¡Holaaa! Publicó aunque Lu-Sun no quiera y diga que no quiere leer pero a bueno si cierto si quiere leer. Se le quiere y que regaños das, ese el tipo de amor que esperaba. También besos a Kaoru-sakura ya pásate por el server hermosa se te extraña.

Capítulo 12: A prueba y error.

Tenía horas observándola entre las tinieblas de la noche, adiestrando sus pupilas a memorizarse cada milímetro del cuerpo de la fémina. Desde los pliegues de la fina sábana que la envolvía, como su piel que estaba expuesta al aire. En la frente del demonio se había acumulado una delgada capa de sudor y constantemente se mordía su pulgar para entretener sus dientes con algo. Sin tener que esforzarse escuchaba el sereno latir del corazón de su víctima. Quien iba a pensar que tan solo unas horas antes, ese órgano estaba latiendo con pavor cuando se encontraba encima de su presa. Pero ahora, como si se estuviera mofando de él, aquella dama dormía plácidamente enfrente suyo. Tragó saliva. Normalmente cuando sus necesidades se hacían presentes, él simplemente los tomaba a la hora que quisiera y de la forma que deseara. Desvaneciendo de esa manera su urgencia con las muertes de su presa. Sin embargo su hambre no había dejado de pincharle el estómago y la sangre del ciclo de la rubia seguía incitándolo. El Nara remojó sus labios. Cautelosamente fue acercándosele. Era evidente que de intentar algo volvería a ser castigado, pero le era imposible contenerse más. Tomó asiento en la orilla de la cama tratando de hacer que su peso fuera imperceptible sobre esta y sus ojos se trasladaron fugazmente a las partes del cuerpo de la chica que estaban expuestas a la vista. Tal como su rostro y sus brazos. Sus pensamientos lo obligaron a mover su mano hacia la muñeca de la rubia, colocando dos dedos sobre su suave piel para sentir su pulso con ellos. Una cosa era escucharlo a la distancia, pero sentirlo... le era tan placentero que tuvo que atorar un suspiro de alivio en su garganta. Estaba tan familiarizado con el ritmo calmado de su corazón, que percibió el momento justo cuando este aceleró su pulso informándole que la rubia iba a despertar de golpe. Por lo que decidió retirar su mano de su muñeca. Tal como lo presintió, Temari inhaló violentamente aire y se apartó como pudo de él hasta bajarse de su cama sin importarle que siguiera un tanto somnolienta. A consecuencia de despertarla de un susto, la marca del pacto sancionó al muchacho de la coleta quemando brevemente su antebrazo.

— ¡¿Qué jodidos haces?! —Gritó alterada la de orbes aqua.

El Nara continúo dándole la espalda sin moverse donde estaba sentado en lo que se sostenía su brazo afectado.

— Calmando mi inquietud. —Pronunció casi en regañadientes.

Temari colocó su mano sobre su pecho ayudándose a guardar la calma, pero las palabras de ese sujeto solo aumentaron su rabia.

— Después de hacerme mierda mi vida, es justo que sufras.

— ¿Qué te parece un intercambio? —Pronunció al mismo tiempo que giró su cuerpo para verla directamente.

— ¿Qué? —Escupió con incredulidad.

— Podríamos hacer un trato temporal. Es un hecho los términos del pacto original son irrevocables, pero puedes añadir una condición por un corto periodo de tiempo. Solo bastaría con que ambas partes estén de acuerdo y sellar el trato dándonos la mano —su respuesta hizo que la rubia hundiera pronunciadamente sus cejas al no ser capaz de entender si estaba soñando o realmente su atormentador estaba negociando con ella. El Nara se levantó de la cama y caminó lentamente hacia ella—. La parte interesada tiene que proponer el objetivo, la otra parte expone su recompensa y definir el periodo de tiempo en que se piensa utilizar este pequeño intercambio. En mi caso podría ofrecerte tranquilidad si me dejas sentir tu pulso una vez al día, a cambio obtendrías que me comporte como desees durante tu ciclo. Así de sencillo, así que —se detuvo delante de ella y extendió su mano — ¿tenemos un trato?

