Cine X

Percy Weasley/Rabastan Lestrange


Percy entró en la sala a oscuras, pero la proyección de película muggle en la pantalla iluminó fantasmagóricamente la sala.

No había más de 10 personas sentadas, y Percy se instaló en una de las filas del final. Sentía cómo su corazón se aceleraba desde que había entrado a aquella instalación no mágica.

Había una parte de sí mismo que sabía que iba a arrepentirse, una que tenía miedo a ser descubierto, una que sabía que le decía que era imbécil. Pero había otra, otra que le hizo sentarse allí, sin entender qué era lo que estaba reflejando la pantalla delante de él.

Con los claros oscuros de la sala lo que los otros espectadores hacían podía intuirse fácilmente. Una cabeza desapareció entre las piernas un tipo, Percy creyó escuchar un fuerte gemido, pero el sonido del film tampoco ayudaba.

Él estaba solo, pero duró poco, no lo vio hasta que llegó a su fila y comenzó a andar hasta el asiento contiguo.

Tenía el pelo largo, era delgado, pero Percy no podía identificar nada más. La pantalla se había fundido en negro por unos segundos.

Estaba sentado a su lado mirando al frente, un simple espectador más, hasta que sintió su mano en su pierna.

Percy contuvo un jadeo, pero era ridículo, había ido a eso, ¿no?

Se lo había escuchado a unos amigos de su hermano Ron, pero en el fondo Percy había creído que aquello eran puras fantasías calenturientas.

Investigó, y comprobó que era verdad, que los hombre muggles asistían a lugares como ese, entre otros, para mantener contactos sexuales anónimos.

Percy quería eso, quería algo anónimo, muy sexual, y con un hombre.

La mano fue ascendiendo hacia su entrepierna, y desde que entró en la sala había estado dura. Un suave apretón sí que le hizo jadear, esperaba que solo ellos dos lo hubieran escuchado, aunque realmente nadie se estuviera fijando en ellos.

La habilidad del tipo para sacársela le hablaba de su experiencia, pero antes de que se diera cuenta, estaba siendo masturbado por una mano firme y cálida.

Percy golpeó con la cabeza el respaldo de su asiento, y empujó contra el puño cerrado. Sintió cómo se cernía sobre él, y su lengua húmeda contra su garganta.

Abrió los ojos, y sus ojos se encontraron, solo podría decir que eran oscuros, tenían que serlo, y se echó sobre él.

Percy no sabía qué esperar de aquella experiencia, quizás mirar, quizás un par de toques, pero este tipo iba a por todas. Sintió sus labios sobre los suyos mientras incansablemente le batía con la mano.

Percy abrió la boca, y lamió sus labios, el beso que vino a continuación fue caliente y demandante. Al punto de tenerlo entre sus piernas y él casi recostado sobre el asiento.

A Percy se le olvidó donde estaba, sus gafas estaban empañadas, su respiración acelerada, y su excitación le pedía más. Algo que él no había llegado a hacer nunca.

¿Quería perder su virginidad en un sitio como ese? Parecía bizarro, equivocado, pero las manos del tipo bajándole los pantalones le mandaban todos los mensajes adecuados.

Le tanteó el trasero, y Percy sintió que quizás estaban yendo muy rápido.

—Despacio —pidió Percy—. Por favor.

El hombre se apartó levemente de su boca, era casi imposible ver bien su rostro, pero Percy hubiera apostado cualquier cosa a que le estaba mirando con duda.

¿Había dicho algo inadecuado? El hombre le miraba, y Percy se sintió cohibido, ¿iba a parar?

¿Se daba cuenta de lo inexperto de Percy? ¿Lo había visto lo suficientemente bien para recular?

Percy comenzó a arrepentirse de haber abierto la boca. Pero fuera lo que fuera que había visto el otro, se inclinó de nuevo sobre él y le lamió suavemente el labio inferior.

