Un amante planeado - Fic

¿Enserio, era necesario caer tan bajo para lograr tus objetivos? ¿A caso lo era?

Cap. 4 – Inocencia.

Los planes que Naruto y Sasuke habían pretendido poner en pie no habían salido a la perfección como el moreno hubiese querido, y todo por aquél pequeño detalle que se le había escapado al rubio en aquella noche en que trató por primera vez a la Hyuga. Desde entonces el azabache no se cansaba de reprochárselo para después pedirle desesperadamente que actuara rápido, que incluso hiciera lo que fuera pero que lo hiciera ya.

El ojiazul estaba cansado de esa situación, solo había visto a la morena un par de veces, y ella solo se dedicaba a mirarlo como si lo compadeciera… era absurdo y estúpido, eso hacía que se molestara cada día más y con cada molestia le seguía una gran desesperación.

Tengo algo que hará que ella empiece a desearte. – Dijo la última vez el azabache mientras sacaba de su bolsillo un frasco marrón que a simple vista, parecía contener un líquido suave.

¿Y según tú, qué es? – Preguntó irónicamente el rubio.

Yumbina. – Se limitó a contestar el azabache para sombro de su amante. – Solo debes de acercarte a ella, invitarla a tomar un trago, un café, o cualquier cosa… y cuando no se dé cuenta, administrarle un par de gotas a la bebida. – Terminó por decir el Uchiha.

Espera… eso es algo peligroso y…

Si muere no me importa. – Sus ojos filosos, negros y fríos se clavaron en él, haciendo que un escalofrío inmenso recorriera su cuerpo.

Y ahí se encontraba, sentado frente a la ojiperla mientras compartían un trago… por supuesto, ella aún no había tocado su copa, solo se dedicaba a contemplarla.

– ¿No me vas a acompañar? – Su voz sonó demandante, áspera y seca, ella atinó a dar un respingo al escuchar su pregunta.

– D-Disculpe Naruto-sama…

– Solo Naruto. – Interrumpió antes de que ella dijera algo más.

– N-Naruto-san… es que… yo no… y-yo no tomo. – Articuló un poco avergonzada casi diciéndolo en un susurro, mientras un sonrojo invadía sus mejillas por lo apenada que se encontraba y su mirada se perdía por lo bajo de su flequillo.

Naruto suspiró con pesar, aquello estaba resultando ser más difícil de lo que tenía contemplado en un principio. ¿Cuántas gotas ya había echado a perder? La primera vez Hinata había tirado accidentalmente su limonada, la segunda vez no quiso acompañarlo con una bebida, la tercera vez habían llamado a su casa y ella se había olvidado de su vaso, y la cuarta vez… era absurdo recordarlo, ninguna bebida había tocado por lo menos sus labios.

Volvió a suspirar pesadamente y en un acto airado, tomó distraídamente el vaso de ella que estaba sobre la mesita de centro, llevándoselo a la boca. Hinata asombrada y apenada por despreciar a su invitado, pensó en que quizás él no quería desperdiciar la copa que amablemente le había servido a ella. Desesperadamente y con el afán de no hacerlo sentir mal, le arrebató aquel líquido de su boca, dejando a un rubio sorprendido al verla tomarse de un solo trago su copa.

¿Qué diablos está haciendo? – Pensó, luego bajó la mirada y se percató que su copa estaba intacta, era la de ella la que sus labios habían probado. Sorprendido tragó en seco. – A caso yo… ella… – Su cerebro no podía procesar nada, se sentía estúpido por caer en su propia trampa.

La cara de disgusto de la ojiperla no se hizo esperar, para luego sonreírle inocentemente. Naruto se había despabilado y al verla pronto empezó a sentirse como un maldito. No podía negar que en cierta forma, también se sentía bien y era el hecho de que por fin había logrado lo que quería.

Por otra parte, Hinata se sintió mareada por un momento, no le gustaba tomar licor porque se le hacía fuerte, amargo y sin sentido al paladar; odiaba la idea de que luego pudiera oler a alcohol, y que Sasuke se diera cuenta; pero entonces… ¿Por qué lo había hecho si estaba en contra de sus propios principios autoimpuestos? Después de aquella noche en que conoció al mejor amigo de su esposo algo en ella había despertado. ¿Curiosidad o solo quería caerle bien al mejor amigo de su amado? No lo sabía, pero de alguna manera sentía que si hacía eso, Sasuke la podría considerar un poco más… además, estaba el hecho de que aquel rubio la había tratado mejor a como la primera vez en que se habían conocido. Sería otro desaire más el no haberle aceptado aquella copa al rubio, después de los muchos intentos de él por hacer las paces con ella.

