DECLARACIÓN:
Los personajes de Naruto no nos pertenecen son pertenecientes a Masashi Kishimoto.
He vuelto con nuevos capítulos disculpen la demora he tenido muchos problemas personales, pero voy a tratar de actualizar seguido.
Capítulo 8
Hinata.
Nos metemos en la autopista y Gara y el señor Namikaze retoman lo que parece ser una conversación muy profunda sobre el precio por metro cuadrado de un edificio de nueva construcción en Seattle. Kimberly me da un codazo e imita su parloteo con la mano.
—Estos hombres son un rollo —dice—. Oye, Gara me ha contado que el coche te está dando problemas.
—Sí, no sé qué le pasa —contesto tratando de quitarle importancia, lo cual me es más fácil gracias a la cálida sonrisa de Kimberly—. Ayer no arrancaba, así que he llamado a un mecánico, pero Naruto ya había hecho que vinieran a buscarlo. Sonríe.
—No se da por vencido. Suspiro.
—Eso parece. Ojalá me diera tiempo para procesarlo todo.
—¿Qué es lo que tienes que procesar? —pregunta.
Había olvidado que ella no sabe nada de la apuesta ni de mi humillación, y no quiero contárselo. Sólo sabe que Naruto y yo hemos roto.
—No sé, todo. Están pasando muchas cosas y todavía no tengo donde vivir. Siento que no se lo está tomando tan en serio como debería. Cree que puede hacer conmigo y con mi vida lo que quiera, que puede aparecer y disculparse y que se lo voy a perdonar todo, y las cosas no funcionan así, al menos ya no —resoplo.
—Bien por ti. Me alegro de que te hayas puesto en tu sitio —dice. Y yo me alegro de que no me pida detalles.
—Gracias, yo también.
Estoy muy orgullosa de mí misma por haberle plantado cara a Naruto y por no haber cedido, aunque también me siento fatal por lo que le dije ayer. Sé que se lo tenía merecido, pero no puedo evitar pensar: «¿Y si de verdad le importo tanto como dice?». No obstante, aunque en el fondo sea así, no creo que con eso baste para garantizar que no volverá a hacerme daño.
Porque ésa es su costumbre: hacerle daño a la gente. Kimberly entonces cambia de tema y añade entusiasmada:
—Deberíamos salir esta noche después de la última charla. El domingo esos dos estarán reunidos toda la mañana y podremos ir de compras. Podemos salir esta noche y el sábado, ¿qué te parece?
—Y ¿adónde vamos a ir? —Me echo a reír—. Sólo tengo dieciocho años.
—Da igual. Minato conoce a mucha gente en Seattle. Si vas con él, entrarás en todas partes.
Me encanta cómo se le ilumina la cara cuando habla del señor Namikaze, y eso que lo tiene sentado al lado.
—Muy bien —digo—. Nunca he «salido». He estado en unas cuantas fiestas de la fraternidad, pero nunca he pisado un club ni nada parecido.
—Te lo pasarás bien, no te preocupes —me asegura—. Y tienes que ponerte ese vestido —añade con una carcajada.
Naruto.
«Estarás solo toda tu vida y por eso me das pena. Yo seguiré adelante, encontraré un buen hombre que me trate como tú deberías haberlo hecho y nos casaremos y tendremos hijos. Yo seré feliz.»
Las palabras de Hinata resuenan en mi cabeza sin cesar. Sé que tiene razón, pero desearía que no fuera así. Nunca me había importado estar solo hasta ahora. Ahora sé lo que me estaba perdiendo.
—¿Te apuntas? —La voz de Orochimaru me saca de mis sombríos pensamientos.
—¿Cómo dices? —pregunto. Casi me olvido de que estoy conduciendo. Pone los ojos en blanco y le da una calada al canuto.
—Vamos a ir a casa de Sasuke, ¿te apuntas? Gruño.
—No sé...
—¿Por qué no? Tienes que dejar de ser tan nena za. Vas llorando por los rincones como un bebé. Le lanzo una mirada asesina. Si hubiera podido pegar ojo anoche, lo estrangularía.
—No es verdad —digo lentamente.
—Hermano, no haces otra cosa. Lo que necesitas es cogerte un buen pedo y echar un polvo esta noche. Seguro que estará lleno de chicas fáciles.
—No necesito echar un polvo. —Yo sólo la deseo a ella.
—Venga, vamos a casa de Sasuke. Si no te apetece coger, al menos tómate unas cuantas cervezas —insiste.
—¿No te cansas de hacer siempre lo mismo? —le pregunto, y él me mira como si tuviera monos en la cara.
—¿Qué?
—Ya sabes, ¿no se te hace aburrido ir de fiesta y liarte con una distinta cada noche?
—Madre mía, ¡estás peor de lo que imaginaba! ¡Te ha dado fuerte, colega!
—No es eso. Sólo es que estoy harto de hacer siempre lo mismo.
No sabe lo agradable que es meterse en la cama y hacer reír a Hinna. No sabe lo divertido que es oírla hablar sin parar de sus novelas favoritas, que me pegue cuando intento meterle mano. Le da mil vueltas a cualquier fiesta.
—Te ha dejado hecho mierda. Menuda mierda. —Se echa a reír.
—No es verdad —miento.
—Ya, claro... —Tira lo que queda del cigarro por la ventanilla—. Está soltera,
¿no? —inquiere, y cuando me ve apretando el volante se parte de la risa—. Sólo te
estoy tomando el pelo, Uzumaki. Quería ver si te enfadabas.
—Que te jodan —mascullo y, para demostrar que se equivoca, giro hacia casa de Sasuke.
Hasta aquí el capitulo espero les guste
¿Déjenme sus comentarios debería Hinata perdonar a Naruto?
