Holaaaa... Atomik27 reportándose después de semanas de espera. Hoy tengo para ustedes el último capítulo del fic. No diré historia, porque en realidad no hay trama en sí... hasta ahora. (sonrisa pícara)
Durante todo el transcurso de este fic, se ha tratado de capítulos cortos. Ok, súper cortos. Así que para este último capítulo quise que sea especial. Bueno, en realidad ya estaba planeado que este cap iba a ser diferente y especial porque...
1. Es el único capítulo largo de este fic
2. Es el capítulo más largo que he escrito hasta ahora.
En serio espero que lo disfruten.
Última pregunta
—Hola, a todos. Nos encontramos en la ronda final. Es la última pregunta. ¡Qué emoción! —dijo Mabel animada—. Durante todo este show hemos visto a esta pareja abrirse uno al otro mostrando lo que sienten y las raras obsesiones que tienen.
—¡Hey! —refutaron Dipper y Pacífica.
—Aunque, bueno, es cierto que tienes una excesiva obsesión por ese diario —dijo Pacífica—. O sea, hay cosas más importantes que ir tras un viejo que se la pasó obsesionandose por lo sobrenatural. Hay vida allá afuera, ¿sabes?
—Mira quien habla. ¡La chica que está obsesionada con una campanilla! —refutó Dipper.
—No estoy obsesionada con eso.
—Lo mencionas todo el tiempo.
—Claro que no. Eres tú quien mete al autor de los diarios en cada respuesta.
—Claro que no.
Ambos jóvenes comenzaron a pelear verbalmente mientras Mabel, Candy y Grenda veían como es que todo el avance que habían logrado se iba al caño.
—¡Basta! —gritó Mabel captando la atención de Dipper y Pacífica que para esas alturas ya se habían separado del sofá y ambos tenían una almohada lista para golpear el rostro del otro—. ¡No peleen! ¡Sí! ¡Ambos tienen obsesiones raras! ¡De eso ya todos lo saben y…
Mabel no terminó de hablar pues tanto Pacífica como Dipper la golpearon una la almohada.
La castaña no aguantó más y cogió una almohada con forma de estrella para unirse a la pelea. Candy y Grenda intercambiaron miradas y segundos más tarde, se unieron a sus amigos.
Stand entra a la habitación.
—¿Qué? ¿Pelea de almohadas? —dijo Stan—. ¡Soos trae la artillería pesada!
Desde fuera de la cabaña solo se escucharon gritos.
El fin de semana llegó y Dipper se encontraba en el bosque. Mabel había salido con sus amigas para tener un día de chicas. Lo habían invitado, pero además de no ser partidario del brillo labial, tenía algo importante que hacer.
Vio un tronco hueco donde sentarse. Era el mismo donde había estado con Wendy aquella vez donde le expresó sus sentimientos. Era extraño regresar a ese mismo lugar, y más por con quien estaría dentro de unos segundos.
El ruido del galope de un caballo se hizo presente. Era Pacífica montando un hermoso caballo blanco.
—Oh, bonita —dijo Pacífica y el equino se detuvo.
La joven, vestida con su traje de equitación, bajó del caballo y le dió una manzana que tenía en su bolsillo.
—Llegas tarde. Creí que eras más puntual, Northwest —dijo Dipper en son de broma.
—No es fácil salir de la mansión y menos cuando estás castigada —explicó la rubia—. Tienes suerte de que la competencia de equitación es la próxima semana.
—Siento que te hayamos metido en problemas.
—Descuida —dijo sentándose a su lado—. Es tan extraño verte sin Mabel.
—No pasamos todo el tiempo juntos, ¿sabes? En ocasiones necesito mi espacio.
—¿Día de chicas? —preguntó dando en el clavo.
—Sí. Día de chicas —dijo él—. ¿También tienes uno de esos?
—Sí, toda chica tiene un "Día de chicas" con sus amigas. Wendy va al centro comercial con Tambry cada cierto tiempo, por ejemplo.
—¿Por qué el centro comercial?
—¿En serio lo preguntas? A ver, ¿por dónde comienzo? Hay tiendas de ropa, maquillaje, peluquería, spá, chicos y gente a la que puedes alardear lo cool que eres mientras usas gafas de sol y llevas miles de bolsas de compras hechas con la tarjeta de crédito ilimitada de papá.
