Personajes: Charlie y Draco
Gerberas color turquesa
Estas gerberas nos animan a sacar lo mejor de la vida, ver lo bueno en todo momento. Nos impulsa a ser más positivos, comunicativos y creativos. Nos anima a empezar cada día con fuerzas renovadas.
Llevaba apenas una semana trabajando en la reserva cuando encontró sobre su escritorio la primera flor. La miró con curiosidad, era una gran margarita, de intenso color turquesa. Repasó mentalmente sus conocimientos sobre el lenguaje de las flores, parte de su educación con su madre, pero esa en concreto no la conocía, seguramente la aristocracia no había tenido en cuenta nunca algo tan humilde como una margarita para sus regalos.
Acercó la nariz, curioso, pero la flor apenas olía. Acarició los pétalos con cuidado, con una pequeña sonrisa. Era el primer gesto amistoso que recibía desde que había aterrizado allí. No es que los dragonolistas fueran desagradables, dudaba bastante de que conocieran su apellido como había pasado en San Mungo, sino que iban a lo suyo. Desde que había llegado el trabajo había sido sobre todo de cura de huesos rotos y brechas abiertas, con las quemaduras estaban acostumbrados a lidiar ellos mismos.
Todavía con la sonrisa en la boca, se dispuso a reponer los armarios de suministros y tomar nota de los ingredientes de pociones que tenía que solicitar mientras pensaba en que esa noche igual trataría de ir al comedor comunal.
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Gerberas azules
Estas flores evocan paz, tranquilidad y un sentimiento de relajación. Son ideales para cuando hay momentos de estrés, preocupación o simplemente cansancio.
Tardó más o menos un mes en ocurrir: la primera noche de caos. Había escuchado, en sus visitas al comedor comunal, las historias sobre las noches en las que los dragones se salían de control. No es que no ocurriera durante el día, sino que la oscuridad contribuía a aumentar la confusión y con ella las lesiones.
Le despertaron de madrugada golpeando el cristal de su ventana con insistencia.
— ¡Doctor! vienen heridos, al menos seis —gritó una voz fuerte desde fuera mientras se vestía a toda velocidad.
Finalmente fueron nueve, por suerte la mayoría golpes al caer de las escobas o por impacto de la cola del dragón. Treinta y seis horas después, cuando pudo acostarse a recuperar sueño, solo había un quemado con la pierna rota a su cuidado, durmiendo como él.
Al reincorporarse al trabajo al día siguiente, detectó dos cosas: le saludaban más al cruzar el pequeño poblado camino de la cantina y había una flor azul sobre su escritorio.
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Gerberas de color rosado
Las gerberas color rosado irradian juventud y todo lo que está relacionado con ella. También están en asociación con la admiración, el agradecimiento y la simpatía que se siente por otras personas.
— Buenos días, doctor.
Draco levantó la cabeza de los papeles que rellenaba, completando los historiales de los heridos en la última escaramuza, y se encontró con el único inglés de la reserva. No pudo evitar un pequeño estremecimiento por el parecido de Weasley con sus hermanos.
— Buenos días, Weasley. ¿Que puedo hacer por ti?
Sorprendentemente, el pelirrojo le sonrió, algo que jamas habría esperado de un Weasley.
— Creo que soy yo el que va a hacer algo por ti. El jefe me manda para acompañarte a la ciudad a por suministros.
— ¿Ahora? —preguntó, un poco atónito.
— Creo que le dijiste que era urgente y necesario. Esas palabras ha usado al menos cuando ha venido a buscarme esta mañana.
Lo cierto es que llevaba dos semanas pidiendo esos suministros, y era cierto que le había mandado un ultimatum la tarde anterior al coordinador de la reserva, un individuo muchísimo más interesado por los dragones que por sus propios trabajadores.
— Dame un momento que recojo esto y cojo la capa.
Charlie se limitó a asentir y sentarse en el porche del pequeño edificio que hacía las veces de centro médico.
