CAPÍTULO SÉPTIMO.

Octubre llegó y se fue volando, parecía mentira que el tiempo pudiera pasar rápido cuando los alumnos no habían podido abandonar el castillo ni una sola vez, desde aquel primero de septiembre tan nefasto. La única ocasión en la que se les dio permiso para salir fue durante el funeral de Lissy Quinn, pero nadie en el colegio contaba eso como una visita o algo que se pudiera celebrar. Era 31 de octubre, y los alumnos de tercero en adelante se sentían más inquietos que nunca. Halloween era una fiesta muy importante en el mundo mágico, y la población de Hogsmeade tiraba todo por la borda para decorar las calles ese día. Sin embargo, como aún no se había atrapado al responsable de los carteles, la prohibición seguía vigente. Los que más molestos estaban eran los que aun estando en edad no habían podido visitar Hogsmeade, habían esperado años para ello.

Los profesores habían optado por intentar distraerlos con la vieja confiable, es decir, la técnica de asfixiar a los alumnos a base de deberes, y aunque al principio muchos lo habían agradecido -sobretodo los mayores que entendían la complejidad real de la situación- ya empezaban a cansarse. Para remediar un poco todo esto, Dumbledore había propuesto hacer algo inusual. Una fiesta de Halloween. El alumnado había recibido con entusiasmo la idea, en especial los hijos de muggles quienes de pequeños jugaban a disfrazarse de brujas y magos, hombres lobos y vampiros, y demás criaturas fantásticas, y salían a las calles a pedir caramelos. Sin embargo, la fiesta de Hogwarts no sería así.

A pesar de todo, existía un grupo de alumnos que había demostrado nulo entusiasmo ante la idea, y sí mis queridos lectores si habéis pensado en los alumnos de sexto de gryffindor, habéis acertado. Apenas habían pasado unos días desde la pelea entre James y Lily, y las pocas tensiones que la "amistad" de esos dos había conseguido disipar entre los dos grupos volvieron a resurgir una vez la tregua llegó a su fin. Hasta hacía unos días la insistencia tan cansina e hipnotizante tan característica de James, les había llevado a compartir algún desayuno incluso alguna comida. Claro que eso solo duró hasta aquella dichosa mañana en la que la vida familiar de Potter se volvió de conocimiento público. Además, del epicentro de un complejo debate, haciendo aparición en "El Profeta." Aquel día el desayuno había transcurrido sin problemas y hasta con risas y bromas de por medio, y una vez la fatal noticia se supo todo se vino abajo.

En realidad a nadie le resultaba extraña la actitud entre Lily y James, apenas les había dado tiempo a acostumbrarse a su "colegueo". Pero sí les daba pena. Y por algún extraño motivo nadie sabía de la pelea que había acaecido entre ambos. Ninguno de los dos se lo había querido contar a sus amigos, para ser justos ninguno tampoco había comentado la tregua previa que habían trazado. Pero en ambos casos el cambio de actitud había sido notorio, en especial durante la tregua. A pesar de ello, todos notaron la vuelta a la conocida -aunque ya creída olvidada- hostilidad.


Heather se encontraba en su cuarto ese día, había decidido saltarse runas esa mañana y se había quedado viendo los efectos de los fenómenos meteorológicos sobre los jardines. Algo que resultaba habitual desde principios de ese curso, al principio sus amigas habían intentado forzarla a asistir a clases y demás, pero poco a poco fueron renunciando a esa idea.

Heather no sabía exactamente cómo se sentía, estaba segura de que su ánimo había ido mejorando, con alguna otra bajada y subida, pero en general mejorando. A pesar de ello, sentía un vacío persistente en su pecho, como si le faltara algo. De alguna forma, ver a la naturaleza ejerciendo su poder sobre los terrenos de Hogwarts, conseguía calmar esa ausencia. Ese día granizaba con fuerza, y los terrenos de Hogwarts estaban siendo cruelmente azotados, como si un Dios lejano estuviera castigando a sus habitantes. Mientras tanto, la joven Jorkins observaba desde el banco de la ventana de su habitación en la torre.

Si un poeta observara la escena, la describiría como una imagen romántica llena de melancolía y tragedia. Alguien más realista, se cuestionaría la salud de la adolescente, pálida y delgada, sentada ante la ventana.

Jorkins sabía que no debía saltarse clase, siempre había sido una chica sensata y bastante responsable dentro de lo que cabe. Esto no le había impedido meterse en algunos líos, pero nunca se había saltado horas lectivas, ella no era como su mejor amiga Mary. A pesar de su carácter travieso y juguetón, Heather tenía su vida planeada desde el comienzo de su adolescencia y, para lo que quería, no podía permitirse un error en su expediente académico.

La joven castaña provenía de una familia mestiza adinerada, eran bastantes hermanos, cuatro para ser exactos, y todos habían sido educados bajo valores de igualdad y amor. Sus padres siempre les habían dicho que podían hacer lo que quisieran con su vida, siempre y cuando obraran con rectitud. Y desde los trece años, ella ya sabía que quería estudiar. Se dedicaría al estudio e interpretación de las lenguas, tanto mágicas como muggles. Tenía intención de ingresar en el curso de preparación de runas en el ministerio, el cual era bastante exclusivo y solo ocuparía sus mañanas durante dos años. Eso le otorgaría un título en estudios post-Hogwarts, y a la par podría asistir a clases de idiomas por las tardes en una academia muggle. Una vez controlase otros idiomas, y tuviera su título en runas le sería más fácil interpretar runas en otros países. Y podría viajar por el mundo o encontrar trabajo en el ministerio, probablemente en el departamento de relaciones exteriores.

Pero desde el inicio de curso esta idea se había ido desvaneciendo poco a poco, posicionándose en un rincón oculto de su mente, hasta casi desaparecer. El asesinato, porque aunque la gente no lo denominara así era eso, de Lissy le había golpeado más fuerte de lo que creía en un principio. Y todo aquello que le había parecido importante una vez, le resultaban nimiedades ahora. La catástrofe le había pillado por sorpresa, siendo una de las peores noticias que había recibido nunca, y su respuesta había sido la esperada. Pero una vez pasado el periodo de luto debería haber mejorado, o eso creían sus amigas, y ella también lo sabía. Sin embargo ahí seguía tras tres meses, rota como una muñeca de porcelana. Claro que las continuas muertes y desapariciones no habían ayudado, ya que cada vez que su ánimo mejoraba algo malo volvía a suceder y todo la devolvía ese primero de septiembre. Tampoco había ayudado la propaganda anti-muggle, ni el ataque que sufrió Lily.

Heather siempre había creído que tenía todo el tiempo del mundo. Y a pesar de que la muerte es un estado natural del que todo el mundo tiene conocimiento y padece en un momento u otro. Saber que puede ocurrir en todo momento, y vivirlo realmente, no es lo mismo. No se trata de algo que todo el mundo haya asimilado, por eso la mayoría de jóvenes creen que la muerte no puede esto para Heather ya no era verdad. Ahora todas esas ideas que siempre había tenido tan claras; que estudiar, donde iba a trabajar, casarse y tener hijos, sus amigos, familia, todo… Se revolvían en un concepto borroso y frágil, de la misma forma en la que se sentía ella.

Se levantó del alféizar y se dirigió al espejo colocado en la pared de un rincón del cuarto. Las chicas habían creado ese espacio cuando ya llevaban unos años en Hogwarts, al mover las camas hicieron hueco para poner un par de puff, una mesita, unas lámparas y un espejo, para poder sentarse ahí a charlar, como si se tratara de su propia sala común. Esa era la esquina de las cuatro, la habían creado en cuarto año, la idea sorprendemente había sido de Lily, quien deseaba tener un sitio para hablar con sus amigas sin tener a James dándole la tabarra. Y de la decoración se habían encargado ella y Mary, aun recordaba como habían traído las cosas de contrabando a Hogwarts.

