Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
~¿Amenaza?~
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Cualquiera sabía que era una tontería y una osadía acercarse tanto a una de esas criaturas que habitaban en ese tétrico bosque, pero para Kohaku no hubo opción alguna. Permitirse acercarse tanto a un Lobo, especialmente a este tan peculiar espécimen era parte de su trabajo.
Ella tenía que exterminarlo.
O al menos esa fue la misión asignada en un principio por Xeno, Wingfield fue tajante y específico con sus instrucciones: "No importa la forma ni el método que uses, lo quiero muerto."
Esas palabras resonaron una vez más en la mente de la cazadora, no había lugar para errores y fallos de algún tipo. Eso fue lo que se dijo al principio, ahora, sin embargo, aquellas palabras parecían tan lejanas y vacías.
Ese hombre le había mentido y esta criatura era la prueba contundente de ese engaño. Kohaku se sintió tan estúpida por dejarse deslumbrar por el dinero y el discurso barato de aquel embustero.
¿Qué hubiera sucedido si ella jamás se enterara de la verdad? Estuvo a punto de matar a Senku en más de una ocasión, lo acorraló en cada oportunidad que tuvo y fue incluso vergonzoso admitir que alcanzó a herirlo (no de gravedad, si puede agradecer) más de una vez.
No quería ni imaginar.
Pero eso era el pasado, uno al que no podía siquiera mirar sin sentir culpa. Todo lo que importaba es que él seguía con vida y de ahora en adelante ella lo protegería e incluso daría la vida por él.
Ella lo amaba… amaba a ese molesto Lobo.
No pudo evitarlo; Senku la atrajo como un imán, cautivándola con sus enigmáticos e intrigantes ojos carmín, ese peculiar y lacio cabello albino con puntas verdosas, con las arrogantes y astutas sonrisas de medio lado, pero sobre todo, con esa increíble inteligencia y determinación que lo caracterizaban.
Kohaku estaba perdida en su presencia.
Entonces él se aprovechó de eso, ella apenas fue consciente de lo peligroso que Senku podría llegar a ser cuando la atrapó contra uno de los viejos y moribundos árboles del bosque en esa fría y solitaria noche mientras hacían el amor.
Senku la miró con avidez, deteniendo repentinamente sus embestidas pero permaneciendo en el cálido interior de la chica. Sus sensibles oídos captaron el ligero y casi imperceptible gruñido de molestia en Kohaku.
—¿Todavía confías en mí, Leona? —él medio siseó con una voz profunda y amenazadora, se apartó un poco para poder ver la expresión en su rostro pero sólo lo suficiente pues su cálido aliento le rozó la mejilla a Kohaku—. ¿Piensas que no puedo hacerte daño?
La respuesta a la pregunta en sí fue sencilla, sin englobar una cuestión de fuerza física, pues él a pesar de ser un licántropo carecía de esa virtuosa característica. Quizá si tuviera una manada como tal, Senku sería el eslabón más débil.
Sin embargo él aún tenía la capacidad de dañarla si así se lo proponía.
Kohaku endureció su mirada para encontrarse con la de Senku.
—Yo sé que no quieres. —atajó ella sin apartar sus ojos aguamarina de él.
"Querer" y "Poder" eran dos conceptos muy diferentes. Él quizá no podía, pero incluso en esa condición se dibujaba una delgada línea en el "querer".
Senku se rió sombríamente al interpretar con éxito sus palabras.
—Eso es incluso muy arrogante de tu parte Kohaku, asumir algo tan a la ligera es bastante ilógico —a pesar de sus palabras, le sonrió ampliamente, mostrando sus afilados colmillos—. La cuestión aquí es ¿Qué tan segura estás de lo que dices? O ¿En qué te basas para asumir eso? Intentaste asesinarme en más de una ocasión en el pasado ¿No crees que podría estar intentando bajar tu guardia para hacer lo mismo contigo?
—Sé que no lo harás, porque no tienes la capacidad ni la intención de lastimarme… —Kohaku respondió con firmeza, incapaz de romper el contacto visual con esos ojos carmín que la miraron con ligera incredulidad.
Los labios de Senku se torcieron en una sonrisa de medio lado mientras se inclinaba nuevamente sobre Kohaku, recordándole que de hecho él era sólo un poco más alto que ella. El lobo puso una mano sobre el delicado y desnudo hombro de la cazadora y deslizó la otra (la que tenía y acariciaba una de las pierna que lo mantenían envuelto y aún dentro de ella) hacia su cadera, apoyándola aún más contra el árbol detrás de su espalda para hundirse profundamente en su interior.
El audible jadeo de Kohaku fue música para sus oídos, ella correspondió entonces aprisionándolo aún más si es que eso era posible.
