Tú, yo y nosotros
Disclaimer:
Los personajes pertenecen a S. Meyer; la trama es mía.
Capítulo 25: Dinámicas familiares
EPOV
Bella roncaba.
Esa fue una de las primeras cosas que noté cuando desperté el sábado por la mañana y la encontré enredada conmigo entre las sábanas.
No lo hacía demasiado fuerte como para molestar, pero sí de una manera completamente adorable. Como un pequeño gatito.
La observé varios minutos, sin tener la capacidad o las ganas de despertarla. Su cabello marrón chocolate le caía por ambos lados de la cara y sus labios rosas estaban entreabiertos. Su cuerpo y las curvas de éste estaban pegados a mí y estábamos siendo separados sólo por una fina sábana blanca.
Incapaz de detenerme, pasé mi mano por la curva de su cintura, sintiendo el pequeño espacio que se formaba entre su cadera y su pecho. Sonreí, sintiendo cómo la felicidad se filtraba a borbotones por mi cuerpo. No recordaba haber sonreído tanto alguna vez en mi vida; no desde que me sentía completo de la forma en la que ahora lo hacía.
Ahora tenía a mi propia pequeña familia a la que cuidar. Bella, Jared y Rebecca. Mis dos niños y mi novia.
Sabía que era muy rápido. Apenas unos seis meses de conocernos y dos meses siendo pareja, pero lo sentía por todo el cuerpo – nunca antes había reaccionado así, como si todas mis terminaciones nerviosas me dijeran que lo que estaba haciendo era lo correcto.
Pero no me sentía dispuesto a cometer los errores del pasado, así que me lo estaba tomando con calma. Por supuesto, la primera semana que comenzamos a estar juntos, por ejemplo, cuando una tormenta eléctrica atacó Seattle y la luz se fue en una gran parte de la ciudad, había entrado en pánico, bajando con Jared para revisar que mis niñas estuvieran bien, y manteniéndome con ellos hasta que la luz regresó – con todas esas horas pensando en que sería más fácil si viviéramos juntos porque, de todos modos, sólo estábamos a dos pisos de distancia así que ¿qué más daba?
O también el primer día de Jared en la primaria, cuando Bella y Rebecca nos acompañaron como apoyo moral. Pude ver la pequeña manita de mi hijo enredada con la de Bella, pidiéndole que no lo soltara hasta que fuera absolutamente necesario. Luego, vi perfectamente el cómo tomó aire y, a pesar de que tenía los ojos empapados en lágrimas, se forzó a no soltar ninguna. Más tarde esa noche le pregunté la razón de eso, y su respuesta fue clara: quería ser valiente para Bella y Rebecca. Tan fácil como eso.
Era fácil, me di cuenta, muy fácil caer en las enredaderas de esta relación. No es como que me quejara – últimamente se había vuelto mi lugar seguro. No importaba que tuviera problemas en el trabajo, con mi familia (más específicamente con Alice) o cualquier otra cosa, porque siempre tenía un puerto seguro en el que atracar. La sensación de pertenencia era una maravilla, y buscaba desesperadamente mantenerla conmigo para siempre. Pero, de nuevo, no me quería adelantar demasiado.
La pequeña boca de Bella se comenzó a mover, haciendo pequeñas muecas, y unos segundos más tarde se estiró, pareciendo un gatito de nuevo. Sonreí, maravillado, hasta que sus ojos somnolientos se abrieron y se posaron en mí.
—Hola —saludó, con la voz patosa—, ¿qué haces despierto? ¿es muy tarde?
—No, aún es temprano. Son las ocho de la mañana.
—Aún tenemos tiempo, entonces.
Teníamos, con algo de suerte, dos horas antes de que los niños se despertaran. Ambos eran un desastre durmiente, y si los despertábamos por nosotros mismos, probablemente recibiríamos gruñidos y malas miradas a cambio. Bella, sorprendentemente, era igual.
Para mi buen asombro, esta mañana el sueño no se apoderó de ella.
Asentí, sonriendo.
—Feliz cumpleaños, corazón.
Sus mejillas se volvieron rosas una vez que recordó la fecha.