Una sonrisa melancólica se formó en su rostro, ojalá todo fuera tan simple como en aquellos días durante los cuales la realidad del mundo mágico parecía tan lejana, sin embargo la sonrisa desapareció al verse reflejada en el espejo. No solo se veía pálida, casi de un tono amarillento pero no como el de todos los inviernos, sino enfermizo. Además su pelo, castaño claro repleto de mechas rubias, normalmente brillante estaba sucio y apagado, sus ojos verdes se encontraban rodeados por grandes ojeras negras y bolsas de sueño acumuladas y lo peor, estaba alarmantemente delgada.

Nunca había sido una joven grande pero su complexión era normal, ahora que se miraba en el espejo apenas se reconocía. Como un autómata empezó a deshacerse de su ropa, se quitó todo hasta quedarse únicamente con la ropa interior frente al espejo, y lo que vio le mando escalofríos a lo largo de toda la columna.

Siempre había tenido un cuerpo atlético, aunque apenas hiciera nada de ejercicio, sus piernas desde que tenía memoria eran fuertes y torneadas, y los huesos de sus caderas destacaban ligeramente contra su piel, pero nunca demasiado. Aunque delgada, su estómago nunca había estado plano y su pecho solía poseer un tamaño medio, no era excesivamente grande pero no tenía el pecho pequeño.

Más lo que veía en el espejo ahora, concretamente a quién veía en el espejo, no tenía nada que ver con ella o su cuerpo. Sus piernas habían perdido el poco músculo existente y parecían alambres incapaces de sostener nada, los huesos de sus caderas destacaban poderosamente contra su piel, casi como si con un poco más de tensión pudieran atravesar la piel, su tripa ahora era completamente plana y hasta se hundía un poco en el ombligo. Podía contar una a una todas las costillas de su cuerpo, y era justo decir que ya no necesitaría ni sujetador, los huesos de su esternón y clavícula resaltan en su piel y sus brazos no sujetarían una varita.

Alzó un poco más la vista y pasó a analizar su cara, se dio cuenta que el atractivo que pudo tener alguna vez había desparecido completamente. Sus mejillas estaban hundidas en sus huesos, sus pómulos destacaban intensamente y casi se podía adivinar la forma de su esqueleto, sus labios que solían ser carnosos y tiernos estaban completamente resquebrajados y secos. En conclusión, parecía un cadáver.

Una lágrima escapó de sus ojos y ya no pudo detenerlas, sus amigas llevaban todo el curso intentado ayudarla, la forzaban a comer y tenían detalles con ella diariamente. Hasta en una ocasión la habían llegado a meter en la ducha a la fuerza, y habían hecho que Blish y luego Adam la cargaran fueran para tomar el aire. Pero ella había desestimado todas las atenciones intentando fingir que estaba bien, que no pasaba nada, y creía haber cumplido con su papel como actriz. Pero ahora se daba cuenta de que no era así porque su aspecto físico era deplorable, Mary tenía razón, parecía un cadáver, se estaba dejando morir en vida, y eso no podía ser.

En ese momento la puerta del cuarto se abrió y por ella entró quien menos deseaba ver, Emmeline Toddler. La rubia enarcó una ceja espesa al ver la escena, sus ojos zafiros reflejaban escepticismo, pero decidió ignorar a la joven que lloraba frente al espejo. En su lugar, Toddler se dirigió a su cama y sacó algo de su mesilla de noche, para dar la media vuelta y desandar lo que había caminado. Heather en vez de vestirse, se limpió los restos que las lágrimas habían dejado en su cama, y miró a la joven rubia fijamente.

-Toddler...- no sabía qué quería decir, solo quería que alguien le dijera la verdad, que la hiciera reaccionar.

Ella no habló, sólo la miró de forma interrogante.

- Tienes razón ¿no? Soy patética ¿verdad? -Las palabras salieron de su boca sin pensarlo, ni siquiera sabía porque hablaba con ella nunca se había llevado bien.

- No, -la sinceridad en su voz hizo que se sorprendiera -solo estás perdida. Nunca has sido patética, si insoportable si, pero no patética, no. No lo decía de verdad. -Tras eso se levantó dispuesta a irse de ahí.

- No te vayas espera, necesito que alguien me diga la verdad, necesito que tú me digas la verdad, mis amigas ... -se paro sin saber que decir -no lo harán, las conozco.

- ¿Quieres la verdad? -Heather solo asintió -bien. Vale pues la verdad es que todo lo que dije en la sala común es cierto. Siempre has sido una chula y una creída, con todo el mundo, nunca has dejado que te mangoneen, excepto ese novio tuyo. Pero siempre has dado la apariencia de ser fuerte y decidida a la vez, y aunque no sé ni por qué la gente lo hace, te quieren, pero tu das a todos por sentados. Por eso creo, que la muerte de tu vecina te ha afectado tanto, porque piensas que todo lo que tienes es para siempre. Pero no es así, la vida nunca es así. No te esfuerzas con nadie, solo con tu novio y esa es la única razón por la que estás con él. La verdad es que no me caes bien, me pareces insoportable, igual que todo tu grupo, pero nunca me has parecido patética, hasta este año claro. Tienes todo un ejército detrás y lo menosprecias, hay gente que no tiene a nadie.

- Has dicho que no era patética- fue lo único que pudo pensar. Toddler rodó los ojos.

- Y no lo eres Jorkins, solo estás actuando de forma patética. Cierto que no eres ni tan fuerte ni tan buena como crees, pero eso de no comer, no ir a clase y no ducharte... es pasarse, no te pega. Además estas volviendo loca a todos tus amigos y ellos a mí.

Con eso último Emmeline dio la charla por concluida, recogió lo que traía en la mano y que había apoyado en la cama. Y se dirigió rumbo a la puerta, ya había terminado así que ¿por qué quedarse ahí? Tomó el pomo de la puerta y la abrió, cuando estaba apunto de salir escuchó un débil gracias que venía de su compañera de curso.

- Que todos finjan que todo está bien no ayuda a nadie, por eso te he dicho la verdad. No es ningún favor hacía ti.

Y esta vez sí que había terminado, la puerta dio un golpe seco tras de ella. Dejando a Heather sola en la habitación otra vez. Con un suspiro la joven castaña tomó una decisión, recogió su ropa y se dirigió al baño.

Salió casi una hora más tarde, se había duchado, lavado el pelo y aplicado un poco de maquillaje. Pero el cambio más significativo era su pelo, el cual antes se encontraba a media espalda ahora estaba corto y le llegaba por encima de los hombros. Se dirigió a su armario y tomó su uniforme pero este le quedaba grande así que fue al de Mary, quién aunque estuviera más rellenita que Heather, era bastante más bajita. La castaña pensaba que el sacarle unos cuantos centímetros a su amiga, compensaría el peso que se llevaban. Tomó varias cosas prestadas, luego se lo lavaría y pediría ayuda a sus amigas para encoger su ropa mágicamente. Una vez vestida se volvió a mirar en el espejo y la chica que ahora le devolvía la mirada tenía mucho mejor aspecto. Con una sonrisa salió de su cuarto.

En vez de dirigirse a la clase de gryffindor, buscó a un alumno de ravenclaw y le preguntó si sabía que tenían los de sexto en ese momento. Casualidades del destino resultó que uno de ellos tenía un hermano en esa clase y si lo sabía. Rápidamente fue a donde le habían indicado, cuando llegó se encontró con los integrantes de slytherin y ravenclaw. Entre ellos se encontraba su novio, le hizo una seña para que se acercara.

Unas palabras antes de conocer a Edward Turpin, se trata del chico más bueno y comprensivo del mundo, aunque a veces se dejase llevar por la lógica y la razón en vez de usar otras cualidades. Es un chico muy atractivo, extremadamente atractivo, su pelo es castaño claro con mechas rubias y sus ojos verdes siempre tenían un toque de picardía en ellos, a pesar de su color de pelo su piel era morena y brillante. Era de complexión fuerte, y su puesto de guardián ayudaba a conservar su buen físico. Además, tenía una sonrisa encantadora, que destacaba contra sus labios rosados. En definitiva era el hombre perfecto, y Heather valoró todo esto un segundo antes de seguir con su plan.

