Hola hermosas, continuamos con la historia, espero este capítulo sea de su agrado. Recuerden que NO es apta para menores de edad o para personar sensibles al tema adulto, espero tu comprensión.
Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, sin embargo son fuente de inspiración para esta historia.
A TRAVÉS DE MIS OJOS
XXXV
ALISTEAR
Mis manos sudaban justo frente al altar, mi mirada se sentía nublada y la respiración comenzaba a fallarme por los nervios que sentía al haber llegado el momento de convertirme en todo un señor. La mirada de Patty llegó a mí desde la entrada del largo corredor, pude advertir que ella estaba igual que yo, sus ojos se movían cristalizados intentando que las lágrimas no se apoderaran de su rostro. Se veía hermosa, su cabello lucía largo adornado con el velo que le cubría parte de su frente, me sonrió a pocos metros de llegar y yo sentí que se me iba el aliento, miré su vientre y una sonrisa más segura salió de mí al recordar a nuestro hijo que crecía dentro de ella, y aquel miedo se transformó en valor.
-Cuídala mucho. – Me dijo el Sr. O'Brian una vez que había llegado frente a mí, sin embargo mi mirada seguía fija en mi hermosa Patricia, quien buscaba en mis ojos la paz que necesitaba para continuar.
-No se preocupe Sr. O'Brian, con mi vida cuidaré de ella. – Respondí con sinceridad, pensando que respondería por ellos, así como había estado dispuesto a defender a más de una nación por nuestro bienestar, estaba dispuesto a cuidar de Patty y nuestro hijo con mayor ahínco. - ¿Estás bien? – Pregunté a mi novia en cuanto la tomé del brazo y la ayudé a subir hasta lo más alto del altar.
-Estoy nerviosa y mis piernas no me responden. – Respondió con timidez.
-¿Tienes miedo? – Pregunté seguro que así era, ya que yo también había estado aterrado momentos antes.
-Tengo miedo de que alguien se den cuenta. – Me reveló su temor, al parecer creía que con la forma del vestido su silueta quedaba expuesta, sin embargo yo podía apreciar que su figura se había estilizado y al contrario de lo que muchos creíamos su peso no iba en aumento, por el contrario a dos meses de su estado y estaba más delgada que nunca.
-No te preocupes, ya estamos juntos. – Le dije guiñando un ojo para que se tranquilizara y ella me sonrió con una sonrisa aún nerviosa.
La ceremonia comenzó y mientras el sacerdote nos daba un sermón bastante largo, yo no podía evitar mirar a mi hermosa mujer, ella era tan perfecta para mí que no podía dejar de hacerlo. Pronto terminó aquel discurso que el clérigo tenía realmente memorizado.
-Acepto. – Dije con una sonrisa, mientras Patricia adornaba su hermoso rostro con un color carmín en sus mejillas.
-Acepto. – Respondió también ella sin dudar un solo segundo, segura de lo que quería, ambos conscientes de lo que estábamos haciendo, ni la pregunta de rigor de algún impedimento, ni el sermón que intentó asustarnos por nuestra futura vida juntos logró hacernos desistir de nuestros deseos.
-¡Qué viva los novios! - Fue el grito que se escuchó a la salida de aquel santuario donde habíamos decidido unir nuestras vidas ante el creador, el culpable había sido Archie quien con una gran sonrisa festejaba al igual que Anthony y Candy quienes estaban junto a él.
-¡Viva! – Gritó el resto de los invitados quienes gritaban emocionados al mismo tiempo que lanzaban aplaudían demostrando con ello sus buenos deseos.
Los nervios habían pasado y por fin habíamos contraído nupcias, éramos marido y mujer y mi tímida esposa estaba radiante, su mirada reflejaba la felicidad misma así como la chispa que compartíamos por la espera de nuestro primer heredero.
-Te amo bonita. – Le dije abrazándola con verdadero amor, emocionado por lo que nos deparaba el futuro. Los invitados pronto comenzaron a felicitarnos y pronto nos vimos separados el uno del otro, mientras de un lado y otro nos abrazaban y nos deseaban todos los parabienes que pudiesen imaginar. Algunas veces sentía que la apretaban demasiado fuerte y eso me hacía preocupar e intentar alejarlos al creer que podrían lastimarlos. - ¿Estás bien? – Pregunté preocupado al ver como alguien que había mencionado como un tío la había apretado de más.
-Estoy bien, no te preocupes. – Me respondió con una sonrisa tímida. Yo asentí no muy convencido y pronto tenía a Archie y Anthony frente a mí.
-Felicidades hermano. – Archie fue el primero en felicitarme y me abrazó con verdadera emoción.
-Gracias hermano. – Dije sintiendo su abrazo con verdadero cariño. Anthony nos miraba con su gran sonrisa, demostrando que estaba igual de feliz que Archie e incluso que yo mismo. Me gustaba compartir con ellos mí dicha ya que sabía bien que ellos la podían sentir igual que yo, incluso más que mis propios padres quienes a pesar de ya haberme felicitado para mí eran más importantes los abrazos de Archie y Anthony.
-Felicidades hermano. – Me dijo Anthony poniéndose de pie frente a mí para poder abrazarme mejor, impidiendo que yo me pusiera a su nivel. Lo encontré en el camino y juntos nos enderezamos para hacer de ese abrazo uno más fuerte, uno que demostraba el cariño que ambos compartíamos el uno por el otro. – Deseo que tengan toda la felicidad que se merecen. – Me dijo conmovido, aquellas palabras removieron en mí un sentimiento que compartíamos el uno por el otro.
-Gracias hermano, pronto también tendrás esto y más. – Le dije deseando para él lo mismo que yo tenía, incluso más, ya que pensaba que Anthony era el que más merecía ser feliz de los tres.
-Felicidades Stear. – Dijo Candy abrazándome con fuerza, demostrando con ello que también estaba feliz con nuestro enlace, sonriendo con una gran sonrisa. - ¡Cuídala mucho! – Me dijo como advertencia, con gracia, con aquella manera tan particular que ella tenía cuando se dirigía a nosotros.
-No te preocupes Candy, ella es mi prioridad. – Dije con una gran sonrisa, tomando de la mano a Patty para acercarla a mí, sin importar que aún había fila de gente esperando para felicitarnos.
PATRICIA
El día había llegado y como todas las mañanas la náusea no me había abandonado, me vestí con temor de devolver el estómago, ya no sabía si eran los nervios o el embarazo el que me estaba afectando, sin embargo debía continuar para llegar hasta la iglesia y ya casi se llegaba la hora de salir en camino.
