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Epílogo

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Estaba siendo insoportable el último trimestre del embarazo, no podía respirar si estaba sentada, le dolía horrores la espalda, los senos le habían crecido tres tallas, tenía las tetas enormes y listas para amamantar, no es que el resto del embarazo haya sido un paseo de flores y colores, el primer trimestre habían sido los vómitos que se habían camuflado estratégicamente con el estrés de su acosador, vómitos y cambios de humor muy bruscos, era cierto que era una persona difícil siempre lo había sido, pero no tanto, cuando entraron al segundo trimestre y sus hormonas se calmaron se hizo evidente que todas esas peleas constantes que habían tenido, esa forma de reaccionar ante todo y nada, eran por las hormonas. Y Darien había estado profundamente agradecido, aunque no lo dijese en voz alta.

El segundo trimestre fue lo mejor, su barriga tardo mucho en salir, así que pudieron disfrutar mucho de los antojos y de vez en cuando de alguna pelea sin importancia por allí, discusiones que no estaban ni de cerca a las del pasado, cuando iban a las sesiones de terapia Ryuto se sorprendía cada vez más con sus cambios, el haber roto lazos con su madre y el pervertido de su padrastro, había sido de gran ayuda; Serena por fin había aceptado que su madre no la amase, no porque ella no lo mereciese, sino porque hay personas en el mundo que no sirven para ser madres.

Que su acosador barra medio hermano perturbado estuviera tras las rejas también había sido un factor decisivo para que sus ataques de pánico y ansiedad se calmasen, hablar de que su padre, su tío y el enfermo de su hermano compartieran algún tipo de vinculo donde creían que tenían el derecho de tocar su cuerpo también la había ayudado; no había forma de conciliar y perdonar lo imperdonable, pero la rubia había aceptado que en este mundo existían personas enfermas que no deberían coexistir con personas normales. Porque podrían hacer mucho daño, ella era un ejemplo de esos daños colaterales.

La relación que tenía con los padres de Darien era hermosa, su suegra se preocupaba genuinamente por ella y por el bienestar de sus nietos, en cuanto se enteraron de que eran gemelos su suegro abrió un fideicomiso para cada uno de ellos, el futuro de sus hijos ya estaba asegurado incluso antes de salir de su vientre, había aceptado ese regalo sin rechistar, era algo bueno para sus niños y ambos se veían demasiado contentos por darle regalos a sus nietos.

Su cuñado la visitaba cuando le apetecía, se aparecía sin preguntar y en más de una ocasión los había interrumpido mientras estaban haciendo el amor, su hombre gruñía y le decía que se largara y que volviera en unas horas, alguna vez lo hizo y en otra ocasión se había instalado en la puerta y no dejaba de tocar el timbre hasta que le abrieran. Se había vuelto un grano en el culo, le gustaba mucho, y lo aprecia genuinamente, pero las hormonas del embarazo la tenían cachonda la mayor parte del tiempo y solo podía pensar en tener sexo continuamente. Por suerte para ella tenía un hombre disponible siempre.

Sus amigos habían sido encantadores, en cuanto supieron del embarazo la visitaban cada viernes por la tarde, llevaban pizza, bebidas y un postre para pasar la noche juntos, se turnaban para tocar su barriga y sentir las pataditas de los bebes, la emoción de ser la primera en convertirse en mama del grupo era increíble, era joven pero no estaba en absoluto arrepentida de estar embarazada. Minako se había convertido en una persona muy importante en su vida, su relación se había unido enormemente después del secuestro, y cada vez que puede visita a la futura mamá.

Lo mismo con Bartolomé y Emerson, si bien es cierto que ellos venían mucho menos, aún tenía contacto con ellos por su cuñado, ambos continuaban en la empresa y por supuesto después de trabajar con ella, ya no se fiaban de ninguna carita dulce que tuviesen que vigilar, pobres, los había traumado con sus escapadas. Habían ido en dos ocasiones a visitarla, y habían llevado regalos para los gemelos y flores para ella, esperaba que en el futuro ellos aun estuviesen presente de alguna forma en su vida.

La relación con Darien había mejorado muchísimo, las peleas absurdas habían desaparecido, ella ya no sentía esa necesidad de provocarlo y enfurecerlo, con el tiempo se había dado cuenta que había estado usándolo como un saco de boxeo, todo el resentimiento y odio que había estado acumulando por su familia, la había volcado contra él, debido a que siempre se había mostrado amoroso con ella. Había sido la primera persona fuera de sus amigos, que había mostrado un interés sincero es hacerla feliz y eso le había costado asimilarlo. Años de abusos físicos y psicológicos por parte de sus parientes la habían hecho creer en el inconsciente de que no merecía el amor genuino de un hombre, de nadie en realidad.