—Estás dándome demasiado crédito Kohaku, podría lastimarte en cualquier momento si de verdad lo quisiera —siseó. La seca corteza del viejo y marchito árbol se agrietó cuando Senku clavó sus afiladas garras sobre éste ante el inmenso placer e irritación que estaba sintiendo, estremeciendo a Kohaku en el proceso—. Eres una tonta por confiar siquiera en mí, Cazadora.
El tono de su voz cambió y eso descolocó a Kohaku por una fracción de segundo. ¿Qué estaba diciendo? ¿Por qué Senku se comportaba así? Él se veía diferente y ella atribuyó aquello quizá a su próxima transformación con la salida de la Luna llena a sólo un par de días.
Esa voz ronca bromeando juguetonamente con ella se había esfumado y fue reemplazada por un tono tan sensual y peligroso.
—¿Qué demonios te pasa Senku? —la voz de Kohaku vaciló levemente—. ¿Qué pretendes con todo esto? Te conozco y sé que algo está…
—No conoces una mierda de mí Kohaku, sólo eres una simple humana, tengo tres mil setecientos años y tú apenas diecinueve… eres demasiado ingenua e ignorante para tu propio bien. —gruñó de repente Senku con una mirada estrecha hacia ella.
¿Qué? ¿Cómo se atrevía él? Kohaku estuvo a punto de reprochar e impactar la palma de su mano en la mejilla de Senku pero se detuvo, no por la expectativa de peligro alguno sino por lo que los ojos de esta criatura dejaron entrever.
Entonces ella entendió.
Levantó la mano lentamente y la llevó a una de sus mejillas para acariciarla, Kohaku pudo ver la sorpresa en su mirada y en sus facciones, rompiendo así esa máscara de amenaza. Entonces él gruñó por dicha acción, abriendo la boca y enseñándole los afilados colmillos para retomar esa postura de amenaza, pero aquello no sirvió y Kohaku acalló sus gruñidos al llevar el dedo índice a sus labios.
—Deja el drama, idiota. Lo que sea que estés intentando déjalo ya Senku, confío en ti sin importar qué. No eres el monstruo que Xeno me hizo creer y definitivamente no me apartaré de ti… te amo, pequeña escoria.
Senku parpadeó hacia ella y luego suspiró con resignación y cansancio, cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia el cuello de la humana para hundir el rostro en aquél cálido espacio.
—Es la cosa más ilógica que puedes llegar a hacer, Leona —respiró hondo antes de volver a hablar—. Esto no tiene futuro, Kohaku.
A pesar de sus negativas palabras, Senku olfateó la piel de Kohaku y esparció húmedos besos en esa zona. Un audible gemido escapó de los labios de ella al tiempo que se aferraba nuevamente al lobo, rasgando la piel de la espalda de éste cuando él comenzó nuevamente con sus embestidas. Kohaku no podía entender del todo la naturaleza de Senku, él simplemente le había dicho que su olor jugaba un papel importante en la atracción que sentía por ella.
Y fue lo mismo con Kohaku, desde el momento en el que Senku la había reclamado como suya y marcado como su pareja. Ese peculiar aroma en él fue suficiente para desencadenar la lujuria y la necesidad en ella, aún más en sus épocas de celo cuando el instinto regía completamente su actuar.
—Ya te dije… no me vas a alejar de ti… Senku… —Kohaku jadeó, dejándose llevar después por el placer de su orgasmo, sintiendo cómo él se derramaba en su interior.
Senku gruñó audiblemente mientras se dejaba caer sobre ella, totalmente exhausto debido a la intensidad de su orgasmo. Ambos permanecieron en silencio tratando de controlar su errática respiración pero disfrutando aún la sensación de su unión. Kohaku acarició con cariño la espalda de Senku y plantó un prolongado y húmedo beso en su hombro, un silencioso agradecimiento por el placer que le había brindado.
Él se apartó de ella entonces, cortando así la deliciosa sensación de la cálida y húmeda lengua de Kohaku en su piel. Abrió los ojos y la miró intensamente.
—Soy inmortal Kohaku, no importa cuánto me importes, tú sigues siendo mortal… morirás y yo… —Senku dejó la frase en el aire esperando que ella entendiera lo que quería decir.
—Encontraremos una manera de romper la maldición que Xeno puso sobre ti, como tu compañera haré hasta lo imposible por lograrlo. —prometió, no sólo a él sino a sí misma.
Kohaku ya sabía cómo, Senku necesitaba la cura de esa maldición a la que Xeno lo condenó hacía tres mil setecientos años atrás. Ese vampiro era la clave en todo esto y ella se encargaría de obtener ese suero para Senku a como diera lugar.
Ella lo amaba… y haría cualquier cosa por él.
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Fin.
No sé de dónde salió esto pero weno fue divertido escribirlo XD muy ambigüo también :3 estoy calentando para el especial de Halloween 7u7
jajajaja en fin, espero fuese de su agrado y si pueden dejenme saberlo con sus comentarios, eso ayuda un montón n.n
Hasta la próxima!