—Gracias, cariño.
Intenté estirarme hacia el cajón de atrás, donde su regalo había estado guardado meticulosamente desde ayer por la noche, pero una de sus manos se fue hacia mi pecho y me detuvo. Le fruncí el ceño, confundido.
—Quiero darte tu regalo.
—Lo sé —asintió, comprensiva—, pero necesito mi otro regalo primero.
Me dio una mirada maliciosa, y fue una vista completamente nueva para mí. Pronto, sin darme cuenta, tuve su figura delgada encima de mí, presionándome en todas las partes que ya de por sí rogaban su atención debido a mi anterior revisión de su cuerpo.
Sonreí, antes de que sus labios atacaran los míos y nos dejáramos llevar.
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x
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—Está bien, Edward, ¿y tienes planeado pasar el acción de gracias con Bella? —la señora Swan preguntó en medio de la comida. Detuve mi tenedor antes de darle un bocado, ignorando la expresión angustiada de mi novia, y contesté como si nada.
—Sí, señora Swan, ese es mi plan —sonreí—. Mi familia es muy unida, por lo que pasamos las fiestas juntos. Esperaba poder tener a Bella y a Rebecca conmigo, pero —fruncí el ceño, repentinamente cayendo en cuenta de algo—, si ustedes tienen planes; Jared y yo podemos adaptarnos perfectamente a ellos.
Por supuesto, eso me haría soportar una o dos palabras de Esme acerca de la unión familiar, pero en este momento mi prioridad eran mis niñas y los lazos que, si o sí, debía formar con su familia.
Pude ver a Charlie Swan mover su bigote con disgusto desde el otro lado de la mesa y me tomó todo de mí el no reírme. Había pasado tanto tiempo entre algunos de los tiburones más peligrosos del mercado, que un padre ya no me asustaba de la forma en que debería. Aunque, por supuesto, aun esperaba conseguir su respeto. Como un buen negociador haría, según mi tío Marcus.
—Esperaba pasar las fiestas con la familia Cullen, Sue —Bella explicó, mientras partía en pedacitos con sus cubiertos la carne de Jared, después de haberlo echo también con Rebecca—. Por supuesto, si eso no les molesta. ¿Papá?
Charlie negó, aunque le costó hacerlo.
—No, no te preocupes, cariño. Todavía tenemos navidad —asintió, pagado de sí mismo—. Esperábamos pasar acción de gracias con los Black, ¿cierto, Billy?
Ah, sí. Teníamos compañía.
Un hombre moreno en silla de ruedas y un adolescente desgarbado, que fueron introducidos como la familia Black, estaban almorzando con nosotros. También teníamos al señor y la señora Crowley junto con su hijo, el famoso Tyler Crowley.
Aparentemente, para él no había nada más interesante que la vista de mi novia y ni siquiera le importó la presencia mía y de nuestros hijos cuando se acercó a besarla en la mejilla como si fueran amigos de toda la vida. Fue insoportable, así que me mantuve pegado a ella todo el tiempo. Al menos, mi nuevo regalo, un bonito brazalete de oro blanco con diamantes incrustados de Cartier, posaba imperturbable en su muñeca y me recordaba que estábamos juntos.
—Así es, Charlie —el hombre moreno asintió y siguió comiendo—. Está deliciosa tu comida, Sue.
—Gracias, Billy.
No lo iba a negar, esta situación era un poco incómoda. Especialmente porque no conocía a nadie, pero la mamá de Bella era lo suficientemente buena conmigo, haciéndome preguntas e incluyéndome en la conversación hasta que prácticamente se quedó sin nada que decir. Charlie también participó en el interrogatorio, por supuesto, pero fue un poco menos que hosco. Aun así, le di el beneficio de la duda al hombre, por un bien mayor.
—Entonces, Edward —mi canudo, y poco carismático suegro, comenzó a hablar—, ¿te parecería unirte a nuestra ida de pesca mañana?
Me sorprendió instantáneamente que me quisiera con ellos.
» Nos iríamos temprano, a las cinco. Y estaríamos de regreso aquí a media tarde, perfecto para enseñarle a este pequeño —señaló a Jared, que sonrió con la boca cerrada— un poco de baloncesto.
