Fic

Historias de Albert y Candy

Hechizo de Amor

Por Mayra Exitosa

Inspirada en la Imagen de Lulú Mtz.

Todo transcurría tal como si no estuvieran hechizados y eso conversaban amenamente el Duque Legan con el príncipe Archie, quien mencionaba que el joven de los príncipes no se daba cuenta de lo que a su alrededor sucedía, solo tenía ojos para la joven Duquesa y que ambos se habían quedado relegados, por lo que podía ser una de sus funciones del hechizo que a la mujer que dijera algo hermoso de su rosa, conquistaría. Legan contradecía que el mayordomo fue rechazado, más Archie aseguraba que era porque la dama ya estaba comprometida, que debía ser una soltera, por lo que ocultaría su rosa, no vaya ser que una bruja fea le cuente cosas bonitas de su rosa, color rosita.

Niel no tenía mucho interés en conquistar a una mujer, había muchas tras él y todas solo deseaban su fortuna, por lo que en esos momentos se le ocurrió mandarlas llamar a todas juntas y ver su reacción así no conquistaría a una sino a varias, con esa trampa en mente se iba dejando olvidada a su pequeña hermana quién parecía no importarle acaparar el tiempo completo del joven príncipe Anthony.

Alistar en su laboratorio, extraía esencia del centro del pastel, donde había un liquido unido a la masa y notaba que brillaba por lo que consideraba que entre esos panes, al estilo sándwich habían colocado el hechizo del que todos habían salido afectados. Por lo que dividía la esencia en varias porciones y las colocaba en unas galletas que había recogido de la cocina y colocaba encima la sustancia, para dársela a algún ratón y ver si le salía la rosa por la boca. Más el ratoncillo de indias se comía la galleta con todo y esencia, a este no le pasaba nada, luego de comerla, solo se hacía popis de bolitas de varios colores. Así que estaba buscando conejillos de indias más grandes, o personas que pudieran comer sus galletas con esencia de colores para descubrir si así les afectaba y que era lo que les hechizaba.

En la biblioteca real, estaba la hija del Conde O´Brien, ella siempre estaba leyendo, por lo que se fue con la bandeja de galletas, pero por alguna extraña razón, tomaba su flor de la base en la que la había colocado y sin olvidarla se la llevaba con la bandeja extra, al llegar la joven estaba en su libro del día, sin alzar la cabeza. - Bello día, mi Lady. Ella levantaba su rostro, viendo la rosa amarilla, asombrada por su color brillante respondía, - Muy bello, su alteza, es tan brillosa y delicada. Entonces Stear se percataba que se había traído la rosa, a lo que este respondía, - Si es verdad, ¿le gustaría una galleta? Más la joven no quitaba la mirada de la rosa y con sus dedos tocaba los pétalos y miraba al príncipe sonriendo, - ¿la ha cortado del jardín, su alteza? Stear la dejaba acercarse, en un suspiro abandonaba la charola en la mesa del costado y sentándose junto a ella, iba a comentar… más el suspiro de ambos no los dejaba hablar, le acercaba su rosa para luego sin rechistar frente a los presentes un beso en los labios ambos se fueron a dar. Por lo que de pronto entre los libros aparecía una rosa amarilla, sin motivo alguno, más al girar aparecían más y más rosas amarillas en cada libro una aparecía, incluyendo a los libros que otros leían. La pareja ya no miraba a nadie, solo uno al otro, por lo que él se levantaba llevándose a la joven, oliendo su rosa y saliendo de la vista incomoda de los lectores, dejando en plena mesa una charola de galletas brillantes.

El padre de la joven quien estaba con uno de los consejeros observaba asombrado como su hija iba muy ajustada de la cintura por el príncipe y esta no se avergonzaba, por el contrario ruborizada miraba a los ojos del caballero ignorando a todos cual si no existieran, salían sin rumbo fijo dejando a ambos hombres con la boca suelta de lo que habían visto, el príncipe estaba llevándose a la damisela sin su permiso, quien sabe a dónde, pero definitivamente había muchos testigos, de que ambos se miraban mutuamente y se alejaban de toda la gente, dejando a su paso a todos con suficiente evidencia de que la pareja se besaba cual noviazgo formal existiera, aunque el padre, lo desconocía, pues nadie la había avisado que el príncipe Alistar a su hija quería.

- ¿Qué sucede aquí? Reclamaba el conde O´Brien, a lo que el consejero nervioso solo atinaba a responder, - ¡oh, el amor! Y tomando una galleta de una bandeja olvidada, le metía una al conde y otra el mismo se atragantaba.

Lejos de ahí, el heredero mayor montaba cuidadoso su corcel, para no dañar su rosa azul que cubría acomodándola en medio de su pecho, para que esta no fuera a lastimarse, observaba a la distancia volaban los rizos de la joven que siempre estaba en los establos, a la que se encontraba casi en todos lados, desde la colina, el río, los campos, y a donde fuera, era una joven que gozaba de los paseos a aire libre, tanto como él, por lo que cuidando de su rosa, se iba más aprisa para alcanzarla y cuestionar si lo que había comido del pastelillo le había dado algo de brillo o un síntoma similar, más por más que trataba de darle alcance, parecía alejarse y él estaba decidido con la joven encontrarse, por lo que se hizo un atajo para llegar al frente y poder por fin toparse.

En el carruaje del Duque Legan algo pasaba, pues una llanta se le dañaba y un carruaje por ahí también se acercó y de su vista una joven hija de un comerciante llamada Diesi De Pringos, quién por su ventana se asomaba, con una brillante sonrisa le comentó, - Qué hermosa rosa y que bello color, a lo que el Duque mientras su chalan reparaba la rueda, se acercaba galante y mencionaba, - ¿le gusta a usted, mi Lady? - ¡Oh sí, mucho! es hermosa realmente. Como si se hubieran puesto de acuerdo, el Duque se subió a su carruaje, la dama hizo la seña a su cochero para avanzar, y la pareja se perdía, cerrando las cortinas, a solas en la cabina olvidándose de todo, oliendo a rosas el carruaje se sentía, de un morado violeta, un extraño color y todas las ventanas, lucían bellas rosas, sin poder visualizar a la pareja que no se sabía que les pasaba, solo el carruaje rebotaba y el cochero como si nada más contento que de costumbre a la mansión de la señorita continuaba.

Continuará...


Gracias por comentar cada capítulo de esta historia, esperando culminarla lo antes posible.

Agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo

o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.

Con sincero aprecio,

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa