Personajes: Remus, Regulus, Sirius y James
Aviso: au sin magia
— ¿Perdona? —preguntó James, con la camiseta a medio poner.
— Una cita doble.
— Te he escuchado la primera vez, Sirius, pero no entiendo lo que pretendes —le contestó, bajando la camiseta por su torso.
Su amigo le miró como si festuviera tonto y esa respuesta fuera muy evidente.
— Tener una cita con Remus.
James se puso de pie para abrocharse los vaqueros y se revolvió el pelo aún húmedo con la mano, buscando paciencia.
— Creo que ha quedado claro que Remus no quiere tener una cita contigo.
— Sí quiere, pero no se atreve porque sabe que mi hermano va a poner el grito en el cielo —respondió su amigo, con la mochila ya en el hombro.
— Sirius... te ha dicho que no quiere quedar ¿cuántas veces ya? ¿seis? ¿siete? estás acosando al chico y eso es espeluznante.
A Sirius le entró por una oreja y le salió por la otra su opinión. Echó a andar y le esperó con la puerta del vestuario abierta.
— Por eso necesitamos una cita doble. Si mi hermano viene también, igual Remus dice que sí. Y tú puedes distraerle metiéndole la lengua hasta la campanilla.
— Tío, estás fatal. —Le lanzó una colleja con habilidad que su mejor amigo no acertó a evitar— Tu plan tiene muchos agujeros, empezando con que tu hermano me odia, es imposible que acepte una cita doble.
— Déjame eso a mí —le dijo, golpeando su hombro con el puño.
— ¿Eso debería tranquilizarme? —masculló James, frotándose el brazo.
==o0o==
Regulus miró con preocupación a su amigo, acurrucado bajo una manta en el sofá del salón de sus padres. Su amigo andaba más mohíno de lo habitual en él, y seguía sin querer explicarle lo que le pasaba.
— ¡Pensaba que esta semana de exámenes no se iba a acabar! —exclamó, tomando el mando para encender la televisión.
Remus se limitó a asentir, con los ojos en la pantalla aún oscura. Con un suspiro de rendición, encendió la televisión y el google chrome.
— ¿Estás seguro de que quieres ver esto? —insistió con el dedo sobre el play de la serie de Netflix.
— Me lo has preguntado quince veces, Regulus —respondió con voz cansada Remus—. Claro que quiero verla, llevamos esperando meses a que la estrenen.
— Ya, pero...
— Dale al botón de una vez, por favor.
Permanecieron los dos en silencio, cada uno en una esquina del sofá. Era cierto que llevaban meses esperando el estreno de la serie; Remus, que dibujaba en su tiempo libre, había descubierto a la autora en Tumblr y se lo había mostrado con entusiasmo. Era imposible no identificarse un poco con los protagonistas, Remus era el nerd tímido e inteligente que escondía las manos en las mangas de sus enormes jerseys, él era el amigo impertinente que lo protegía a fuego. Conocía a su amigo y sabía que soñaba con una historia de amor como la de Charlie y Nick, pero no había un deportista tierno y dispuesto a estar a la altura a su alrededor.
— ¿No queréis palomitas?
Los dos se giraron con brusquedad hacia la puerta del salón. Allí estaba su hermano y su eterno apéndice Potter, con los brazos llenos de palomitas y chucherías varias.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó Regulus con el ceño fruncido.
— Hasta donde sé, vivo aquí. Y hay una maratón de "Heartstopper", ¿no? James se muere por verla.
El rostro moreno de Potter se ruborizó y a Regulus le dio incluso un poco de pena, porque estaba claro que era, como casi siempre, la víctima de alguno de los planes locos de Sirius. Y ese pensamiento fue el que le distrajo lo suficiente como para no darse cuenta de que los dos deportistas se estaban plantando en el amplio sofá, llenando el hueco entre Remus y él.
— ¿Pero qué...?
— Chst —le contestaron tres voces a la vez.
Miró a su amigo como pudo, con los ojos muy abiertos. Seguía en la misma postura, acurrucado contra el brazo del sofá, como si intentara alejarse todo lo posible de Sirius, que se había puesto cómodo junto a él, con los pies incluso sobre la cotosa mesa de su madre y el cuenco de palomitas en el regazo.
