Capítulo 2: La partida de Hogwarts.


Al amanecer, Harry era el primero en estar dispuesto a tomar los carruajes que lo llevarían de regreso al tren. No quería compartir con ninguno de sus compañeros, ni quería seguir observando los rostros curiosos de los que pertenecían a las otras casas de Hogwarts.

Era cierto, algunos de los que fueron partícipes de la disputa del día anterior parecían más amigables con él luego que, por sus acciones heroicas, fuesen otorgados a la casa de Gryffindor suficientes puntos para ganar nuevamente la Copa de las Casas, además de recibir la notificación oficial que tanto él como Ron tendrían el Premio de Servicios por haber protegido a Hogwarts ante la adversidad.

"Claro, como si un trofeo me arreglase la vida…" — pensó, con molestia.

Sin embargo, para sorpresa de las otras Casas y preocupación de los profesores en general, el de ojos esmeraldas se sentó al fondo de la mesa perteneciente a la Casa de los Leones. Algunos intentaron acercarse, pero tanto él mismo como aquellos que seguían viendo a Potter como amenaza impidieron que ocurriera. Él no quería ser causa de división, por mucho que le hubiese encantado compartir con alguien más.

Cuando Hermione reapareció, junto a las demás víctimas del basilisco después de beber la poción de mandrágora, lo primero que hizo fue acercarse a Harry para preguntarle el motivo para estar tan alejado de todos. Sin embargo, pronto Ron intervino, junto con otros compañeros de cursos superiores, y la agarró del brazo para alejarla de él.

— ¿Pero, por qué? — preguntó ella, mientras era llevada con el resto de los integrantes de la casa.

Como respuesta, le dijeron que no se podía acercar a él, por ser una amenaza para la Casa. Ella lo miró y él, como respuesta, movió su cabeza… estuvo segura de que sus labios se movían diciendo todo estará bien.

Pensando hacia los eventos de la noche anterior, el chico pensaba que fue bastante afortunado que le permitieran dormir en su propia cama, pero estaba seguro que era sólo porque era la última noche en Hogwarts y que probablemente el año siguiente tendría que pensar dónde descansar y dejar sus cosas de forma segura.

Suspiró. Ese pensamiento no era alentador.

— ¿Estás seguro de que ésa es tu respuesta? — preguntó una voz a su lado.

Él se sobresaltó hasta que notó que Luna estaba de nuevo a su lado, apareciendo de la nada.

— Quizás sea lo más seguro — respondió, con voz desanimada. — ¿Y tú? ¿Encontraste todas tus cosas? ¿Dijiste algo al profesor Flitwick? — preguntó, recordando su encuentro anterior.

Ella se encogió de hombros.

— Al igual que tú, era la última noche. No sirve de nada. Además… Deberías recordar lo que te dije ayer: que Madre Magia te dará una real recompensa, no como lo que te dio Dumbles — y miró hacia el horizonte. — ¡Oh! ¡Al fin! ¡Los carruajes con los thestrals! Lástima que yo tenga que regresar en el bote este año…

Ante la exclamación de ella, vio los carruajes que se acercaban a ellos pero, a diferencia del inicio del año, podía distinguir unas siluetas que parecían caballos, pero no podía estar seguro.

— No te preocupes, cuando tengas mayor comprensión de la muerte podrás verlos mejor. En general los thestral son incomprendidos porque son creaturas asociadas a aquello que da más miedo: la muerte — explicó, como si nada: — ¡Y allí están los botes! Nos volveremos a ver… ¡por ahí!

El muchacho parpadeó unos momentos ante la inesperada intervención, y, mientras la veía partir, se preguntó el motivo para que ella pudiese verlos con claridad. Mas, pensando en el momento, no pudo evitar soltar una sonrisa más animada. Quizás las cosas no estaban tan mal.

Tratando de salir del castillo antes que cualquiera, se dirigió hacia los carruajes con paso firme. Se subió al más cercano y, colocado el baúl en el sector de la carga, impidió que alguien se subiese con él, no sin antes dejar a Hedwig volar libre hasta que llegasen a la casa de los Dursley. Luego, sabiendo que había una criatura en el frente del vehículo, susurró:

— Permíteme, por favor, llegar antes al Expreso de Hogwarts. No quiero que me sigan viendo como alguien indigno, o que no merezco estar aquí.

No supo de qué forma, pero el carruaje comenzó su camino antes que los otros carruajes, lo cual extrañó mucho a Hagrid, quien estaba allí, cuidando de los niños de primer año. Más de un profesor intentó hacer detener el carro, pero éste, como si hubiese recibido una orden directa de Madre Magia, continuó su camino sin obedecer a nadie más.

