Lo que Nadie le(s) Dijo

Por: Escarlata

Precure pertenece a Toei, el plot es mío

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Parte 16 Lo que es del Tiempo

Honoka aún podía ver en su cabeza la linda imagen de Nagisa parada en el umbral de la puerta del apartamento, con una caja en manos y una mochila en la espalda, justo como lo prometió. Misumi Nagisa oficialmente había dejado los dormitorios de la Universidad Deportiva, un cambio importante en la vida de un estudiante que poco a poco abría sus alas para volar. Ahora que Nagisa ya no contaba con el dinero de mamá y papá para ayudarse en sus gastos, la sensación era otra, era agradable y bastante satisfactoria. Y hasta donde Nagisa sabía, alguien aplicó para el espacio que dejó disponible casi de inmediato, una estudiante de primer año que se ahorraría mucho tiempo de viaje y podría dejar de pagar el alto costo del alquiler si se mudaba a los dormitorios. Esperaba que Katsuko pudiera llevarse bien con su nueva compañera de cuarto. Estaba segura que sí, últimamente Katsuko sonreía más y se le veía más relajada.

Los primeros días juntas fueron divertidos en todos los sentidos posibles y de hecho hicieron algunos ajustes en sus rutinas. Honoka decidió salir con Nagisa al gimnasio a la misma hora, hacer su rutina antes y llegar más temprano al apartamento para hacer sus tareas, proyectos y pendientes laborales. El trabajo desde casa le vino perfecto, sólo debía organizar y transcribir información para reenviar todo, no necesitaba pensar demasiado y su habilidad en la computadora le ayudaba a terminar su trabajo en cuestión de una o dos horas, lo que le dejaba tiempo suficiente para estudiar y hacer el resto de sus actividades del día. Por su lado, Nagisa pidió un ajuste en su horario de trabajo y procuró dejarse libres los sábados. Además, al aceptar sesiones personalizadas con clientes, podía asegurarse un pago extra, aunque eso significara dejar a los clientes usuales, entre ellos Honoka, en manos de otros asesores. Honoka no tenía problema con que Nagisa trabajara como mejor le funcionara, la joven científica ya tenía suficiente conocimiento previo como para hacer sus propias sesiones de ejercicio y siempre podría acudir a cualquier otro asesor.

Les estaba yendo bien en el inicio de sus nuevas rutinas juntas.

Otra cosa a mencionar era que los primeros días de su vida juntas estaban llenos de tanto entusiasmo y emoción que no se quitaron las manos de encima apenas se metía el sol en el horizonte, y ellas en la cama. Se durmieron tarde la primera semana juntas y eventualmente se calmaron apenas apaciguaron todas las ganas y el hambre que sentían la una por la otra. Eran libres de hacer lo que quisieran puertas adentro después de todo, ¿o no?

Y otra de las cosas que encantó a Nagisa fue que la noche antes de su siguiente partido, donde su equipo jugaría como visitante, sus nervios y tensión quedaron en el total olvido gracias a los cariños de Honoka. ¿Por qué nadie le dijo que un poco de amor una noche antes le sentaría de maravilla para el juego del día siguiente? Ganaron, por cierto, fue un partido mucho más reñido que el anterior, éste lo ganaron por un gol de diferencia.

Sus conocidos y amistades más cercanas podían confirmar lo feliz que estaba la pareja. Y hablando de amistades…

"¿Segura que no habrá problema si llegas tarde a casa?" Preguntó Yuka apenas se sentó con Nagisa en la mesa de esa popular cafetería que les quedaba de salida del gimnasio. Ese día llegó más tarde que de costumbre a su sesión y coincidió con Nagisa terminando su turno.

"No, para nada", dijo Nagisa enseguida. "Honoka sabe que estoy aquí, le mandé mensaje y de hecho lamenta no poder unírsenos, tiene trabajo pendiente que debe entregar hoy mismo", respondió Nagisa e incluso le mostró su teléfono con los mensajes de Honoka.

Yuka rió un poco. "Entonces llévale un café cuando salgamos de aquí, seguro que lo agradecerá mucho", dijo y estuvo a punto de decir cuál era el sabor que le gustaba a Honoka, pero Nagisa se le adelantó con la respuesta correcta y eso la hizo sonreír.

