente y pareció balbucear algo que el chico no logró entender del todo.

— Vasili sabrá acerca de esto. — le aclaró el niño rico, mientras ayudaba al tipo al que le rompió la nariz a meterse dentro del coche.

— Me gustaría verte intentarlo — lo amenazó el rowdyruff boy mientras los veía alejarse a toda velocidad por la autopista. Vasili y toda su familia podría enterarse de lo que sea, ya quisiera ver qué harían él y su hedionda familia al respecto.

Permaneció parado unos segundos a mitad del callejón frío y solitario, con solo la música amortiguada del club de fondo y la respiración irregular de su archienemiga en sus brazos. De pronto recordó la razón por la que se encontraba ahí.

Y ahora qué hago contigo…

Una parte de él le rogaba que la dejara escondida detrás de un bote de basura y corriera. Pero otra más estúpida se sentía demasiado culpable como para dejarla a su suerte, era hasta cierto punto cómplice de lo que le había pasado. Y de acuerdo, se agarraban a golpes hasta hacerse sangrar de vez en cuando, pero no le deseaba lo que posiblemente le hubiera pasado si no hubiese intervenido.

¿Qué se supone que debía hacer? ¿Dejarla en su casa como un paquete? No quería tener que darle explicaciones a sus hermanas "hey sí, me encontré a su hermana en un club. ¿Que por qué está inconsciente? es una larga historia"; si claro, acabaría encerrado como Boomer cuando era pequeño.

Bien podría hacer una llamada anónima al teléfono de sus hermanas para que la recogieran… pero no tenía sus números registrados. Pero hey, ¿qué hay de su teléfono? podría utilizarlo para… excepto que se dejó el bolso en el asiento en el momento que la drogaron y ahora no podría llamar a nadie que se hiciera cargo de ella. La puta que lo…

Por último, su casa estaba completamente fuera de discusión, al menos por ahora.

Además, la chica apenas podía sostenerse en pie. Llevar a alguien volando a cuestas era una completa molestia. Volar con alguien que también pudiese hacerlo y despertar en cualquier momento completamente desorientado era una pésima idea, era como conducir ebrio.

Fue entonces que se dio cuenta que la estaba sosteniendo en un abrazo como si fueran un par de enamorados. A lo que rápidamente la soltó con impaciencia y se colgó uno de sus brazos al hombro mientras la sostenía de la cadera como si de un enfermo se tratara. Mucho mejor. Menos incómodo.

Una señal de luz neón al final de la calle en donde estaban le dio la idea que necesitaba, por más incómoda que fuese. Caminó con la chica a cuestas hacía el lugar mientras Blossom seguía balbuceando dormida.

— Egh oghuu af shanem

— Sí sí, a mí tampoco me agrada la idea… — respondió el chico con fastidio mientras atravesaba el umbral de la puerta del motel.

No había nadie en el mostrador además de un niño que no tendría más de doce años jugando en su teléfono celular sin siquiera levantar la mirada en su dirección. Brick levantó una ceja con extrañeza, ¿qué clase de lugar era este dejando a mojones a cargo de un motel a mitad de la noche?

Uno barato, era seguro.

— Necesito un cuarto. — musitó Brick sosteniendo lo más fuerte que pudiese a Blossom mientras rogaba al cielo que no diera pistas de su estado de intoxicación. Incluso flotó unos centímetros con las puntas de los zapatos rozando el piso para que la chica no pareciera que estuviera a cuestas.

Para su fortuna, el niño no levantó la mirada de su pantalla. Demasiado ocupado matando a disparos a gente en su teléfono celular. — ¿Por noche o por hora? — preguntó mientras seguía jugando.

A Brick la pregunta lo hizo arrugar la nariz con desdén. No era ningún necrofílico.

— Por noche. — contestó a secas.

El niño siguió mirando su pantalla. — Son 40 dólares.

Con algo de dificultad Brick tuvo que soltar el brazo de Blossom para poder buscar el fajo de billetes que había conseguido de uno de sus bolsillos. La falta del agarre provocó que el peso de la cabeza de Blossom se fuera hacia atrás, obligando por impulso al chico a sostenerla contra sí mismo para que no se cayera.

El niño solo levanto la mirada un segundo por el movimiento periférico para luego regresar su atención a su pantalla. Probablemente, no era la primera pareja que veía donde uno de los amantes se encontraba en un estado de semiinconsciencia.

Irritado por la situación, Brick tomó dos billetes de veinte y los aventó a la mesa. El niño siguió jugando mientras extendía una mano debajo del mostrador, para sacar una llave con una etiqueta de madera que marcaba 501. El pelirrojo la tomó rápidamente, mientras se dirigía al pasillo que daba a las habitaciones.

