Capítulo 9: la verdad sobre Ruby

Tras dos días de viaje, el cansancio y el calor comenzaban a pasar factura a Em. No tenía idea alguna de cuál era su destino, solamente pudo oir que se dirgían a algún lugar llamado Kuto. Ella no se atrevía a abrir la boca para preguntar nada, tenía miedo. Pensó que si no hablaba, quizá aquel hombre se olvidaría de su presencia. Pero para su desgracia, no fue así.

Habían hecho todo el camino a lomos de un caballo, su espalda en constante contacto con la barriga de aquel hombre detestable, notando su asqueroso aliento en su cuello, y su entrepierna en su trasero. Él nunca soltaba la cuerda que sostenía sus muñecas atadas por delante, impidiendo cualquier posibilidad de escapar. No se había separado de ella ni un instante, apenas para ir a hacer sus necesidades, pero siempre cerca. Afortunadamente, por la noche, él se había quedado frito tras beber algunos tragos de saque, y eso le dió un respiro, aunque no lo suficiente como para para pegar ojo. Solamente pudo dormitar a ratos dando cabezadas durante el camino por el día, pero no fue suficiente para volver a su mundo.


Sin perder más tiempo, Genro pidió a Koji que se hiciera cargo de la fortaleza de Reykaku en su ausencia, e inmediatamente se reunió con Chichiri.

-"Estoy listo"- le anunció.

-"De acuerdo, agárrate a mí y no te sueltes, si."

-"No te preocupes, recuerdo como funciona esto."- le dijo con una irónica sonrisa.

Efectivamente, Genro recordaba los viajes en el espacio-tiempo de Chichiri, y el mareo que sufría inmediatamente después.

-"¡Allá vamos!"

Chichiri puso su capa en el suelo, y clavó su vara sobre ella. El suelo se abrió y poco a poco iban introduciéndose dentro como si fuese un agujero, hasta desaparecer completamente.

En cuestión de segundos, los dos amigos se encontraban en un bosque cerca de la capital de Kuto.

-"Chichiri, después de todos estos años... ¡podrías haber perfeccionado tu técnica!"- se quejó el bandido colgado de la rama de un árbol.

-"Yo he aterrizado bien, si"- apuntó el monje que se encontraba de pie en tierra firme.

-"¡Aaaayyyy!"- protestó Genro al caer al suelo despúes de que se rompiera la rama a la que estaba agarrado.

-"Cuando salgamos de este bosque, nos encontraremos con la capital de Kuto, si. Allí, nos haremos pasar por guardias reales y una vez dentro del palacio, buscaremos a Em, nos la llevamos y fin de la historia. Facil, ¿si?"

El bandido de pelo rojizo asintió, pero por experiencia, sabía que cuando algo parecía fácil, en realidad no lo era. Además, no podía dejar de pensar en Em. ¿Estaría a salvo? Hacía tanto tiempo que no había estado tan preocupado por una mujer... desde Miaka. Sacudió su cabeza. No era momento de pensar en Miaka. Debían centrarse y llevar a cabo el rescate lo antes posible.


Em quedó fascinada por la belleza de aquel Palacio de estilo oriental. Parecía que estaba dentro de una pelicula, si no fuera porque los dos guardias que escoltaban la majestuosa entrada les impedía el paso apuntándoles a ella y a su acompañante bandido con sus lanzas, mientras pensaba aterrada qué era lo que le esperaba allí dentro.

-"Venimos a ver a Su Majestad, el Emperador Ta-shio". - anunció el bandido, sosteniendo la cuerda que sujetaba las muñecas doloridas de Emmanuelle.

Los dos guardias lo miraron con desconfianza sin bajar sus armas.

-"¿Quién sois? Parecéis un sucio bandido"- dijo uno de ellos. Después miró a Em, también sucia y despeinada.

-"Traigo un encargo para Su Majestad."

Los guardias lo miraron con recelo, y amenazantes subieron sus lanzas hasta su cuello.

-"¡Qué hacéis! ¡Os digo que tengo un trato con el Emperador!"- protestó levantando sus manos.