Había hecho las paces con su pasado, con la pobre niña que no pudo defenderse ni salvarse, esa niña indefensa que, en lugar de ser protegida y amada incondicionalmente, había sido golpeada, maltratada y abusada de muchas maneras, su niña interior aún lloraba de vez en cuando, aún dolía, pero cuando eso pasaba, los brazos fuertes y protectores de Darien la sostenían hasta calmarse; al final de todo ahora lo tenía a él, y esa niña inocente se resguardaba sollozando entre sus brazos.

Todo marchaba genial, lo único que la hacía preocuparse o más bien extrañarse, era la falta de cierta pregunta por parte del moreno, no es que fuese completamente necesaria, pero lo extrañaba que el hombre aún no la hubiese hecho, antes de saber del embarazo cada vez que podía hablaba del matrimonio, los niños, las casas de verano, y ahora nada. No había ni de casualidad mencionado algo respecto a una posible boda. Era a efectos prácticos una mujer embarazada de ocho meses sin un anillo en su dedo. Y eso la tenía ligeramente disgustada.

Porque, tenían la casa, el perro, los bebes en el horno, y a punto de salir, pero ella seguía sin su anillo; estaba castigándola de algún modo, tal vez era su forma de vengarse por haberse negado en el pasado a hablar de bodas y niños. Siempre había estado renegando la idea de casarse con él, habían discutido en varias ocasiones por eso. Gruñe al pensar eso, no quiere hacer una escena, sobre todo con el tamaño que tiene ahora, no es como si puede escaparse o algo, llevar a dos niños dentro de ti, pesaba un poco.

- ¿Qué ocurre amor? ¿Estas cansada? . -Levanta la mirada del móvil después de escucharla resoplar varias veces. - Deberías dejarlo estar un rato, no hay prisa con que termines eso.

-Me gustaría acabarlo pronto, es solo un trabajo. -Regresa la mirada al ordenador, estaba mintiendo por supuesto, había terminado el trabajo hace unos quince minutos, y por eso se había puesto a pensar en la inexistencia del dichoso anillo. Había decido por su paz mental hacer un master durante el embarazo, no podía trabajar en su estado y menos cuando le dijeron que en lugar de uno, venían dos bebes, Darien se había vuelto loco de contento y protector, había alegado cientos de motivos por los que ella no necesitaba trabajar en absoluto, sus suegros y cuñado habían apoyado su idea firmemente, diciéndole que no merecía la pena agotarse por un trabajo que tendría que dejar en unos meses. Habían dicho textualmente que disfrutara de su maternidad y del dinero que ellos poseían.

- ¿Quieres un masaje? . -Se ofreció mientras se levanta del sofá.

-No, gracias, hace un poco de calor, creo que necesito darme una ducha. -Intenta ponerse de pie, y como siempre es casi imposible para ella, Darien sonríe y la ayuda, le quita el portátil y lo deja olvidado en el sofá, quiere acompañarla hasta la habitación, la ayuda a desvestirse y la besa castamente antes de dejarla sola, sabe que ella a veces necesita un momento de soledad en la ducha, había descubierto que su mujer disfrutaba de una ducha caliente y tranquila.

Mientras ella disfruta de su merecido descanso, el prepara la cena, había decidido guisar un poco de carne y acompañarlo con arroz integral, una ensalada de rúcula, tomates cherry y zanahoria, a su mujer le gustaba mucho la zanahoria, mientras corta un poco de lechuga no puede dejar de pensar en el anillo que lleva encima los últimos meses, lo había comprado inmediatamente después de que le dieran el alta del disparo, lo llevaba encima esperando que se diera una oportunidad perfecta para pedírselo. Había pensado en varios posibles escenarios de pedida, pero ninguno le gustaba, bueno en realidad le daba miedo la respuesta; que haría si ella simplemente decía: No.

Lo sabía muy bien, se le rompería el corazón, hablar de ello y que te den calabazas es una cosa, proponerlo y obtener de respuesta una negativa era otra muy distinta, Jack tenía la firme certeza de que ahora era un buen momento, con casi diez quilos ganados su hermosa mujer no podía correr en absoluto. Jedite le había aconsejado que esperase hasta después del parto, sus padres de vez en cuando dejaban caer que estaba siendo un cobarde, y sus otros amigos simplemente decían que, aunque dijese que no, ahora iban a ser padres, en algún momento terminaría aceptando. No ayudaban en absoluto.