—Err, sí, por supuesto, jefe Swan —asentí rápidamente; no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de ganarme al papá de Bella. Ella, sabiendo mis intenciones, acarició mi muslo derecho por debajo de la mesa—. Estaría encantado.
—Excelente, Edward —afirmó con la cabeza, complacido —. ¿Has pescado alguna vez?
—No, señor —negué, no iba a mentir pero tampoco me quería poner en vergüenza; una vez había hecho un viaje de pesca con Carlisle, Marcus y Emmett, cuando tenía ¿qué? ¿quince años? Y había sido un desastre, así que no era digno de mencionar. Pero claro, en ese entonces estaba demasiado interesado por las chicas del muelle y no por pescar así que, ahora que mi enfoque por esa parte estaba libre, podría intentarlo.
Charlie me miró, sus ojos brillando con oscura diversión.
—Oh, te divertirás. Eso te lo aseguro.
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Por todos los infiernos que no me estaba divirtiendo. Por suerte había dejado mi Rolex – y aparentemente también mi dignidad – con Bella.
No importó que mi enfoque hubiese cambiado; odiaba la pesca.
Primero había tenido que pararme más que temprano para poder estar en casa del jefe Swan, lo cual no hubiese sido un problema sin Bella no me hubiese mantenido muy entretenido hasta altas horas de la madrugada.
Supongamos que hasta ahí todo bien, había trabajado en la oficina con más que un poco de sueño, así que eso no era nada para mí. Además, el café negro y de olla de Sue estaba realmente bueno, así que estaba listo para lo que sea que el jefe Swan considerara como diversión.
Pero luego, oh, luego. Tyler Crowley, y sus veintitantos, apareció unos minutos después, junto con Billy y Jacob Black. Creí que tendría un equipo de enemigos contra mí, pero Jacob y Seth resultaron ser amables.
—Está bien, hombre, papá sólo te está probando —Seth me explicó, encogiéndose de hombros. Íbamos sentados en la parte trasera de la camioneta de Billy y estábamos subiendo río arriba. Ni siquiera había salido el sol aun—. Trata de no quejarte y sobrevivirás.
—Sí, Ed —Jacob se rio—. A Charlie le gusta hacer esa mierda.
Los miré.
—¿Por qué me querría probar?
Eso era, por supuesto, una pregunta estúpida, pero tal vez su forma de ver la vida de manera más despreocupada me diera otro punto de vista.
—Ah, Charlie es así —Seth se rio—. Sólo lo hace por molestar; lo mismo nos hizo a Jacob y a mí, sólo que lo hemos soportado por más tiempo que cualquiera, así que ya tenemos callo en ese sentido —me guiñó—. Sólo no te quejes y finge que estás divertido las siguientes siete horas y estarás bien.
Pero ni siquiera siguiendo su consejo, estuve bien. No era asqueroso para nada, pero odiaba la carnada. Había una razón por la cual tenía treinta y cinco años y nunca había pescado; y también una razón por la cual no seguí los pasos de Carlisle estudiando medicina. Simplemente ese tipo de cosas no eran para mí.
Así que, cuando me vi obligado a enterrar una lombriz de tierra en el anzuelo, casi me vomito, pero por amor a Bella, jodido Cristo, lo hice. Y fingí estar bien; ignorando las miradas de Charlie en todo momento.
Y también estaba el otro hecho interesante; Tyler Crowley. Era un jodido idiota, en toda la extensión, y no entendía por qué el jefe Swan parecía tan maravillado con él. Por lo que había podido escuchar (todo cortesía de los chismes de Jacob y Seth) apenas y se había graduado por poco de la universidad comunitaria de Seattle, y en realidad seguía en Forks porque sus papás lo seguían manteniendo.
Ni siquiera entendía, tampoco, por qué estaba tan interesado en Bella. Hacía preguntas a cada rato sobre ella, y muchas veces me tuve que morder la lengua para no contestarle que dejara de pensar en mí novia. Esto era tortura, pura y dura, y no sabía cómo en el infierno había conseguido meterme aquí.