El bandido fue llevado junto con Em a los subsuelos de Palacio, allí donde se encontraban las mazmorras para meterlos a cada uno en un calabozo, no sin antes soltar las muñecas de la joven.

-"¡Decid a su Majestad que Kajim ha traído lo que más desea en este mundo!"- gritó el forajido desde su celda antes de que los dos guardias desaparecieran.

Em se sentó en el suelo, apoyada en los barrotes de hierro de la puerta, y tras frotarse las muñecas doloridas, apoyó su cabeza en sus antebrazos, cubriendo con ellos su cara. Al menis no tenía que compartir más su espacio con aquel asqueroso hombre.

Una débil voz perturbó su breve descanso.

-"¿Ruby? ¿Eres tú?"

Em se giró para ver a una mujer de mediana edad asomada entre los barrotes de la celda de enfrente, demacrada, con los ojos llorosos y la cara magullada.

-"¿Qué le han hecho?"- le preguntó Em escandalizada por su estado.

-"¡Ohh dios!"- exclamó sorprendida la mujer tapando su boca con las manos. -"¿Puedes hablar?"

Emmanuelle no entendía nada. Ciertamente aquella mujer estaba desorientada.

-"Creo que me confunde con otra persona"- le dijo con lástima.

-"No... ¿no me reconoces?"- preguntó extrañada. -"¡Soy yo, Meidhan! Lo siento mucho cariño"- lloró la mujer agarrada a duras penas a los barrotes de su celda. -"Hice todo lo posible para que no te encontraran, pero te he fallado..."

Em comenzó a sospechar que su gran parecido con aquella misteriosa chica, Ruby, tenía algo que ver con que ella estuviera allí encerrada. ¿Qué tenía de especial?"

La mujer continuó mirándola con aire extraño.

-"Estás muy diferente... Nunca antes habías pronunciado palabra alguna; y tu mirada, ya no parece vacía... es como si hubieses despertado... ¡Es un milagro!"

El ruido de unos pasos acercándose por las escaleras interrumpió la conversación. Un par de guardias aparecieron y uno de ellos abrió la celda de Em.

-"¿Qué vais a hacer con ella?"- preguntó angustiada Meidhan.

El guardia no contestó, y se dirigió directo hasta Em.

-"¡Ruby! ¡Nooo! ¡No le hagáis daño! ¡Por favor, perdóname por no haber podido mantenerte a salvo!"

Un escalofrío recorrió la espalda de Em al oir los gritos desesperados de Meidhan. Una gota de sudor frío cayó por su sien cuando el guardia la agarró del brazo para escoltarla. Estaba muerta de miedo.

-"¡Ehh! ¿Y qué pasa conmigo?"- protestó el bandido. -"¿Acaso su Majestad no piensa cumplir su parte del trato?"- gritó enfurecido al no recibir respuesta de los guardias mientras desaparecían por las escaleras junto con la joven rubia.

Una vez abandonada la zona de los calabozos, el decorado cambió drásticamente. Del frío de la piedra bruta, pasaron a las ostentosas y recargadas columnas de los pasillos señoriales, todo exquisitamente ornamentado al más puro estilo oriental, con dibujos y esculturas talladas finamente y con sumo detalle. Finalmente llegaron hasta una enorme sala con techos altos, el rojo y el dorado eran los colores predominantes. En el centro, una larga mesa con sillas llenaba gran parte de la estancia, y al fondo, en lo alto de un par de escalones se encontraba un apuesto hombre, serio, solemne, sentado sobre un gran trono, con dos guardias de pie a cada lado. El emperador de Kuto, Ta-shio.

-"Aquí está la mujer, Su Majestad"- dijo el guardia que escoltaba a la joven tras inclinarse para mostrar sus respetos.

-"No es posible..." - exclamó Em sorprendida por la familiaridad de su rostro.

-"Es ella"- dijo secamente.-"Dejadnos"- ordenó sin quitar su vista de los confundidos ojos de Em.

-"Qué hacemos con el bandido?"- preguntó uno de los centinelas.

-"Soy un hombre de palabra. Dadle lo que ha pedido".