– Te sientes… ¿Bien? – Más que para ella, era una pregunta que había hecho inconscientemente el rubio al contemplarla.

– S-Si... ¿A caso su mareo había sido tan notorio?

– Y… ¿Cómo te va con Sa… tu padre? – Por un momento estuvo a punto de mencionar el nombre del azabache, sabía que no debía hacerlo pues una promesa estaba de por medio, el no hablar de Sasuke delante de su esposa.

Cuando estés con ella no menciones mi nombre. – Advirtió el Uchiha.

¿Por?

No quiero que hablen de mí, ella es muy melosa. – Naruto solo había reído en aquella ocasión, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que el hablar de Sasuke había truncado todos sus planes.

No le molestaba que terminaran hablando de él, si no que le molestaba la manera en la que ella se dedicaba a hablar del Uchiha, era como si lo considerara el mejor hombre del mundo, el único, el maravilloso, para luego poner aquella expresión que a él tanto le molestaba… era como si sus dos grandes orbes se iluminaran con la sola mención del moreno. Eso lograba irritarle, en cierta forma le daba envidia.

– Muy bien, m-mi padre está al frente de las empresas Hyuga p-por lo tanto no tiene mucho tiempo para venir a visitarme. – Un sonrojo más notorio apareció en las mejillas de la ojiperla y pronto su cuerpo tuvo un ligero temblor, pasaba sus manos por su cuello mientras su respiración se empezaba a acelerar. – ¿Y q-qué me d-dices de M-Minato-sama?... – Hinata se empezaba a sentir excitada y acalorada, su corazón latía más fuerte cada vez y un escalofrío rozaba delicadamente su espalda, logrando poner duros sus pezones al grado de dolerle mientras un cosquilleo punzante recorría su interior.

– ¿Mi padre? Él está disfrutando de sus vacaciones autoimpuestas en Hawái. – Respondió el rubio, no quitándole la mirada de encima, acción que causó que Hinata se sintiera cohibida, casi desnuda ante él… sentir aquellas sensaciones extrañas delante de su invitado no era nada bueno. – De hecho…

– D-Disculpe N-Naruto-san – Interrumpió la ojiperla parándose bruscamente del sillón en donde estaba sentada para dirigirse rápidamente al cuarto de baño. Naruto la vio perderse tras una puerta blanca y suspiró… tal parecía que aquellas gotas ya habían hecho efecto.

– ¡M-Maldición! ¡Q-Qué me pasa! – Se decía Hinata mientras se recargaba en el lavabo del baño para luego enjuagarse nuevamente la cara. Era tonto pensarlo, pero de un momento a otro su cuerpo se había excitado con la sola presencia del rubio teniéndola a ella en la mira.

Naruto aguardaba a que la ojiperla saliera del baño, miró nuevamente su reloj de mano y se dio cuenta que ya se había tardado más de lo normal.

– ¿Se estará… tocando? – Se dijo alarmado, pronto una imagen se le cruzó por la cabeza, haciendo que su miembro empezara a reaccionar.

Antes de salir del baño, Hinata se dio un último vistazo en el espejo para convencerse de que no se le notara lo que pasaba en su interior, pues ella bien sabía que para muchas personas era como un libro abierto, cualquiera podía darse cuenta de lo que le pasaba a simple vista y el rubio no era la excepción; respiró profundamente para tranquilizarse y tiró del picaporte.

– ¿Te encuentras bien? – Al abrir la puerta estaba él, recargado sobre el marco, aguardando a que ella saliera.

– Y-Y-Yo…

– No te veo bien. – Afirmó. ¿Puedo ayudarte en algo?

De momento, Hinata se encontraba sin saber qué responder… ¡Él estaba muy cerca de ella! ¿O quizás ella muy cerca de él? Su cuerpo tembló levemente de solo pensar en lo sorprendentemente masculino que le resultaba ser el rubio para su gusto, su piel canela, sus ojos furiosamente azules, sus labios carnosos y su aroma varonil…

¡M-Maldición! – Masculló internamente quitando la mirada de su invitado.

