Personajes : Angelina, Ginny
Aviso: AU no mágico
Estaba tumbada en la cama, revisando los mensajes en su móvil, cuando la puerta del baño se abrió y una furiosa pelirroja salió sujetando una toalla contra el pecho.
— ¡No hay champú!
— Sí hay, compré ayer, está en el armario —contestó, volviendo la atención a su móvil.
Ginny movió la cabeza con violencia y le mostró un frasco vacío.
— Del mío. Y he quitado un montón de pelo negro y largo del desagüe.
Angelina suspiró y se sentó. Hizo palanca con los brazos para moverse hasta el borde del colchón, pero se abstuvo de acercarse más, ya conocía el genio de su novia.
— Le diré que no use tu champú.
— ¡No es solo eso! —contestó mientras se secaba el cuerpo con violencia— Mi crema estaba abierta y al ir a cogerla se ha caído el bote al suelo y se ha roto. ¿Por qué tiene que usar mis cosas? ¿no es suficiente con...?
Se calló de golpe y continuó secándose sin apartar la mirada del suelo, roja como una amapola.
— Gin... esto ya lo habíamos hablado. Muchas veces.
— Ya, pero...
— No hay pero que valga, estabas a punto de meterme en el mismo saco que tu champú o tu crema.
La pelirroja tiró la toalla con fuerza y se movió por la habitación recogiendo su ropa. Se sentó en la butaca que había junto a la cómoda y comenzó a vestirse con los labios apretados.
— ¿La teoría era más bonita que la práctica? —preguntó por fin Angelina, mientras Ginny se ataba las deportivas.
Ginny la miró, aún con los labios apretados.
— ¿La verdad? —exclamó por fin con voz ronca— Creía que estaba por encima de los celos y esas mierdas, Angie. De verdad que estaba convencida de que esto podría funcionar.
Angelina se puso de pie y caminó hasta coger la bata que colgaba tras la puerta, la conversación era demasiado seria como para tenerla desnuda. Se volvió a sentar en la cama y le hizo un gesto a Ginny para que se sentara junto a ella y le pasó el brazo por los hombros.
— Cariño, me gusta Cho —afirmó, buscando sus ojos—, me gusta muchísimo. Pero eso no altera para nada lo que siento por ti. Quedar con ella no...
— ¿Y si te gusta más? —interrumpió Ginny— Tal y como hablas de ella parece un pivón. Igual lo hace mejor, o conoce alguna técnica oriental o...
Su novia la interrumpió con un beso, sujetándola de la nuca con los dedos enredados entre el largo pelo rojizo.
— No es una competición —le dijo sobre los labios, recalcando cada palabra—. ¿Lo hacía peor Harry? Creo que no le dejaste por cómo follaba, lo dejaste porque no eras feliz. Y yo soy feliz contigo, aunque gruñas y tires cosas a veces.
Ginny bufó y se revolvió el pelo mojado. Luego estiró los brazos y la atrapó por la cintura para sentarla sobre sus piernas.
— ¿Le dirás entonces que no use mis cosas y que quite los pelos del desagüe? —preguntó, mohína pero más calmada.
— ¿Estarías más cómoda si no quedará con ella aquí? —contestó Angelina, besándole la frente.
La cabeza pelirroja se movió negativamente, con los labios fruncidos en un puchero.
— Es tu casa, no puedo pedirte eso.
— Pero es que así funcionan los acuerdos —insistió su novia—. Lo hablamos y movemos los límites para estar bien las dos.
— ¿Y ella estará de acuerdo?
— Lo hablaré con ella.
— Me siento como una niña con una pataleta.
Angelina la abrazó fuerte. Al separarse, le acarició la mandíbula y las cejas despacio con el índice.
— ¿Aceptarás tú quedar con esa chica del trabajo?
— ¿Cómo sabes eso? —inquirió Ginny sorprendida.
— Ha dejado un mensaje en mi contestador —explicó Angelina con voz calmada.
— Ups. —Ginny apoyó la frente en su hombro, esa era una buena metida de pata— Lo siento, puse tu número como contacto de emergencia. Le daré mi móvil.
Recibió otro beso en la frente y una de esas sonrisas suaves y conciliadoras que siempre conseguían bajarle de sus explosivas reacciones.
— Tiene una voz bonita.
— Me asegurare de que no llame aquí. ¿Así va a ser siempre? ¿Una negociación?
— Bueno, supongo que dependerá del momento vital. Pero está bien que hablemos, que podamos sacar estas cosas.
Ginny sonrió un poco antes de darle un beso, y otro y luego otro. Acarició la tersa piel por debajo de la bata, le encantaba el tacto de la piel suave sobre las costillas y la estrecha y musculosa cintura. Se había enamorado de la novia de su hermano cuando era una quinceañera muy perdida en su propia vida, había pasado por todos los sentimientos posibles antes y después de la muerte de Fred, incluido el aferrarse al que era casi su hermano y enamorarse de él.
Angelina le había dado sentido a muchas cosas, pero si algo había aprendido en todos esos años era que puedes querer a más de una persona a la vez. Por eso se habían sentado a hablar de abrir su relación, porque ambas creían que eso haría sus vidas más plenas. Era cierto que la teoría era más bonita que la práctica, que iba a tener que trabajar sobre su inseguridad, pero la comunicación al menos estaba abierta, no había nada que ellas no pudieran arreglar hablando.
A estas alturas ya es de sobra sabido que yo escribo sobre relaciones no normativas. Hablamos de no monogamia y poliamor muy a menudo, pero en literatura se nos va la cabeza a las triejas, pero las personas que saben de eso siempre dicen que son poco comunes y a mí me gusta mostrar otras opciones. En este caso es una relación abierta, que en teoría permite tener relaciones sexuales fuera de la pareja primaria, pero estas chicas han partido de esto para establecer relaciones, sin etiqueta.
