Robotech y sus personajes son propiedad de Harmony Gold
Lisa se sentía ajena a sí misma, como anestesiada. Las cosas que le estaban ocurriendo la abrumaban al punto de hacerla sentir incapaz de tomar una decisión más. Así que hizo lo único que podía hacer: dejar que todo pasara. Y así estaba ahora, como una espectadora pasiva de su propia vida, con la cabeza apoyada en el hombro del que ahora era su marido. Miró el anillo en su dedo y luego levantó la mirada para encontrarse con la de él. Karl le apartó un mechón de pelo del rostro y la besó tiernamente.
-¡Los tengo!- dijo Sammy apuntándolos con su teléfono celular, segura de que había conseguido la foto perfecta.
-¡Déjame ver!- dijo Kim -Aww ¡me encanta!
-Envíamela, Sammy- dijo Lisa antes de darle un sorbo a su café.
A modo de festejo y combinando con lo austero de la ceremonia, únicamente se habían reunido en una cafetería para desayunar todos juntos antes de comenzar la jornada laboral. Sólo estaban Lisa, Karl y un puñado de amigos de ambos.
-¿No hay ramo?- preguntó Vanessa, un poco desilusionada.
-¿Para qué iba a usar ramo si ni siquiera tiene vestido?- agregó Claudia riendo, y es que ambos se habían casado con los uniformes de la RDF.
-Ya lo arreglo- dijo Lisa y, quitando una de las flores del centro de mesa, se la arrojó a Vanessa -¡Listo! Serás la próxima en casarte.
-¡No es justo!- chilló Sammy -No vale que elijas a quién le arrojas el ramo.
-¿Ya terminaron todos sus cafés?- preguntó Jenkins, amigo de Karl y novio de Kim. Tras recibir una respuesta afirmativa, se alejó un momento y regresó con una botella de champaña y varias copas.
-¿Qué haces con eso, Thomas?- preguntó Karl entre risas -La mayoría de ustedes tiene que entrar a trabajar en menos de un cuarto de hora.
-¿Y qué? una sola copa no le hace daño a nadie- dijo mientras descorchaba la botella.
-¡Por la feliz pareja!- gritó Kim.
.
Más tarde
-Atención a todas las unidades, el radar está detectando actividades inusuales en las proximidades y suponemos que podría tratarse del enemigo- anunció Lisa a todos los pilotos.
-Aquí Rick Hunter, líder Bermellón a sus órdenes.
-Buenos días Teniente Hunter, diríjase con su escuadrón al cuadrante 2-3-3 inmediatamente.
-Enterado. Y... felicidades, Comandante- dijo Rick protocolarmente.
-Gracias, Rick- respondió ella con una sonrisa que, aunque tímida, fue suficiente para atravesar el corazón del piloto como una daga afilada.
El Tac Net le mostraba la misma imagen de todos los días, la de su oficial superior, pero esta vez era distinto. Estaba más hermosa que nunca, seguramente porque su reciente matrimonio la hacía sentir radiante. O quizás estaba un poco más maquillada que lo habitual. O simplemente era el hecho de que ahora se había vuelto totalmente inalcanzable para él. Afortunadamente la pantalla sólo mostraba su rostro y no llegaba a captar sus manos, porque no habría tolerado ver ese estúpido anillo en su dedo. ¿Se habría puesto algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul?
Algo azul... de pronto recordó el sostén que ella había mencionado en la fiesta de Minmay. El sostén azul en el que ella le prohibió pensar, pero que no podía dejar de imaginar cubriendo sus exquisitos pechos... qué gran acto de rebeldía pensar en eso ahora... era una pequeña venganza contra ella por haberse casado con otro.
Qué patético se sentía.
-Atención, se acercan unas pocas naves enemigas- informó Lisa.
Era inusual para un ataque un número tan reducido de naves, puesto que no llegaban a diez. Posiblemente se trataba de una misión de reconocimiento pero, al ser interceptados por el escuadrón Bermellón, abrieron fuego. Un proyectil se dirigía directamente hacia Rick, que pudo esquivarlo con una violenta maniobra, aunque no del todo: parte del impacto se sintió sobre el extremo del ala izquierda, haciendo temblar todo el veritech.
-¿Está bien teniente?- preguntaron casi al unísono varios de sus subalternos por el intercomunicador.