Sin moverse ni un solo centímetro, la rubia fijo su mirada a la silueta de su agresor que apenas podía deslumbrar en esa intensa oscuridad y lo desprecio con ella. Entonces aflojó su quijada, solo para pronunciar a regañadientes.

— ¡¿Es enserio?! Hace unos segundos estabas acechándome y ¿Ahora quieres negociarlo? Pues ¿sabes qué? Prefiero que te sigas retorciéndote en tu agonía antes de que me vuelvas a tocar.

Shikamaru torció una sonrisa pues creyó que era tanta la desesperación de su víctima que accedería a cualquier "tregua" que pudiera ofrecerle. En cambio, dicha inofensiva criatura hizo que él terminara viéndose de esa manera. Mantuvo su mirada fija en el vacío por unos breves segundos y asintió en silencio.

— Te vas a arrepentir.

Decretó casi en voz baja antes de apartarse de su espacio. Temari exhaló desafiante.

— Adelante. ¡Serás apuñalado tan pronto me toques! —Dijo como si lo estuviera desafiando.

...

En sus sueños podía escuchar pequeñas gotas de agua cayendo y haciendo eco. Acomodándose en su cama se cuestionó si estaba lloviendo. Esa era una idea que le resultaba bastante reconfortante, pero poco a poco fue reconociendo ese particular sonido a la distancia. Eso sonaba... como si fuera... Rápidamente se levantó, giró su rostro a donde estaba ubicado su baño y comprobó que efectivamente el ruido emanaba de ahí, pues la puerta estaba ligeramente abierta. Quitándose de encima sus colchas, salió disparada hacia el baño y al empujar la puerta encontró una densa cortina de vapor, y una figura que estaba recostada dentro de la tina de su baño. La escena parecía como si el sujeto se hubiera caído sin querer dentro de su bañera. La regadera estaba encendida, empapando la cadera y el torso desnudo del Nara, quien solo traía sus pantalones puestos. Sus piernas estaban colgando del costado izquierdo de la bañera y sus brazos estaban descansando en el borde derecho de esta.

— ¡¿Qué carajos haces?! —Corrió para cerrar la perilla de agua caliente, pero esta estaba completamente cerrada. Se tomó un segundo para cuestionarse de donde había salido el vapor entonces, luego cerró la otra provocando un molesto chirrido del metal con esta acción—. ¡¿Cuánto llevas aquí?!

Cuando la piel de Shikamaru dejó de sentir el golpeteo del agua, fue reaccionando como si recién se estuviera despertando y le hubieran echado las luces hacia sus ojos. Algo adormilado procedió a retirarse el agua de su rostro con sus manos y regresó a su posición original echando su cabeza hacia atrás.

— Deja ser, mujer. —Se quejó el perezoso de voz rasposa.

— ¿Y qué te gastes mi agua de esa manera? — dio un par de pasos hacia atrás —. No señor, por si no lo recuerdas no estas aportando económicamente a este departamento. Así que no puedes usar mis servicios a tu antojo.

— Era esto —giró las palmas de sus manos hacia arriba— o volverme a lanzar sobre ti mientras dormías —la rubia se quedó callada y el muchacho suspiró relajando nuevamente su postura—. De nada.

— ¡No me estas ayudando! ¡Vete de aquí! —Le señaló la puerta— que necesito arreglarme para ir a clases.

La manera en cómo las pupilas del demonio se prendieron de ella, le delató que estaba fastidiado. Sin decir ni una sola palabra, utilizó sus brazos para ayudarse a reincorporarse. Poniendo a trabajar a los evidentes músculos de su torso que, de no pertenecerle a un despiadado homicida, podrían despertar el interés de cualquier chica. El demonio logró ponerse de pie, posicionándose de frente a la rubia, con el mentón ligeramente elevado y mirándola con desdén. Pesadas gotas de agua se deslizaban por los trabajados músculos del hombre hasta el borde de su pantalón, el cual también estaba empapado de la rodilla hasta su cadera. Apenas dio un paso hacia la puerta para retirarse, cuando la de orbes aqua lo detuvo con su brazo.