"Americano sin azúcar, es su favorito", suspiró hondo, "no sé cómo le puede gustar el café tan amargo", Nagisa se quejó graciosamente mientras bebía su frappuccino caramel tamaño grande. "Aunque tiene un buen aroma, me gusta", y no se diga del sabor cuando se besaban. Eso sí le gustaba, y mucho. Suspiró y sonrió por anticipado de sólo pensar en la cara de alegría que pondría Honoka cuando le llevara su café.

"¿Sabes? Estaba pensando en darles un regalo por lo de tu mudanza con ella", comentó Yuka entre sorbos a su elegante latte. "He estado bastante ocupada últimamente", y la prueba de ello era el anillo que finalmente estaba usando en su mano izquierda. Ya era de conocimiento público en la Universidad Tecnológica que Yuka estaba comprometida en matrimonio. De hecho su prometido se sintió tan contento al ver que ya estaba usando el anillo, que la invitó a salir en esos días y ella, por supuesto, aceptó.

"¡Ah, no tienes porqué molestarte!" Dijo Nagisa enseguida, apenada.

"Pero quiero hacerlo, escuché que Fujimura y Kimata les regalaron pijamas a juego, y que Yuriko les dio un juego de té", y todo eso lo supo de boca de la misma Yuriko cuando tomaron el tema de la mudanza hacía poco, Honoka confirmó el dato unos días después.

"Oh, bueno", Nagisa se aclaró la garganta. Ya estaban haciendo uso de esos regalos, también de la pizarra que Katsuko les regaló para anotar sus quehaceres, pendientes y notas importantes, ¡incluso Kazuki les dio un paquete de té negro de una marca bastante costosa y popular! "De acuerdo, aceptaremos lo que quieras darnos, gracias", compuso enseguida. ¿Quién podría negarse a los regalos y la buena voluntad de Yuka Odajima? Nadie.

"Seguro que una cafetera eléctrica las hará felices, sobre todo a Honoka, ¿no lo crees?" Era el regalo perfecto, ella misma dependía mucho de su cafetera y sabía que a Honoka le gustaba mucho el café. Ahora veía que Nagisa lo disfrutaba mientras estuviera dulce. Notó cuando la sonrisa de Nagisa se hacía enorme. Sí, era una buena elección de regalo.

"¡Eso sería genial, muchas gracias!" Exclamó Nagisa con contento. "No le diré a Honoka para que sea sorpresa, puedes ir a visitarnos cuando quieras", dijo enseguida, emocionada.

"Tomaré la invitación para cuando tenga oportunidad, ya verás", respondió Yuka entre gustosos sorbos a su café. Miró a Nagisa, que disfrutaba su bebida, sonriente y con un gesto brillante, casi cegador. Sonrió. "Estás realmente feliz, ¿verdad?" Imposible no notarlo.

"Sí, lo estoy", fue la inmediata respuesta de Nagisa. "¿Sabes? No sabía que algo como esto podía sentirse así", dijo y suspiró hondo, aún sin poder creerlo, "tan fuerte", se tocó el pecho, sintiendo su corazón en paz. Miró a Yuka. "Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que iba a vivir con alguien como ella y que sería muy feliz, seguramente me habría molestado por la mala broma", explicó con las mejillas ruborizadas. "Hubiera pensado que se estaban burlando de mi porque soy más popular con las chicas que con los chicos".

Yuka le miró largamente y sonrió de manera más discreta. "Comprensible". Otro sorbo de café. "Después de todo, lo que conocías era que el romance y la vida de pareja se da entre un hombre y una mujer, ahora que sabes que tienes más opciones, seguro que fue una sorpresa", se encogió de hombros. "Lo fue para mí al aceptar lo que realmente me gustaba".

"Me sorprendió bastante, sí, pero ahora que lo estoy viviendo se siente… Normal", sonrió al decir eso. "Me gusta que se sienta así", las películas y las novelas le habían vendido una versión idílica del amor, de una vida repleta de pasión y felicidad perfecta constante al lado del ser amado, pero ahora que Honoka era su ser amado, el quererse y el estar juntas, el trabajar en lo que tenían era más bien el estado natural de las cosas. Por supuesto que sentía emoción y pasión pero no como una explosión, más bien como un calor en el pecho y el sincero deseo de simplemente abrazarla y besarla cuando su corazón se lo pedía. "Me gusta mucho estar con ella, en serio la amo", murmuró con linda timidez.

Yuka sonrió un poco más. "Me alegra que así sea, Nagisa. Sólo recuerda seguir trabajando por ese amor, nunca lo des por sentado, cuídalo y siempre tenlo presente por muy normal que se sienta, ¿de acuerdo?" Dijo con seriedad, sabía de lo que hablaba.