-Huele de maravilla, tengo mucha hambre. -Su voz suave y el olor que desprende su cuerpo recién lavado le lleva de inmediato, se voltea sonriéndole.

-Deja que sirvo la cena.

-Te ayudo. -Intenta acercarse, pero es alejada enseguida por el moreno.

-Usted señorita siéntese, hoy me encargo yo.

-Gracias. -Normalmente insistía en ayudar, la mira de reojo y observa como su caminar es lento.

- ¿Te duele algo? . -No puede ocultar la preocupación en su voz.

-No cariño, es solo que la barriga pesa mucho. No dejan de crecer, quiero que nazcan ya. -Le sonríe, se ve más agotada de lo que le gustaría.

-Cenaremos y nos iremos a la cama, te hare un masaje en la espalda, eso te ayudara un poco. -No tarda en poner la comida en la mesa y sentarse junto a ella.

-Esta mañana he hablado con Minako, ha dicho que el sexo ayuda a acelerar el parto. -Le sonríe coqueta.

-Amor de eso vamos bien servidos, hoy te ves cansada, pero si quieres, sabes que siempre estoy listo para ti.

-Bien, porque de pronto me están entrando unas ganas inmensas de sentirte.

-Bien, vamos a darnos prisa entonces. -Serena se ríe al verlo comer con mayor rapidez, así que lo iguala.

Mientras Darien recoge los platos y los mete en el lavavajillas, Serena se cepilla los dientes y se pone un pijama, bueno lo que podríamos llamar un pseudo-pijama, es más bien un baby doll negro, hace unas semanas lo había comprado y aún no lo había estrenado, esperaba que al moreno le gustase, durante todo el embarazo se había preocupado de que no se sintiera femenina y sexy, el sexo desde luego no había faltado; habían sido muy activos en todos los cuartos de la casa. La rubia se mete en la cama para esperarlo con la sabana hasta el cuello, cuando lo ve entrar a la habitación se ríe.

-Dame un momento. - Lo ve desaparecer dentro del baño, escucha como el grifo del agua cae e imagina que esta desnudo bajo el chorro de agua tibia, su cuerpo se estremece al imaginar sus pectorales y abdominales pronto sobre ella. No tarde ni cinco minutos que aparece con la bata de algodón cubriendo su cuerpo.

-Estas demasiado vestido, porque no te quitas eso. -Lo invita a la cama, el moreno no se quita la bata y en su lugar se sienta junto a ella.

-Te había prometido un masaje en la espalda. -Acaricia su mejilla.

-Necesito que me masajees otra parte del cuerpo, quítatela. -Toma con su mano uno de los cordones de la bata e intenta quitársela, en el proceso la sabana cae un poco y deja al descubierto sus enormes pechos apenas si cubiertos por una tela transparente, Darien abre sus ojos al ver la prenda.

- ¿Qué llevas puesto? -Su mirada se oscurece un poco más, llevaba la polla dura incluso antes de entrar en el baño, y la visión futura de sus enormes senos rebotando por la entrada de su miembro en su coño húmedo y caliente lo estaba volviendo loco.

-Es mi pijama, ¿quieres verlo? -Lo mira inocente abriendo sus ojos, era una experta en poner esa carita de niña buena, sabía que eso lo ponía aún más cachondo, se levanta de la cama como puede y deja que vea su pijama.

-Joder nena, no deberías llevar eso. - La recorre con la mirada, el baby doll negro no cubre nada, es de un material transparente con encajes completamente abierto por los laterales. - Quiero follarte duro.

-No te estoy deteniendo. -Le sonríe y se acerca otra vez a él, le quita el albornoz y con mano recorre su pecho tonificado por las horas de gimnasio, sus dedos vagan por su cuerpo hasta llegar a su erecto miembro, y lo envuelve con su mano, sonríe al verlo estremecerse por su toque, era excitante ver el poder que tenía sobre su hombre, él ya está completamente listo para ella y sabia por la humedad que notaba entre sus muslos que ella también. - ¿Cómo debería ponerme para ti?

-Te voy a tomar de frente nena, si te pongo en cuatro me volveré loco, necesito el recordatorio de que no puede ser muy duro.

- ¿Me ayudas a subir? -Lo estaba haciendo apropósito, por supuesto que podía meterse en la cama solita, pero si la ayudaba desde ya, tocaría su piel y comenzaría a ponerse aún más ansioso. Darien traga grueso mientras la acomoda, su pequeña rubia era descarada nada más tumbarse sobre su espalda abrió sus piernas de par en par dejando completamente expuesta su intimidad.