==o0o==
Remus maldijo por dentro, mucho, todas las palabrotas que nunca usaba en voz alta. Una cosa era rehuir a Sirius en el insti o ignorar sus mensajes y otra muy distinta tenerlo sentado a su lado comiendo palomitas. Y viendo "Heartstopper", ¿quién esperaría ver a ese... tío disfrutando de una historia así? Pues lo hacía, lo veía en su cara. Lo veía fruncir el ceño o apretar los puños en las escenas de Ben o de Harry, y sonreír con los pequeños avances y descubrimientos de Nick.
Llegó la escena del sofá. En el cómic, Nick se planteaba cómo sería tomar la mano de Charlie, en la serie era un momento muy clarificador porque se veía como sentía electricidad al acercar la mano. Perdido en la escena, no vio a Sirius escribir en el móvil, solo sintió la vibración en el bolsillo. No despegó los ojos de la pantalla, pendiente de la escena del abrazo que sabía que vendría.
Sacó el móvil despacio y lo mantuvo bajo la manta para mirarlo. "Cómo entiendo a Nick. ¿Me das la mano?". Solo entonces se dio cuenta de que Sirius tenía una mano junto a su muslo, bajo la manta, pero no tocándole. Estiró un poquito el meñique, hasta rozarle el dorso y ahí estaba, una chispa. Vio a Sirius levantar un poco la comisura de los labios sin despegar los ojos de la pantalla, pero estirando también el meñique hacia él.
Lo sintió, perfectamente, como se le ponía de punta el vello con el suave tacto de ese dedo. Y cedió al impulso de entrelazar sus dedos bajo la manta.
==o0o==
Tenía que reconocer que esperaba otra cosa. Había oído hablar vagamente de esos cómics a alguna compañera de clase y siempre había pensado que era una cursilada para chicas. Sirius le había convencido haciéndole chantaje básicamente, prometiendo que le ayudaría cuando él se decidiera a lanzarse al regazo de Lily Evans, la codiciada delegada de su clase.
Sí, era una cosita suave llena de toques cuquis, pero también era algo que te llegaba. Ellos eran los prototipos de deportistas que la serie retrataba como bullies y no podía evitar pensar si así era como Regulus lo veía. Conocía al hermano de su mejor amigo desde la primaria y sabía a ciencia cierta que le despreciaba igual que a Sirius porque los consideraba a los dos unos cavernícolas. Pero ellos no eran así, no eran como esos deportistas que estaba viendo en la pantalla. Y entre otras cosas la razón era el chico que se sentaba a su lado.
Los hermanos Black tenían una relación difícil, fomentada por sus estirados y aristocráticos padres. Sirius era el rebelde y Regulus había sido hasta los trece años el niño bonito de la casa. James había vivido de cerca los cambios que había generado que el hermano pequeño saliera del armario, el rechazo de los padres y la feroz protección de Sirius. Podían aparentar llevarse a matar, pero lo cierto era que nadie se metía con el pequeño de los Black delante de Sirius y por eso mismo no se toleraban en el vestuario de su equipo actitudes de mierda sobre ese tema.
Miró de refilón a Regulus, que comía regaliz concentrado en la pantalla. Era guapo, ya lo era de niño, de un modo muy distinto a su hermano. La primera vez que él había dudado de su hetereosexualidad había sido en las duchas, un día sin más que se había parado más de lo habitual a mirar a Sirius. Su amigo tenía un cuerpazo de deportista, de músculos marcados y caderas estrechas. El pequeño tenía el mismo corte duro de mandíbula, la misma nariz recta y patricia y el mismo pelo oscuro rizado, pero por lo demás era bonito, tenía los labios más perfectos que hubiera visto nunca.
Había esperado que Sirius se volviera loco al darse cuenta de que podría gustarle su hermano, pero había tenido la suerte de que su amigo se colgara de Lupin, aún no sabía muy bien cómo. Hablaba completamente en serio cuando le dijo que aprovechara la cita doble para besar a Regulus. ¿Le daba miedo? pues sí, porque existía la posibilidad de que recibiera un tortazo por su audacia.