"¡De acuerdo!" Respondió la atleta con firmeza. Estaba al tanto de que no debía descuidar lo que sentía por Honoka, no era un simple enamorarse y vivir el 'felices para siempre', era un compromiso serio y responsable, un trabajo constante. Le gustaba trabajar ese amor con Honoka. Un destello de la mano de Yuka hizo que su mirada se desviara hacia el costoso anillo de ésta, sonrió. "¿Nos invitarás a la boda?" Había notado el anillo desde antes pero se animó a tomar el tema ya que estaban hablando sobre asuntos de parejas y romances.

"Serán las primeras en recibir la invitación, a Kenji le encantará conocerlas", respondió enseguida. No podía presentar antes a su prometido porque él estaba en su último año de universidad y trabajaba mucho en un importante proyecto, además de que ya estaba en calidad de interno en la empresa de la familia. "Aunque tendrán que esperar un poco más, me casaré luego de que me gradúe y comience a trabajar en el puesto que me espera", en la misma empresa familiar desde luego, una de esas ventajas de provenir de una familia acomodada, "y aún faltan un par de años para eso".

Nagisa asintió. Lo único que podía imaginar de esa futura boda era a Yuka viéndose hermosa en un vestido de novia, la imaginaba con un vestido tradicional, se trataba de una chica elegante, una princesa después de todo. "Estaremos al pendiente, ¡será genial!"

Yuka sonrió, Nagisa también y ambas siguieron la plática con temas casuales por un rato más antes de terminar sus bebidas, pedir el café de Honoka y despedirse. Siempre era bueno pasar tiempo de calidad con conocidos y amigos, Nagisa aprovechaba todos esos momentos. En unos días tendría unos días de entrenamiento intensivo que cubriría todo un fin de semana, no sería el primero, tampoco el último y estaba al tanto de que sería duro, pero debían afinar su nueva rutina de entrenamiento si querían sorprender a sus rivales, sobretodos a quienes se tomaron su tiempo de estudiar sus estrategias y modos de juego.

Nagisa pensaba ganar, quería ganar cada uno de esos partidos por más de una razón, Honoka la primera de ellas.

~o~

Kimata canturreaba con voz alcoholizada, Fujimura le acompañaba con palmas fuera de ritmo y Honoka veía al par con gesto divertido. En realidad los tres tenían suficiente alcohol en la sangre para hacer el ridículo sin sentir culpa ni pena alguna, pero Honoka parecía un poco más en sus cabales y la única pista de que estaba ebria era que reía de la nada y no dejaba de sonreír. Una cena de carne asada y cerveza era una buena manera de pasar esa noche de sábado hasta tarde, Honoka no tenía prisa por llegar a casa porque Nagisa estaba en su campamento de entrenamiento y llegaría hasta el domingo por la tarde.

No podía hablar directamente con ella porque las jugadoras tenían prohibido el uso de teléfonos para no distraerse, y en caso de emergencia la comunicación era por medio de la entrenadora. Una de las ventajas de ser compañeras de cuarto registradas y reconocidas, era que Honoka podía responder por Nagisa; y Nagisa por Honoka, desde luego. Nadie le dijo que la vida compartida bajo el mismo techo con la persona amada podía ser tan dulce.

"Salud por su victoria, chicos", brindó Honoka por novena vez en la noche, así de ebria y alegre estaba. La salida de Nagisa coincidió con un partido de los chicos y pudo verlos al fin. Los dos eran grandiosos. El equipo ganó 2 ─ 1, uno de esos goles fue gracias a un soberbio juego de pases entre los inseparables Fujimura y Kimata, Fujimura fue quien concretó el gol con una precisa patada en la esquina del arco. Honoka quedó bastante impresionada. "En serio me alegra haberlos visto, fue una gran partido", dijo por sexta vez.

Los chicos se alegraron al escucharla, como si fuera la primera vez, así de ebrios estaban.

"Gracias por venir, Honoka. Nos esforzamos mucho", respondió Kimata mientras alborotaba el cabello de la chica de manera juguetona. "Y creo que nos lucimos bastante".

"Teníamos que ganar sí o sí, el partido pasado lo perdimos y el entrenador casi nos come vivos", contó Fujimura con una risa que no podía detener. "En nuestra defensa, el cambio de estrategia fue mala idea, el experimento salió mal pero aprendimos", dijo enseguida, lo cierto era que su entrenador era terco como mula y la derrota lo haría pensar dos veces antes de poner a sus jugadores en posiciones para las que no estaban preparados, sin prepararlos debidamente antes. En defensa del terco hombre, les invitó ramen a todos para compensar.