Dipper ríe.
—Y dices que no eres la de Clueless —dijo ganándose una mirada de asombro por parte de la rubia—. Mabel me obligó a ver la película.
Pacífica ríe.
—No voy al centro comercial siempre. En ocasiones cambiamos de rumbo y damos un paseo en el yate de la familia. No hay nada como alejarse de todo y tener una conversación banal y nada profunda —contó la rubia con un poco de sarcasmo.
Ambos rieron.
—Ahora entiendo por qué elegiste a Lady Di para cenar.
—Sin duda hubiera sostenido una conversación más interesante y con sentido que simplemente criticar el corte de cabello de una actriz de novela.
—¿No has intentado cambiar la conversación?
—Una vez lo hice. No funcionó. Lo que prueba que ninguna de las dos "amigas" que tengo tiene cerebro en la cabeza. El dinero no lo compra todo.
—Es raro escuchar de ti que quieres una conversación más intelectual.
—Bueno, tampoco es que quiera que hablemos sobre Arquímedes o cualquier otro físico —dijo ganándose una mirada de asombro por parte del castaño—. No me mires así. Sé quien es, pero no lo presumo.
—Estoy impresionado.
—¿Crees que el autor del diario sea un físico o algo así?
—No lo sé. Hay algunas fórmulas escritas por allí, pero no logro entenderlas. No me enseñarán Física sino hasta la Secundaria. Hay tantas cosas que he aprendido de este diario. No es una lectura ficticia, es real. Al principio no sabía que había información oculta escrita con una tinta especial, pero al descubrirlo, nueva información se abrió. No me imagino qué puede haber detrás de estas fórmulas extrañas. Muero de curiosidad.
—Entonces, en la supuesta cena que tendrías con el autor del diario simplemente harían problemas matemáticos?
—No estaría mal, pero sí he pensado qué me gustaría preguntarle primero. Me gustaría saber cómo se interesó por las anormalidades, y si hay una carrera que se dedique a eso. No lo había pensado antes, pero me gusta todo esto —dijo sacando el diario—. Descubrir cosas nuevas, vivir aventuras. Quisiera dedicarme a esto —volteó a ver a Pacífica quien sonreía—. Lo sé, es muy friki.
—Tal vez un poco. Pero es algo que te apasiona. Si en serio es importante para ti y te hace feliz, no importa lo que opinen los demás.
Dipper sonríe.
—¿Qué hay de ti? ¿Qué te gustaría estudiar? —le pregunta el castaño.
—La verdad, no lo había pensado.
—Sí. Supongo que aún es muy temprano para decidir lo que quieres en el futuro.
—No. No es eso. Es solo que… —suspiró—. Nunca me he puesto a pensar en eso porque mi futuro ya está escrito. Seguiré el legado familiar. Negocios Internacionales. Y creo que por eso admiro a Lady Di. No apuntaba a ser princesa, pero lo fue. Y a pesar de que todos esperaban de ella cierto actuar, ella rompió esquemas e hizo lo que le hacía feliz: ayudar a otros. Millones de flores rodearon el castillo real cuando ella partió. No la querían por quien era, sino por cómo era con los demás. Soy la heredera de una familia millonaria y solo eso. No hay algo más grande que haya hecho hasta ahora que no sea ganar certámenes de belleza y torneos de minigolf.
El caballo de Pacífica relinchó.
—Sí, de equitación también, Rachel. Es solo que… Me gustaría tener opciones. Es todo.
—Supongo que no importa la cuna donde naciste, cada quien tiene sus luchas. No me importa el dinero y tampoco es que me falte. Tengo lo necesario. Pero sí me falta seguridad. He avanzado durante todo este tiempo, pero temo que todo eso se pierda al regresar a California. La escuela es dura, y se va a intensificar más en la Secundaria.
—¿Estás bromeando? —dijo Pacífica—. Andas con adolescentes 3 años mayores que tú. ¿Cómo es que te dicen? ¿"El Dr. Diversión"?
—¿Cómo sabes eso?
—He oido cosas. Es un pueblo pequeño. No hay quien no haya escuchado de un Pines en Gravity Falls. Eres popular aquí.
—La ironía.
Pacífica ríe.
—Tal vez… deberías quedarte, si es que no te gusta estar en California. Tienes amigos aquí. Humanos y paranormales.
Dipper rió por lo último.