— ¡Hey! Ni pienses que vas a salir así. ¡Vas a mojar todo mi cuarto! ¿Te molestaría tener la decencia de usar una toalla al menos? —Shikamaru miró por el rabillo del ojo el objeto que recién mencionó, analizó el propósito de dicho objeto y luego regresó su vista hacia la universitaria. Transcurrieron unos segundos hasta que el demonio elevara una de las comisuras de su boca y meneara ligeramente la cabeza. Entonces llevó sus manos hacia el borde de su pantalón donde se abrochaba el botón. Inmediatamente la Sabaku conectó los puntos, cubrió su vista con la palma de su mano y giró su cuerpo hacia otra dirección—. Por dios ¡No! —Todavía cubriendo su visión, se escabulló para tomar una toalla de un mueble de su baño— ¡Olvídalo! Me arreglare en el otro baño. Si haces un desastre en mi habitación, te prometo que lo lamentaras. —Amenazó antes de azotar la puerta del baño.

Había incomodado lo suficiente a Temari para que lo dejara en paz, pero eso le comenzó a generar ideas en su mente. Era claro que por la fuerza no iba poder tomar lo que quería, entonces tendría que ser... por conveniencia.

...

Después de su refrescante baño, la universitaria estaba cepillando su cabello con coraje por lo impertinente que le resultaba aquel intruso. En verdad se esmeraba por sacarla de quicio. Decidió conservar la calma y seguir con su día. Ingresó a su coche y condujo hasta su universidad. Andaba por su usual ruta hacia su salón de clases, apresurando su paso por que se le estaba haciendo tarde. Hasta que alguien la tomó del brazo y la jaló hacia atrás deteniéndola bruscamente. Antes de que la chica pudiera reaccionar, algo pesado cayó sobre donde debería estar pasando si no la hubieran detenido. Generando un gran estruendo con el impacto contra el pavimento y regando fragmentos metálicos por doquier. La rubia contempló detenidamente lo que parecía ser una parte de un aire acondicionado antiguo echó pedazos a escasos centímetros de sus pies. Después giró su rostro para identificar a la persona que recién la había salvado. Cosa que le resultó bastante amargo. Le arrancó su brazo de su agarre, arrugó su nariz y continúo con su trayecto. "Imbécil" pensó negando con la cabeza. Sabía que no había sido de casualidad y tenía razón.

Dejó atrás a su salvador quien era nada menos que su propia sombra, el cual seguía probando hasta qué punto su pacto la protegía en caso de que él mismo hubiera creando una pequeña eventualidad. Tenía memorizado el camino de la universitaria. Cuando se le hacía tarde, siempre caminaba por detrás de uno de los edificios de la universidad que tenía un montón de equipos de aire acondicionado colgando de ese lado. Entonces, el Nara puso en marcha su plan al aflojar algunos tornillos de uno y dobló ligeramente su soporte para que se deslizara lentamente hacia abajo. Todo lo tenía calculado, tanto la velocidad de sus pasos, lo que tardaría en caer y el momento preciso en que el pesado metal viejo caería sobre la cabeza de su víctima. Un plan perfecto. Si tan solo su pacto no hubiera identificado que era un escenario creado por él donde terminaría matándola. Provocando que metros antes de que se acercara al punto fatal, su marca comenzara a arderle. Obligándolo a regañadientes a interferir nuevamente en su trágico propósito, salvándola del mismo. Así que no solo ella le hervía la sangre, si no él también estaba molesto por que su intención no funcionó.

Temari entró al salón arrojando su mochila sobre su escritorio y se dejó caer en su silla. Se cubrió su rostro con sus manos y se frotó con estrés. ¿Por qué decidió ponerse activo a inició de su semana? ¿Era mucho pedir que dejara de intentar asesinarla o lastimarla cualquier otro momento que no fuera un lunes? Abrió sus dedos para ver entre ellos y suspiró, pero luego se percató que la morena la veía con una ceja alzada.