-Sí, lo estoy... esos cabrones apenas me rozaron, pero no se desharán de mí mientras pueda volar.
-Teniente Hunter, regrese inmediatamente- dijo Lisa.
-Para nada, no hubo daños en el motor así que no abandonaré a mi escuadrón.
-No está capacitado para cuantificar los daños desde dentro, Teniente. Regrese a la base y deje que los técnicos evalúen el daño. Es una orden.
-¿Qué? Déjeme terminar la misión y luego regresaré, Comandante.
-¡Por favor, Rick! ¡Es peligroso!- dijo Lisa con preocupación.
Rick quedó perplejo ¿Por qué se saltaba el protocolo y lo llamaba por su nombre de pila? Y peor aún ¿Por qué se mostraba preocupada por él? No tenía derecho alguno. Ya no. Ya tenía una marido del que ocuparse. No podía simplemente venir a confundirlo o a esperanzarlo de esa manera.
Desobedeció descaradamente la orden y siguió avanzando hasta que acabaron con todas las naves enemigas, cosa que no resultó muy difícil puesto que eran muy pocas, y regresó todavía molesto. Dejó a los técnicos revisando su veritech y se dirigió a las oficinas a realizar el informe de vuelo.
Ese día terminó temprano y salió de la base tan pronto como pudo, para evitar coincidir con Lisa. No quería verla. No podía hacerlo. Avanzó sintiéndose aliviado, pero se sorprendió al ver a Karl sentado con un ramo de rosas, evidentemente esperando a su mujer. Rick fingió no haberlo visto para no tener que saludarlo ni felicitarlo y siguió caminando. Un poco más adelante se encontró con Roy.
-¿Cómo estás?
-Vaya pregunta, Roy.
-Arriba ese ánimo Rick, que te necesitamos de buen humor para esta noche.
-Cuenta con eso, es la despedida de soltero de Max y planeo divertirme, o al menos distraerme... o ahogar las penas.
Roy puso los ojos en blanco y estaba a punto de pedirle a su amigo que cambiara de tema, cuando un creciente murmullo a sus espaldas los distrajo.
-¿Qué sucede?- preguntó Roy, dándose la vuelta
-Ay, no...- suspiró Rick
Lisa acababa de salir y, al ver a Karl con las flores, se había arrojado a sus brazos. Todos a su alrededor empezaron a hacer exclamaciones de ternura y a vitorear y aplaudir a la pareja.
-¿Qué es eso?-preguntó Rick, sin dejar de mirar disimuladamente la escena -¿Es una lluvia arroz?
-No importa, ya vámonos
-¿De verdad alguien vino tan preparado que trajo un paquete de arroz a la base para tirárselo a los novios?
-Será cosa de Sammy, o de Kim. Ya vámonos Rick.
-Qué hermoso. Todo el mundo está encantado con este matrimonio menos yo.
Roy pensó que aún faltaban unas horas para la despedida de Max, y no podía dejar a Rick solo sintiéndose miserable hasta entonces, así que lo invitó a su barraca para que pudiera desahogarse un rato conversando.
-¿Quieres algo de beber, Rick?
-Por favor. Y que sea fuerte.
-¿Qué tal esto?- preguntó Roy mientras agitaba una pequeña caja amarilla con su mano derecha.
-¿Té? No es lo que tenía en mente, pero si a ti te gusta...
Roy comenzó a reír.
-¡Debiste ver tu cara! Es una broma, este té es un regalo para Claudia que aún no le he dado. Claro que tengo algo más fuerte.
Y tras decir esto, sirvió dos vasos de whisky. Le alcanzó uno a Rick, que empezó a girarlo en su mano y a ver cómo se derretían los hielos.
-¿Y como cuánto tarda en sanar la herida?- preguntó de pronto, sin levantar la mirada.
-Hablas como si pensaras claudicar.
-¡Si la perdí, Roy! Ya la perdí definitivamente.
-¿Estás escuchándote? No puedes ser tan fatalista. Estamos en pleno siglo XXI, una boda no es el fin de todo.
-Una boda y un viaje a la Tierra...- Rick dio un buen sorbo a su vaso y continuó -Bueno, tal vez hasta sea lo mejor... prefiero tenerla lejos a tener que verla todos los días llegar e irse de la mano de su marido... trabajar así sería una tortura, creo que acabaría renunciando.