-¿Estás lista? – Preguntó mi abuela quien me miraba con los ojos llenos de lágrimas, emocionada incluso más que mi propia madre quien me miraba con las dos manos juntas como si estuviera orando.
-Estoy lista. – Dije con una sonrisa nerviosa, una sonrisa que se me cerraba por los nervios que representaba ese día para mí, temiendo que algo saliera mal o que incluso Stear se hubiese arrepentido y se hubiera marchado a la guerra como lo había soñado la noche anterior.
-Te ves hermosa. – Me dijo mi madre acercándose a mí para darme un beso en la frente, acomodando mi velo que cubría una parte de ella. – Serás muy feliz. – Me dijo con una sonrisa, mientras una lágrima la traicionaba y comenzaba a recorrer una de sus mejillas. – Deseo que seas tan feliz como yo lo he sido con tu padre. – Me dijo mientras tocaba mi vientre con sumo cuidado, provocando que mis ojos se abrieran de pronto al descubrir que ella sabía lo que estaba sucediendo.
-¡Madre! – Dije preocupada por haber sido descubierta. Bajé la mirada apenada, evitando encontrarme con la de ella.
-No te preocupes, todo estará bien. – Me dijo con una sonrisa llena de ternura.
-Mi padre… - Dije para saber si mi padre sabía algo sobre mi embarazo. Ella negó con una sonrisa mientras se limpiaba la lágrima furtiva.
-Los hombres son más despistados en ese aspecto. – Dijo disculpando que mi padre no se había dado cuenta de ello.
-¿Le dirás algo? – Pregunté con temor de que ella fuera a advertirlo.
-Lo dirán ustedes cuando lo crean conveniente. – Dijo mi madre mientras tomaba mis manos que temblaban por la situación.
-No temas, él te ama y está a tu lado. – Dijo apretando con sus manos las mías para darme seguridad.
Llegamos a la iglesia que se imponía majestuosa ante mí, jamás me imaginé que el Sr. Albert se dedicara a organizar una boda tan repentina de esa magnitud, mis padres estaban felices y emocionados, sobre todo mi madre quien al saber de mi estado la tenía en una felicidad que no podía esconder.
Mi padre me sonrió, me tomó del brazo y me acompañó a lo largo del pasillo principal en el cual al final del recorrido me esperaba mi guapo inventor, quien lucía realmente elegante en su kilt escocés. No pude evitar sonreír un poco al ver de nuevo sus piernas expuestas, ya que era la segunda vez que las veía, el corazón se me aceleró y mi pecho se sintió sofocado en un segundo, la ventaja que el frío que hacia podía disimular un poco mi sentir.
La mirada de Stear se encontró con la mía y pude sentirme completa, a pesar de que sabía que él también estaba nervioso al parecer el haberme visto lo había hecho recomponerse y con ello me daba la seguridad que yo necesitaba para seguir avanzando, ya que mis piernas habían estado temblado y las ganas de llorar de la emoción y por los nervios me estaban atacando a cada momento.
La ceremonia fue muy linda y pronto estábamos casados, el sacerdote nos daba la bendición y Stear besaba mi frente para sellar la promesa hecha segundos antes ante nuestro creador. Caminamos del brazo hasta el final de la iglesia en donde familiares y amigos nos recibían con un gran grito de emoción, deseándonos toda la felicidad que ambos merecíamos.
Me encontré con mis padres y mi abuela quienes fueron los primeros en felicitarme, apartándome repentinamente de mí ahora esposo, quien también recibía a la gente que había ido a felicitarlo. Yo estaba realmente sorprendida por que a pesar de la premura con la que se había realizado todo la familia de Europa había hecho su espacio con tal de venir a celebrar con nosotros, no podía más que sonreír y agradecer el esfuerzo que habían hecho.
El grito de Vivan los novios se escuchó con júbilo y Candy y Annie se acercaban a felicitarme con verdadero entusiasmo.
-¡Felicidades Patty! – Dijo Candy casi gritando, como siempre demostrando su efusividad de esa manera tan especial que ella siempre había mostrado.
-Felicidades. – Dijo Annie un poco más tímida, pero igual de sincera que Candy, abrazándome las dos al mismo tiempo para formar un abrazo grupal entre las tres.
-Te deseamos que seas muy feliz Patty. – Dijo Candy realmente conmovida, pude sentir en sus palabras que quería expresar algo sobre mi estado, yo la miré a los ojos comprendiendo que estaba emocionada por mi hijo.
-Gracias amigas. – Les dije realmente conmovida. Las lágrimas abandonaron mi rostro por fin, sin que yo pudiera evitarlo, me había contenido todo el día pero por fin al tenerlas a ambas igual de emocionadas ante mí habían conseguido que yo las acompañara en su llanto.
-No llores bonita. – Me dijo Stear abrazándome a él para iniciar después el camino hacia la mansión, donde nos esperaba la celebración de nuestro enlace.
ANTHONY
La celebración en la iglesia había terminado y mientras Candy felicitaba a Stear y a Patricia, yo la observaba a la distancia, Archie me acompañaba y él también esperaba a su novia, quien tímidamente le sonreía para después acercarse a sus padres, pude ver que las miradas que se dirigían eran cómplices, deseosas de estar uno junto al otro.
-Ve con ella. – Le dije seguro que esos eran sus deseos.
-¿Eh? – Preguntó un tanto distraído, haciéndome ver que no podía atención a mis palabras.
-Ve con Annie, no te preocupes por mí. – Insistí en mi pedido.
-Está con sus padres, además no quiero dejarte solo. – Me dijo al ver que Candy se había quedado un poco más con los recién casados.
-No te preocupes, yo me quedo con él. – Dijo de pronto mi tío quien venía para quedarse a mi lado.
-¿Lo ves? – Le dije a Archie con una sonrisa para que pudiera ir al lado de Annie. Él sonrió agradecido con los dos y se dirigió hacia donde estaban los Britter, para hacer una reverencia y tomar la mano de su novia.
-Hacen bonita pareja. – Dijo mi tío con una sonrisa, liberando de pronto un suspiro, un suspiro que yo pude reconocer de un joven enamorado.
-Ciertamente. – Le dije con una sonrisa de lado, intentando descubrir quién era la joven que despertaba en él ese hermoso sentimiento. - ¿Y tú tío? ¿Por quién suspiras? – Pregunté tranquilamente, mientras él me miraba un poco desconcertado por mis preguntas.