"Pudieron recuperarse y es lo importante", respondió Honoka y enseguida se terminó su lata de cerveza en turno. Ya se había llenado y no había poder en ese mundo que la hiciera comer más de lo que estaba acostumbrada. Sus amigos, por otro lado, podían terminarse lo que quedaba en la mesa sin problema. "Lo harán bien para el siguiente partido, lo sé".

"Lo haremos, sí, ¡por supuesto que lo haremos!" Exclamó Kimata con alegría y levantó su bebida. "¡Salud por la victoria!"

"¡Salud!" Respondieron Honoka y Fujimura con grandes voces.

Las tres latas chocaron aunque la de Honoka estuviera vacía. Kimata y Fujimura bebieron las suyas aunque sólo les quedara un trago a cada una, Honoka graciosamente volteó su lata para confirmar que efectivamente estuviera vacía. Así de ebrios estaban los tres, tan contentos que se echaron a reír sin razón alguna. Honoka quedó recargada en la mesa entre risas mientras los futbolistas devoraban la carne que quedaba. Para cuando salieron del establecimiento pasaban de las once de la noche, caminaban juntos, de hecho Honoka estaba en medio de sus amigos, los tres abrazos y caminando torpemente.

El plan de los chicos era escoltar a Honoka a su piso, el par estaba al tanto de la ausencia de Nagisa debido al campamento de entrenamiento. Ellos habían tenido el suyo hacía poco.

"¿Estarán bien camino a casa?" Preguntó Honoka, pese a su estado de ebriedad podía notar lo borrachos que estaban sus amigos. "No me gustaría que les pase algo malo en el camino, pueden quedarse en el apartamento si quieren", ofreció de inmediato.

"No te preocupes, hemos estado peor que ahora", respondió Kimata de inmediato, luego puso un gesto serio. "Tampoco debemos quedarnos contigo, eres una señorita decente y no queremos que los vecinos comiencen a decir cosas de ti si ven que dos chicos llegan a tu casa y se quedan toda la noche", dijo enseguida, hablaba en serio. No había necesidad de agregar lo peligrosa que era la noche y la ciudad para una chica que caminaba sola.

Fujimura tomó la palabra. "Te llevaremos hasta la puerta de tu apartamento. Si te tranquiliza, tomaremos un taxi de regreso al Deportivo, así no nos pasará nada, ¿qué dices?"

"Es una idea muy sensata, sí", asintió Honoka más veces de las que debería. "Gracias por acompañarme", suspiró. "Sé que ella regresa mañana por la tarde, pero en serio eché de menos a Nagisa estos días", dijo con un tono graciosamente triste, culpa del alcohol.

Sus amigos y casi hermanos mayores la apretujaron entre sus cuerpos, eran bruscos a propósito para animarla. Ambos compartieron una mirada y sonrieron.

"¿Por qué no preparas algo especial para recibirla?" Propuso Fujimura. "Un postre o una comida, algo que le guste a Nagisa, no lo sé, pero una bienvenida especial siempre alegra el corazón de un deportista como nosotros", agregó con el tono más vehemente que pudo.

Kimata asintió varias veces en total acuerdo. "Saber que alguien reconoce y nos felicita por nuestro buen trabajo, sube mucho los ánimos y nos da más energía para seguir esforzándonos", dijo Kimata, tratando de no arrastrar tanto la voz. No lo logró pero sí se dio a entender.

Honoka no lo pensó demasiado, ¡era una buena idea! Su gesto se iluminó casi de inmediato y se sujetó juguetonamente de las camisas de los chicos. "¡Lo haré, prepararé algo para recibirla!" Anunció la universitaria con alegría, tropezó un poco pero los tres estaban tan juntos que no cayó al suelo. Eso sí, se echó a reír. "Me dijo que regresaría alrededor de", hizo memoria, "de las cuatro de la tarde, tengo tiempo de preparar algo especial".

Entre esas y otras pláticas, los tres llegaron al edificio de apartamentos donde vivía Honoka y cumplieron con su palabra de caballeros de dejar a su hermana pequeña dentro de su casa. Terminada la misión los dos se despidieron, se retiraron y tomaron un taxi justo como acordaron. Honoka no pudo pensar demasiado en los preparativos de la bienvenida de Nagisa apenas se vio sola, estaba demasiado mareada y apenas le dio tiempo y cabeza de quitarse la ropa, lavarse los dientes e ir a dormir. Alcoholizada no lograría pensar demasiado, lo mejor era esperar al amanecer.