Los guardias abandonaron la sala y Em se quedó a solas con el Emperador.

-"Al fin te encuentro..."- le dijo al tiempo que se levantaba y bajaba los escalones acercándose hasta ella.

-"Tú eres el que me drogó en la Discoteque..."- dijo la joven intentando entender por qué aquel hombre estaba allí, y nada menos que como emperador de un país.

Ta-shii sonrió mientras agarraba suavemente un rubio mechón de su pelo.

-"Llevo años buscándote, he atravesado mundos por tí... y ahora serás mía por fin..."- le dijo acercándose a su cara hasta juntar sus labios con los de ella.


Desde su celda, Meidhan lamentaba el cruel destino que esperaba a su amada niña. No era su hija biológica, pero la quería como si lo fuese, al fin y al cabo, la había cuidado desde que era un bebé.

Atraídos por los llantos que se escuchaban desde los subsuelos, dos guardias aparecieron por las escaleras que llevaban hasta los calabozos.

-"Su Majestad habrá comprobado la mercancía, supongo...- espetó el bandido encarcelado. -"Entonces, ¿va a darme lo que prometió?"

Sus ojos se abrieron como platos al ver a uno de los guardias cara a cara.

-"¡Tú...!"

El guardia hizo una seña a su compañero y éste con un breve movimiento de mano hizo que mágicamente la cerradura de la celda se abriera.

-"¿Dónde está ella? ¿Dime qué has hecho con Em?"

Tasuki, vestido de guardia real entró amenazante en la celda hasta enfrentar a aquel bandido.

-"Llegas tarde, está en poder del Emperador"- le dijo con una provocadora sonrisa.

Un fuerte puñetazo del pelirrojo hizo que retrocediera unos metros, a éste le siguió otro, y después otro, y...

-"¡Tasuki basta!"- ordenó Chichiri mientras el bandido enemigo se tambaleaba hasta desplomarse finalmente en el suelo.

-"¿Quiénes sois vosotros?"

Los dos hombres se giraron para descubrir a la persona detrás de aquella voz femenina.

-"Vais vestidos de guardias de Palacio, pero no lo sois..."

-"Estamos buscando a una chica rubia con ojos azules"- dijo Chichiri.

-"Estaba con este malnacido que la secuestró"- añadió encolerizado el pelirrojo señalando el cuerpo inconsciente del bandido enemigo.

Meidhan los miró con desconfianza.

-"¿Por qué la llamais Em?"- preguntó finalmente.

-"¿La ha visto?"- dijo Tasuki impaciente.

-"¿Para qué la quereis?"

Tasuki resopló, su paciencia estaba al límite.

Chichiri le hizo un gesto con la mano, el mismo que le hacía siempre para que se calmara.

-"Disculpe la rudeza de mi amigo, señora"- dijo el monje educadamente intentando transmitir confianza.

-"Em es nuestra amiga, si. Fue secuestrada por este hombre y hemos seguido su pista hasta aquí. Solo queremos recuperarla y llevarla sana y salva a casa, si."

-"¿A casa?"- dijo la mujer sarcásticamente. -Eso es imposible, porque ella no tiene casa, yo soy su hogar..."- dijo ella endureciendo su expresión. -"No tenéis ni idea de quién es, ¿verdad? Ella no se llama Em, se llama Ruby..."

Chichiri y Tasuki se miraron y ambos pensaron lo mismo. Ese mismo nombre era el que mencionó la mujer del pueblo.

-"Qué importa ya..."- se lamentó la mujer. -"...El emperador la tiene ahora, seguramente la ejecutará públicamente al alba."- dijo apagando sus sollozos con sus manos.

-"¡Tenemos que impedirlo!"- exclamó un Tasuki alterado.

-"No la matará" - Una voz áspera entró inesperadamente en escena. Tasuki se sobresaltó al ver a Taitsukun justo al lado, como si hubiese estado allí todo el tiempo.

-"¡Aaarrggghhh! ¿¡P... peeero qué!?"- consiguió articular.

-"Taitsukun, ¡qué sorpresa si!"- exclamó Chichiri. Él sabía que cuando Taitsukun aparecía de ese modo, era porque se trataba de algo importante.