-Estas provocándome muy duro hoy preciosa.

-Estas siendo muy lento hoy, aún no estas dentro. -Sus dedos acarician su entrada comprobando lo que ya se imaginaba, su mujer está completamente empapada. Al escucharla suspirar por sus caricias, su otra mano va a su polla y comienza a masturbarse viéndola jadear. - No, ¿Qué haces? Quiero que me folles con tu polla, no con tus dedos.

-Estas muy ansiosa nena. -Introduce un dedo, su mano se acelera alrededor de su polla al sentirla apretándose alrededor de su dedo.

-Por favor Darien, no me hagas suplicar, te necesito. -Gime aún más fuerte al sentirlo abandonar su interior. - Quiero tu gruesa polla den- .- No puede terminar la frase porque la dura erección del moreno la ha penetrado haciéndola poner los ojos en blanco, su espalda se arquea del puro placer. - ¡Dios!

El moreno sabe cómo moverse dentro de ella, su polla no para de entrar y salir de su interior, con cada escotada puede sentir como su intimidad se contrae alrededor de él, la humedad y calidez de su interior lo vuelven loco, con una mano se ayuda para mantenerse en posición mientras con la otra comienza a jugar con su clítoris, los gemidos cada vez más altos de su mujer le dicen que lo está disfrutando, el placer visual de ver sus tetas balancearse era sublime, eso y su polla enterrada en su coño. No duran demasiado, demasiado excitados como para aguantar mucho más, el clímax los golpea a ambos con pocos segundos de diferencia.

-Bien, eso ha estado jodidamente bien. -Se acuesta Darien a su lado, respirando con dificultad.

-Si, el sexo es bueno. -Sonríe con los ojos cerrados y la cara relajada. - Muy bueno.

- ¿Quieres ese masaje ahora? . -Ofrece sus servicios, como buen progenitor.

-No, gracias amor, estoy bien, quiero dormir. -Bosteza y medio adormilado se incorpora un poco y se quita el trozo de tela que lleva, durante el embarazo dormir con ropa se había vuelto un hecho insoportable, no tenía problemas con las sábanas, pero tener ropa en su cuerpo la hacía sentir asfixia. Se acomodan el uno junto al otro y no tardan en dormirse.

A media noche la rubia abre sus ojos incomoda, intenta moverse un poco para buscar una posición cómoda, pero como siempre no la encuentra, sin embargo, esta vez la incomodidad está acompañada por un calambre en el vientre, lleva con esa incomodidad todo el día; había ignorado olímpicamente las contracciones de la mañana porque llevaba con ella semanas, pero estas eran ligeramente distintas. Cuando el dolor la atraviesa de arriba abajo y la hace retorcerse del dolor y gemir, entonces es cuando se plantea la posibilidad de lo evidente. Esta de parto.

- ¿Estas bien? . -La voz ronca de Darien llena la habitación.

-Si, estoy bien, pero necesito levantarme. -Se voltea para incorporarse, por suerte para ella, el moreno era realmente un hombre considerado y comprometido con el embarazo, él encendió la luz y se fue de su lado para ayudarla, la visión desnuda de su mujer como siempre provoco una erección, pero esta vez no iba a poder ser atendida. Extrañado observa como ella va al baño y se da una ducha, esta vez tuvo que ayudarla hasta el final porque realmente se veía incomoda, así que de alguna forma él también termino duchándose; frunció el ceño al verla vestirse como si fuera a salir, ella realmente se lo estaba poniendo todo.

- ¿Vamos a salir a algún sitio?

-Si, deberías vestirte. -Sonríe al verlo obedecer sin preguntar porque, es afortunada por tenerlo, podría ser simplemente para ir por ahí a las tres de la mañana, y el tipo ni preguntaba por qué.

-¿Bien, lo tenemos todo?

- ¿Todo? -Alza una ceja interrogante.

-Si, en el coche ya está preparada la maleta de los bebes y la mía con mi ropa, tal vez tú también deberías llevar algo para ti, quien sabe cuánto tiempo estemos allí. Los documentos están mi cartera.

-Amor, ¿a dónde vamos?

-Al hospital, estoy de parto.

- ¿Qué? . -Pregunta medio en grito, la mira de arriba abajo. - ¿Estas segura?

-Si, creo que sí. -Antes de que el moreno pudiese volver a preguntar, otra contracción viene, se agarra a lo primero que tiene cerca que por desgracia para el moreno es su brazo, la fuerza con la que aprieta su antebrazo lo hace abrir los ojos.