Durmió abrazando la almohada de Nagisa. Soñó con ella.

~o~

¿Por qué nadie les había dicho que el tiempo se iba de manera distinta cuando se disfrutaba con la persona correcta?

Antes de darse cuenta ya era verano. Vacaciones tenían más bien pocas pero estaban aprovechando cada uno de esos días a consciencia y de manera plena. Tenían en planes ir a sus respectivas casas para presentarse en persona con sus respectivas familias. Honoka por lo menos podía presentar a Nagisa con su abuela, que era su único familiar al alcance, a sus padres tendrían que esperarlos hasta su cumpleaños en Abril del año entrante.

Tenían planeado salir el próximo fin de semana.

Ese domingo lo tenían ocupado en algo muy, muy importante: estar tumbadas en el sofá viendo una maratón de sus películas favoritas en la televisión. Tenían bocadillos, bebidas y ninguna intención de salir de casa mientras no fuera necesario. El clima era cálido, así que tenían las ventanas abiertas y el aire acondicionado encendido, además vestían poca ropa no sólo por comodidad y frescura, si no por gusto propio. A Nagisa en especial la mataba la visión de las lindas piernas de Honoka. A Honoka le gustaban mucho los fuertes brazos y el esculpido abdomen de Nagisa. Ninguna de las dos negaba que una de sus actividades favoritas fuera contemplarse entre sí con embeleso, con sincera admiración. Que ambas estuvieran usando shorts y Nagisa un top deportivo y nada más tenía encantada a Honoka, ésta, por cierto, llevaba una camiseta holgada de tirantes color blanco que a su vez tenía encantada a Nagisa. Podían meter mano cuando quisieran.

La ventaja de que estuvieran pasando las películas en la televisión pública era que podían aprovechar los comerciales para platicar, comer y hacer cualquier otra cosa. Justo estaba un comercial y ambas se movieron lo suficiente sólo para estirarse. Nagisa estaba resentida por el entrenamiento del día anterior además del trabajo de la semana en el gimnasio, su cuerpo se lo recordaba de dolorosa manera, pero tener pegada a Honoka le daba un alivio como ningún otro. Sin moverse mucho de su cómoda posición, alcanzó su vaso de té helado para darle un buen trago. Suspiró de comodidad.

"Oye, Honoka, ¿cuándo dices que es la feria de ciencias en tu escuela?" Preguntó Nagisa mientras volvía a rodear a su novia por la cintura y por debajo de su prenda como tanto le gustaba. "No me gustaría que se juntara con algún entrenamiento o partido", dijo mientras acariciaba el estómago de Honoka a manera de simple cariño, no buscaba más.

Honoka a su vez acariciaba los brazos y las manos de Nagisa. "Será un día antes de volver a clases", dijo después de hacer memoria, "pero no debes preocuparte por ese detalle, incluso si tienes entrenamiento o algún partido, la feria durará todo el día, así que podrás asistir a la hora que quieras, te daré un pase preferente". Honoka sabía que a Nagisa le sería más interesante ver los inventos y las demostraciones que escuchar las conferencias de la mañana, así que la pasaría bien.

"¡Genial! Quiero ver tu proyecto en acción", respondió Nagisa con visible emoción. "Además ya mejoraste tu pegamento, ¿verdad?" Continuó. Nagisa no era y nunca sería una letrada en el mundo de la ciencia, pero apoyaba de corazón todo lo que le entusiasmaba a Honoka aunque no entendiera ni media palabra de sus explicaciones.

"Al fin logré que fuera de acción inmediata sin alterar demasiado la fórmula, ¡es fascinante todo lo que puedes lograr con algo tan simple como una planta común!" Dijo Honoka con claro tono de emoción. "¿Sabes? El más simple de los pegamentos conocidos es una mezcla de harina de trigo y agua. Cuando logras una buena consistencia puedes pegar papel a una superficie y el papel ya no se puede despegar apenas se seca", explicó con emoción. "Si algo en apariencia tan simple como la harina de trigo puede lograr algo tan fuerte con una preparación tan simple, ¡imagina todo lo que se puede lograr si se experimenta con otras plantas y sin recurrir a químicos peligrosos!" Continuó, de hecho se movió lo suficiente para girarse y quedar cara a cara con Nagisa. Su mirada en ese momento brillaba de emoción.