-"¿Qué hace aquí la vieja pelleja?"

El comentario de Tasuki mereció un capón del Señor de los cielos.

-"Sé que tenéis muchas preguntas, pero primero, debo sacaros de aquí. Los guardias están a punto de llegar."

-"¿Y?"- contestó Tasuki enfadado. -"¡No pienso irme de aquí sin Em! ¡Podemos con un par de guardias y con más!"

-"Tasuki, veo que sigues siendo igual de idiota que hace 10 años."

Con un simple parpadeo, los dos amigos y Meidhan se encontraban de pronto en el Monte Taikyoku junto con Taitsukun. Las Ñam Ñam les dieron la bienvenida interrumpiendo constantemente a su superiora, como era ya costumbre, ante la atónita mirada de la nueva invitada.

-"¿Pero cómo... dónde...?- las preguntas se amontonaban en la boca de Meidhan sin conseguir terminarlas.

-"¡Maldita vieja! ¿Por qué nos has sacado de allí? ¡Tenemos que recuperar a Em, y estábamos tan cerca!" - protestó el guerrero pelirrojo.

-"Si ya habéis terminado..."- dijo Taitsukun visiblemente exasperada, la vena de su sien hinchada haciendo prueba de ello.

-"Adelante Taitsukun, te escuchamos..." - dijo Chichiri lanzando una fulminante mirada a su compañero, quién tenía serias dificultades para reprimir su carácter.

-"Estamos ante la amenaza de un nuevo peligro. El Emperador de Kuto, es un antiguo siervo del dios Seiryu."

-"¿Quéeeee?"- gritaron los dos guerreros de Suzaku al unísono.

-"¿Cómo es eso posible? Está prohibido que los siervos de los dioses convivan con los humanos." - remarcó Chichiri.

-"Por eso dije un "antiguo" siervo. Hace algunos años, Ta-shio cruzó los límites de las reglas celestiales y fue desterrado de los cielos por el propio Seiryu, despojándolo de todo poder y condenándolo a una existencia mortal entre los humanos. Sin embargo, cuando terminó la guerra con Kuto y el trono del Emperador quedó vacío, se sirvió de sus contactos para hacer aliados y conseguir así el trono."

-"Ahora ya sabemos de dónde sacó aquel bandido los polvos mágicos..." - reflexionó Chichiri.

-"Exactamente. Aunque no le deben de quedar demasiados. La corta y mortal vida como humano y sus ansias de poder han hecho que se sirviera de ellos en numerosas ocasiones para conseguir su objetivo. Vuestra amiga Emmanuelle, o más bien diría Ruby."

Los dos guerreros se quedaron perplejos.

-"¿Entonces, Em y Ruby son la misma persona?" - preguntó Tasuki.

Taitsukun asintió.

-"Ruby ha sido perseguida en Kuto por su pertenencia a la tribu de Nakago, pero hay algo más que solo los dioses y sus siervos conocen. Aunque los rumores se han propagado entre demonios y seres malvados por lo que ahora mismo es buscada por todos y cada uno de ellos. Y es exactamente por eso que el emperador de Kuto se ha esforzado tanto por encontrarla."

-"Como Meidhan ya sabrá..."

La mujer se sorprendió de que supiera su nombre.

-"... Ruby es la última miembro viva de la tribu a la que Nakago pertenecía, de hecho ella es su hermana menor."

-"¿Queeéeeeee?"- volvieron a gritar sorprendidos a la vez los dos guerreros.

-"Por favor, dejad de hacer eso..."- murmuró Taitsukun. -"Cuando la tribu de Nakago fue atacada, su madre estaba embarazada. Conocedor de ello, Nakago al ver a su madre sufrir las crueles agresiones de los soldados de Kuto, en un intento de proteger a su futura hermana, lanzó una oración. Sus poderes de estrella de Seyriu hicieron que aquella oración se convirtiera en un poderoso hechizo que permitiría a la conciencia de ese feto viajar entre mundos, para llegar hasta el mundo de las sacerdotisas, introduciéndose en un feto con características genéticas similares, si no iguales, a las que ya poseía en este mundo, y de esa forma terminar de gestarse en el vientre de una mujer del otro universo."