— No olvide su papel higiénico de cortesía… — mencionó el chico con aburrimiento aún sin prestarle atención.

Brick suspiró con fastidio, pero se dio la media vuelta y tomó el rollo de papel sin siquiera darle las gracias.

— Que tenga una bonita noche.

El chico solo gruñó en respuesta, caminando hacia las escaleras con Blossom a cuestas. Ni siquiera sabía qué era lo que pasaba con ella en estos momentos, de vez en cuando parecía abrir los ojos con la mirada perdida y otros parpadeaba furiosamente como intentando recuperar consciencia. La mayor parte del tiempo se la pasaba dormida.

En esos momentos, Brick daba las gracias al cielo por los superpoderes, porque hubiera sido un verdadero desastre el llevar a la chica a rastras por las escaleras ya que no tenían ascensor. Flotó, aún llevando a la chica colgada de su cuello, con las puntas de sus zapatos arrastrándose ligeramente sobre las cuatro escaleras que subieron, hasta por fin llegaron a la habitación marcada.

Cuando Brick abrió la puerta, Blossom se soltó de su agarre con la fuerza que solo otro superhumano podría utilizar para competir con la suya propia. Se desplomó sobre la alfombra en cuatro patas, batallando contra la ketamina en su interior. El chico se puso alerta ante cualquier repercusión que pudiese atentar contra él. Pero Blossom solo volteó a mirarlo unos segundos sentada inmóvil en el suelo. Antes de producir violentas arcadas que la obligaron a expulsar todo lo que había consumido sobre la alfombra y su pobre suéter rosa.

Mierda.

Rápidamente, tomó a la muchacha y la llevó al pequeño baño privado de la habitación, tan solo dejando una estela carmesí tras de sí.

Estaba en una situación asquerosa, por un lado, teniendo que sostener la cabeza de la muchacha mientras arrojaba lo que sea que aún tenía en el estómago, y por el otro, teniendo que aguantarse el asco y disgusto que toda esta dinámica le causaba.

Blossom soltó un par de arcadas y Brick no se atrevió a ver lo que acababa de arrojar, prefiriendo bajar rápidamente de la cadeneta del inodoro. El olor no era orgánico, sino artificial, como la medicina y el alcohol. Cuando la volvió a tomar de las mejillas para verificar su consciencia se percató que sus ojos permanecían entrecerrados, con los orbes divagando por toda la habitación.

Su barbilla, pecho y parte de su cabello estaban echados a perder por la suciedad, y sus mejillas brillaban en un tono carmesí por el esfuerzo. Su pecho subía y bajaba intentando recuperar el aliento. Brick pretendió ayudarla a sentarse, pero Blossom resistió su agarre aún en su embriaguez.

— No… me mires… — murmuró la powerpuff rosa,intentando que la suelte a pesar de la debilidad que sentía y provocando que el rowdyruff en cuestión soltara un bufido de sorna. A pesar de su situación, tenía el descaro de sentirse avergonzada.

Pasó menos de un minuto antes de que la chica volviera a quedarse dormida. Brick la agitó ligeramente del hombro en un intento por despertarla sin respuesta, después intentó darle un par de palmadas gentiles en la cara para espabilarla.

Al no obtener respuesta y ver que seguía vomitada, Brick suspiró profundo, antes de armarse del valor suficiente para encender la destartalada ducha del baño. No le agradaba para nada el hacer el papel de niñera.

La sentó como estaba en medio de la ducha viendo cómo las gotas de agua le resbalaban sobre la cabeza y rostro, empapando la ropa que llevaba puesta. Intentó generar en sí mismo alguna reacción de satisfacción sádica al ver a su archienemiga a su merced en una situación tan humillante como esa. En su lugar solo obtuvo vacío e inquietud.

Apartó la vista de la chica mientras se apoyaba sobre la pared de azulejos y veía como el agua seguía corriendo encima de la chica, quien a pesar de la gélida temperatura del agua, no parecía reaccionar de ninguna forma además de su respiración irregular.

Brick volvió a suspirar con frustración.

Se quitó la chaqueta que llevaba puesta y la colocó en el lavabo del baño, mientras se disponía a ayudar a la muchacha inconsciente. Algo del rocío de las gotas de la ducha le salpicó el cabello y la ropa, no le importó. Decidió regular un poco más la temperatura de la ducha a algo más tibio, había sido suficiente tortura para la chica y además fue completamente inútil en su intento por despertarla.