La ciudad cercana tenía un pequeño barrio mágico bastante agradable, que Draco aún no había tenido oportunidad de conocer. No estaba realmente cerca, había al menos cuarenta kilómetros, pero la reserva tenía una conexión directa por traslador cuando el señor jefe estaba de acuerdo en autorizarlo. O al menos a él se le hizo agradable, porque Charlie Weasley también lo era como guía.
Le enseñó donde estaban las boticas, le acompañó a todas ellas para comprobar la calidad de los suministros, se ofreció a cargar con aquellas cosas que Draco se negó a encoger. Solo al terminar sus compras le comentó que necesitaba encontrar un regalo para enviar a Inglaterra, porque uno de sus hermanos acababa de ser padre. Fue con él, por supuesto, porque Charlie quería su opinión, a pesar de que Draco no trataba con niños desde la escuela. Y después Weasley insistió en darle las gracias invitándole a comer.
Cuando llegaron a media tarde a la reserva, casi tuvo que arrebatarle a Charlie las bolsas de suministros para llevarlas él mismo al hospital. Al despedirse, el pelirrojo le sonrió ampliamente, como si realmente hubiera pasado un gran día. Y Draco se marchó a recoger todo aquello también con esa sensación.
No se dio cuenta de que tenía una flor nueva hasta un rato después, cuando acabó de guardar las cosas en el gabinete y se disponía a encender el caldero para reabastecerse de poción crecehuesos. Era de un suave color rosa que le recordó al vestido preferido de su madre.
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Gerberas de color amarillo
El significado de estas gerberas de color amarillo está muy relacionado al éxito, a la gloria, a los lujos y a las riquezas. Con relación a la amistad puede significar admiración y respeto por los buenos amigos.
Por alguna razón, el coordinador decidió que Weasley era el adecuado para aguantar al cargante del sanador, que no hacía más que pedir. A Charlie se le hacía divertido ver al delgado sanador, con su pelo pulcramente siempre recogido en una coleta y su cara de sonreir muy poco, persiguiendo a su jefe para pedir suministros o mejoras en el hospital. A Draco el cambio de tener que hablar con el domador en lugar de con el antipático responsable le iba bien. O más que bien, porque la compañía de Charlie después de tres meses en la reserva era el único descanso que se permitía.
Se había impuesto la tarea al llegar a su nuevo trabajo, un puesto que no habría elegido en otra vida, de poner al día ese esperpento que llamaban hospital. Y lo estaba consiguiendo, los dragonolistas acudían a él en lugar de curarse ellos mismos, sus ungüentos y pociones eran apreciados y el índice de recuperación de las lesiones era el 100%.
— Hoy invito yo al almuerzo —le dijo a Charlie en su siguiente visita a la ciudad, sujetándole de la muñeca cuando lo vio sacar el ya conocido saquito de galeones del bolsillo interior de la capa.
— No es necesario, Draco.
A Charlie no le había pasado desapercibida la austeridad con la que vivía el sanador. Se rumoreaba que tenía parte de su sueldo embargado por las deudas que su padre había adquirido durante la guerra, pero jamas en la vida le preguntaría, estaba claro que era orgulloso.
— Hoy hace tres meses que estoy aquí. Déjame que te invite, Charlie. Y que te agradezca estar dispuesto a trabajar conmigo en lugar del imbécil de tu jefe.
— Bueno, son horas bien empleadas que dejo de pasar sacando estiércol de dragón de los criaderos —respondió Charlie con un brillo pícaro en los ojos.
— Brindemos pues, porque alguien cree que soy mejor compañía que el estiércol de dragón.
Al día siguiente, al llegar a trabajar, había una nueva flor sobre su escritorio. Como persona adicta al conocimiento, no había parado hasta conseguir un libro sobre el lenguaje de las plantas. Gerberas, ese era el nombre de las margaritas africanas que recibía.
Sacó el libro del escritorio y lo abrió por la página que ya tenia marcada. Esta vez era amarilla, un color tan vivo que le evocaba el calor del verano. Y era un mensaje de éxito y admiración.
