Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto, hago esta historia con el único fin de entretener.
Arco III
Capítulo 38: Jinchuuriki
Rin y Naruto estaban listos para partir a su misión de rango S, o al menos eso era lo que el blondo pensaba, por otro lado, Nohara si estaba consciente de a que iba todo eso. Entendía que debían ocultarle la verdad al Uzumaki por el momento, sería demasiado testarudo como para no querer irse y estar en primera fila durante la guerra.
—Les encargo mucho a Rin y Naruto —dijo Kakashi una vez los dos escuadrones estaban listos para partir a la zona portuaria del país del fuego.
—No tiene que preocuparse Kakashi-san, ambos estarán más que bien con nosotros —aseguró Yamato.
—¡Estaremos viviendo el mejor momento nuestra juventud! —Exclamó Gai con total emoción.
—Vamos a estar bien, no se preocupen tanto —Rin sonrió ante las miradas de preocupación que le dedicaban tanto Obito como Kakashi—, los veré pronto, cuídense mucho ¿Si?
Nohara los abrazó a ambos con cariño, sabía que la próxima vez que se vieran podría ser en el campo de batalla. Le aterraba aquello, le aterraba mucho, no sabía que pasaría a partir de ahora, solo les quedaba confiar en que todo iría bien, si el escuadrón de Anko hacía bien su parte, la alianza shinobi tendría una ventaja.
—¡Vámonos Rin nee-chan! —Exclamó Naruto, quien estaba bastante desesperado por partir a la dichosa isla paradisiaca.
—Cuídate mucho Rin —murmuró Obito antes de separarse del abrazo.
—Ustedes también. Kakashi, no lo dejes hacer nada imprudente.
Tras despedirse, los dos escuadrones se marcharon en dirección a la zona portuaria para abordar el barco que les llevaría al país del rayo.
…
El viaje era largo por lo que Rin se permitía disfrutar mucho la brisa marina en su rostro, así como ver el amplio océano. A diferencia de Gai, por supuesto, cuyo mareo no parecía mejorar ni siquiera con ayuda del ninjutsu médico.
—Rin… Rin por favor… ayúdame, no aguanto —hablaba con debilidad y un exceso de drama, ni siquiera era capaz de ponerse de pie.
—Ya lo intenté, no creo poder hacer nada más por tu mareo, lo siento —se disculpó con una sonrisa nerviosa, aunque ya comenzaba a parecerle un poco exagerado.
—No le hagas caso, ya se le pasará —le restó importancia Aoba.
—Me siento mal por no poder ayudarlo —se lamentó un poco Rin al ver al ninja usualmente enérgico en ese estado tan lamentable.
—Yo me siento mal por no lanzarlo por la borda hace días —el jounin rodó sus ojos bajo sus lentes oscuros, su comentario hizo reír genuinamente a su compañera—. Hacía mucho que no formábamos equipo en una misión, es algo nostálgico.
—Oh sí, solo faltan Genma y Obito para que fuera como entonces —respondió ella, recordando la época en la que trabajaban los cuatro debido a que Kakashi era parte del escuadrón ANBU.
Ambos sonrieron al pensar en aquellos viejos tiempos. Muchas cosas habían cambiado desde entonces, como miembro de Akatsuki tendía a completar otro tipo de misiones, trabajaba más con Obito, pero también con Konan, Shisui o Hana cuando estaba en la aldea. A veces extrañaba como eran las cosas antes, sentía que eran menos complejas.
Acomodó el cabello tras su oreja y fue a tomar asiento junto a Yamato, el cual revisaba un mapa de la región y calculaba el tiempo que les faltaba para llegar a la nación del rayo.
—¿Nos falta mucho? —Preguntó mirando atentamente el mapa.
—Diría que un par de semanas, haremos una pausa en esta isla para re abastecernos de suministros —señaló un punto con su dedo antes de fijarse mejor en la kunoichi—¿Estás bien?
—Sí, bueno, a veces siento algo de mareo, pero no a nivel de Gai —hizo una pequeña broma, aún se escuchaban sus quejidos al fondo—¿Tú cómo estás? Cuidar de Naruto no debe ser sencillo.