-Dios, tenemos que correr. ¿Cada cuanto las tienes? -Su voz se destabiliza por un momento, mientras casi la empuja hacia la puerta de la casa.

-No estoy segura, pero creo que vamos bien. -Se encoge de hombros, suben al ascensor.

- ¿Pero cuando has roto aguas?

-Creo que a media tarde, cuando me estaba duchando, pensaba que me había meado encima, ya sabemos que no sería la primera vez. - Se ríe para quitarle seriedad al asunto. - Puede que haya sido justo allí.

-Te veo muy tranquila y yo siento que estoy perdiendo la cabeza.

-Está bien amor, mientras uno de los dos esté calmado.

No tardan nada en subirse al coche, antes de poner el motor en marcha lo vio tomar varias veces aire buscando serenarse, entrecierra sus ojos nerviosa y cuando por fin ve que avanzan, se plantea la idea de haber pillado un taxi; sin embargo, al cabo de unos minutos se relaja al verlo conducir con normalidad por la ciudad, por suerte para ellos al ser de madrugada, el tráfico es inexistente, en cuestión de quince minutos llegan al hospital. Justo para sentir otra contracción que esta vez la hace gemir de dolor.

Entran en la zona de urgencias y en cuanto el recepcionista los ve, sabe de qué va el asunto, solo era necesario mirar el rostro pálido del hombre y la mujer con cara de dolor. En cuestión de minutos rellenan los formularios y un camillero trae una silla de ruedas, la cual la rubia agradece, el moreno está nervioso, no sabe muy bien que hacer y ambos simplemente de dejan guiar por los pasillos, él va cargado con dos maletas llenas de ropa y pañales.

Cuando llegan a una especie de consulta, un ginecólogo la revisa e informa que esta de cuatro centímetros de dilatación, antes de siquiera darse cuenta están instalados en una habitación con ella vestida con una horrorosa bata de hospital y esperando a dilatar hasta poder sacar a los gemelos.

-Amor, ¿debería llamar a mis padres?

-Son casi las cuatro de la mañana, creo que podemos esperar hasta las seis para comenzar a avisar a la gente.

-No sé, papá y mamá dijeron que llamemos a cualquier hora que sea, creo que querrían estar aquí desde el comienzo. -Suspira sin saber muy bien que hacer.

-Llama a Jack mientras lo consideras, él debería ser el más cercano. Yo avisare a los chicos más tarde, no tiene sentido que aquí haya mucha gente desde el comienzo.

-Bien. -Acto seguido marca a su hermano, quien al cuarto timbrazo responde. - Ya sé que estabas durmiendo, no, no es super urgente; pero es importante. Eres un puto grano en el culo Jack. No, no es mi mujer. Está bien, estamos en el hospital. Los gemelos están bien, sí ella también. Si me dejaras hablar. Estamos de parto. Es lo que llevo intentando decir desde que contestaste. ¿Vas a venir? Bien, genial. ¿Con quién hablas? ¿Con papá y mamá? ¿Qué hacen contigo? Vinieron a visitarte, si, si claro. Hola mamá, estamos bien no te preocupes, llevamos aquí unos cuarenta minutos, ha sido un poco movido, simplemente hemos sido arrastrados de aquí, allí. Ella está bien, ¿Quieres hablar con ella?

-Hola, sí, estoy bien, las contracciones aún son soportables, me temo que en una hora puede que no, no os apuréis, esto puede durar horas. Nos vemos luego.

-Está bien mamá, nos vemos en un rato, de verdad no hace falta correr, estamos bien.

Había hablado muy pronto, las contracciones se habían vuelto insoportables unos veinte minutos después, estaba estirada en la cama retorciéndose e intentando no gritar por el dolor, Darien está junto a ella ofreciendo su pobre y magullada mano para que ella tuviese algo que agarrar cuando el dolor la golpeaba, su cuerpo bañado en sudor era el indicio de que lo estaba pasando realmente mal; pero, su corazón se rompió cuando la vio llorar. La matrona que había entrado en ese momento intento consolarla diciendo que no sería para siempre, aunque si bien era una afirmación verdadera, en ese momento de poco le ayudaba para el dolor que ella estaba sintiendo.

-Respira amor, respira. -Besa su frente bañada en sudor. - Lo siento mucho, esto no volverá a pasar, ese equipo de futbol que querías podemos acortarlo a una pareja de tenistas.

-Bien, eso también está bien. -Vuelve a apretujar su mano cuando otra contracción la golpea.

