Personajes: Teddy, Scorpius, James


Scorpius Malfoy podría haber tenido una infancia muy solitaria. La maldición de las Greengrass le había quitado las ganas a su tía Daphne de tener hijos y él mismo era hijo único por la misma razón, su madre no se había atrevido a intentarlo otra vez. Respecto a las amistades, la situación tras la guerra no había favorecido la vida social de sus padres, así que apenas había hijos de amigos con los que jugar. La suerte fue que, decidida a recuperar a su hermana, su abuela se acercó a Andrómeda Tonks y con ella llegó su nieto.

Tenía un vago recuerdo de haber conocido a Edward Lupin con cuatro años. Su primo tenía unos doce. Recordaba a un chico alto y delgado, todo codos y rodillas, con vistoso pelo azul que hacía que su padre levantara las cejas cada vez que lo veía. Lo más característico del primo Ted era su sonrisa; tiempo después, la primera vez que lo visitó en su casa, descubrió en una de las fotos que Lupin atesoraba en su habitación a Nymphadora Tonks y Remus Lupin y supo que la sonrisa era de su madre y el aire desgarbado de su padre.

Pasaron juntos mucho tiempo durante las vacaciones escolares de Ted. Así conoció Hogwarts, a través de sus historias, y a la otra familia de su primo: los Potter-Weasley.

Estaba un poquito celoso de ellos, por el entusiasmo con el que su primo hablaba de esa familia que hacía que su padre apretara los labios. Nunca se atrevió a preguntarle qué problema les veía, a él le parecía que tenía que ser genial disponer de una gran familia llena de primos para jugar. Muchas noches, cuando se iba a dormir, soñaba despierto que Ted lo invitaba a ir a casa de sus padrinos o a esa que llamaba La Madriguera, la que tenía un jardín en la que se juntaba toda la familia y jugaban al quidditch los domingos.

— Albus va a ir a Hogwarts en setiembre.

Estaban sentados en el cuarto de Scorpius, en la alfombra, jugando al ajedrez. Scorpius llevaba tiempo escuchando hablar de los hermanos Potter, así que sabía perfectamente que Albus era de su edad y que iría ese año a la escuela igual que él.

— Ajá —se limitó a contestar, con los ojos fijos en el tablero.

— Creo que os llevaríais bien.

Eso sí que le llamó la atención e hizo que mirara a su primo.

— ¿Quieres que me haga amigo de Albus?

Teddy sonrió de lado, un gesto que Scorpius sabía que había copiado de su tío Draco, con el que había acabado por tener una buena relación con el paso de los años.

— Solo digo que creo que te caería bien.

— ¿Los Gryffindor siguen llevándose mal con los Slytherin? —preguntó con un poco de inquina, Ted hacía solo un año que había acabado la escuela y había sido prefecto y premio anual, le había contado muchas historias sobre encontronazos entre casas.

— Creo que Albus va a ser el primer Weasley que dé el campanazo y no quede en Gryffindor —aseguró Ted, volviendo a mirar el tablero.

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Ted demostró ser muy perceptivo, porque Albus se convirtió rápidamente en su amigo, cuando llegaron las vacaciones de Navidad ya era oficialmente su mejor amigo, para escándalo de sus padres. Y así es como se cumplió su fantasía de la infancia y fue invitado por primera vez a casa de los Potter. Tardó bastante en saber que había sido el padre de su amigo el que había conseguido lo que no había conseguido Ted en años de insistir al tío Draco.

Las vacaciones escolares de Scorpius pasaron a ser un entrar y salir de casa de los Potter y de los abuelos Weasley, todo lo que había escuchado de labios de Teddy mientras crecía, pero sin él, enfrascado en su carrera de auror. Su primo se dejaba ver pocas veces y la mayoría de ellas era en las reuniones Weasley, donde Scorpius competía por su atención con muchos primos, pero especialmente con James Potter.

Frente a su infancia un poco solitaria, vivió su adolescencia rodeado de gente. Si bien al principio los primos Weasley no habían entendido que Albus hubiera acabado en Slytherin, la fidelidad a la familia se puso enseguida por encima de todo eso, a pesar de los roces con James.