—No tienes idea —suspiró con evidente cansancio, realmente era más complicado ahora que el collar del Primer Hokage estaba destruido.
—Tú y Kakashi muchas veces parecen sus padres —volvió a bromear, dejando salir una risita al ver la expresión del castaño—, yo creo que es algo lindo.
—No diga eso, Rin-san —negó abochornado, incluso llegó a ruborizarse un poco—. Solo intento ser de ayuda, es un buen chico, claro que también es testarudo y muy desagradecido conmigo.
Rin volvió a reírse por las quejas de Yamato, mirando hacia donde estaba Naruto molestando al pobre y muy mareado Gai. Verlo le recordaba muchas veces a Kushina, no dejaba de pensar que su personalidad y actitud se inclinaban mucho más hacia ella que a su difunto maestro. En definitiva, aun los extrañaba mucho.
El viento seguía soplando, empujando su cabello contra su rostro por lo que debía acomodarlo de nuevo. No quería pensar tanto en el pasado o las personas que ya no estaban, debía enfocarse en el presente y el futuro, era por eso por lo que debían prepararse más que nunca.
—Yamato ¿Aún no le has dicho nada a Kakashi? —Preguntó tras un breve silencio, el usuario del mokuton le miró confundido y luego sorprendido—Yo creo que si deberías hacerlo. No sería bueno que te arrepintieras después.
—No creo que sea una buena idea, estoy seguro que él tiene otras cosas en la cabeza —murmuró pasando una mano por su nuca—, aun así, le agradezco mucho el consejo.
Ambos se dedicaron una sonrisa gentil antes de cambiar el tema, Yamato siguió explicándole sobre la ruta de viaje, lo que necesitarían buscar en su siguiente parada y donde los recogerían los shinobi de la Nube.
…
Durante lo que quedaba de viaje, Rin se dedicó a meditar en un intento de conectar nuevamente con los jinchuurikis, cosa que no le estaba saliendo muy bien. Tras que por fin se encontraran con los ninjas de Kumogakure y les llevaran a una exótica isla de su nación, pudieron conocer a su respectivo jinchuuriki. Fue una experiencia bastante curiosa –por no mencionar que les salvó de un calamar gigante-, era un hombre muy extravagante que hacía rimas demasiado simplonas, tenía un control perfecto de su bijuu y cargaba con una enorme espada en su espalda. Él accedió a ayudarles con su entrenamiento gracias a un hombre cercano a él llamado Motoi.
Ambos tomaron asiento en aquel montículo frente a la cascada de la verdad, espalda contra espalda los dos adquirieron una posición de meditación, listos para enfrentar a su otro yo. Para Naruto era su segundo intento ya que el primero se vio interrumpido al no saber muy bien que hacer. Mientras, para Rin apenas era el primero por lo que le sorprendió mucho vera esa otra ella de ojos amarillos sin pupilas, la cual solo derramaba lágrimas.
—Si estás aquí es porque quieres usar este poder horrible dentro de nosotras —dijo su contraparte a la vez que apoyaba su mano en su estómago—¿Por qué querrías algo así? ¿Para ir a otra guerra? ¿Para ver morir más gente? ¿O para que te teman, así como al pobre Naruto?
—Es para proteger a nuestros seres queridos —corrigió sin moverse de su lugar, aunque mirándole bastante confundida—¿Quién eres?
—¿Quién soy? —repitió—Soy quien mejor te conoce, quien nos ha mantenido con vida, aunque últimamente no has querido escucharme.
Rin abrió sus ojos con algo de sorpresa, recordando lo ocurrido durante la invasión de Ichigo Uchiha a la aldea, cuando había decidido buscar a Naruto y unirse a él en la batalla para proteger a su amado hogar.
—Eres mi miedo —dijo finalmente.
—Soy más que eso, soy lo más profundo de ti, pero todo lo que hago es para protegernos, no necesitas al Sanbi para eso, nuestro deber como ninja médico es sobrevivir hasta el final.
