Alex observaba en el espejo como sus sobrinas Luisa, Mirabel, Dolores e Isabela la preparaban para la boda. Mientras que sus cuñadas le daban todo tipo de consejos para que así tuvieran un matrimonio bien avenido. Estaba nerviosa, ansiosa, pero sobre todo feliz porque pronto se casaría con el hombre que amaba y el padre de sus hijos.
Su vestido de color marfil se apegaba a su figura hasta extenderse por la falda en corte A, un diseño un tanto moderno y clásico, inspirado principalmente en el vestido de su cuñada Pepa. Sus manos alizaron las inexistentes arrugas luego acomodó un mechón detrás de su oreja, tocando levemente su arete dorado.
–Deja de mover las manos, Alex. Todo esta perfecto –Pepa le dio un manotazo la mano de su cuñada cuando quiso volver a tocar su cabello, arrugó los labios–. Te arruinaras el peinado. Estás perfecta. Hoy es un día especial.
–Pepa, ¿acaso no recuerdas el día de tu boda? –se metió a Julieta con una leve sonrisa.
Ese día se hizo literalmente en un Huracán.
–Igual fue un evento feliz –bufó.
Alex se carcajeó levemente lamentándose de no haber estado en tal evento.
Aún no podía creer lo rápido que se había ido el tiempo. Hace casi tres años había caído al mítico pueblo de Encanto. Conociendo a las entrañables personas y no solo eso; había establecido una relación con cada uno de ellos, pero la más profunda fue sin duda con el vidente de la familia. Un hombre veintitrés años mayor que ella, introvertido, dulce y amable, tímido, cómico, aficionado a la actuación, telenovelas ya las ratas. Eso sin contar su gran amor hacia su familia. Ese mismo hombre no robo su corazón, no, sino que lo dejó en su lugar para venerarlo y cuidarlo.
Puede que no haya tenido una misión épica como salvar la magia (de nuevo), salvar al pueblo de invasores (cosa poco probable por la magia que rodea el Encanto) o simplemente salvar a un miembro de la familia de magia oscura o algo por el estilo. Pero no por eso cambiaría la forma en la que las cosas se desarrollaron, es más, lo repetiría una y otra vez con tal de tener lo que tiene ahora.
–¿Tía? ¿Está todo bien? – Dolores preguntó.
–Si, cariño –respiró profundamente no quería dañar su maquillaje–. ¿Los bebés ya están listos?
–Lo están.
La pequeña Alicia contaba con una vez meses de edad y sus mellizos contaban con seis meses de edad. Los tres estaban vestidos de blanco con detalles rojo (para Alicia) y verdes (para Pedro y Esperanza). Ahora mismo Alma los tenía bajo su cuidado junto con Camilo y Antonio.
–¡Auch! ¿Qué flores me estás poniendo, Isabela? –se quejó Mirabel.
El grito sobresaltó a Pepa que hizo que saliera un rayo de la nada casi golpeando su vestido, por suerte, sus reflejos son lo suficientemente buenos como para evadirlos con la gracia de una bailarina.
–Que bueno que ya me acostumbre a eso –murmuró por lo bajo.
Mientras tanto, Agustín, Félix y Mariano estaban junto a un novio muy nervioso. El novio estaba vestido de blanco, muy similar a su difunto padre, el patriarca Pedro Madrigal. Los cuñados y sobrino político buscaban distraerlo con alguna charla o impulsar uno que otro consejo.
De vuelta con las mujeres de la familia.
–Nunca me cansaré de decir lo buena costurera que eres, Mirabel –Alex elogió detallando las costuras de su vestido.
Mirabel sonrió ante las palabras de su tía.
–Fue difícil hacer el diseño al principio –comentó, mientras se aseguraba que el vestido no tuviera ningún hilo suelto–. Pero el encaje le da un toque diferente.
Al ser un vestido de corte A sin mangas Mirabel tuvo que colocar encaje en los pliegues de la falda. Algo que nunca había hecho, hasta ahora.
–¡Listo! Acabamos ya con tu cabello –Julieta y Pepa se alejaron para admirar el look completo.
Su larga cabellera oscura fue recogida en un moño que dejaba algunos mechones caer en su rostro, decorada con orquídeas blancas y, por supuesto, el velo.
–Estás hermosa, tía –susurró Luisa quien, junto con sus hermanas y prima es una de las damas de honor.
–Las orquídeas te quedan divinas –alabó Isabela.
–Ya están partiendo hacia la iglesia. La abuelaa hablara con el tío Bruno –anunció Dolores, unos minutos después añadió: –. Ya nos están esperando.
Pepa jadeó.
–Llegaremos tarde –una nube tormentosa se posó en su cabeza, la empujó con fastidio–. Soleado, el sol está saliendo –cantó su mantra y su nube desapareció, suspiró–. No quisiera hacer que lloviera ahora. Arruinaría tu vestido, el maquillaje, el peinado –negó–. Debemos irnos ya.
Ahora había viento en la habitación.
–Ah, Pepa, ¿puedo hacerte una petición extraña? –Alex se acercó a su cuñada.
Todas se miraron extrañadas.
– ¿Cuál, Alex? –inquirió Pepa.
La novia se acercó a su oído y le susurró la petición. Dolores obviamente la escuchó, pero no diría nada, esto era una especie de sorpresa.
Pepa parpadeo un par de veces.
¿En serio su cuñada le había pedido eso?
– ¿Estás segura? –Cuestionó.
–Solo si no es mucha molestia para ti –solo si no es mucha molestia, respondió –. No quisiera hacerte sentir incomoda ni nada por el estilo.
Pepa lo sopesó por un momento, colocando su mano en su barbilla para luego sonreír con algo de malicia.