- Vamos a dar una vuelta -le dijo mientras le tomaba la mano -sé que tienes clase ahora, pero es importante.

Y bajo las miradas de todos y las burlas de los slytherin la pareja se marchó de ahí sin mirar atrás.


Después de la clase de runas Remus se fue directo a la biblioteca, este último año estaba resultando un caos absoluto y aún no había tenido tiempo, ni ganas, de ponerse al día con los estudios. Cuando llegó a la biblioteca vio a Mary sentada en una mesa, estaba con las mellizas Bones, Lazy y Amelia, ambas estaban en cuarto año pero pertenecían a distintas casas. La chica le sonrió, y le hizo un gesto con la mano para que se sentara con ellas.

Declinando con la cabeza Remus se dirigió a una mesa al fondo, desde mediados de Octubre el joven había rehuido estar cerca de sus compañeras de gryffindor. Si bien era cierto que había habido situaciones en las que fue inevitable estar con ellas, lo cierto es que si podía huía. Y tampoco lo había hecho de forma sutil, había espacios en los que pasa más desapercibido el hecho de evitarlas, como era el Gran Comedor, la biblioteca, o en general grandes zonas comunes. Aunque no las evitaba en el gran comedor, ni en las clases o en general sitios comunes. Pero incluso cuando se encontraban en sitios como la sala común las esquivaba, le sorprendía que no hubieran empezado a correr rumores al respecto, pero se imaginaba que la gente tenía temas más interesantes.

Todo empezó aquel día que despertó en la enfermería después de una luna llena particularmente mala, sus amigos le habían informado de la pelea y de todo lo que acarreó. Si bien ninguno de los merodeadores había podido confirmar si el secreto de Remus era un secreto a voces. Él no estaba dispuesto a hacerlo. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?, ¿acercarse a sus amigas y preguntarles si sabían que se convertía en un monstruo cada mes? ¡Ja! Prefería pasar lo que le quedaba de estudios esquivándolas, al fin y al cabo solo era un año y medio ¿qué podía salir mal? Para hacer la situación aún peor, sus amigos le habían contado no solo el ataque a Lily si no también la amenaza escrita detrás de la foto. En ese momento a Remus le hubiera gustado levantarse de su cama y correr a pedirle mil perdones a su amiga, pero su vergüenza era más fuerte que la culpa. Así que permaneció en la cama, y por eso aún no había hablado con ella. Cada vez que Lily se había acercado a saludarle desde el incidente, cada célula de su cuerpo había suplicado que le pidiese perdón, pero no podía sacar el tema sin arriesgarse a saber la verdad sobre lo que ella sabía. Y eso le provocaba náuseas.

Remus había esquivado a Lily en todas sus obligaciones de prefectos, menos en las reuniones pero resultaba imposible que hablasen delante de tanta gente. El prefecto también había conseguido evitar emparejarse con ninguna de ellas en todas las clases, agarrándose firmemente a Peter en todas las actividades que requerían pareja. Al único que no había podido esquivar era a Adam, pero este tampoco había hecho ningún intento por sacar ningún tema, por suerte Remus creía que Robins tenía suficiente con Heather como para prestarle atención a él. Con quiénes sí había hablado sorprendentemente era con Blishwick y Pandora. La primera le había cogido un día por el codo en la sala común y le había forzado a sentarse en una butaca frente a ella, entre los dos descansaba un juego de ajedrez. Blish le miró a los ojos y dijo "todos tenemos momentos malos", después de eso -como si no hubiera hecho que el corazón de Remus latiera con fuerza-, alegó que no existía nadie lo suficientemente inteligente en gryffindor para jugar contra ella. A Lupin ni siquiera se le ocurrió comentarle lo malo que era, simplemente jugó. Y al final de la partida, las cosas entre ellos eran como siempre. Mientras que Pandora había usado un método menos convencional, pero así era ella, excéntrica. La chica le había sorprendido un día mientras estaba escondida detrás de un tapiz en un lugar muy acogedor, Remus al momento se dio cuenta de que ella no había llegado ahí de casualidad. En su mano tenía una piedra, era negra, rugosa y muy fea, además estaba cubierta de porquería. La chica se la había enseñado y con un golpe de varita la partió a la mitad, dentro de la piedra había trozos verdes y azules brillantes como la superficie del lago cuando le daba la luz. La rubia le contó que la piedra había sido en su día preciosa pero que los acontecimientos de fuera le habían recubierto de fealdad, pero de vez en cuando una pequeña parte de ella salía a la luz y demostraba su núcleo real. Después de eso y dejándole media piedra en la mano se marchó. En realidad, Meadowes no había dicho mucho, pero Remus supo desde ese momento que podía hablar con ella sin problema.

Sin embargo el resto de sus compañeras de curso eran más complejas, desconocía si Emmeline y Elea sabían su secreto, pero ahora la paranoia de que podía ser revelado o que ya había sido, a todo el mundo en cualquier momento le parecía muy real.

Se sentó de espaldas a todos, frente a la ventana, y se concentró en el ensayo que debían hacer para defensa. Casi había terminado el trabajo cuando notó como alguien se acercaba por detrás, sus instintos siempre habían estado más desarrollados que los del resto de gente normal, unos segundos más tarde Mary estaba sentada delante de él. Tragó saliva y sonrió a la niña.

- Mary ¿quieres algo? -Preguntó con amabilidad, a pesar de tener todo el cuerpo en tensión.

Mary Macdonald para Remus Lupin resultaba toda una contradicción. Era alguien intrigante, muy popular tanto entre la sección masculina como en la femenina. Los chicos querían salir con ella, y a las chicas les gustaba ser sus amigas, o al menos hablar con ella. Siempre estaba al tanto de todos los cotilleos, leía todas las revistas y sabía lo que pasaba en cada casa, pero no era alguien especialmente dulce o simpático, incluso el castaño había notado que a veces podía ser muy tímida. En un principio Mary Macdonald, parecía alguien fácil de categorizar, debía ser metida junto al común de los mortales, pero había algo que no terminaba de encajar para él. Remus estaba convencido, que si destacaba y era tan popular se debía sobre todo a su belleza innata, ya que era una de las chicas más guapas del castillo, su carácter coqueto también la hacía popular, pero su lengua filosa y su agilidad mental debían restarle muchos puntos, pero no lo hacían. Y eso el prefecto creía que sólo se debía a una cosa, su carácter real estaba reservado exclusivamente a sus amigos. Otra cosa que la gente pasa por alto de ella, era que antes de llegar a Hogwarts Mary era una niña muy extrovertida y alegre, siempre hablando, siempre riendo, pero Lupín creía que la situación del mundo mágico y las crueldades sucedidas en su primer año en Hogwarts, en torno a su condición sanguínea, la habían hecho cambiar. Y por eso, era alguien tan confuso y contradictorio en sí mismo.

- Si, que me digas que te pasa y me dejes de rehuir. Lo haces todo el rato, bueno a mí y a mis amigas. No creas que no me he dado cuenta.

- No me pasa nada, Mary de verdad y no te rehúyo -por toda respuesta Remus recibió un resoplido.

- Mira a Heather ahora mismo no le puede importar menos, Lily está muy rara últimamente le pasa algo pero no sé qué y tampoco sé si quiero averiguarlo para serte sincera, con Blish eres el mismo de siempre cosa que me molesta enormemente. Así que quiero que me digas que te pasa -insistió la joven. -No pienso aceptar un no por respuesta, no me trago que no te pase nada.

- Entonces no tendrás respuesta, o quizá si todo el mundo está raro el problema eres tú -dijo irritado, la contestación le había salido automática sin pensarlo y nada más decirlo se sintió fatal.

El licántropo bajo la mirada a la mesa arrepentido, él siempre había sido muy ingenioso y cuando se sentía acorralado tendía a responder de manera cortante y directa o con sarcasmo y un poco de crueldad. Pero Mary era muy dulce para responder así. Levantó la vista al sentir la mano de Mary sobre las suyas, cuando se cruzó con sus ojos supo que no había escapatoria. La hija de muggles no se había ofendido, pero sí le exigía una respuesta.