—No. Creo que parte de crecer es afrontar los problemas y superarlos. Es parte de madurar. Creo que nunca me lo perdonaría si no lo intento.
—Me alegra escuchar eso.
Dipper sonrió.
—Y espero que la próxima vez que llames a una chica por teléfono, seas espontáneo —agregó.
Dipper rió.
—Tal vez deberías enseñarme a no ser tan inseguro.
—No lo eres. Una persona insegura no hubiera tenido el valor para decirme a la cara que mi familia es una farsa o decirme que soy la peor para luego cerrar la puerta en mi cara.
—Lo siento por eso.
—No, no. Estabas en tu derecho. Pero requiere de mucho valor para hacerlo. Dudo que uno de tus compañeros de tu escuela tuviera el suficiente valor para enfrentar un fantasma de categoría 1. Tú enfrentaste uno de 10.
—No voy a mentir. Estaba asustado.
—Pero lo dominaste. El valor no es la ausencia de miedo. Es cuando, sin importar el temor que sientas, tengas la valentía para afrontar todo lo que se te presenta. Eres valiente, Dipper Pines.
Dipper sonríe.
—Tú también eres valiente. Enfrentaste a tus padres, le diste la cara al fantasma, sin mencionar que luchaste contra varios Liliputienses.
Pacífica sonríe.
—Y no solo hablo de rarezas. Nunca he estado en uno y tampoco pienso estarlo, pero supongo que requiere de mucho valor para concursar en varios certámenes como tú lo haces —agregó—. Ambos somos valientes.
—Y nos gustan las canciones de Abba.
Ambos ríen.
—Deberíamos ir a un karaoke juntos —propuso ella—. Mis amigas no escuchan nada que no sea de Justin Bieber para la actualidad.
—¿Me estás invitando a una cita?
—Claro que no —dijo algo apenada—. No quiero parecer anticuada, pero soy de la idea de que un chico invite a una chica, no al revés.
—Vaya, pensé que opinabas lo contrario. Ya sabes. Tú eres tan…
—Tan… ¿qué?
—Empoderada. Bueno, te gusta tener el control.
—Es cierto, pero me parece más admirable que el chico tome el valor y la iniciativa de invitar a una chica a salir. Si no puede, entonces es un tonto que no metece mi atención. Aparte, creo que en el tema del amor, es importante ser paciente.
—También lo creo. Soy tímido para invitar a una chica a salir. Sería lindo que la chica que me gusta sea paciente conmigo también.
—Solo no la dejes esperando.
—Créeme, tengo a Mabel para eso.
—Sin embargo, creo que ya habíamos hablado sobre la confianza. Debes tener más fe en ti. No sobrepensar mucho. Tómate un tiempo prudencial. Al fin y al cabo, creo que si vas a estar con alguien debe ser porque en serio te gusta no por impulso del momento.
—¿Qué hay de ti? ¿Te gusta alguien?
—Me gusta Robbie.
—¡¿QUÉ?! —exclamó Dipper con asombro y horror.
Pacífica rió ante la expresión del castaño.
—Claro que no —dijo ella aun riéndose—. Jamás me fijaría en un chico dark que usa más productos para el cabello que yo.
—Me asustaste.
—No voy a decirte quien me gusta.
—No es justo. Tú sabes que me gusta Wendy.
—Corrección, todos lo saben y no precisamente porque lo hagas dicho públicamente. Al menos no de forma verbal.
—Sabes lo de mi cicatriz.
—Sabes los secretos de mi familia. ¿Quieres que siga?
—Ok, tú ganas. Igual, sea quien sea, seguro es un chico con suerte.
Pacífica sonrió.
—O no.
—¡Hey! —se quejó ella.
—Solo estoy bromeando —dijo entre risas—. Bueno, no voy a mentir. Antes de hoy o de la fiesta en tu mansión, hubiera pensado que el chico que sería tu novio sería el más infeliz.
—Ok, sí, cava tu tumba, Pines.
—Espera, espera. Lo creí así porque te creía pesada y superficial. Ya sabes. Pero ahora que te conozco mejor, y te quieres reivindicar, creo que quien sea llamado "tu novio" será un chico con mucha suerte. Y no lo digo por el dinero, sino por ti. Eres más que la única heredera de tu familia.