Por solidaridad de mejor amigo, Scorpius despreciaba a James, hablaba de él y con él en el mismo tono que usaba Albus. Tampoco es que el otro chico hiciera mucho por ganarse su aprecio, era un Gryffindor de los pies a la cabeza que no perdía la oportunidad de meterse con los Slytherin en cualquier ocasión, siempre dentro de los muros de la escuela.

Conforme se hacía mayor, su propio padre empezó a mirar a Ted con sospecha. Establecido ya como auror, se hizo evidente que ponía tierra de por medio con la familia Malfoy y Scorpius empezó a odiar a muerte a James Potter, que acababa de entrar en la academia también. Realmente no se había parado nunca a analizar de qué se trataba, qué estaba pasándole a su corazón, hasta que llegó el cumpleaños de Albus.

Su amigo cumplía 17 en verano, curiosamente solo tres días antes de su padre, así que los dos Potter celebraban juntos sus cumpleaños, que se convertían en el festejo con más invitados en su casa del año.

Scorpius estuvo muy tentado de no ir. Sabía que Teddy estaría allí, podía escaquearse de otras cosas, pero era el cumpleaños de su padrino adorado. Mas se trataba de Albus, de su mejor amigo, no podía fallarle, seguramente era el último cumpleaños que pasarían juntos, el verano siguiente su padre quería llevarle de viaje y Albus se marcharía a estudiar dragonología a Rumanía.

Aún así remoloneó y acabó llegando a la fiesta cuando había tanta gente que le costó un rato encontrar al cumpleañero.

— ¡Felicidades Al! —saludó cuando lo encontró por fin en un rincón del jardín, hablando con uno de los Scamander.

Albus Potter había crecido hasta ser una copia física de su padre, sin las gafas y con pecas en la nariz, hecho que le recordaba la gente a cada paso. Scorpius sospechaba que en parte por eso había decidido irse a estudiar fuera, algo que él mismo todavía trataba de asumir.

Recibió una sonrisa contenida y un pequeño abrazo.

— Ya pensaba que no vendrías. Él no ha venido.

Seguramente Albus Potter, que era la persona que mejor le conocía sin lugar a dudas, había visto con la misma claridad que su padre lo que él todavía no estaba preparado para entender.

— Pero James está por ahí —señaló la puerta que comunicaba el jardín con el salón, a través de la cual se veían numerosas cabezas.

Asintió y, tras acercarse a la mesa de las bebidas, se unió a la conversación del grupito que se había reunido alrededor de su amigo al aparecer el otro gemelo Scamander y Lily también.

Tres refrescos después, no pudo posponer más entrar a la casa para ir al aseo. Aún así, dio la vuelta y entró por la puerta principal, abierta de par en par, para evitar el salón, subir directamente las escaleras y usar el aseo que compartía Albus con sus hermanos.

Ya estaba a punto de bajar las escaleras, deseando estar cuanto antes de vuelta al jardín, cuando escuchó un movimiento en una de las habitaciones. La curiosidad, algo que su padre había reprendido muchas veces como un rasgo impropio de un Malfoy, le pudo y se acercó a mirar por la rendija de la puerta. Se arrepintió en cuanto lo hizo, porque la imagen tardaría mucho en borrarse de su cerebro: allí, apoyados contra la pared, Teddy y James se besaban con ganas.

Bajó las escaleras corriendo, sin importarle el ruido, para meterse de cabeza en el flu. Cuando salió de la chimenea del despacho de su padre unos minutos después, tenía el corazón roto y se echó llorando en brazos de Draco, que maldijo interiormente a su sobrino y a toda la familia Potter de paso. La fantasía de la infancia de su hijo se acababa de convertir en la pesadilla de su adolescencia.


Hasta yo estoy sufriendo por el pobre Scorpius. Aclaro que esto no tiene nada que ver con la otra línea que se ha ido desarrollando en este Fictober en la que también hay Jeddy. Como esto se va escribiendo al día, no tengo ni idea de si el pobre muchacho se acabará consolando en otros brazos, iremos viendo.