En la pantalla, los protagonistas estaban en una fiesta. Gruñó al ver al gilipollas de turno agitando su homofobia. Suspiró al ver a la pareja de chicas besarse en medio del juego de luces y de música. No se dio cuenta de que a su lado Regulus lo miraba sorprendido, con las cejas en alto. Y llegó ese momento épico del primer beso. Inevitablemente se echó hacia delante, emocionado, ignorando la exclamación indignada junto a él cuando Sirius y Remus de repente se estaban besando, toda su atención puesta en esa pareja de ficción que se besaba con cuidado rodeados de flores de colores.
De repente, la imagen se congeló, mostrando a Charlie desconsolado llorando en el hombro de su padre, y las luces se encendieron. Un Regulus iracundo se encaraba son su hermano, que sujetaba todavía con firmeza la mano de Remus.
— ¿No te dije que te alejaras de él, Sirius?
— Regulus... —intentó hablar el tercer implicado, pero el pequeño Black se limitó a hacerle una seña para que le dejara hablar.
– ¿A ti que te pasa? ¿tan difícil es respetar lo poco que tengo?
Los tres se quedaron callados, impresionados por las palabras dolidas y por las lágrimas de rabia.
— Reggie, hermano —consiguió articular al fin Sirius, poniéndose de pie con intención de abrazarlo.
— No me llames así —se resistió Regulus, tratando de evitar sus brazos.
A Sirius le dieron igual sus protestas y lo abrazó de todas maneras, fuerte. Por encima de su hombro, los ojos grises se centraron en los oscuros de James. Solo su amigo entendía lo duro que le resultaba no poder llegar a su hermano.
— Eres mi hermano y te quiero. No soy el imbécil que crees que soy, Reg. No ando detrás de tu amigo para joderte, realmente me gusta. Pero lleva semanas dándome calabazas, creo que para no hacerte daño.
Remus estaba sonrojado como un tomate, pero asintió aún así para confirmar las palabras de Sirius.
— Yo solo... solo quiero dejar de perder gente por ser yo mismo —confesó Regulus contra la clavícula de su hermano mayor.
— El que decida salir de tu vida por ser gay es que no debía estar antes ahí, porque eres demasiado inteligente para juntarte con gilipollas, hermano.
Regulus no pudo evitar reírse del tono fiero y de paso se relajó y se dejó abrazar. Miró por encima de su hombro a su mejor amigo, que le sostuvo la mirada con una pequeña sonrisa.
— Si le haces daño te mataré mientras duermes, hermano mayor —le dijo por fin, en voz suficientemente alta como para que lo oyeran los demás.
— Me parece justo. Ahora siéntate y déjame ver como sigue esta historia. ¿En el cómic también son tan capullos los amigos de Nick?
— Creo que aquí Ben es peor —intervino Remus con voz suave, acomodándose contra el costado de Sirius, que le pasó un brazo por los hombros con una gran sonrisa.
— Es un asco que sea tan guapo y tan mala gente, ¿alguien ha visto las pipas? —comentó James distraídamente, mientras rebuscaba entre las bolsas de chucherías un paquete de pipas.
El silencio que se hizo le hizo mirar alrededor y se dio cuenta de que Regulus lo miraba sorprendido, Remus con cara de empezar a entender algo y Sirius directamente con una sonrisa descarada.
— ¿Qué? dan ganas de pegarle, estoy seguro de que Nick se pasa la serie aguantándose las ganas.
Regulus sacó la bolsa de pipas y se la tendió, mientras su hermano volvía a apagar las luces y a darle al play. Al cabo de un rato, mientras los protagonistas jugaban en la bolera, se inclinó un poquito hacia él y susurró.
— ¿De verdad te parece guapo?
— Sí —respondió sin arrugarse— aunque tú me lo pareces más.
De nuevo el pequeño Black levantó las cejas. James empujó ligeramente el delgado hombro junto al suyo para llamar su atención de nuevo.
— Nos tienes a los dos, Regulus. Nosotros sí sabemos apreciar lo bueno.
Y para reafirmar sus intenciones, le cogió la mano y besó con cuidado el dorso, consiguiendo sonrojar por primera vez en su vida a Regulus Black.
¿Tenía que acabar saliendo Heartstopper? pues claro, pero cuando yo quiero, jijiji. Me ha gustado muchísimo volver a escribir a los hermanos Black así, unidos, ays.
Ahí os dejo, con el subidón de azúcar y un aviso de que mañana no me querréis tanto como mientras leeís esto. ¡Hasta mañana!