—Creo que comprendo lo de ser inseguro. Me falta confianza para creerme lo que me acabas de decir. Mis "amigas" solo están conmigo por mi fortuna. No puedo evitar pensar que el chico que se me acerque lo hará por las mismas razones. Pero, dejando ese tema de lado, me anima saber que piensas eso de mí —dijo con una gran sonrisa—. Y opino lo mismo. En serio espero que la chica a quien llames "tu novia" sea digna de ti, porque será muy afortunada.
Ambos se miran con una sonrisa en el rostro.
—Pero si te rompe el corazón, la destruiré socialmente —añadió ella tratando de romper con ese momento tierno, pero incómodo en el que se encontraban.
Dipper rió.
—Y allí está la Pacífica que conozco.
Ambos se ríen.
—Tal vez no tienes poderes de hielo, pero eres muy frozen con tus comentarios a veces.
—Entre rayos láser y ser más seguro, ¿qué habilidad elegirías?
—Ser más seguro —suspiró—. Te comenté cómo son las cosas en la escuela en California. Me gustaría trasladar al Dipper de Gravity Falls a Piedmont. Tener el valor de enfrentarme a los bravucones en vez de a las criaturas del diario. Solo me siento aislado y anormal. Y tal vez por eso me gustan estas cosas —volvió a mirar el diario—. Me hace sentir parte de algo.
—Siento escuchar eso —dijo con pesar—. No sé por qué, pero… Cambiaría el poder del hielo por tener la habilidad de hacerte sentir mejor con respecto a eso.
—Y a mí me gustaría tener el poder de leer la mente y ayudarte a no salir lastimada por alguien que solo se acerca a ti por tu dinero.
Ambos sonrieron de nuevo.
—Es bueno saber que cuento con alguien con quien hablar y tener una charla más seria e interesante —dijo Pacífica.
—Lo mismo digo —ríe—. Es raro. Jamás pensé que seríamos amigos alguna vez.
—Yo tampoco. Pero me has dado un buen ejemplo de cómo debe ser uno. Eres honesto y sabes escuchar. Y —ríe—, vaya, no creo que esté diciendo esto pero… Le das un poco de rebeldía a mi vida.
Ambos ríen.
—¿Te refieres a la alfombra? —preguntó él recordando.
—A la alfombra, el llegar a casa llena de plumas de almohada, y al hecho de estar aquí… Se supone que estoy castigada y que salí a practicar equitación. Sin embargo, estoy aquí, contigo. Jajaja, eres mi amigo mala influencia.
—¡Hey! —exclamó entre risas.
—Sabes que mi padre no quiere que socialice contigo, ¿verdad?
—No, pero era obvio que me ganaría el odio de Preston —ríe—. Es curioso saber que soy la "mala" influencia de alguien. No sé, me hace sentir la necesidad de usar una chaqueta negra.
Ambos ríen.
—No te quedaría mal —dijo ella—. Aunque te prefiero con esmoquin.
—Sí… eso no volverá a pasar.
—Que lastima…
—¿Por qué?
—Oh.. je, je… —rió nerviosa—. Nada, nada. Solo… pensaba en el efecto esmoquin.
—¿El efecto esmoquin?
—Sí. ¿Lo has escuchado? Sucede, que a muchas chicas se les hace más atractivo un chico cuando está con esmoquin.
Dipper la mira confundido.
—No es que lo necesites. Eres lindo y… Me refiero como persona, ya sabes.
Dipper la miró suspicaz.
—¡No! N-No he dicho que te veías atractivo. Quiero decir. Sí, te veías bien vestido así en la fiesta.
—¿Crees que soy lindo? —dijo entrecerrando los ojos.
—¡No! Quiero decir… Ah… No pienses mal. Solo te hacía un cumplido. Y la idea inicial no era esa, sino darte una idea de cómo podrás impresionar a las chicas. Ya sabes, el efecto esmoquin —dijo nerviosa.
Dipper rió. Le parecía tierno como es que Pacífica se había puesto nerviosa.
—¿Es en serio? —dijo indignada—. Estoy tratando de ayudarte y me sales con eso. No puede ser. Eres un torpe —dijo entre molesta y riéndose por lo que acababa de pasar—. Y deja de reirte. Además, si no mal recuerdo, tú dijiste que te parezco linda.
—Está bien, está bien —dijo sonriendo.
—¡Dios! Las cosas que me haces decir.