-Bien, vamos a poner esa epidural ahora, si aún quieres el parto natural y no la cesárea. -La voz de la matrona es firme.

-Tal vez es mejor la cesárea, cariño.

-No, natural. Estos niños van a venir al mundo de forma natural. -Gruñe por el dolor. - Póngame la maldita epidural y soportare el resto.

-Bien.

La inyección es colocada en unos pocos minutos entre en medio de contracción y contracción; el alivio es casi instantáneo, de pronto ese dolor tan insoportable es solo una molestia, aún duele, pero ahora es muchísimo más manejable, cuando es revisada otra vez ya está lista para comenzar el verdadero trabajo, entran dos enfermeras junto con la matrona y la preparan para comenzar a pujar.

Las palabras de ánimo del personal sanitario, junto con las de Darien la mantienen despierta, cada vez que viene la contracción y tiene que pujar para que el niño salga es doloroso, pero cuando llega el momento que su cabeza corona, siente como el alma abandona su cuerpo, un dolor insoportable la atraviesa hasta dejarla blanca como las paredes del hospital, aprieta con fuerza la mano de su hombre y casi pierde la consciencia cuando la cabeza sale, las fuerzas la abandonan unos segundos, hasta que escucha la voz de la matrona pidiéndole que aguante.

-Ahora viene lo fácil, necesito que pujes una vez más, te prometo que este ya está fuera, solo una vez más.

-Solo un poco más amor. -Susurra Darien en su oído.

Por suerte para ella, era verdad, un empujón más y varios segundos después, el llanto atronador de su hijo llena la habitación, un llanto fuerte y lleno de vida, se le escapan unas lágrimas de la felicidad y alza su cabeza para mirarle.

-Aquí lo tienes mamá, es precioso, sé que quieres tenerlo entre tus brazos, pero ahora una de las chicas se lo llevara para limpiarlo mientras damos la bienvenida al otro.

- ¿Cómo se llama el primero? .-Pregunta la joven que lo tiene en brazos, se nota que es una joven enfermera.

-Gabriel. -Sonríe mirando a su bebe.

-Bien, voy a ponerle a Gabriel un "G" en su etiqueta, así sabremos que es el mayor.

-Gracias. -responde Darien cuando siente otro apretón de su mujer, era evidente que el segundo ya estaba llegando.

-Muy bien Serena, lo has hecho fenomenal con el primero, ahora necesito que aguantes un poco más, ya nos viene el pequeño.

Fue volver a repetir el infierno, solo que esta vez el dolor la dejaba cada vez más agotada, sentía que ya no tenía las fuerzas para pujar, cerraba sus ojos presa del dolor y las lágrimas se le escapaban. Darien no dejaba de pedir perdón por provocarle ese dolor, y ciertamente le había dado algunos golpes cuando el dolor se volvía demasiado.

-Esto es tu jodida culpa Chiba, no parabas de pedir niños y mírame. ¿Querías esto verdad? ¡Querías verme morir de dolor!

-Muy bien mamá, puja un poco más. -La enferma sonrío al ver como la rubia apretaba la mano del progenitor de los niños con tanta fuerza que parecía que iba a romperle la muñeca.

-Dios, otra vez.

-Sí, estamos en lo peor, sabes que después de esto no es nada. Unos cuantos empujones más y conocerás a tu segundo hijo.

-Te vas a quedar sin sexo una larga temporada. -Grita al sentir como la contracción vuelve y su cuerpo instintivamente la obliga a pujar, la segunda cabeza estaba coronando y ese dolor, no iba a olvidarlo en la vida. - Voy cortarte la polla Chiba.

-Joder nena, te diviertes mucho con ella. -Gruñe al sentirla apretar otra vez su mano.

-Un empujón más Serena, vamos concéntrate en esto.

-Usted deje de estar jodiéndome. -Acto seguido la siguiente contracción la obliga a pujar varias veces y el alivio que siente la hace relajarse completamente. - Perdón.

-Está bien, no eres la primera ni la última, ya estamos, cuando venga otra contracción lo tendremos fuera. -Unos minutos después y un último esfuerzo y su hermoso bebe esta fuera. - Felicidades mamá y papá, os presento al segundo, con el primero no lo ofrecí porque estabas sosteniendo fuertemente a papá, pero ahora que lo puedes dejar ir un momento, ¿quieres cortar el cordón?

- ¿Puedo? -Pregunta mirando a su desfallecida pero sonriente mujer.

-Si, claro que puedes.