Nagisa se sintió derretir por dentro al verle ese gesto. Su Honoka en serio era preciosa. Suspiró discretamente mientras miraba el rostro de su novia, la escuchaba sin entender del todo lo que decía porque sus ojos en ese momento estaban ocupando el 90% del funcionamiento de su cerebro, el 10% restante lo usaba para funciones vitales. Veía sus labios moverse, sus ojos soltar chispas de entusiasmo mientras listaba los beneficios de hacer un uso más sabio de los recursos que otorgaba la sabia Naturaleza, para enseguida dar una completa lista del porqué era complicado manufacturar nuevos tipos de productos con las máquinas industriales actuales y los modelos económicos depredadores. Pudo sentir cuando Honoka se sostuvo de sus hombros para acomodarse mejor, no paraba de hablar.

La vio poner un gesto risueño, luego pudo admirar una sonrisa pequeña en sus rosados labios que Nagisa no supo interpretar, no hasta que Honoka le hizo una pregunta directa mientras ponía su índice derecho en la punta de la nariz de Nagisa. La atleta por fin pareció despertar gracias al lindo y cariñoso gesto, su sonrisa fue automática.

"¿No pusiste atención, verdad?" Preguntó Honoka de manera juguetona.

"Sigo sin entender la mitad de lo que dices," respondió Nagisa con un gesto nervioso y las mejillas al rojo vivo. "Pero en serio te ves bonita cuando me explicas aunque sepas que yo no te entiendo", a esas alturas no le daba pena admitir su ignorancia en los campos de la ciencia. O en muchos otros campos que no fueran los propios.

"Te explico porque sé que me escuchas aunque no me entiendas", respondió Honoka mientras su dedo jugaba un poco en la nariz de Nagisa antes de bajar a sus labios y acariciarlos. "No compartimos muchos intereses, pero sí compartimos el entusiasmo que nos generan esos intereses, que es lo verdaderamente importante", puntualizó la chica con voz propia y seria. Le dio un pico en los labios antes de sonreírle. "Te quiero".

Nagisa sintió un agradable temblor de cuerpo entero. Le gustaba cuando Honoka se portaba así, cariñosa y romántica. También le gustaba cuando era juguetona y la provocaba, pero cuando le soltaba esos cariños sin ninguna otra intensión más que expresar su amor. Nagisa sentía los más intensos deseos de gritar su amor a los cuatro vientos, que todos supieran que esa preciosa chica era suya y de nadie más, que todos se enteraran que ella era de Honoka y de nadie más. Suspiró hondo y la abrazó cariñosamente contra su cuerpo.

"También te quiero", respondió Nagisa con su voz ahogada por el sentimiento y por la posición. La apretujó con cariño y sonrió cuando la escuchó reír un poco. "Oye, Honoka…"

"Dime."

"¿Vamos a dar un paseo?" Preguntó mientras le echaba un vistazo al anuncio de la siguiente película. "La que sigue no es de mis favoritas, no es la versión original, es la más nueva y depende mucho de los efectos por computadora y…" Podrían compartir pocos intereses, pero los que compartían lo hacían con la misma pasión y entrega.

"¡Oh! ¿Hablas del remake de La Espada Solitaria, verdad?" Preguntó Honoka y puso un mal gesto. "Tienes razón, tampoco me gustó, le falta el espíritu que tiene la original".

Nagisa asintió muchas veces. "Además cambiaron muchos diálogos y la música que usan no me emociona". Que cambiaran la música por una nueva la sacó de su zona segura.

"A mí tampoco", dijo Honoka de inmediato. "Podemos salir a caminar mientras pasa esa película, regresaremos en dos horas, ¿qué dices?" Propuso. "Vayamos por helado".

La sonrisa de Nagisa se hizo enorme y asintió muchas veces. "¡Vamos!"

Pero antes de moverse de su sitio, se miraron unos segundos para enseguida besarse de manera apropiada. Un dulce, largo y amoroso beso que se mantuvo así sin ninguna otra intensión más que la de darse cariño mutuamente, o al menos era el plan al principio. Honoka sintió cuando las manos de Nagisa viajaron de su espalda a su trasero y la sujetaron con firmeza, fue ella misma la que terminó el beso. Le dio un besito en la punta de la nariz.

"Te recuerdo que la idea del paseo fue tuya, si comenzamos algo ahora ya no saldremos de casa", dijo Honoka de manera juguetona. "Además iremos por helado".