-¿Qué? ¡Déjate de tonterías, Rick.! Eres un militar, ésta es tu vida.
-Lo sé… pero empezaba a creer que en mi vida podía haber algo más que sólo el ejército...
-Y lo habrá. No renuncies al amor solo porque Lisa se casó.
-...y se va a la Tierra y ya nunca volveré a verla.
-Nosotros también volveremos a la Tierra algún día, Rick. Esta guerra y nuestro exilio en el espacio no durarán para siempre.
Rick sonrió con amargura.
-Claro... y ahora vas a decirme que todo tendrá un final feliz como en las películas.
-No, estoy diciéndote que no puedes dar nada por sentado porque la vida es impredecible. Nunca se sabe qué puede pasar, así que déjate de ideas tontas como renunciar al ejército o creer que tu vida no puede continuar sin ella.
Rick suspiró
-Lo peor de todo es que en algún momento llegué a pensar que ella sentía algo por mí... pero ahora sé que todo fue una ilusión de mi parte.
-No Rick, no lo sabes
-Sí que lo sé, Roy. Si yo le importara no se habría casado con otro.
-¿Pero acaso Lisa sabe lo que sientes por ella?
-¡Si es obvio Roy! Tiene que haberse dado cuenta.
-¿Se lo has dicho?
-No.
-Pues antes de renunciar por completo a ella, díselo.
-¡No puedo hacer eso, es una locura!
-¿Por qué?
-Porque está a punto de irse a la Tierra.
-¡Precisamente por eso, Rick! ¿Qué te queda por perder?
.
Horas después, en un club nocturno de Ciudad Macross
-¡Por Miriya, que mañana a esta hora será una mujer casada!- exclamó Claudia levantando su copa, y el resto del grupo la imitó.
Miriya apenas acababa de entender parcialmente el concepto de "Matrimonio", así que el de "Despedida de soltera" la tenía completamente desorientada. No obstante, estaba pasándola estupendamente.
-¿Por qué estamos usando esto?- preguntó señalando las orejas de conejo que llevaba en la cabeza.
-Porque es sexy- dijo Josephine, una piloto compañera de escuadrón de Max.
-¿Pero qué significa exactamente?
-Son orejas de conejo- intervino Vanessa y, al ver la cara de confusión de Miriya, buscó una foto de un conejo con su teléfono celular y se la enseñó.
-¿Y eso es sexy?- preguntó entonces la zentraedi, más extrañada que antes.
-¡Ay Vanessa!- exclamó Sammy riendo, y buscó una foto de una conejita de Playboy que aclarara un poco la idea.
-Me llevará tiempo entender a los micronianos- dijo Miriya antes de dar un sorbo generoso a su caipiriña.
-¡Hey, más despacio, que tiene mucho alcohol!- quiso advertirle Lisa.
-Ah ¿es como la cerveza?- preguntó Miriya, que había conocido esa bebida gracias a Max.
-No, es más fuerte.
-¿Y qué hace?
-Depende,- intervino Vanessa -a veces te puede poner efusiva, otras hace que quieras bailar, o que hables de más, otras que te pongas triste, o incluso que no puedas caminar bien.
-¡¿Es un arma microniana?!
-Más bien es un veneno- dijo Sammy
-¿Y por qué lo tomamos?- preguntó Miriya, asombrada.
Nadie supo bien qué responderle y por toda respuesta rieron y siguieron bebiendo, así que ella agregó, reflexiva:
-Para ser una especie que odia la guerra, les gusta bastante jugar con el peligro.
-Vaya, qué analítica se ha puesto- comentó Josephine a Kim -Unos días más entre nosotros y ya puede dedicarse a escribir ensayos filosóficos sobre la raza humana.
-¡Menos mal que finalmente acordamos no traer al stripper!- acotó Kim
-Era una idea fantástica- lamentó Sammy
-Pero la habría confundido más que las orejas de conejo y perderíamos la noche explicando cosas- dijo Kim
-No, eso no es lo peor- agregó Frida, otra piloto -Lo peor es que ella se lo habría contado con lujo de detalles a Max y luego nosotras tendríamos que soportarlo a él ¿O no, Josephine?
-¡Cierto!
Cuando terminaron sus tragos, decidieron continuar la noche en una discoteca cercana. Una vez allí, se encontraron con que ese había sido el lugar elegido para la despedida de Max: en el centro de la pista se encontraban varios pilotos formando un círculo, en cuyo centro estaba Max sin camisa, con una peluca afro y gafas de luces, bailando con una botella de champaña en la mano.