— ¿Buenos días? —Soltó al darse cuenta que ya había notado su presencia.

— ¿Te gustaría un café? —la rubia bajo sus brazos para cruzarlos sobre la mesa y recargó todo su peso sobre sus codos—. Te invitó uno si tú lo pides.

Karui abrió la boca como si fuera a protestarle, pero al final alzó las cejas reconsiderando su propuesta, luego tomó su celular y seleccionó una app de entregas para pedir su café favorito. Mientras que la Sabaku volvió a sostener con una de sus manos su cabeza.

— ¿Qué sucede aquí? —Tomó asiento la Uzumaki en lo que colocaba su bolso sobre su escritorio, con una mirada sospechosa y la boca torcida—. Te ves cómo alguien que sufre resaca por salir de fiesta y más por no invitarnos.

— ¡Hey aprovecha! —La interrumpió la otra pelirroja—. ¡Temari dice que nos va a invitar los cafés!

Tras consultar la veracidad de sus palabras con la de orbes aqua, quien solo asintió, Karin ladeo la cabeza.

— El mío con leche deslactosada, gracias.

Con ayuda de su pie empujo la pesada tapa de una coladera como si se tratara de un simple cartón. Acomodándola de cierto modo que pareciera que estaba bien, pero si alguien llegara a pisarlo podría salir gravemente herido al caer en este. Después de su fechoría, se retiró unos metros para sentarse en una jardinera del campus. Creo otra casualidad ya que la primera había fracasado. En esta ocasión no necesariamente era para la rubia en específico. Aunque sabía que en ocasiones, Temari pasaba por ahí para ir a la dirección y entregar su reporte de servicio social. Su atención se dirigió a su derecha, porque de unas escaleras estaba descendiendo una mujer de su interés, la cual iba distraída por estar buscando su celular en su mochila mientras andaba. Poco a poco avanzaba en la trayectoria que el Nara deseaba. Aunque otra vez su marca se hizo visible en su brazo. "No puede ser", rodó la mirada el chico de la coleta. Se levantó odiándose a sí mismo, volvió a dirigirse hacia la tapa del drenaje y con el pie volvió a acomodarlo para que fuera seguro pisarlo. Metió sus manos de mala gana en sus bolsillos y bajo la cabeza. No tardó mucho para que la chica notara su presencia, lo linchara con la mirada y rodeara la actual posición del demonio sin saber que la estaba salvando nuevamente de un trágico destino.

Los planes del Nara tenían que tomar un rumbo diferente. Le fue demostrado un centenar de veces que un asesinato o una probable causa de muerte accidental no iba a ocurrir si quien lo tramaba era él, pues inmediatamente su marca le causaba dolor y lo empujaba a salvar a aquella persona que quería afectar. Se estaba hartando que su propio instinto asesino estaba orillándolo a crear oportunidades constantemente, al ser motivado por el periodo de su víctima, para que después fuera castigado con cada intento fallido. Debía dar un paso hacia atrás y analizar mejor el panorama. Dañar la integridad de la chica lo lastimaba, mucho más si pensaba atacar a alguien que ella quería. Hasta que recordó que tocarla era la opción que menos le afectaba solo tenía que quitar el factor de no asustarla en el acto. Eso no necesariamente la dañaba, únicamente se enfadaba y oponía distancia. De momento eso sonaba como la mejor opción que podría tomar hasta el momento.

Al día siguiente, el demonio subió al segundo piso de uno de los edificios de la universidad, pero al subir las escaleras se encontró con un par de ojos aperlados que se sorprendieron al verlo que casi chocaba con ella. El sujeto la esquivo sin problema y giró para caminar hacia atrás sin perder de vista a la Hyuga.

— ¡Oh! Una disculpa... er —hizo un gesto con el rostro como si estuviera buscando algo en su memoria y meneo su dedo índice sin dejar de avanzar hacia su objetivo —. Hinata, ¿cierto?