Le preocupó haberla jodido lo suficiente como para provocarle una neumonía, ¿siquiera y podían enfermarse de neumonía? Su sistema inmunológico era mucho más fuerte al de un humano corriente y rara vez se enfermaban. Después de restregar la mugre del rostro y el cabello, pudo ver como el maquillaje que llevaba le dejó ligeras manchas negras debajo de los ojos, seguidamente apartó su cuerpo lo suficiente de la caída de la ducha para poder desvestirla cómodamente.

¿Qué? ¿acaso debería sentirse avergonzado o algo? Ella no tenía nada que no hubiese visto antes ni que lo sorprendiera.¿Se sentía como un completo depredador sexual? Sí.

Desabotonó los ridículos botones del cárdigan arruinado que llevaba, desechando la prenda detrás suyo. Contempló el sostén de un inocente color rosita que llevaba puesto, decidiendo si es que valía la pena quitarselo o podría conservarlo para mantener algo de pudor. Al final decidió que no podría arriesgarse a que siguiera usando una prenda igual de mojada, así que se dispuso a removerla.

No fue una tarea sencilla, teniendo que prácticamente rodearla con sus brazos para desabotonar el broche de la prenda, colocando momentáneamente su rostro sobre el hombro de la muchacha. A pesar de ser una persona que acababa de arrojar, Blossom aún olía rico, supuso. Un aroma a frutas, flores que desconocía y champaña. Un perfume mucho más atrevido de lo que hubiese supuesto iba más con su personalidad. Le dio escalofríos.

Cuando la tomó del torso para apartarse de ella, pudo contar con la yema de los dedos la cantidad de costillas que tenía.

¿Siquiera y le dan de comer a esta chica?

Al apartarse de ella se percató de la genuina delgadez de su cuerpo sin llevar ropa. No era ningún experto pero se veía demasiado escuálida para su gusto.

Procedió a quitarle las zapatillas y las medias, batallando a la hora de quitarle los jeans húmedos, revelando pálidos muslos del color de la leche con gajos de fresas.

.

.

.

No pudo evitar contemplarlo por más segundos de lo que le hubiera gustado, tentado a recorrer con el dedo la diferencia de relieve en la piel de sus piernas. Agitando la cabeza para concentrarse en su verdadera tarea. No era de su incumbencia lo que ella hiciera de todas formas.

La trusa en cuestión, podría conservarla. Haría las cosas menos incómodas para ambos y no se veía tan mojada como para removerla.

Hizo un esfuerzo sobrehumano para no observar de más la desnudez de su cuerpo, no por alguna clase de respeto que tuviera hacía ella, sino por su propia sanidad. La situación entera ya era de por sí complicada para él, verle las tetitas a su archienemiga era cruzar una línea de intimidad sin retorno que no quería cruzar.

Se quitó la camiseta gris que llevaba puesta y la vistió con ella, de nuevo teniendo que estar en demasiado contacto con ella para tener que ponérsela, haciéndole fruncir el ceño. Este detalle lo molestaba, pero al menos así ella no podría acusarlo de no cuidarla como era debido.

Secó como pudo su cabello húmedo con una de las toallas de cortesía colgadas cerca del inodoro. Hizo lo mejor que podía, pero igual tendría que dormir con el cabello aún un poco mojado. Unas ligeras ondas húmedas enmarcaban el rostro de la heroína, distinto a su laceado usual cuando su cabello se encontraba seco.

Fatigado, tuvo que volver a cargarla hacia la cama, arrojándola encima del colchón y teniendo que arroparla a regañadientes para que conservara algo de calor. Incluso abrió una botella de agua que se encontraba en una mesita de noche y la obligó a beber de ella. Se sintió como su puto padre. Lo que sea que la salvara de la cruda exponencial que se le vendría encima.

Brick se rehusó a compartir cama con la pelirroja, conociendo perfectamente el protocolo a seguir en esta clase de situaciones. Arrastró una silla a un lado de la habitación para poder sentarse al lado de la convaleciente en cuestión, teniendo la obligación de vigilarla para que no ahogara en su vómito si es que acaso volvía a suceder en medio de la noche.

Completamente a oscuras, y sólo iluminado por la luz de la señal neón del motel colándose por las persianas del cuarto, Brick contempló el rostro de su archienemiga, durmiendo plácidamente después de una noche extremadamente jodida.

Observó el arco de su flequillo pegado sobre su frente, la punta de su nariz con casi imperceptibles pecas y la palidez agrietada de sus labios. Sobre un rostro convencionalmente atractivo, este detalle pareció fastidiarle. Deseó que ella estuviera por lo menos lo suficientemente consciente para darle algo de agua, pero en realidad no sabía si esto contribuiría o solo empeoraría su estado.