-¿Yo? – Preguntó intentando ocultar lo que yo veía en su rostro.
-No lo niegues, tienes la misma mirada de enamorado que tiene Archie cuando mira a Annie. – Dije para que se diera cuenta que era imposible ocultarlo. – Creo que es la misma que todos ponemos cuando vemos a la mujer de nuestros sueños, pero además es el mismo suspiro que escapaba de mis labios cuando tenía a Candy tan lejos. – Dije mirándolo fijamente, esperando su respuesta. Él sonrió de lado y negó al mismo tiempo con su cabeza.
-No puedo ocultártelo ¿Verdad? – Me dijo para descubrirse que había sido pillado en sus sentimientos.
-No lo creo. – Le dije a modo de broma, sin embargo yo estaba dispuesto a apoyarlo en caso de que él no se sintiera aún seguro de la dama que al parecer lo tenía enamorado.
-No sé si estoy enamorado. – Me dijo poniendo sus manos entre el kilt. – Pero te puedo decir que no dejo de pensar en ella desde que la conocí. – Dijo de nuevo mirando hacia un punto como si la estuviera buscando, mis ojos se dirigieron hacia donde estaba viendo, sin embargo pronto comprendí que miraba hacia la nada, perdido en sus recuerdos, de lo contrario mi padre sería el afortunado.
-¿La conozco? – Pregunté un tanto confundido por su comportamiento, ya que se notaba a la vez dudoso de sus sentimientos. Me miró de nuevo y me sonrió con melancolía.
-La conoces. – Me dijo sin dejar de sonreír con nostalgia, un sentimiento de angustia invadió mi pecho al pensar de manera repentina que mi tío era el príncipe de la colina y que mi dulce Candy era la niña que se había enamorado siendo tan solo una niña pequeña.
-¿Candy? – Pregunté incómodo por lo que yo creía era, sin embargo la risa espontánea de mi tío me hizo sonreír aliviado.
-¿Cómo crees? – Me preguntó divertido, yo lo miré confundido porque no sabía a quién más podría referirse y que yo conociera, tenía poco tiempo que había salido de las sombras y podía advertir que la mayoría de las jóvenes que yo conocí de niño muchas de ellas estaban ya comprometidas.
-Es una opción. – Dije ya más aliviado, temía que Candy también hubiese enamorado a mi tío, más cuando sabía que ellos habían vivido un tiempo juntos. Albert volvió a sonreír suspirando.
-Es Josephine. – Me dijo con una mirada de angustia, como si él también temiera mi reacción. Yo le sonreí sincero y más tranquilo porque no era Candy la que estaba anidándose en su corazón.
-Es una buena chica. – Le respondí sincero. Me miró como cuestionándome el que yo jamás le hubiera correspondido. – Pero ella no es para mí. – Dije para que él también se tranquilizara al creer que podría quedar alguna duda por mis sentimientos hacia ella. – Creo que a pesar de que Candy no existiera yo no pudiera corresponderle. – Dije seguro de que Josephine jamás me había provocado nada aparte de ternura o un cariño hermanable.
-Pero ella está enamorada… - Dijo con pesar.
-Del amor… - Respondí antes de que me mencionara, yo estaba seguro que Josephine estaba enamorada del amor y había confundido ese sentimiento al ser yo el único hombre que había tratado tantos años. Mi tío me miró curioso. – Josephine cree que me ama tío, pero no es así, ella lo que busca es alguien que la ame, que la cuide, idealiza el amor de los libros que lee y busca algo parecido para ella y al ser yo el único que estaba a su lado, no tuvo otra opción que yo. – Dije convencido de lo que Josephine sentía por mí, deseando que aquella explicación fuese suficiente para que él tuviera el valor de conquistarla. – Conquístala… tienes todo para ganar. – Le dije seguro que así era. Él me sonrió agradecido.
-Tienes razón, ella busca el amor y creo que yo puedo ofrecerle eso que está buscando. – Dijo con una sonrisa sincera. Yo sonreí feliz de que Josephine hubiera enamorado a alguien tan magnífico como mi tío, un ser noble igual que ella, dispuesto a hacerla feliz sin importarle la posición que ella tenía. – La tía Elroy se molestará. – Dijo recordando a la tía abuela. Yo comencé a reír al recordar las veces que se molestó porque descubrió que yo siempre amaría a Candy.
-Se le pasará. – Le dije experto en la materia, él volteó a verme y comenzó a reír por mi comentario, seguros ambos de que así sería, fijando la vista hacia la hermosa rubia que venía caminando con su bello vestido largo, mientras me miraba con una sonrisa y la mirada iluminada.
-¿Nos vamos? – Me dijo antes de llegar hasta nosotros, haciéndonos ver a ambos que ya comenzaban a retirarse para ir a la mansión a celebrar la recepción de la boda.
-Nos vamos hermosa. – Le dije con una gran sonrisa, tomando su mano para besarla en repetidas ocasiones, feliz de que mi tío no tenía sentimientos por ella, feliz porque estaba a mi lado. Mi padre se nos unió y los cuatro avanzamos hasta el auto que nos esperaba frente a la iglesia mientras Jackson sostenía la puerta para permitirnos entrar al vehículo.
ALISTEAR
El baile comenzó con la Gran Marcha Tradicional de Escocia, una que no podíamos obviar para honrar a nuestro clan y pronto se unió Archie y Annie a nosotros, que al ser los padrinos tenían el honor de seguir al ritmo de las gaitas, después siguieron nuestros padres y poco a poco se aumentó el número de personas en el centro de la pista de baile, a lo lejos Anthony platicaba con Candy y ella lo miraba ilusionada, a pesar de que él se mantenía en su silla de ruedas de vez en cuando se levantaba para estar con ella de pie, incluso me pareció que bailaban en un momento en el que la música era lenta. Sonreí al ver que mi primo tenía su propia celebración al lado de su rubia, mientras Albert y mi tío Vincent dudaban de acercarse a ellos e interrumpir el ambiente, sonreí al saber que yo no hubiera dudado un segundo a hacerlo.
-¿Qué piensas Stear? – Me preguntó Patty con una gran sonrisa, la miré con ternura y besé la punta de su nariz. Ella volteó sonrojada a todos lados.