— Si. ¿Todo bien? —Frunció el ceño ligeramente.

— Si. Es que necesito ver a un profesor —mintió y luego escuchó la campana que les anunciaba a los alumnos que tenían que cambiar de clase—. Ya vuelvo.

Volvió a dar media vuelta, midió sus pasos antes de llegar a la esquina del pasillo y aguardó un par de segundos antes de dar un paso hacia al frente. Hasta que alguien choco abruptamente contra él al no ver por dónde iba.

— Perdona. —Dijo el Nara al mismo tiempo que la sujetó del brazo para ayudarla a recuperar el equilibrio.

La chica apenas iba a rodar una disculpa de su lengua, pero se detuvo al identificar con quien había chocado. Apretó los labios, lo linchó con la mirada y se apartó de él para dirigirse a otro lado. Shikamaru la dejo ir y miró con orgullo su antebrazo. Sin marca ni dolor, y todavía lograba conseguir un microsegundo de alivio ante su encarnada necesidad. El muchacho siguió creando pequeños roces espontáneos. Solo tenía que saber dónde se encontraba la universitaria para únicamente interponerse "desinteresadamente" en su camino y lograba tocarla aunque sea un segundo. Después de tres encuentros, el demonio se dio cuenta de la presencia del arcángel que lo estaba vigilando de lejos. Inteligentemente estaba evadiendo sus posibles contra ataques, escudándose en sus inocentes accidentes, pues eran realmente inofensivos y no ponían en riesgo a Temari. Kakashi tuvo que limitarse a desaprobar lo que su hermano estaba tramando y aguardar cuando un verdadero peligro se presentara.

Una tarde antes les informaron a todos los estudiantes que en la ciudad se iba a presentar una importante conferencia de uno de sus egresados. Motivándolos a asistir prometiéndoles que les perdonarían si faltaban a clases por esa razón. El evento tomaría lugar en el centro de la ciudad y el único inconveniente era que iba a ser justamente a la hora pico. En caso de que los estudiantes quisieran asistir tenían que tomar una decisión: Ir en su propio coche y atorarse cuarenta minutos en el tráfico para llegar, sin mencionar las vueltas que tendrían que dar para encontrar estacionamiento o simplemente tomar el tren ligero que los llevaría en quince minutos y evitarse esos problemas. Por lo que las estaciones del tren se inundaron de una mezcla de voces juveniles y animadas, colmada de chistes locales entre ciertos grupos, seguido por risas, mientras otras voces se volvieron murmullos para compartir secretos en medio de la multitud y una que otra persona eran meramente profesionales que solo deseaban llegar a casa. Como lo esperaban el tren llegó y tras abrirse las puertas todos ingresaron en el mejor orden posible, aunque no faltaron los oportunistas que querían robarse los mejores lugares.

La Sabaku iba a entrar junto a su grupo de amigas, pero debido a la marea de personas que querían ingresar al mismo tiempo que ellas terminaron separándose ante el caos. Desde su posición comenzó a buscar con la mirada a sus amigas, las cuales encontró en pequeños grupos de dos y separadas entre sí. En cambio ella estaba sola y rodeada de varios estudiantes que eran un año mayor que ella. Suspiró hacia sus adentros. Se acomodó en una esquina, que a su lado derecho había un barandal que la separaba del área de asientos, detrás de ella estaba un muro y a su lado izquierdo estaban las puertas inactivas del transporte. De su mochila sacó su celular, se colocó solo un auricular para que pudiera escuchar cuando anunciaran los nombres de las estaciones y estar atenta cuando debía de bajar. Así el tren se puso en marcha. Las joviales voces de los estudiantes se hacían notar entre los ligeros chirridos que provenían de las vías del tren. Tardaron un par de minutos en llegar a la siguiente estación. El tren estaba lleno, pero aun así permitió que un gran grupo de personas lo abordara compactando el espacio libre que todavía había entre los pasajeros. La de orbes aqua se dio cuenta de esto, pues el sujeto que le estaba dando la espalda se hizo más hacia atrás reduciendo su espacio personal. Ella solo le echó un vistazo desatenta para luego regresarlo a la pantalla de su celular. Hasta que ese individuo dio media vuelta y se puso de frente hacia ella mientras se sostenía de un tuvo que estaba empotrado del techo.