— ¿Pasa algo? — preguntó Dumbledore, mirando a sus profesores exasperados.
— El carruaje donde estaba Potter partió sin explicación alguna. Al menos pareciera que iba directo a la estación de Hogsmeade, pero eso no me quita la molestia de verlo así — respondió la profesora McGonagall, soltando un bufido: — Si al menos hubiese tenido el tiempo de preguntar por qué la casa de Gryffindor alejó a Harry de entre los suyos…
— Ya, ya, Minerva. Te aseguro que comenzando el nuevo año escolar las diferencias se terminarán y volverán a estar juntos como una sola casa — habló el Director, mientras que con su mano libre hacía una simple compulsión para que su compañera olvidara rápidamente el problema.
— Sí, claro… Tienes razón. Todo se va a arreglar, ¿cierto? — dijo ella, con la mirada perdida.
— Así es. Nada de qué preocuparse — insistió Albus y se alejó de ella.

De todas formas, con algo de molestia, notó cómo el carruaje que llevaba a Potter seguía su camino. Tenía que asegurarse de alguna manera que el chico siguiese en su control y que no quedara suficientemente aislado para que comenzara a pensar de manera independiente de la masa, cuestionando sus acciones. Todo por el bien mayor


Llegando al Expreso de Hogwarts, Harry, al darse cuenta de que era el primero en estar ahí, tomó su baúl y, aprovechando los últimos momentos antes de tener prohibido el uso de la varita de forma libre, lo hizo levitar por el tren, llegando hasta el último vagón. Allí se instaló y, asegurando la puerta, se acomodó para dormir y, quizás, en los momentos que estuviese despierto, para leer por adelantado algunas lecciones para que, llegado el momento, pudiese hacer sus deberes sin tener que estar escabulléndose en la casa de sus tíos para sacar sus materiales.

Por un momento se sonrió pensando en que Hermione se sentiría orgullosa de ver que tomaba en serio sus estudios, pero luego pensó con dolor que, de mantener la distancia, debería estudiar con más ahínco ya que ella no estaría ahí para corregir su trabajo…

Suspiró con tristeza. Al pensar en sus amigos se sentía más vacío y solo que nunca.

El tiempo pasó lentamente mientras veía cómo el tren se iba poblando poco a poco, llenándose de risas y la alegría de terminar el año. Su corazón se apretó más. Ciertamente, él también quería ser parte de esa alegría, pero le quedaba bastante claro que no sería así.

Finalmente, casi una hora después, el tren partió.

Durante el viaje, nadie pareció molestarlo, aunque cuando el líder de los prefectos tocó la puerta, Harry se dejó ver sólo para ser regañado por tener la puerta con seguro. Él mintió, diciendo que probablemente la puerta se trancó cuando la cerró y, afortunadamente, el mayor le creyó, advirtiéndole que no se repitiera antes de marcharse. Obviamente, a la distancia indicada, el de ojos verdes cerró nuevamente con seguro su puerta y sólo la volvió a abrir cuando pasó el carrito de los dulces, en especial porque iba a necesitar muchos dulces para continuar el viaje y para su tiempo con los Dursley.

Se centró en su lectura, en especial de los libros de Mil hierbas mágicas y hongos, reconociendo su importancia, más aún para los ensayos de Pociones de tercer año. Lo que menos necesitaba era que Snape tuviera pretextos adicionales para hacer mucho más insoportable un año que claramente sería miserable.

Todavía concentrado en su lectura, comenzó a escuchar voces en el pasillo. Temiendo que fuese algún prefecto, se escondió en su capa y prestó atención a la conversación.

— ¿Viste cómo los Gryffs dejaron solo a Potter? — se escuchó una voz femenina, con preocupación.
— Bueno, al fin se dieron cuenta que san Potter no es tan bueno, al parecer — escuchó la voz de Malfoy, con sarcasmo: — Pero, entre nosotros, era esperable, ya que se dejó convertir en un símbolo para el mundo mágico… y tanto tú como yo sabemos cómo funcionan las cosas en verdad.

Pasaron unos segundos en silencio, hasta que otra voz se escuchó, sorprendiéndolo.