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Gerberas color lila, morado o violeta
Este grupo de colores en las gerberas está muy ligado al autocontrol y la dignidad. También puede transmitir cualidades tales como: la humildad, la modestia y la generosidad. De igual manera, puede relacionarse con un sentimiento de profunda timidez.
Gerberas color blanco
Tanto en las gerberas como en cualquier otra flor, el color blanco siempre está asociado a la pureza, limpieza, inocencia, calma y armonía. Puede representar en muchos casos un sentimiento puro y sincero, tanto de la persona que la envía, como de la persona que la recibe.
Toda la reserva hablaba de aquello: la víspera, el sanador había salvado la vida del jefe. El mismo tío al que le había hecho el vacío desde su llegada, del que había criticado su empeño en mejorar la asistencia sanitaria de los trabajadores, se había subido a una escoba y había salido por primera vez al territorio de los dragones a atender a un herido en medio de una noche de caos.
El sanador había mostrado una gran habilidad volando en medio de la refriega para atender a Mihail Stoica, que había caído entre rocas y sangraba profusamente por la cabeza, además de tener el cuerpo retorcido de una manera bastante espeluznante.
Sentado junto a la cama del enfermo, Draco no era consciente de ser la comidilla de la reserva, de cómo en el desayuno se había hablado de su sangre fría, su determinación y su capacidad para organizar a los dragonolistas para sacar al herido de allí. Con un café en la mano, Charlie se limitaba a escuchar. Él no necesitaba un relato, lo había vivido en primera persona, pero era agradable que sus compañeros apreciaran el trabajo de su callado amigo.
Admiraba la determinación de Draco para hacerse un sitio en base a su trabajo, sin tratar de ganarse simpatías innecesarias, solo cuidando de la gente.
Llevo la taza vacía hasta la barra y salió del gran barracón para acercarse al hospital. A través de la ventana pudo ver a Draco escribiendo con una carpeta apoyada en sus rodillas. Por su aspecto, no había dormido, ni tenía intención de hacerlo a corto plazo.
— Hola —lo saludó desde el marco de la puerta.
Draco le miró y sonrió un poco.
— ¿Has descansado?
— Más que tú seguro. No trabajo hasta la tarde, puedo quedarme con él si quieres y tú te acuestas un rato.
Lo vio dudar. Luego, Draco sacó la varita, ejecutó lo que imaginó que eran una serie de hechizos de diagnóstico.
— Un par de horas. Despiértame con cualquier cambio.
Charlie se limitó a asentir y señalarle el camino al cuarto de guardia.
Estuvo tentado de dejarlo dormir más rato, bien sabía que necesitaba el descanso, pero finalmente decidió cumplir y despertarlo. Cuando Draco volvió para revisar al enfermo, después de darse una ducha, encontró sobre la mesita más cercana una bandeja.
Levantó los ojos para ver a Charlie sonreírle de un modo diferente antes de salir por la puerta . Sobre la bandeja había una taza de café que olía increíble, un plato tapado y un pequeño jarrón de cristal con dos flores. A Draco le faltó tiempo para plantarse en su despacho en cinco zanjadas para tomar el libro. Morado y blanco, timidez y sentimientos puros, humildad y generosidad.
Volvió a la sala y se sentó delante de la bandeja. Estiró la mano, cogió la taza y dio un largo sorbo sin perder de vista las flores. Charlie...
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Gerbera color fucsia
La gerbera fucsia representa la belleza del amor que está naciendo o floreciendo. Evoca el deseo de conocerse, de estar juntos y de compartir muchos momentos agradables con la pareja.
La vida en la reserva era dura. Los días de descanso eran escasos y normalmente se iban en recuperar sueño y hacer reparaciones en las casas, sobre todo en los viejos tejados. Para Draco y su alto nivel de exigencia eso se traducía en seguir trabajando, siempre había cosas que hacer. Y eso fue su ruina cuando llegó el frío y acabó de paciente en su propio hospital.