— Hola —su voz que entonó como una melodía alegre hizo que se quedara mirando al vacío petrificada—. Qué casualidad encontrarnos aquí.

Después de rodar la mirada, la universitaria murmuró en voz baja: "Carajo".

— No es casualidad —masculló pretendiendo que estaba más interesada en su teléfono que cualquier otra cosa—. Te la pasas siguiéndome a todas partes.

— No sé dé que hablas. Yo voy a la conferencia. Escuche que con tan solo ir llena la mitad de horas para nuestro servicio social.

— No necesitas eso realmente así que lárgate.

— Me gustaría hacerlo. Aunque no se si lo has notado, —tronó la boca mirando a su alrededor— no hay mucho lugar donde hacerse.

— Esfuérzate un poco quieres. No tengo humor para lidiar contigo.

Se volvieron a cerrar las puertas, y su transporte se puso en movimiento. Temari bajó su teléfono en lo que divagaba con la mirada a su alrededor para no tener que ver de frente a aquel molesto ser. Hasta que una pelirroja cabellera le llamó la atención. Desvió la mirada en un santiamén. Era Sasori. Si él estaba a plena vista para ella, ella también lo estaba para él, sin mencionar el causante de que todo terminara entre ellos en cuestión de segundos estaba parado justo delante de ella. Bueno, si la escoria no quería moverse, entonces debía de tomar la iniciativa. La rubia dio señales de querer abandonar su actual posición, hasta que su sombra interpuso su brazo contra el muro donde estaba recargada. Volviéndola a acorralar en su esquina. La Sabaku le respondió con una mirada desafiante. Llegaron a otra estación, las puertas volvieron a abrirse permitiendo que más personas ingresaran y solo unas pocas bajaran. El Nara sintió como lo empujaban de la espalda. Para acomodarse mejor, apoyó su codo por encima de la cabeza de la chica de las cuatro coletas. Luego la miró con un gesto juguetón y ladeó su cabeza. Fuera de contexto, cualquiera que volteara a ver al par creerían que el muchacho le estaba coqueteando.

— Que desafortunado. Creo que no hay a donde moverse ahora.

— Bueno —su tono de voz enmarcó su enojo—. Si te desaparecieras habría más espacio.

— Sería raro que estuvieras hablando con alguien y de la nada desapareció. Digo la única que van a tachar de loca eres tú. A parte este lugar está lleno de pervertidos oportunistas —pronunció seguro de que todos estaban distraídos y no estaban atentos a su charla—. Escucha más detenidamente a tu alrededor, ¿estas segura que quieres que haga eso? —Como si lo hubiera planeado, no tan lejos de su ubicación, la universitaria percibió claramente como una chica exclamó: "¡Hey! ¡Cuida esas manos!" Incluso el movimiento entre los pasajeros aumentó porque inmediatamente se pusieron alerta al buscar al causante de esa acusación. El demonio continuó—. Desconoces las intenciones de la mayoría de estas personas. En cambio las mías, solo tienes que mirar mi antebrazo —señaló con su mirada su extremidad—. Mientras mi marca no aparezca no tengo intensiones de lastimarte.

— Cuida lo que haces, si no quieres que Kakashi te apuñale. —Entonó la rubia no solo como advertencia, sino que también como aliento de que estaba segura ante su presencia.

Shikamaru trazó una sonrisa ladeada. Algo que destanteo un poco a la de orbes aqua.