Dipper volvió a reír.
—Es curioso verte vulnerable. Ya sabes. Estabas nerviosa.
—Ignoraré eso, Pines. Y espero que tú también, si amas vivir.
El castaño iba a decir algo pero Rachel comenzó a relinchar. Pacífica se levantó de su asiento y fue a entregarle otra manzana a su caballo para que se calmara.
—Tranquila, Rachel. Si hay algo raro, Dipper se encargará. Y si no, lo usamos de escudo.
—¡Hey! —reclamó el castaño.
Pacífica rió.
—¿Desde cuándo tienes a tu caballo? —preguntó Dipper.
—Rachel está conmigo desde los 5 años. Fue amor a primera vista. Era la corsel más bella del establo. Y la más inteligente, ¿verdad, Rachel? —le dijo mientras acariciaba el cabello del caballo. Este relinchó de alegría.
—Por la sonrisa en tu rostro, imagino que el momento más feliz de tu vida fue cuando te la compraron.
—Sí. Me acuerdo que mis padres me castigaron cuando descubrieron que la llevé a dormir en mi habitación.
—Imagino que habrá sido una reacción similar a la del tío Stan cuando Pato se coló en su cuarto.
—¿Pato?
—El cerdito de Mabel.
—¿Le puso Pato al cerdo?
—Es parte del mabelismo de Mabel.
—¿Cómo es que tus padres permitieron que tengan un cerdo de mascota?
—En realidad, no lo saben. Mabel se lo ganó en una feria que hubo aquí unas semanas después de llegar al pueblo. De hecho, si Mabel no hubiera concursado y adivinado el peso de Pato, tú te lo hubieras ganado.
—¿Qué?
—Verás, estaba tratando de impresionar a Wendy. Quería derribar las latas y conseguir un peluche para ella. Pero siempre fallaba. Y digo "siempre" porque retrocedí en el tiempo para intentarlo una y otra y otra vez —dijo recordando aquél evento.
—Viajando en el tiempo, ¿eh? No sé porqué no me sorprende.
Dipper rió.
—¿Qué puedo decir? Fue toda una aventura.
—Entonces, en una de esas, yo me quedo con Pato.
—Sí. Fue cuando le pedí a Mabel que me ayudara a hacer que lograra derribar las latas. Pero al pedir su ayuda, ella perdió la oportunidad de ir al puesto de los cerdos. Tú llegaste antes. Logré impresionar a Wendy, pero decidí regresar en el tiempo y a la normalidad de las cosas con tal de que Mabel tuviera a Pato. Estaba tan triste.
—La entiendo. Yo amo a Rachel —dijo acariciando a su caballo—. Hubo una vez que se enfermó. No se levantaba en días. Cuando un caballo no se levanta es porque sabe que va a morir. Fueron los días más tristes.
El caballo relincha.
—Sí, sé que lo sientes —dijo ella para luego volver a sentarse al lado del castaño—. En California, ¿tienes mascota?
—Tenemos un gato. A mi madre y a Mabel le gustan los felinos.
—Y, ¿cómo se llama? ¿Wuf?
Dipper rió.
—Para su suerte, Mr. Motita fue nombrado por mi madre. Lo rescató de la calle y le dio un hogar.
—Que linda.
—Sí. Le gustan los animales. En eso Mabel es igual a ella.
—¿Compartes algo con ella? ¿O con tu padre?
—Muchas cosas. Con mi padre, disfrutamos jugar cartas y ver películas. Cada fin de mes vamos a la tienda de videojuegos a jugar. Conseguimos un montón de tickets y lo canjeamos por alguna cosa rara.
—¿Cómo qué?
—Pegalocos, por ejemplo.
—Suena asqueroso, pero a la vez divertido. ¿Qué es?
—Es un juguete chino, altamente tóxico, pero divertido. Es como slime, pero más sólido y pegajoso. Lo puedes pegar en las paredes.
—No erré. Sí es asqueroso.
—Es divertido.
—¿Por qué a los chicos les gusta esa clase de cosas? Sé que maduran después que nosotras, pero ¿por qué?
—No lo sé. ¿Testosterona?
—Ay, no. ¿No vas a darme una lección de biología, verdad? —se quejó la rubia—. Estamos de vacaciones.
—Tú preguntaste. ¿Cuál es tu materia favorita?