-Tranquila amor, estamos casados. – Dije para que se tranquilizara, ya que ahora al estar casados nuestras demostraciones de amor no eran del todo mal vistas. Ella me sonrió de lado. – Estoy pensando en las ganas que tengo de irme de aquí. – Le dije coqueto, ella me miró haciéndome comprender que no había entendido mis palabras.
-¿Irte? ¿A dónde? – Preguntó de manera intrigada.
-A una habitación… donde estemos tú y yo solos. – Le dije al oído mientras la giraba para continuar con nuestro baile. Ella se sonrojó y yo no pude evitar sonreír feliz por el resultado.
-Stear… - Me dijo a modo de queja, ocultando su rostro entre mi pecho.
-¿Tú no quieres? – Pregunté de nuevo en su oído, sintiendo como su cuerpo vibraba por mis palabras.
-Sí… si quiero… - Me dijo conteniendo la respiración, mirándome de frente, mientras yo la miraba fijamente a los ojos, demostrándole con esa simple mirada el deseo que yo tenía latiendo en mi pecho desde el día que la había iniciado en el arte del amor.
Las horas pasaban y el baile comenzaba a ser rutinario para mí, tantas veces había asistido a un baile y siempre era lo mismo, y a pesar de que la celebración era distinta mis ganas por estar con Patty estaban en aumento, me sentía extrañamente ansioso por estar a solas con ella y con el pasar de los minutos y las horas iba en aumento.
Cuando los invitados comenzaron a retirarse yo suspiré aliviado, despidiendo a todos lo más pronto que podía para quedar solo la familia y poder así retirarnos por fin a la que sería nuestra habitación en la mansión de Nueva York que se convertiría en nuestro hogar por un tiempo.
-¿No están cansados? – Preguntó Candy quien estaba sentada junto a Anthony.
-Y eso que tú no bailaste. – Dije yo a modo de excusa, lo que quería era irme de inmediato de ahí.
-Bien, nosotros nos vamos. – Dijo Anthony y yo le agradecí con la mirada, sabía que él me entendía al igual que Archie y podía adivinar que todos los caballeros era lo que estaban pensando en ese momento y la verdad que no me importaba.
-Buenas noches. – Dijo Archie acompañando a Annie hasta la habitación de Candy, a donde también se dirigían ella y Anthony. Patty me sonreía nerviosa y pronto sentí también esos mismos nervios al dirigirnos hasta la habitación de que compartiríamos de ahora en adelante.
La levanté en brazos antes de atravesar la puerta. Ella se dejó llevar por mí hasta la cama, pude sentir la tensión que se reflejaba en su cuerpo al mismo tiempo que el sonrojo que llevaba y que la hacía ver aún más hermosa.
-Al fin solos. – Le dije aliviado porque todo hubiese terminado. Habían sido semanas y semanas de aguantar las ganas de volverla a sentir mía que no sabía si podría soportar más tiempo. Ella sonrió con timidez y yo la besé en la punta de su nariz.
-Vuelvo en un momento. – Dijo levantándose para ir al baño y quitarse su vestido creía yo.
-Te ayudo. – Le dije impaciente, sin embargo al llegar a la puerta del cuarto de baño ella sonrió traviesa y me cerró la puerta en mi nariz. - ¡Vamos Patty! – Le dije a modo de queja, sin embargo ella no cedió, así que lo único que me quedó por hacer fue quitarme rápidamente mi kilt y todos los aditamentos que llevaba y que estorbaban en ese momento mi cometido.
Me metí entre las sábanas esperando que Patty por fin me liberara de mi castigo y mientras lo hacía pude advertir el gran agujero que mostraban las sábanas, uno que apenas unas horas antes mi padre y mi tío nos habían explicado su funcionamiento, suspiré molesto porque no me parecía que mi amada Patricia cubriera su cuerpo con aquella estorbosa tela cuando yo ya la había disfrutado si nada encima. Me levanté de nuevo y la quité de la cama, arrojándola hacia un lado para ocultarla de ella en caso de que quisiera usarla.
-¿Estás lista Patty? – Pregunté impaciente, cuando de pronto vi que por la puerta se asomaba tímidamente el rostro de mi esposa. - ¿Sucede algo? – Pregunté mirando hacia donde ella estaba, su rostro parecía un dulce tomate rojo.
-Me da pena. – Dijo como respuesta y yo sonreí con ternura, sintiéndome culpable por mi impaciencia.
-Ven, no pasa nada. – Me dirigí hacia ella para animarla a salir del lugar. Tomé su mano con ternura y ella tomó la mía, pude sentir que estaba temblando y sudando frío. - ¿Te sientes bien? – Pregunté preocupado por la reacción que tenía su cuerpo.
-Son los nervios. – Dijo saliendo completamente del lugar, mostrándose en una bata que la cubría del cuello hasta los pies.
-Tranquila, no te haré daño. – Le dije besando su coronilla, no quería asustarla, no quería que pensara que solo su cuerpo me interesaba porque a pesar de las ganas que tenía de hacerla mía primero estaba su comodidad. – Si quieres podemos dejarlo para otro día. – Le dije seguro que podía aguantar unos días más hasta que estuviera lista.
-No… - Dijo volviendo a ponerse roja. – Si quiero… - Me dijo de nueva cuenta, yo la miré feliz por su confesión, mientras ella escondía su rostro mirando al piso. – También quiero… - Dijo sin aclarar que ella también estaba deseosa de estar conmigo, sin embargo con la mirada me decía todo y yo sentí que mi pecho estallaría de felicidad al saber que ella también quería estar conmigo.
Caminamos hasta la cama y ella miró cuidadosamente el espacio, inspeccionando todo como si buscara algo.
-¿Qué buscas? – Pregunté seguro de que así era.
-La sábana… - Dijo con pena, ella quería seguir el absurdo protocolo que creo yo también le habían explicado para nuestra noche de bodas.
-La quité. – Le dije ante el asombro de ella. – Patty, ya te tuve sin esa sábana y puedo decirte que es mucho más placentero para ambos hacerlo de nuevo de esa forma. - Dije recordando las palabras de mi padre y mi tío, quienes nos habían mencionado lo incómodo que era tener intimidad con aquel trozo de tela.
-Pero no es correcto… - Dijo tímida con mis palabras, mientras yo la apegaba a mi cuerpo y la dejaba que sintiera lo que estaba provocando en mi parte baja. Ella gimió y comenzó a mover sus caderas justo como lo había hecho la primera vez. – Stear… - Dijo dejándose llevar por mis caricias.