Naruto no era tonto, se había dado cuenta de la manera en que la ojiperla lo miraba, cosa que produjo en él cierta satisfacción, su cuerpo no podía ocultar lo caliente que ya se encontraba también él.

– N-No me siento b-bien – Apenas podía articular la ojiperla. – N-No sé qué me pasa… Susurró. – S-Si me disculpa… q-quisiera acostarme un rato… contigo. – Hinata se mordió los labios ante una idea alarmante y pecaminosa que de pronto había cruzado por su cabeza, una idea que en cierta forma le asustaba pues ella estaba casada con el hombre al que amaba y su rubio invitado de pronto le parecía terriblemente deseable.

– ¿Quieres que te acompañe a tu cuarto? – El aire empezaba a faltar, Naruto sentía latir fuertemente su corazón ante la idea de tener a la mujer de su amante entre sus brazos mientras la follaba salvajemente.

– N-No es n-necesario – Hinata tragó la poca saliva que tenía al sentir que su cuerpo no dejaba de expirar un calor que ansiaba ser consumido por las llamas de una pasión prohibida.

– No te veo bien… déjame acompañarte.

Solo bastó tomarla del brazo para que ambos cuerpos reaccionaran por sí solos como imanes. De un momento a otro el rubio se encontraba besando frenéticamente a aquella mujer, profundizando así con el juego de sus lenguas aquel acto tan eufórico que ambos cuerpos protagonizaban.

Hinata no podía pensar en nada, su mente se encontraba en blanco tras la espera de satisfacer sus más bajos instintos con aquel hombre. Naruto la pegó a la pared más próxima al momento en que la alzaba de las piernas para que ella quedara colgada de él y sus partes empezaran a rosarse mientras él simulaba envestirla.

Sus voces callaron para dar paso a los gemidos que ambos no podían contener por toda la pasión que desbordaban.

Hinata sintió flaquear al sentir como éste le rompía salvajemente los botones de su camisa a cuadros para luego bajarle el top y que sus pechos quedaran a la merced de él. Naruto acarició los pezones duros que se alzaban engreídamente ante sus ojos, con su boca apretó uno de ellos para luego succionarlo mientras su mano izquierda jaloneaba el otro, estaba sumido en su necesidad, le sorprendía lo suavidad de la piel de Hinata, de lo grande, redondos y cremosos que sus senos podían llegar a ser. Hinata gritó y se irguió contra la pared cuando el rubio mordió una aureola de su seno, ella no dejaba de gemir y retorcerse entre sus brazos, al momento en que hundía sus uñas tras la espalda del rubio, jamás había sentido tanto placer, aquella sensación de deseo y de desenfreno solo lograba enloquecerla cada vez más.

– ¡AHH! Un líquido bajó de su interior al sentir la rica fricción que el miembro del rubio le daba a su clítoris, sus uñas se clavaron una vez más en su espalda mientras él se apretaba aún más a ella.

Era una locura, pero ambos cuerpos empezaban a exigirse cada vez más.

– No aguanto. – Advirtió el ojiazul cegado de lujuria. Pronto la tomó de los glúteos y se dispuso a ir a donde empezaron, Hinata se recargó en él para no caerse, mientras éste caminaba y rosaba una vez más su miembro contra su intimidad.

Naruto se tropezó con la mesita del centro de la sala, haciendo que los vasos que había en ella se cayeran, torpemente la bajó y la sentó sobre el sofá. Hinata tenía los pechos descubiertos y su pantalón a medio abrir, su respiración era acelerada y sus ojos cargados de deseo. El rubio no lo soportó más y delante de ella mostró su hombría alzándose a todo lo que daba. Solo quería satisfacerse y satisfacerla a ella… en ese momento ese era el único objetivo que tenía.

– Tócalo. – Ordenó jadeante. Hinata perdida entre su deseo y su curiosidad hizo caso. Naruto mascullo otra maldición al sentir las suaves manos de la ojiperla acariciar su hombría.

Necesitado por sentir más y calmar su excitación, la despojó de su pantalón y su ropa interior, para después separar sus piernas salvajemente y acomodarse en ella.

– Lo siento, no puedo detenerme. – Dijo y antes de que ella pudiese decir algo, se hundió fuertemente en su interior.