Se lo encontró Charlie una mañana, sentado en su despacho, con la cabeza sobre los brazos apoyados en la mesa. Extrañado por la postura impropia en él, dejó la bandeja en la que le traía el desayuno, porque el sanador había vuelto a saltárselo, y se acercó a tocarle el hombro.
— ¿Draco? —lo llamó, agitándolo un poco.
Tuvo que usar las dos manos para sujetarlo cuando se cayó hacia un lado. Entonces se dio cuenta de que tenía el rostro enrojecido y sudaba profusamente.
— Mierda, Draco —protestó, cogiéndolo en brazos para llevarlo a una de las camas.
Tenía 39 de fiebre y algo tan muggle como una neumonía. Charlie se pasó dos días rezando para que ningún compañero lo necesitara mientras le daba poción pimentónica y le ponía paños frescos en la frente. Dos largos días junto a su cama, escuchando sus murmullos mientras deliraba llamando a su madre con el corazón roto.
Al tercer día, cuando Draco abrió los ojos, Charlie dormitaba en el sillón junto a él, despeinado y con unas buenas ojeras.
— ¿Charlie? —murmuró con voz ronca.
El pelirrojo se despertó sobresaltado y se acercó a él rápidamente con un paño húmedo para limpiarle la cara.
— ¿Cómo te sientes? —le preguntó mientras le apartaba el pelo que se había escapado de una trenza que Draco estaba seguro de no haberse hecho.
— Apalizado. ¿Qué ha pasado?
— Llevas dos días con mucha fiebre. Voy a pedirle a alguien que se quede contigo mientras voy a buscarte algo de leche, ¿te parece?
— Suena bien. Y aprovecha para desayunar tú, tienes mala cara.
— No sé como puedes hacer esto de cuidar a la gente, es agotador —le contestó, poniéndose de pie con los ojos un poco brillantes para salir enseguida.
Cinco minutos después entraba Yelena, una de las domadoras, con una taza de café aún en la mano.
— Charlie dice que estará aquí en media hora. ¿Cómo estás? —preguntó amable, ocupando el sillón que Charlie acababa de dejar libre.
— Bien, creo —contestó con voz que sonó a graznido—. ¿Qué tal ahí fuera?
— Mucho frío. ¿Quieres los cotilleos?
Draco hizo el intento de levantar una ceja, pero no tenía fuerzas. Él debía ser el menos interesado en la vida de los demás de toda la reserva, pero aún así Yelena lo interpretó como un asentimiento.
— El día que te pusiste enfermo, Charlie tuvo una enganchada gorda con Mihail, casi llegan a las manos. Charlie fue a decirle que alguien tenía que cuidar de ti, que no podías quedarte solo y el jefe quiso mandarlo a trabajar fuera de la reserva. Pocas veces se ha visto a Charlie gritar así, lo llamó de todo. Y acabó recordándole que el hospital no está preparado para ser llevado por una sola persona, que es mucho trabajo y por eso has caído enfermo. La gente está de acuerdo y está circulando una petición para enviar a los que pagan, para que contraten a otro sanador más.
Yelena dio un largo sorbo a su café, analizando la reacción de Draco. Para los que conocían a Charlie desde hacía años, y era el caso de ella, que había entrado en la reserva más o menos a la vez que el pelirrojo, era evidente que algo se estaba cociendo con el sanador, algo capaz de hacer perder los nervios a un tipo conocido por su sentido del humor y su trato fácil.
Cuando Charlie volvió, con una bandeja cubierta en las manos, encontró a Draco durmiendo de nuevo, a Yelena con cara de estar callándose algo muy gordo, y una flor fucsia sobre la mesa en la que iba a depositar el desayuno.
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Gerberas color rojo
En el amor, se expresa el sentimiento más intenso y apasionado que se siente por otra persona con una gerbera roja. Además puede representar el amor romántico que nunca muere. En el campo laboral puede significar deseo de victoria, demostración de ánimo fuerte y la continuidad en la búsqueda de un logro.