Nagisa se echó a reír y asintió, le dio otro cariñoso apretón a Honoka antes de que ambas finalmente se levantaran del sofá. Se estiraron y suspiraron al mismo tiempo, había muchos comportamientos que tenían en común y que graciosamente hacían al mismo tiempo. A veces lo notaban, a veces no. Se miraron antes de darse un breve beso más y levantarse para poder vestirse. Nagisa se puso una falda corta y una blusa sin mangas, además de su par de sandalias favoritas y una gorra. Honoka terminó con un vestido holgado a la altura de la rodilla, una prenda bastante fresca y perfecta para la temporada, además de un lindo sombrero. Apagaron todo, tomaron sus respectivos bolsos y salieron de casa.

El calor era casi asfixiante, la brisa apenas si aliviaba un poco y podía escucharse el intenso chirriar de las cigarras en combinación con los ruidos propios de la ciudad. Una mezcla de sonidos a la que ambas estaban más que acostumbradas. Saludaron a algunos vecinos en el camino y siguieron su rumbo directo a la plaza comercial. Apenas compraron los helados prometidos, fueron al parque cercano y se sentaron en la banca de costumbre, la sombra era perfecta a esa hora. Se sentaron lado a lado en silencio mientras disfrutaban de sus helados. Honoka miraba las copas de los árboles, Nagisa se entretenía con las personas que pasaban cerca y también con las que estaban lejos.

Para Honoka era fascinante la manera en que la luz atravesaba las frondosas copas de los árboles, los juegos de luz entre las hojas y la manera en que la temperatura descendía hasta ser agradable. Un montón de fenómenos físicos pasaban a plena vista y bastaba poner un poco de atención para apreciarlos, ese tipo de eventos siempre atrapaban toda su atención.

Para Nagisa era agradable ver a los niños jugar y corretear en el camino mientras sus padres miraban, también le gustaba ver a los grupos de amigos y a las parejas que simplemente pasaban el rato. Justo como ellas dos en ese momento. Le gustaba escuchar las risas y las charlas, le encantaba ver que todos la pasaban bien y ella misma estaba feliz de pasarla bien.

Ambas pensaban en las maravillas que sus ojos y oídos podían percibir, ambas estaban contentas de poder admirar todo eso al lado de la persona amada. Y ese simple pensamiento simultáneo bastó para que buscaran sus manos entre sí y las encontraran a la primera, ni siquiera había necesidad de mirarse. Sonrieron de satisfacción, cada una por su lado. Ya se habían terminado sus helados, por culpa del calor debieron hacerlo rápido o se derretirían y nadie quería un desastre pegajoso de dulce en las manos.

Se miraron la una a la otra al mismo tiempo.

"Es un buen día, ¿verdad?" Dijo Nagisa con una sonrisa amplia.

"Sí, lo es, muy hermoso y brillante", respondió Honoka con su gesto suave de costumbre.

"Oye, Honoka", la atleta fue asaltada por un súbito pensamiento.

"Dime."

"¿Sabes? Te veo a mi lado y todavía no puedo creer que en serio esté pasando todo esto", dijo Nagisa mientras le miraba con unos ojos que expresaban a la primera lo sobrepasada que se sentía en ese momento. Sabía que si no soltaba ese pensamiento, el mismo podría empeorar hasta ser un problema totalmente innecesario. "Todo esto a veces se siente como un sueño todavía, uno muy hermoso", confesó, apenada.

Honoka sonrió. "Comprendo el sentimiento, me pasa lo mismo", respondió y miró hacia las copas de los árboles de nuevo y luego a su novia. La luz se filtraba e iluminaba a Nagisa de esa hermosa manera. Cerró los ojos y suspiró hondo. "Tampoco puedo creer que la chica de la que me enamoré a primera vista me correspondió y ahora está a mi lado", estaba muy feliz de haber seguido el consejo de la señorita de labios carmín. En su corazón deseaba que esa linda chica en ese momento tuviera a alguien que no pudiera dejar de pensar en sus hermosos labios. Suspiró hondo al recordar sus palabras. "Hacer que pasen las cosas es mejor a sufrir por lo que uno cree que va a pasar", repitió aquel consejo y miró a Nagisa. "Me gusta lo que estamos pasando justo ahora, Nagisa".