Todos los presentes quedaron boquiabiertos ante tal relato.

-"Sin embargo, su madre, aunque malherida, salió con vida del ataque de Kuto, y fue en ese instante que Meidhan la conoció y la acogió en su casa, mientras su bebé seguía creciendo en el vientre de su madre. Pocos días después, el bebé nació de forma prematura, pero su madre murió tras el alumbramiento a causa de las graves lesiones que poseía."

-"Por eso Ruby no hablaba y parecía estar ausente todo el tiempo... ella no estaba realmente aquí, estaba vacía, sin alma"- dijo Meidhan con lágrimas en sus ojos.

-"Un momento..."- interrumpió Tasuki intentando digerir todo aquello. -"Estás diciendo que Em viene del mundo de Miaka?"

-"Así es..."

Taitsukun se aclaró la garganta y después continuó.

-"Ruby nació, creció y vivió como Emmanuelle en el otro mundo, pero al mismo tiempo ha existido aquí, en nuestro universo. Ambas son la misma persona, un mismo alma."

-"Esta paradoja espacio-temporal terminó por abrir una brecha entre ambos mundos hace algunas semanas, momento en el que la conciencia de vuestra amiga viajó hasta su cuerpo original. Nosotros, los seres celestiales, sentimos esa apertura pero no hemos descubierto de que se trataba del regreso de Ruby hasta ahora."

-"¿Ella es consciente de todo esto?"- preguntó Chichiri.

-"Lo dudo. Toda la vida que ella recuerda es en el otro universo."

Tasuki aprovechó la pausa para intervenir. -"¿Y para qué la quiere el Emperador de Kuto?"

-"Ruby, o Emmanuelle al existir en ambos mundos se ha convertido en un potenciador. Esto quiere decir que su esencia puede aumentar los poderes de cualquier ser. Y peor aún, esta esencia otorga aún mas poder a aquel que la posea."

-"¿Hablas de un encuentro sexual?- quiso despejar la duda Chichiri.

-"Así es. Una vez sea poseída en este mundo, aquel que reciba su esencia, además de tener el poder absoluto, tendrá también el control del espacio-tiempo entre ambos mundos, pudiendo hacer y deshacer a su antojo. Se convertirá en un Dios."

Todos los presentes quedaron silenciosamente desconcertados.

-"Para que eso ocurra, la conciencia de Ruby debe estar en este mundo, en su cuerpo original. Si no, no funcionaría. Me consta que varios han sido los que han cruzado al mundo de Emmanuelle, incluído Ta-shio, para encontrarla y traerla de vuelta, aprovechando la brecha abierta.

Tasuki reaccionó.

-"Y ¿qué demonios hacemos aún aquí? ¡Vayamos antes de que ese bastardo le ponga un dedo encima!"- sugirió bruscamente el bandido ante la idea insoportable de que otro hombre la tocara.

-"Es demasiado tarde, a estas alturas Ta-shio ya habrá recuperado sus poderes con solo tocarla, y vosotros no podéis hacer nada contra él."

-"En serio vais a dejar que ese maldito fuerce a Em y se convierta en un Dios?"

-"Qué dicen los dioses sobre esto?"- intervino rápidamente Chichiri. -"Supongo que no querrán ser doblegados por un ser como Ta-shio, si."

-"Efectivamente. Los cuatro Dioses, Suzaku, Seyriu, Genbu y Biakko se han aliado para lanzar un hechizo de protección y enviar la conciencia de Ruby al mundo de las sacerdotisas, para evitar que sea poseída."

-"Eso no es suficiente, ¿Cómo vamos a recuperarla? ¡Hay que acabar con ese malditl Ta-shio!"- protestó Tasuki.

-"Por eso mismo vamos a romper excepcionalmente las reglas y permitiremos que uno de vosotros viaje hasta el universo de las sacerdotisas para mantener a Emmanuelle a salvo y encontrar a la sacerdotisa de Suzaku, para que nos ayude una vez más..."

CONTINUARÁ...