La niña aunque era muy menudita en cuanto a estatura, apenas llegaba al uno sesenta, y de complexión pequeña empezó a tirar fuertemente de su mano para que se levantara y fuera con ella. Al final el joven resignado a no montar una escena, aceptó ir con Mary, y cogido de la mano de la castaña salió de la biblioteca. Andaron un rato por el pasillo hasta llegar a una clase vacía donde Mary cerró la puerta y con los brazos cruzados se giró y miró a Remus.

- Lupin, vas a hablar quieras o no, tu decides si es por la buenas o por las malas -en su mano derecha la joven tenía su varita y en la otra mano, la cual acaba de alzar, se encontraba la varita de Remus, se sorprendió ni siquiera se dio cuenta cuando se la había quitado, a pesar de que sus sentidos estaban más desarrollados que los de una persona normal. Aún así no cedería.

- Mary ya te he dicho que no me pasa nada y que no te rehúyo, estoy aquí contigo ahora.

- Ya claro y yo soy slytherin -la indignación era palpable en la voz de la chica, pero su respuesta le había hecho gracia al merodeador y no pudo evitar reírse -Lupin no tiene gracia, no te rías.

Estuvieron en esa clase sentados sin hablar un buen rato, Mary miraba al chico indignada, quien no había parado de reír por su comentario, pero ella tenía mucha paciencia y si debía pasarse ahí toda la noche lo haría. Al cabo de un rato supo que él no sacaría el tema, así que le tocaba a ella.

- Bueno Remus, como se que no vas a hablar me toca a mí, creo saber porque nos has estado rehuyendo, a mí y a todas y me parece ridículo y francamente inmaduro de tu parte -dejo de lado todo intento de ser lo más delicada posible -nosotras nos enfadamos, sabemos que no lo hicimos bien ¡joder! Pero es que tú no estabas, no viste la situación. Quiero decir aparecen las listas, Toddler es una zorra, Lily es atacada y tu...,-se frenó y tomó aire para calmar su frustración -ahora si quieres hablarlo es cosa tuya.

Mary se giró y con un movimiento de varita abrió la puerta, luego volvió a mirar al joven y esta vez le extendió su varita. Remus la tomó sin titubear dispuesto a salir, pero cuando iba a hacerlo algo le detuvo. Tenía miedo, mucho miedo, pero sabía que debía enfrentarlo.

- ¿No creéis que soy un monstruo? -fue lo primero que escapó de sus labios.

Mary rio incrédula, le tomó de la mano y le obligó a sentarse a su lado en la mesa. De esa forma empezó una de las conversaciones más profundas y significativas que jamás había tenido en Hogwarts. Ya llevaban un rato hablando y habían aclarado unas cuantas cosas, entre ellas la principal y más importante. Sus compañeras no habían descubierto su condición de licántropo, las chicas simplemente se habían quedado muy enfadas y decepcionadas con él por haber dejado a Lily sola. Casi al final, sin proponérselo el joven empezó a llorar, sin embargo a diferencia de lo que Mary pensaba no eran lágrimas de agradecimiento, si no rabia contenida por tener que seguir mintiendo y ocultando información a gente que había confiado en él. Macdonald al verle se preocupó y tomándole la mano le intentó consolar.

- Es que no sabes lo que es… -dijo él con esfuerzo -parece una gilipollez, pero no lo es. No sabes lo horrible que resulta ocultar cosas a tus amigos a las personas que te importan es…

- Lo sé -aunque la castaña no entendía muy bien a qué se refería él si entendía la sensación -me refiero no sé lo que es exactamente. Pero se que es sentirse como un monstruo, como que tienes que ocultar quién eres de verdad para poder encajar y ser aceptado, y no solo contento con eso tienes que cumplir las expectativas. Remus tú no nos defraudaste al abandonar a Lily en ese pasillo, eso te lo hicimos nosotras a ti al exigir algo que no tenías porqué hacer.

Remus miró con una intensa curiosidad a la joven, no estaba seguro de querer saber a qué se refería Mary, había tenido demasiadas emociones por un día.

- Quiero decir, no es lo mismo, pero yo también me siento así muchas veces. Nunca he tenido miedo de llamar la atención, no hago nada demasiado extravagante o desorbitado para ello, pero tampoco mantengo un perfil bajo. Pero mentiría si dijera que desde hace meses lo único que quiero es desaparecer, no literalmente, si no hacer que la gente se olvide de mi. Ya no me gusta llamar la atención en Hogwarts por miedo a quién soy, por mi sangre, no quiero que nadie se fije en mí. Tengo miedo de convertirme en su próximo objetivo, de ser el siguiente nombre en una lista de… -se interrumpió como si tan siquiera pensarlo fuera horrible -la siguiente Lissy Quinn. Sé que es injusto, y egoísta, muy egoísta, pero me alegro de que fuera ella y no yo. Aunque solo fuera una niñita de once años, una niña preciosa, buena e inocente. Pero yo no quiero morir, quiero vivir mucho tiempo, para siempre si pudiera ser. Para poder conseguir eso en un mundo como este, un mundo en el que vivimos, tengo que aprender a ser egoísta, a pasar desapercibida. -Se rio con amargura y luego siguió -pero llevo demasiados años buscando el protagonismo y no es tan fácil sacudírtelo de encima.

Mary le miraba avergonzada por lo que acababa de decir, en sus ojos él podía ver el dolor, el remordimiento y hasta la culpa como si hubiera sido ella quien hubiera asesinado a la niña. Pero Remus lo entendía, el merodeador, aunque no le gustara admitirlo muchas veces había deseado que otra persona cargará con el peso de su maldición en vez de él, y no podía culpar a su amiga.

- Me siento como un monstruo muchas veces, como si tuviera la peste, y al ser amiga vuestra os estuviera marcando. Este curso casi no vuelvo -eso último lo dijo en un susurro, pero fue suficiente para escucharlo, él la miró sorprendido. -Las chicas no lo saben, ni siquiera Heather, en realidad nadie lo sabe. Llevo ahorrando dinero muchos años, básicamente desde que tengo cinco años, cuando era pequeña quería construir un castillo y vivir ahí, pensaba que con ese dinero lo conseguiría. -La misma risa amarga de antes surgió de sus labios -ahora solo quiero sobrevivir ¿no te parece sarcástico? Apenas necesitamos dinero en Hogwarts y lo que me dan mis padres durante el verano y a lo largo del curso lo he estado reservando.

- Mary… -Remus no sabía qué decir.

- No es para eso, mis padres no me lo dan para eso -la joven sonrió pérdida en sus recuerdos- quieren que tenga estudios post Hogwarts. Sin embargo, desde cuarto, he estado pensando en otra cosa, lo que tenía este verano era más que suficiente para un billete para irme en barco a América y empezar una vida allí, ¡hasta me compré el billete!… Pero cuando estaba a punto de irme, no me atreví.

El silencio se volvió a instalar entre ellos, y esta vez fue Remus quien apretó fuertemente la mano de la joven entre las suyas, no podía y no quería imaginarse Hogwarts sin Mary, sin ninguno de sus amigos en verdad.

- No me atreví porque tampoco tenía donde ir, quiero decir, en América puedo trabajar y lo que tengo me da para un alquiler y demás, pero yo no pertenezco al mundo muggle. Yo… no pertenezco a ninguno de los dos mundos realmente. Y en América no podría vivir en el mundo mágico sin pensar en vosotros y eso dolería demasiado, pero tampoco puedo ser una muggle y no tener a mi familia, y creo que no puedo renunciar a la magia. -Suspiró profundamente -y mi familia, mis pobres padres, jamás lo entenderían, les rompería el corazón. Por eso no me fui.

- Mary, mírame -la voz de Remus salió con más ímpetu de lo que pretendía, alzó la cara de su compañera tomándola por la barbilla y mientras la miraba a los ojos dijo -no te puedes ir no porque no seas valiente, sino porque este es tu mundo, y lo sabes. Igual que sabes que no eres ningún monstruo los monstruos son aquellos que torturan y aniquilan sin piedad y al azar.