-Nadie puede decir lo que es correcto Patty, solo tú y yo, solo tú me puedes decir qué te gusta y qué no te gusta, solo tú me puedes decir si mi manera de amarte te ofende y te molesta y te juro que si es así me detendré de inmediato. – Le decía mientras mis manos comenzaban a estimularla sobre la ropa, mis labios recorrían su cuello y mis palabras salían en un aliento susurrando sobre su nuca, la cual pude advertir que se erizaba su piel. – Te amo Patty… y eres mía… solo mía… - Dije comenzando a besarla por el cuello, mientras mi manos se aferraban a sus senos los cuales marchaban libres debajo de la gran bata que cubría sus atributos.
La giré para tenerla de frente y comencé a besarla de manera dulce, tierna intentando despertar el deseo que ella había dicho tenía por mí. Ella cerró los ojos y se dejó llevar por mis caricias, mientras mi cuerpo comenzaba a reaccionar de manera espontánea, buscando el refugio que ella había formado en su cuerpo para mí.
-Stear… - Me decía con una voz apenas audible, una voz que se perdía con el deseo que comenzaba a aflorar de su cuerpo, me lo decía la temperatura que comenzaba a elevarse mientras a mí me ocurría algo muy parecido.
-Patty… - Le dije con verdadera pasión, buscando la orilla de aquel camisón que vestía para comenzar a subirlo y explorarla ahora sí con detenimiento, sin prisas, sin temor a ser descubiertos o a ser destazado por su padre.
Ella se dejó guiar y comencé a quitar aquella prenda que para mí grata sorpresa era la única que ella portaba, debajo de aquel grueso camisón no llevaba absolutamente nada.
-¡Patty! – Volví a decir con mayor entusiasmo, ella se sonrojó e intentó cubrir su par de senos con las manos. – No… - Le dije en un susurro, acercándome a ella para que sintiera mi reacción. – Ves lo que has provocado. – Le dije muy cerca de sus labios. Ella asintió y cerró los ojos para que yo los tomara, la besé de manera lenta, con un beso húmedo y largo, deseando transmitir todo lo que yo estaba sintiendo dentro de mí, la temperatura de mi cuerpo estaba al tope y la reacción de mi parte baja estaba firme y dispuesta. Moví mi cadera frente a ella para estimularla y gimió abriendo sus labios, los cuales volví a atrapar para besarla con mayor intensidad.
La recosté sobre la cama y pude ver una vez más su hermoso cuerpo, estaba más delgado, sin embargo sus senos se veían más grandes y erectos, listos para que yo los probara una vez más, pero esta vez lo haría lentamente… y así lo hice. Pasé mi lengua por cada uno de ellos mientras podía ver como sus areolas oscurecidas se erguían ante mí deseosas de más. Patty no hablaba, tan solo se removía ansiosa buscando la manera de controlar lo que estaba sintiendo.
-No te contengas amor… - Le dije en un susurro mientras volvía a recorrer sus areolas con mi lengua, de manera lenta, dejando un rastro húmedo en cada una de ellas, mientras mis manos se paseaban por sus caderas. Un grito de placer abandonó la boca de mi esposa, un grito que llevaba contenido desde la primera vez que habíamos hecho el amor. – Así… - Le dije para que ella fuera libre de expresar lo que estaba sintiendo, así como yo estaba expresando lo que yo sentía por ella, lo que ella me despertaba.
Comencé a besar alrededor de sus senos, llenándome de aquel volumen que representaba aquella hermosa forma de mujer, besando cada rincón, sin dejar ningún hueco sin explorar, deseoso de marcar con mi boca aquella zona que podía advertir era realmente erógena para ella y para mí ya que con cada beso, con cada toque, con solo sentir sus areolas dentro de mi boca, mi parte baja reaccionaba de manera impresionante, luchando por contenerse para entrar en acción, sin embargo debía esperar, debía hacerlo lento para disfrutarla aún más, ese había sido el principal consejo de mi padre y de mí tío, "Disfruta su cuerpo porque ella lo disfrutará por igual".
-¡Stear! – Gritó Patty ansiosa por mis besos, sin embargo yo estaba sordo para detenerme, quería seguir explorando su cuerpo, conociendo su belleza, llenándome de ella. - ¡Te amo! – Gritó logrando que yo sonriera mientras bajaba a su vientre y lo besaba con cariño, juntando mis manos para besar alrededor de su ombligo aquella parte de ella que pronto sobresaldría de su cuerpo anunciando al mundo que venía mi primer heredero.
-Y yo los amo a los dos. – Le dije en un murmullo, circulando con mi lengua aquella zona para después llenarla de besos tiernos en el centro.
Bajé un poco más y me encontré con aquel lugar en el cual me había inaugurado, un lugar que me llamaba a explorar y que me atreví a tocar con la mano, ella gimió y mi curiosidad aumentó, dándome a la tarea de tocar con sumo cuidado y cierta timidez, de pronto al tocar su centro sentí como ella comenzó a moverse de manera intensa y comenzaba a liberarse ante mis ojos que maravillados se llenaban de aquella imagen tan perfecta para mí, enajenado por la manera en la que ella reaccionaba a mis estímulos. Sonreí enamorado al ver que ella se cubría el rostro apenada por su reacción.
-Lo siento. – Dijo intentando cohibirse en su reacción. Me acerqué a ella y la besé con ternura por todo su rostro.
-No querida, no tienes que tener pena ante mí. – Le dije acariciando su rostro para que volviera a mirarme a los ojos. Ella abrió sus ojos arrasados de lágrimas y comencé a sonreírle para que confiara en mí una vez más. – Eres mi esposa, mi amante, mi cómplice… - Le expresé causando cierto asombro cuando le dije que era mi amante, porque así lo era, yo no necesitaba convertir a nadie en mi amante si la tenía a ella, si ella y solo ella era la mujer que me hacía reaccionar de aquella manera tan intensa y natural.
-Te amo Stear. – Dijo aún tímida por mis palabras.
-Te amo Patty. – Le dije de nuevo para después deshacerme de la única prenda que cubría mi cuerpo, al igual que ella el pantalón que usaba era lo único que llevaba puesto, sin embargo mi reacción había aminorado al verla ahí tan tímida y frágil, temía lastimarla al entrar en ella, sin embargo al ver que estaba indeciso igual que lo estaba ella me sonrió animándome a continuar con aquella entrega que la primera vez no había dudado un segundo por hacer. Sonreí de nuevo para comenzar con aquella demostración de amor que nuestros cuerpos clamaban y pronto comencé a reaccionar una vez más envuelto en la mirada de deseo que ella reflejaba en sus ojos.