— Aparecerse de la nada en un lugar infestado de mortales solo para atacarme enfrente de todos —arrugó su nariz—. No creo que sea una buena idea. Me está observando, pero le es imposible actuar ahora. Por tres razones: Uno; las cosas de por sí ya están calientes aquí por sí mismas —tras finalizar su frase, los empujones fueron en aumento pues al parecer habían identificado quien había tocado a la chica dando lugar a una riña—. Dos; a consecuencia de eso estas personas están listas para abalanzarse sobre él por atacar un "inocente". Y tres; rompería una de sus reglas doradas, pues todos se percatarían que no estaba aquí antes y notarían lo sobrenatural que fue eso.

En el fondo se continuaba escuchando la riña, las palabras altisonantes que estaba pronunciando el supuesto novio de la chica agredida contra aquel pervertido que continuaba negando que hubiera hecho tremenda osadia.

— ¿En serio planeaste todo esto para acercarte? —Cuestionó frunciendo el ceño la rubia.

— Esa es la mejor parte —sonrió ampliamente el muchacho—. No planee absolutamente nada de esto, solo vi la oportunidad y la tome.

La pelea detrás del demonio explotó. Los empujones se volvieron golpes, las pláticas se volvieron gritos. La presión que hacían los demás para apartarse de la pelea disminuyo el escaso espacio libre que tenían los ocupantes del tren. Incluyendo el de Temari y Shikamaru, quien se encontraba bastante tranquilo ante la tempestad y no le apartaba la vista de encima a ella.

— Se está acabando el espacio. —Le informó sin poder dejar de sonreír.

— Estas enfermo. —La rubia colocó sus manos en el pecho de su agresor para conservar la poca distancia que ahora tenían.

— Disculpa —hizo una mueca como si lo hubiera ofendido y la tomó de la muñeca— me estoy tomando mi nuevo papel de "protegerte" muy enserio. A diferencia de los demás, estas viajando muy cómoda gracias a mí.

— No llamaría esto comodidad. —Aunque intentara apartarse ya no podía moverse a ningún lado.

— Me están empujando hacia ti, princesa o ¿prefieres que ellos te aplasten hacia mi? A mí me da igual, pues ya sabes. El orden de los factores no alteran el producto. El cual es tocarte y créeme me estoy conteniendo.

— Para mí te estas excediendo.

— Tu decide, irónicamente estas más segura delante de mí que detrás mío.

Durante su trayecto iban atravesando por un túnel, debido a la pelea a golpes que se estaba llevando a cabo, uno de los pasajeros se acercó a una de las palancas de emergencia del tren y la jalo. Deteniendo abruptamente este, causando una serie de gritos y destanteando a todos en el interior. Haciendo que Temari perdiera el equilibrio y no tuviera de otra más que aferrarse de lo que sea que tuviera más cerca para mantenerse de pie. Desafortunadamente, se colgó de su propio verdugo quien no desaprovechó la oportunidad, la tomó de la cintura con su brazo y con el otro se sostenía del barandal que tenía a su izquierda. Por alguna razón, la luz se fue por completo dejando en penumbras a todos. En seguida múltiples voces se hicieron escuchar preguntando entre sí que había pasado. La Sabaku gradualmente fue recuperando la noción de que acababa de ocurrir, logrado identificar que algo la sostenía y empujaba contra el muro del tren en el cual estaba recargada. Su visión no podía ver más allá de su nariz, pero su tacto le alertó que ese ser estaba tomando ventaja de su posición, pues estaba recorriendo su mano desde su cintura hacia su cadera. Lo que más erizó su piel fue sentir una respiración ansiosa recorrer su clavícula, hacia su cuello hasta su oído y luego esta le susurró:

— De nada.