—No si eso le cuesta la vida a las personas que amo —negó frunciendo un poco su ceño—. Necesito de este poder para salvarlos, no basta solo con que el Sanbi nos preste chakra, debemos manejar este poder para acabar con esta guerra, no me proteges, me estás frenando de hacer lo correcto, casi lo haces cuando Ichigo Uchiha atacó la aldea.
—¡No lo necesitas! Este poder solo nos trae desgracias, por este poder nos están cazando, si vamos a esa guerra moriremos —su llanto parecía desbordarse con cada palabra que daba—. Odio las guerras, odias las guerras, odiamos este mundo que nos quitó a nuestros padres, a nuestro maestro, a Kushina, a Asuma, a Jiraiya-sama y seguro nos quitará a Obito y a Kakashi también.
—No digas eso, por favor —bajó la mirada, sintiendo un inmenso dolor de solo imaginar esa posibilidad—, ellos no morirán, son muy fuertes, son los más fuertes que conozco.
—Minato-sensei también lo era…
—Minato-sensei dio la vida por su hijo, por su aldea, nos protegió a todos —refutó, frunciendo su ceño.
Guardó silencio un instante y cerró sus ojos, aquello era complicado ¿Cómo confrontar y superar el miedo que siempre había estado cargando? Ya no quería perder a nadie más, no quería más muerte, no quería más dolor ni más odio. Abrió los ojos y se acercó despacio a su contraparte.
—Quiero volver a casa —sollozó. Rin reconocía esas palabras, eran las que había dicho cuando sus padres habían fallecido en una misión.
—Lo sé, lo sé muy bien. Ser un shinobi implica muchos sacrificios, pero ya no debemos tener miedo, porque ahora ya no necesitamos que nos protejan, nosotras, yo los protegeré esta vez —le aseguró, sonriendo ligeramente mientras sujetaba una de sus manos—. Esto es para proteger su futuro, para que ellos estén en paz: la bebé de Kurenai, Koushiro, Takumi y todos esos niños que están por venir.
Rin llevó su mano libre a su propio vientre, sonriendo ligeramente. Aún no le había contado nada a Obito, en realidad no le había contado a nadie, solo ella y su bijuu sabían de la vida que se desarrollaba en su interior desde hacía dos meses y que era resguardado bajo un manto especial de chakra para que no sufriera ninguna clase de daño.
—Así que no pienso morir, no dejaré que nada ni nadie dañe o separe a nuestra familia —finalizó con gran determinación.
La otra Rin le miró con sorpresa a medida que el color de sus ojos volvía a ser del mismo marrón. Las lágrimas dejaron de fluir, estaba bien tener miedo, pero no podía dejar que ese miedo impulsado por el odio al conflicto le paralizara. Apretó su mano suavemente antes de solo desaparecer.
Tras abrir los ojos, tanto Naruto como Rin comprendieron que estaban listos para la siguiente parte de su entrenamiento como jinchuurikis.
—Espero que en la cascada hayan sido honestos porque yo ahora seré su maestro, oh yeah.
Ambos rieron ante el terrible rap de Killer Bee, asintiendo a lo dicho para seguirle junto a Yamato detrás de la cascada de la verdad.
…
Al llegar a aquella especie de salón de ritual tras la cascada –y tras una broma de Naruto y Bee a Yamato-, por palabras de Bee se decidió que Rin lo intentara primero, a fin de cuentas, su relación con el Sanbi era mucho mejor que la de Naruto con el Kyuubi. Escuchaba las indicaciones de Killer Bee incluso dentro de su espacio mental, lo que le pedía hacer no le parecía muy complicado.
—Escucha Rin, debes tomar mi chakra directamente tal como te lo dijo el jinchuuriki del Hachibi —Isobu le habló con bastante calma, agradecía mucho que se llevaran bien, en parte ayudó a que ella no fuera como los ninjas de la Niebla—. Yo tomaré de tu chakra, pero descuida, me aseguraré de no tomar demasiado, no pretendo acabar con tu vida.
—Muchas gracias Isobu-san —sonrió tenuemente, acercando su mano estirada hacia una de las patas de la gran tortuga.
—El chakra que protege tu útero permanecerá intacto. A partir de ahora puedes tomar el mío siempre que lo necesites sin tener que pedirlo y usar las técnicas relacionadas a mi poder.