—Dipper Pines, ¿en serio vas a preguntarme algo relacionado al colegio? No puede ser —dijo la rubia con una sonrisa—. Me gusta la clase de Historia. Pero también disfruto de las clases de Educación Física. Soy muy buena en gimnasia.
—¿Saltos en taburete?
—Sí. No sé por qué, pero intuyo que es la clase que menos te gusta.
—Pues… no soy muy bueno. La verdad, ni siquiera me calificaría de bueno. Sin embargo, ahora que me pongo a pensar, creo que después de este verano me irá mejor. Sobre todo en atletismo. No tienes idea de cuántas veces he corrido por mi vida.
Pacífica rió.
—Y estoy seguro de que seré el primero en mi clase en obtener mi licencia de conducir.
—Lo cual te da puntos a favor si quieres salir con una chica.
Dipper ríe.
—En realidad —dijo él—, no me gustaría salir con alguien que solo está conmigo porque tengo auto, o el efecto esmoquin. No mentiré, es una ventaja muy tentadora y suena bien, pero si salgo con alguien debe ser porque me agrada y porque yo le agrado, con y sin auto.
—Entiendo lo que dices. Es mi día a día, ¿sabes? Muchas veces siento que no es por mí, sino por mi dinero. Lo peor es que ese sentimiento se ha intensificado más en estos últimos días —lo mira—. Y tú tienes la culpa.
—¿Por qué? —dijo sintiéndose un poco ofendido.
—Eres el primero. El único, en realidad. No te importa cuán popular soy o cuantos certámenes he ganado, la gran mansión donde vivo y los millones de dinero que mi familia tiene. No te importa en lo absoluto. Solo me ves a mí.
—Bueno es que nada de lo que mencionas define a una persona.
—Lo sé. Es ahora donde me doy cuenta. Me quitaste la venda de los ojos. Vi la realidad —suspira—. Eres el único —sonrió—. Te juro que si intentara conquistarte, no sabría como hacerlo.
—¿Qué? —preguntó con una sonrisa.
—Bueno, no es que quiera. No quiero. Solo en el supuesto caso de que sí… ¡Ay! ¡Te odio! —dijo ella al ver como el castaño reía—. Me haces decir cosas muy torpes. Tu torpeza es contagiosa —dijo sacando su celular para ver la hora—. En fin, ¿lo tienes? —preguntó Pacífica, buscando cambiar el tema.
—¿Dudas de mí?
—No.
—Buena respuesta.
—¿Qué es eso? ¿Orgullo Pines?
Dipper rió.
De su chamarra, Dipper sacó un pedazo de papel. Lo desdobló y se fue directo hacia la última pregunta que Mabel había escrito.
—¿Lista? —le preguntó el castaño.
—Solo si tú lo estás —contestó ella.
Pregunta 36:
Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionarlo. Pregúntale también cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado. Al finalizar mírense a los ojos durante 4 minutos seguidos.
—Te propongo algo —dijo Dipper—. Ya nos hemos conocido lo suficiente para saber qué problemas nos aquejan. Así que elegiremos uno y le daremos una solución a nuestra manera.
—Suena bien para mí. ¿Quién comienza?
—Supongo que yo, porque lo propuse.
—Está bien. Soy toda oídos.
—Creo que si yo fuera tú y quisiera comenzar a cambiar, trataría mejor a las personas. Tal vez iniciar una amistad nueva, y real. Comenzaría con… —se detuvo a pensar—. Grenda.
—¿Grenda Farulo? —se cuestionó la rubia—. Prefiero empezar con Candy. Es rara pero tolerable.
—Grenda es genial. Sé que puede parecer un poco tosca, pero si la conoces mejor podrás darte cuenta que no es tan ruda.
—¿Cómo te le acercarías? Digo, no tengo nada en común con ella.
—Ellas te admiran, a pesar de tu arrogancia.
—¡Hey!
—Vamos, tienes que admitir que es cierto. Además, tienes una carta a tu favor.
—¿Cuál?
—Marius. Supe que es un joven duque que conoció en la fiesta y que es su novio.
—Sí, conozco a Marius. No deja de hablarme de ella cada vez que iniciamos una conversación.
—Oh… ahm… ¿Él es el chico que te gusta? —dijo al ver que la joven rubia mostraba incomodidad ante la mención de la relación entre el duque y Grenda—. Digo, estaba en la fiesta por algo, ¿no?