Entré en ella de manera lenta, pausada, aún con el temor de lastimarla como la primera vez, no alcanzaba a comprender que aquella primera vez ella había quedado hecha a mi forma y esta vez entraría con menor dificultad… y así fue… entré en ella con movimientos lentos, un poco indeciso hasta que sentí que ella contuvo el aliento al sentirme de lleno en ella, mi cuerpo se estremeció al sentir aquella morada abrazarme con su calor, un calor que se me subía a la cabeza y me obligaba a dejar de pensar en todo lo que estaba conteniéndome. Me quedé un momento sin movimiento, permitiendo que ella se acostumbrara a tenerme dentro, sin embargo comenzó a moverse de manera sutil, invitándome con aquel movimiento a iniciar aquel ritmo que habíamos iniciado de manera prohibida.
Estuve conteniéndome lo más que pude para lograr satisfacerla, y justo cuando pensé que ya no podría más, ella comenzó a abrazarse a mí con fuerza, mientras sus piernas se enredaban a través de mi cadera y comenzaba a reducir el espacio en el cual me mantenía dentro, esa reacción hizo que también yo me descontrolara al sentir un inmenso placer por la manera en la que ella quería sacar todo de mí y pude sentir nuevamente como ella comenzaba a liberarse cuando al mismo tiempo yo hacía lo propio y terminaba por segunda vez en mi vida. Mi respiración se cortó de pronto, mis sentidos se sintieron perdidos y mi cabeza se mantenía flotando, perdido en aquel sentimiento que se apoderaba de mi cuerpo.
Patricia me soltó cansada, con el corazón acelerado y la respiración entrecortada, buscando jalar aire para recomponerse, mientras yo estaba igual que ella, buscando la manera de respirar de manera normal, sin moverme, aún dentro de ella, disfrutando todavía lo que me había hecho sentir, definitivamente me había hecho adicto a ella y no había nada que me pudiera impedirlo a hacerlo nuevamente.
-Estoy cansada. – Me dijo de pronto, echando por la borda mis planes, pero debía comprender que con el embarazo ella siempre mostraba signos de fatiga y al hablar con Candy me había dicho que era completamente normal, me sentí un canalla al querer seguir con mi luna de miel cuando ella lo que necesitaba es descansar.
-Duerme mi amor, yo cuidaré de ti. – Le dije con ternura, cubriendo su bello cuerpo con las cobijas que ni siquiera habíamos movido del lugar y en cuestión de segundos cayó dormida. Suspiré enamorado, feliz por la noche que ella me había regalado, observándola reposar sobre mi brazo, así quería mantenerla unida a mí, segura… seguros a mi lado.
ANTHONY
La mañana había llegado y con ello un ambiente diferente se respiraba en la mansión, a pesar de que la boda había sido hasta entrada la noche Candy y yo debíamos ir al centro una vez más, no queríamos dejar pasar un solo día para mi recuperación, mucho menos ahora con la nueva información que me habían dado, quería estar seguro que nada ni siquiera la hernia mencionada y que yo mismo me había provocado al caer tiempo atrás impidiera lograra hacerlo.
-Buenos días. – Saludó mi hermosa prometida quien bajaba alegre como siempre, ni la desvelada había hecho estragos en su bello rostro el cual lucía igual de hermoso y radiante, adornado por su linda sonrisa.
-Buenos días princesa. – Saludé realmente feliz de verla nuevamente. - ¿Dónde están los demás? – Preguntó al ver que únicamente Archie, Albert y yo estábamos en la mesa.
-Creo que somos los únicos que nos hemos levantado. – Dijo mi tío en respuesta. – Los recién casados siguen dormidos al igual que los demás. – Dijo refiriéndose al resto de la familia.
-Me imagino que Stear fue el último que se durmió. – Dijo Archie en señal de broma y mi princesa de inmediato se puso roja como tomate al advertir lo que había querido decir.
-Tienen unos días antes de irse de luna de miel. – Dijo mi tío una vez más intentando salvar la situación. - ¿Van a ir al centro? – Preguntó un poco confundido porque estábamos listos para salir.
-Sí, necesito comenzar unos nuevos ejercicios. – Mencioné sin explicar lo que nos había dicho el médico días atrás.
-Además es importante que los realice. – Dijo Candy con una sonrisa, mientras comenzaba a desayunar para poder retirarnos.
-Entiendo. – Dijo mi tío con una sonrisa. – Bueno Archie y yo nos iremos a las oficinas, comenzaremos también todo desde hoy para evitar alguna sorpresa, ya que me tendré que ir en unos días. – Dijo levantándose de su lugar para emprender su camino y arreglar todo antes de irse a Chicago, sabía que además de la tía abuela tenía un motivo mucho más poderoso por regresar.
Nos despedimos y unos minutos después nos dirigimos al centro. Aquella mañana habíamos llegado un poco más tarde que los días anteriores, dirigiéndonos directamente hacia el lugar donde debía ejercitarme, Candy me ayudaba y una de las jóvenes enfermeras llegaba para indicar los ejercicios que habían sido dispuestos por el Dr. Reynolds.
-Muchas gracias. – Respondió Candy agradecida a la joven, quien me sonrió tímida y se retiró del lugar. – Por lo menos no se quedó con nosotros. – Dijo Candy un tanto molesta, yo le sonreí por su comentario y tomé su mano para besarla con ternura.
-Me gusta cuando te pones celosa. – Le dije con travesura, sabía que era el motivo por el cual lo había dicho. Ella me miró de lado y sonrió con travesura acercándose a mí para dar un rápido beso sobre mis labios. – No. – Le dije cuando intentó alejarse de mí, ella se sorprendió porque sostuve con mis manos su rostro e hice el contacto más largo y tierno. – Mejor así. – Le dije besándola de nuevo y ella me correspondió apenada, mirando después a su alrededor para cerciorarse que nadie hubiese visto nuestra pequeña demostración de amor.
Sus ojos se abrieron de pronto y su mirada se fijó detrás de mí, lo que me hizo suponer que alguien nos había visto y había causado sorpresa en ella, giré la silla en la que aún estaba sentado y puse la mirada en aquel que la veía de una manera fija y fría, podía ver que su rostro estaba desfigurado de rabia.
-¡Terry! – Dijo Candy temerosa de la reacción de aquel joven.