- Pero Remus la cosa es que ellos no quieren que yo sea parte de su mundo, -los ojos de Mary estaban desbordados de lágrimas, una rodó por su mejilla hasta desaparecer en su mandíbula -y aunque me encante la magia y todo lo que conlleva, yo prefiero vivir.

- No sé por lo que estás pasando, -declaró él con solemnidad -pero sí sé que cuando terminemos Hogwarts, porque te tienes que quedar -dijo ante la mirada de la castaña -si quieres irte tendrás todo mi apoyo, no importa cuánto me duela verte marchar.

Ahora sí, gruesas lágrimas caían por la cara de la joven, quien sonrió con gratitud a Remus y se abrazó fuertemente a su pecho, así estuvieron mucho tiempo.

- Entonces... ¿prometes que has terminado de huir de mí? -Preguntó la castaña con la voz aún entrecortada por las lágrimas.

Remus rio ante su ocurrencia, antes de decir "lo juro solemnemente".


James estaba en los jardines, sentado a los pies del lago le gustaba observar la calma que se asentaba después de la tormenta, cuando notó como alguien se colocaba a su lado. Al girar la cabeza se sorprendió al ver a Heather Jorkins. Estaba distinta desde la última vez que la había visto, hacía ya un par de días. Ella no dijo nada solamente se quedó ahí, a su lado, en silencio, con la mirada posada en el agua. No fue hasta al cabo de casi 20 minutos, que por fin habló.

- Me he cortado el pelo -dijo ella. Por supuesto James lo había notado, era un cambio evidente.

- Lo he notado -contestó él, sin saber muy bien qué decir, luego añadió -te queda bien.

Ella solo asintió con una expresión taciturna dibujada en la cara, y unos segundos después volvió a hablar

- Y he cortado con Edward -esto si que pilló a James por sorpresa, quien desvió los ojos del lago y los clavó en ella, pero no comentó nada.

Francamente el azabache no entendía nada de lo que estaba sucediendo, Heather y él habían compartido sala común desde hacía seis años, y en todo ese tiempo James podía contar las veces que habían hablado con los dedos de las dos manos -eso era una exageración, ¡pero aún así!- La chica no le caía mal ni mucho menos, pero nunca la había considerado su amiga y sabía que ella tampoco a él, para eso tenía a Robins. Por eso no entendía por qué había decidido sentarse con él.

- ¿Sabes? -continuó Heather ignorando las cavilaciones del chico sentado junto a ella. -Hoy me he dado cuenta de algo -hizo una pequeña pausa, como si le costara creer lo que iba a decir -me he estado dejando de lado a mi misma este año y os he ignorado a todos. He sido bastante egoísta.

Se volvieron a quedar en silencio durante un rato largo, ahora James empezaba a entender un poco más qué estaba pasando y que era lo que le pasaba a Heather por la cabeza.

- Toddler me ha hecho darme cuenta de ello, bueno en realidad el espejo, pero luego ella me ha dicho la verdad -hizo una pausa significativa- no es tan mala.

James ya no aguantó más. De verdad que no entendía a qué venía contarle eso a él, su relación no era de ese tipo, ni tan estrecha.

- No te ofendas Heather, pero ¿por qué me cuentas esto a mí?

- Siempre he confiado en ti, no sé realmente porqué. Simplemente tienes algo que me hace confiar. No somos amigos -aclaró ella como si James no lo supiera -eso está claro, pero… simplemente puedo. Además, Adam habla muy bien de ti, lo cual me sorprende porque no sé si os consideráis amigos, pero te tiene en alta estima. -James no respondió nada ante esa afirmación, él también tenía en gran estima a su compañero, no solo compartían casa, habían compartido habitación durante largos cinco años, y los dos estaban en el equipo de quidditch.. -Y no te lo tomes a mal pero parece que tu y yo necesitamos que alguien nos ayude. -James clavó con intensidad sus ojos avellana en ella. -Pero esta vez creo que no necesitamos a nuestros amigos de siempre. Ellos ya nos conocen y por mucho que les pese, nos tienen catalogados, en vez de ayudarnos como nosotros queremos, lo harán según lo que ellos piensen que más nos conviene.

- ¿Y no es mejor que te den lo que necesitas a lo que crees necesitar? -Preguntó el azabache, y Heather sonrió.

- No, cuando lo que creemos necesitar nos inspira.

A este comentario James sí que reaccionó. Miró con suspicacia a su compañera, no sabía cómo pero Potter creía que ella sabía exactamente lo que le pasaba. Y eso, simplemente, era imposible, pensaba el azabache, ni siquiera Sirius sabía lo que le pasaba, por eso no era factible que Heather Jorkins lo supiera ¿no? Y si lo sabía realmente, James no entendía cómo había podido enterarse.

- Estoy muy cansada de todo esto -suspiró ella con auténtico agotamiento. -Es la primera vez que me veo en el espejo, quiero decir que realmente me miro, en el espejo en meses. -Potter escuchaba cada palabra atento, -apenas me he reconocido. Estoy tan delgada, esquelética. -La trigueña hizo otra pausa, como si estuviera meditando lo que iba a decir a continuación. -Creo que eso es realmente lo que me ha hecho darme cuenta de que necesito un cambio. Ha sido -no encontraba la forma de expresarlo, James estuvo a punto de sugerir "traumático", pero en el último momento se mordió la lengua -revelador… Se me notan todas las costillas, y hasta los huesos de la columna. -En su voz había una risa de incredulidad contenida, hubo un silencio prolongado en el que James se esforzó por contener un escalofrío ante la descripción tan gráfica de la castaña. -Pero lo he decidido, no puedo hacerme esto. Ni a mí ni a nadie, el otro día Mary acabó gritándome que no podía matarme en vida, y yo… -le temblaban las palabras -creo que solo la miré. Ni mis amigos, ni mis padres, ni mis seres queridos, merecen algo así. Tengo que ser más fuerte, al menos si no es por mí, que sea por ellos.

Un silencio duradero se mantuvo entre ellos, de vez en cuando James giraba la cabeza para mirarla pero no dijo nada. Se alegraba por ella, pero seguía sin entender que tenía que ver en nada de esto, esperaba que Jorkins no le incluyera entre la gente que había mencionado. ¿Le tenía estima?, por supuesto, pero ¿para llegar a esos niveles?, desde luego que no. Sin embargo ella había dicho que se necesitaban el uno al otro.

- Supongo que no entenderás a qué viene nada de esto -comentó ella al cabo de un rato, James controló su respuesta, no quería parecer demasiado deseoso de demostrar que efectivamente, no entendía nada. Así que asintió lentamente. -Te he estado observando -declaró ella.

Eso le envió un escalofrío por todo el cuerpo al azabache, ¡¿por los calzones de Merlín qué cojones se supone que significa eso?! Pero una vez más se mordió la lengua. Ella a su lado rió debiendo haber notado la tensión en sus brazos.

- No de una forma siniestra, si no… -ella paró un segundo, James creía que debía ser él quien valorará si era siniestra o no -simplemente porque estabas ahí. -Él clavó sus ojos avellana en los verdes de ella "¡¿ahí donde?!", quería gritar. -Te levantas todas las mañanas temprano y sales a correr, vuelves, te duchas, desayunas, haces las tareas que nos mandan y vas a clase. Y todos los días repites. A pesar de que nada de lo que está pasando puede ser fácil para tí, -James sintió como la carga de sus hombros se hacía más pesada -todo lo que está pasando con tu familia es injusto y cruel, y sin embargo tu no te rindes y sigues adelante. Te admiro por eso.

- Gracias -su voz sonó más áspera de lo habitual.

- Necesito tu ayuda James -continuó ella como si apenas le hubiera oído. -Quiero cambiar, quiero volver a ponerme fuerte, y para eso necesito que me entrenes. Pero sobre todo que me enseñes a seguir. Porque, tengo que hacerlo por Lissy, para que no haya más como ella. ¿Tú lo entiendes no? -Los ojos verdes de Heather brillaban llenos de emociones y lágrimas contenidas -¿Me ayudarás?