La matrona y la enfermera lo preparan todo, y le entregan la herramienta al tembloroso padre, que coge con cuidado la especie de tijera y procede a seguir estrictamente lo que le dice la matrona, unos pocos segundos después, el cordón que lo unía a su madre ya está separado. El bebe es entregado a la segunda enfermera para su revisión.

- ¿Cómo se llama el segundo?

-Ignacio. -Susurra la joven madre al ver como se lo llevan, siente de pronto ganas de llorar, sus bebes acaban de venir al mundo y aún no ha podido tenerlos entre sus brazos, sabe que tienen que revisarlos y limpiarlos, pero siente la necesidad física de tocarlos y saberlos bien; tan absorta está en como atienden al segundo y que están acercando a Gabriel que no se percata del anillo que ha deslizado el moreno en su dedo.

-Aquí tiene mamá, es precioso. -Un pequeño bebe es depositado en sus manos, su hijo al sentir su calor se retuerce sobre ella, oliéndola, las lágrimas al final vuelven a sus ojos. Alza la mirada buscando a su guapo moreno y lo encuentra llorando.

-Es hermoso mi amor. -Su voz es ronca por la emoción. - Quiero enseñárselo a todo el jodido mundo.

-Aquí tenéis al segundo. -El segundo bulto es entregado a un nervioso Darien que lo acuna contra su cuerpo con mucho cuidado.

-Ambos son hermosos. -Susurra la rubia llorando mientras observa como el hombre que ama sostiene con el máximo cuidado posible a su bebe, a su hijo.

-Bien, padres, sé que queréis estar con ellos. Pero si la mami está bien, podemos limpiarte un poco, te sentirás mejor con una ducha y cambio de ropa. Así el papi puede enseñar a sus hijos a sus abuelos y demás familiares.

- ¿Estarás bien si salgo un momento? -Pregunta preocupado, Serena rueda los ojos.

-Estaré bien, ve y deja que sus abuelos y tío lo conozcan, deben de estar muy nerviosos.

-Gracias, nos vemos en un rato. -Besa sus labios y acto seguido, ambos bebes son puestos en unas cunas individuales y una de las enfermeras lo guía hacia la salida.

-Es muy bueno, no se ha quejado ni una sola vez, por un momento creí que le romperías la muñeca. -La matrona se ríe al verla sonrojarse.

-Dolió mucho. -Su rostro se preocupa.

-Sí, duele mucho, y difícilmente lo olvidaras. Pero en un tiempo seguramente querrás otro, y aquí estarás otra vez gritándole mientras traes otra vida al mundo.

Serena duda que en un tiempo quiera volver a pasar por ese dolor, entre la matrona y la enfermera la ayudan a ponerse de pie, una rápida ducha la refresca de inmediato, el agua tibia golpea sus adoloridos músculos y siente como su cuerpo pide a gritos una cama para dormir.

-Es precioso ese anillo. -La felicita la enfermera cuando la matrona las deja solas, su rostro muestra una verdadera confusión, no entiende su comentario, la joven al ver su rostro señala con un dedo el anillo que lleva en su mano izquierda, cuando la rubia lo observa abre la boca de la sorpresa y deja escapar un gemido de sorpresa.

-Darien. -Gruñe al ver un traicionero anillo de compromiso en su dedo, es sencillamente hermoso y la hacen dar ganas de llorar otra vez. Pero se controla y suspira negando con la cabeza.

-Ya están cambiadas las sábanas de la cama, puede volver a estirarse, necesita descansar; los bebes pronto tendrán hambre, ahora le informare a su marido que puede entrar en la habitación.

-Gracias.

Cierra los ojos un momento, pero en el proceso se queda dormida, demasiado agotada físicamente para intentar aguantar; no sabe cuánto tiempo ha dormido, pero cuando se despierta su moreno está a su lado dormido en un sillón no muy cómodo. Inmediatamente busca a sus hijos, su cuerpo se relaja cuando ve dos cunas a su lado, ambos aún duermen plácidamente, sonríe feliz, quien hubiera dicho que en poco tiempo iba a tener una familia propia, una familia que la amaba de verdad. Y ahora tenía dos pequeños seres, que eran una extensión del hombre que ama y de ella misma.

Mira su mano con cuidado, el anillo que había elegido era exquisito, la piedra tenía el tamaño perfecto, no era demasiado grande pero tampoco pequeña, alrededor del diamante tenía incrustados unos pequeños zafiros, amaba ese color, le recordaba el color de sus ojos, las lágrimas vuelven otra vez a sus ojos.

-Espero que esas lagrimas sean de felicidad y no porque no sabes cómo rechazarme. -Traga saliva nerviosa y se acerca un poco más a ella.