Hinata tembló y dio un grito mientras rasgaba la tela del sillón y su cuerpo se alzaba del dolor. A Naruto eso no le importaba, solo quería complacerse. Le fascinaba la sensación de su miembro siendo ferozmente aprisionado por las paredes internas de ella; salvajemente arremetió contra su cuerpo una y otra vez mientras le robaba gritos de placer y tortura. Le asombraba lo apretada que ella se encontraba, le gustaba sentir como su miembro era succionado y devorado por sus paredes internas.

Hinata gimoteó del dolor y unas lágrimas salieron de sus ojos. Naruto seguía envistiéndola, sintiendo que el mundo se le iba en eso y pronto desfallecería. La mano del rubio tocó los labios inferiores de ella para abrirla un poco más, haciendo que ella temblara y dejara que un líquido saliera de su intimidad.

Hinata empezaba a gemir, empezaba a disfrutar del placer carnal que él le propiciaba. Ambas miradas cegadas de pasión y lujuria se encontraron, y sin poderse detener el rubio la tomó del rostro y acaparó sus labios, fue entonces cuando Hinata sintió su cuerpo al límite, empezó a temblar entre sus brazos, clavando sus uñas en su espalda. Naruto gruñó en su boca al sentir su orgasmo aproximarse, las paredes internas de ella se tensaron y succionaron su miembro, unas fuertes estocadas más y Hinata había explotado entre sus brazos, gimiendo vigorosamente y clavando aún más sus uñas.

Naruto se tensó y rápidamente salió de ella, dejándose vaciar sobre su cuerpo.

Hinata respiraba muy agitada, y él se pasó una mano sobre sus rubios cabellos, verla a ella en ese estado y con su semen sobre su cuerpo, había hecho que su excitación volviera.

Hinata cerró sus ojos, cayó en cuenta de lo que había hecho y algo en ella se quebró. Le había sido infiel a su esposo y no conforme, había sido con su amigo… su mejor amigo.

Naruto iba a tocar su rostro, cuando de pronto la vio contraerse.

– Sasuke-kun…

La sola mención del moreno aunque muy bajo fuera llegó hasta los oídos del rubio, quien pronto se separó confundido de ella.

Solo quiero que le des las gotas, quiero que cada vez que ella te vea sienta deseos por ti. – Había dicho el azabache. – No quiero que te acuestes con ella, solo quiero que ella te desee para que al final piense que le provocas algo y caiga rendida a tus pies.

Sasuke…

No soportaría el hecho de que ella pueda tenerte. – Finalizó el azabache mientras lo besaba.

Hinata se encontraba con muchas lágrimas en los ojos, mientras tapaba su rostro con ambas manos; Naruto se quedó sin saber qué hacer o decir ante lo que estaba pasando.

– P-Por favor… v-vete. – Pidió enojada y avergonzada consigo misma, tal parecía que había caído en su realidad, sin embargo Naruto sentía la necesidad de decir algo. ¡Vete! ¡Vete! – Gritaba histéricamente la ojiperla.

– Hinata…

– ¡Lárgate! ¡No quiero volver a verte nunca más! ¡Vete! ¡Vete! ¡Te odio! – Gritaba - ¡YO AMO A SASUKE! ¡COMO PUDISTE!

– ¡Te recuerdo que yo no te obligué a nada! – Exclamó muy exasperado aquel rubio.

Error, de alguna forma si la había obligado, de hecho era su culpa el que ella estuviera ahí como loca llorando y gritando, pero no todo era su culpa, sino también del imbécil al que ella tanto amaba. Varias punzadas golpearon su pecho, de momento se sentía el ser más patético que pudiera existir sobre la faz de la tierra.

Hinata lloró aún más derrotada, Naruto tenía razón, él no la había obligado a nada, ella era la que se le había entregado a él como una vil zorra necesitada, sentía que su mundo se desmoronaba poco a poco y su dignidad como mujer impecable yacía por los suelos, solo quería morirse. Si Sasuke se llegara a enterar del horror que ella había cometido con su mejor amigo, no se lo perdonaría nunca, ni a él ni a ella. Prefería morir mil veces antes de que Sasuke la dejara por su estupidez.

Continuará.

¡Muchas gracias por seguir este fic! También gracias por sus comentarios. ¡son lo máximo!

~ ¡Pronto les traeré continuación de este y otros fics! Gracias por leerme! :D