Percy le agarró del cuello lamiéndole la lengua, buscando por más, sí, quería que pasara, aunque fuera alguien a quien nunca más vería.

El sonido de los demás espectadores ya era claro y evidente. Todos habían pasado a mayores, pero Percy no necesitaba mirar a nadie más, su compañero estaba delante de su asiento chupándolo, dejando caer su saliva hasta su trasero. No quiso pensar sobre qué estaría él sentado si podía notar como empapaba el asiento.

La cabeza le volaba al ritmo de la boca de su compañero, de su lengua, de sus dedos introduciéndose por su ano.

Percy se olvidó de no gemir, sintió algo tan cálido en su interior que le hizo sentir bien, y después fue empujado sobre el asiento, expuesto, abierto y penetrado.

La cortina de cabello oscuro seguía ocultado el rostro del hombre que le estaba jodiendo, pero le daba igual, ya todo le daba igual, salvo sentir su carne dura en su interior.

Pensó que sería más doloroso, pero era sencillamente increíble, estalló sobre su abdomen, sobre su ropa desbaratada. Se corrió mientras seguía follándole un completo desconocido. Hasta que este mismo pareció terminar del mismo modo, solo que en su interior.

El aliento de Percy estaba desincronizado, pero Merlín bendito, había sido increíble, quizás un poco incómodo, pero increíble. Aún podía notarlo en su interior palpitando.

Había vuelto a su asiento, buscando sus gafas, subiéndose los pantalones, en cuanto pudiera sacaría su varita y se refrescaría, pero cuando un fogonazo del film lo iluminó todo, a su lado ya no había nadie.

Por un momento, Percy se sintió traicionado, pero el pensamiento era tan ridículo que lo descartó. Había ido allí por anonimato, de hecho, veía como algunos se escabullían por las salidas, quedarse hasta que la sala se iluminara era mala idea.

Pero Percy se quedó allí unos 15 minutos más, intentando reubicarse a sí mismo.

No lo consiguió y abandonó el local muggle en silencio, buscando un lugar donde podría desaparecerse con discreción.

Pensó que como experiencia había estado bien, no era un romántico que pensara que el sexo era la antesala para otra cosa. En cualquier caso, él no iba a andar ese camino, no estaba preparado para expresar algo más sobre sí mismo, aún no.

Dos semanas después, volvió, había algunos tipos más, y aquello le hizo sentir un poco incómodo, aunque solo podría significar más posibilidades.

¿Estaba mal que quisiera repetir la misma?

Era poco probable toparse en una sala oscura a la misma persona, y que esta, que se había ido sin decir ni adiós, quisiera repetir con él.

Se sentó por la misma zona, y a los poco minutos un tipo que nada tenía que ver con el de la otra vez, se sentó a su lado.

Percy se quedó rígido, más cuando el tipo tomó su mano y la colocó directamente sobre su polla dura.

¿Qué había de distinto? ¿No había ido a eso? ¿Por qué se sentía mal?

Su mano no se movió pero una sombra cruzó su cuerpo, y otra mano se colocó sobre la suya retirándola de la carne dura del hombre.

Percy se giró, era él, estaba allí.

El otro parecía que estaba diciendo algo, pero a Percy le dio igual, solo supo que se fue. Aunque había grupos tocándose juntos, el hombre del pelo largo no parecía ser de los que querían compartir y Percy estaba totalmente de acuerdo.

Sintió sus labios sobre los suyos, y Percy sí lo sintió bien, adecuado, su cuerpo se calentó por completo y se sentó sobre él.

El tipo lo apretaba, acariciaba su trasero y Percy metió su mano entre ellos, estaba durísimo y era solo para él, como la primera vez.

En un punto su camisa había sido abierta, y el tipo succionaba sus pezones mientras lo follaba con Percy en su regazo y echado hacia atrás en uno de los asientos delanteros. Le quemaban las piernas, pero lo sentía tan duro y cálido dentro de él que quería aguantar más.