-¿Lo ves? eso es lo que pasa cuando tomas demasiado- dijo Sammy a Miriya, mientras señalaba a su prometido.
-Entiendo- dijo Miriya, entre risas y euforia -¡Unámonos a la fiesta!
Los pilotos se sorprendieron cuando vieron llegar a las mujeres y al principio temieron lo peor, pero respiraron tranquilos cuando vieron que Miriya besó apasionadamente a Max para luego ponerse a bailar de manera sensual con él. Unos y otras empezaron a mezclarse en la pista de baile y las dos despedidas se convirtieron en una sola. Roy se puso a bailar con Claudia, Kim le preguntó a uno de los pilotos qué era eso de color azul que estaba bebiendo y Sammy aprovechó para acercarse a un técnico de mantenimiento que siempre le había parecido guapo pero con el que nunca había podido hablar.
Aprovechando la situación, Rick se fue acercando a Lisa, y en un principio se saludaron fríamente pero luego tomó coraje y le dijo:
-Lo siento si te hablé mal hoy.
-Descuida Rick, ya pasó- dijo ella, y le dedicó una sonrisa.
-Lisa... entenderás que todo esto es un poco difícil para mí...
-¿A que te refieres?
Rick se pasó la mano por la cabellera con gesto nervioso, porque no sabía muy bien cómo continuar.
-Voy a buscar una bebida. ¿Quieres algo?
-Gracias, un vino blanco. No, espera, mejor una cerveza. O mejor... mejor voy contigo así veo qué tienen.
Se dirigieron hacia la barra, en lo que parecía una situación normal a ojos de la mayoría, pero que llamó la atención de Claudia. Estaba a punto de ir tras ellos cuando Roy la tomó por la cintura.
-Qué guapa estás esta noche- le susurró al oído.
Claudia lo besó, porque después de todo no era de piedra y no podía resistirse a sus encantos, pero en cuanto pudo volvió la vista hacia Rick y Lisa. Ya tenían sus bebidas y seguían conversando.
-¿Algo te preocupa, cariño?
-No, no- mintió Claudia, pero al volver la vista hacia su amiga, le pareció que Rick estaba mucho más cerca de ella que antes, así que decidió intervenir.
-Voy al baño, Roy
-¿Seguro?
-¿Qué?
-Tu amiga es grande y puede cuidarse sola- dijo Roy, que ya sabía lo que estaba pasando.
Claudia resopló con fastidio y, al ver que Rick le apartaba un mechón de pelo a Lisa de la cara, supo que era el momento de interrumpirlos. Sin embargo, Roy la tomó por la muñeca y le impidió avanzar.
-Mi amiga está casada- dijo tratando de hacer razonar a Roy.
-No felizmente si está buscando la compañía de Rick.
-Tal vez, pero mi deber de amiga es salvarla del escándalo- dijo mientras liberaba su muñeca de la mano de Roy con un movimiento brusco -Que su relación con Karl se la replantee por la mañana estando sobria.
Y diciendo esto, se abrió paso entre la gente, tomó a Lisa del brazo alegando la excusa de que debían madrugar, se despidió cortésmente de Rick y llevó a su amiga a la salida. Caminaron algunos metros en silencio, hasta que Claudia quiso indagar:
-¿Qué acaba de pasar ahí dentro?
-No lo sé, Claudia, solo hablábamos...
-Perdona por entrometerme así, pero temía que acabaras besándolo como en la fiesta de Minmay.
-Yo... también lo temía.
Claudia se detuvo y la miró preocupada.
-¡Ay amiga! ¿Tanto has bebido?
-No, no bebí casi nada hoy… y esa es la peor parte- dijo y comenzó a sollozar -Soy una mala persona, Claudia.
Claudia la abrazó con fuerza y Lisa rompió a llorar.
-¡Claro que no, Lisa! Sólo estás un poco confundida.
-Gracias a Dios que ya me voy a la Tierra- concluyó Lisa con la voz entrecortada.
Claudia, entonces, comprendió lo que nadie había hecho hasta ese momento: el viaje no sólo era la excusa perfecta para sacar a Karl del SDF-1, era también la excusa perfecta de Lisa para escapar de sus sentimientos.