—No. Solo somos… conocidos. Solo que es un poco incómodo que últimamente me escriba solo para hablarme de Grenda.
—Entiendo. Pero allí está. Iniciaría con eso. Ser amiga de Grenda. Con el tiempo lograrás conocerla y, bueno, tal vez tengan cosas en común junto con Candy. Y podrías tener una conversación no banal.
—¿Estás diciendo que Mabel tiene conversaciones cero triviales?
—Ahh… Ok, tal vez no acierte en todo, pero es lo que haría de ser tú. Sé que al principio lo verás imposible, pero creo que ustedes serían buenas amigas. Incluyendo a Mabel.
—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó Pacífica, aun teniendo sus dudas.
—Fueron un gran equipo en contra de los Liliputienses aquella vez —dijo Dipper con una sonrisa.
—Bueno, ella no es tan mala jugadora.
—Es muy buena.
—Sí. Solo le falta un poco más de práctica. Si algún día tengo una competencia en parejas, la llamaré —dijo ella con una sonrisa.
—Estoy seguro que Mabel no dudará en aceptar.
—Bien… supongo que ahora es mi turno —dijo ella—. Eres muy inseguro, aunque no te veo de esa forma. Eres muy hábil en muchas cosas. Creo que si yo fuera tú, me metería en algún equipo de deporte.
—¿Atletismo?
—¿Por qué no Basket? —propuso ella—. Vas a ejercitar, desarrollarás habilidades, tendrás nuevos amigos… Con lo inteligente que eres, estoy segura de que calcularas cómo anotar siempre, y tendrás a todo un equipo de porristas sacudiendo sus pompones en honor a ti.
—Wow.
—Además, el deporte es bueno para el cuerpo y la mente, y muchas universidades dan becas a deportistas.
—Doble wow… No lo había pensado de ese modo.
—Y, para que sepas que sí te presto atención, el basket es ideal para quienes quieren ser un poco más altos que la gemela alfa.
—No está nada mal, Northwest. Solo hay un error en tu propuesta. Soy pésimo en deportes.
—No sé exactamente cómo era el Dipper antes de Gravity Falls, pero el que veo ahora, parece alguien hábil en lo que sea que se proponga hacer.
—Gracias.
—Te propongo algo. No me gusta lo que te voy a proponer, pero la verdad es que me da curiosidad saber qué pasará. Al menos contigo.
—¿A qué te refieres? —preguntó Dipper sin entender.
—Al finalizar el verano, pondremos a prueba la propuesta del otro. Yo trataré de ser amiga de Grenda, si tú te unes al equipo de Basket de tu escuela. ¿Trato? —preguntó Pacífica levantando el dedo meñique.
—Es una propuesta interesante —dijo Dipper entrelazando su dedo meñique con el de la rubia—. Es un trato.
Ambos sonríen.
—Bueno —dijo ella levantándose—, es mejor que regrese.
—Espera, aún nos falta una cosa más.
—¿Estás seguro que quieres hacer lo último? —preguntó la rubia.
—¿Qué pasa? ¿Pacífica Northwest no puede verme directamente a los ojos por menos de 5 minutos? —dijo Dipper retando a la joven.
—Podría hacerlo por más tiempo y sin pestañear, pero no quiero que me de mal de ojo.
—¡Hey!
—Tú comenzaste.
—Está bien, está bien.
—Bien. Hagámoslo. Son solo 4 minutos. Terminará en un abrir y cerrar de ojos.
Luego de 2 eternos minutos…
—Esto es tan extraño —dijo ella mirando los ojos del castaño.
—Sip —dijo él mirando los ojos de la rubie
—¿Por qué estamos haciendo esto?
—Fue tu idea.
—¿Mi idea? ¿Quién se escabulló en plena noche para llamarme desde mi balcón, Romeo?
—No vi que llamaras a seguridad.
—¿Y despertar a mis padres y meternos en problemas? Claro que no.
—Bueno, tampoco te negaste a continuar.
—Admito que me dio curiosidad. Hmm… —se acercó más al castaño—. Tus ojos no son tan oscuros como creí.
—¿Eso es malo?
—No, no. Es solo que… Ahora que lo veo de cerca, y con la luz del día… Es un color bonito.