- ¿Tienes? -preguntó Potter.

- Debo -se corrigió ella -es lo correcto añadió. Aunque no tengo porque hacerlo, por tanto, lo más acertado sería decir quiero.

Analizó sus ojos y la mirada determinada que vio en esas charcas verdosas le infundió valor. Una necesidad calurosa se extendió por el pecho del adolescente, era una necesidad de protegerla, de cuidarla, de impulsarla. Era cierto que estaba muy delgada, lo podía notar a través de su ropa, que le quedaban varias tallas grandes, y podía ver como no aguantaría ni siquiera una buena juerga. Sin embargo, esa última pregunta estaba cargada de significado, no solo quería que la ayudara a entrenar, necesitaba que la inspirara, que la ayudara a mantenerse fuerte. Y él no podía decepcionarla, ella había acudido a él de todos, igual fue casualidad, igual tenía razón y se necesitaban mutuamente. Sin embargo, el azabache no podía evitar pensar; sí ¿acaso estaba preparado para una responsabilidad así? El peso de la carga que le pedía Heather no era menor.

La realidad era que desde el minuto en que aceptó su compañía en silencio, James había aceptado también la carga, y estaba dispuesto a ello. La ayudaría a mantener ese espíritu de lucha que podía sentir resurgiendo en ella.

- Claro -James sabía que a Heather no le gustaba admitir que necesitaba ayuda de nadie, ni que nadie tuviera compasión de ella, a él tampoco le gustaría. Por eso decidió hacer un trato y no un favor, -pero con una condición, solo si tu también me ayudas

Una sonrisa se extendió por la cara de la joven.

- ¿El gran James Potter necesita ayuda? -Preguntó ella bromeando, él se encogió de hombros antes de contestar.

- Digamos que hay un tema que me está costando.

- ¿Y cuál es ese? -Ahora la curiosidad se refleja en la voz de Heather.

- En verano me propuse algo, tome una decisión que había estado postergando, y no consigo ser fiel a ella.

- ¿Qué decisión? -Inquirió la trigueña un poco asustada.

Él respiró un par de veces antes de contestar, ese tema pasara el tiempo que pasará le ponía nervioso. Y dejó que sus ojos vagaran sobre la superficie del lago incapaz de encontrarse con los de Jorkins por la vergüenza que le producía lo que iba a decir.

- Voy a olvidarme de Lily Evans de una vez por todas y para siempre -declaró sonoramente mientras no podía evitar que sus mejillas se ruborizaran.

Heather se dio realmente cuenta del peso que tenía esto para el capitán de gryffindor, y lo vulnerable que estaba siendo frente a ella. Sus amigas y ella siempre habían visto lo que sentía James hacía Lily como un chiste. Todas pensaron que probablemente fuera un tonto enamoramiento, que acabó al poco, pero con el cual James había descubierto lo divertido que era molestar a la pelirroja. Sin embargo, ahora se dio cuenta de que los sentimientos del chico eran más profundos de lo que creían, y que todos estos años los habían estado descartando sin entenderlos.

El silencio entre ellos se alargó y Heather notó como el azabache se iba poniendo nervioso.

- Nunca pensé que fuera real -susurró ella antes de poder contenerse, James solo apretó la mandíbula. -Quiero decir, pensé, bueno pensamos que era algo superfluo. Nos divertíamos con ello.

- Ya… bueno… -una de las manos del chico, abandonó su postura alrededor de las piernas para volar al pelo y desordenarlo involuntariamente.

- Recuerdo una vez que Marlene se enfadó por ello -declaró sorprendiendo a James -pero no le dimos más importancia que a tus declaraciones de amor.

James no quería escuchar más. La impaciencia, incomodidad y cabreo dibujadas en todas sus facciones, y nervios del cuerpo.

- Si lo que realmente quieres hacer es olvidarla -viendo su reacción Heather decidió tomar las riendas -yo te ayudaré. Aunque realmente no sé cómo se hace, creo que deberías empezar por no hablarle y evitar verla. -Él solo escuchaba atento -pero si lo que quieres es algo más… -dejó la frase en el aire intencionadamente -quizá te sea de más ayuda.

- Quiero olvidarla -declaró el con rotundidad, se movió un par de veces en el sitio, buscando la forma de sentirse cómodo con esa conversación. -Nunca seré lo que ella quiere, de hecho aunque lo consiguiera a sus ojos seguiría sin serlo -no parecía enfadado, más bien resignado -porque ella ya se ha formado una idea de mi y no va a cambiar.

- Dices que ¿esa imagen no es la correcta?

- Digo que todos hacemos estupideces mientras crecemos. -Heather sonrió ante su respuesta, eso era muy cierto.

- James, no necesitas mi ayuda con Lily. De hecho, no creo que necesites la ayuda de nadie. No puedes ni debes cambiar, y tampoco tienes que justificar tu forma de ser. -Soltó un suspiro largo -adoro a Lily, pero para ella el mundo es blanco o negro. Y eso, no puede estar más alejado de la realidad. Es ella la que debe cambiar, la que te tiene que conocer. -Hizo una pausa meditando lo que iba a decir a continuación. -Sinceramente si no quiere nadie la convencerá, es extremadamente cabezota, solo espero que recapacite a tiempo.

James asintió ante lo dicho por su compañera, aunque no fuera admitirlo le había sentado bien saber que el problema con Lily no era exclusivamente culpa suya. La sonrisa que le dedicó a Heather no llegó a sus ojos.

- No desesperes, -añadió ella con un tono más jovial. -Al fin y al cabo habéis sido potencialmente amigos.

El la volvió a mirar sorprendido, ella le guiño un ojo cómplice. Así que James, estaba en lo cierto, y Jorkins desde el principio sabía lo que había pasado. Si sabia eso igual era cierto que él la necesitaba.


Una vez más Lily volvió a arrancar el papel en el que estaba escribiendo de la libreta, lo arrugó en una bola de papel y lo tiró a un lado frustrada. Llevaba toda la tarde en el gran comedor intentado escribir el trabajo que había que hacer para defensa pero apenas podía concentrarse y le estaba quedando fatal. La asignatura no era su mejor clase y tenía que conseguir buena nota si o si. Volvió a resoplar fuertemente y agarrando en bolígrafo como si fuera un arma empezó a acuchillar la hoja.

Otra vez más se volvió a equivocar y cuando estaba apunto de arrancar una hoja más escuchó la voz de Marlene, quien estaba sentada enfrente de ella y la miraba entre divertida e irritada.

- Ni se te ocurra Evans, a este paso vas a acabar con todos los árboles del bosque prohibido -una sonrisa torcida apareció en su cara.

- Siendo magos deberíais haber solucionado el problema del medio ambiente hace tiempo ¿no crees? -Fue toda la respuesta que recibió Marlene junto al ceño fruncido de la pelirroja.

- O no te creas, ese tema en nuestra sociedad no interesa -replicó la rubia -como mucho a la hippie de Toddler, pero creo que lo suyo es más aparentar que otra cosa la verdad.

Lily se rio del comentario de su amiga, la verdad es que Emmeline Toddler era todo un show. Se trataba de una sangre pura de ascendencia nórdica, cuya familia había emigrado a Inglaterra hacía un par de generaciones. Pero esa no era la parte del show a la que se refería Marlene. No, más bien eso era que Emmeline Toddler era una chica "fenn". Es decir, bebía muchos batidos verdes, que encargaba especialmente a los elfos, solo y exclusivamente bebía agua con limón y hacía mucha meditación y ejercicios espirituales. Además de todo esto creía en el amor libre, no creía en los bienes materiales y mucho menos en que se evaluará a los alumnos.

Sin embargo, Angelina se había tomado la libertad de denominar y encontrar una explicación más normal para todo eso, que como decía su amiga negra con sorna, "no la hace tan interesante como ella cree". Blish pensaba que aquella asquerosa e insípida comida verde que se tragaba se debía a un bien ocultado trastorno de obesidad, el cual reaparecería si comía normal, eso a un trastorno alimenticio fuerte. Las meditaciones y demás eran signo inequívoco de que necesitaba un loquero, por otro lado lo de no creer en las evaluaciones era porque estas se le daban fatal, era toda una inútil y no le interesaba que la gente lo supiera. Y finalmente, eso del amor libre era una excusa muy pobre para ser una guarra y tirarse a todo lo que se menea.