Temari uso nuevamente sus manos para imponer distancia de nuevo entre ellos, algo que aceptó el demonio porque ya había conseguido lo que quería. Las luces volvieron, la universitaria estaba alterada en su esquina y su sombra había regresado a la posición donde "respetaba" su espacio. Una bocina se hizo escuchar donde el conductor le preguntó a los pasajeros que acababa de ocurrir. Uno de ellos se encargó de informarle sobre la riña que se dio por culpa de un pervertido y que trajera a la policía para tomar acciones legales contra este. El conductor solo respondió que mantuvieran la calma y la siguiente estación aguardaba la autoridad correspondiente para intervenir. El transporte volvió a ponerse en marcha, mientras que los ocupantes sostenían al sospechoso para que no se diera a la fuga. La Sabaku no le apartaba la mirada de su agresor recargando su brazo sobre ella, con su otra mano guardada en su bolsillo y quien pretendia como si nada hubiera pasado. Por fin habían llegado a la estación donde les quedaba más cerca la conferencia, y también donde detendrían al presunto pervertido. Cuando por fin se estaba vaciando el tren, la rubia vio la oportunidad de escabullirse de su verdugo y se apresuró por alejarse lo más posible de ese patán. A unos cuantos metros pero a un paso más lento, iba Shikamaru. La multitud iba subiendo las escaleras del subterráneo, así que el demonio simplemente los siguió. El Nara iba a dar una vuelta cerrada en uno de los pasillos de la estación del tren, pero sintió que algo no estaba bien y se paró en seco. Analizó brevemente la situación, torció la boca y recargó su hombro derecho contra el muro para aguardar a que la razón de que se detuviera le diera la cara. Después de unos segundos se le concedió lo que esperaba.

— Vaya. Esta vez si te detuviste. —Pronunció el de cabello plateado asomándose por el borde del muro—. Venía a advertirte que fueras más cuidadoso por donde andabas, pues por lo visto te has vuelto algo descuidado.

— Lo mismo podría decirte —fijo su mirada en el filo de la daga que sostenía el arcángel—. Si sigues andando con un arma de ese modo, podrías terminar lastimando a uno de tus preciosos humanos.

Kakashi bufó con una sonrisa, todavía jugando con su daga.

— Eso está complicado. Porque yo presiento todo aquello que se me aproxima. A diferencia de ti, a mí no me sega la sed de sangre.

— ¿Es requisito ser pedante para ser parte de su especie o simplemente eres insoportable por naturaleza?

— Podrás decir eso, pero la integridad de esa chica está bajo mi palabra. Se razonable y no me obligues a lastimarte.

— He sido bastante considerable con ella. ¿Te atreverás a atacar a tu "hermano" cuando todavía no ha cometido ningún crimen? Ese es un golpe bajo incluso para ustedes.

— Tu existencia es evidencia de todos tus crímenes, puede que ante los ojos de los mortales te presentes con esta forma. Pero ante los míos puedo ver la gravedad de cada uno de ellos debajo de esa máscara que usas.

— Eso es el pasado —continuó arrogante—. Pensé que lo que querías de mi era que me reformara y volviera al buen camino.

— Lo que quiero es que le devuelvas su alma a esa pobre chica.

— No — la mirada del demonio se tornó un tanto fría—. De seguro tienes otras almas que salvar, así que deja de malgastar mi tiempo. —Siguió con su camino bastante despreocupado y sacándole la vuelta al Hatake.

Antes de que diera otro paso, el arcángel le arrojó su daga hacia su dirección. Solo para que terminara clavada en el muro a unos cuantos centímetros de sus ojos.

— Solo recuerda que también mi paciencia se está agotando, hermano —advirtió el de cabello plateado en lo que iba a recuperar su arma— y que no podrás hacer nada el día que decida actuar.

— Pecas de compasivo —el Nara tomó la daga divina del mango y la destrabo del muro—. De querer hacerlo ya lo hubieras hecho, como tus verdaderos hermanos los cuales ya aniquile. —Giró el arma y la sostuvo del filo para entregársela personalmente —. Es tu oportunidad para castigarme.

Kakashi vio la ofrenda y la tomó sin dudar.

— Sabes que las cosas no funcionan así. Cualquier ángel que ataque a un demonio sin un humano de por medio se vuelve peor que el demonio mismo. —Comentó el Hatake al mismo tiempo que guardaba su arma.

— Que lastima.

Finalizó el Nara, siguiendo con su rumbo y dejando al arcángel atrás.