Quizás era el cansancio abrumador el que lo confundía, pero se atrapó a sí mismo apartándole el cabello del rostro para colocarlo detrás de su oreja. Se castigó mentalmente por demostrar un gesto tan estúpido, pero al fin y al cabo estaba dormida ¿no es cierto? Sintió que a diferencia de una Blossom despierta, una inconsciente hasta tenía la posibilidad de caerle bien.

Se rió en silencio de su propio chiste, antes de continuar con su acto de vigilancia, cruzando los brazos a la altura del pecho e inhalando profundamente para mantenerse despierto. Pero en la calidez de la habitación y la presencia apacible de otro ser humano en medio de la oscuridad, no pasaron más de unas pocas horas antes de que Brick se rindiera, deslizándose también hacia la inconsciencia.


N.A.: Por favor recuerden que la forma en que se expresa cada personaje son propias de la interpretación que tengo de cada uno y no se relacionan directamente en lo que yo crea. Es decir, si Brick dice de vez en cuando cosas groseras no soy yo, es él. Lol. Acerca del vómito químico… no sé, si alguna vez tomaron pastillas con el estómago vacío entenderán que tipo de expulsión es. Lo siento si fuí demasiado gráfica al respecto.

Siento muchísimo la tardanza en actualizar, pero como dije en mi Bio, en veces la vida no es como queremos. El contrato que tenía del proyecto por fin finalizó (yay!) pero parece que se viene otro a continuación con la misma empresa y como me pagan mejor (hehehe *sweats*) seguiré en los mismos tiempos ajustados. Muchas gracias por el seguimiento y los favoritos que recibí, y como siempre agradezco a todos aquellos que se tomen la molestia en comentar mi pequeño hijito de proyecto personal. La canción del título es empathy de Crystal castles, cuando me imagine el tipo de música que sonaba en el club me imaginaba el repertorio de Crystal castles junto con quizás algo de Brutalismus 3000, si no conocen el género pueden escuchar algo de su repertorio para darse una idea de como sonaba en mi cabeza. Sino, pues pueden imaginarse algo como h

Creo que este es el capítulo que realmente inicia la historia que me planteo contar, con los primeros siendo introductorios, a partir de acá empieza la montaña rusa. La verdad me cuestiono un poco a la hora de escribir drama porque inevitablemente tengo que añadir una broma para quebrar lo serio del asunto. ¿Por qué? No sé, creo que incluso cuando estoy nerviosa o asustada se me pasan comentarios sarcásticos o chischositos en la cabeza que me impiden ser del todo seria. Podría estar en un funeral y se me cruzaría un chiste del muerto. En fin, espero me perdonen si creen que ya es demasiado.

Tengo una pregunta, ¿se imaginan a estos personajes con algún actor/actriz de doblaje en particular? Por supuesto, yo me imagino a las chicas con las mismas voces de sus actrices de voz originales con la excepción de tener algo más de madurez. A Brick me lo imagino con la voz de Irwin Dayaan supongo, no sé tanto de doblaje pero me gusta como interpreta a los personajes.

A propósito, dicen que está en declive y que probablemente esté en proceso de dejarse morir, si este fuera el caso durante el próximo año ¿debería mudar el fic a otra web? y si es así cuál sería de su preferencia general ¿Ao3? ¿wattpad? podrían decirme en sus comentarios. Ví que Cartoon Network cerrará en su unión con Warner, pero también vi rumores de un revival de las powerpuff girls (posiblemente aún un pitch) con colaboración de los artistas originales (Lauren Faust publicó bocetos en su twitter). Estoy emocionada, pero al mismo tiempo un poco estresada respecto a como lo reciba la audiencia de niños, considerando el fiasco que fue el último reboot sin alma.

Bueno, sin nada más que compartir me despido y les mando muchos besos y buenos deseos. Que estén bien todos.

P.d. ¿Creen que ya debería correr con la categoría M? en mi opinión nada de lo que pasó es lo suficientemente explícito, pero tampoco quiero corromper mentes inocentes, aunque el fic ya esta taggeado como +18 (y espero que lo sean en realidad) también fui teen alguna vez y me pasaba los warnings por los ovarios en busca de una migaja de Smut. Si es así, por favor tomen sus precauciones ya que no me hago responsable de… ¿la impresión? ¡lo siento!. Puse trigger warnings al comienzo de la historia para no herir susceptibilidades o que puedan deslizar partes que l s pongan incómod s, es una simple consideración pero ojala sea suficiente. Gracias por el apoyo.