–Consideralo un hecho –accedió.
El resto miró a Dolores pero esta se encogió de hombros.
–Esperan y verán –tercio con diversión.
en la iglesia; todos los bancos de madera estaban ocupados, decorados con orquídeas y listones blancos. El padre estaba parado con su gran libro en mano, listo para oficiar la unión.
Pronto se escuchó la música anunciando la de la novia.
Sus ojos no se desviaron del altar en ningún momento, viéndolo allí, parado, esperándola. Mientras Alex caminaba por el altar recordó cada momento que hizo que se enamorara del vidente. De cómo empezó su amistad y posterior romance hasta el fruto de ese amor. No eran perfectos, pero se complementaban y aportaban lo que al otro le faltaba, y eso es suficiente.
Bruno sonrió apenas la vio; esta hermosa pero para el siempre lo estaba. Una vez ya en el altar, ambos se tomaron de las manos.
–Estás bellísima –le susurró apenas se posicionó junto a él.
–Y usted está muy guapo, señor Madrigal –guiñó un ojo coquetamente.
–Pronto usted será la señora Madrigal –le siguió el juego.
El cura carraspeo, y ambos novios prestaron atención a sus palabras.
Mientras el cura oficiaba la unión, Alma Madrigal por un momento se vio así mismo ya su amado Pedro, sonrió. Su hijo estaba siendo feliz, tiene una familia propia y una mujer maravillosa que lo ama. Sabía que sería un gran padre y esposo. Agradeció probablemente haber podido ver este día. Julieta y Pepa observaron a su hermano y cuñada con lágrimas en los ojos, ambas agradecieron la inesperada aparición de Alex y, con sus risas y actitud extrovertida hicieron reír a Bruno cuando entablaron una amistad que, poco a poco se convirtió en amor.
–Ahora, Bruno Madrigal –empezó a decir el cura–. ¿Acepta a Alexandra Corona como su legítima esposa? ¿Para amarla y respetarla, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
Bruno sonrió.
–Acepto.
Ambos entrelazaron sus dedos.
El cura se dirigió hacia ella.
–Alexandra Corona, ¿acepta usted a Bruno Madrigal como su legítimo esposo? ¿Para amarlo y respetarlo, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
–Acepto –dijo observando los ojos de Bruno.
–Ahora los declaran marido y mujer –sonrió–. Ahora puede besar...
Alex no dejó que terminara, atrajo a Bruno hacia ella besándolo con todo el amor y la felicidad que sentía.
Algunos invitados rieron. El cura se encogió de hombros.
–Al novio –terminó diciendo con gracia.
Luego del beso, ambos salieron de la iglesia con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras, de la nada, una nube oscura dio paso ocultando el sol haciendo que los invitados se sobresaltaran y viran a Pepa Madrigal, quien solo dio sonrisa inocente. Bruno arqueo una ceja y, antes de que pudiera formular una pregunta, una pequeña nevada empezó a caer en la entrada de la iglesia seguido de la risa encantada de Alex. Su ahora esposa lo observa divertido con la situación.
–Así que al final si te atreviste a preguntarle –dijo, mientras miraba como los copos caían en el cabello de su esposa. Alex asintió –. Sabía que querías una boda al estilo invernal, pero no creí que le preguntarías a Pepa. Eso sin contar que odias el frio.
–Odio el frío –confirmó aún risueña–, pero esto se verá lindo en la foto, además; Pepa se quería cobrar lo de su boda –observó cómo el fotógrafo temblaba levemente al igual que el resto de los invitados, por suerte los bebés estaban siendo abrigados por el chal de Alma, y añadió: –. Será mejor que terminemos con la foto, no quisiera que nadie se enfermara por mi culpa.
Luego de la foto, Pepa hizo que el sol volviese a salir no sin antes arrojarle a su hermano una bola de nieve en la cara.
–Ok, esto me lo merece.
–Y mucho –concordó Pepa junto a Félix, se soltó de su agarre y fue a abrazar a su hermano–. Bienvenido a la vida de casado, hermanito –seguido, abrazó a su cuñada–. Mi hermano está en buenas manos. Muchas gracias por hacerlo feliz –le susurró.
Mientras ambas mujeres hablaban, Félix palmeo la espalda de Bruno haciéndolo tambalear un poco y, con una sonrisa le grabó:
–Recuerda. Esposa feliz vida feliz.
–No tienes que repetirlo.
– ¡Oigan! –llamó Mirabel–. ¿Qué están esperando? ¡Vamos a celebrar!
La fiesta estaba en su apogeo en el patio de los Madrigal, los novios fueron felicitados por todos en el pueblo, hasta la mujer pez muerto felicito a Bruno con algo de rigidez, aunque igual le deseaba lo mejor en su vida marital. Luego los novios compartieron el primer baile, todos disfrutaron de la fiesta, la comida y la música hasta que Alma Madrigal alzó la voz con Pedro en sus brazos.
–Es hora de la foto –anunció sonriente, cediéndole a Bruno su hijo.
Todos los Madrigal se posicionaron alrededor de los novios que sostenían a sus bebés, con una mano Bruno sostenía a Pedro y con la otra la cintura de su esposa mientras Alex sostenía a Esperanza y miraba a los hombres de su vida con una gran sonrisa. Pero Casita hizo de las suyas moviendo el piso uniendo aún más a la familia mientras estos gritaban "La familia Madrigal"; la foto termino con varias expresiones de sorpresa, risas y miradas sorprendidas.
Nota: Si ha llegado hasta aquí, ¡muchas gracias por darle una oportunidad a mi fanfic! Espero de corazón que les haya gustado.
Y díganme, ¿qué otro fanfic quisieran que hiciera?