Estás haciendo esto por ella, me repetí en mi fuero interno.
—Así que, Edward, trabajas en Seattle, ¿no? —Charlie era más sutil pescando peces que información, obviamente, pero ignoré ese hecho.
—Sí, señor —contesté como si nada, con la caña de pescar aún es mis manos. Habían pasado dos o tres horas y aún nadie había picado nada, pero todavía tenían esperanzas. Miré a Charlie, preguntándome si debía presumir un poco o no. Tal vez no. El jefe Swan no era de esos que se impresionaban.
» Mi familia tiene una empresa inversionista, así que trabajo ahí.
—Ah, trabajas para tu familia.
Asentí, sin quitar la vista del río. Un poco más atrás de nosotros, Seth y Jacob atacaban la canasta de comida que Sue nos había mandado. Ah, cómo desearía ser ellos.
—Se podría decir.
Me dio una pequeña mirada por el rabillo del ojo.
—¿A qué te refieres con eso?
—Mmh, bueno —fruncí el ceño—, soy accionista mayoritario, así que técnicamente no trabajo para ellos.
Ni siquiera me molesté en mencionar que en realidad solo trabajaba con Marcus, pero el jefe Swan pareció interesado, así que comenzó a hacerme otra ronda de preguntas imposibles de ignorar.
» Así que, cuando terminé la escuela de negocios en Dartmouth, mi tío necesitaba una mano derecha. Trabajé con él hasta que en un golpe de suerte pude hacerme del 55% de la empresa, y la comparto con él y otro accionista menor —terminé de contar, después de varios minutos.
Charlie resultó, de una manera sorprendente, verdaderamente impresionado. Me hizo pensar que si hubiese presumido del principio, tal vez no hubiera terminado apestando a pescado, con picaduras de mosquito y rojo por la quemazón del sol en la cara.
Sin embargo, como siempre, nadie podía resultar lo suficientemente amable. Oí al pequeño Crowley resoplar con diversión a mi lado derecho y lo volteé a ver con el ceño fruncido.
—¿Algún problema?
—Ninguno —contestó, sin voltear a verme. Cobarde—. Sólo pensaba en cómo algunas personas tienen más suerte que otras.
Fruncí el ceño, apretando la caña entre mis manos.
—No sé, pero no es mi caso.
En realidad, no lo era. La familia Cullen siempre había tenido dinero, sí, pero no lo suficiente como para presumir demasiado. Y luego, cuando Marcus se unió a la familia, su empresa era buena pero no la mejor. Yo me había esforzado mucho por llevar a VyC a otro nivel, y nunca aceptaría menos de lo que me merecía.
El chiquillo, Tyler, resopló con obvia burla y me volteé hacia él, dispuesto a preguntarle cuál era su jodido problema. Eso pareció llamar la atención de Seth y Jacob, que se sentaron a cada lado mío antes de que las cosas se empezaran a poner feas.
—¿Qué onda, Ty? Mejor deja la envidia un rato, ¿no? —Jacob mordió su sándwich, como si estuviera hablando del clima, y le sonrió cuando tragó. Tyler sólo lo miró mal, y botó su caño de pesca con frustración, dirigiéndose hacia atrás para cogerse algo de comer también y dejándonos solos.
Volteé a ver a Seth, que se encogió de hombros.
—A papá no le gustan las peleas; ya te está aceptando. No lo eches a perder —me advirtió en un susurro. Asentí en entendimiento a ignoré a Tyler, siguiendo con la pesca.
No tenía sentido enojarme por tonterías, decidí. En unas horas, Bella y yo regresaríamos a Seattle, a nuestra rutina de siempre. Ella y yo vivíamos allá, y estar aquí era estrictamente una visita social para que yo pudiera convivir con sus padres.
Aunque, por lo que tenía entendido, aun me estaría faltando a conocer a su madre biológica y a su hermana, pero Bella no hablaba demasiado de ellas. Guardé esa pequeña información en mi cabeza, dispuesto a usarla más tarde y preguntarle. Había cosas que simplemente no se podían ignorar.
