Personajes: Zabini y Neville


La mesa de Gryffindor era bulliciosa, como siempre. Bueno, no como siempre. Durante un curso entero, había sido una mesa silenciosa, que hablaba apenas en murmullos y los Gryffindor mayores un grupo unido alrededor de Longbottom.

Neville Longbottom, un héroe para sus compañeros que había dirigido la resistencia y cuidado de todos. El héroe que antes de eso apenas nadie observaba.

Él lo hacía. Siempre lo había hecho, con cuidado, con discreción de serpiente. Hasta sexto curso. Se había acercado a él en la fiesta de navidad de Slughorn, o más bien lo había arrastrado detrás de una cortina para robarle un beso.

Se convirtió en una costumbre, intentar pillarlo por sorpresa para robarle un beso más. Las primeras veces, Neville se marchaba corriendo en cuanto le soltaba, y luego se pasaba días sentándose de espaldas a su mesa. Al cabo de unas semanas, cuando febrero comenzó a sustituir la nieve por lluvia y viento, notó un pequeño cambio.

Aquella noche lo interceptó tras la cena, en el pasillo del cuarto piso. Después de asegurarse de que no había nadie más en el pasillo, lo tomó de la túnica y lo arrastró a un aula vacía. Cuando sus labios se tocaron, Neville no solo respondió, sino que se aferró a su nuca y estaba seguro de que había suspirado su nombre.

A partir de ese día, no volvió a sentarse de espaldas a él. Y empezó a recibir miradas fugaces y pequeñas sonrisas.

Blaise pensaba que así acabarían el curso, pero llegó la noche de la muerte de Dumbledore. Lo interceptó cuando Neville salía de la enfermería, después de las curas por la refriega junto a la torre de astronomía.

— Longbottom —lo llamó justo cuando iba a girar la esquina del pasillo.

Neville se detuvo y lo miró. En ese momento lo vio tan desamparado que se ablandó e hizo algo impensable en él: abrió los brazos y lo abrazó fuerte cuando el chico se refugió en ellos.

==o0o==

Un refugio. Cualquiera que conociera a Blaise Zabini se reiría si supiera que eso había sido durante el terrible séptimo año. Muchas noches colaba a Neville en su habitación solamente para pasar la noche abrazándolo. Curó heridas, moratones, dientes rotos, dedos dislocados, siempre en silencio, con los labios apretados.

No hizo nada para evitar todas esas lesiones, por eso las curaba sin decir nada. Al llegar la batalla por un momento lo pensó, dar un paso adelante y unirse a su héroe particular, pero no lo hizo, en lugar de eso siguió a Draco y acabó en una esquina del gran comedor viendo a Neville batallar como el gran mago que sabía que era, aún manchado de la sangre de la serpiente.

Sentado de nuevo en el comedor bullicioso, de vuelta para su octavo año, lo observaba desde la mesa de Slytherin, mucho más vacía que las demás. Cada vez que lo miraba, lo recordaba con aquella pose guerrera, la espada de Gryffindor en la mano, decapitando a ese bicho espantoso que, según Draco, devoraba personas. Lo miraba y se preguntaba como no estaba todo el mundo mágico adorando el suelo que pisaba. Pero no, ese no era Longbottom, la vanidad no era lo suyo, había cedido sin ningún problema el puesto de héroes a Potter, Weasley y Granger, y ahí estaba de nuevo, tranquilo siendo un segundón.

— Vas a desgastarlo de tanto mirarlo, Blaise —murmuró Theo a su lado.

Volvió la atención a su cena, sin contestar a su mejor amigo.

— Ahora es él quien mira. Lo hace siempre, ¿sabes? en cuanto dejas de acosarlo con la mirada, es él quien te come con los ojos.

— Déjame en paz, Theo.

— Como me dejaste tú a mi en paz cuando no quería salir de mi casa. Aguántate, me has hecho volver aquí, ahora lidia con mis consejos. Habla con él, discúlpate.

— ¿Por qué haría tal cosa?

— Porque te sientes culpable.

— ¿Yo?

— Tú. No sé que le has hecho, pero te conozco, algo te molesta.

En ese momento, un movimiento en la mesa de Gryffindor les hizo a los dos volver su atención hacia allí, Neville estaba de pie, aunque inclinado hacia Finnegan, parecía que le estaba diciendo algo al oído. Luego le palmeó el hombro y se dio la vuelta para salir del comedor, con las manos en los bolsillos de la túnica.

— Ve tras él, vamos —le insistió Theo, al ver que se limitaba a seguirlo con los ojos—. suelta eso que te está molestando. Venga.

Le dio un par de golpecitos en la espalda para animarle. Blaise miró hacia la puerta por la que Neville ya desaparecía, soltó la servilleta y se levantó.

Lo alcanzó a la altura de la biblioteca.

— Neville —lo llamó para que se girara.

— Blaise —recibió un saludo con la cabeza y una pequeña sonrisa—, ¿qué pasa?

— Yo... necesito hablar contigo.

Las cejas rubias se alzaron un poco, pero la actitud amable no desapareció.

— Podemos dar un paseo si quieres, aún hay luz afuera.

Sorprendido, Blaise asintió y echó a andar junto a él.

— ¿Y bien? —preguntó Neville cuando ya llegaban al lago.

— Necesito disculparme —dijo sin despegar los ojos del suelo que pisaba.

— ¿Por qué?

— No hice nada por evitar todo lo que pasaste el año pasado. Ni luché a tu lado.

— Estuviste para mí cuando te necesitaba. ¿Qué podrías haber hecho para oponerte a los Carrow?

— Yo que sé, algo, lo que fuera que impidiera que te hirieran día sí, día también —Le miró por fin, enfadado consigo mismo.

Neville caminó unos pasos más y luego se detuvo para enfrentarlo, con el agua del lago casi rozando sus pies.

— Blaise, me ayudaste, curaste mis heridas y me confortaste. Superé el año pasado con dignidad porque tú fuiste mi puerto seguro. —Remarcó el pronombre tocándole el pecho con el índice— No me debes ninguna disculpa, en todo caso te la debo yo a ti por no haberte dado las gracias.

— Lo hice de corazón, Nev —contestó con una dulzura que solo usaba con él, sujetando la mano de largos dedos contra su pecho—. Uno que no era consciente de que tenía hasta la primera vez que te vi sentarte a la mesa con un ojo morado.

El rostro redondo del Gryffindor se iluminó con una sonrisa que hizo que le latiera el corazón un poco más fuerte.

— ¿Esa es tu manera de declararte? es original desde luego —le dijo con voz divertida.

Blaise cerró los ojos un momento y tomó aire.

— ¿Vas a hacerme decirlo con todas las letras?

— ¿Qué estás enamorado de mí? no es necesario —le contestó, dando un paso hacia delante para acortar la distancia entre ellos—. Pero te dejaré llevar la iniciativa y besarme aquí a la luz del sol, donde cualquiera podría vernos.

— Suena a que me estás retando —respondió Blaise con una sonrisa torcida, terminando de cerrar la distancia entre ellos y pasándole un brazo alrededor de la cintura— Y los Slytherin nunca dejamos pasar un reto, Longbottom.

Y le besó, mientras Neville volvía a sujetarle con una mano de la nuca rapada.


Que me gusta a mi Blaise, es como Charlie, combina estupendo con todo. Hoy fluff a tope, y mañana... más azúcar.