-Tranquila mi amor, no hacemos nada malo. – Dije para tranquilizarla, tomando su mano para lograr hacerlo, ella se aferró a mí con fuerza al ver que aquel caballero se acercaba a nosotros con paso decidido y firme.
-¿¡Qué estás haciendo aquí!? – Preguntó de manera brusca, como si Candy tuviera que darle alguna explicación.
-No te permito que le hables así. – Le dije mirándolo desde abajo. Su mirada filosa se posó en mí y una sonrisa cínica surcó su rostro.
-No te hablé a ti… - Me dijo con cinismo, como si mi presencia no le importara en absoluto.
-Estoy ayudando a Anthony con su rehabilitación. – Respondió Candy un poco más decidida, pude ver que su tensión había disminuido al momento que habló.
-Veo que sigues siendo una sentimental. – Dijo mirándome de arriba abajo, con desprecio, mientras yo le mantenía la mirada firme.
-Terry… - Dijo Susana detrás de él intentando llevárselo del lugar.
-Ahorita no Susana. – Le dijo con fastidio, se notaba que estaba harto de ella y no lo disimulaba para nada. La joven bajó su mirada avergonzada y se aferró a las muletas que la sostenían. – Anthony… - Dijo mirándome de nuevo, buscando en su memoria algo que no sabía qué era. – Qué no era el muerto… - Dijo de nuevo con esa voz que intentaba intimidarnos a ambos, sin embargo en mí no causaba ningún efecto. Candy lo miraba con cierta pena porque sabía que en ese preciso momento se enteraría de nuestra relación.
-Cómo puedes ver no estoy muerto. – Le respondí al ver que Candy intentaba explicar la situación, sabía que no era fácil decirle que siempre no había muerto.
-Pero por lo que veo no quedó mucho de ti. – Me dijo mirándome de arriba para abajo, despreciando la manera en la que había quedado después del accidente, sintiendo como en su voz había cierto placer.
-¡Terry! – Le respondió Candy antes de que yo lo hiciera. – Anthony tiene un problema pero se está recuperando. – Dijo en mi defensa. Terry sonrió de lado una vez más.
-Veo que te está chantajeando al igual que Susana me chantajeó a mí. – Dijo seguro de que eso era lo que sucedía entre Candy y yo.
-¡No es así! ¡Yo estoy con Anthony porque quiero estar con él! – Dijo Candy realmente ofendida por las palabras del actor.
-¿¡De verdad crees eso!? – Le preguntó apuñando sus manos en señal de que se había molestado por la manera en la que Candy le había respondido.
-¡Por supuesto! ¡Anthony es mi prometido y nos vamos a casar! – Dijo de nuevo sin detenerse a pensar un poco en lo que podía ocasionar con esa noticia de golpe.
-¡No ves que te están manipulando! – Dijo levantando su voz, mirándome a mí para que lo escuchara, sin importarle decir sus palabras que para mí no representaban daño alguno, sabía que hablaba un hombre enamorado y lastimado.
-Sería incapaz de manipular a Candy. – Respondí con tranquilidad.
-¡Tú no te metas! ¡No voy a permitir que te aproveches de la bondad de Candy! – Dijo molesto, sin dejar de verme con el odio que reflejaban sus ojos.
-¡Anthony no se aprovecha de mí! – Dijo Candy levantando un poco la voz.
-Tranquila princesa. – Le dije para lograr tranquilizarla, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas, dolida por las palabras que él le había dicho. – Déjame hablar con él. – Le dije dispuesto a que nos permitiera hablar por un momento a solas.
-No tengo nada que hablar contigo, es con ella con la que tengo que hablar. – Me dijo molesto, tenía un carácter difícil y ahora comprendía la manera en la que Candy se había tensado al verlo acercarse a nosotros, temía más por mí que por ella.
-Podrás hablar con ella, si ella quiere hacerlo. – Dije mirando a Candy, quien me miró con los ojos sorprendidos por lo que yo decía, negándome con un sutil movimiento en donde me advertía que no quería dejarme a solas con él. – Estaré bien. – Le dije con una sonrisa, mientras sus bellos ojos me miraban confundidos, temerosos.
-Vamos Candy, si el medio muerto quiere hablar conmigo hablaré con él. – Dijo de la misma manera sarcástica con la que había hablado al dirigirse hacia mí. Yo sonreí a Candy de nueva cuenta y ella asintió nerviosa, al ver que mis ojos le pedían me dejara hablar con él.
-Estaré cerca. – Dijo Candy mirándolo con reto, como pidiéndole que no se propasara conmigo, yo sonreí una vez que me miró y me sonrió preocupada, debía admitir que a pesar de que me gustaba que me cuidara en ese momento no me convenía que lo hiciera frente al actor.
-¿Y bien? – Me dijo mirándome desde arriba, con la mirada filosa, con los puños apretados y la mandíbula tensa. - ¿De qué quieres hablar conmigo? ¿Quieres que te deje el camino libre con Candy? ¡De una vez te digo que no permitiré que quieras aprovecharte de tu estado físico para casarte con ella! – Dijo antes de que yo pudiera hablar, suspiré un poco cansado por la manera en la que él hablaba y se respondía solo.
-Candy es mi prometida y no creo que…
-¡Te aprovechaste de ella! – Dijo interrumpiendo lo que yo tenía que decirle.
-Te equivocas, Candy y yo nos amamos…
-¡Mentira! – Volvió a interrumpirme de nueva cuenta. - ¡Ella me ama a mí! – Dijo sin importar que Susana estaba detrás de él y a pesar de no estar muy cerca de nosotros con la manera de hablar de él era suficiente para escucharle.
-Eso es algo que no voy a discutir contigo. – Dije intentando calmarme porque debía reconocer que era fácil para él sacar lo peor de las personas.
-¿Quieres atar a Candy a tu lado a pesar de que no eres un hombre completo? – Me dijo mirándome con ironía, recorriendo mi cuerpo con lástima una vez más, decidido a hacerme dudar de la vida que yo soñaba al lado de Candy. - ¿Qué harás cuando ella quiera convertirse en mujer? – Preguntó atrevido, con saña, mirándome fijamente con una mirada burlona, mientras sus labios sonreían de lado con malicia. - Tú no puedes darle algo que yo sí puedo. – Dijo poniendo sus manos sobre los descansabrazos de mi silla, se acercó muy cerca de mi rostro como retándome a que le respondiera.