— Lo que le pase a Potter no debería ser asunto nuestro, aunque también pertenezcamos a las Sacras veintiocho, pero me parece injusto que él esté tan amarrado a las fauces de Dumbledore — se escuchó la voz de Hannah Abbott, de Hufflepuff; podía reconocerla bien por las veces que se topó con los de Hufflepuff durante el año.
— Me van a disculpar — se escuchó a Neville Longbottom, con cierta timidez, mientras se escuchaban sus pasos por el pasillo: — Pero Harry no se mereció todo el trato de la Casa. Además, no somos todos. El equipo de Quidditch, Lee Jordan y yo estamos de acuerdo en que ese no es el trato que se debía dar, pero…
— Neville, siempre defendiendo a Potter. ¿No que él no se acercó a ti para reestablecer la Alianza Potter-Longbottom como debía? ¿Por qué se merece tu respeto? — pregunto Abbott, y se notaba claramente enfadada.
— Sin olvidar que rechazó mi ofrecimiento de una Alianza. Si hubiese estado conmigo, habría estado protegido — dijo Malfoy, con un dejo de sarcasmo.
— Dudo que haya sido así, Malfoy, y lo sabes. Todos sabemos que debemos mantener nuestras apariencias en Hogwarts y que no deberíamos reflejar tanto las enseñanzas de nuestros padres — dijo la otra mujer, su voz denotando preocupación. — Longbottom, ¿sabes con quién se queda Potter en el verano?
— Con su familia muggle, que sepa — respondió Neville
— ¡Con razón! ¡Su guardián mágico debió cumplir una pésima labor entonces! ¿Alguien sabe quién es su guardián mágico? — preguntó nuevamente la desconocida: — ¿Cómo va a saber cómo comportarse? ¿Y cómo es que ustedes no lo cuestionaron antes? ¿Sabrá de su herencia, de las costumbres exclusivas de los Potter? Peor aún, ¿siquiera sabe de sus finanzas?

Hubo un silencio incómodo, mientras que en el corazón de Harry nacían nuevas preocupaciones y problemas. ¿Tan anticuado era el sistema del mundo mágico que había que saber cómo tratar a alguien de nobleza? ¿Debió ser educado para eso? Y se aterró más… ¿Finanzas? ¿Acaso su fortuna no era el pequeño montón de monedas que había en su cuenta?

Por un momento sintió sus piernas flaquear y tuvo que sentarse, aún cubierto con la capa, mientras su respiración se agitaba… pero, por muy alterado que estuviese, sentía que la conversación era demasiado importante como para estar preocupándose de si le faltaba el aire o no.

— ¿Crees que podamos conseguir que nuestros padres o Regentes cuestionen nuevamente a Dumbledore por la ubicación de Potter? — preguntó la de Hufflepuff, con seriedad.
— Lo dudo. En palabras de Dumbledore, Harry se encuentra en un entorno estable y feliz, ¿para qué necesita estarse preocupando de cosas que nosotros, los adultos, podemos ocuparnos? Al menos eso fue lo que escuché de mi padre — dijo la otra chica, con sarcasmo.
— De eso lo dudo — se escuchó a Neville: — Cada año Harry llega sumamente delgado, y de lo que hemos visto con nuestros compañeros de cuarto, se viste con ropas al menos del triple de su tamaño. Además, sé que es el primero en levantarse y el último en acostarse… Y que sólo se da un baño cuando sabe que no estamos ahí.

Harry se sorprendió aún más. No sabía que su tímido compañero tuviese tan buena percepción de las cosas.

— ¿Estás seguro? — se escuchó a Malfoy con tono… ¿preocupado? — ¿Acaso no les hacen un chequeo anual de salud? ¿Nadie más lo ha notado?

Hubo un silencio incómodo. Probablemente Neville estaba negando con su cabeza.