"A mí también", dijo la atleta con una sonrisa nerviosa. Se sentía un poco tonta, pero la calma de Honoka le ayudaba bastante, ese apretón gentil entre sus manos le gustaba mucho. "Honoka… Yo… Debo serte sincera, no me puedo imaginar el futuro, no tengo planes más allá de… De… Bueno, graduarme y quizá conseguir más campeonatos para jugar en la liga profesional de lacrosse antes de ser maestra", explicó Nagisa. "Ahora tú estás en eso que quiero que pase. Quiero que estés ahí conmigo y veas todo lo que puedo lograr y… Y después… Ya no puedo ver nada más allá de ello", se sentía rara al decir eso. Casi mal.

Y de nuevo, la dulce sonrisa de Honoka la salvó. Nagisa recuperó su propia sonrisa casi de inmediato al ver el gesto suave, dulce y comprensivo de su novia. Un beso en la mejilla la hizo cerrar los ojos. No había nadie alrededor, pero no que lo notaran.

"Mis planes son graduarme, lograr suficientes méritos para tener más de una opción de trabajo y seguir descubriendo más cosas de éste mundo", dijo Honoka mientras se recargaba en el hombro de Nagisa. "Y también te veo a ti en ese escenario de la misma manera en que tú me miras a mí", continuó. "El tiempo nos dirá qué hacer después, nos dirá los planes que nos conviene según nosotras lo permitamos", explicó, estrechando dulcemente la mano de Nagisa. "Tendremos que seguir trabajando duro, aprenderemos más cosas, cambiaremos como se supone que la gente debe cambiar conforme crece, seguramente tendremos más de un malentendido, nos reconciliaremos y nos seguiremos amando mientras nosotras así lo queramos", suspiró, luego sonrió. "No sé lo que nos espera mañana o en un año, no te puedo asegurar nada, pero sí te puedo prometer una sola cosa", hizo que ambas se miraran a la cara.

Nagisa de inmediato fue atrapada por el intenso azul en los ojos de Honoka. Se sonrojó y tragó saliva de manera ruidosa. De por sí las palabras de Honoka hicieron que su corazón se acelerara cual corcel a todo galope. Sus hermosos ojos no la ayudaban en ese momento.

"¿Qué cosa?" Preguntó Nagisa con el aliento casi contenido.

"Que te amaré con todo mi corazón, que estaré a tu lado mientras me lo permitas, que compartiremos juntas el camino que tengamos por delante sin importar cuál sea", declaró, romántica, suave, dulce. Enamorada. Se acercó más a su novia hasta pegar las puntas de sus narices. "¿Me dejas acompañarte en el camino que nos espera, Misumi Nagisa?"

Nagisa se quedó muda unos segundos. ¿Por qué Honoka era tan condenadamente romántica? ¿Por qué nadie le dijo que el amor podía sentirse así de bien? ¡No podía creerlo! Se sintió mareada por unos segundos, abrió la boca más de una vez pero fue incapaz de articular palabra alguna. Honoka en serio la derribó con esas palabras y esa mirada.

"Yo─"

"Nagisa, respira".

Y Nagisa respiró, de hecho dio un hondo respiro hasta inflar su pecho por completo. Soltó el aire lentamente. La sensación de su aliento chocando con el de Honoka fue maravillosa. Miró sus ojos una vez más. Esos hermosos ojos. Su cálida mano en la suya. Lo siguiente lo pudo decir sin pensar.

"Si puedo seguir viendo tus ojos así", murmuró Nagisa, perdida en un profundo embeleso. "Si puedo tomar tu mano como ahora", suspiró de nuevo, "entonces caminemos tan lejos como podamos, Yukishiro Honoka. Déjame caminar a tu lado".

Fue el turno de Honoka de sonrojarse. Asintió con visible alegría.

"Así será".

Compartieron una sonrisa, luego una risa suave antes de que Honoka fuera la primera en ceder. Nagisa la miraba con tanto amor que apenas si podía sopesar la sensación, tuvo que ponerse de pie pero no la soltó. Respiró hondo también, se sentía acalorada y no por el intenso calor del Verano.

"¿Paseamos otro rato antes de volver a casa?" Propuso Honoka. "Aún tenemos tiempo antes de que comience la siguiente película".

"¡Sí! Demos una vuelta por el parque", respondió Nagisa de inmediato y se soltó de ella pero sólo para ofrecerle su brazo. "¿Vamos?"

"Vamos", respondió Honoka, sujetándose de ella con cariño.

No necesitaban que nadie les dijera lo que el futuro les aguardaba, Nagisa y Honoka estaban emocionadas y dispuestas a descubrirlo por sí mismas. Juntas.

FIN