Gerberas color naranja
Este color en esta planta tiene muchos significados, ya que está asociado a la euforia y a la alegría, por lo que simbolizan el éxito conseguido en todos los sueños o metas propuestos en la vida. Y si de amor se trata, la gerbera naranja representa la consolidación del amor en la pareja.
Draco miró a su alrededor, con la barbilla levantada y los ojos brillantes de orgullo. El hospital, su hospital, brillante y reluciente, sin goteras, sin ventanas por las que se colaba el aire, con los armarios de suministros llenos y otro sanador sentado junto a la cama de un enfermo. Con un suspiro de satisfacción, volvió a su despacho para recoger los papeles que había dejado sobre la mesa. Allí, junto al tintero, había un jarrón, lleno de gerberas rojas y naranjas. Sonrió, de un modo que se veía pocas veces.
— Luego dirán que el sanador Malfoy no sabe sonreír —dijo una voz grave desde la puerta.
— Estás viendo mal, domador Weasley. Hacía una mueca —le contestó con fingida seriedad, dándole aún la espalda mientras metía las facturas de suministros en una carpeta—. ¿No hay dragones con los que pelear ahí fuera?
Charlie rio y se acercó hasta abrazarlo por la espalda. Draco se apoyó en el pecho fuerte y puso las manos sobre los antebrazos cubiertos de cuero.
— El que más me ha costado domar no vive en el bosque, sino entre los muros de un hospital —contestó en su oído.
Su compañero se giró lo suficiente como para poder besarle y soltó una de las manos para acariciar el fuerte cuello.
— ¿Domar? —preguntó el sanador, estrechando los ojos hasta que eran una fina franja gris.
— ¿Conquistar? —sugirió charlie sin dejar de sonreír.
— Suena mejor. ¿Comemos juntos? —Se giró del todo para darle un beso más corto y peinarle con los dedos.
— Venía a buscarte para eso. ¿Puedes?
— Sergei lleva un buen rato diciéndome que me vaya, creo que está harto de verme por aquí sacándole brillo a las puertas de los gabinetes.
— Bien.
El domador sacó la varita y tomó la palma de una de las pálidas manos. Con un hechizo susurrado, una gerbera azul turquesa se materializó en la mano de Draco.
— Feliz primer año en Rumanía, sanador —le dijo justo antes de inclinarse hacia él y volver a besarle.
Bienvenides al día de Charles Weasley. ¿Que por qué? porque el año pasado tres fickers decidimos que lo era, sin más. Este año las circunstancias no acompañan, no hay cuerpo ni espíritu, así que solo vais a tener el mío. Debo decir que he disfrutado mucho mucho con esta pareja, los fics de Draco y Charlie juntos en Rumanía son uno de mis vicios.
Añado que las margaritas son mi flor preferida, las gerberas en concreto me parecen preciosas y las adoro.
Os dejo por aquí un diálogo que escribí y luego no pude encajar en la historia, pero creo que merece salvarse. Son ellos dos, tumbados en la cama después de su primera vez juntos. Los imagino muy bien, aún sonrojados, respirando un poco acelerado, con Draco apoyando la cabeza en el pecho de Charlie y Charlie disfrutando por fin de pasar los dedos por el largo pelo.
— ¿Por qué estas flores? —preguntó Draco, tomando entre sus dedos una de las gerberas rojas que había sobre su mesilla.
— Porque son sencillas, grandes y coloridas, como yo —contestó Charlie, la voz más grave de lo habitual.
— Eso es...
A Draco le faltaron las palabras para opinar y acabó besándole, que parecía ser su forma de expresión favorita.
— Cuando era niño, las margaritas eran las flores del jardín de mi madre. Las únicas suficientemente fuertes como para aguantarnos a todos nosotros jugando por allí. Son supervivientes, Draco.
Y lo abrazó fuerte antes de besarle de nuevo.