Marlene, Mary, incluso Alice estaban de acuerdo pero en especial Heather era la que más apoyaba esa teoría. Y por eso a Marlene no le caía bien la joven por ello, por eso y bueno, porque había ayudado a su primer novio a ponerle los cuernos.

- Bueno pero a lo que vamos, ¿se puede saber que te pasa a ti hoy? Poco más y vas a atravesar la mesa con ese logrifano o como se diga.

- Bolígrafo -corrigió automáticamente Lily -y no me pasa nada, simplemente no consigo concentrarme.

- ¿Y bien? ¿A qué se debe? -Insistió el águila.

- No se debe a nada y punto -la respuesta fue mucho más seca y brusca de lo que quería. Lily desvió la mirada hacía los profesores que estaban decorando el salón con cosas de Halloween.

- Ya… -Marlene decidió que lo mejor era dejar el tema, al fin y al cabo sabía que se lo acabaría contando.

Siguieron estudiando en silencio, Marlene volvió sus ojos a su cuaderno y se concentró rápidamente, sin embargo no duró mucho. La prefecta volvió a interrumpirla.

- Es que Mar… ¡todo está siendo una locura! Este año está siendo horrible, con tanto ataque y tanta muerte y el curso ha empezado hace casi cuatro meses y me parece imposible. A esto tengo que sumarle Snape y que el otro día me peleé con James ¡hasta le di un tortazo! -Todo eso lo dijo de manera atropellada y casi sin respirar.

- Espera, espera… -Marlene tomó aire para digerir todo lo que había escuchado -para empezar, eres una exagerada. Luego el mundo mágico está en la mierda, pero aunque sea difícil no debes centrarte en eso ahora mismo, porque estás en Hogwarts y no puedes hacer nada. -El águila había levantado las manos para evitar que la pelirroja le cortara. -Además aquí no te va a pasar nada, al menos no tan grave, a pesar de la lista. El curso es difícil pero Lily ¡no has bajado de un supera las expectativas en todo el año!, y estás trabajando más que nunca. De Snape no quiero ni hablar, pero no se como te has atrevido a darle una posibilidad, aunque ahí no me voy a meter, ya sabes lo que opino -hizo una pausa rápida que aprovechó para respirar y continuó. - Lo más importante ¿desde cuando James ha dejado de ser Potter?

Lily miró sorprendida a su amiga, y hasta con un toque de temor, no le había dicho nada acerca de cómo James y ella habían decidido ser potencialmente amigos pero claro que no había contado con que fuera a cagarla de tal manera. Sí que se había visto obligada a contarle lo del pacto de atrapar a quién estuviera poniendo los carteles.

- Era más bien, desde mediados de octubre, pero ya no -la rubia la miró curiosa -sino te he dicho nada es porque decidimos intentar ser "potencialmente amigos", -la última palabra la dijo entre comillas -no ser amigos. Pero no ha funcionado el sigue siendo el mismo idiota inmaduro y yo no voy a soportar eso.

- Entiendo -lo dijo con un tono lento y pausado como si pudiera ver algo más allá que la prefecta no veía -pues entonces si eso es todo Lily no veo porque estas tan preocupada. Lo único sobre lo que tienes control de todo eso es el curso y lo llevas genial, el resto no depende de ti, y no debes agobiarte por algo que no puedes controlar.

- No, no es todo- confesó la pelirroja, no pudiendo evitar sonrojarse -también está Heather me preocupa mucho, está muy mal. Y mis padres no sé si debo contarles algo de la guerra o no, y bueno también -tragó saliva duramente -también el estúpido de Benjy. Me escribió hace un par de días y aún no le he contestado.

Benjy Fenwick había sido el primer, y único, novio de Lily. La pelirroja había tenido unas cuantas citas, pero solo había mantenido una relación. Esta había sido con el ex jugador del equipo de quidditch, era mayor que ellas. Recién se había graduado el curso pasado, había ingresado en el programa de aurores junto con su grupo de amigos, Alice, Frank, Elizabeth… y parecía que las cosas le iban muy bien. Aunque su relación había sido un poco caótica, ya que incluía varias rupturas y reconciliaciones, Lily quería muchísimo al chico y había estado muy enamorada de él. Habían decidido terminar en verano, ya que a pesar de lo mucho que se querían ninguno de los dos veía el sentido a mantener una relación a distancia y más con sus antecedentes. Rompieron, oficialmente, unos días antes de empezar el curso y habían quedado como amigos.

- Dices ¿la que te dio Alice? ¿O una nueva?

- Otra a esa ya contesté -dijo la prefecta.

- ¿Y qué pasa? ¿Es qué acaso no quieres leerla? -preguntó Marlene no entendiendo a su amiga, ya que sabía que estaba fenomenal con el chico.

- No es eso, es que Mar -Lily parecía no saber cómo explicárselo a su amiga -me habla acerca de un grupo del que forma parte, que lucha contra ya-sabes-quien y también me cuenta cosas del ministerio…

- ¿Pero? -adivinando hacía donde iban las cosas y sabiendo que la gryffindor haría todo por ocultarlo incluso mencionar cosas muy interesantes como ese grupo, Marlene la obligó a hablar.

- Pues… ¡me pide consejo con una chica! ¿Te lo puedes creer? -La leona parecía totalmente indignada -ya sé que somos amigos pero eso es pasarse, ¡que solo hemos cortado hace unos meses!

- Lily, tú misma admitiste que vuestra relación al final era más de amistad que otra cosa y que estabais juntos por estar. ¡No!- Levantó la mano impidiéndole hablar -no digo que no os quisierais sólo que estabais juntos porque os entretenía y os lo pasabais bien, en más de un sentido he de añadir, -Lily notó la sangre subiendo a sus mejillas, Marlene sonrió pero continuó como si nada -y lo sabes.

Por toda respuesta Lily le sacó la lengua de manera infantil, sabía que su amiga tenía razón pero aún así ella no escribía a Ben sobre su relación con James. Y desde luego esperaba que él no la escribiera… un momento ¿relación con James? ¿James? ¡Potter!, y ella no eran amigos, ni siquiera tenían un trato cordial mucho menos una relación aunque fuera de amistad. Sacudió la cabeza de un lado a otro, como si se pudiera deshacer de la idea. Cuando volvió a mirar a su amiga descubrió que esta se había vuelto a centrar en sus deberes, y con un suspiro de resignación decidió hacer lo mismo, sino no acabaría ni para el día del juicio final.

Esta vez sí que logró concentrarse, tanto que no se dio cuenta de la hora que era hasta que llegó Pandora y se sentó con ellas para cenar. Tenía ramas en el pelo, la nariz, las mejillas y las manos rojas, que resaltaban contra su piel pálida. Pero a pesar del frío que debía haber pasado, sonreía.

- He estado ayudando a Hagrid en el bosque. Hemos visto unicornios, son hermosos y Hagrid dice que son un presagio de algo bueno -les contó con los ojos brillando de emoción. -Va a traer cosas para la fiesta.

- ¡Unicornios, qué envidia! En cuidado de criaturas mágicas nunca nos enseñan unicornios, deberían -el tono de Marlene más que de envidia era de felicidad, le encantaba ver a Pandora feliz.

Aunque Pandora era abiertamente rara. Pero Marlene siempre decía, que su amiga procedía de una familia curiosa y eso la hacía destacar, no que fuera rara. Nadie se metía con ella, pero a pesar de ser una chica abierta y simpática tenía pocos amigos.