-Eres un tonto. -Se ríe. - ¿Exactamente cuándo este anillo se deslizo en mi dedo?

-Puede que después de dar a luz, te veías tan hermosa en ese momento, sentí que era el momento perfecto. -La mira avergonzado.

-Me vi en el espejo del baño, yo no diría que me veía hermosa. -Alza una ceja sin poder creer en sus palabras.

-Estabas perfecta, tus ojos se llenaron de tanto amor que no pude contenerme. -Besa sus labios suavemente.

-Se supone que, con el anillo, viene una pregunta, aunque por norma general se hace al revés. - Lo mira expectante. Ve como se lleva una mano a sus negros cabellos desordenándolos en el proceso, se le hace tierno lo nervioso que se ve, decide darle un empujoncito.

-Llevo esperando la pregunta los últimos meses, me he sentido ligeramente decepcionada porque no lo hubieras hecho antes. -Sonríe cuando lo ve alzar la mirada sorprendido en su dirección.

- ¿En serio? Antes dijiste que tal vez, más adelante. -Murmura sorprendido.

-Bueno, creo que ya es "más adelante".

-Bien, bien. -Traga saliva y carraspea un poco. - Quiero tenerte en mi cama para siempre, quiero hacerte el amor cada día hasta que me muera, quiero despertar contigo a mi lado; necesito tenerte en mi vida cada maldito día y aunque no lo soportes y te irrite necesito saber que estas bien cada minuto del día. Quiero saberte siempre feliz, y si te entristezco o enfado, quiero que me lo digas, quiero ser el único en tu vida para siempre. ¿Quieres ser mi esposa?

-Dios. -Se ríe entre lágrimas. - Sí, quiero ser tu esposa.

Se abalanza sobre ella y la besa con ganas, sus labios se mueven sobre los suyos y su lengua juega con ella, provocándola, incitándola, aunque sabían que pasaría un tiempo hasta que pudieran volver a disfrutar del placer de la cama; eran felices por el solo hecho de estar juntos.

-La amo Sra. Chiba. -Susurra sobre sus labios.

-Aún no soy la Sra. Chiba. -Sonríe juguetona.

-No tardaremos en volverlo una realidad, porque mi dulce mujercita, siempre has sido mi dueña, mi señora.

-Tan intenso como siempre -Besa sus labios. - Es una cosa buena que me guste lo intenso que puedes ser.

-Vamos preciosa, tenemos que ser muy buenos los próximos cuarenta días.

-Sera muy larga la espera, ya encontraremos la forma de divertirnos.

-Siempre que sea contigo nena. -Estaba a punto de besarla con ganas otra vez, cuando el primer llanto de su hijo los separa, cinco segundos después, su hermano lo acompaña con un lastimero llanto. Ambos se ríen y el moreno se levanta para tomar a uno de ellos en brazos, se lo entrega a su madre y el segundo la acuna entre sus brazos. Una enfermera entra después de escuchar el llanto de los gemelos, necesita explicarle a la mama primeriza cómo funciona la primera toma, tanto Serena como Darien escuchan atentamente cada palabra, acto seguido Gabriel es el primero en hacer los honores, la sensación es extraña y nueva, pero para cuando amamanta a Ignacio se siente más relajada; ver a sus hijos comer tan animadamente la hace feliz, es un nuevo tipo de felicidad, alza su mirada para buscar la del moreno, quien ahora esta acunando a su hijo. Para este momento vuelven a estar los dos solos.

-Creo que me va a costar obligarlos a comer las verduras. -Hace un puchero. - Míralos, son tan hermosos.

-No te preocupes amor, encontraremos el modo de ser esos papas geniales que nuestros chicos se merecen.

- ¿Juntos? . -Lo mira llena de amor y miedo, Darien le sonríe para transmitirle su eterno amor y afecto.

-Por supuesto preciosa, siempre juntos. -Se acerca y con cuidado de no despertar sus hijos, besa sus labios, sellando esa promesa para la eternidad.

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Fin.

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Nota de Autora:

Ahora si jajajaja

Necesitaba esa pedida de mano, los gemelos tienen unos padres maravillosos, y la boda cuando se celebre será preciosa.

Se siente extraño decir adiós, pero es una realidad.

Os agradezco en el corazón a las personas que comenzaron esta historia y han esperado con una paciencia infinita.

Ahora si, ¡Vieron felices por siempre!

Muchas gracias por vuestro tiempo, espero que os haya gustado un poco.

Hasta pronto.