—Nunca está de más pedir todo por favor.
Ambos se sonrieron mutuamente antes de que Rin tomara su chakra directamente. Era una gran cantidad, se sentía mucho más fuerte que antes. El sello en su estómago que Minato y Kushina habían modificado cambió un ligeramente su patrón, quizás su maestro sabía que llegaría el día en el que tendría que controlar ese poder.
—Muchas gracias, Minato-sensei.
…
Kabuto se había presentado ante ella tal y como Zetsu se lo había indicado. Su ayuda era algo que no podía desperdiciar, sabía que la necesitaría y le daba igual si su plan era secuestrar a Sasuke eventualmente, no le importaban para nada sus propósitos, aunque debía admitir que su actual aspecto le causaba tanta intriga como desagrado.
—Así que estos son todos los edo tensei que tienes, me parecen los más adecuados para esta guerra —Zusuna observaba los diversos ataúdes con los múltiples revividos—, debiste estar husmeando en muchos cementerios como una vulgar rata.
—Fue mucho más complicado el poder encontrar partes que me resultaran útiles —Kabuto se encogió de hombros, restándole importancia al asunto—. Espero no te moleste que haya traído de vuelta a tu pequeña familia.
—Si lo dices por los Uchiha, no es como que me importen, al menos solo su eficacia —giró su rostro hacia el hombre de aspecto reptil, entre cerrando un poco sus ojos.
—Oh no, no lo decía por ellos precisamente.
El ex seguidor de Orochimaru juntó sus manos e hizo brotar del suelo dos ataúdes más. Zusuna los observó atentamente en lo que se abrían. Su expresión cambió a una de perceptible sorpresa al reconocer a los cadáveres dentro suyo. Definitivamente esperaba a uno de ellos, pero al otro no, definitivamente no.
—¿Cómo pudiste conseguirlos? —Demandó saber.
—No fue muy difícil, solo necesito cabello, sangre, cualquier cosa que haya pertenecido al shinobi cuando estuviera vivo y un sacrificio para hospedar su alma —explicó encogiéndose de hombros—. Yo tengo una pregunta, te ves muy tranquila ¿Cuál es tu plan para capturar a los jinchuuriki que faltan? No dudo que la alianza shinobi decida ocultarlos.
—Ya veo, en ese caso, puedo conseguirte uno más —su expresión volvió a ser tan neutra como de costumbre, lo cual inquietó un poco a Kabuto a pesar de que también ganó su interés—, y en cuanto a los jinchuurikis, no te preocupes, recuperé un aliado importante hace poco. Tendré la ubicación de los jinchuurikis muy pronto.
Los cadáveres fueron retirados y Zusuna regresó hacia la cueva junto a Zetsu. Se llevó una mano a su ojo izquierdo, el recién adquirido rinnegan. No quería llevarlo realmente, pero lo necesitaba para poder controlar adecuadamente a los bijuus y jinchuurikis en su poder.
—Zetsu-san ¿Crees poder encontrar algo de ese sujeto? —Preguntó tras llegar a la sala donde permanecían los cinco shinobis cautivos, sumidos en un profundo genjutsu del cual ni siquiera su bijuu podría escapar, aunque estaban sujetos con cadenas especiales de chakra por si acaso.
—Podré, aunque me sorprende que decidieras usarlo a él.
—Es solo una precaución, encárgate de que se pueda revivir a los cuatro Hokages eventualmente. Algo que debe entender Kabuto es que él no es Orochimaru —contempló a los jinchuurikis inconscientes fijamente mientras el mangekyo de su ojo derecho brillaba más que nunca— y que esta guerra la controlo yo.
Zetsu le miró con interés, no podía asegurar si era mejor o peor que Obito, lo que si podía decir era que cada vez se parecía más a Madara.
Continuará…
¡Holis! Seguro les sorprende ver que actualizo tan rápido, sigo compensando los ¿tres? ¿cuatro meses? Que duré sin actualizar nada de nada. Daré un anuncio importante en los siguientes capítulos así que estén atentos. Espero que les haya gustado este capítulo.
Nos leemos