La hora de la cena, llegó en nada. El comedor estaba fantásticamente decorado, y las tres chicas lo habían estado comentando y analizando durante todo el proceso. La comida era con temática Halloween, lo que uno pensaría que podía tener aspecto normal en Hogwarts, pero el director había elegido seguir las tradiciones muggles. Los profesores debían ir vestidos de personajes históricos fallecidos, y algunos resultaban muy graciosos. Finalmente, había un coro de sapos y esqueletos cantando en un lateral del gran comedor, pero que sonaban sorprendentemente bien. Lily se pasó la noche moviéndose de una mesa a otra y charlando alegremente de cualquier cosa, aunque en todo momento evitó a Potter.

Estuvo gran parte de la cena con Margaret Hudgens y su grupo de amigas, las cuales sonrieron abiertamente a Lily y la acogieron con alegría. También saludó a Edward Turpin quien sonrió a Lily. Incluso se pasó por la mesa de hufflepuff a hablar con Cedric y agradecerles su ayuda a él y a su compañera prefecta. Tardaron tanto en cenar, que la gente ya empezaba a gritar y alborotar más de la cuenta, entre los alumnos estaban unos cuantos valientes hijos de muggle que se habían disfrazado y contaban a quién quisiera escucharle todas las tradiciones muggles de Halloween. Sólo cuando Lily vio a Heather acercarse a la mesa de ravenclaw se percató de la hora. Al principio la silueta de su amiga marchando hacia la mesa de ravenclaw no tuvo ningún efecto en la pelirroja que estaba muy llevada por la emoción debido a la fiesta de Dumbledore. Pero cuando se fijó en ella se sorprendió, Heather se veía muy bien. Estaba aseada, maquillada y bien vestida, un aura de ligera alegría la rodeaba y apenas parecía cansada, aunque su delgadez ahora resultaba evidente, además de por supuesto el evidente cambio en el pelo. El corte que se había hecho, resaltaba sus preciosos ojos verdes y sus rasgos fuertes y atractivos, vio como caminaba hasta su hermano quien sonreía y parecía aliviado.

Lily sonrió, y pensó en lo que había hablado esa tarde con Marlene y en lo que había dicho Dora, igual tenían razón y no debía preocuparse por lo que no podía controlar, igual el unicornio si que era un buen presagio. Estaba pensando en eso, cuando se empezaron a oír gritos por el comedor. Cientos de carteles caían de las calabazas colgantes, volaban como murciélagos y demás.

Marlene atrapó uno al bueno y su expresión se tornó dura.

Más propaganda anti-muggle -declaró en un susurro.

Dumbledore en la mesa de los profesores, había hecho lo mismo que su amiga. El buen ambiente que había creado la fiesta había desaparecido, y se oían gritos y susurros por todo el comedor. El director hizo estallar su varita acaparando la atención, Lily se fijó en que sus ojos azules reflejaban tristeza y cansancio.

Todos diríjanse a sus habitaciones, la fiesta ha terminado -ni siquiera disfrazado de Barnabás el chiflado dejaba de imponer. Los alumnos obedecieron al instante.


-Antes de los carteles.-

Esa noche en la cena Heather y James llegaron mucho antes que todos sus amigos y se sentaron juntos, estaban riendo de algo que había dicho el chico cuando llegaron Mary y Blishwick con Remus. Los tres se quedaron sorprendidos de verlos ahí juntos. Pero más les chocó el cambio de la chica.

Mary al ver el buen aspecto que tenía su amiga, casi pasó por alto el significativo corte de pelo. Pero una vez se fijó soltó un grito y corrió hacía ella, tomó parte del cabello en sus manos y tiró ligeramente de él. Luego miró a Heather a los ojos y sonrió.

Se sentaron a comer todos juntos y poco a poco fueron llegando el resto, aunque todos estaban sorprendidos por el cambio en la muchacha, ninguno comentó nada. Ella permaneció imperturbable, ante las miradas de los otros, toda la cena. Centraba su atención en James sobre todo aunque se dedicara a hablar con todos. Y en las decoraciones de Halloween.

Una vez terminó de cenar, en vez de quedarse en la mesa de gryffindor con algunos de sus amigos, decidió ir a hablar con sus hermanos a quienes no veía desde hacía demasiado. Así que se dirigió primero a la mesa de ravenclaw donde estaba su hermano mayor y de paso saludó a Marlene, Pandora y Lily quienes habían cenado -la mayor parte del tiempo -ahí. Estuvo un rato hablando con su hermano, parecía muy aliviado de ver a su hermana otra vez y la abrazó atrayéndola contra sí. Después de hablar con él, recibir unas cuantas regañinas y halagos simultáneos se despidió y entonces fue hacía la mesa de hufflepuff. Ahí estaba su hermanito.

El niño nada más verla, en vez de avergonzarse como cualquier adolescente de catorce años, se levantó y la apretó fuertemente entre sus brazos. Ella sonrió contra su cuerpo, había olvidado lo bien que se sentía estar con su familia. Cuando terminó de abrazarla la obligó a sentarse con él y le recordó que siempre iba a estar ahí para hablar con ella. La joven estuvo un rato hablando con su hermano y sus amigos, quienes alabaron su corte de pelo y le dieron ánimos. Uno de ellos era hijo de muggles e iba vestido de un héroe. Heather escuchó con atención todo lo que tenía que decir acerca de la víspera de todos los santos.

Ya estaba dirigiéndose a su sala común, después del caos que se había desatado con los nuevos carteles, cuando se encontró con McGonagall en el pasillo. Su jefa de casa la miró de arriba abajo y continuó su camino, debía estar muy ocupada con la nueva propaganda. Pero antes de que pudiera desaparecer Heather la llamó.

- Profesora, sé que llevo unos meses muy malos y que voy retrasada con el curso, también sé que apenas he asistido a clase. Pero no he estado bien. Hoy ha sucedido una cosa que me ha hecho darme cuenta de que tenía que cambiar. Y me preguntaba si podría ayudarme a ponerme al día.

El amago de una sonrisa apareció en el rostro de su jefa de casa, a pesar de la larga noche que le esperaba.

- Será un placer señorita Jorkins, le enviaré una lechuza para organizarnos.


Heather volvió a su sala común por primera vez en varios meses, feliz aún cuando la aparición de los carteles había acortado la noche. En cuanto llegó a la torre se dirigió directamente a su cuarto despidiéndose de los merodeadores, quienes estaban en los sofás colocados delante de la chimenea con más alumnos que habían decidido continuar la fiesta. Cuando llegó a su cuarto se encontró a sus amigas sentadas en su rinconcito. Las tres hablaban de lo inoportunos que habían sido los carteles, y especulaban cómo podían haber aparecido. Pero Lily y Mary la miraron con una sonrisa genuina cuando la vieron, y ella les correspondió. Mientras que Angelina solo formó un amago de sonrisa.

Justo en ese momento entraron Elea y Emmeline, rompiendo el ambiente mágico que se había formado. Lea pasó por delante de ella ignorándola completamente, pero Emmeline se acercó a ella. Desde su sitio Heather podía ver como sus amigas se tensaban, la rubia la estaba examinando con ojo crítico y por algún motivo eso ponía nerviosa a Heather. Luego de largos segundos, Toddler la miró directamente a los ojos y le dijo.

- Te queda mejor así el pelo.

Y como si nada se giró a su cama, en ese momento Heather, al igual que sus amigas, supo que la guerra, por lo menos en su cuarto, se había terminado. Y pensó que a pesar de cómo había terminado la cena todo lo que había ocurrido ese día, era una forma bonita de acabar el mes.


Bueno, bueno ¡hola de nuevo! Espero como siempre, que os haya gustado, y pedir perdón si no es el caso. Como habréis visto este capítulo se centra un poco más en otros personajes y se empieza a ver que como todo buen adolescente es más complicado de lo que parece.

Ya sabéis que me podéis decir cualquier cosa o sugerencia, las críticas son muy bienvenidas, y las correcciones también. Claro está también podéis hacerme cualquier pregunta.

Quería agradeceros de todo corazón a todos los que seguís mi historia. Y en especial a M.U. por su review, ¡me alegro de que te gustase!

*Völva*: sacerdotisa, profetisa y/o mujer sabía de la mitología escandinava, perteneciente a una tribu. Es decir, bruja de la mitología nórdica y escandinava.

Gracias por leer, con cariño:

B.