Horas más tarde, después de que el pequeño interrogatorio de Charlie terminó, varios peces habían picado en nuestro anzuelo. Incluso capturé dos, lo cual, en mis términos, era toda una hazaña. Descubrí también que el jefe Swan era, en sí mismo, un hombre inusualmente callado, y que su plática conmigo había sido hecha simplemente porque quería conocer más de mí.
Para cuando estábamos regresando a la camioneta, ya me estaba palmeando un hombro en señal amistosa.
—Me alegra que estés con mi hija —dijo e internamente lo agradecí. Supuse en ese momento que esa había sido la muestra más estable que me daría para hacerme saber que estaba de acuerdo con mi relación con Bella.
Mi sonrisa de orgullo no se borró de mi rostro, ni siquiera a pesar de que tenía los hombros requemados y picaduras de insectos en mis brazos.
—Pobre bebé —Bella me dijo con compasión más tarde, pero una sonrisa burlona bailaba sobre sus labios. Unos metros más adelante, Seth, Charlie, Jared y Rebecca estaban «practicando» baloncesto en la cancha. Yo, por supuesto, me había negado y me había quedado en la sombra con mi amor, actuando de espectador.
Me encogí de hombros, ignorando la sensación tirante de estos.
—Estuvo bien, un poco incómodo pero nada que no fuera manejable.
—Espero que Charlie no haya sido demasiado rudo contigo.
—No lo fue, Bella —le sonreí, atrayéndola a mis brazos y viendo desde la distancia como Jared intentaba encestar en la canasta, con bastante dificultad debido a su altura. Vi cómo Seth trataba de enseñarle técnicas, aún así. El chico tenía facilidad con los niños, y parecía que se estaban haciendo amigos rápidamente.
Bella suspiró en mis brazos.
—Lo bueno es que ya casi termina —dijo como si nada. Hice una mueca.
—¿Te molesta que haya venido aquí? —pregunté, dejando entrever un poco que me había dolido lo que había dicho. Ella se irguió enseguida, mirándome a los ojos.
—Claro que no —la sinceridad brillaba en su cara, y me sentí aliviado instantáneamente, por lo que me relajé —. ¿Cariño? ¿Por qué preguntas eso?
Me encogí de hombros tímidamente.
—No lo sé, creo que sólo estoy inseguro al respecto.
Pensé en mi antigua relación y cómo los padres de Irina me odiaban. Tenían bastantes buenas razones para hacerlo, por supuesto, pero eso no hacía las cosas más fáciles para mí. La expresión de Bella se iluminó con entendimiento.
—No me molesta para nada, amor —dijo, jalándome y acurrucándome en su abrazo, sin importarle cuán más grande era que ella. Yo, por mi parte, me dejé mimar y abrazar porque, hey, mi día había estado plagado de incomodidades—. Sólo me imaginé que Charlie te haría sufrir un poquito y no quería eso, por eso estoy aliviada de que ya nos vayamos.
Me reí.
—Está bien, amor, puedo soportar a tu papá. Además —mi rostro se iluminó con orgulloso—, parece que ya me acepta.
—Estoy segura de que sí —me dijo, peinando mi cabello hacia atrás mientras sus ojos se clavaban en la cancha. Ahora, Seth tenía en sus hombros a Jared para que pudiera encestar. Ambos nos reímos con la escena, y luego Bella continuó hablando—: Simplemente, es injusto, ¿sabes? Eres imposible de resistir.
—Eso es bueno, ¿no?
Volteó la mirada hacia mí, dándome un beso en los labios que no profundizó.
—Es muy bueno.
Más tarde esa noche, cuando nos íbamos, el jefe Swan me pidió que lo llamara Charlie y al hacerlo, también me llamó hijo.
Resultó que Charlie no es un hueso difícil de roer, o tal vez simplemente Edward es encantador, tal como dijo Bella. Haya sido lo que haya sido, ya vamos viendo una unión suegro – yerno para rato :) ¡Y sólo le costó sufrir tantito! xd
Continuaremos con un EPOV el siguiente capítulo ;)
¡Espero sus reviews!
¡Nos leemos luego!