—Gracias. Tus ojos… son azules, eso lo sé. Pero… —se acerca más a ella—. Ahora que lo veo más de cerca y con más atención, es un azul mar, de esos cuando el agua está cristalina. Son… profundos. Hipnotizan un poco —Champagne y rosas, pensó mientras se sentía extraño.
—Sí… —contestó algo nerviosa—. Creo que eso pasa cuando ves ojos de colores.
—Supongo que sí.
Volvieron a guardar silencio, sin apartar los ojos del otro. Era extraño y se sentían extraños. Había una sensación desconocida naciendo desde el estómago. Estaban nerviosos. Sin embargo, la vida se seguía burlando de ellos, porque de un momento a otro, como si fueran dominados por una fuerza paranormal, se fueron acercando poco a poco, mientras entrecerraban los ojos en cada centímetro de distancia menos. Sus respiraciones se volvieron pesadas y más cuando sus narices se tocaron, aumentando la tensión del momento.
Se detuvieron un rato, dudando. Era obvio lo que iba a pasar. No podían estar más nerviosos por eso. Luego de una lucha casi eterna, la extraña fuerza los volvió a ganar, haciendo que resten más la distancia entre sus labios.
Ambos cerraron los ojos, listos para el primer contacto.
La alarma del teléfono de Pacífica comenzó a sonar, provocando que ambos abrieran los ojos y se separaran de un salto.
—Acabó —dijo Dipper tratando de dejar atrás el momento incómodo.
—Sí. Acabó. Cuatro minutos —dijo ella mostrando la alarma ya apagada.
—Fue rápido —dijo él mientras se frotaba el brazo.
—Sí… Y fácil.
—Sí. Terminamos las 36 preguntas.
—Sí. Se terminó.
—Sí. Sí… Y ya no nos quedaremos con la duda. Je, je…
Ambos rieron nerviosos.
—Fue… interesante poder compartir contigo. Ya sabes, no te conocía mucho —dijo Dipper sobándose un brazo.
—Sí. Supongo que fue un buen tiempo —dijo ella mientras jugaba con un mechón de su cabello.
—Tiempo como amigos.
—Claro. ¿Qué otra cosa si no?
—Sí —dijo y luego bufó—. "36 preguntas para enamorarse". ¡Qué tonto!
—Sí. Voy a demandar a quien escribió ese artículo.
—Apoyo esa idea.
—Sí.
Ambos rieron nerviosamente de nuevo, hasta que el silencio se hizo presente, al igual que la incomodidad y los recuerdos de lo que casi pasa hace unos minutos.
—T-Tal vez ya debería irme.
—Sí. Ya es tarde. No quiero meterte en problemas otra vez.
—Sí, Mabel también debe estar buscándote.
—Sí.
Pacífica se subió a su caballo.
—Supongo que… hasta otra oportunidad —dijo ella.
—Sí… Adiós.
—Adiós.
—Sigue oxigenada —dijo él en son de broma.
—Sigue torpe —dijo ella con una sonrisa.
—... Adiós.
—Adiós… —volvió a despedirse para luego marcharse.
El joven con gorra de pino vió como Pacífica se alejaba del lugar cabalgando a su caballo.
—Bueno —habló Dipper una vez que se encontraba solo—. Eso prueba una vez más que los trucos tontos de Mabel no funcionan —volvió a ver el papel donde estaban las 36 preguntas, lo arrugó haciendo una bola de papel y lo tiró a la basura—. No pasó nada.
Más tarde esa noche, todos dormían menos el joven Pines que no podía conciliar el sueño sin recordar lo que no pasó.
—Oh, oh.
Yyyyy... aquí termina el fic. ¿Qué dicen? ¿Mabel acertó o no acertó con la pareja? Jejeje...
Espero que este cap sea de su agrado. Si quieren conocer un poco más qué ocurre después... Nahh no hay secuela, pero sí una algo indirecta. Estoy escribiendo un fic, del que ya está escrito más de la mitad en Fanfiction. Se llama "Miss Gravity Falls". Así que nos vemos allí.
Espero sus opiniones y reviews que siempre me gustan leerlos a pesar de no recibir muchos.
Un especial saludo a: durrendurrendol1993, fandenpo, Tsuna Dragneel, Slaven Almos, Espartano y Zasumi, quienes han sido usuarios de comentarios recurrentes y a los que me emociona leer sus reviews o mensajes.