La luz por primera vez lo iluminó bien, Percy lo miró, había vislumbrado algo la primera vez, pero los trozos se unieron dándole una buena visión. Y entonces lo vio, lo vio en su antebrazo.

Pero no pudo decir nada, lo comenzó a follar duro de verdad, mientras lo masturbaba a la vez. Su propio esperma le cruzó el pecho en esa postura exigente.

Cuando estaba aún en su nube orgánica, lo atrajo hacia sí, lo besó y taladró su culo con fuerza, el semen ajeno lo golpeó por dentro.

Estaba aún contra sus labios, con los brazos abarcando su tronco, la respiración caliente contra su piel.

Pero lo había visto, había visto la marca tenebrosa, y la realidad lo golpeó. Sus manos temblorosas fueron hacia el antebrazo ahora cubierto, el tipo que aún tenía su polla dentro de su culo se congeló, Percy no tuvo dudas.

Y ambos se miraron en la penumbra.

Era un ex mortífago, Percy lo había estudiado, era la marca del último mago oscuro que había tratado de dominarlos. Percy solo era un niño en aquella época, y ese tipo no podía ser tan mayor, no lo parecía.

¿Quién le había colocado la marca?¿Qué significaba? ¿Era solo una casualidad?

La varita apuntándole le dijo que no, que no era ninguna casualidad. La suya la había dejado en el abrigo en el asiento contiguo.

El tipo lo soltó, y Percy aprovechó para buscar sus pantalones en el suelo, no esperaba encontrar a ningún mago allí, mucho menos a un mago oscuro.

Tomó su varita lo más disimuladamente que pudo, pero cuando se giró se había esfumado, ahora entendía que tanto esta vez como la anterior se había desaparecido.

—¿Dónde has estado, Rabastan? —preguntó Rodolphus.

Los hermanos Lestrange habían conseguido eludir hacía años Azkaban, pero el coste había sido la clandestinidad. Y Rodolphus era incapaz de dejar la isla, su esposa seguía en Azkaban y su plan siempre fue rescatarla, tenían un plan.

Y este era tomar la acreditación mágica de un funcionario. Estaban cerca, muy cerca.

Pero Rabastan estaba harto de ser arrastrado, nunca quiso la marca, nunca quiso esa vida, por eso realizaba esas escapadas, por eso persiguió al mago que vio entrar a hurtadillas a un cine x muggle en frente de su piso franco.

Era un Weasley, no había duda, quizás usarlo para poder sacar a su cuñada de la cárcel y poder abandonar de una vez a su hermano, fue lo que le llevó a entrar.

Pero lo que pasó dentro no tenía nada que ver con ellos, y sí con él, con él y con el que más tarde supo que era Percy Weasley.

Y ahora le había descubierto, todo su plan podría desmoronarse, él podría delatarlo, poner a todos los aurores en su búsqueda.

¿Por qué solo quería volver a verlo? ¿Volver a sentirlo deshacerse entre sus brazos? ¿Gimiendo por más en un sitio como ese?

—Solo fui a dar una vuelta. —Era mínimamente cierto, no soporto más estar encerrado.

—Imagínate lo que debe estar sintiendo mi esposa allí encerrada —Siempre la misma historia, Rabastan estaba harto, pero también atado.

Necesitaba su acreditación, pero le había descubierto, era peligroso, y aún así deseaba volver a verle.

Hacía años que no estaba con un mago, se contentaba con asquerosos muggles, pero poder follarse a una criatura llena de magia era otra cosa, una cosa completamente distinta.

Volvió a aparecer por allí, esperándolo, acechándolo y él fue. Rabastan esperó a estar seguro que no era una trampa, no había aurores, no había nadie más que un joven Weasley sentado en su sitio esperando por él.