— Y creo que ya lo sabes: Ron no deja que nos acerquemos demasiado a Harry, y con suerte dejaba que Hermione estuviera allí, probablemente para que les revisara sus tareas — respondió.
— ¿Y qué se cree Weasley? ¿Acaso no existe la libertad de escoger a sus compañeros de trabajo acaso? — preguntó la otra chica sin identificar.
— De cualquier forma, tendremos trabajo en el verano. Hay que averiguar quién es el guardián mágico de Potter y convencerlo de que está haciendo un pésimo servicio. Y, si se nos niega la información, hallaremos la forma de ayudarlo, aunque estemos en casas diferentes. Todo sea para que Potter aprenda de una vez por todas cómo funcionan las cosas — proclamó Malfoy, y Harry tuvo que aguantar las ganas de reírse del rubio, quien se escuchaba como si hiciese una promesa a lo divino.
— Sabes que para eso tendrás que dejar de molestarlo… Y de estar con Crabbe y Goyle… Y de insultar a Hermione… Bueno, supongo que Ron puede ser molestado todo lo que quieras — dijo Neville: — Y te lo dejo, porque realmente siento que se lo merece.
— Argh. Me quitas la diversión — refunfuñó Malfoy.
— Recuerda, Malfoy. Es la única manera que tenemos para que, si reaparece Voldemort como promete tu padre, o si aparece otro Señor Oscuro, podamos estar bajo un mismo estandarte. Potter debería ser la inspiración para las nuevas generaciones mágicas y no un juguete para los tradicionalistas — insistió la otra chica.
— Greengrass… Te respeto como persona, y respeto el acuerdo de matrimonio que tengo con tu hermanita, pero no tienes por qué decir el nombre del Señor Oscuro tan abiertamente… Mucho menos insultar las tradiciones que tú misma sigues — replicó el otro.
— Sabes a qué tradiciones me refiero. Todos los que estamos aquí sabemos que el contacto con Madre Magia está desapareciendo, y nuestros padres, Dumbledore y los del Ministerio no nos están ayudando — contradijo la chica.
— Chicos, calma — interrumpió Abbott: — Recuerden. Un mismo estandarte, una misma esperanza. Sé que no quieres seguir el camino de tu padre, Malfoy, pero, al igual que lo hiciste con nosotros, tendrás que hacerlo con Potter. Y tiene que ser lo antes posible.
— Ugh, está bien… ¿Podemos volver a nuestros vagones antes que nos comiencen a molestar?
— Claro… Recuerden, las lechuzas tendrán que restringirse por mientras — indicó Greengrass.

Se escucharon unos signos afirmativos de parte de los demás miembros del extraño Concilio y se sintieron sus pasos alejándose. Harry estaba cerca de sacarse la capa cuando sintió cómo intentaban abrir el pomo de la puerta, de manera infructuosa.

— Argh. Para variar esta puerta está trancada — se quejó Malfoy: — Y yo que quería estar lejos de Parkinson…

Y, finalmente, se escuchó cómo se alejaba del lugar.

Harry finalmente se sacó la capa y sintió cómo su respiración parecía normalizarse. No habían pasado ni cuatro horas de viaje y sentía como si su mundo se estuviese derrumbando. Tenía tantas preguntas, y no sabía en quién confiar, pues le quedó claro que no contaba con absolutamente nadie en el verano.

Claro… hasta que recordó las palabras de Luna.

Al escuchar mentalmente su voz, sintió que finalmente se calmaba y sentía la necesidad desesperada de confiar en ella y en sus buenos deseos, de que finalmente Madre Magia se acordara de él.

Y, cerrando sus ojos, finalmente sucumbió al sueño.


Mientras tanto, en King's Cross, se estacionaba el auto de Vernon y Petunia Dursley.

Por lógica, sabían que esa hora era próxima a la llegada del maldito Expreso de Hogwarts que traería de vuelta al estúpido de su sobrino. No hallaban la hora de deshacerse de él, pero como negocios son negocios, tenían que continuar con su parte del trato, y debían llevarlo nuevamente a su casa.

Petunia, claramente, maldecía a los Potter por dejarle semejante carga.

No se fijaron en que una desconocida se acercaba con pasos decididos hacia ellos, hasta el momento en que estuvo a su lado. Entonces, la extraña dijo con aparente alegría.

— ¡Vernon y Petunia Dursley! ¡Tanto tiempo sin verlos!

Los dos parecieron saltar de miedo ante la declaración de la mujer. Al mismo tiempo, se giraron mientras que ella deslizaba su capucha levemente, con tal que sólo ellos la mirasen.

Y, al notar su rostro y su color de ojos característico, Petunia Dursley dijo, entre ira y miedo:

— ¿Tú?

La desconocida parpadeó, como si estuviese confundida.

— Claro que soy yo, Pet, ¿acaso los años hicieron que te olvidaras de mí? ¡Qué diría Lily si se enterase!


Notitas de autor

Y así, poco a poco, las vidas de Alanna y Harry finalmente irán encontrándose

Holis ^^

Bien... Tres favs y tres alertas. Muchas gracias por su apoyo. Tantos años sin que yo me dedicara a escribir, ya pensaba que estaba un poco oxidada con esto, jajajaja

Hoy vimos muchos ángulos, por eso los quiebres, pero ya todo tendrá sólo un sentido y es que finalmente iremos liberando a Harry de todas sus dudas, ¿no?

Saludos y nos vemos el próximo capítulo. No olviden dejar sus dudas en un review, responderé como pueda :P