-¿Qué es según tú lo que puedes ofrecerle? – Pregunté de la misma manera con la que él me había hablado. - ¿Ser tu amante? – Pregunté mirando a Susana. – Porque sé perfectamente al igual que todo Nueva York que la señorita Marlowe es tu prometida. – Dije sin dejar de verlo a los ojos, seguro de que él no había caído en cuenta de ello solo por los celos que podía advertir que estaba sintiendo.
-Eso se puede arreglar… - Dijo con malicia sin dejar de sonreír con aquella sonrisa cínica que ahora conocía en él.
-Aun así, Candy no es un objeto al que puedas manejar, ella debe decidir qué es lo que quiere hacer. – Dije dispuesto a que Candy hablara por sí misma, decidido a dejarla libre si ese era su deseo a pesar de que el mío era que se quedara a mí lado.
-Por eso mismo quiero hablar con ella, para convencerla de que tú solo la estás manipulando, que solo quieres aprovecharte de tu estado físico para atarla a tu lado, pero ella no te ama, te tiene lástima, siente pena por lo que te has convertido y es incapaz de decírtelo de frente. – Dijo haciendo que el coraje subiera a mi cabeza de pronto, logrando que buscara la manera de ponerme de pie. - ¿Te duele saber la verdad? – Me dijo alejándose de mí, poniéndose de pie nuevamente.
-Será mejor que midas tus palabras. – Dije realmente molesto, sin embargo intentaba controlarme para no preocupar a Candy, a quien había visto realmente preocupada por mí. – Podrás hablar con Candy cuando gustes y ella decidirá si quiere quedarse a tu lado. – Dije con profundo pesar en mi corazón, con un nudo en la garganta que me impedía hablar fácilmente, sin embargo debía confiar en ella y en sus sentimientos, debía confiar en el amor que me había profesado y esperar que eligiera lo que realmente deseaba para su propio bien.
Continuará…
Y por fin se dio el esperado encuentro... ya ven? No faltaba mucho por hacerlo y ustedes estaban desesperadas. Espero que no les haya causado desilusión la manera en la que se encontraron y sobre todo espero que les haya gustado. Gracias por leer y mostrar ansiedad por la continuación eso me hace pensar que les gusta la historia.
TeamColombia. Hermosas creo que es la primera vez que les leo que les ha conmovido un capítulo, me alegra que les haya gustado el encuentro de Anthony con su papá. Muchas gracias como siempre por comentar y dejarme sus impresiones de cada capítulo, se les aprecia de verdad a todas ustedes. Les mando un fuerte abrazo con mucho cariño.
Cla1969. Ciao bella, molto grato per le tue parole. Grazie per aver letto, sono felice che il capitolo precedente ti sia piaciuto e spero che questo ti sia piaciuto, ti mando un grande abbraccio e attendo con ansia le tue impressioni.
Julie-Andley-00. Hola hermosa! Gracias por tu comentario. Tienes mucha razón, era importante la plática que aunque tardía le llegó a Stear pudimos ver que los "tips" que le dieron su padre y su tío le sirvieron para estar de nuevo con su amada Patricia. Muchas gracias por leer hermosa, fíjate que hace como un mes leí una historia se llama "Bodas de Odio" me encantó es la historia original de "Amor real" de Caridad Bravo Adams, y cuando la leía pensaba en ti ya que se te da eso de adaptar historias, yo la verdad me emociono con los personajes y no me decido por cual darle a cada uno de los personajes de Candy, solo los principales. Espero puedas leerla si no la has leído y ojalá te guste. Te mando un fuerte abrazo con mucho cariño.
Rose1404. Hola hermosa, me alegro que ambos estén muy bien, ya falta menos para la llegada del pequeño Anthony! que emoción! deseo que sigas disfrutando mucho de esta etapa porque la verdad creo que más adelante no tendrás tiempo de leer alguna de mis historias. Hermosa, aquí de te dejo el capítulo que tanto estabas esperando, ojalá que la espera haya valido la pena y no haberte decepcionado. Te mando un fuerte abrazo con mucho cariño.
lemh2001. Hola hermosa! como siempre un placer leer tu comentario, sabes que me gusta la manera en la que analizas cada uno de los capítulos y lo prometido es deuda, no quité ni agregué nada a la historia, ya faltaba poquito para el encuentro aunque aún falta un poco más de lo que tiene que decir Terry en esta historia, que si bien conmigo no tiene las de ganar si tiene un poco más de participación sin tener un momento de gloria, creo que ya tiene muchos en otras historias jijijiji. Amé el momento que escribí el encuentro entre Anthony y su papá, fue como dices tú, tener a Anthony pequeño frente a su padre serio y reservado, conteniendo todos los sentimientos que provoca un hijo por la manera de ser de las personas que rara vez se permitían expresarse, sin embargo estaban ahí y los ojos eran las únicas ventanas que nos permitían ver la realidad a través de ellos. Me alegra que te haya gustado la verdad. Stear y Archie como siempre son los encargados de darle un poco de relax a la historia y este capítulo no fue la excepción, así con todo y todo Stear obtuvo también sus consejitos. Te mando un fuerte abrazo con mucho cariño hermosa y como siempre espero la reseña del capítulo.
Mayely León. Hermosa, muchas gracias por leer como siempre y más por comentar. He notado que eres de las últimas en comentar últimamente, creo que ya no tienes el tiempo de antes y te comprendo, no te preocupes si un día no puedes leer el día que publique, sé que tendré tu comentario al respecto, ah! pero eso sí que no se te pase un capítulo eh!. Te mando un abrazo con mucho cariño amiga.
María José M. Hola hermosa, me alegra que te hayas puesto al corriente con la historia. No te preocupes, no le he quitado nada a la historia ya les tocaba el encuentro simplemente era cuestión de esperar un poquito más, espero que te haya gustado. Muchas gracias por tus lindas palabras y por ser defensora siempre de mis historias, es lindo saber que alguien comprende lo que quiero hacer. Te mando un fuerte abrazo gracias por comprender mi esfuerzo, te cometo que hay unos días mejores que otros, sin embargo aquí seguimos en la lucha "Un día a la vez" así es como he podido continuar y también porque ella me enseñó que hay que terminar lo que inicias, creo que es algo que heredé de ella así como el gusto por la escritura. Cuídate mucho hermosa.
Muchas gracias a todas las personas que leen cada capítulo y las que están al pendiente de la actualización. Les mando un fuerte abrazo, espero se decidan también a dejar un comentario.
GeoMtzR
16/10/2022.