Y fue, cuando le vio quiso decirle algo, Rabastan no le dejó, le besó, con hambre, con necesidad, cada vez más. Lo lubricó como la primera vez, con magia, evitándole cualquier tipo de dolor; y ya ni siquiera disimuló. Y lo jodió como necesitaba, escuchándolo pedir más.

Con su varita encontró su credencial, era a por lo que había ido desde el primer momento, ¿no? Percy se dio cuenta, y sus ojos, tan redondos y azules le miraron con entendimiento.

Sí, quizás eso le había hecho llegar hasta él, quizás el primer encuentro fue un engaño para tomar su identificación, pero ahora, ahora las cosas eran distintas, y ver ese dolor, esa vergüenza en sus ojos le afectó.

—Lo siento —No era ni mucho menos lo que quería decirle, lo que sentía.

Después se fue, aún recordando su expresión herida.

Le dio la identificación a su hermano, esa misma noche se desaparecieron.

La fuga de Bellatrix Lestrange fue noticia durante meses, y Rabastan cumplió su deuda con su hermano.

Ahora era libre, y solo tenía en mente una cosa, una persona, un pelirrojo que lo miraba desde las penumbras.

No volvió a ese cine x, lo supo porque Rabastan controló su acceso diariamente.

Rabastan no podía ir al Londres mágico, no duraría ni dos segundos allí, pero necesitaba verlo, verlo aunque fuera una última vez.

Y lo consiguió, lo encontró en las inmediaciones del Ministerio, pero no en la zona mágica. Bebía en un pub muggle, pero brillaba como un faro en la oscuridad.

Rabastan se sentó a su lado, al principio ni siquiera lo notó. Después fue consciente de la figura a su lado, luego el reconocimiento lo dejó rígido. Y aún en sus ojos pudo ver el dolor.

—Hola Percy —el más joven le miró, y apartó la vista, ni siquiera pensó en sacar la varita. Y se alegró, no quería hacerle daño.

—¿Lestrange? —preguntó.

—Rabastan.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó. Él mismo se hacía esa pregunta, incluso en ese momento.

—Realmente lo siento.

—¿Usarme para conseguir mi tarjeta? —El pelirrojo bebió un trago— Fue desagradable para ti tener que joderme cada uno de esos días, ¿no es cierto? Pero podrías haberla quitado el primer día, no lo entiendo. ¿Es tu manera de burlarte de mí?

—Era mi manera de olvidarme de lo que tenía que hacer —se inclinó sobre él, intentando besarlo. Pero Percy se apartó.

—Eres un criminal.

—Sí, lo soy.

—Me abrieron un expediente, me expulsaron durante un mes, mi familia fue avergonzada por tu culpa.

—Lo siento.

—No lo sientes —negó Percy.

—Ojalá solo hubiera sido el tipo que te daba tu primera experiencia, ojalá aún pudiera ser eso.

Percy enrojeció, era tan evidente que era virgen, había tanto temor en su voz cuando cuando le pidió por favor ir más lento.

—Tú.

—Ahora soy libre de mi deuda, ahora puedo ser lo que tú quieras —le prometió.

—¿Un preso en Azkaban? —le miró Percy, pero esa vez sí le dejó acariciarle la mejilla.

—Nunca he sido libre de cualquier modo, pero sería un desperdicio, ¿no crees? —de nuevo Percy enrojeció, ese maldito cine le había privado de verlo.

Le arrinconó contra su asiento y le besó, y Percy le abrió su boca dándole la bienvenida, sus manos le apretaron la camisa, agarrándose a ella, como si pensara que Rabastan fuera a desaparecerse.

Y tenía razón, pero no lo hizo solo, se los llevó a ambos, lejos, solos, y por el tiempo que Percy considerara necesario.


Minuto arriba, minuto abajo.

Viernes Weasley, y con una de mis parejas favoritas.

A Percy no lo vuelven a ver en la vida.

Lo he subido sin corregir, así que lo siento por los fallos.

Hasta mañana.

Besos

Shimi